Partida Rol por web

Para esta primera cita, el programa se lo había currado mucho. Os había hecho llamar bien temprano en la madrugada y os había hecho ir al helipuerto más cercano que tuvierais. No teníais ni idea de dónde ibais pero todo estaba siendo muy extraño. Ponéis rumbo dirección al mar cuando a penas ha salido el sol, tan solo el cielo se ha vuelto un poco más claro. Lo único que sabéis es que pasaréis 24 h con vuestra cita. Sea cual sea el lugar, absolutamente todo estará a vuestra disposición. No es hasta  pasado un tiempo que entre tanto mar, conseguís ver una isla. El helicóptero pierde altura y termina aterrizando en una zona libre de árboles. A vuestros pies, un camino de conchas os dirigen a algún lugar. A penas habéis caminado unos metros, hasta que véis el lugar de la cita, justo cuando empieza a amanecer.

En la mesa, un delicioso desayuno que contiene un poco de todo: desde fruta, a cereales, zumos y tostadas. Si vuestra cita no está ahí ya, poco tardará en llegar, pues véis a lo lejos como se alejan dos helicópteros. Seguramente os han dejado a la vez.

Lo habían sorprendido en medio de la madrugada, sin apenas haber descansado tras todo el ajetreo de las "speed dates" lo llamaron para sacarlo de la cama y meterlo directamente en un helicóptero. William tan sólo había podido ataviarse con un pantalón vaquero, unas deportivas, una camiseta con la bandera de estados unidos y una camisa vaquera que llevaría sobre esta. Le aseguraron que más tarde tendría ropa a su disposición pero que era prioritario salir de allí cuanto antes y sí lo hizo.

Aún soñoliento, Will se montó en el helicóptero y, con tantísimo ruido no pudo sino despertarse y darse cuenta de que llegaba la hora de la verdad. La primera toma de contacto había sido tan acelerada que apenas sí lo había disfrutado, las citas rápidas hacían honor a su nombre y el joven boxeador tan sólo pudo tener una pequeña toma de contacto con sus cinco acompañantes, pero, tras aquellas citas, llegaban los nervios de una "primera cita".

El viaje fue más corto de lo que William podría haber previsto, al menos, entre cavilaciones de quién sería su primera cita así se lo pareció. Los nervios le encogían el estómago y, cuando contempló bajo sus pies, sobrevolando aquella isla, la increíble vista que tenía de un lugar paradisíaco, Will tan sólo pudo exclamar:

-Que maravilla, dios santo....¿dónde estamos?-

El piloto pareció no oírle pero William se quedó admirando aquel paraje tan hermoso mientras el sol comenzaba a salir en la lejanía. Nada más aterrizar, el joven inglés observó lo que parecía un camino hecho con conchas y entendió que ese sería el camino que lo llevaría hasta su primera cita. Respirando profundamente caminó apresurado recorriendo el camino marcado para terminar descubriendo una pequeña mesa preparada para dos con vistas a un mar azul y perfecto. Con los albores del día, corría una brisa fresca y agradable y tan sólo podía oírse el ruido del mar, el escenario era incomparable y William se sonrió admirando el paisaje a su alrededor.

Aún no le habían dicho quién sería su primera cita y al haber llegado primero, ardía en deseos de descubrirlo. El joven, con el estómago todavía encogido por la expectativa, se situó frente a la mesa, de espaldas al otro camino que terminaba allí, quería sorprenderse aún más con la llegada de "ella" y no adelantarse mirando quién venía desde el otro lado, quería que cada detalle de esa cita fuera inolvidable.  

Rachel se había pasado todo el camino alucinada, disfrutando como una niña pequeña. Preguntando si podía tirarse del helicóptero en vez de que la dejasen en tierra. Le dijeron que no e intentó jugar la carta de que estaba muy enferma y era su última voluntad, pero tampoco coló. Se tuvo que conformar con ese maravilloso paisaje que les habían preparado. Y no era para menos..

Rachel miró su atuendo y maldijo a los organizadores. ¡Podrían avisar de donde van! ¡Que ella se había puesto tacones! Tal y como la dejaron en la playa se quitó los zapatos y se los dejó en el helicóptero. ¿Me los devolvéis al hotel, porfi? Pregunta con cara de niña buena. No le harían falta aquí.

El vestido que llevaba era igual algo largo para la ocasión, pero al menos era fresco. Lo acompañaba con una corbata que no a todos les sería familiar. Era un look extraño pero... es que Rachel era extraña.

El lugar de la cita era precioso. Y con el amanecer de fondo más. Tanto, que en un primer momento no se dio cuenta de que su cita ya estaba allí. Una vez le reconoció, esbozó una sonrisa de oreja a oreja. Bajó al vista a su corbata, que era la que él le había dado, y la cogió con la mano presumiendo de ella. Se acercó a él paso a paso.

Al principio William no se percató de que su cita había llegado, había estado unos minutos contemplando el mar y como el sol salía regalando una visión majestuosa de aquel paraje. Sin embargo, algo interrumpió sus pensamientos, el débil sonido de unos pasos tras de él le hicieron girarse y, cuando la vio allí, tan hermosa con un vestido largo y una sonrisa embriagadora, William tan sólo pudo sonreír como un niño, demostrando en su rostro la ilusión que le hacía verla a ella.

El joven inglés se giró lentamente y contempló a Rachel cómo se acercaba sujetando su corbata, la que él le había dado en su primer encuentro. Will estaba exultante, se acercó a ella mirándola, observando su belleza y su naturalidad, así era Rachel, una mujer capaz de pasearse en helicóptero con un vestido y una corbata plateada. Cuando estaba junto a ella, William le dijo en tono suave:

-Parece que le debo una al destino...- ,al decir esto acarició su corbata mientras miraba a Rachel a los ojos.

El corazón le latía con fuerza, sentía una satisfacción que no había experimentado antes. Tener allí a Rachel con él, en aquel maravilloso lugar, no hacía sino hacer más mágico el momento. Tenían un día entero para ellos y William no tenía intención de desaprovecharlo. El boxeador, no pudo evitar mirar los pies desnudos de Rachel y echarse a reír:

-Tampoco te dijeron donde nos llevaban, ¿verdad?- ,comentó con una sonrisa, -Sólo tú podías venir así...me alegro de verte Rachel, me alegro de que seas tú la que esté aquí conmigo.-

Con estas palabras, William alzó la mano ofreciéndosela a Rachel, invitándola a sentarse con él y disfrutar del amanecer con un desayuno inmejorable:

-Comamos algo, luego tendremos tiempo de pasar del protocolo.- ,le dijo lanzándole un guiño de complicidad.

Todas las expresiones faciales de Rachel eran de sorpresa y alegría. ¿Dudabas que sería yo? Dijo. Por que yo no de que fueras tú. Dijo señalando la corbata, y rió imaginándose que no hubiera sido William y hubiese aparecido con esa corbata que no tendría ningún sentido en esa situación.

Se llevó una mano al estómago cuando propuso lo de la mesa. Me parece bien respetar el protocolo en esta ocasión. Me muero de hambre y tiene todo una pinta buenísima. Se sentó y empezó a comer un poco de fruta, mirando lo demás, pensando que se llevaría a la boca después. Su vista se dirigió al mar y al amanecer, que ya casi terminaba. La de experiencias que vives aquí y no solo sentimentales. Dijo. Yo no sé tú... pero yo no he venido preparada para bañarme, pero aún así lo haré. Dijo divertida mirándole de reojo.

William cogió algo de fruta que llevarse a la boca mientras escuchaba a Rachel y su divertida explicación de la corbata, le encantaba que fuera así de espontánea y divertida y no hacía más que sonreírle

Con el comentario de las experiencias, el boxeador comentó mirando al mar pensativo:

-Y que lo digas, recuerdo la primera vez que visité la Riviera Maya, era un lugar parecido a este, lleno de vida y belleza. Fue una experiencia increíble...-

Pero, cuando Rachel comentó lo de bañarse, Will observó como lo miraba sonriendo y, con lo que amaba competir, no se quedaría atrás:

-No pensarías que podrías evitar que te lanzase al agua, ¿no? Estaba esperando que tuvieras el estómago lleno y así evitar la excusa de que estuvieras cansada.-

Diciendo esto, se quitó la camisa vaquera lentamente mientras miraba a Rachel con una sonrisa de medio lado.

Rachel le seguía mirando de reojo. No sabía a qué estaba jugando. ¿Jugaba a irse quitando ropa poco a poco? ¿O solo se estaba poniendo cómodo. La tenía confundida. El caso es que ella se quitó la corbata y la puso a un lado, para ver cómo reaccionaba él.

Igualmente aprovechó para seguir la conversación. Nunca pongo esa excusa. Dijo refiriéndose a estar cansada. Y lo dijo a propósito, pues se le dibujó una sonrisita maligna al decirlo. Se lo había puesto muy fácil. El caso es que siguió tranquila, comiendo y llevándose comida a la boca.

Su forma de mirarle le tenía totalmente absorto, con una simple mirada de reojo lo tenía pendiente de ella, de cualquier gesto que hiciera y eso le encantaba.

La forma que tenía ella de seguirle el juego era embriagadora, William amaba competir y Rachel se lo estaba poniendo difícil. El joven boxeador sonreía con satisfacción, la cita comenzaba animada, de la forma que sólo con ella podía ser.

La miró con algo de descaro, contemplando su mirada y sonrisa, no aguardaría más, era el momento de pasar del protocolo:

-Eso me gusta...- ,dijo ante el comentario de que nunca ponía esa excusa.

William se levantó sin mediar más palabra y fue a por ella. Sin quitarse más ropa de encima, Will la cogió en volandas y se la llevó directa al agua cristalina, sin decir nada, tan sólo entre risas y un sonoro:

-¡Al agua!-

Vestidos completamente, William se metió en el agua con Rachel en los brazos.

Rachel se agarró a su cuello riendo. A pesar de que dijo: ¡No, no! , ella no opuso ninguna resistencia y ahí se fueron los dos al agua. No tardó en salir riendo, y quitándose los pelos de la cara echándoselos a los lados. Ni que decir que si el vestido era algo suelto, con el agua ya no lo era nada. Por suerte no se había maquillado mucho. Bueno, nunca lo hacía, por este tipo de cosas. Nunca se sabe cuando acabarás en el agua.

¿Siempre eres así de picado? Pregunta divertida. ¿Y ahora qué? Le dice. Pensé que esto pasaría más tarde. Dijo riendo, pues le sorprendía que le hubiese cogido tanta confianza.

William salió del agua tras el chapuzón completamente empapado de agua y entre risas. Se frotó el pelo para sacar el exceso de agua dejándolo de punta, sonreía viendo como Rachel hacía lo mismo apartando su cabello mojado de la cara y como su vestido se había convertido en una segunda piel. Ante la pregunta, Will se encogió de hombros y dijo animado:

-Siempre.- ,le dijo mientras se acercaba a ella, -¿Ahora? No te preocupes, por eso me quité antes la camisa, así tendrás algo seco que ponerte.- ,comentó lanzándole un guiño de complicidad mientras alargaba la mano y apartaba un cabello rebelde del rostro del Rachel con suavidad, -Ahora podemos dar un paseo por la playa o bien secarnos al sol como dos lagartos, aunque me apetece más la primera si te soy sincero, me gustaría caminar contigo y disfrutar de este paraíso.- ,al decir esto sonrió de nuevo y comentó, -Además, aún tengo que confesarte el motivo de darte la corbata y me muero por hacer alguna locura juntos.-

Rachel no salió cubriendo su cuerpo a pesar de que el vestido se le había pegado a la piel. Sale sonriendo y siguiendole. Así que ya tenías pensado tirarme al agua, ¿eh? Le dice fingiendo enfado.

Coge su camisa y espera a que acabe de hablar. Date la vuelta, anda, listillo. Le dice con otra sonrisa y cuando lo hace, se quita el vestido y la ropa interior y la deja al sol, y se pone la camisa abrochada que le quedaba a modo de vestido.

Queda mucho tiempo por delante. Podemos hacer todo eso y mucho más. Le dice acercándose a él por detrás y diciendo las últimas palabras a su oído. Luego aleja para ponerse delante de él. Pero antes... Le quita la camiseta para ponerla también al sol. Quiero saber la finalidad de la corbata. Pensaba que era para hacerme la meadita encima para marcar territorio. Le dice mirándole de reojo sonriendo.

-Estaba deseando hacerlo desde que te vi llegar sin zapatos.- ,dijo riéndose viéndola salir del agua.

Mientras Rachel se ponía su camisa, William tan sólo esperó quitándose agua de la cara, hasta que escuchó su voz susurrandole al oído, se giró para mirarla pero ella se adelantó y le quitó la camiseta para ponerla junto al resto de su ropa.

Una sonrisa de medio lado se dibujó en el rostro de Will, le encantaba la forma que tenía de mirarlo de reojo y con esa sonrisa. Will levantó la mano haciendo el gesto de señalarla acusándole:

-Como sigas mirándome así te aseguro que no respondo, ¿eh?- ,luego caminó hacia ella para comenzar a caminar por la fina arena blanca de aquel paraíso caribeño, -He dicho que aún tengo que confesarte el motivo, no que fuera a hacerlo ahora.- ,dijo con una sonrisa provocadora, -Tenemos todo un día para nosotros, así que tendrás que esperar...- ,dijo encogiendose de hombros retándola, -...o podrías obligarme claro, pero así se rompería la magia. Eso sí, te aseguro que ese no era el motivo, palabra de boy scout.-

El joven inglés levantó la mano a modo de promesa y puso cara de niño bueno, luego le ofreció la mano a Rachel y concluyó:

-Qué te parece si damos un paseo y nos secamos un poco.-

Rachel torció la boca algo desconforme, pero le dejaría llevar la batuta un rato, a ver qué sucedía. Aceptó su mano y echó a andar, alternando paso más rápido o lento, chutando algunas olas o parándose a recoger alguna concha.

Mirando una concha que tenía una forma curiosa, suelta una de sus preguntas espontáneas, que a otros participantes les sentó algo mal, pero que ella sabía que a Will no le importaría.

Dime algo que no hayas dicho a nadie nunca. Y cuando acaba sí que dirige su mirada a él, con algo de malicia.

William se sonrió viendo la expresión de Rachel ante su respuesta, disfrutaba contemplando sus gestos y reacciones, sobre todo le encantaba lo natural que era estando con él.

Mientras ella jugaba con el agua, Will cogió varias conchas en una mano mientras que las lanzaba una a una con la otra al mar. Sonreía disfrutando de la cálida playa y más aún con ella a su lado.

Cuando se giró y formuló aquella pregunta, Will apretó los labios y miró hacia arriba pensativo:

-Bufff, déjame pensar...- ,comentó rascándose la nuca, -Vale, nunca le he dicho a nadie que me lance un escupitajo. - ,al decir esto se puso la mano en la boca para evitar reírse, -No sé, es algo como que siempre he querido decir y nunca he encontrado la persona adecuada, ¿sabes?-

Con estas palabras no pudo contener más la risa y tuvo que negar con la cabeza:

-Venga va, hablando en serio creo que nunca le he dicho a nadie que le odio, tengo la impresión de haber pecado de amabilidad y siempre que alguien me cae mal directamente lo he evitado y nunca Le he dicho a la cara "eres un capullo", aunque con alguno directamente se lo he demostrado en el ring.-

Cuando dijo esto alzó los puños y le dedicó una sonrisa cómplice a Rachel, luego los bajó y, mientras seguía caminando hacia ella preguntó:

-Y qué me cuentas tú, ¿hay algo que hayas querido decirle a alguien y no lo hayas hecho?-

Rachel se detuvo y se le quedó mirando con expresión confusa, arrugando el entrecejo. Negó con la cabeza. No me refería a eso. Dijo sonriendo. Pero tomo nota del reto de conseguir que me llames "capulla". Dijo riendo de nuevo.

Me refería a algún secreto de ti, que nunca le hayas contado a nadie. Se queda pensando unos segundos. Por ejemplo, que soy la hija de Louis Vuitton. No lo dijo con orgullo, si no más bien con vergüenza o pesadez.

Will se llevó la mano a la cara avergonzado:

-Vale, fallo mío...- ,dijo sonriendo ante su confusión.

Luego se detuvo cuando Rachel le confesó aquello, era hija de Louis Vuitton. Will se quedó perplejo mirando a Rachel, lo había dicho como si aquello fuera un lastre que llevaba consigo, sin embargo, no quiso profundizar pues sospechaba que no era un tema que a ella le agradara demasiado. En un intento por relajarla y hacerle sentir mejor, William se acercó hasta ella y pasó su brazo por los hombros para caminar un rato con ella a su lado, como si la arropara de esa forma y reconfortarla:

-Está bien, te diré algo que llevo algún tiempo pensando y aún no se lo he dicho ha nadie.- ,Will se puso algo más serio y dijo, -Cada vez que subo a un ring tengo más miedo de acabar lesionado. Tengo casi 30 años y ya no soy tan rápido como antes, tengo miedo de acabar con alguna lesión ocular, auditiva o de columna, además...- ,el joven alzó la mano libre y se la mostró a Rachel, -...Me gustaría pensar que sirven para otra cosa que no sea golpear.- ,al decir esto William sonrió con ternura, -Verás, me apasiona lo que hago, ya sabes que amo la competición y subirme a un ring para llevar mi cuerpo al límite, pero ese miedo es cada vez más duro. Cuando tenía 17 años ni se me pasaba por la cabeza, saltaba al ring con todo lo que tenía, ahora la idea de estar boxeando con 40 me atemoriza, por eso llevo una vida de lo más normal, para poder retirarme joven sin tener que acabar mal...-

William hizo una pausa de unos segundos, lo que acababa de contarle a Rachel era algo que jamás le había dicho a nadie. Eso le hizo sentirse vulnerable por unos instantes, como si se hubiera quedado desnudo ante ella, sin embargo, no se sentía mal por ello, por el contrario Rachel le hacía sentir más seguro, confiaba en que ella no le juzgaría aún contándole sus secretos. Sin embargo, William salió de su ensimismamiento y dijo en un tono más alegre:

-Pero no me hagas mucho caso, soy un chico muy duro y aún me queda mucha guerra que dar.- ,comentó sonriendo y suspirando animado, -Y, por cierto, no te pongas tan seria, me gusta más verte sonreír.- ,dijo recordando su rostro al confesar su apellido, -Somos quienes somos, lo que sentimos y lo que hacemos... No somos un nombre.- ,al decir esto se adelanto unos pasos y miró a Rachel a los ojos, -Pero no me imagino como lo harás para hacer que te llame "capulla", tendrás que esforzarte más, ¿eh?-

Capullo... murmuró ella mirándole de reojo. No podía confesarle todo aquello y pretender que hiciera como si nada. Rachel había hecho esa pregunta esperando algún secreto más libidinoso o gracioso, como que se seguía meando en la cama o que le daban miedo los truenos. Pero le había confesado algo muy profundo y Rachel se quedó sorprendida.

¿Y no hay nada más que te apasione? Pregunta por curiosidad, quizá la época de ser boxeador había pasado por alto, y los miedos que le había confesado eran lógicos y racionales, por lo que no le quiso dar mucha importancia, no creía que por eso fuera más débil o menos hombre.

Se dejó abrazar por los hombros y ella cogió e iba acariciando el brazo que le colgaba del otro lado.

William se sonrió y negó con la cabeza, se lo tenía merecido:

-Claro que sí, me apasiona la música, no podría vivir sin ella, incluso soy cantante profesional de interior de ducha.- ,le comentó sonriendo, -Desde que tengo uso de razón la música me ha acompañado siempre y ha hecho que esos momentos especiales lo sean aún más.-

Sintió las caricias de Rachel y Will suspiró reconfortado:

-Y bueno, hay otra pasión que me da un poco más de vergüenza, es muy tonta en realidad....pero me apasiona trabajar con las manos.- ,comentó torciendo los labios, -La sensación de trabajar la madera o el reto de arreglar un motor clásico, no sé cómo explicarlo...-

-Pero estás haciendo trampa,¿eh? Tu turno, me dijiste que te apasionaba dibujar Rachel, ¿qué más hay que haga latir este corazón con fuerza?- ,le susurró al oído con suavidad.

Aprovechó la cercanía de Will a su oreja, para contestarle a la vez que rozaba suavemente su mejilla con la nariz de él a modo de juego.

Pues viajar y vivir experiencias nuevas. Cuanto más mejor de todo eso. Me llena y me da vida. Dice con muchas ganas. ¿Y no has pensado en cambiar de profesión? No soy experta, pero supongo que lo mismo les pasa a los futbolistas... Dice algo pensativa mientras vuelve a andar y se aleja de él pero cogiéndole de la mano hace que avance hacia ella. ¡Igual eres un gran carpintero y no lo sabes! ¡Y tengo que llamarte William José! Dice riendo. Que no te de vergüenza jamás admitir, que se te da bien hacer cosas con las manos. Le recomiendo guiñándole un ojo.

Al sentir su contacto me estremecí y sonreí con agrado, luego vi como se me adelantaba y me decía aquello:

-Supongo que así es, los deportistas tenemos fecha de caducidad lamentablemente.- ,comenté acercándome a ella, -O quizá William Jesús.- ,le digo acompañando su risa, -¿Vergüenza? Son una bendición, gracias a ellas he llegado tan lejos, además...- ,al decir esto la atraje hacia mí y acaricié su mejilla con suavidad, -...ya te he dicho que sirven para algo más que golpear.-

Con estas palabras me alejé un poco de ella y encogiendome de hombros le sonreí de nuevo al tiempo que le decía:

-Bueno, has dicho que te gusta vivir experiencias nuevas, ¿no? No sé tú, pero yo no sólo me he secado sino que no aguanto este calor...- ,comencé a descalzarme y quitarme el pantalón dejando ver los boxers que llevaba, -Prometo no mirar...- ,le dije riendo y caminando hacia el agua de nuevo, -...aunque te aviso que soy un poco tramposo.-