Partida Rol por web

Otros Mundos III: Riders of the Last Beyond

I. Trucando la Baraja.

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21/02/2025, 23:01
Alan Riddler

Alan se giro ante la pregunta de Rolf, extrañado.

- Querido, no te parece extraño que….- dijo una voz solo para sus oídos. Tardo una centésima de mas en reaccionar, suficiente para que la patada lo alejara de su prisionero, se dejo caer y rodar, para ponerse en pie del otro lado, vislumbrando un nuevo rival, una nueva amenaza. Una media sonrisa se dibujo en los labios del Astronauta, amaba los desafíos.

Su manos fueron a sus cartucheras, confirmando que tenia las cartas consigo. La otra, busco la cartuchera, pero no desenfundo. En cambio, aprovecho la situación para ofrecerle la mano a Natasha, en un obvio gesto para llevársela de allí. - ¿Viene, Señorita Ward?-  Si la Rusa lo abrazaba, o decidia no hacerlo, el Astronauta le haría una venia a Rolf, a pesar de que lo tenia a tiro de disparo si era necesario, y susurraría “godspeed, hijo” antes de encender su propio cohete y quedar lejos del alcance de los Italianos y sus rifles automaticos.

- Tiradas (1)

Motivo: Jetpack

Dificultad: 0

Habilidad: 3+8

Tirada: 7 9 9

Total: 9 +3 +8 = 20 Éxito

Notas de juego

Aclaro que esta es mi accion, si confirmo que tengo las cartas. Si no la cambiare.

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23/02/2025, 16:23
Victor 'Jazz' Moore

Jazz parpadeó. No estaba seguro de si seguía con vida o si la muerte se estaba tomando su tiempo en arrastrarlo al otro lado. Todo su cuerpo era un único músculo, dolorido y palpitante, vibrado al ritmo de un coro de alarmas nerviosas que se disparaban al mismo tiempo. Por un instante, la sensación de gravedad se volvió confusa; el tirón en su brazo derecho lo arrastraba hacia arriba y, así, parecía dirigirse hacia el cielo, donde las estrellas parpadeaban sobre su cabeza, como si el universo entero le estuviera pasando lista.

Su mano había encontrado otra mano, fuerte y firme. Dash. O al menos, eso creía. Tal vez era la garra de la hidra arrastrándolo de vuelta, tal vez era un sueño, o una alucinación causada por la falta de oxígeno. ¿Era real? ¿O era su cerebro apagándose, convenciéndolo de una mentira amable antes de dejarlo ir?

Y entonces, el aire.

Un golpe de oxígeno fresco entró a sus pulmones como un relámpago en plena tormenta. Tosió, sintió la quemazón en su pecho, pero no le importó. Seguía aquí. Seguía vivo.

Rodó sobre su espalda sobre el techo del vagón, la mirada fija en el cielo despejado, tratando de convencer a su cuerpo de que el peligro había pasado. Su visión aún temblaba, como si todo su sistema nervioso siguiera en shock, debatiéndose entre el alivio y la confusión. El tren, el vagón, la hidra… ¿de verdad había logrado partirle la mandíbula a esa maldita cosa?

Con un esfuerzo que se cobraba sus energías como lo hubiese hecho el tratar de mover una montaña, Jazz giró la cabeza hacia su inesperado salvador. Su voz salió áspera, arrastrada, como si hubiera salido de un estrecho conducto colapsado de arena.

- Gracias… Dash.

Trató de incorporarse, pero sus músculos se quejaron al unísono y apenas logró apoyarse sobre un codo. Su risa fue más un jadeo.

- ¿Qué demonios ha pasado… aquí fuera...? No recuerdo nada tras un fuerte frenazo.

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24/02/2025, 00:49
Jacques Monroe

Jazz parecía haber estado en problemas. Se había enfrentado a un monstruo de tres cabezas que aparentemente había estado cerca de matarlo. Si había sobrevivido a eso, era más de lo que había pensado de él en un primer momento. Lo miró con admiración y le hizo un gesto de reconocimiento.

- Bien hecho amigo. Lamento no haber venido en tu ayuda.

Alan se iba volando. Bien por él también, las cartas eran prioridad. Miró a Dash para ver si en aquella fracción de segundo aprovechaban para tomar a los soldados desprevenidos y atacarlos por sorpresa, teniendo en cuenta que a priori supondrían que se estaban entregando sin oponer resistencia.

Si atacaban, habría que actuar rápido, inutilizar a los más cercanos y quitarles las armas. Él mismo no las necesitaba, pero si podía se la pasaría a quien tuviese más cerca.

De cualquier forma, si no actuaban coordinados seguiría hacia el camión, algo se les ocurriría en el trayecto. Tenía varias ideas al respecto con ese plan también.

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24/02/2025, 16:30
Ayla Meyer

No esperaba que la acompañaran tantos. Aquello era un fastidio pero que remedio. Tendría que ir improvisando sobre la marcha (como siempre hacía realmente).

Se vió en lo alto del vagón con el sargento a un lado, los dos soldados encañonando a sus compañeros, incluso al atractivo desaparecido y un agujero que contenía una criatura bastante... interesante.

Pero las sorpresas no terminaban y la suerte le pareció que revoloteaba sobre su cabeza como una mariposa ajena a una posible captura. Todos los soldados parecían ahora concentrados en aquel submarino. Nadie la miraba. Buscó los ojos de Monroe, de Dash y si le daba tiempo de Jazz. No podían dejarse atrapar

"ALERTA"

Sin previo aviso juntó sus manos para conformar un puño que lanzaría hacia los testículos del estirado italiano. No necesitaría mucha fuerza, solo la justa para impactar en aquella zona tan delicada  y que lograría que se doblara de dolor. Con suerte también le arrancaría algunas lágrimas. Así solo tendría que darle un empujoncito y que cayera por el agujero del vagón.  Ya solo le quedaba bajarse del tren. Solo había un costado por el que descender. No era muy alto pero si caía mal... 

Recordó cuantas veces había practicado aquello con su padre durante sus entrenamientos. Dejar las rodillas flojas... que acompañen la caida y doblar el cuerpo para rodar hacia delante pues era mejor que intentar retener el impacto. Había coches cerca con los que poder hacerse aunque también podría perderse entre las calles que emergían desde la estación.

- Tiradas (1)

Motivo: El que crea a bien el master. Golpe y derribo o escapismo

Dificultad: 0

Tirada: 4 5 7

Total: 5 = 5 Éxito

Notas de juego

Quizás me he venido muy arriba o soy muy inconsciente pero bueno... Dejo tirada hecha aunque a lo mejor necesito más de una....

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24/02/2025, 18:59
Nataliya Yegonova

Con la atención puesta en dos frentes, los soldados por un lado y el ladrón por otro, Natalie no vio venir el golpe que la dejó por unos instantes doblada sobre sí misma. Aunque, por mucho que hubiera mirado, tampoco hubiera visto nada.

La invisible figura que había aparecido de la nada se estaba llevando a Rolf. Aquel hombre ya no era de su incumbencia y, al menos por su parte, no tenía inconveniente en dejar que se fuera. Las cartas estaban a buen recaudo y eso era lo más importante.

Aún así, y a pesar de haber resultado un intento fallido, Natalie no pudo evitar sentir cierta admiración, o puede que simplemente fuera envidia, ante lo bien preparada que estaba aquella huida. Todo un despliegue de fuegos artificiales sincronizados a la perfección.

Pero, con uno de los frentes desaparecidos, aún quedaba abierto el otro. Los soldados, preparados y listos para disparar, no dudaron en hacerlo pillándolos tanto a Alan como a ella por en medio. El resto de sus compañeros, en problemas también, parecían ajenos a aquellas ráfagas que amenazaban con dejarlos como un colador.

Ella no iba a morir allí y mucho menos se iba a dejar apresar por aquellos estúpidos soldados. Dudaba de sus capacidades para ahondar en la vida de alguien, pero si por una casualidad lo hacían con la suya…

Miró a Alan y, tras dedicarle una seductora pero fría sonrisa, decidió aceptar su ayuda. Rodeó con sus brazos al hombre dispuesta a salir de allí. Al fin y al cabo el astronauta era quien estaba en posesión de las cartas.

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25/02/2025, 10:34
Dash Norton

No hacía falta gestos, ni miradas. Sintió ese tempo, esa sensación que le apremiaba a actuar, ese empujón que distinguía a los héroes de la carne de cañón. Dash bajó los brazos mientras los deslumbrados italianos aprestaban sus armas para disparar a Rofl o a Alan y, de un rápido movimiento, agarró el arma del soldado y, lo atrajo con decisión hacia su puño cerrado.

Ninjas, submarinos y héroes de alquiler. Un tercer jugador estaba gastando una obscena cantidad de dinero en la obtención de la Lanza, pero, ya fuese un magnate indio, un idealista lord inglés o un descendiente perdido de los zares, lo importante era que no había obtenido nada.

Si Rolf aún tuviese las cartas en su poder, se había planteado saltar sobre el submarino, pero ahora lo importante era salir de ahí. De la manera más especular posible.

Se cubrió con el soldado mientras, sosteniendo el arma del soldado con una sola mano, apuntaba las filas de los militarini apostados en la orilla.

—Hay que poner en marcha el tren

El deslumbrante tren bala italiano secuestrado por un puñado de aliados. Menudo titular para Il Corriere de la Sera del día siguiente 

Las consecuencias podían ser interesantemente intensas, pero era la clase de acciones que Dash Norton prefería por encima de todas: las que le permitían ascender al olimpo de las leyendas.

 

- Tiradas (1)

Motivo: Combatir

Dificultad: 14

Habilidad: 6+10

Tirada: 5 8 9

Total: 8 +6 +10 = 24 Éxito

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25/02/2025, 11:38
Dra. Anderson (nombre en clave, Frankie)

-No me burlo, Mr. Brody. ¡Dios me libre! Cualquiera de ellos. ¿Sabe que hay tantos dioses, demonios, y sucedáneos, como estrellas? La imaginación del ser humano no tiene fronteras. 

Se ajustó las gafas -Además que soy sosa hasta el aburrimiento. 

Observó la escena. Tenía su aquel -Una misión discreta, ¿eh? -Y acababan de comenzar. 

“Un inicio trepidante”.

-Yo podría estar ahora experimentando con algunos de mis alumnos las conexiones sinópticas entre hombre y planta.

“Y también corrigiendo exámenes”.

-Eso sí es un rollo.

Sus compañeros estaban en aprietos, aunque se les veía tranquilos -Han recuperado las cartas- Le susurro al oído a Marcus. No tenía un chasis de tanque, debía suplirlo con cerebro e intuición femenina. 

-¿Qué se rindan, quiénes, los italianos o los buscadores de tesoros? La ciencia necesita las cosas diáfanas. Tanto o más que los cristales de mis gafas.

Con eso de esperar, Frankie deseó que fuese Marcus el que viviese en una pecera de líquido amniótico en vez del dr. Jones, hijo. O nieto. 

Suspiró.

-Mire. Allá va mi submarino. ¿Lo ve? No falla. La inteligencia Nazi es previsible. O de los ambiciosos que ansían esa lanza.

Su expresión denotaba nostálgica melancolía, entretanto su mente calculaba distancia, velocidad y variables tales como la premura del capitán del navío.

-No llegamos, Mr. Brody. Por escasos cinco segundos. Pero fíjese. Están todos muy relajados. 

“¿En serio?”

Jazz no lo estaba tanto. Parecía una pizza del día anterior masticada por el perro del vecino. Necesitaba de sus artes. 

“-¿Nos pagan dietas?”

Se fijó en el hecho de que todos los ojos y atenciones estaban pendientes de la huída invisible en el submarino. Las armas de fuego iniciaron su particular fiesta y sus camaradas comenzaron a moverse.

-La paciencia no debe confundirse con debilidad, sin embargo, Mr. Brody, ¿qué pensaría de nosotros el capitán Picard? 

Se hizo un moño, lo ajustó con una larga aguja, el sombrero calado, colocó bien su chaqueta negra, asió con determinación su maletín -Vamos a requisar el camión. Mr Brody, usted por el lado del acompañante. 

Frankie caminó decidida, con aire severo y seguridad y aplomo hacia la puerta del vehículo. Parecía una institutriz austríaca, una arpía de la Gestapo o tu tía que te daba para el desayuno coles de bruselas.

“A la vista de todos, así pasas desapercibida”.

Su intención era subirse al camión. Ponerlo en marcha, acercarlo al tren lo suficiente para que saltasen sus amigos y acelerar por las calles de Venecia.

Total, no sería más complicado que algunas de sus pruebas de laboratorio.

- Tiradas (1)

Motivo: Intel (un poco para todas estas acciones)

Dificultad: 0

Habilidad: 9

Tirada: 6 8 9

Total: 8 +9 = 17 Éxito

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26/02/2025, 02:38
Jacques Monroe

La acción se desencadenaba. Alan que salía disparado con Nataliya, y Dash que entraba en acción. El lenguaje de la violencia, el único que conocían los soldados, y también, tal vez, ellos mismos.

Jacques se quedó uno, dos segundos quieto, inofensivo, como el agua detrás de una represa. Y cuando la atención estaba centrada en otros su cuerpo se convirtió en un arma. Precisa, contenida, a sabiendas de que aquellos oponentes no tenían ninguna posibilidad de vencerlo. Calculaba trayectorias, el tiempo que llevaba girar el cuerpo para apuntar, y ya no estaba ahí, o interponía a otro frente a él, como un escudo.

Sus golpes eran precisos, medidos. No buscaba matar, buscaba generar el dolor necesario para sacarlos de combate. Algún hueso roto, algún golpe en el diafragma, o en la sien para perder el equilibrio, si no tenía casco. El objetivo era huir, no matar a nadie. Estaría atento también a proteger a sus compañeros, actuar en conjunto. Si era posible la mejor opción era escapar en el camión, así que intentó ir acercándose a él mientras fuera posible.

- Tiradas (1)

Motivo: kung fu - combate

Dificultad: 0

Habilidad: 8+6

Tirada: 3 3 9

Total: 3 +8 +6 = 17 Éxito

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27/02/2025, 15:51
Victor 'Jazz' Moore

Jazz seguía aturdido, con los latidos de su corazón repicando en su cabeza como si alguien hubiese dejado caer un tambor por la pendiente de su nuca hasta la caja de resonancia entre sus costillas. Sus pulmones todavía protestaban con cada bocanada de aire, y el dolor en sus músculos era un recordatorio de que, de alguna manera, aún estaba vivo. Pero el mundo no le iba a dar un respiro...

El sonido del combate lo sacudió como un cubo de agua helada. Dash ya estaba en acción, desarmando soldados con la facilidad de quien recoge manzanas de un árbol. Ayla había desaparecido en medio del caos, y Monroe… bueno, Monroe estaba haciendo lo que mejor hacía: moverse como un vendaval de golpes precisos y brutalmente eficientes. Jazz apenas logró parpadear antes de ver a un soldado caer de rodillas, su arma deslizándose fuera de su alcance.

- Diantres…- Murmuró, intentando ponerse de pie, solo para tambalearse y caer sobre una rodilla. Su cuerpo aún no estaba listo para obedecerle del todo.

Miró a su alrededor, tratando de ubicar qué demonios estaba pasando. Ninjas. Submarinos. Soldados. Dash gritando algo sobre poner en marcha el tren. Jazz tuvo que reprimir una risa histérica.

¿En qué momento se había convertido su vida en esto?

- Oye…- Dijo con voz ronca, mientras su cerebro intentaba encajar las piezas del desastre en el que estaban metidos. Conducir un tren… imposible. Su especialidad eran los autos y las motocicletas, no toneladas de acero sobre rieles. Pero había otras opciones...

Su mirada se cruzó con la de Monroe, quien ya se movía con la certeza de un hombre que tenía un plan en mente.

El camión.

Sí, eso tenía más sentido. Más control, más margen para la improvisación. Jazz no estaba seguro de cuánto tiempo aguantaría en una pelea en su estado, pero si lograban llegar al vehículo, tendrían una forma de largarse de ahí antes de que llegaran refuerzos.

Forzó su cuerpo a levantarse, con los músculos protestando como engranajes oxidados. Se agachó para tomar el arma del tipo al que Monroe había atacado antes de tratar de alcanzar una vez más la tan ansiada verticalidad.

- EL CAMIÓN… el camión es nuestra mejor opción...- Dijo, mirando a Dash y Monroe con la determinación de alguien que estaba demasiado cansado para dudar.- No voy a hacerme pasar por maquinista, pero sé cómo manejar una maldita camioneta.

Había lazado la voz por si Ayla o alguno otro de sus compañeros, a los que no había localizado, conseguían oírlo.

Con una respiración temblorosa, Jazz empezó a moverse, siguiendo a Monroe, ignorando el dolor en cada paso. Después pensaría en lo cerca que estuvo de morir. Más tarde. Ahora solo importaba salir de ahí.

Notas de juego

Asumo que Monroe le da al tipo y nos podemos hacer con su arma...

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01/03/2025, 23:46
Director

Para hacer una tortilla había que romper un par de huevos. O cascar unas nueces. Algo similar debió haber pensado Ayla Meyer cuando decidió actuar. Juntó ambas manos en un mazo y lo colocó, con toda la saña que fue capaz, en la entrepierna sorprendida del sargento, jugando al golf con el hierro 7 en el que se habían convertido sus manos. Si el sargento había llegado a pensar en tener algún tipo de contacto con la mujer, no fue de ese tipo. El oficial se dobló antes de derrumbarse como un castillo de naipes sacudido por un tifón.

Dash tomó las riendas de la situación. A pesar de que había demasiados cañones apuntándoles sus movimientos no titubearon. Agarró el cañón, atrayendo al soldado que sujetaba el arma hasta la pared que era su puño. Fue un KO instantáneo, de los que dejaban resaca.

El otro disparó a bocajarro a Monroe. Pero allí donde estaba el artista marcial ya solo quedaba aire. Y aunque la ráfaga chispeante de balas seguía los movimientos del combatiente, iba un paso por detrás. Monroe hundió su pie, calzaba un 44, hasta el diafragma del soldado, haciéndole soltar todo el aire de su interior, derribándolo igual que un muñeco desinflado.

En tan solo un parpadeo había tres soldados menos sobre el tren.

En el mismo momento que Ayla partía en dos la virilidad del sargento, Alan alzó el vuelo. Natalie se pegó a él, agarrándose con más fuerza de la que parecía tener en un principio. Debajo de ese cuerpo contorneado se encontraban músculos poderosos, tensos como cuerdas de arco. La pareja se alzó hacia el cielo despejado, dejando tras de sí el zumbar de las balas. Abajo, los soldados sorprendidos gritaban y maldecían.

Todas las armas empezaron a escupir fuego en una caótica sinfonía de plomo y muerte. Jazz, aún recuperándose de su combate a muerte, se puso en marcha. Recogió una de las armas caídas y empezó a devolver el fuego. Aquí, allá. Ayla echó a su víctima al agujero del vagón, propinándole un feo puntapié. Dash empezó a desplazarse usando a uno de los soldados como escudo humano. Primero en dirección a la cabeza tractora de la Bala Blanca. Tras escuchar a Jazz, cambió de idea. El camión era más fácil de arrancar.

Para aquel entonces los soldados tenían más blancos que balas. Rolf y su particular sombra también se llevaron sus buenas ráfagas de justicia italiana, pero ninguna bala llegó a herir.

Casi con un movimiento medido, los cuatro héroes que aún se encontraban sobre el tren saltaron hacia el camión. Dash impactó contra su techo como una bala de cañón mientras que Monroe pareció deslizarse sobre el aire. Ayla rodó sobre la zona de carga y Jazz saltó sobre la cabina. De un ágil movimiento entró por la ventana del copiloto.

Pero allí ya había alguien.

—Me alegro de que haya decidido unirse a nosotros, señor Moore —le dijo Marcus Brody, quien rápidamente se pasó al asiento central para dejarle sitio.

Tras el volante se encontraba la doctora Anderson. El camión le quedaba grande por todos lados y Jazz pudo ver como soltaba demasiado vapor al arrancar, pulsando el pedal de alivio más de la cuenta.

No había tiempo para cambiar posiciones. La doctora pisó a fondo. Las balas silbaron, contra las ruedas, y arriba en el cielo, donde unos diminutos Alan y Natalie se alejaban cada vez más. En el otro lado, sobre el canal, Rolf los miraba con la mandíbula apretada dejándoles saber dos cosas: que no le gustaba perder y que esa no era la última vez que se verían.

Cuando la doctora hizo desaparecer el camión tras una esquina los italianos empezaron a movilizarse, pero ya era tarde. El desconcierto había reinado en ellos, habían perdido su ventaja.

 

***

 

Lucía había organizado una pequeña defensa en la universidad, así como varios equipos de búsqueda que había coordinado con la inteligencia aliada de la ciudad. Les recibió en la puerta. A la mayoría en el camión, a Alan y Natalie cuando aterrizaron sobre los jardines.

—El equipo de seguridad de la universidad detendrá a los soldados que los persiguen el tiempo suficiente. Aún podemos hablar.

Las puertas se cerraron tras ellos. Con paso ágil y apurado Lucía les guio de nuevo hasta la sala de conferencias donde les esperaban los doctores, la ventana rota y una sensación de malestar generalizada. Sin tiempo para preguntas, saludos, Alan mostró las cartas, triunfante.

—Gracias a Dios ¿Puedo?—preguntó el inglés antes de cogerlas.

Las examinó con cuidado. Eran las buenas. No perdió mucho tiempo en explicaciones. Lo que debería haber sido toda una clase de cifrados milenarios y longitudes de onda de luz terminó siendo un breve acercamiento al misterio que guardaban esas reliquias.

—Si ven, cada carta reacciona diferente a cada haz de luz. Si pasamos un rayo de luz solar a través de un prisma de Keops, podemos descomponer la luz, aislando cada longitud de onda, cada color. Infrarrojos, ultravioletas. La cartas ocultan un segundo mensaje. Hablan de la localización de un templo. Uno capaz de reflejar la luz de una forma única. Si logramos llevar las cartas hasta allí, descubriremos otro mensaje oculto…con la localización de la lanza. Las cartas son un mapa.

Se le iluminaba la cara al hablar. La de Lucía se hundía en sombras.

—Ya has hablado demasiado, Marcus. Los italianos no tardarán en entrar en la universidad. Doctores…

—Debéis marcharos. Aunque todo este jaleo no os saldrá barato —dijo el doctor Jones, padre —. Ahora la inteligencia aliada querrá formar parte de la misión.

—Tendremos que soportar a alguno de sus agentes. Una niñera —añadió Lucía, sin humor.

—Bueno, es lo que se llama una aventura de tres pares de narices —añadió junior con visible envidia burbujeante.

—Hay algo más —dijo su padre —. Hemos sido precavidos pero aún así la información ha sido filtrada. La única forma de que eso haya sido posible es porque tenemos un topo.

—Uno de nosotros no es quien dice ser —dijo Lucía, seria—. Trataremos de escapar de la ciudad. La inteligencia aliada nos ayudará, pero…la misión está comprometida. Entenderé que algunos consideren este riesgo excesivo. Has abierto la caja de los truenos, caballeros, señoras.

Se detuvo a mirarles, haciendo del silencio su dominio.

¿Aún quieren seguir?

Notas de juego

Resuelvo la escena. Bien jugado. Tenéis tiempo de una pequeña charla. Si alguien quiere apearse de la misión (guiño, guiño) es el momento. Ya sabéis lo que os espera.

Cerraremos el capítulo aquí, tras vuestra intervención.

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02/03/2025, 21:21
Alan Riddler

Una vez que llego a determinada altura abrazado a Natalia, Riddler cambio la dirección, volando dando un circulo, y dejando una estela de luz azul de los motores de energía de su jetpack. Noto como sus compañeros se hacían con el camión y dio un vuelo rasante, lo suficientemente bajo como para llamar la atención de los caravinieri italianos, pero no lo suficiente como para ser alcanzado por las balas de sus rifles pequeños. Tras ello, saludo con la mano que no sostenía la cintura de la rusa, con una venia y se dirigió hacia los jardines del instituto, pero antes de dirigirse ahí, le pidió a Natalia que tomara el sobretodo que se había enganchado en una antena y que este había dado perdido por siempre. Afortunadamente no fue asi, era difícil dar con sobretodos de calidad. Aterrizo poniéndose de pie, llegando al mismo tiempo que el camión del ejército robado, descendiendo lentamente, y ayudando cortésmente a la mujer a descender y soltarse. El Jetpack cuando se apago, redujo su tamaño, hasta ocupar el espacio de una pequeña mochila y Alan se puso el sobretodo encima, entregando las cartas en mano a la Srta Lucia.

Espero haya sido un viaje confortable, Señorita Ward – dijo el Americano. Luego, presto atención a lo que decían los demás, tomando nota mental.

- ¿Estás tomando nota, querida?- pregunto al aire, mascullando y mas a si mismo, mientras recuperaba su Fedora y la apretaba contra su pecho, prestando atención a lo que se decía.

Cuando preguntaron si seguia a bordo

- Tengo una misión y es evitar que los reptilianos se hagan con el control de mi planeta, señorita De Saavedra. Puede contar conmigo.-

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02/03/2025, 23:05
Dra. Anderson (nombre en clave, Frankie)

Prisma Keops. Luz. Color. Segundo mensaje. Templo. Mensaje oculto. Lanza. Cartas Mapa”.

“Reptilianos. Control planeta”.

Frankie anotaba en su libreta. Se detuvo, alzó la cabeza, pestañeó, incrédula, mirando a Alan. El hombre cohete parecía hablar en serio.

“O tal vez, no. Los héroes son muy suyos y tienen un humor particular”.

-Puede que tenga algún trauma. Ahondaremos en ese punto.

Le dolían los hombros del rato cortito conduciendo el camión. Decepcionada un poquito, esperaba una divertida persecución. Pero casi mejor así, el manejo del infernal vehículo la superaba y hubiesen terminado en lo profundo de los canales venecianos. Un baño calentito bebiendo sabrosa radiación.

“Bah. No ha sido tan difícil”.

-La próxima pruebas tú y me lo dices. 

Regresó a su libreta.

-El topo también puede ser usted, Lucía. La topo -señaló, sin levantar la vista de sus notas.

“O Marcus”.

-Hum…O alguno de los doctores. Improbable, mas no imposible. 

Cerró y guardó su libreta. -Mal negocio si no nos fiamos los unos de los otros. 

“Puedes consultar las cartas”.

“Tempus fugit”.

Le devolvió el abrigo, doblado cuidadosamente, a Nataliya. -Intacto. Se lo olvidó en esta sala.

Lo había paseado por media Venecia para volver al mismo lugar. No se sintió un poco tonta. “Ignoraba si regresaríanos”.

-¿Quién era el ninja invisible? ¿Fahrenheit?

Se acercó a Jazz. Abrió su maletín -¿Me permite que le examine, Sr. Moore? Tenga, tómese este calmante. ¿Le han mordido? Quítese la camisa, trataremos los moratones. No tardaré, Lucía. ¿Alguien más necesita asistencia médica? 

Profesional, ante todo.

-Ah, yo seguiré, Lucía -afirmó, después de la confirmación de Alan.- Por cierto, ¿quién guardará las cartas? -Tras los cristales de las gafas, su inteligente mirada se paseó por todos y cada uno de sus compañeros. Y compañeras. 

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02/03/2025, 23:12
Dra. Anderson (nombre en clave, Frankie)
Sólo para el director
- Tiradas (1)

Motivo: Mirando con atención

Dificultad: 0

Habilidad: 6

Tirada: 1 2 10

Total: 2 +6 = 8 Éxito

Notas de juego

Lanzo percepción, por si "noto" alguna "cosa" en mis compis. O Marcus (en los doctores lo veo complicated). Ya se que para los compis no suele valer, pero, bueno, es lo que haría la doctora.

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04/03/2025, 01:05
Jacques Monroe

Habían tenido suerte. Y habilidad. Pero bastante suerte. No podían volver a tomarlos desprevenidos de aquella manera.

Cuando volvieron, Jacques se acercó a Marcus.

- Señor Brody, lamento realmente la herida que le provoqué, no suele pasarme, no sé lo que ocurrió. Podría haberle hecho una herida mayor, o matarlo, lo siento mucho -le dijo con sinceridad.

Esperaba que lo perdonara, pero entendería si no lo hacía, había sido imprudente y estaba en deuda.

Luego había sido momento de recapitulación, aunque debía ser breve porque su posición estaba comprometida.

- Tal vez sea uno de nosotros, o tal vez sea alguien de nuestro entorno. ¿Alguien le contó a otra persona sobre la misión, o sobre dónde estaríamos?

Él no lo había hecho, pero su maestro sabía de la misión. Tal vez alguien hubiese sido seguido hasta llegar ahí. Había muchas posibilidades.

- Yo voy a seguir, por supuesto, creo que puedo ser útil y que esto va en serio.

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04/03/2025, 15:51
Victor 'Jazz' Moore

Jazz dejó caer la cabeza contra el respaldo del asiento, cerrando los ojos un instante mientras trataba de recordar cómo respirar sin que sus pulmones se sintieran como papel de lija. Todo su cuerpo estaba temblando por el esfuerzo y la adrenalina, pero al menos estaban vivos. Vivos.

Abrió los ojos de nuevo y se encontró con la mirada de Brody, quien le dedicó una sonrisa educada antes de acomodarse en el asiento central. Jazz parpadeó.

- ¿Cuándo demonios te subiste al camión?

Pero la doctora Anderson no le dejó tiempo para recibir una respuesta. Hundió el pie en el acelerador, y el camión rugió como un animal herido, saliendo disparado entre callejones y curvas cerradas mientras las balas italianas silbaban a su alrededor. Jazz sintió que su estómago se revolvía con cada sacudida del vehículo, pero no se quejó. Cualquier cosa era mejor que estar en la mira de esos rifles otra vez. Prefería estar al volante, pero ver a Anderson desenvolviéndose tan bien también era una recompensa.

El viaje hasta la universidad fue una masa borrosa de luces, sombras y la incómoda sensación de haber estado demasiado cerca de la muerte. Cuando finalmente las puertas se cerraron tras ellos y Lucía apareció para recibirlos, Jazz sintió que por primera vez en horas podía exhalar sin miedo a que fuese su último aliento. Se sentía realmente gafado tras aquel primer periplo con sus nuevos compañeros, más un peso muerto (Literalmente) que otra cosa, peor su determinación le impulsaría a tratar de hacerllo mejor ¿No era eso lo que le decía su padre siempre que fallaba, contradiciendo las vejaciones de su madre?

Al entrar en la sala de conferencias, con la ventana rota y el aire todavía cargado, Jazz dejó caer el peso de su cuerpo contra una mesa, apoyando las manos sobre la superficie mientras trataba de ordenar sus pensamientos. Todo había pasado demasiado rápido.

Se obligó a enfocarse en las cartas, en lo que Alan decía. Un mensaje oculto. Un templo. Un mapa.

Siempre es un maldito mapa.

Pero no pudo evitar notar la expresión de Lucía. Sus palabras no eran solo advertencias; eran una sentencia.

Un topo.

Jazz sintió cómo un escalofrío le recorría la espalda. Miró a su alrededor, estudiando los rostros de sus compañeros. Habían pasado por aquello juntos… Pero ¿y si alguien no era quien decía ser?

El cansancio le pesaba en los huesos, pero no dudó. Se irguió, con la mandíbula tensa y la determinación en los ojos.

- No hemos llegado hasta aquí para echarlo todo a perder ahora. Si hay un topo, lo encontraremos. Pero la misión sigue. Yo sigo.- Su voz era firme, sin un atisbo de duda. Se retiró camisa y camiseta para que Anderson pudiese evaluar las consecuencias del abrazo de la serpiente tricéfala. - Muchas, gracias.- Le respondió por lo bajo.

Ya había apostado su vida una vez en este viaje. ¿Qué importaba hacerlo otra vez?

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04/03/2025, 17:13
Ayla Meyer

Había escuchado a Jazz, si. Por eso ahora, agazapada en la parte de atrás del camión su pecho y subía con cierta frecuencia acompasandose a su acelerado ritmo cardíaco. No le hacia mucha gracia que la doctora pirada condujera pero otros pensamientos tenían mayor protagonismo en aquel momento que morir espachurrada entre un amasijo de hierros

- Lo se. No debería haberlo hecho. No debería haberlo empujado  - su mandíbula se apretó mientras sus ojos se anclaban al suelo por la culpa. Un pequeño hociquito asomaba por encima de su hombro, entre la trenza que lo cubría y la curva de su cuello, moviendo los bigotes mientras olisqueaba la oreja de su dueña y casi parecía que intentaba consolarla.

- No se porqué lo he hecho. Quizás... Quizás porque soy como él - se removió inquieta para acabar sentada, la frente contra la fria superficie que conformaba el lugar del camión donde se había ubicado. Derrotada por su mal hacer. - Sé que ese soldado era un gilipollas y que nos habría hecho cosas peores a nosotros, pero... - apretó los labios negándose a intentar justificarse.

Para cuando llegaron de nuevo al lugar de partida su derrotismo interno parecía mayor. Ni siquiera la mención de que algo tan guay como que las cartas eran un mapa lograron animarla. Bueno, eso si la animó un poco, llegando a arrancarle un 

"Walaaaaa"

Pero aquello del topo. ¿Quién más parecía un topo que ella? Uniforme alemán. Había llegado al tren bala con todo un escuadrón italiano. Si se justificaba parecería más sospechosa pero si no se decía nada...

Alzó el mentón mientras con un movimiento de su diestra lanzaba su trenza hacia atrás como si le estorbara

- Quisiera pedir perdón por lo de antes. Esos soldados me pillaron cuando lancé un aviso de bomba falso - no sabía muy bien como seguir. Quizás con la verdad - Solo quería detener el tren y no pensé en los daños colaterales. Respecto al topo... No se quien puede ser. Podemos ser cualquiera desde luego - su vista se clavó en Lucia un momento. Después de todo era quien los había reunido. - Y tampoco he pasado por alto que ahora Rocket man nos perseguirá con más ahínco. Aún así... al igual que los que han votado, yo sigo -

- Tiradas (1)

Tirada oculta

Motivo: Inteligencia. ¿me parece sospechosa lucia?¿quizas tiene un lio con rocket man?

Dificultad: 0

Habilidad: 6

Tirada: 2 2 10

Total: 2 +6 = 8 Éxito

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04/03/2025, 18:41
Dash Norton

El camión.  La primera opción que habían "acordado" Monroe y él era dejarse atrapar y luego sobrepasar a sus guardias, haciéndose con el vehículo. Sin embargo, la frágil capacidad de atención de los italianos había acelerado el proceso.  Lástima, secuestrar el tren Bala habría sido una verdadera proeza.

Se encendió un pitillo, dejó caer al suelo al soldado inconsciente que había llevado agarrado de la camisa y subió al camión.  Lo que no soltó fue el arma automática que había tomado prestada.  Puede que fuera de fabricación italiana, pero las balas tenían mucho mejor alcance que sus nudillos.

Aspiró profundamente, una buena calada de tabaco rubio, y exhaló lentamente el denso humo sobre los ocupantes del traqueteante vehículo.

—Ha sido un buen calentamiento —afirmó haciendo crujir su cuello de toro, una vez de vuelta a la sala de conferencias—. Pero espero que podamos estar en Turquía lo antes posible, tengo ganas de ver Estambul y darme una vuelta por el zoco.

Palabras banales mientras observaba a los presentes, especialmente a las mujeres con detenimiento.  La mención de una posible "niñera" aliada le hizo alzar una esperanzada ceja, pero las probabilidades de que no fuese más que una bruja amargada y cincuentona eran muy elevadas.  La mención de los reptilianos de Allan se la tomó como una broma.

—Por supuesto que quiero seguir.  No todos los días puede uno conseguir la lanza esa, la de Longiness.  La paga no es la mejor pero las vistas son magníficas. 

¿Se refería a Lucía, Natalya, Frankie o a una Ayla Meyer que les pedía disculpas por haber detenido el tren? Puede que a todas, pero su mirada pareció ablandarse una vez la alemana confesó su "error"

—Fue una gran idea, Meyer.  No se arrepienta de haber actuado usando el cerebro en vez de saltando sobre un tren en marcha.  Siga así. 

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05/03/2025, 22:10
Nataliya Yegonova

Mientras se alejaba por el aire del caos que habían montado en el canal, Nataliya observó la huida del resto de sus compañeros. Una ligera sonrisa que nadie podía ver, ni siquiera Alan, asomó por primera vez desde que había llegado a Venecia, asombrándose aún de que todos hubieran salido con vida de aquel desastre.

Al menos daba la impresión de que el equipo, aunque un tanto anárquico, se las podía arreglar bien cuando llegaran los problemas. Unos con sus puños, otros con su ingenio, pero todos aportando su grano de arena. Lo que fuera a ocurrir a partir de ese momento aún estaba por ver.

Tras una pequeñísima escala en pleno vuelo para recoger el gabán, por fin llegaron de vuelta a la Universidad. Aunque después de lo ocurrido con el robo de las cartas no se podía considerar del todo un lugar seguro.

—Muchas gracias doctora —dijo, cuando Frankie le devolvió su gabardina, un poco más arrugada y con algo más de polvo que cuando la dejó en aquella misma sala. Prefirió no ahondar en los motivos que habían llevado a la doctora a recoger su prenda para pasearla por toda Venecia, pero al menos había tenido el detalle de traerla de nuevo de vuelta.

Se sentó en el mismo sillón que ya había ocupado unas horas antes, permitiéndose encender uno de sus cigarrillos mientras escuchaba todo lo que Lucía les tenía que contar. Que las cartas fueran realmente un mapa no despertó ningún tipo de reacción en Natalie, pero en cambio sí lo hizo el saber que había un topo entre ellos. No por la idea en sí misma sino porque Lucía estuviera tan segura en tan poco tiempo pasado.

Enarcó una ceja y miró de reojo a todos los presentes. Podía ser cualquiera de ellos, o incluso cualquiera que se hubiera enterado de la existencia de las cartas. Desde algún becario que hubiera escuchado algo por casualidad, algún familiar con el oído demasiado fino, algún micrófono oculto… Aún así Nataliya estaba convencida de que tenía que ser alguno de los que viajarían a Turquía o estuvieran en continuo contacto con el grupo.

Desvió la mirada para fijarse en que sus pertenencias estaban aún junto a ella mientras escuchaba la vehemencia con la que la mayoría aceptaba continuar con la misión. No pudo evitar apretar ligeramente los labios cuando escuchó a Alan hablar de reptilianos o fruncir el ceño cuando Ayla se disculpó. Todos parecían estar muy seguros de su decisión. Pero ella…

Se tomó su tiempo antes de contestar, valorando lo que más le interesaba en esos momentos. Apuró el cigarrillo y sus pensamientos se enredaron con el humo que salía de sus pulmones. Si por ella fuera seguiría con la búsqueda de Simon pero… Tenía un encargo que no podía obviar y un pálpito de que la desaparición de su marido tenía que ver con aquella maldita lanza.

—De acuerdo —dijo por fin—. Yo también continúo.

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07/03/2025, 00:15
Director

Marcus, siempre amable, aceptó las disculpas de Jacques, aunque parecía sentirse incómodo desde esa posición.

—No es necesario que se disculpe. Hizo lo que debía. Si alguien puede alcanzar al relámpago de Rolf, sin duda es usted. Las cartas son más importantes que cualquier herida. Oh, y la doctora me trató enseguida. Hizo usted bien —y todo aquello con una sonrisa, sin perder el porte —. La próxima vez no se ofenda si me tiro al suelo cuando le vea coger una de sus estrellas.

No había amargor en sus palabras, tampoco recelo o inquina. Marcus era un alma blanca incapaz de sentir nada que fuera negativo.

Alan fue el primero en aceptar. Bien hecho, le pareció escuchar. Dentro de su cabeza, no dentro del casco. Ellos estarán ahí. Reptilianos. El comodín para rellenar páginas de la prensa amarilla. “A mi marido se lo llevó un ovni”, “Elvis vive”, “¿Es el presidente de los Estados Unidos un reptiliano?”. Un titular sensacionalista que vendía ejemplares. Había incluso grupos de aficionados por correspondencia que comparaban notas y analizaban conspiraciones, a cada cual más alocada.

Frankie no se quedó atrás. El viaje en camión le había fastidiado la espalda, machacado el trasero y agarrotado los músculos de los brazos. Había que ser un soldado, por lo visto, para conducir aquel trasto sin sufrir los daños colaterales.

—Un agente inteligente no descartaría a nadie como posible topo —contestó Lucía a Frankie cuando esta, de alguna velada manera, tan velada como un derechazo en mitad del combate del año, le lanzó una acusación —. Yo no lo haré. Les tendré a todos en el punto de mira. No dejaré que nadie se interponga en nuestro objetivo. La lanza tiene un valor histórico incalculable. También religioso, si quieren creer. Lo cierto es que la lanza es solo un medio. Para la paz. No habrá una nueva guerra si logramos encontrar la lanza. Ese es mi objetivo. Y nadie me detendrá.

Pasó sus ojos morenos por todos ellos. No iba a darles tregua.

—No creo que el ninja sea Fahrenheit. Ni siquiera sabemos si Rolf está trabajando con él. Mis espías en la ciudad han podido fotografiar al submarino antes de perderlo de vista. No llevaba ninguna bandera, pero había un símbolo sobre la chapa. Una equis negra sobre un fondo blanco.

Se tomó un momento para dibujar el ramplón símbolo en la pizarra. Simple de recordar. ¿Dónde lo habían visto antes?

—El ejército rebelde del general Morden. Un héroe de guerra, americano. Siempre leal. Brillante estratega. Desertó del ejército llevándose consigo un buen puñado de soldados leales. Nadie sabe los motivos ni que pretende. Puede que esté a sueldo a Fahrenheit, o puede que sean el tercer jugador.

La historia se complicaba. Los tríos siempre eran intensos…pero podían llegar a quemarte.

—Marcus es el único de fiar, es él quien debe llevar las cartas. De hecho, debemos protegerle. Es el único capaz de leer las cartas de Beyazid II. Es nuestro guía. No me parecería extraño que alguien tratase de secuestrarle.

Marcus se llevó la mano al corazón, con aprensión.

—Oh, ¿En serio? Creo que no soy tan importante.

—Eres la única persona que ha podido descifrar las cartas. Si las cartas son la puerta, tú eres la llave —terció Lucía —. No discutas cuando alguien te dice un halago, Marcus.

—Está bien, está bien…es solo que, soy un aventurero, como todos ustedes. Y no me gustaría recibir un trato especial por mi condición de experto. Aquí todos somos indispensables. Todos debemos cuidar de todos —dijo, en general, aunque estaba mirando a la doctora.

Jazz había pasado por una experiencia traumática. Una bestia primitiva traída a la civilización había estado a punto de romper todos sus huesos para luego engullirlo. Y digerirlo durante horas. Cualquier otro habría cogido el primer vuelo de vuelta a casa. Pero él quería mnás.

—Agradezco que se quede…—dijo Lucía, deteniéndose al ver como Jazz se desprendía de su camisa mostrando su cuerpo contorneado —…con nosotros.

Ayla no se quedó atrás. Ofreció una disculpa. Una justificación. Su hurón, asomado de entre su abrigo, se quedó mirándola con aquella mirada peluda y reconfortante. Todos te perdonan, parecía decir, yo el primero.

Dash Norton así lo señaló, como también repasó con sus palabras, y su mirada, a la parte femenina del grupo. Mirada que Lucía le devolvió de forma enigmática. He visto como me mirabas, decían sus ojos morenos, y no me molesta. Había promesas allí, no solo de violencia, aventura y triunfo. También quedaba un hueco para miradas furtivas, dobles sentidos y un beso, quizás algo más, tras las bambalinas.

Natalie, como se había presentado hace solo unas horas en esa misma sala, había vuelto a su asiento. Cómoda, fumando. Quizás la más sesuda de todos ellos. Los demás habían ido aceptando la misión mientras que la sombra de la duda se había clavado en su corazón. Seguramente tenía búsquedas vitales más importantes que atender, pero ¿Cómo decirle que no a una buena aventura? El cigarro aún no se había consumido en sus labios cuando, igual que los demás, se lanzó al pozo de aquella aventura.

—Estamos todos entonces —dijo Lucía con cierta satisfacción.

—Si pudiera acompañarlos —dijo Junior —. El aroma de la aventura. El peligro, sí, pero también la adrenalina, el exotismo de los países lejanos, misterios antiguos, fieros enemigos. Hay gente que nace para el trabajo de oficina, pero otros…—suspiró —…les envidio.

—No banalices, hijo.

Hijo, había dicho hijo, quizás porque en su lamento notaba la sensación de pérdida, la misma que él sentía, cuando la vida se introducía en la soledad de la noche dando paso al silencio quebrado solo por el silencio de los pistones.

—Esta es una misión que va más allá de cualquier entendimiento, de cualquier deber. El destino del mundo, podríamos decir, depende de ustedes, de su éxito. Donde comienza la historia, cuando aparece la leyenda. Ha sido depositado sobre sus hombros un gran peso. Llévenlo con orgullo, damas y caballeros. Son ustedes los héroes que el mundo no merece, pero que necesita desesperadamente. Buena suerte.

Siete comodines para trucar la baraja del destino. Siete cartas que no aparecían en el Tarot de Frankie y que podían significar el Mundo o el Ahocado.

—Haré los preparativos para partir esta misma noche —dijo Lucía —. Hasta entonces, pueden permanecer en la universidad. No se metan en líos.

—Ah, y no se olviden de regresar —dijo Junior —. Algunos tenemos una cita. Doble.

Notas de juego

Terminamos capítulo. En el siguiente, os colocaré más información sobre vuestro futuro, así que no es necesario que pongáis aquí esas dudas.

Dejo el capítulo abierto por si alguno considera que tiene que decir algo, pero no es necesario. En el siguiente capítulo ya vamos con todo el rock and roll.

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08/03/2025, 23:49
Dra. Anderson (nombre en clave, Frankie)

“Bla, Bla, Bla… Bla…”

-No seas irrespetuoso. 

“Un buen rollismo que apesta”.

-Ni grosero.

“No me creo una sola palabra”.

-Un poco vendedores de humo, sí son. Suenan graciosos los doctores. También infantiles. La misma Lucía. Adolescentes tardíos.

Se cuidó de los moratones de Jazz. Con aire profesional, si bien no dejó de admirar el cuerpo adecuadamente cincelado del piloto. 

-Tenga -dijo cuando finalizó- Es un calmante con una pizca de cafeína. Tómese una por la mañana. -entregó un botecito de pastillas al hombretón.

“Y esos otros dos, el gigante y la española, coqueteando descaradamente”.

-A mí me ha mirado. Es un detalle.

Estuvo de acuerdo con Norton, asintió con la cabeza.

Le dio un abrazo repentino a Ayla, sonriendo. La dra. Anderson era así, tal vez experimentaba con tu cerebro, pero podía sentir empatía sincera por alguien y transmitir ánimos.

-Un sabio un tanto peculiar dijo una vez que la inactividad es la peor de las acciones. Ayla, yo hubiera hecho lo mismo, logró detener el tren. 

Cerró su maletín. 

-Qué dramático, Dr. Jones.- La cafetera sonaba muy ensayado, muy épico. - No se inquiete, encontraremos la lanza. Incluso al propio Longinos, si es necesario. 

Cruzó una mirada astuta con Lucía. Tampoco ella, la perdería de su punto de mira.