Partida Rol por web

Joseph se sobresaltó al escuchar que de nuevo tocaban a la puerta. "Pensaba que solo esperábamos la visita del concejal..." Pensó en voz alta. "Bueno, en cuanto tengamos un momento, estaría bien echar un ojo a esos libros. Espero que con la ayuda del profesor... ¿Martell? Podamos sacar algo de luz a esto."

Había vuelto con la ropa cambiada. Su muda era una camisa blanca simple abierta por el cuello y unos pantalones oscuros sencillos. Desde luego, su armario no era muy elaborado ni sofisticado. No sería raro que pudiera pasar desapercibido entre los plebeyos de Ravengro.

Gervasio se encontraba sobre la palma de su mano derecha. El pequeño y dócil roedor esperaba expectante conocer quién se hallaba detrás de la puerta.

Mansión Lorrimor - Astrado, 21 de Neth, 4720 AR [ Tarde ]

Tras un largo viaje, finalmente un oscuro y brumoso día, como la mayoría de ellos en las lúgubres tierras de Ustalav, llegas finalmente hasta la mansión Lorrimor, el hogar del profesor. Páramos de hierba grisácea rodean el pueblo en sí de Ravengro, puntuados por algún que otro árbol, todos moribundos y desprovistos de hojas. El camino que accede al pueblo lleva desde el cementerio local (P), es largo y sinuoso y sus vistas son mayormente lúgubres.

Llegando al pueblo, los locales te observan con rostros sombríos y desconfiados, pero no tardas en hacer tu camino hasta tu destino, la mansión Lorrimor (N). Rodeada por un césped oscurecido y árboles ennegrecidos, la mansión se encuentra en un estado de total desreparo. Paredes de ladrillo han perdido su pintura y tejados y ventanas se caen de sus soportes por doquier. Tocando en la puerta principal, puedes oír unos pasos que se apresuran a acercarse.

Una mujer de mediana edad abre la puerta al cabo de unos instantes. Alta y atractiva, tiene los ojos claramente rojos e hinchados, ha estado llorando toda la noche, va vestida en ropas oscuras y recatadas. Su mirada de desconcierto al observar a Sigyn es evidente y balbuceando un poco mientras busca las palabras dice:

"D-disculpe... ¿La conozco?" — pregunta con voz temblorosa. No muestra signos de reconocerla.

Ignoró a los lugareños, las gentes de Ravengro según recordaba habían sido desconfiados siempre con todo el mundo, que la vieran como una extraña era lo normal. Sigyn había llegado hasta la mansión, sería una bonita construcción si la hubieran cuidado. La inquisidora se detuvo ante la puerta, era la casa de Lorrimor, ya estuvo antes en ella alojada hacía dos años justo al llegar a aquellas tierras perdidas de manos de prácticamente todos los dioses.

Usó la argolla de la puerta para llamar y quedó a la espera, lo que no creyó es que fuera a abrirle una mujer como aquella, que no le parecía una sirvienta a simple vista. Observó su vestimenta, la de una ciudadana de bien, la inquisidora entrecerró débilmente los ojos mientras se fijaba en su cabello y el modo en el que se maquilló. Definitivamente alguien de aquí.

- Yo tampoco la conozco a usted, me llamo Sigyn Bielke, el profesor me ha citado.

La joven visitante debía de estar a mitad de los veinte, su cabello blanco era atípico concediéndole un aspecto mayor sobre todo a larga distancia. Venía protegida y llevaba consigo dos lanzas largas que le era imposible ocultar. Los ropajes eran azules, compuestos por pantalón y camisa holgados, mientras que su larga chaqueta reforzada era completamente negra. Las botas iban muy gastadas y la ropa un poco sucia demostrando que su travesía fue larga. En el cuello un símbolo sagrado de alguna deidad difícil de reconocer, el icono mostraba una rosa flotando en un estanque.

El temblor de la voz de la mujer le había puesto a la defensiva, razón por la que estaba muy atenta a su reacción. Su primer pensamiento era que el profesor ya se había metido en algún lío y que ahora la dama le diría que estaba desaparecido. Tampoco debía anticipar problemas pero era algo casi obligado en su profesión.

A Kendra le tiembla un poco la voz cuando Sigyn cita a su padre y, tras unos instantes que se hacen eternos, dice:

"Yo... Lamento mucho informarla de que..." — por unos instantes parece que va a romper a llorar — "... Verá, señorita..." — se pausa esperando el nombre de su interlocutora – "Soy Kendra Lorrimor, la hija del profesor. Me temo que... Esta misma mañana ha sido el funeral de mi padre... Llega usted en unas terribles circunstancias..." — mientras aguanta abierta la puerta, se puede entrever la figura de un cuervo que se posa encima del rellano de las escaleras — ​​​​​​"Verá, ahora mismo tengo invitados pero... Si mi padre la citó, sería debido a algo importante... ¿Le importaría pasar y ponerme al corriente?" — termina de abrir la puerta, invitándole a pasar.

El cuervo, ominosamente posado encima del rellano, grazna:

"CAW CAW" — como es de esperar de un animal de su tipo.

Le parecía bastante claro que algo estaba sucediendo y se imaginaba el secuestro del profesor, cuando la joven le anunciaba en su lugar su defunción. Sigyn la miró un tanto desconcertada aunque ella no era en exceso expresiva por lo que fue un gesto muy leve.

- Siento mucho su pérdida, el profesor era buen amigo.

La mujer, Kendra, realmente parecía estar sufriendo. La inquisidora hizo un asentimiento aceptando la invitación, con algunos pasos más entró en el hogar de los Lorrimor y esperó para poder seguirla a donde ella viera pertinente.

- Me hubiese gustado despedirme de él, era una persona amable y con grandes dotes intelectuales.

Quería que viera que había un verdadero sentimiento de cercanía en ella, si Lorrimor estaba muerto le gustaría saber las circunstancias del fallecimiento pero para eso necesitaba tener una conversación.

Kendra asiente con la cabeza ante las palabras de Sigyn, claramente aún afectada por la reciente pérdida e incapaz de articular una respuesta coherente, se seca una lágrima aún por aparecer con un pañuelo de bolsillo. Cerrando la puerta, la guía al interior de la casa, hacia la sala de estar. Entrando de nuevo en la amplia habitación, parece estar ocupada por otras cuatro personas de diversa apariencia.

Varias butacas ajadas rodean una baja mesa de cristal donde una bandeja de plata que ha visto mejores tiempos reposa con un plato de pastas de té a medio comer y varias tazas de té ya vacías. Un gran cuadro mostrando la Catedral de la Piedra Estelar de Absalom y sus cercanías reposa sobre una pared, destacando encima del ajado papel de pared con estampados de flores que está medio despegado en algunos sitios, mientras que en la pared opuesta una chimenea yace apagada.

"Primero que nada, permítanme presentarles... Este caballero es el profesor Martell, un buen amigo de mi padre, así como compañero de trabajo en la Universidad de Lepidstadt..." — dice señalando hacia el sombrío hombre que se halla fumando de su pipa observando con mirada inquieta, mientras que un penetrante olor emana de ella — "Esta señorita es Audrey, una... Vieja conocida de mi padre y mía..." — dice señalando hacia la nerviosa joven encapuchada que no sabe dónde meterse, y en el hombro de quien se posa el cuervo — "Y estos son el señor Wheatfield..." — mientras señala hacia el desaliñado hombre con más pinta de pueblerino que de otra cosa — "Y el señor Ferfin..." — dice refiriéndose al barbudo hombre de melena pelirroja y mirada severa — "También amigos de mi padre. Todos ellos habían llegado aquí a causa del funeral de mi padre, que la Dama Gris le acoja en su seno... Y, perdóneme la descortesía, pero ¿usted es...?" — termina girándose hacia la misteriosa desconocida.

"¡Shh, shh, Crow, no interrumpas!" se escucha el extraño entremedio entre susurro y grito de una joven de cabellos castaños, la cual intenta desesperadamente atrapar al cuervo con una mano y cerrarle el pico con la otra, avergonzada a más no poder.

Una vez consigue mantener al cuervo bajo control (a base de que este la esquive hasta aburrirse y posarse en su hombro), Audrey retrocede unos pasos y traga saliva. Se sobresalta cuando dicen su nombre, quizás pensando que le están llamando la atención por espectáculo con el cuervo, pero pronto se relaja cuando se percata de que simplemente la están presentando. Asiente con suavidad a modo de saludo a la recién llegada.

... Tiene que alzar un poco la cabeza para poder mirar a Sigyn, considerando lo alta que es.

La mujer observó a los allí reunidos, a todos los había descrito como amigos del profesor lo que le pareció buena señal.

- Mi nombre es Sigyn Bielke y como ustedes siento la muerte de Lorrimor.

Dijo de nuevo a Kendra, aunque estaba claro que esperaba que se presentara ante los allí reunidos.

- Soy seguidora de la señora empírea Reymenda, la dama del útero martirizado. Vivo desde hace dos años en estas tierras ganándome la vida matando criaturas.

Estaba orgullosa de seguir a aquella semidiosa pues entre sus seguidoras se hallaban mujeres de gran carácter.

- El profesor envió un mensajero a buscarme con una carta, en ella me hablaba de un oscuro misterio en este lugar y me ofrecía buscarlo, lo calificaba como una amenaza.

Para reforzar sus palabras tomó su mochila buscando en ella la carta recibida, enseñó el sobre que contenía el papel sin darlo a nadie en concreto.

- No daba detalles al respecto del misterio, tenía que hablarme personalmente sobre el tema.

Se fijó entonces en las expresiones de los congregados por si se notaba que sabían algo a ese respecto.

Penton se quedó pasmado ante la nueva llegada. Nadie la conocía pero parecía que tenía claro lo que debía hacer... ¿o no?
"Señorita Bielke, ¡encantado!" - dijo levantandose - "Penton Ferfin para servirle a usted, a su diosa y a sus deseos. Seguro que ha tenido un viaje largo, ¿verdad? ¡Sientese aquí, por favor!" - señalando su sitio - "Venga, no tenga vergüenza..." - la coge de la mano y la acompaña al asiento. Luego, se sienta a su lado y con los ojos muy grandes y una sonrisa boba de niño pequeño dice: "Dice que lleva un par de años viviendo por estas tierras... yo soy de aquí. ¿Ha matado muchas criaturas? ¿Alguna era un dragón? Y si es así....¿Donde? ¿De que color era? ¿Ha visto dragones alguna vez?" - Empieza a apresurarse con las preguntas, cada vez más incomprensibles. 

"CAW CAW" chilla el cuervo en el oído de Audrey, la cual queda gravemente aturdida por unos momentos hasta que finalmente reacciona y se frota el oído.

"Ay... No, Crow, no creo que el señor Penton tenga un útero que martirizar, pero me parece que él no se refería a eso..." susurra en respuesta al pájaro.

Cuando finalmente está de todo recuperada del oído, se percata de algo que dijo Siegyn. "Un... ¿Una amenaza...?", y tras eso mira a Kendra, preguntando con la mirada si ella puede elaborar. Parece preocupada.

Kendra observa con preocupación, a medida que levanta el ajado volumen que había identificado anteriormente como el diario de su padre, un pequeño libro de cuero muy gastado que reza en unas enormes letras rasgadas en la portada de cuero "LEER URGENTEMENTE!". Poniéndose en pie, dice:

"Es exactamente de eso de lo que quería hablarles, antes de la interrupción que hemos sufrido... Por lo que he podido leer de este diario... Creo que, por mucho que diga el concejal Montehogar, la muerte de mi padre no fue un accidente, sino un asesinato... Y él lo vio venir. Hay varias de estas entradas que han sido marcadas... Y la última es la más preocupante... Creo que intentaba dejar un mensaje... Y he tardado demasiado en encontrarlo. Pese a que inicialmente desconfié de su presencia aquí... Creo que entiendo por qué les convocó." — explica pausadamente.

"Un placer, doña Bielke." Dijo. "Espero que todos juntos podamos esclarecer el asunto." Aunque la mirada de Joseph se dirigía involuntariamente cada poco hacia el profesor Martell; le parecía el más indicado para llevar a cabo una investigación de este tipo.

Estaba empezando ya a asimilar la extravagancia del colorido grupo en el que se encontraba, y Sigyn no tendría problema alguno para unirse a la causa.

Joseph hizo un gesto con la mano para contestarle a Kendra. "Si se trata de investigar algo en libros, como dije antes, considero que entre Martell y yo podremos examinarlos detalladamente y discernir ese mensaje, si es que realmente lo hay. Lo que está claro es que algo no va bien."

El profesor Martell, estaba a punto de responder a Joseph Wheatfield, cuando la llegada de la desconocida le había sobresaltado. Se mantuvo en silencio durante la mayor parte de lo que habían durado las presentaciones formales. Parecía evidente que otro miembro de particular naturaleza iba a unirse a la cuadrilla ya montada. No le quedaba mas remedio que aceptarlo y asegurarse que ese factor no le mordiera en el trasero.
Observó a la recién llegada ligeramente sorprendido, sobretodo por la naturaleza de su devoción. lanzó una mirada descarada hacia la recién llegada.
"Como bien ha tenido la amabilidad de comentar nuestra apreciada anfitriona, mi nombre es Martell Tadeus, actualmente profesor de Fauna y Flora de las Tierras Muertas en la Universidad de Caliphas. El profesor Lorrimor fue un buen amigo, y una persona muy respetable a la par que sabia, por lo que confio que la solicitud de su presencia no es arbitraria."- Hizo una pausa para dar una larga calada a su pipa.-"Dicho esto, y teniendo en cuenta que esta prestando implicitamente sus dotes deductivas, considero que deberiamos proceder de inmediato, como creo que ha apuntado el señor Wheatfield, a investigar aquello que se nos ha presentado, es decir, la interesante literatura mandada a custodiar por el profesor. esta deacuerdo?"

Encima de la mesa, dispersamente ordenados, se encuentran los siguientes libros, a los cuales Joseph y el profesor Martell hacen referencia:

• Un tomo bien cuidado, encuadernado en cuero púrpura está cerrado con un extraño cerrojo en forma de una joya dorada, que se asemeja a un escarabajo con un ojo en el centro de su tórax. El hueco para la llave del cerrojo parece triangular en su forma y el libro no muestra título alguno.
• Un libro de un negro completamente inescrutable, tanto su portada como sus páginas, que porta las palabras "Sobre la Locura Inevitable" ​​​a modo de título, escritas en blanco en su portada.
• Un oscuro tomo encuadernado con un extraño material de tono carnoso con manchas rojas, presenta múltiples desgarros en su portada y está titulado "Sirviendo a tu Hambre"​​​​​​.
• Por último, un pesado y extenso volumen encuadernado en un sobrio gris oscuro decorado con múltiples y afiladas púas y grabados de cadenas plateadas en su portada, que enmarcan el título "Las Hojas del Umbral​​​​​​"​​​​​​.

No tardaron en ofrecerle asiento, el hombretón era bastante desinhibido y la dirigió directamente, así que dejó las dos lanzas, las diez jabalinas y todos los bártulos que llevaba consigo a un lado para poder quedar junto al resto. A su espalda tenía una mochila pesada bien surtida con todo tipo de elementos que necesitaba en sus viajes.

- No he visto todavía ningún dragón, Penton. Son otro tipo de criaturas las que he encontrado en estas tierras.

Un dragón no era algo que pudiera tomarse a la ligera, esas bestias eran poderosas, tanto que derrotarlas era todo un logro. Sigyn fue observando a los reunidos conforme le dirigían la mirada, asintiendo.

- Agradezco que me permitan unirme a esta... investigación.

Pues al escuchar a Kendra era evidente que sabía algo sobre la amenaza de la que hablaba el profesor y el asunto debía de ser importante pues dieron muerte a su amigo. Si la había citado era porque su ayuda era necesaria así que estaba dispuesta a informarse mejor.

- Léanos todo lo que pueda, si es tan amable, deseo saber más sobre lo que ha ocurrido.

¿Todos ellos fueron convocados por el profesor? Estaba tratando de formar un grupo que llevara a cabo alguna tarea, por lo que veía factible que lo hubiera dejado todo anotado en ese diario.

Kendra asiente con la cabeza a las palabras de Joseph, el profesor Martell y Sigyn mientras toma el ajado diario y lo abre, buscando una página concreta antes de girarlo y enseñarla. Entre las diferentes entradas redactadas en las páginas que muestra, hay una que resalta marcada con un círculo de tinta roja alrededor:

"Por lo que he podido observar, mi padre quería que leyeramos esto. En su testamento, mi padre pedía que se retornase una cierta colección de libros" — dice señalando a los libros que reposan en la mesa — "a la biblioteca de la Universidad de Lepidstadt. Este diario se encontraba en el arcón donde se guardaba dicha colección de libros, y estoy bastante segura de que su lugar no está en una biblioteca universitaria. Es más, ¿por qué marcaría su propio diario con las palabras 'Leer urgentemente', si no quisiera dejarnos una pista? Definitivamente tengo la sensación de que la clave de lo que quería decirnos mi padre está en estas entradas que ha marcado."

A medida que Kendra pasa las páginas del libro, empieza a mostrar múltiples entradas que han sido marcadas, con el mismo círculo rojo rodeando dichas entradas, hasta un total de seis de ellas. Rebuscando entre los objetos dispuestos del salón, Kendra busca algún tipo de objeto cortante, hasta que finalmente toma un oxidado abrecartas con forma de cuchillo, y con sumo cuidado empieza a cortar las ataduras de las páginas señaladas y las dispone una a una encima de la mesa.

"A ver si he entendido bien..." Joseph se había puesto algo nervioso al acabar de leer las anotaciones. Paseaba su dedo índice por encima de las cartas intentando crear de la nada algo de orden más allá del cronológico, y por qué no, también para intentar calmarse y ganar seguridad. "Tenemos un grupo de cultores, un lugar al que presuntamente querían ir a buscar algún tipo de artefacto y un punto en el cementerio en el que, al parecer, hay algún tipo de herramienta que le habría permitido al profesor ir a ese lugar a detenerlos. Ah... y espíritus." Sintió un leve escalofrío. Nunca había visto ningún espíritu ni fenómeno paranormal más allá de los conjuros y sortilegios básicos que había estudiado en la academia en Galt. Era supersticioso al respecto y todo esto le daba mala espina.

No estaba seguro si el propósito de estas notas era que se adentrara él y los demás en esas ruinas para detener a la Vía Susurrante. Quedaba un mes para llevar el arcón con los libros a Lepidstadt... ¿Qué harían hasta entonces? ¿Investigarían el misterio del cementerio?

Audrey asintió con suavidad ante la sugerencia Sigyn y se acercó un poco para leer. Su cuervo parecía igual de interesado que ella.

Le cuesta entender del todo el texto, ¿no muerte? ¿Fuente de juventud? ¿Vía? Tuerce el gesto y mira a su cuervo, el cual se frota el pico con el ala como quien se acaricia el mentón. Con un pequeño suspiro, acaba comprendiendo lo más importante: "Hay... Un grupo de gente que se llaman 'La Vía', que están en la prisión, y tienen fantasmas... ¿Y están haciendo algo malo, relacionado con... No morir?" pregunta con algo de confusión y luego mira a Joseph, asintiendo.

Tras unos momentos parece que duda de algo y se dispone a volver a mirar las notas. Algo le llamó la atención mientras leía y no está del todo segura del qué: Vuelve a repasarlas con cuidado, palabra a palabra, hasta que da con la del 3 de Neth. Se la queda entre las manos, mirándola ensimismada. El pájaro le da un pequeño golpe de ala en la nuca y le suelta un CAW en el oído, a lo que Audrey deja la nota y se frota la oreja, aturdida de nuevo. "Ay, ay... No hace falta que me grites tan fuerte... Pero tienes razón, tampoco es un nombre tan raro..."

Sintiéndose algo decaída, devuelve las páginas y suspira.