No pudo dejar de mirar asombrada las acciones de Melvin y la loca esa, sabía dónde estaba el agua y no les dijo, pero que dijera que los seguiría le pudo más. Asintió a su hermana y luego los miró ella no se quedaría a esperar a Samantha, si Melvin se quería quedar con ella o seguirlos, era su problema por el momento. —Melvin es mejor que te quedes aquí con Alistair, no está de la mejor manera como para estar correteando por la jungla. Volveremos si encontramos algo. — trató de convencerlo, pero tampoco lo iba a obligar. —Ya que esta mujer prefiere ayudarse a sí misma en vez del resto, no veo porque tenemos que ayudar a buscar a su hijo. Suerte buscándolo por tu cuenta — le dijo suspirando e instando a Mitch a que siguieran, no quería verle más la cara a la rubia.

Por unos momentos, gracias a las palabras de sus compañeros, entre ellos, Alisson, el doctor se pudo tranquilizar. Confiaba en que pudieran dar con ella, eso si eran capaz de subir. Pero lo siguiente que le comentó Alisson no le resultó muy agradable. — ¡La he visto! ¡No estoy loco! — gritó malhumorado y con señales claras de ansiedad. Estas se agravaron cuando vio que Mitch no logró subir. Se agarró con fuerza a la cabeza debido a la desesperación. — Muerta. Debe estar muerta como el resto — casi susurró aquello en respuesta a la mención de Kalina. No les hubiera abandonado, ella no. Estaba seguro que su destino había acabado mal.

Apenas atendió a la madre del chico, se sentó cerca de la base del barco sin intención de moverse de allí. Acababa de ver a la mujer arriba, no la iba a dejar. Vio a alejarse a los más jóvenes en busca de agua. Pero a estos les siguió Melvin y puede que Samantha. No se movió ni un músculo.

Miércoles, 7 de agosto del 2019.
Tarde, temperatura 29ºC
Hora Local: 17.00; 
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 Melvin, viendo que Samantha no se iba a mover y por lo tanto él tampoco, decidió acercarse al conflictuado doctor; que se mostraba muy cerca a la locura por culpa de esas alucinaciones que está teniendo. El corpulento hombre se sienta al lado de Alistair y se queda mirándolo, con una expresión de preocupación en el rostro.

- Ey, Al... ¿cómo te estás sintiendo, *buddy*? ¿Todo bien? Te estás dejando llevar por cosas a tu alrededor. Tienes que tener la cabeza fría, ¿sabes? Pensar con más detenimiento... ¿Quieres tomar algo?

 Melvin le acerca la botella de gaseosa al doctor para que pueda refrescarse un poco. Tal vez eso era lo que le estaba afectando la psiquis: la falta de hidratación. Podría serlo así como no, pero era importante manetnerse hidratado de todos modos.

Alistair tenía la mirada perdida hacia adelante, como si su mente se hubiera ido a alguna parte. Ni sintió a Morris sentarse pesadamente a su lado. Reaccionó dando un pequeño bote cuando escuchó su voz al hablarle. El hombre de ojos azules observó al de ojos oscuros como si hubiera aparecido de pronto. — No estoy bien. No puedo alcanzar a mi mujer. Está embarazada, ¿lo sabías? — había olvidado que ya lo había comentado antes, entre gritos mientras la estaba buscando. — No, no, no… Resérvalo para ella. Estará sedienta. — respondió a Melvin mientras el doctor se levantaba con una sonrisa esperanzada. Se alejó unos metros del árbol y miró hacia arriba.

— ¿¡Has oído, cielo!? ¡Tenemos un refresco! ¡Ven, por favor! ¡Te sentará bien! ¡Tú más que los demás necesita hidratarse!— En silencio y con el corazón encogido continuó mirando hacia arriba, esperando que asomara la rubia cabeza de su mujer, pero no, eso no sucedía.

Miércoles, 7 de agosto del 2019.
Mediodía, temperatura 2198ºC
Hora Local: 18.00; 
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Cuando llegaron a aquel lugar la imagen fue algo espectacular. Frente a ellos se hallaba un enorme barco cubierto de maleza y vegetación. Aquel navío llevaba muchísimo tiempo ahí encallado. Pero lo más extraño de todo es que estaba a muchos kilómetros del mar. No tenía sentido que aquello hubiera llegado tan lejos.

Además, no podía tratarse de un barco que navegase por un río porque era demasiado grande para hacerlo.

Alistair, Samantha y... ¡Melvin Morris! estaban ahí, el primero tratando de trepar hacia el interior pero sin mucho éxito.

Miércoles, 7 de agosto del 2019.
Mediodía, temperatura 28ºC
Hora Local: 18.00; 
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El refresco que Melvin tendió a Alistair ya estaba vacío, no había tanto líquido como para que pudiera beber tanta gente.

Desde lejos Diana pudo reconocer a su padre entre los que estaban intentando acceder al barco.

- ¡¡ Papá !! ¡¡ Papá !! - Se separó de André y echó a correr en su dirección, echándose sin ningún pudor en sus brazos. -  ¡ Te encontré !

Inmediatamente pasó a inspecionar a su padre, tocándolo y mirándolo por todas partes.

- ¿Estás herido? ¿Has comido o bebido algo? ¿Has visto a Mamá? - Pasado el primer impulso, Diana empezaba a tranquilizarse y a tratar a su padre con más naturalidad. -  Esté es André, me ha acompañado hasta aquí. -  A su vez se presentó ante el resto de personas. - Mi nombre es Diana, y soy la hija de Melvin, encantada de conocerles.

Encontrar a su padre era lo mejor que le podía haber pasado, la muchacha lucía radiante y sonreía sin parar.

 Melvin se quedó sentado, viendo como su compañero pensaba en su mujer y como ella debía estar en algún lado. El corpulento hombre no estaba en la misma situación, pero definitivamente podía simpatizar con su causa. Estuviera cuerdo o no, Alistair era un hombre que anhelaba a su familia con todo su ser y quería estar con ella. Su desesperación por encontrar a Daphne le provocó sentimientos encontrados a Melvin, que de su bolsillo sacó una estrujada y vieja foto de una niña, mientras se notaba la angustia acumulándose en su rostro.

Oh, Al... sé como te sientes... yo también estoy en la búsqueda de mi familia. Conozco el miedo que sientes: es el que yo estuve sintiendo desde el minuto uno en este lugar. Pero hay que ser fuertes, *buddy*. Si piensas con claridad, podremo arreglar esto. Daphne no está aquí, Al... tienes que lidiar con es-

 Antes de que Melvin pudiese seguir con su crudo pero realista discurso, aparece a través de los arbustos una de las mejores cosas que el bigotudo hombre podía encontrarse en su vida: la aparición de su hija, Diana. ¡Lo había hecho! ¡Había sobrevivido! Melvin se levantó lo más rápido que pudo, pero su hija se abalanzó sobre él y lo rodeó de cariño y afecto. Melvin no podía pedir más, y simplemente la abrazó con fuerza mientras se le aguaban los ojos.

¡DIANA! ¡Diana, *oh my god*! ¡*You're alive*, estas viva mi tesoro! ¡Estoy bien, estoy bien! El que se tiene que preocupar soy yo... ¡¿Cómo estás tú?! ¿Te has hecho daño?

 Melvin actuaba como si no le hubiese pasado nada; pero con verlo una vez era evidente lo contrario. Tenía una pierna vendada y evitaba apoyarse mucho sobre ella, además de que se lo notaba más delgado que... en cualquier otro momento de su vida adulta. Para Diana sería una imagen extraña.

- Sí, ya nos hemos cruzado con el Sr. André... ¿ha podido encontrar a sus perros, *mister*?

André no se fijó en las personas. Al menos al principio. El barco acaparaba toda su atención.

- Mon Dieu -dijó, dejando escapar el aliento. Diana echó a correr. Por lo que decía había encontrado a su padre. Por curiosidad, empezó a intentar distinguir los rostros que allí estaban presentes. A todos los había visto. Estaba Alistair, el medico. Luego la mujer trastornada que encontraron en la playa, camino del avión. Eso hizo que sintiera un alivio en su conciencia. Y luego aquel tipo bajito y con bigote. Y nadie más. Diana se abrazó a el y comenzaron a hablar en una mezcla de español e ingles que a André le costó seguir. Entonces lo entendió. Se aproximó a la pareja con timidez.

- Pero, yo pensaba que tu eres español, ¿verdad? Tu no hablas bien ingles. ¿Tu eres ingles? -preguntó intentando chapurrear su español lo más claramente posible. Después habló con Diana en ingles- *Di por sentado que tu familia era inglesa. Vi a tu padre hace uno o dos días, pero no me dijeron su nombre. Lo siento Diana. Si te hubiese descrito a todos a los que vi te pude haber ahorrado la angustia.* -dijo con rostro compungido. Después volvió el rostro a Melvin, el padre de Diana- No, Mesieur, no encontrado mis perros aún. Descansaré ahora, ¿si? y seguiré buscando, creo. Ahora que Diana está con aquí, bien, con usted-decidió dejarles espacio, y se aproximó a los otros dos supervivientes.

- *¿Mesieur Alistair?* -no tenía buena cara- *¿Esta bien? He encontrado medicinas y un botiquín. Te serán de utilidad, ¿si? Y de hecho, creo que estas gafas de sol son suyas.* -dijo quitándoselas- *Encontré su equipaje. Espero que me disculpe haberlo abierto. No sabía que era el suyo hasta que lo abrí, ¿entiende?*

Después habló con la mujer, con la esperanza de que hubiera vuelto en razón.

- *Bon Jour Madame. ¿Se acuerda de mi? La vi en la playa, hoy por la mañana. ¿Como está?*

Se sentó en el suelo, sobre la hierba, apoyado contra un árbol, después de comprobar que no se sentaba sobre un hormiguero y se dispuso a descansar un poco. Tomó una ramita y comenzó a romperla en trozos pequeños

André miró furtivamente a Diana con su padre. La voz maliciosa volvía.

No habrá noche de whisky. No se emborrachará. No te la podrás tirar

Cogió una ramita del suelo y la partió, intentando pagar la frustración con algo, sin que se reflejara en su rostro. Miró al barco para disimular.

Debiste haberme hecho caso. Un golpe seco en la cabeza. ¿Quien se habría de enterar?-concluyó en su interior la voz, con una carcajada.

Samantha se mantuvo callada durante todo el tiempo en el que aquella emotiva reunión tuvo lugar, a fin de cuentas, respetaba que los secuestradores tuvieran sentimientos y lazos familiares con otros secuestradores, y más aún si aquel pequeño niño que la había ayudado en el pasado estaba involucrado. Con paso firme, se acercó a ambos.

-No sabía que este pequeño niño -dijo lanzando una mirada a Diana- era tu hijo. Me ayudó cuando estaba sedienta y todos vosotros me habíais abandonado a mi suerte en la playa.

Esa última frase inició una llama en la mirada de Samantha, llama que buscaba quemar la papada de Melvin si Samantha tuviera super-poderes, por suerte para Melvin, para Diana y para todos los presentes, Samantha no tenía super-poderes, por lo que un olor a carne quemada no fue olido por nadie.

Los ojos llenos de esperanza del doctor miraban a lo alto, pero seguía sin asomarse, por lo que se desilusionó. ¿Era verdad lo que decían sus compañeros y que Daphne no era más que una ilusión? ¿O de verdad estaba ahí? Ya no sabía qué pensar. Escuchó atentamente las palabras de Melvin, al final era el único que podía comprenderlo bien pues estaban en una situación parecida. Y justo cuando empezaba a asimilar lo que le decía, fue interrumpido por su hija.

Alistair observó aquel bonito reencuentro con cierta envidia. Al menos él también había encontrado a un familiar, como lo había hecho Alisson con Ava.

— Alistair — murmuró ligeramente para presentarse ante la hija de Melvin. Luego se giró hacia Andre, aquel que se separó del grupo para encontrar a sus perros. Se le iluminó la mirada, y por un momento, la lucidez le vino de golpe cuando Andre le mostró sus pertenencias. El doctor se centró en ver su equipaje con gran ansiedad. Era lo que estaba buscando desde que sufrieron el accidente y por fin lo tenía a mano. Solo esperaba que su situación mental no fuese un obstáculo si en algún momento tenía que hacer uso de su equipo médico. — Gracias. Gracias, gracias. — repitió con gran alivio aun con los ojos puestos en el botiquín y en los medicamentos. — Hiciste bien en abrirlo, no importa. — Tomó de un pequeño tarro un antibiótico y se acercó a Melvin para que se lo tomase como precaución. — Tómatelo con el resto de refresco que queda, Melvin.

Echó una fija mirada a Samantha cuando dijo aquello. — No te abandonamos, enviamos a tu crío para que te diera algo de comer y beber, deberías agradecerlo. Lo que no vamos hacer es servirte tal como esperas. Aquí estamos intentando sobrevivir y encontrar nuestros seres queridos. Aporta algo. — volvió a mirar a lo alto barco. Quizás Daphne se asomaba… — Hay que seguir buscando algo de comer por aquí. Ella podría tener hambre — susurró eso último. Cada vez tenía más claro que solo estaba en su mente, pero no lo podía evitar.

El doctor permaneció ahí, buscando con esmero comida, estaba seguro que le serviría para alimentar a Daphne. 

Miércoles, 7 de agosto del 2019.
Tarde, temperatura 29ºC
Hora Local: 19.00; 
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Alistair aprovechó que estaban parados en aquella zona y se puso a buscar, aunque lo cierto es que no encontró nada que resultase de interés.

Por su parte Samantha se molestó que nadie le prestara atención; a fin de cuentas, ella era una mujer delicada, y el hecho de que no la adoraran como la brillante diseñadora que era la hastiaba, más aún si se añadía el hecho de que eran todos una panda de secuestradores que la dejaron sola a su suerte. Moviéndose hacia el barco, ideó un plan.

-Tú, -señaló a Melvin- ponte aquí. De Rodillas.

- ¡¡ Una MIERDA !! - Diana saltó como movida por un resorte - ¿Pero quién COJONES te crees que eres?

La muchacha se interpuso entre su padre y Samantha con cara de pocos amigos, aunque le duró muy poco.

- Joder... si es que está loca...

Había observado al que decía ser un médico buscando algo, pero hasta un rato más tarde no se percató que se refería a comida. Abrió su mochila y sacó dos cocos y una navaja suiza. Con la navaja hizo un agujero en cada uno de ellos, entregó uno a Alistair.

- Nosotros ya hemos comido y bebido algo, este os lo podéis repartir entre la... señora... y tú - Casi se le escapa lo de loca - El otro es para mi padre. - Entregó el segundo a su padre señalándolo con el dedo. - ¡¡ Bébetelo todo, sin excusas !!

- En cuanto lo vaciéis devolvédmelo que lo abra y saqué la carne. - De nuevo puso esa mirada feroz sobre su padre - Y te lo comerás entero, el otro de nuevo os lo repartís.

Era un problema obtener comida para cinco. Hasta ahora ella había conseguido comida y agua sin problemas, pero atender a cinco personas consumiría todo su tiempo aunque, la verdad, no tenía mucho más que hacer allí.

- Hay unos frutos que se pueden comer, ya buscaré alguno cuando nos haga falta y al este hay un río del que se puede obtener agua fresca.

Seguir todos juntos o separarse, ese es el dilema.

- Papá, tenemos que encontrar a mamá. ¿Cómo te ves para andar?

 Melvin estaba tan feliz de haberse reunido con su hija, que un poco más y se olvidaba de toda la gente que tenía alrededor.  Además, era duro admitirlo, pero hacía tiempo que no compartía un abrazo sincero de felicidad con Diana. Pero la situación no se extendió mucho, puesto que no era posible olvidarse de Samantha. La modista tenía una idea que incluía a Melvin actuando como escalón. Un tanto degradante, aunque no sería el papel más humillante que le diera aquella mujer.

 Aparentemente se quería subir al barco. Pero Melvin todavía quería ponerse al tanto con hija. Con la simpatía que caracterizaba al bogitudo hombre, le pidió tiempo.

- Señorita Smith, deme un minuto que estoy c-

 Aunque fue interrumpido por su hija, que deliberó el mismo mensaje solo que con más mala leche. Poco diplomática, pero mucho más sincera. Un fino retrato de la madre, pensó el avergonzado Melvin (que se pudo rojo por el pudor).

- ¡Diana! *Language, please*... sepan disculpar. Mi hijita siempre ha tenido la mecha corta. En un momento la ayudaré, Srta. Smith.

 Alejó a su hija un poco del resto para reprenderla. Hacía años que no la reprendía, usualmente Elena se encargaba de castigar en la casa. Por lo que puso su mejor cara de decepción.

- Niña, no te eduqué para que le grites a los demás. ¿Acaso no has terminado en la Oficina del Director suficientes veces para entender que a las señoras no se les grita?

 Antes de poder seguir regañándola, Diana le dio un coco y le dijo que se lo coma. Sin peros. Melvin quiso mantener el enojo, pero apenas le daba el estomago del hambre que tenía para soltar otra palabra más, por lo que tomó el coco y empezó a beberlo.

- E-esta bien, lo comeré... ¡pero después hablaremos de esto!... Vamos a buscar a tu madre, *of course*. Yo estoy bien, ya me sacaron el horrible fierro que tenía clavado en la pata. En algunos días estaré como nuevo. Pero no podemos dejar a toda esta gente atrás, Diana... No te preocupes por tu madre; no creo que le haya pasado nada malo a Elena. Si tu sabes que tu madre mata moscas con su mirada, heh heh...

Después de un rato descansando, en silencio, André tenía cara de circunstancias. La cosa no pintaba nada bien.

La señora mayor parecía en shock. Alucinando.
Pero lo peor era la mirada de Alistair. También tenía pinta de haber cruzado cierto umbral.

- Alistair. ¿Podrías echar un vistazo a la contusión que tengo en las costillas? Duele. No mucho, pero a veces me cuesta andar.

Quizás dar algo concreto en que pensar a Alistair serviría para centrarle.

- En cuanto a separarnos -comentó para todos los demás-. Supongo que todos tenemos nuestras preocupaciones. Creo que hoy descansaré aquí. Pero mañana querría acercarme de nuevo a la playa de las maletas. A escribí el SOS. Podemos buscar más cosas de utilidad. Después, podemos intentar subir por aquella ladera. Desde un lugar elevado veremos algo mejor cual es nuestra situación.

Tenía sed, pero quería dosificar sus existencias. Aguantó.

- El mejor lugar para un campamento sería cerca del río. Diana puede llevarnos.

Finalmente, aunque no quería deprimir a nadie, soltó lo que le reconcomía desde hace días.

- También quería preguntarles si no les parece raro que no hayamos sido localizados ya. Es decir, volábamos sobre el Atlántico. No es el Pacifico o el Indico. Esta muy transitado. No hay islas remotas. Y juraría que de noche no he visto luces de ningún avión. ¿Soy el único que piensa que esta situación es algo extraña?