Partida Rol por web

Observo el lugar con desgrado al comprobar que va a resultar imposible acceder al lugar ahora mismo y tendremos que esperar a que llegue el día para poder entrar al lugar.

- No podemos pasar.

Reconozco tras considerar las opciones que disponemos, pero para fortuna y desgracia estamos en la capital del imperio y no en un pequeño pueblo donde no sea tan dificil entrar sin que los guardias te pongan mil impedimentos, cuando no te atacarían directamente.

- Tendremos que regresar mañana... ¿por que no podrías...?

Dejo la pregunta a medio formular imaginando el Doji no tendrá suficiente influencia para conseguirnos un pase a estas horas y aún de conseguirlo seguro que necesitaría responder demasiadas preguntas.

Me quedo mirando la muralla barajando las opciones, siempre podría pedir unos cuantos favores a la gente adecuada.

Si, creo que podría... pero ¿verdaderamente tenemos esa prisa? me temo que para entrar esta noche tendría que llamar la atención y mucha gente se preguntaría el por que de esa prisa por entrar por la noche y no esperar por la mañana, me temo que por esta vez el accder de forma nocturna llamará bastante más la atención que hacerlo de día. Siendo el tema tan delicado no creo que debamos atraer hacia nosotros miradas curiosas por nuestra falta de paciencia... se que es dificil tener que esperar a por la mañana pero en este momento me parece lo más sensato ya que no parece que la historia sea algo nuevo que no pueda esperar unas horas más para ser resuelto con más... discreción.

Caminais por las calles de la ciudad imperial hacia el distrito Hayasu donde Ochiai descansa. Pactais quedar al alba para solucionar vuestros asuntos.

Cada uno se va a dormir intranquilo, preocupado por la vision y por lo que puede significar. Es didicil interpretar aquella vision, y mucho menos augurar que le ocurre a joven Isawa.

Sin embargo, vuestras ideas y pensamientos no os dejan un instante de descanso, y al depuntar la primera luz del alba, os encontrais de nuevo, unas pocas horas mas tarde para derimir los asuntos que os han juntado.

De dia, sera facil que os dejen pasar sin mas. Sin preguntas y porques. Como suele ser la costumbre.
La entrada de la ciudad interior os devuelve la mirada.

Ahora queda en vuestras manos el plan de accion.

Casi no había dormido, demasiado nerviosa para quedarme esperando a que amaneciera, las horas habían significado años de una tensa espera. Los pensamientos entorno a Ochia-sama y Nashodori-san giraban sin parar en mi cabeza llenándome de preocupación por la imposibilidad de hacer nada por ellos. Pero cuando por fín los rayos de Amateratsu aparecieron en la habitación, no trajeron la calided que de ellos podía esperarse, sino frías punzadas de miedo que me hacían recordar lo vivido el día anterior.

Quizás sientan esto los cangrejo en la muralla.

Pienso melancólica consciente de que el enemigo está ahí fuera, esperando para hacer una jugada ante la que solamente puedes reaccionar.
Me levanto y empiezo a vestirme mientras intento borrar de mi rostro todos los sentimientos que me invaden y dejar en su lugar una máscara firme y seria, que acaba por completarse cuando coloco mi daisho en mi cintura y me dirijo en busqueda del grulla.

Me levanto, he tenido un sueño algo inquieto cubro los signos de mi cansancio con algo de maquillaje y me pongo uno de mis kimonos de gala, hoy vamos a entrar a los distritos interiores de la ciudad interior y cualquier otra cosa llamaría más la atención,

Espero que podamos arreglar todo esto con discreción si algo de esto sale a la luz podría ser fatal para todos...

Mi principal preocuapación para el día era arreglar todo sin que nadie se enterase de que había pasado algo "anormal" se que la corte puede ser mucho más mortal que lo que quiera que este pasando.

Camináis hasta la entrada de la ciudad interior uno al lado del otro. Sin embargo, para casi todas las vistas inquietas de aquella fría mañana, ay un grulla con su yojimbo.

De hecho, se hace patente esa idea, cuando al pasar por la puerta. El guarda, otro león, que nada tenía que ver con el de la otra noche, solo pregunta cuales son los motivos de este para entrar, y no hace mención a la joven mujer que lo acompaña.

Sin ninguna dificultad pasáis al interior de la muralla, donde sois como cualquier otro visitante. Muchos samuráis se mueven por dentro de aquella ciudad. La que muchas centurias antes, se había planeado como la ciudad imperial. Sin que saber, que el tiempo y la población crecería hasta crear distritos fuera de aquellas murallas encantadas.

No os detenéis a cuidar vuestros ojos con las vistas de los muchos e interesantes edificios que veis. Yendo rápidamente hacia la sonrisa del Oni.

Tras casi una hora de camino, y alguna que otra vuelta, llegáis a un promontorio, dejando el palacio a la derecha y la muralla a la izquierda.

La Sonrisa, es en sí, una depresión, una grieta de grandes dimensiones. Y a pesar de que hace un par de horas que había amanecido, de ella supura una niebla ligera y poco densa. Que hace os sintáis incómodos.

La zona parece vallada, aunque no excesivamente vigilada. Al otro lado de ella, donde está el distrito Karada veis patrullas de 5 hombres Cangrejo, recorriendo el perímetro, mientras que por vuestro lado, en el distrito Chisei solo os habíais cruzado con dos parejas de un grulla con una fénix. Quizás por la extraña combinación de circunstancias, hayáis pasado desapercibidos y nadie os haya dicho nada.

Localizáis una roca grande con un sello shintoista, y una cuerda gruesa que la cruza en todo su perímetro. Y detrás, unos escalones de piedra que se internan un poco más en la grieta.

El viento os azuza con fuerza, y unas nubes negras se anclan en el cielo, dejando caer una fina y minúscula lluvia sobre vuestras cabezas.

Pocas palabras había cruzado con el Doji durante el camino, dejándole a el intervenir cuando era necesario. Así habíamos conseguido atravesar tranquilamente las murallas y alcanzar la sonrisa del Oni sin dificultad.
El lugar en verdad parecía un demonio sonriendo como si supiera algo que nosotros ignoramos y que no podemos descubrir, pero ese secreto amenazaba las dos vidas que más me preocupaban en estos momentos y acabaría por borrarle esa sonrisa de su maligno rostro si fuera necesario.
Para ello debíamos bajar hasta su garganta, lo cual habría hecho sin dudar, pero antes de llegar a las escaleras hay una roca que capta mi atención como si fuera una pista fundamental para resolver este misterio.

Tras un paseo en el que creo que no llamamos demasiado la atención llegamos nuestro objetivo, la entrada a la sonrisa del oni. Veo preocupado el sello shintoista, no me gusta nada mezclarme con cosas que no entiendo.

¿No sabras de algún shintoista de confianza verdad? Le pregunto en un susurro a la Fenix. No me atrae nada entrar sin saber exactamente que es este extraño sitio...

Un escalofrío me recorre ya que el lugar parece realmente siniestro.

El símbolo era como en muchos otros lugares de Rokugan, una bendición a los que lo miraban y una advertencia de que allí moraba algún espíritu poderoso.

Normalmente, solían ser objeto de veneración, ya fuera por temor a influir negativamente con el espíritu o por verdadero miedo a las consecuencias de no hacer una ofrenda adecuada.

El aquel lugar, imagináis que sería más bien una advertencia. Pues señalizaba la bajada hacia el interior de la garganta. Al acercaros y mirar la bajada podéis notar fácilmente de que se trata de un descenso abrupto, nada cómodo para un caminante casual.

Quizás la advertencia hacía referencia a ese punto. Aunque no podías adivinarlo. Lo que estaba claro era que no advertida de nada esotérico. Al menos que consigáis identificar.

Lanzo al Doji una mirada llena de reproche que no admite discusión alguna sobre el siguiente paso que debemos realizar, pero aún así se lo puntualizo con palabras antes de descender.

- ¿Está en juego la vida de tu prometida y le tienes miedo a una simple bajada?

Resoplo ante la mirada de la Fenix.

No es la bajada lo que me preocupa, este es un campo en el que ninguno de los dos esta suficientemente versado y no sabemos que podemos encontrar más alla. Digo mientras me dispongo a seguirla aunque mi preparación y vestiduras no son las más apropiadas para esa clase de trabajos.

Duranta mas de veinte minutos os dedicais a bajar, y no llegais nada mas que a dejar al limite de vuestra vista la orilla de la grieta por la que habeis llegado.

Os ayudais con las manos, a veces o sentais, y otras teneis que sujetaros el uno al otro para no caer al vacio.
La bajada es decididamente lenta y dificultosa, pero estais convencidos de que merece la pena.

Finalmente llegais al final del camino practicable, a vuestra derecha una caida hacia un fondo oscuro, a vuestra izaquierda una pared rugosa y fria. En vuestros pies la niebla se arremolina, desdibujando vuestra percepcion de lo que es real y lo que no.

Parece que no hay mas camino. Seguramente nadie habia querido llegar mas abajo en aquella grieta. O puede que haya otro camino. Pero este acaba alli.

Me resisto a creer que no haya nada más por aquí tras un descenso tan complicado y examino con detenimiento cada rincón de la roca, cada grieta en el acantalido y hasta incluso intento ver algo a traves de la niebla que oculta una peligrosa caída.

Miro extrañado la zona al no ver salida buscando por donde seguir.

¿Quizá no era aquí? Pregunto extrañado a mi compañera este lugar parece el fin del camino, quizá debieramos buscar otro camino.

Las palabras del grulla cobraban sentido cuando el silencio de vuestros corazones y el aire frio que sentis a vuestro alrededor os empapa por completo al poco de estar alli parados.

Sin embargo la joven Fenix es muy obtinada, quizas demasiado y no ceja de buscar en sitios, donde evidentemente no hay nada.

Finalmente parece que desistis, el grulla comienza la escalada hacia el mundo exterior, y la joven esta siguiendolo cuando nota una brisa fuerte y se detiene en seco.

Algo la frena. La frisa venia de la pared, de la pared de la grieta. De pronto, como quien quita un velo a sus ojos, descubre una roca, que esta superpusta a la pared de la caverna. La palpa y aunque sabe que no pertenece alli, no puede ver como moverla.

Las palabras de Yoshi no eran una opción, más aún tras notar la brisa y descubrir la abertura en la pared.

- ¡Yoshi-san!

Le llamo para que regrese mientras intento encontrar una forma de abrir lo que seguro es una puerta a los subterráneos de nuestras pesadillas, pero la emoción de encontrar el inicio de la salvación de la Isawa y el Kitsu deja atras cualquier precaución. Además, parecía haber cambiado mi disposición hacia el grulla, dado que era la primera vez que le llamaba por su nombre.

Cuando la Isawa me llama me acerco a la pared y tambien noto la brisa, empiezo a dar golpecitos en la pared buscando alguna zona donde sea menos consistente si no veo nada que permita abrir alguna abertura busco por los alrededores cualquier cosa que se pueda meter en la abertura y poder hacer algo de fuerza quiza una piedra fina por que ramas es dificil que haya en la grieta en la que estamos metidos.

Pronto descubrís que hay una roca que no pertenece a aquel lugar, está firmemente encajada en la pared de piedra, pero tras improvisar toda suerte de cosas para desencajarla, llegáis a la conclusión de que debe de tener algún tipo de mecanismo.

Y así es, bajo una capa de musco y plantas viscosas, descubrís un panel de forma circular. En este hay un dibujo de un Kanji Rokuganes.

Estáis seguros de que se trata de un símbolo usado frecuentemente por los Shintoistas y por los Shugenjas. Tardáis un rato, pero averiguáis que se trata de una referencia al elemento aire.

Así mismo, aquella extraña piedra circular, tenía tres aberturas que formaban un triangulo, una arriba y luego una a cada lado del símbolo. No sabéis exactamente para lo que es.

Estáis cansados de los intentos de mover la piedra a fuerza. Lleváis casi una hora en la abertura de la sonrisa del oni. La humedad después de todo ese tiempo, sumada al sudor del esfuerzo de la bajada había humedecido vuestras ropas y os sentíais pegajosos e incómodos.

Sin embargo, un nuevo reto se habría delante de vosotros.