Partida Rol por web

Miro siempre al sol que se va porque no sé qué algo mío se lleva.

El día había ido cayendo lentamente mientras esperabais la mejora de Ochiai. Y sin embargo, ahora, cuando el calor se marchaba, algo se apagaba en vuestros corazones.

Anochecía en la ciudad imperial, y aunque la luz no faltaba nunca, la luz de la Diosa, sí que lo hacía. Teníais que buscar respuestas a preguntas aun no formuladas.

Los muros de color esmeralda de la muralla encantada, la Miwaku Kabe os recibían imponentes, y se hacían más grandes a cada paso dado hacia él. Aunque no era una marulla destinada a agradar a la vista, había que reconocer que imponía, en otro sentido, el militar. Cada una de aquellas enormes piedras había visto las batallas más importantes del imperio, y en primera fila.

Los portones estaban custodiados por soldados de la guardia, casi todos del Clan León, pues era su deber sagrado proteger la ciudad y la familia imperial.

Un Gunso, seguramente de este mismo clan os da el alto. Para averiguar quien intenta entrar en la ciudad antigua al caer la noche.

Mis nobles samuráis, que os trae a esta parte de la ciudad en estos momentos. Anochece.

Aunque las palabras eran amables, notáis que el tono es serio y grave. Lo que os deja claro, que la amabilidad es algo puramente formal. Y que puede ser un perro fiel independientemente de lo que digan sus palabras.

Es un espectáculo impresionante el simple hecho de contemplar los gigantescos muros de la ciudad imperial, los cuales harían darse la vuelta a cualquier general que hubiera soñado con llegar hasta aquí y enfrentarse al Hantei.
Desgraciadamente, debo penetrarlos o esperar junto a ellos hasta que salga a quien hemos venido a buscar, y para ambas cosas debemos lidiar con el león que nos detiene el paso.

- Soy Shiba Nashiko y vengo a buscar a Kitsu Nashodori. Debo hablar con él.

Contesto sin titubear dado que no es tiempo de andarse con unas florituras de cortesano de las que el gunso ya estará más que harto de soportarlas durante todo el día.

Espero a que la yojimbo diga nuestro objetivo ya que yo no tengo muy claro a donde vamos o porque, nombra a un Kitsu... curioso que vayamos a ver a un León pero aun más que sea un Kitsu... ¿lo que le sucede a mi prometida acaso tiene que ver con espiritus? ciertamente podría ser lo que complica bastante las cosas.

Yo soy Doji Yoshi, no creo que haya problema en que dos emisario de dos grandes clanes accedan al interior ¿verdad leon-sama? Replico con una sonrisa.

El Gunso de la puerta se toma su tiempo en responder, mientras, hace un escrutinio lento y pesado de cada uno de vosotros, como si intentara ver cosas que están mas allá del ojo humano.

Cuando habla lo hace de manera rápida y concisa. Sin dejar lugar a replicas.

Podéis pasar. Kitsu san se encuentra en los destacamentos de mi guarnición, uno de mis hombres os acompañara a una sala donde podréis hablar con él. En cuanto acabe la visita, mis honorables emisarios saldrán para pernoctar donde gusten.

Sin decir una palabra más, hace un gesto a uno de los suyos, y se quita de en medio. El soldado hace un gesto para que le sigáis. No dice una sola palabra en todo el camino.

Rebasáis la puerta de la muralla encantada, pero no os internáis mas adentro. Para ambos es la primera vez, la primera vez en sentirse un poco más cerca del emperador, sin embargo, no era como ninguno se imaginaba que seria.

La noche cae, y los farolillos son encendidos por Heimin disciplinados para iluminar toda la ciudad interior. Vosotros paseáis pegados a la muralla hasta una entrada en la misma.
Os dais cuenta de que la muralla en si es como una fortaleza, pues por donde entráis cabria fácilmente una unidad a caballo. Incluso de los Unicornio.

Nada más entrar, subís una rampa, hasta una habitación dentro de la propia muralla. Allí, hay una mesa baja con unos planos, y una antorcha colgada de la pared. Un soldado León saluda al que entra. Hablan y el que estaba en la puerta, os avisa de que Kitsu san estará con vosotros en breve. Mientras el soldado de la muralla parte a buscar al hombre que habéis venido a ver.

El otro se despide y os avisa que os escoltaran a la puerta una vez halláis finalizado.Quedanos solos una vez mas, en el silencio de una muralla antigua como el imperio.

Mi firmeza inicial comienza a tambalearse según subimos al destacamento Leon y resulta evidente que mi expresión cambia a una más nerviosa y emocionada. Mis ojos parecen brillar con las luces de los faroles y en mis mejillas adquieren un tono sonrojado que resulta imposible de ocultar.
Me obligo a agachar la mirada cuando nos encontramos con el guardia de la habitación y así evitar que descubra la falta de serenidad que me invade.
Los segundos se convierten en eternos hasta que por fín nos dejan y puedo dedicarme a examinar la habitación para conseguir mantenerme centrada aunque soy consciente de que no habré podido ocultar mis reacciones del grulla.
Empiezo a respirar profundamente, intentando recobrar la compostura y la serenidad que se me escapan, pero sólo es cuestión de tiempo que Nashodori-san aparezca y todo vuelva a derrumbarse en mi interior.

Haga una ligera reverencia al gunso con una sonrisa cuando nos permite pasar. Hay demasiadas cosas que sigo sin saber y el por que de tanto nerviosismo por parte de la fenix que me acompaña es una de ellas, esta claro que ella sabe algo de mi prometida que no quiere compartir. Ahora no es momento para preguntas, hay demasiado oido indiscreto, tendrán que esperar a que estemos a solas o igual ni siquiera hagan falta cuando hable con ese Kitsu lo que si se es que no hay cosa más peligrosa en Otosan Uchi que andar sin saber donde pisas... y eso es lo que estoy haciendo yo en este momento.

Las paredes de piedra eran silenciosas y vosotros, a ojos de algún curioso, podríais parecer parte del entorno. La tensión crecía a cada momento en aquel lugar. Sin embargo, el Grulla no parecía dispuesto a importunar con preguntas, que si bien le eran necesarias, confiaba en averiguarla pronto.

La Fénix, ponía todo su empeño en mantener la compostura. Y su voluntad estaba centrada en ello.

Fue por estos motivos que os sorprendió aquella voz fuerte y severa que escuchasteis a vuestra espalda.

No tengo tiempo.

Os giráis para ver a un hombre extraño. Su mirada fuerte y penetrante contrasta con un cuerpo lleno de vendas en donde no cubre su armadura.
Para ser un shugenja, viste como un soldado León más.

Nashiko se queda de piedra al verlo. Primero por esa forma de hablar tan dura e impersonal. Y por otro lado, porque no se imagina ese aspecto físico.

Y el descubrió aquel rechazo e incertidumbre en los ojos de la mujer, y desvió la mirada, para volver a concentrarse.
El grulla veía cada detalle entre aquellas dos personas, cada gesto visual y físico, como quien ve una danza. Podía traducirlo, pero no sabía el contexto para cada movimiento.

Si tenéis a bien decirme que necesitáis, dentro de poco empiezo mi ronda por la muralla.

El Kitsu camino por la habitación hasta ponerse cerca de una mesa. Su voz sonaba menos irritada que la vez anterior, pero dejaba claro que había cierta urgencia en sus quehaceres. Estaba seguramente, tan sorprendido como ellos de encontrarse allí. La única persona que sabía el motivo de su reunión era la joven Shiba.

Con un gesto de la mano, os invito a sentaros en unos cojines de aspecto funcional y nada cómodos que había cerca de la mesa. El mismo tomo asiento en uno de ellos, y esperaba paciente las respuestas a sus propias preguntas.

Ya sabía que Nashadori había caído enfermo y que por sus obligaciones disponía de poco tiempo libre, pero todo unido parecían haberle marcado demasiado. Pero el cuerpo vendado hacía surgir aún más preguntas de las que traía conmigo y daban la impresión que el león había sufrido la misma misión que Ochiai, con la desventaja que le había hecho caer desde la muralla.
Por si no bastara con la imagen que lucía, sus palabras se transforman en esquirlas que atraviesan rápidas mi alma dejando tras ellas un paisaje desolador.
Tomo asiento, con tristeza y preocupación.

- No imaginé...

Comienzo titubeante hasta que recuerdo el motivo de venir a estas horas tan extrañas.

- Kitsu Nashodori, me veo obligada a presentaros a Doji Yoshi. Es el prometido de mi señora.

Las palabras suenan mecánicas en la obligación mientras que mis ojos buscan un punto indefinido donde no ver las heridas del Kitsu.

- Lamentamos presentarnos a estas horas para importunarle, pero ya somos cuatro los que lo hemos visto. Ochiai-sama resultó el foco en esta ocasión y parece estar sufriendo los mismos efectos que nosotros pero multiplicados.

El tono de mis palabras resulta demasiado distante y preocupado, aunque sería dificil buscar el auténtico motivo que lo provoca.

- Necesitamos averiguar que está ocurriendo aquí antes de que alguien decida que yo soy la culpable de todo esto. Y para ello necesitamos conocer todo lo que hicisteis aquel día.

Demasiado críptico para que alguien que no haya escuchado nada de lo acontecido pueda unir cabos, pero lo suficientemente claro para que los tres sepamos que hablamos de la visión. La misma que me tiene a mi de unión entre todos los que la han visto.

El leon abrio los ojos desmesuradamente, trago saliba lentamente, como si el sabor de su propios efluvios fueran capaces de humedecer la sequedad que se habia creado no solo en su garganta, sino en su cuerpo.

Miro rapidamente hacia el grulla, pues aun no habia tenido tiempo de oservarlo bien, pero luego volvio la mirada sobre la mujer.

Este sitio es seguro, os sugiero que me expliqueis de que hablas, porque mis sueños, son oscuros y dificiles de explicar, y dudo mocho que hayais podido entrever el lugar que veo cada noche.

Sus palabras eran rapidas y certeras. Hablaba de cosas importantes, pues su voz no reflejaba ni un tinte de duda.

La yojimbo Shiba es muy criptica y se pone en el centro de lo que esta pasando. Levanto una ceja.

Un placer conocerlo Kitsu Nashodori-sama, estoy totalmente de acuerdo contigo es el momento de poner todo en claro para poder esclarecer y buscar la mejor solución a los extraños sucesos que han sucedido hoy, si nos andamos con muchos remilgos no podremos buscar la mejor solución entre todos. Creo que la única con todas las piezas eres tu Shiba Nashiko-san... por que no nos explicas exactamente a que te refieres. Hablo de forma pausada y aparentemente tranquilo para hablar de un tema tan importante.

Sin estar muy convencida de que éste sea un lugar seguro empiezo a hablar, consciente de que podrían llegar a pensar desde que estoy loca a que soy sospechosa de varios intentos de asesinato.

- ¿Recuerdas la carta que me enviaste antes de caer de la muralla? Me contabas que habías visto a traves de la roca y allí dentro contemplaste a seres con escamas y ojos de serpiente que se multiplicaban sin parar como si estuvieran formando un ejercito.

Me tomo unos segundos antes de seguir. En verdad todo parecía una completa locura y sin embargo era tan real.

- Aquella misma noche yo también lo ví. Permanecí en cama varios días sufriendo esas pesadillas y al despertar, Makoto-sama estaba a mi lado.

El nombre del Maestro del Vacío debía dar sustento a una historia tan rocambolesca, poniéndole el suelo sobre el aire para que pudiera caminar sin caerse por el precipicio de la locura.

- Me encomendó venir aquí y cuidar de Ochiai-sama, lo que no resultó un problema hasta que ella...

Me cuesta describir lo que le ocurrió. El suceso que vivimos con Ochiai no se parecía al nuestro, sino que había resultado más intenso.

- Su episodio fue peor. Estabamos paseando por el templo de Amateratsu cuando pareció tener a ella misma en su interior. Me aseguró que debía detener la invasión y que Doji-san me ayudaría a ello.

Otra pausa para dejarles y dejarme pensar en todo lo que podría ocurrir de salir esto a la luz.

- Está claro que no podemos pedir ayuda, porque en el mejor de los casos nos tacharían de locos y en el peor podrían imaginarse una historia mediante la que os he ido envenenando uno a uno hasta llegar a quién sabe quién.

Tras las palabras de la joven surgió un tenso silencio. El joven Doji no sabía muy bien de que estaban hablando, aunque el mismo había podido atisbar esa historia de terror sobre seres reptilianos.

Pero la reacción del Kitsu no se hizo esperar, se revolvía incomodo en su asiento. Parecía desconcertado. Había cosas que no llegaba a entender. Cuando hablo lo hizo con una voz seca, que provenía del más oscuro rincón de su alma.

Todo esto debe de ser culpa mía. Cuando te envié aquella carta, quizás mande con ella parte del mal contra el que estoy luchando.

Sin mucho esfuerzo, si quito parte de la venda de su brazo, allí podía observarse como la piel tenia enterrada lo que parecía una escama. La dejo el tiempo suficiente para que la vieseis y luego la tapo con la venda de nuevo.

Hace ya un tiempo, tuve una visión en cierta parte de la muralla, vi una caverna con seres monstruosos, que se apareaban, y sentí el mal en ellos. Para mi fueron un par de minutos, según mis compañeros estuve con los ojos en blanco durante varias horas.

Creemos, yo y los superiores, que se trata de una especia de submundo, con el que entre en comunión. Al día siguiente, volví a soñar, pero el sueño se interrumpió rápidamente, pues caí desde la muralla. No me mate de milagro, pero aquel episodio alerto a todo el mundo.

Desde entonces he tenido que luchar contra los dolores de la caída casi mortal, la vigilancia constante de mis compañeros y la supervisión de Shugenjas más poderosos que yo.

Al decir esto último sus labios se secaron. No decía algo importante quizás. Pero no acabo ahí.

Al tiempo, empecé a desarrollar estas ampollas. Sigo vendado porque se supone que estoy convaleciente, pero la verdad, es que si alguien me viera así, pensaría que soy un marcado por lo oscuro, y me darían caza como a un monstruo. Aunque tampoco puedo decir que no haya pensado que eso sea necesario. Pues mi conexión con aquellos seres, con aquel lugar, está empezando a afectarme físicamente, no sé si me convertirá finalmente en uno de ellos.

Sus palabras hablaban con determinación, pero sus ojos mostraban un sufrimiento imposible de describir. Sus palabras se silenciaron y el color de sus ojos empezó a apagarse, quizás pensando en cosas que vosotros solo habíais llegado a intuir.

Un escalofrío me recorre tras escuchar al Kitsu. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo conseguiría cumplir esta misión? ¿Podría evitar que Nashodori acabara como una de esas cosa?
Las preguntas se entrelazan en mi cabeza dejando sólo la desesperanza que provoca la falta de respuestas unida a la imposibilidad de encontrar ninguna solución.
Bajo la cabeza desolada, muy posiblemente habría llorado de estar sola buscando una manera de dejar salir todo el dolor que me llenaba.

- ¿Puedes llevarnos al lugar desde donde te caiste?

Pregunto sin levantar la cabeza y cerrando con fuerza los puños intentando escapar de este sufrimiento y desolación.

Me quedo pensativo, lo que dicen es grave muy grave y si llega a saberse puede ser fatal para mucha gente. No parece haber demasiadas esperanzas si a Ochiai le pasa como a este hombre que los síntomas se agravan poco a poco... y ¿como saber si es tan solo un episodio aislado? esta claro que si encontramos una solución para este León la encontraremos para cualquiera que presente los síntomas.

¿Que shugenjas estan siguiendo tu estado? Algo de este calibre debería estar en manos del consejo elemental... si alguien es capaz de saber que ocurre serán ellos. y si dictaminan que es algo oscuro que no merece el riesgo tratarse aun estaremos a tiempo de buscar otra solución para Ochiai por nuestra cuenta. pienso para mi.

Las palabras de la mujer hacen mella en el león, que se remueve, sin embargo son las del grulla las que consiguen primero respuesta.

Pensé que lo sabías, es el padre de Ochiai san quien lleva mi caso, y da cuenta directamente al maestro del Vacio.

Parecía sorprendido. Como si el que no supierais eso fuera extraño. Algo andaba mal. Luego se puso en pie de golpe, como si se hubiera activado algún resorte interno en su cuerpo o en su mente.

No os puedo mostrar el lugar, y mucho menos a esta hora. Pero si queréis visitarlo solo tenéis que seguir la sonrisa del oni hasta el extremo que esta mas pegado a la muralla.

Ahora deberíais de marcharos. Me pondré en contacto con vosotros lo antes posible.

Notáis sin lugar a dudas que aquel hombre, el león con el que habláis, se ha puesto nervioso. Como si hablar ya no fuera seguro en aquel lugar. Y cuando se pone apremiante a miraros desde la puerta no puede quedar más claro.

De repente y sin daros cuenta, os veis de vuelta hacia la puerta de la muralla, el sonido de vuestros pies sobre la fría piedra os recuerda cuanto habéis hablado.

Nadie os impide salir, aunque podéis notar la mirada impaciente del jefe de la guardia cuando salís. Algo os ronda la cabeza, pues aunque ninguno de los dos la ha visitado, ambos conocéis lo que es la sonrisa del Oni.

El Oni Warai (Sonrisa de Oni), es una profunda grieta que se encuentra al sur del distrito Karada, uno de los cuatro distritos del interior de la ciudad. Esta grieta se extiende desde el propio palacio del emperador hasta la muralla encantada.

Esta grieta a veces emite un hilo de niebla en los meses de invierno, cuando las mareas suben el nivel del agua en los pasajes subterráneos bajo la ciudad. Es una fea marca en la tierra que acompaña a la dinastía Hantei desde hace mecho tiempo. Pero a pesar del  nombre tan desafortunado, nunca ha habido nada fuera de lo común en aquella grieta. 

El padre de Ochiai lleva el asunto... eso era muy conveniente y estando bajo el auspicio del maestro de vacio no podia estar en mejores manos.

Creo que lo mejor sera que veamos ese lugar Comento ya que no lo conozco al ser nuevo en la ciudad tan solo había oido rumores del sitio por su desafortunado nombre pero poco mas. ¿Sera conveniente ir a estas horas? Digo recordando los inconveniente que nos pusieron para poder hablar con el León pero sin querer perder un minuto para iniciar la investigación.

¿Conveniente?

Me pregunto aún trastocada por lo vivido. Desconocía la relación de Nashodori con Ichidori-sama y la misión del maestro pronto empezaba a mostrarse como un paisaje al alba. Desgraciadamente, apenas despuntaban los primeros rojos en el horizonte.

¿Conveniente?

Vuelvo a hacerme la misma pregunta. Era evidente a mis ojos que no lo era, sino más bien necesario y prioritario frente a todos los demás asuntos. Las dos personas más importantes en mi vida se encontraban atrapadas en una pesadilla de las que les debía sacar sin demora.
La rabia aflora desde lo más fondo de mi interior. Ahora mismo podría alcanzar el mísmisimo Jigoku de ser necesario, pero mi destino resultaba mucho más cercano.

- No, no es conveniente.

Confirmo la idea del Doji para luego puntualizar el detalle que avisa de mis pensamientos a la vez que aflojo mi katana.

- Es fundamental.

Fuera de las murallas encantadas y en plena noche, os arrimais al abrigo de un edificio de dos plantas mientras intentais pensar un plan de accion.

El sitio que quereis visitar esta mas alla de las murallas, y para aquellos que no tengan permiso o vivan dentro de aquellos muros, era completamente imposible moverse con libertad durante la noche.

Si bien los distritos del anillo exterior estaban en su mayoria protegidos, con guardia, o con lo que fuera, el circulo interior estaba protegido a cal y canto.

Debias barajar alguna opcion, aun era temprano por la noche, y tendriais que esperar muchas horas para el amanecer.