en el escaparate de la tienda, se lucian vestidos de novia, de fiesta y alajas varias, en maniquies de gran calidad
en un rincon, se lucia algun que otro traje para caballeros distinguidos
Mira Erin, un vestido rojo, como el que quieres... ¿no? Le digo a mi futura señora mientras entro a la tienda con ella de la mano.
Entro en la tienda de la mano de Rafael y me vuelvo a mirar el vestido que él me señala.
-¡Es perfecto!-dijo mirando a Rafael con alegría.-¡Lo quiero!
Lo muestro a la dependienta y se lo pido para ir al vestidor y ver qué tal me va. Entro en el vestidor ya con el vestido en mano y cuando lo termino de poner, llamo a Rafael para que me dé el visto bueno.
-¿Te gusta?
Sí, creo que podría casarme con alguien hermosa como tu dentro de ese vestido... pero yo... hum... ¿me quedaría bien algo rojo? Le digo mientras me sonrio.
-Mmmmm, no, creo que tú estarás bien de negro... O de blanco si quieres ser la pureza de esta relación-le digo acercándome para besarlo.
Creo que negro estaría bien. El blanco se ensucia mucho... y con respecto a la pureza... bueno, lo dejamos que prefiero el negro, ¿no? Digo mientras empiezo a probarme trajes y corbatas.
Sonreí, Rafael era así y a mí me gustaba tal y como era; fui a quitarme el vestido mientras él se probaba trajes y corbatas y luego elegí un conjunto a tono con el vestido y que lo volviera loco luego de la boda. Era una locura, los dos solos deseando casarnos y aún teníamos que investigar quién iba a hacerlo. Busqué en mi bolso mi tarjeta de crédito, pero quería pagar lo de los dos, así que esperé.
-Mejor que busquemos un cura, capitán o lo que sea, si no, me parece que no tendremos boda-sonreí mientras lo miraba probarse una corbata y luego miraba el precioso anillo que me había dado.
¿Te gusta este traje? Le digo mientras me doy un par de vueltas delante de ella para que me mire.
No te preocupes, un hotel como este seguro que tendrá forma de conseguir un cura o lo que sea que nos case. Sino, nos vamos a Las Vegas a casarnos y ya.
Él tiene razón. Me acerco y le acomodo la solapa del traje, lo miro de pies a cabeza.
-¡Estás perfecto!-sonrío y lo beso apasionadamente en los labios.-Soy muy feliz, amor...
Y yo mi cielo. Pero tu estás mucho mejor, Erin, mucho. Digo mientras ahora la beso yo.
Luego de una enorme sonrisa dedicada a mi futuro esposo, le entrego la tarjeta de crédito a la dependienta. AL poco rato viene con los paquetes y el papel para que firme.
-Vamos a buscar a ese cura...
Le guiñé un ojo y me preparé para ssalir.
Sí, vamos, no esperemos más. No sé si tendremos tiempo libre cuando empiecen las convenciones y demás. Le digo con una sonrisa.
-Tienes razón pero, Rafael, tenemos una conferencia en una horas...-digo con aire preocupado.
Lo siento, no recuerdo a qué hora es la coferencia. ¬¬
Tampoco creo que pase nada si no vamos a la primera conferencia, si nos necesitan, que nos vengan a buscar. ¿No crees? Le digo tocándole el pelo intentando que no se preocupe.
Aprieto su mano, lo miro a los ojos.
-Tienes razón, vamos de una buena vez...
Estoy segura que él puede notar mi nerviosismo, después de todo uno no se casa todos los días.
¿Sabes una cosa? Me muero de los nervios... Le digo mientras siento como me presiona la mano.
Me detengo a mitad de un pasillo poco transitado, lo miro a los ojos.
-No te creo, Rivas. Tú siempre has sido muy fuerte pero te agradezco esto.
Lo beso dulcemente en los labios y le sonrío.
Jo... como puede ser que sepan como soy... Digo con voz lastimera mientras me acerco a ella poniéndole ojitos tristes.
-Al menos esa es la impresión que he tenido siempre, señor esposo...-bromeo.-Sólo es un paso que vamos a dar, ya era bastante obvio, siempre pensé que me casaría con alguien que me hiciera muy feliz en la cama.
Sonrío y paso la única mano libre por su cintura hasta depositarla sexymente en una de sus nalgas.
-¿Nos vamos o...?-me muerdo un labio pícaramente.
Hola, no sé cuánto tiempo más estaré por umbria pero quería decirte que lo estoy pasando excelentemente y que si me voy, te echaré de menos. Bueno, a Rivas.
Un beso.