Partida Rol por web

El viaje desde Sarum hasta Imber apenas lleva media jornada, el grupo atraviesa varios señoríos y apenas se cruza con nadie, lo más destacable de la travesía es cuando el grupo pasa cerca del gran círculo de piedras celta conocido como Stonehenge, un lugar que inspira paz y tranquilidad a la par que desprende un gran poder.

Imber es una aldea en el fondo de un valle entre dos colinas,la aldea es grande pero pobre. Los campos que hay a su alrededor son pequeños, y a juzgar por las pieles extendidas para secar, gran parte de los ingresos de la aldea vienen obtenidos por la caza. En vez de arroyo tiene una charca en cuya orilla hay un molino tirado por bueyes.

Una vez llegáis a la aldea os sale al paso un sacerdote llamado Garr, el cual dice ser el único sacerdote en muchas leguas de distancia.

-Como podéis observar, esta aldea no es muy próspera que digamos. Aquí el más letrado soy yo que apenas sé un par de versos en latín que necesito para mis ceremonias -dice Garr -¿puedo saber cuál es el propósito de vuestro viaje?

- Buen día Padre. Venimos de caza, nos han dicho que hay un oso por aquí que se dedica a matar al ganado.

Da un codazo a Darby y le susurra

- Dejadme hablar a mí que para eso soy el jefe, vosotros escuchad...- dijo en un alarde de soberbia impropio de un caballero.

Se mantuvo erguido sobre el caballo y meneó la cabeza en señal de desaprobación hacia Leocegrande. Aquello no le gustaba, y menos le gustaba que Leocegrande fuera el jefe.

- Pues sí buen hombre, estamos aquí para matar al oso. ¿ Nos podría indicar en qué parajes se encuentra?

El sacerdote miró al suelo apesadumbrado y dijo

-No sólo ha matado animales, nos mató un hombre hará tres días. John, un cazador de los mejores que he visto. Yo mismo os haría de guía pero veo que no tenéis caballos de sobra y estoy viejo. Pero con mucho gusto os conduciré hasta el bosque de allí-señala a un bosque que está de espaldas a la aldea -y os ayudaré a localizar el rastro del animal.

Otra cosa señor, no es por impotunarle -le dije mirando previamente a Leocegrande para buscar su aprobación con los ojos-, ¿es frecuente que un oso campee por aquí? Es decir, ¿han tenido problemas con ellos anteriormente o quizás con otro animal?

No parecía muy común que un oso se acercase tanto a una población, ya que, pese a que eran bestias de buena lucha cuando era necesario, acostumbran a vivir en lo profundo de la montaña y los montes.

El sacerdote lanza una mirada de complicidad

- Lo cierto es que no se ven nunca osos por aquí y si alguno ha visto una vez uno ha sido durante un breve momento, pues de todos es sabido que los osos normalmente rehúyen a la gente. Quizás sea un oso hambriento o herido, lo desconozco-dice frotándose las mano -pero tampoco oí de un oso tan grande.

Estaba de acuerdo. No era muy normal que un oso deambulara tan cerca de una aldea, y menos en una aldea en cuyos bosques no había osos normalmente.

- ¿Es posible que fuera otra cosa?- aquello del oso no le sonaba bien y murmuró -id todos con cuidado.

El sacerdote se encoge de hombros -Pudiera ser...- y sin más dilación guía a la partida de caza a través de la mísera aldea hasta el bosque que se encuentra a sus espaldas, os internáis en un angosto sendero y camináis durante algo más de una hora hasta que el sacerdote os hace gestos para que le sigáis y os internáis bosque a través hasta una pequeña hondonada donde señala unas huellas enormes que parecen de oso sin lugar  a dudas.

- Este es el último rastro, os deseo toda la suerte del mundo hijos míos -dice el sacerdote antes de marcharse de vuelta al sendero.

El grupo comienza a prepararse.

Tras despedirse del sacerdote dijo con voz clara

- Ascot, creo que tú eres el mejor cazador, por lo que iré contigo. No se me da muy bien lo de seguir rastros así que te acompañaré y te dará apoyo.

- ¡Menudo jefe de partida! serás bueno justando pero si no sabes cazar... yo iré con Kelton para que no se pierda-dice para evitar reconocer que él es tan mal cazador como el propio Leocegrande.

Esta vez no te librarás, Leocegrande... -dije eligiendo implícitamente el grupo-. Me ganase en los juegos de Sir Jaradan, pero otra cosa es andar y batir por campo abierto y real.

Tampoco quería decirlo, pero no tenía más idea que ninguno en eso de la caza. Desde luego había ido pocas veces (quizá ninguna), a buscar animales para matarlos.

Cuando quieras, yo cubro la retaguardia..., lo cual no significa que vea después a esa aberrante fiera -y me reí un poco antes de continuar-.

Sonríe ante el comentario de Galorian y anuncia

- Entonces iremos Ascot, Galorian y yo por un lado y Kelton y Darby por otro. Abrid bien los ojos y tened cuidado, si tenéis cualquier tipo de problema dad un grito fuerte que no estaremos a mucha distancia... creo- se le veía dubitativo en esta situación, por mucho que hubiera ganado justando se veía que Leocegrande no estaba para nada cómodo en una cacería. ¡Menudo caballero iba  a ser!

Ambos grupos siguieron el rastro hasta que se perdió a simple vista. En ese momento, ambos grupos se separaron, Kelton y Darby fueron dirección Norte mientras que el otro grupo fue dirección Oeste.

Leocegrande y Galorian seguían a Ascot. Leocengrande estaba demostrando que como cazador era un verdadero desastre y aún más lo era como líder. ¡En qué hora había sido elegido!

Ascot hacía verdaderos esfuerzos para no perder el rastro, mientras Leocegrande iba en silencio, seguramente pensando en cuánto odiaba ir de caza.

Por mucho que lo intentaba, cada dos por tres perdía el rastro del animal y os hacía volver sobre vuestros pasos. Era del todo inútil pues el tipo estaba demostrando su inconpetencia. Si al otro grupo no le iba mejor daba toda la sensación de que no encontrarían rastro ninguno.

- Este oso pese a lo grande que es muy escurridizo. No deja apenas huellas y las que deja no son muy marcadas, me es imposible seguirle.

Condujo al grupo a través de una vereda hasta un claro, se agachó y miró al suelo. Negó con la cabeza y dijo

- He perdido el rastro. Es inútil...

Muy enfadado

- ¿ Y yo era el malo cazando? ¡ JA! la madre que te ha parido Ascot... para colmo creo que nos hemos alejado del resto. Nos has hecho seguir el rastro siempre al oeste para ahora perderlo. Si el resto ha seguido norte estarán ya a una buena distancia. Este bosque es enorme y muy espeso. A ver cómo demonios les encontramos ahora.

Desmontó y se puso a patear el suelo, arrancando trozos de tierra y hierba con cada pateo.

Deberíamos haber traído algún aldeano o un niño, alguien que conociera las lindes de este bosque, -dije pensativo mientras aún estaba en el caballo-; pero no te preocupes Leocegrande, no te fustigues -vi las muestras de impaciencia y desesperación-, peor hubiera sido si hubiéramos venido a pie. Intentaré rastrearlo yo. No obstante, cuando sigamos, iremos dejando muescas en los árboles, de acuerdo, una equis o algo así, por si volvemos a pasar por los mismos pasos...

Entonces desmonté y comencé a vislumbrar el terreno como el más experto.

Divina providencia -pensaba sin prestar mucha atención en eso de rastrear-: ayúdame.

Me puse a vislumbrar el terreno, y ¡Por el que está Arriba!

Escuderos, ¡mirad! -les dije rápidamente, mientras me agachaba bien-, parece que aquí hay algo, algún rastro..., está algo escondidos, pero puede que...