Partida Rol por web

Lunes 3 de Junio de 2024. 13:34 horas. 

Había llegado al fin el día o mejor dicho en este caso, aunque había dicho que no le importaba hacer noches, finalmente le habían asignado turno diurno. Álvaro bajó del piso que compartía con Fernando y se dirigió hacia el ayuntamiento. Tenía el estómago algo revuelto y supuso que no era por otra cosa que por nervios. Aquel no era un trabajo normal. No sabía realmente a lo que se enfrentaba y por supuesto que era normal estar nervioso ante su primer día de trabajo.

Tampoco sabía demasiado acerca de lo que le iba a tocar hacer esa tarde. Sabía por lo que habían dicho Aina y María, que su primer día de trabajo había sido un tanto extraño. Los uniformes eran de segunda mano y los compañeros un tanto excéntricos, aunque tampoco habían querido dar más detalles.

El jefe tan solo les había enviado un cuadrante en el que figuraba el número que le había asignado en horario de tarde. Estaría con otro compañero que no conocía de momento. Eso sin duda le ponía todavía más nervioso.

Fuera como fuera, allí estaba él, caminado decidido hacia su nueva vida. Cuando puso los pies sobre la plaza le sobrevino un nudo en la garganta y le costó tragar. Tuvo que pararse un momento y a punto estuvo de darse media vuelta, pero la responsabilidad adquirida al acceder a aquel cargo le obligó a seguir avanzando. Finalmente llegó ante la puerta de madera que daba acceso a la oficina de policía y tocó a la puerta antes de abrir.

Su turno empezaba a las 14:00 horas. Le habían dicho que como primer día esperaban que llegara un poco antes. Tenían que explicarle algunas cosas, así que las 13:35 ya estaba allí. Todavía no había comido, pero tampoco tenía hambre de hecho tenía de todo menos hambre.

Una vez se internó en la oficina de policía se encontró con una cara nueva y otra ya conocida. Alli estaba el agente Tur con su natural contoneó de caderas y sus extraños gestos con las manos que denotaban cierta pluma. Junto él se hallaba un hombre joven que portaba galones de oficial sobre sus hombreras. Sin duda se trataba del oficial Más, el M-2 como decía el cuadrante.

- Buenos díaaas... - Dijo Damián alargando en demasía las palabras y con una amplia sonrisa. Mientras se llevó una mano a la cadera y se inclinó un tanto hacia un lado sin perder de vista a Álvaro. - ¿Cómo has dormido Álvarito? Yo en mi primer día de trabajo tuvo que cambiarme los calzoncillos.

Automáticamente y ante aquella afirmación empezó a reír a carcajada suelta y casi se le saltaron los lágrimas. El oficial tomó aire y suspiró mientras meneaba la cabeza en señal de desaprobación y miraba por el rabillo del ojo al recién llegado. Sin duda sentía cierta vergüenza ajena por la actitud que demostraba su compañero y también cierta lástima por Álvaro, quien sin duda se estaba llevando una impresión espantosa de su compañero.

El oficial estubo a punto de ser el primero en hablar, pero el agente Tur se le adelantó con sus, cuanto menos, extrañas formas.

En cuanto las carcajadas cesaron, y no sin antes enviar una mirada bastante tajante y severa a Damià, cambió por completo su expresión facial, mostrando una radiante sonrisa que se antojaba bastante sincera.

- Tú tienes que ser Álvaro Isern, ¿Verdad? - Le tendió la mano y la estrechó con fuerza. - Si bien habéis sido una extraña sorpresa, ¡desde que sabemos que veníais os hemos estado esperando como agua de Mayo! - Le dio dos amigables palmadas sobre el hombro. -Sígueme al vestuario, creo que te han preparado la uniformidad.

Las dependencias eran pequeñas y vetustas, la puerta del vestuario apenas estaba separada de unos metros de la entrada de la comisaría, por lo que los cuatro pasos que dieron no ofrecieron la oportunidad de intercambiar palabras.

Al entrar al vestuario, la expresión del oficial cambió al contemplar como en el banco en el interior del único vestuario, por supuesto unisex había una pila de ropa mal doblada y sin duda de segunda mano. Además sobre el banco había todo tipo de objetos entremezclados, una bolsa de plástico, una herramienta, una caja de cartón de coca-cola...

- ¿Esto para ti es preparar la ropa? ¿Enserio,Tur? - Con disgusto evidente resopló y se dirigió hacia Tur en tono severo.

A lo que el subordinado simplemente se limitó a asomar su cabeza por el umbral de la puerta.

- Ay... oficial, no seas exagerado. ¡Que he tenido que buscar las tallas...! ¿Que quieres que le doblase la ropa también? Que no soy su mamá, ¿eh? - Dijo para volver a desaparecer

Alvaro habría jurado ver como una vena se hinchaba en la sien del oficial, justo antes de suspirar con fuerza, cerrar los ojos un segundo y volver a su expresión calmada.

- Discúlpale... - Dijo negando con la cabeza, antes de volver a prestar atención al montón de ropa. - Bueno, no te preocupes que eso es provisional. Los pantalones sí que son nuevos. Los polos, botas, el cinturón y el equipamiento si que es "heredado" de un compañero que se fue hace un par de meses... pero bueno, como digo la ropa nueva está pedida, esto es para que podáis empezar con algo.

Se dirigió a una taquilla, de la que extrajo un chaleco antibalas exterior, el cual se puso mientras iban hablando.

- En los coches tenéis dos chalecos de talla L de uso común. Este es mío particular, me lo compré porque me gusta llevarlo siempre y así se gastan muy rápido... así no os dejo sin uno, no? - Se rió levemente de su broma. - ¡Ah si!, el tema del arma lo tendrás que hablar con Capllons, que creo que se pasará en un rato para asignarte arma de fuego y darte la extensible y el aereosol de autodefensa.

Álvaro estaba más nervioso de lo que esperaba, mucho más. En el fondo estaba empezando un nuevo trabajo y eso siempre es motivo de nervios. Además se suponía que el sabía hacer ese trabajo, con lo cual aún había más presión.

Al entrar en la comisaría todo era algo confuso. Damià con sus maneras, en el fondo le caía bien. Y el oficial, su nuevo compañero, parecía mucho más serio que el resto de compañeros que había conocido, en el fondo esto le alegraba, pues algo de seriedad es básica en este tipo de trabajo.

De golpe Álvaro salió de su ensimismamiento.

-Álvaro. Ese soy yo. Gracias por la equitación, supongo que poco a poco iremos renovando, Cosas del presupuesto, ¿verdad?.-

Esperaba que entendieran que era su primer día y no se iba a meter en discusiones internas tan prono.

- Bueno oficial, hoy nos toca trabajar juntos. Lo estoy deseando, que me enseñe cómo funciona todo esto y la ciudad. Espero estar a la altura oficial-

Álvaro estaba nervioso. Muy nervioso.

El oficial fue a decir algo pero en ese momento se abrió la puerta de par en par y penetró en el interior de la oficina un hombre de unos cincuenta años, repeinado hacia atrás y con el pelo teñido de negro. Se trataba de un hombre en buena forma física y bastante fornido. Parecía que aquel lugar era su propia casa por cómo se movía en su interior. La bastaron pocos segundos a Álvaro para descubrir que se trataba de otro de sus compañeros.

- Buenos días oficial… - Dijo aquel hombre. A Damián ni le miró a la cara. Entonces se giró hacia el joven policía en prácticas. – Don Álvaro Isern, supongo… - Verbalizó demostrando todas sus dotes deductivas. – Soy Miquel Capllons, encargado de armamento de esta policía. Esta tarde seré tu compañero…

Álvaro miró al oficial algo extrañado. Habría jurado que en su primer día de trabajo José Más iba a ser su pareja de baile. No conocía a ninguno de los dos, pero desde luego el oficial le transmitía bastante más confianza que el recién llegado.

- Vamos a ponernos el uniforme. – Y se internó en el vestuario.

- Eso iba a decirte cuando irrumpió el compi… - El oficial se encogió de hombros. – Damián y yo somos el turno de mañana, salimos a las 14:00. Teóricamente te tocaba servicio con el 17, pero está de baja y al ser Capllons el responsable de armamento y quien tiene que darle el material de defensa… - Volvió a encogerse de hombros. – Será hoy tu compañero…

No eran necesarias tantas explicaciones. De hecho que el oficial se hubiera encogido de hombros dos veces y la cara de resignación con la que le miraba hacían indicar que muy posiblemente no le pareciera demasiado bien la idea de dejarle a solas con aquel hombre en su primer día de trabajo.

- Pues nada, buen servicio… - Dijo José. – Y buena suerte… - Susurró para sí mismo aunque fue audible para todos los que se encontraban en el recibidor de la oficina.

Una vez Álvaro se adentró en el vestuario se encontró con una escena dantesca. Su compañero estaba en el suelo completamente desnudo y realizando abdominales. Álvaro no tuvo más remedio que observar que su compañero estaba bien dotado en la entrepierna, imagen que no olvidaría con facilidad.

De pronto le sobrevino una frase a la cabeza: “dios le da pan a los que no tienen dientes”. No estaba seguro de que el dicho fuera así y tampoco supo exactamente porque pensó en aquella frase. No recordaba haberla dicho en la vida, pero en ese momento su cerebro no pudo hacer otra cosa que recurrir a ella.

Al girarse hacia la entrada de la oficina y buscar a sus dos compañeros, no quedaba ni rastro del oficial ni de Damían. Parecía como si se los hubiera tragado la tierra o hubieran salido corriendo con el rabo entre las piernas, por tal de evitar aquella imagen. Álvaro dudaba de que hubieran depositado su arma en el armero, pero eso ya daba completamente igual.

Así como pudo se internó en el vestuario y esquivando a aquel extraño y exhibicionista hombre, alcanzó su uniformidad y arrinconado en una de las esquinas comenzó a vestirse, sin atreverse a abrir la boca, ni levantar la mirada.

- ...noventa y nueve y cien! - Dijo Capllons al finalizar su tanda de abdominales. 

Entonces se puso en pie encarando con su cuerpo a Álvaro. No se le acercó mucho, pero aquel hombre desnudo y sudoroso le intimidaba bastante. Lo cierto era parecer estar presumiendo de algo y aunque era cierto que estaba en buena forma, parecía evidente que algo fallaba en su cabeza. 

- Me voy a dar una ducha rápida, te asigno armamento y vamos a hacer el café. - Dijo mientras se introducía en la ducha. - ¿Te parece?

Álvaro no se podía creer todo lo que estaba viendo. Miquel, su nuevo compañero...¡estaba haciendo abdominales desnudo!

Todo era demasiado absurdo. Demasiado raro. Los pensamientos se agolparon en la mente de Álvaro.

¿Podría trabajar a gusto? ¿Sería el trabajo que él creía?

Demasiadas dudas para ser un primer día.

-Claro oficial, sin problema. Yo le espero aquí y nos tomamos ese café, así me explica un poco que tal por aquí-

Se encogió de hombros, pues no sabia qué respuesta obtendría.

- ¡No,no! - Rió su compañero. - ¡No soy oficial, soy policía raso al igual que tú! La única diferencia es que yo soy  fijo y tú estás en prácticas. Y bueno soy el  responsable de armamento, pero nada más... - Continuó riendo en la ducha.

Cundo salió dela ducha y empezó a secarse miró a Állvaro ya uniformado.

- ¡No está mal del todo! – Exclamó. – No es de tu talla, te queda un poco pequeño pero servirá hasta que  llegue tu uniforme. - Afirmó con rotundidad. 

Dio una palmada y se encaminó al vestuario. En una esquina del mismo, junto a unas taquillas y el lavabo se encontraban incrustados en la pared una serie de armeros. Justo debajo de éstos se encontraba la zona fría, que consistía únicamente en un barril azul lleno de arena. Capllons sacó un manojo de llaves de su bolsillo y rebuscó una de ellas. Tras leer la etiqueta correcta abrió el armero y extrajo un arma.

- Álvaro, este es un revolver colt phyton – Le dijo. – No es el que llevarás durante el servicio. Hemos pedido tres pistolas hk p30, pero de momento y hasta que lleguen te lo asignaré a ti y a tu compañera  Aina. – Le miró a los ojos. – Si, tendréis que compartirla. - Sonrió. – Como buenos hermanos.

El agente Capllons le entregó el arma a Álvaro, no sin antes abrir el tambor y comprobar que no había ninguna bala en la recámara. Entonces se agachó y de una caja de madera extrajo una defensa extensible y unos grilletes.

- Éste va a ser tu material de defensa. – Le hizo entrega de éstos. – Una defensa extensible marca asp y unos grilletes hiatts. Son los mejores. Ahora vamos a tomar el café al Club y luego te busco un chaleco antibalas. ¿Alguna pregunta?

-Ah, ¡perdone! Esto es un follón con tanta gente nueva.-

Alvaro se puso el nuevo uniforme que, tal como le dijo Miquel, le iba un poco pequeño pero podría servir durante un tiempo. Ya con el uniforme se miró al espejo, se sentía raro.

Cogió todo el material que le habían dado menos el revolver. No se sentía cómodo con los revólveres. Los había usado en el ejercito pero no le gustaban. Además, dudaba que se pudieran compartir armas, de hecho estaba bastante seguro de eso. En el ejercito nunca les permitían compartir ningún arma, estaban todas asignadas y nunca las usaba otra persona, así que no pudo más que intentar evitar esa situación.

-Miquel, si no le importa, preferiría no usar este arma. Dado que solo hay una, preferiría que la usara Aina. Es mi primer día, no la necesitaré y también sé defenderme sin ella. Así que si no le importa...-

Dudaba que Miquel lo aceptara, aunque viendo la relajación de esta comisaría, igual no les importaba que fuera unos días sin arma.

-Ninguna pregunta, ¡vayamos a por ese café!-

El encargado de armamento miró extrañado a Álvaro cuando este declinó el usar el arma.

-Pero no digas tonterías, hombre ¿Como vas a estar de servicio sin arma?-Alzó las cejas sorprendido.

-No te preocupes, que no coincides ningún turno con Aina, eso ya lo he comprobado. No hay problemas-Se encogió de hombros.

-Además, que no está tan mal. Al fin y al cabo, el calibre 38 special tiene mucho mejor "Stopping power" que el 9mm-Le dió una palmada en el hombro.-Venga, a la funda, que nos vamos

Quedaba claro que solo tenía una opción, resignarse.

Alvaro guardó su arma en la funda, bien fuerte, pues no tenia intención de usarla.

- Vayamos entonces-

Alvaro salió por la puerta, sin darle tiempo a su compañero a reaccionar.

Una vez uniformados y armados, cerraron la oficina de policía, cogieron el teléfono móvil corporativo y se encaminaron al bar que se encontraba frente al Ayuntamiento, el famoso Es Club. Capllons tuvo a bien dejarle a Álvaro la responsabilidad de portar el teléfono y tendría que contestar si se daba alguna llamada. Algo de responsabilidad para empezar no estaba mal del todo.

Seguía como la primer vez que lo vieron, si bien estaba algo más vacío que la última vez.  En  la sala se hallaba un hombre sentado junto a una máquina tragaperras malgastando su dinero y dos mujeres cotorreando en una mesa. Al ver entrar a la policía bajaron el tono y los miraron con cierta suspicacia.

Olía a tostadas, pero lo cierto era que no había suficiente clientela como para mantener el bar a flote y mucho menos para pagar los gastos de lo que fuera que estuvieran cocinando. Era posible que las dos mujeres hubieran pedido algo para merendar, pero tenían frente a ellas dos tazas de café y desde luego, no eran las típicas mujeres que gastasen fuera de casa.

Capllons se sentó junto a la barra en una esquina de la misma y le hizo un gesto al camarero. Este se acercó a Capllons y puso en marcha la cafetera y a la vez colocó una taza para preparar un café. Entonces agarró una botella de ron amazonas y la colocó sobre la barra entre Miquel y Álvaro

-¿Y tú que querrás, muchacho?-preguntó Capllons sin demasiado artificio.

-El nuevo es el que paga ¿eh?-dijo con una mueca burlona.

No le gustaba Es Club. Era el típico bar antiguo con olor a antiguo, decoración antigua y clientela antigua. Aunque parecía que todo el mundo se encontraba muy a gusto en ese lugar.

-Un café con leche estaría bien, y por lo que veo sabemos cómo enfriar el café caliente eh!- Sonrió de forma burlona, buscando algo de complicidad, y esperó a su café.

El camarero era un hombre de unos cuarenta años calvo y con cara de pocas ganas de estar allí. Cuando el camarero le sirvió el café a Capllones éste abrió la botella de ron y echó un buen chorro en el interior del mismo. Eso era lo que bebían todos los pueblerinos y a lo que llamaban "reventat". Al parecer y por mucho que Capllons se negara a admitirlo, él no era muy diferente al resto.

- ¿Otro policía nuevo? - Preguntó el camarero y sin dejar tiempo a responder se presentó. - Raul Garcies. Nos veremos mucho por aquí... - Sonrió. - ¿Cómo va el servicio? - Preguntó más por cortesía que por otra cosa el camarero. 

- De momento acabamos de empezar... - Soltó Capllons una carcajada. 

El camarero sonrió y a punto estuvo de replicarle con algo, pero en ese momento sonó la tostadora y se puso manos a la obra para servir las tostadas a las clientas de la única mesa ocupada de todo el local. Capllons miró entonces a Álvaro sin poder todavía borrar su sonrisa de la cara.

- Bueno... - Suspiró. - Vamos a hacer de ti todo un policía... - Dejó caer. - ¿Y por qué elegiste este oficio?