Partida Rol por web

Efectivamente, os habéis ido a un callejón oscuro donde no os ve ni el tato, y ellos no te apuntan, parecen bastante contentos con el trato.

Subes el arma y uno de ello se queda medio embobado mirando como le disparas, mientras que el otro te pega dos tiros a bocajarro. El primer disparo deja herido a tu objetivo, mientras giras para disparar al otro y comerte sus dos tiros y... Zapp zapp, quedas inconsciente con dos balazos en el cuerpo.

Tan joven y... muerto.

Cuando te despiertas tienes una venda apretandote el pecho. Te han jodido bien con esos dos tiros a bocajarro. Estás en una habitación oscura, sentado en una silla y atado a ella. Te sientes débil, muy débil. Solo ves una puerta, no hay ventanas. Huele a polvo y en la habitación sólo hay un camastro y nada más.

Joder, ya te podrían haber tumbado en el camastro, te duele hasta respirar.

Bueno, no ha salido todo como esperaba.

Por lo menos estoy vivo, eso es lo que cuenta, pero bueno, a ver por cuanto tiempo más.

Si lo único que quería era irme de este puñetero planeta, nada más.

Pero no, siempre tengo que meter la pata de alguna manera.

Nota mental: Comprarme una puñetera armadura.

Nota mental 2: Menos mal que nadie ha visto esto.

¿Hola? ¿Hay alguien en casa?

Tras un buen rato preguntandole a nadie si hay alguien en la casa, escuchas un ruido de pasos, y se abre la puerta, entrando uno de los dos tipos que te asaltaron, concretamente el que tiene un agujero en el pecho por tu culpa.

-Hombre cabrón, ya despiertas. Menos mal, creí que te morías. Maldito hijo de puta, y te mentí, no me pagan por tu cabeza, me pagan por ti vivo. Ahora jódete aquí hasta que tu nuevo dueño venga a buscarte.

Plas!!! un buen tortazo en la cara, con el revés de la mano, y el tipo se va dando un portazo.

Bueno, parece ser que ahora toca esperar.

O intentar escapar de aquí...

¿Cómo? 

¿Sin armas y atado a la silla?

Hum...

Empujo con los pies en el suelo hacia atrás esperando caer de espaldas y que en el movimiento la silla se haga pedazos...

El asunto está muy complicado, ya que estás atado con un buen montón de vueltas, y desde el cuello hasta los pies. No te será nada fácil empujar la silla, cuando casi no puedes mover ni las puntas de los pies.

De aquí me voy a escapar como sea, ¡cómo sea!

Esto no puede estar pasando...

¿Serán mis viejos amigos que me están buscando?

Es extraño, pero tengo un mal presentimiento.

¡Quiero salir de aquí! ¡IRME DE AQUÍ!

Me aferré fuerte a la silla, con las uñas de las manos, con la punta de los dedos de los pies. Las venas de mi cuello comenzaron a hincharse, mis ojos se cerraron con fuerza y mis dientes se apretaron unos contra otros, haciendo que un leve chirrido se escapara de mi boca.

Me voy a ir de aquí. ¡Ahora!

Con un leve movimiento de mi cuerpo, logro que la silla se caíga hacia atrás y se rompa en mil pezados, dejándome libre por fin.

Pero esto no ha terminado todavía... Necesito armas... Un pezado de silla afilado y la cuerda me vendrán bien...

El voluminoso cuerpo del mercenario consigue caer hacia atrás con todo su peso sobre la pobre silla, que queda totalmente destruida. Aún así el hombretón continúa atado, pero al haber perdido tensión, ya que los imbéciles le habían atado a la silla, solo le lleva unos segundos zafarse de la cuerda. Por suerte parece que nadie viene a ver el origen del ruido.

Rudd consigue una de las patas astilladas y la empuña como arma, esperando a que la puerta se abra, pero... esto no sucede.

No voy a esperar aquí todo el día...

Tengo dos opciones... hacer ruido para que vengan o salir a por ellos, lo cual podría ser mejor para sorprenderlos...

Hum...

¿Estará abierta la puerta?

Me acerco a ella lentamente y primero, toco con el dorso de la mano el pomo. Cuando veo que no hay problemas, intento abrir la puerta lentamente, mirando por debajo si hay alguien fuera.

Tras la puerta hay lo que parece ser un típico saloncito-cocina-casi vivienda entera, de las pobres de Mos Eisley. Hay una mesa, tres sillas y un fogón donde preparar comida. No hay rastro de tecnología en la casa de adobe, y solo hay una puerta que parece dar a la calle, y una ventana cerrada, además de la puerta por donde tú miras. No hay nadie.

Mi mirada pasa rápidamente por la sala...

No hay nadie allí...

Bien. Puedo escapar, pero con cuidado, no sea que me estén esperando en alguna parte.

Reviso rápidamente la casa, buscando armas y ropas, pero sólo encuentro algunos cuchillos de cocina y una túnica algo vieja y raída para ponerme encima.

Eso tiene que bastar.

Me acerco hasta la puerta e intento abrirla lentamente... no deseo que mis captores me sorprendan justo cuando estoy por escapar.

Abres la puerta con cuidado, y ves que sentado en frente, a la sombra, hay un tipo al que reconoces como el que heriste en el callejón. Parece que es media tarde. Lo poco que ves es un callejón de unos 5 metros de ancho, y el tipo está a unos diez metros de ti en el otro lado de la calle. Está sentado en un taburete y fumando de una pipa metálica que desprende un curioso humo azulado.

Rapidamente mi cabeza piensa en un plan para deshacerme de esos dos. No podré salir de aquí sin que me vean y tampoco es cuestión de esperar hasta que regrese el que quiere mi cabeza en una bandeja, así que lo mejor será preparar una bonita trampa para estos dos. Y que sea rápido.

Miró rápido hacia el fogón, y veo que todavía hay brasas en el fuego. Rápidamente cojo una olla de metal y la lleno con los rescoldos y la dejo a un lado para continuar con mi trabajo.

Avanzo corriendo hacia la habitación donde estaba atado y cojo la cuerda. Con total celeridad, regreso al salón-comedor-cocina y lanzo la cuerda por una de las vigas del techo, haciendo pasar el otro extremo por el otro lado. Hago un lazo, el cual dejo en el suelo y me preparo para montar lo que sigue.

Sólo tengo una oportunidad y creo que lo mejor es actuar rápido y con total precisión.

Entreabro un poco la puerta y con ayuda de una tela, coloco la olla llena de brasas sobre la misma, mientras que con una de las brasas del fogón, enciendo un poco de ropa junto a la puerta, para que el humo salga hacia fuera y atraiga a uno o a los dos.

Espero que sea uno solo.

Después, me quedo detrás de la puerta, esperando, con la pata de la silla cogida a modo de puñal.

Una oportunidad... sólo una. No puedo desaprovecharla.

La trampa está echada, y pronto escuchas una voz fuera:

-joder, ¡fuego!

Rápidamente entra el tipo herido que se come todo el percal. La olla le cae encima, con sonido a gong y luego maldiciones en varios idiomas. Los rescoldos se le meten por la ropa y el tipo salta como una nena sin saber de donde le va a venir el golpe. Ese es el momento que escoges para salir de tu escondite y darle un certero leñazo en la cabeza.

Salto como un gato desde un tejado y golpeo con todas mis fuerzas sobre el cuello del hijo de una gran puta que me quiso apresar...