Partida Rol por web

El metro a aquella hora no estaba muy transitado, se notaba que la gente aun trabajaba, eso reconfortaba a Alysa, no le gustaba nada ir en hora punta en el metro, era odioso... Pero entre eso y la música que llevaba puesta hizo su viaje ameno. Al llegar a la parada de metro mas cercana miro la hora, era las 17:00, perfecto iba bien de hora, se miro de nuevo como iba. Vestía su chaqueta de cuero negra, debajo de esta su sudadera de Pull and Bear azul, sus pantalones pitillo vaqueros y sus Allstar Rojas. Llevaba su bolso con sus cuadernos en clase con sus pertenencias dentro. Tras comprobar que llevaba todo se encamino a la puerta del palacio de los deportes.

Iba tatareando suavemente la música que tenia puesta en sus cascos mientras miraba el Whatsapp con algo de preocupación, conocía aquella zona, había ido a varios conciertos así que no se perdería. Al alzar la mirada vio a varias personas allí reunidas ya, era extraño, ¿no solía atraer a mucha influencia el circo del Sol? 

Alysa se acerco a la entrada a mirar si había alguien para atender en silencio y pasando por al lado de los demás, miro extrañada, no había nadie. Suspiro y se quito los cascos, miro a los demás, confusa.

- ¿No hay una función hoy? - Pregunto mientras sacaba la entrada para asegurarse del día y la hora, estaba segura que era hoy y lo que se había imaginado, la habían invitado para que distrajese su cabeza de sus estudios, no era plan...

La concurrencia empezó a animarse. Resulta que no sólo eran unos pocos, sino que empezaban a ser un grupo más grande: una chica embarazada que le guiñó el ojo a Malcolm, un tipo algo "desmadejado" que se unió al club de los fumadores -Malcolm tuvo que negar por varias veces con la cabeza y "pasar" de fumar- un chico delgaducho y otras tres chicas más que incluso fueron presentándose, todas bastante jóvenes y atractivas.

Aquello empezaba a sobrepasar al pobre Malcolm. No se sentía cómodo ante tanto desconocido. Estaba acostumbrado a liderar si, pero más bien en situaciones que controlaba, de su campo de conocimiento, no en una situación tan desconocida en lo que lo único que podían decir era obviedades o conjeturas.

Se quedó un momento pensativo. Malcolm trabajaba bien con patrones, con certezas, no con "Humo". Por fin decidió aportar algo a todo aquel extraño conglomerado siguiendo las palabras de la chica que se había presentado como Paula y que parecía alguien cabal.

[color=#0000BF]Siguiendo el pensamiento de ¿Paula, si? yo sólo aventuraría algunas hipótesis como que quieren probar el show con un grupo más redusido o... quieren haser algún tipo de social experiment o... qué se yo, algún tipo de marketing test del propio Cirque du Soleil. A ojos vista es claro que somos una muestra de poblasión... ¿pintoresca? no... ¿variosa? ¿variopinta?[/color] -estaba claro que el extranjero se trababa un poco, aunque no lo hacía para hacer gracia, al revés, su tono era serio con una pizca de preocupación.-[color=#0000BF] Disculpen mi español, no es mi lengua materna y sólo llevo unos años en su país...[/color] -terminó de decir el sueco azorándose un poco- [color=#0000BF]lo único que se me ocurre aparrte de salir corriendo[/color] -no lo dijo en plan broma aunque pudiera parecerlo- [color=#0000BF]es quedarnos y esperar hasta que alguien abra la puerta y nos lo explique. No tendría sentido tomarse las molestias para darnos las entradas y luego dejarnos aqui... [/color]-elevó los hombros como si fuera una perogrullada... o no, igual el experimento en sí mismo era que se conocieran. Aunque aquello le parecía rocambolesco.

Una parte de él, se hubiera marchado, pero otra, mayoritaria y curiosa, quería saber hasta qué lugar les llevaba aquella situación. Era lo más temerario que iba a hacer en las últimas semanas. Pero viendo el grupo de gente que era empezaba a pensar más en algún tipo de evento comercial que en algo que pudiera ser mínimamente peligroso.

Y mas gente llegaba.

Sin embargo no como para llenar una carpa del circo. Asintió a la chica que le preguntaba por el cigarro y sonrió mientras le pasaba el paquete para que se sirviera ella misma.- Robson.-dijo a modo de presentación.

- Una especie de función privada, ¿eh? -Resopló ante el comentario del sueco. - Si, bueno, tendría sentido si no fuera porque hace mucho que no me gusta el circo. - Tomó una buena bocanada del cigarro hasta que volvió a hablar.

- A mi me parece una puta broma. Se suponía que hoy era nuestro día libre- Dijo señalando a Debora Garnet, una muchacha rubia que estaba apoyada en un banco cerca de nosotros - Odio las bromas en mi día libre.- Sentenció.

-Y si esto no abre en un par de minutos... - Dijo guardando en su bolsillo el paquete de tabaco-... me temo que el bueno de Rob se va para casa.

-Realmente piensas que es alguna estrategia comercial? Que yo sepa, para ese tipo de cosas hay un reverendo protocolo ¡No soltarte una maldita boleta con tu nombre como si fuera arte de magia!

Matthew estaba notoriamente irritado por el tono relajado que todos tenían, y aunque si bien podía ser lo que mencionaba aquel Sueco, el paranoico joven estaba exagerando todo por su reciente encuentro con aquel boleto. Antes de poder refutar con el mismo tono alterado de antes, se sintió apenado puesto que la mayoría de los presentes le llevaban por lo menos 5 años en edad y experiencia, sin contar a los que le llevaban al menos 10 o 13 años más. Al ver la diferencia de edad, dio un pequeño paso para atrás a modo de disculpa.

-N-No...Eh, disculpen!-Ahora hablaba de manera más relajada, algo colorado por su admitida imprudencia-Simplemente, no le veo lógica al asunto.

Simplemente, no le veo lógica al asunto.

- Y no la tiene. - Respondió como un resorte. Sin pensar. Luego miró en derredor como para constatar que había dicho aquellas palabras en voz alta y sorprendiéndose por ello. - Quiero decir que... - Dejó la frase en el aire unos segundos para luego continuar, como habiendo tomado carrerilla moral. - Que yo paso de publicidades y esas historias. - Sentenció. - Si ni siquiera doy mi código postal en los supermercados para no engrosar sus listas de datos, que bastante tienen ya.

No tenía claro que esa frase tuviera ningún sentido dicha en voz alta, aunque para él sí que lo tenía.

- Por mi parte, me revienta bastante todo esto. He arriesgado mi trabajo por venir aquí hoy, sólo por pensar que esta invitación era de parte de alguien que me importa, y me encuentro con toda esta mierda de locos. 

Se giró airado hacia la puerta y accionó el pomo con fuerza. Cerrado.

- Aquí no hay nadie. Si quieren reírse de nosotros, que les den. O alguien me da una explicación convincente o yo me largo de aquí. - Estaba realmente enfadado. Tenía muchas más cosas en la cabeza y muchas otras formas de expresarse, pero por alguna razón esas palabras, sin duda mejor hilvanadas que las pronunciadas, no llegaban ordenadamente a sus labios.

- No sé vosotros, pero yo tengo un puto teléfono móvil. Si alguien quiere decirme algo o quedar conmigo para contarme cualquier historia, hay otras formas menos idiotas de hacerlo.

Mucha gente había llegado ya, y María se había fumado en ese lapso cuatro cigarros e iba por un quinto, una chica pelirroja a la que María bautizó como la otra Weasley, una muchacha de cabello castaño que venía con lentes de color oscuro, y una muchacha con perforaciones, y un desenfadado look de rastas y piercings, bastante guapas las tres. Luego un muchachito menudo, cuyo acento denotaba que tampoco era de España, un hombro aparentemente maduro, con saco de color beige y corbata mal anudada de color rojo, y por último una muchacha bastante linda, que sorpresivamente tenía un enorme vientre de embarazada.

-Oh lo siento muchísimo.-dijo mirando a la chica embarazada, María se hizo para atrás, para evitar exhalar el humo del cigarro cerca de ella, y les dedicó una mirada recelosa a Robson y a Paula, usualmente le importaba poco si alguien a su alrededor se incomodaba por su vicio, pero cómo tenía fuertes valores morales, la figura de una mujer embarazada siempre le había inspirado respeto. -Yo me llamo María- levantó una mano en el aire sonriendo a tod@s los recien llegados, y dedicándoles descaradas e indiscretas miradas de interés, los miraba fijamente a la cara, recorría sus manos, el cabello, la ropa que llevaban, le fascinaba observar a las personas.

Alguien sin embargo dijo algo que María se empezara a sentir un poco incomoda, estaban hablando de que los habían reunido "No...no hay otros...no se te ocurra hacer una alución a tu anormalidad...quizá todos ellos se han puesto de acuerdo, mierda sabía que España también tenia su propio FBI, a lo mejor están aqui para abrirte el cerebro y descubrir ...pero...porque mandarían a una agente embarazada?, aaaah, pues porque nadie sospecharía de una mujer en estado de gravidez" Sacudió  la cabeza al mismo tiempo le daba un golpecillo a su cigarro, sacó rapidamente del bolso dos cigarros más y los acomodo de nuevo detrás de sus orejas, lo cual le daba cierto aire de chiflada.

-Creo que estamos haciendo especulaciones, y comienzo a notar ciertas vibraciones en la atmósfera que están empezando a alterar nuestras auras, por favor, no creen que si fuera algo malo,algun francotirador escondido ya nos hubiera disparado.- Guiñó un ojo, pero había añadido a sus palabras todo el misticismo esóterico del que era capaz, se dio la vuelta para mirar de frente a Hugo y le respondió.

-Ah, querido Hugo, quisiera estar de acuerdo contigo, o con el hombre de cabellos de fuego, o con cualquiera de ustedes, pero lo único diferente que tengo, es venir de México, ser actriz de teatro, y tener una beca para estudiar aquí mi maestría, fuera de eso, y salvo el hecho de que he pasado una semana comiendo latas de atún y jugo de cajita porque se ha retrasado la beca, dudo despierte el interés de alguien...mi vida es normal y bastante aburrida.- dijo la mujer poniendo especial énfasis en la palabra normal.

Se volvió hacia Andrés. -Tomalo con calma, finalmente ya estás aquí, si lo que querian era hacerte una broma, molestándote solamente les darás mas motivos para reirse, la verdad es que lo unico que me duele, es que el dinero que gasté en el taxi, lo pude haber usado para comprarle la comida a Rechinidos mi gato.- frunció la boca en un gesto de molestia, y le dio una nueva calada a su cigarrillo, está vez exhalando el humo por la nariz.

Los hermanos Iglesias llegaron los últimos al encuentro, allí ya había bastantes personas esperando, pero no parecía que fueran las suficientes para un evento de semejante índole. Echaron un vistazo a sus entradas, como si dudaran de ellas y entonces empezaron a analizar a los individuos que se encontraban allí. 

Una mujer que parecía pertenecer al circo, aunque estaba esperando fumando, lo que comprendió que realmente no tendría nada que ver con todo aquello. Un chavalito bastante simpático y que aparentaba la misma edad que ellos dos, aunque parecía tener cierta apariencia rebelde que no le hacía ninguna gracia a los gemelos. Un guiri, por su acento y su pelo podría decirse que sería de los países nórdicos, un friki gordo aislado del resto, una mujer preñada pero especialmente guapa, un tipo adulto y de apariencia seria y que parecía estar tan desubicado como el resto. Luego salió de un coche una mujer de aspecto interesante aunque al ver sus rastas y sus piercing a Maxi le hizo retorcer el rostro. - ¿Por qué pones esa cara? Le preguntó a su hermano. ¡Si está tó' buena! Le gritó dándole un codazo, después hizo unos gestos con las manos para que viera bien sus curvas. Entonces Maxi le dio otro codazo y le señaló a las dos últimas mujeres en llegar. Y repitió el mismo gesto desagradable que había hecho su hermano. Para él la pelirroja y la morena estaban mucho más buenas que la rastafari.

La mayoría de ellos parecían haber entrado en una acalorada discusión, pues parecía que el sitio estaba cerrado y que todo era una mentira. Los hermanos se miraron extrañados, y sin decir nada, ni tampoco presentarse, se acercaron al grupo para observar lo que estaban hablando.

Parte del grupo que se había congregado frente a la puerta, más de una docena de personas, había entrado en una acalorada discusión sobre el error de haber ido hasta allí y sobre la posibilidad de que les hubieran engañado. Pero en ese momento, uno de ellos se fijó en que había una cara llena de maquillaje detrás de las puertas de la entrada. Se podría decir que había aparecido"de la nada". Pues nadie lo había visto llegar. Y eso que el sol no estaba incidiendo sobre los cristales, por lo que el reflejo dejaba ver tranquilamente a través de él.

El recién aparecido detrás del cristal, sonrió ampliamente. El maquillaje de su cara hizo que su mueca fuera aún más grande. Por lo que le daba un aspecto gracioso y divertido.

Con gestos fluidos y elegantes, comenzó a dar pequeños brinquitos. Como si fuera un niño a punto de recibir un premio por su buen comportamiento. Daba saltitos mientras con su mano, enfundada en un guante de terciopelo blanco, les invitaba a pasar. Se puso a hacer gestos de que abrieran la puerta, y en cuanto uno de los presentes hizo el amago, el payaso se dio cuenta de que estaba cerrada. Volvió a reírse sin hacer ruido, daba la sensación de que fuera algún tipo de mimo del espectáculo. Y que con sus exagerados gestos estaba tratando de amenizarles la espera.

El hombre sacó unas gigantescas llaves de... ¿de dónde? No llevaba bolsillos y ninguno había visto que pudiera llevarlas consigo. El caso es que con esas grandes llaves de plástico, de colores muy vistosos, como las de los llaveros de niños pequeños, tocó la puerta y ésta se abrió como por arte de magia. El mimo volvió a reírse en silencio y se largó de allí dando volteretas laterales a gran velocidad.

*   *   *

Con la puerta ahora abierta, uno a uno fueron entrando. El lugar estaba muy silencioso, y las luces emitían poco brillo. La sensación, más de un circo, parecía que estuviera siendo la de un parque del terror. Pero tampoco era para tanto, y seguramente fuera parte del espectáculo.

Siguieron la dirección que creyeron que había tomado el "saltimbanky" para llegar a una gran sala de colores muy llamativos, entre colores rojos, amarillos, naranjas y demás. Era una gran sala, lo que correspondería seguramente a los lugares donde se hacían los partidos de fútbol o de baloncesto. Pero, si estaban allí todos. ¿Dónde se desarrollaría el espectáculo? Y... lo más raro, aún. ¡Allí no parecía haber nadie! Ni público, ni personal del estadio. ¡Nadie! Además, nadie se había molestado en pedirles la entrada...

Tan solo se podía escuchar un amplio e increíble silencio. Que rápidamente se rompió con el portazo de la puerta de metal por la que habíais llegado al campo.

Malcolm dió un pequeño sobresalto al ver al saltimbanqui al otro lado de la puerta. Estaba tan pendiente de lo que ocurría en la plaza que ni se había fijado en lo que ocurría al otro lado del acceso.

[color=#0000BF]Fan!!*[/color] -exclamó por la sorpresa- [color=#0000BF]Parese que vienen a abrirnos.[/color] Malcolm no perdió detalle de los movimientos de aquel mimo. Si no fuera por la incertidumbre y los nervios, hubiera disfrutado de aquel "truco" de apertura que sin duda había sido hecho con un ingenio tecnológico -a él se le ocurrían varias formas de llevarlo a cabo- y entonces la puerta se abrió. Malcolm fue el primero en empujarla y con gesto galante ofreció a la chica embarazada y al resto de chicas después, la opción de entrar: [color=#0000BF]Curiosa forma de hasernos entrrar... seguramente habrrá que seguir al mimo...[/color] -añadió.

En algún momento, Malcolm se unió al resto que poco a poco siguieron la estela del saltimbanqui. El sueco estaba tranquilo y confiado por el momento. Quizá era una función especial o privada. Algo muy caro pero... cosas más raras había visto. Una vez llegaron a la pista central, encontraron que todo estaba vacío.

Malcolm paseó su mirada por las gradas buscando algún tipo de pista o quizá al propio saltimbanqui. Entonces la puerta de entrada se cerró bruscamente y Malcolm volvió a sobresaltarse un poco. No obstante, permaneció calmado y mirando al resto de gente que iba con él y a su alrededor en busca de lo siguiente que vendría.

Robson miró a ese extraño hombrecillo con un poco de asco.

Si algo odiaba de los circos eran los mimos. Los payasos eran tolerables. Sobre todo esos que tocan la trompeta. Pero los mimos... Arg como odiaba a los mimos. Y ademas este le dio, particularmente, escalofríos.

La puerta se abrió magicamanete y el bicho saltarín desapareció. Al aprecer esa fue la señal para entrar pues todos corrieron al interior.

Algo no me gustaba. No me gustaría estar en desventaja ahí dentro.

Robson le hizo una señal a Deb para que entrase con el y ésta se agarro de su brazo. Parecía emocionada ella tambien, pero al ver el rostro de su amigo ella entrecerró los ojos y comenzo a mirar para todos lados, desconfiando de todo a su alrededor.

Una vez en el interior llegaron al interior y centro de la pista, pero alli no habia nadie mas. O eso querían hacerles creer.

El sueco habló, pero sus palabras no reconfortaron para nada a Robson. De hecho lo pusieron mas nervioso. Asi que sacó otro cigarrillo y lo encendió.

- Bueno, o nos sentamos o seremos nosotros la atracción principal.- Tras una larga calada lo sujirió al resto.

Pero la puerta se cerro con un sonido sordo tras ellos. Fué entonces cuando Debbie se aferró con fuerza, asustada al brazo de Robson mientras este se sentía como un ratón en una ratonera.

-Me da que la función acaba de empezar.- Dijo Robson con ironia y una mala sonrisa en su rostro.

Era totalmente natural desconfiar de algo en el instante en que se le veía? Era común sentir temor hacia algo que no tenía la intención de hacerlo? Sin duda, Matthew lo hacía. No solo por la influencia de sus experiencias en la ficción, en donde solo se podía desconfiar de algo cuando disonaba con el ambiente. Si la tonalidad de la obra era oscura y derrepente aparecía algo demasiado alegre para dar una salida, se sabía por antonomasia que todo se iría al demonio. Si bien esto era la realidad y había visto cosas más ridículas en sus viajes por las redes sociales, porque tenía ahora este presentimiento de hostilidad de aquel vistoso Mimo? Se había presentados sin previo aviso en la puerta, casi como si se hubiera materializado de la nada y además, había abierto la puerta no sin antes reírse del grupo, con llaves infantiles.-Demasiado alegre, se burla, camina de a saltitos, nada bueno va a salir de esto!-Pensó Mattew al instante, sin darle mucha importancia al hecho de que abrió la puerta con solo un roce de las llaves, solo añadiendo un tono más siniestro al momento.

Todo el grupo avanzaba completamente relajado por la puerta, porque lo hacían? Se dejaban llevar, no tenían opción? Los pensamientos de Matthew se acumulaban en una ola, donde no dejaba de cuestionarse el porqué confiaban en aquel siniestro y colorido mimo. En lo que reacciono, estaba entrando por el pasillo-Tengo mas opción que entrar? No tengo lugar adonde volver-. El recuerdo de que había escapado totalmente de su vida aun lo asaltaba sin misericordia, tratando de ocultar su pánico lo mejor posible aunque estuviera colapsando de nervios por dentro. Puede que hubiera alguna otra explicación menos "irrealista" de la situación, después de todo jamás esto no era ficción, que podía pasar tan mal seguir al vistoso mimo? Matthew desecho ese pensamiento al avanzar hacia el escenario, definitivamente algo estaba mal en aquel momento. 

Todo el lugar estaba vacío y el grupo estaba en el escenario casi como si ellos fueran a ser la atracción principal para un público invisible. Un escalofrió recorrió todo el cuerpo de Matthew solo con ver el ambiente. Sí, todo parecía el escenario de un circo, tenía todo adornado para dar la impresión de ser una obra corriente, pero no había ningún alma! Todas las dudas que Matthew tenía sobre las intenciones del Mimo y el lugar se confirmaron en un momento cuando se cerró la puerta de un golpetazo, nada bueno iba a pasar en aquel momento

Las diferentes teorías despertaron en Paula una curiosidad innata en ella, le resultaba divertido analizar cada postura y sacar conclusiones al respecto, sólo que de forma involuntaria se abstrajo demasiado al punto de no mencionar palabra. 

No obstante al coger el cigarro que le ofrecía Robson, se permitió una buena calada para disfrutar de la sensación mientras la mujer del sombrero utilizaba un tono que especialmente a Paula le sorprendía. La excentricidad no era una virtud que ella tenía y al escuchar como Maria hablaba, le recordaba en parte a su tierra.  

Y en ese interin de diálogos, teorías y más personas que se reunían allí, aparece un payaso. Entonces sin pensarlo demasiado siguió al resto mientras sus ojos se vislumbraba ante el majestuoso escenario, sólo que no había más gente y un espectáculo personal para un grupo de desconocidos le daba demasiadas sospechas.  

Ahora entrecerrando sus ojos, tomó asiento en las últimas filas cercana a la puerta, por si debía salir, al menos la salida estaría a su alcance.  

Andrés había comenzado a andar para irse de allí, pero no dio ni dos pasos que la atención de todos fue atraída por algo dentro del palacio, al otro lado del cristal. Un mimo. Andrés alzó una ceja. - ¿Pero qué...? - La pregunta quedó en el aire, pues estaba condenada al fracaso.

El mimo abrió la puerta y Andrés se relajó. Finalmente parecía que la función sí iba a desarrollarse y aquel integrante del circo les invitaba a pasar. Poca gente para una función del Circo del Sol pero se sintió aliviado al descubrir que no había sido engañado. Por lo menos, no del todo.

Siguió al grupo que entró tras el mimo. Definitivamente, no había nadie más. Raro, pero eso daba una explicación, aunque extraña, a todo aquello. Símplemente se trataba de una función con poco éxito de convocatoria. Pero aún quedaba el misterio de cómo y porqué había llegado la invitación a sus manos, así como a las manos de los demás, pues según decían ninguno tenía una idea clara de cómo había ocurrido aquello.

Una vez dentro, la puerta se cerró de golpe. El sonido causó un sobresalto general, pero la sensación común de sentirse encerrados era algo que Andrés no podía padecer, así que su estado de relajación dejó paso a la curiosidad y miraba todo aquello casi con los ojos de un niño.

- ¡Toma ya! - Expresó en voz alta al ver el circo por dentro. No había visto nunca un circo tan majestuoso como ese. Por lo menos no en vivo y en directo. Nunca le había llamado la atención los espectáculos circenses como para dedicar una tarde a visitar alguno en los últimos años.

- ¿Dónde se ha metido el payaso?

Interesante - Fue la única palabra articulada por Hugo al ver al vistoso "mimo" a través del cristal de la puerta. Sus movimientos eran sin duda peculiares, propio de un mimo, pero lo raro sin duda y en lo que más se fijó Hugo fue en la forma de como una puerta cerrada sin posibilidad de apertura, la ha abierto con un manojo de llaves de... ¿plástico?

No dudó en seguir a los demás sin quedarse atrás, si en algo era experto, o al menos se había especializado en ello Hugo, era en  lo raro y paranormal y para nada quería perderse lo raro de dicho mimo. Siguió por los pasillos que parecía que el mimo había recorrido aunque ya no lo veia, pero sin duda la sonrisa no se le iba de la cara a Hugo.

Al llegar vió el lugar con cara de asombro, sin duda quien quiera que estuviera haciendo este juego, le había echado ganas. No pudo evitar fijarse en todo el escenario, las gradas no le interesaban pues sin duda le quitarían gracia al juego, si algo iba a actuar o interactuar con ellos, mejor sería no desvelar el misterio. Pero menudo error al oir el previsible sonido del horror de unas puertas cerrandose - Je. Previsible, no intenteis abrirlas, estamos encerrados - dijo Hugo para calma... o más bien todo lo contrario, de los allí reunidos - Si como bien pensabais algunos se trata de algún juego, no os dejeis llevar por el sonido. - Quería vivirlo en primera persona, otro acto para normal, pero esta vez no le pillaría desprevenido, porque el primero le preparó para el resto.

Siguió al resto del grupo mientras vigilaba a todos lados con su aún estable sonrisa

Y entonces, mientras todos estaban pendientes de lo que podría suceder. Mientras miraban a todas partes pendientes de que alguien o algo apareciese. Se pudo escuchar un grito de dolor, y después uno un poco más grave y sonoro.

Los gritos procedían de dos de las personas del grupo, uno del chico orondo de camiseta friki y chaqueta, y el otro de la joven embarazada. Ambos cayeron al suelo, mientras que los gemelos llevaban sendos puñales que estaban manchados con su sangre.

- Bueno, o nos sentamos o seremos nosotros la atracción principal.- Tras una larga calada lo sujirió al resto.

 Pues parece que sí. Vosotros vais a ser la atracción principal. Dijo justo antes de que ambos muchachos empezaran a brillar con intensidad. De hecho creo que sabéis por qué estáis aquí. 

Los hermanos empezaron a brillar. ¿Podría ser que todo fuera parte del espectáculo? ¡Marck y Maxi brillaban como luciérnagas! Miles de lucecitas le rodeaban el cuerpo, mientras que se iban introduciendo en los poros de su piel. Los cuchillos que estaban manchados de la sangre de los dos asesinados, también relucían en sus manos.

Aquellos dos chavales habían asesinado a dos de los presentes, allí, delante de todos. Estaba claro que si era un espectáculo era demasiado gore. Y de ser así, ¿quién habría dejado pasar a un niño de 16 años a un lugar como ése? ¡Algo allí no cuadraba!

Deborah Garnet gritó espantada por lo que acababa de ver. Instintivamente llevó la mano a los ojos de Matthew. No podia dejar que viera semejante espectáculo. ¿Aquellos dos chicos estaban locos o qué?  ¡Cielo! ¡No mires! ¡Quédate a mi lado! Instintivamente Deb arrastró al chico tras Robson. No porque fuera su compañero o su amigo especial, si no porque de momento era el único en el que podía confiar.

Desde luego que aquello no pintaba nada bien. Y todo parecía algún tipo de plan maquiavélico, una broma pesada, o simplemente una terrible encerrona. Pero, ¿por qué? ¡Esto tiene que ver con eso que te pasa Robson! ¡Esta gente debe ser igual que tú!

Ambas hermanos Iglesias estaban muy sonrientes. ¡Habían conseguido su objetivo! Y estaban muy contentos por lo que acaban de hacer. Uno de ellos se llevó la mano a la oreja, como hablando a través de un trasmisor dijo: Han caído los dos primeros. Esto parece pan comido. Dijo.

Quedan ocho, un chavalín y una mujer común. ¿A por quién vamos ahora? Preguntó a quien estuviera al otro lado del interlocutor.

Y entonces, el otro gemelo, el que había matado a la embaraza se puso en posición de ataque. Se colocó en posición de ataque y la miró fijamente a los ojos a Hugo. Y como si estuviera en la película de Matrix, le hizo un gesto para que se le acercase.

Segundos después, el hombre tenía un par de pequeños cuernos en su frente, diminutos y negros, como los de un pequeño diablo. Le siguió una tripa de embarazada. Aquel hombre parecía estar preñado, y cuando todos miraron el cadáver de Elena vieron que su panza ya no estaba. ¿El feto había cambiado de cuerpo? ¡Aquello era una locura! O al menos era una película demasiado buena.

Pero ya, para colmo de males, el gemelo de piel azulada, que tenía uno de los cuchillos en la mano, materializó una gigantesca bola de fuego en su otra mano. Y con una sonrisa, y mirando a Hugo dijo: Seguro que ahora tú serás el siguiente. ¿A qué si?

Alysa inquieta siguió a los demás, pretendía entrar si pudiera ser al lado de una de las muchachas jóvenes, así que tras una decisión entre ellas decidió posicionarse al lado de Carolina.

- Que raro todo esto, ¿verdad? - Comentó en bajo a la muchacha mientras las muchachas entraban en la estancia, no pretendía tampoco ser sofocante Alysa, pero bueno, con alguien tendría que empezar hablar.

La puerta se cerró de golpe y Alysa pego un chillido asustada comenzando a ponerse algo nerviosa.

- ¿Qué-qué pasa aquí...? - Miro a sus compañeros, muchos ya habían avanzado ella tampoco seria menos aunque estuviese inquieta. Observo la pista de circo que estaba completamente vacía, miro a sus alrededores, extrañada. "¿Esto no era supuestamente... Una función...?" Dijo para si mientras miraba curiosa los asientos hasta que escucho el ruido de algo desplomarse, que hizo que se diera la vuelta con gran rapidez.

Otro grito proveniente de la garganta de Alysa resonó en la sala mientras se llevaba ambas manos a la boca de manera incrédula, ¿que sucedía? ¿que estaba pasando? Alysa miro a los hermanos y el cambio de uno de ellos, no eran normales no, ¿qué van hacer ahora? Miro a sus compañeros e intento quedarse atrás si pudiera ser.

A Robson le dió tiempo ni a reaccionar cuando esos dos tíos habían matado ya a dos personas.

Le dió el tiempo justo a sacar la pistola y apuntarles mientras Deb ponía a salvo a Matthew. Ambos brillaban y se temía lo peor. No eran normales. Eran como el. Bueno, al menos en esencia.

-Quédate quietecito donde puede ver tus manos, Papa Pitufo!- Gritó aún con el cigarrillo en la boca al bicho de color azul.

-Los demás, quédense atrás!- Hizo un gesto con la cabeza mientras miraba de reojo a los chicos.- Deb, a las gradas. Sácalos de aquí, Ahora! Llama por refuerzos! - gritó mientras volvía la vista de nuevo a los asesinos.

-Muy bien. -Dijo sonriéndoles mientras no dejaba, alternativamente, de apuntarles con el arma. -No soy idiota. Y viendo el aspecto del hermano menor de Avatar y vuestro espectáculo de luces y sonido, absorbéis las habilidades de los demás. No hace falta ser un genio.- Dijo con ironia en su voz.

-He, tu... ¿Porque no me lanzas eso a mi, cielo?.- Dijo en tono desafiante al que tenia la bola de fuego en la mano.

Hay que sacar de aquí a todos! Están como una puta chota estos gemelos!