Alistair no llamó la atención a la chica que hacía lo que cualquier persona razonable. Tampoco se iba a meter, estaba demasiado ocupado preocupándose por Daphne aunque a veces algunos susurros de su cabeza le decían muy bajito, que ella no estaba allí, que todo formaba parte de las alucinaciones. Así que ya no sabía qué era lo que más le dolía de aquello; si estar perdiendo la cabeza; o que su mujer no estaba allí con él. Aunque que no estuviera era lo mejor que le podía pasar, eso significaba que estaba a salvo en su casa, acariciando seguramente su tripa mientras miraba la televisión.

Escuchó un murmullo lejano que poco a poco se fue acercando más, era Diana, que le explicaba lo que habían encontrado. El doctor sintió de veras haberse enterado de la mitad de lo que le estaba hablando. Pero cuando la chica le puso en frente el coco, del cual bebió algún que otro trago para luego pasárselo a Samantha. — Gracias. Tu llegada ha sido una bendición. — Se notaba que era avispada, muchísimo. No alguien con quien tendrían que cargar como pasaba con la otra mujer.

En el momento que Andre le llamó la atención cuando acudió a él, asintió con la cabeza y fue directo. Necesitaba mantener su cabeza ocupada. — Ni nos van a localizar. Estamos condenados. — respondió a André con pasividad mientras se ponía a inspeccionar sus costillas. Tanteándolas con cuidado para no hacerle demasiado daño. — Es raro pero de nada va a servir pensar sobre ello.

André tiene una de sus costillas rotas y por eso siente los pinchazos en el pulmón. No debería hacer más esfuerzos, pues una de esas costilla podría perforar el órgano respiratorio y allí no habría forma de atenderle, moriría en cuestión de minutos.

Miércoles, 7 de agosto del 2019.
Ocaso, temperatura 26ºC
Hora Local: 20.00; 
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André no quería pensar en ello, pero lo cierto era que pasaban cosas raras en aquella isla. Cuatro días, mas o menos. Su memoria fallaba, pero le parecía que habían pasado cuatro días desde el accidente y nadie los había localizado. Ni barcos, ni aviones, ni helicópteros. Aquello no era corriente.

Y lo de la ausencia de depredadores o carroñeros. Eso le inquietaba, a nivel profesional.

Luego el animo parecía por los suelos. Aparte de que algunos de ellos estaban muy afectados. Unos más que otros. André se incorporó y se aclaró la voz.

- Espero que todos hablen ingles, ¿si? -miró a todos de hito en hito, en especial a Diana. Le parecía la más cuerda con la que se había topado- Tenemos que empezar a organizarnos. Trazar un plan. Si seguimos actuando sin un plan y nos dedicamos a ir por nuestra cuenta acabaremos muertos.

Miró hacia el barco, tentado de explorarlo, pero la luz se estaba ocultando y esa era una labor para la que quería ver bien.

- Propongo que descansemos. Mañana podemos explorar este barco en busca de útiles, pero después deberíamos trasladarnos a las inmediaciones del río. Nos ahorrará viajes. Si hay animales grandes en esta isla, animales que podamos comer, rondaran el río. Y créanme, no duraremos demasiado tiempo comiendo solo cocos.

Miró a Diana, suplicando apoyo con la mirada.

- Una vez establecido el campamento, podemos empezar a buscar más supervivientes. Marcar señales de socorro. Explorar las inmediaciones. Si cada uno va por su lado acabaremos como otros que ya han caído. No pretendo ordenar a nadie que haga nada. Solo intento que empecemos a comportarnos todos de la manera más racional posible. Y así, estoy seguro de que todos saldremos con bien de esta.

Después sacó uno de los cocos que aun guardaba y lo abrió con su navaja. Bebió y comió hasta que se sintió satisfecho y compartió el resto con quien lo pudiese necesitar.

Una vez su padre bebió el agua de coco, Diana lo rompió con cuidado usando su navaja dejando la parte que no había perforado como un cuenco. Raspó el interior y le dio la carne de coco a su padre. Hizo lo mismo con el otro coco una vez hubieron bebido los demás del otro coco, dándoles igualmente su carne y quedando con dos cuencos de madera que guardó de vuelta a su mochila. Igualmente tomó la botella isotónica que había terminado su padre y guardó la botella vacía en la mochila.

Miraba seria a su padre, pensando en contestarle o no. Ni era una niña ni sería la primera vez que contestaba a su padre. Pasado el primer brote de alegría se notaba que la relación padre-hija no estaba en sus mejores momentos. Diana se sentó a cierta distancia y con cara de disgusto. A todas luces esa reprimenda en público la había hecho enojar.

Escuchaba a André intentando organizar el grupo, pero en su estado de ánimo no estaba especialmente receptiva. Permaneció en silencio, escuchando y valorando la respuesta de los demás, pero sin responder.

André quería explorar el barco. Diana lo había intentado y se había separado de aquel equilibrista que la dejó atrás. Miró al barco sin especial interés. Consideraba que estaba en mejor forma física que André y ya se había cansado de intentarlo anteriormente. Igualmente lo dejó pasar, no estaba de ánimo para replicar.

Sólo habló cuando el hombre hizo referencia a montar un campamento al lado del agua. Señaló al este.

- Ahí hay un río. Hay que tomar el agua corriente, nunca estancada. - No hizo referencia acerca de lo que haría al día siguiente.

La verdad es que empezaba a cansarse de toda esta gente. Había ayudado a todo el mundo solo para ganarse una reprimenda por defender a su padre. Su rebeldía interior gritaba por mandarlos a todos a paseo.

- Me voy a dar una vuelta a ver qué encuentro. - Además, había compartido toda su comida y bebida con desconocidos. No tenía hambre, pero si ahora tenía un rato libre lo aprovecharía antes de que el sol se ocultase por completo.

Se dio la vuelta y se puso a buscar por los alrededores, no muy lejos pero tampoco al lado.

 El momento emotivo de los Morris no duró mucho más que dos minutos, cuando ya empezaron a discutir por los modos de la adolescente y la actitud permisiva del padre. Las mismas discusiones que crearon una relación compleja antes de llegar a la isla, y que hacía que no hubiera mucho lugar para la reconciliación en ese momento. Melvin se quedó comiendo el resto del coco, mientras veía que su hija seguía con al búsqueda de más comida. Iba a decirle que no se alejase mucho, que tuviera cuidado, que si necesitaba que la acompañase que se lo dijese. Pero realmente... ¿hacía falta? Diana se mostraba más autosuficiente de lo que Melvin jamás mostró en toda su estadía en la isla.

 El corpulento hombre suspiró, buscando una forma de aportar al grupo. Recordó lo que le había pedido Samantha (y provocó el brote de enojo de su hija). Acercándose a la Srta. Smith, Melvin la saludó con una sonrisa inocente.

- Eh disculpe, Srta. Smith... ¿todavía necesita ayuda paras subir al barco?

Por su parte, Samantha no respondió, posó con delicadeza su mano izquierda en el hombro del hombre corpulento y lo empujó hacia abajo, poniéndolo de rodillas mientras sus afiladas uñas se clavaban en el hombro de aquel pobre diablo que había decidido, de forma más que errónea, acatar la orden de aquella mujer sin escrúpulos.

-Quieto. -Ordenó- Y si miras hacia arriba, también mirarás como tus ojos terminan en tu trasero.

Con esto, Samantha levantó su falda levemente y puso sus pies encima de la espalda de Melvin, clavando los tacones en la espalda del hombre mientras esta, trataba de escalar hacia la parte superior de aquel barco; quizás, y con suerte, pudiera lograr escalar y no dejar demasiadas marcas a Melvin, con suerte para Melvin, claro está... A ella no le importaba cuantas veces tendría que clavarle los tacones en la espalda a aquel hombre.

Alistair se puso a estudiar la dolencia de André, entendiendo al poco lo que le ocurría. A medida que trabajaba, escuchaba sus palabras y frunció un ceño que demostraba interés. Es cierto que necesitaban un plan, un gran plan de supervivencia pero estaba siendo complicado en sus circunstancias; había algunos heridos y él mismo un poco mal de la cabeza. — Me parece bien el plan. — Le dijo a André justo antes de echar una última mirada a lo alto del barco, empezando a pensar seriamente que lo que había sufrido fue una alucinación, y por ese hecho sintió una mezcla de tristeza y alivio.

—Tienes una costilla rota, por eso siente esos pinchazos. No hagas muchos esfuerzos porque podría perforarse el pulmón. Ahora estoy agotado, pero mañana trataré de apañar un vendaje compresivo. — Suspiró — No sabía que había un río cerca, eso sin duda nos ayudará.  Pero de momento necesito echarme a dormir. Necesito descansar. — Tras eso, se sentó en el suelo e intentó acomodarse para dormir un poco. 

- Eh, aguarda un segundo, ¿si?-André sacó una botella de whisky de su equipaje- Tu me curas a mi, yo te curo a ti, ¿Ok? Coge esa mitad de coco.

André sirvió dos dedos de líquido dorado en cada cuenco improvisado.

- Te ayudará a descansar. Es el mejor whisky de Escocia. ¿Señor Morris? ¿Bebe?-André señaló al caballero agitando la botella.

- Eres el más valioso de nosotros ahora mismo Alistair. Te necesitamos en plena forma.

André apuró su copa de dos sorbos. Se sirvió otra y guardó la botella, acomodándose también para pasar la noche.

Miércoles, 7 de agosto del 2019.
Ocaso, temperatura 24ºC
Hora Local: 21.00; 
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Con la ayuda de Melvin, o sin ella, Samantha logró trepar por las lianas y subir al barco.

Alistair seguía durmiendo, acomodado entre la vegetación, y tratando de recuperar energías para el viaje que tendrían que hacer hacia el río. 

André terminó su whisky hasta notar una agradable sensación de achispamiento. Miró al barco una vez más, preguntándose como de buena idea era dormirse con una prueba en las inmediaciones.

- Melvin... Me gustaría dormir. P¿ero que hacemos con la chiflada? Parece que pueda ser peligrosa.

Durante un rato permaneció despierto, tentado de largarse a dormir a la playa de las maletas. Aún no era tarde.

 Luego de ayudar a Samantha a subir al barco, Melvin se quedó un poco dolorido de la espalda mientras volvía a incorporarse. Aquella mujer no tenía misericordia con el pobre hombre, que era de las pocas personas que se aguantaba los malos tratos en pos de ser una buena persona. Andre, por otro lado, se mostraba como una persona más amigable y razonable; además de compartir la mirada de su hija de que aquella mujer era una loca.

- ¿La chiflada? Oh, la Srta. Smith... esa mujer no dañaría a una mosca. Solo es un poco... quisquillosa, pero, ¿peligrosa? Para nada. Aunque si quieres, podemos dormir de a turnos. Tú descansa un poco mientras yo vigilo y luego cambiamos.

André sonrió aliviado y se arrebujó como pudo, tapándose con algunas hojas de palma caídas. Al día siguiente tendría que recuperar alguna ropa abrigo. Para la noche.

-Gracias. Tu me despiertas cuando quieras, ¿si?. ¿Quieres otra copa?, sírvete. Es un horror tomar este whisky sin hielo. Y sin cristal de Murano. Y sin...

André sacó la navaja suiza. No era nada impresionante, pero la hoja tendría diez centímetros.

Eso va en mi maleta, ¿si? Si la necesitas, cógela, ¿Ok? Y Diana también tiene una.

Finalmente André cerró ojos y se durmió.

Miércoles, 7 de agosto del 2019.
Noche, temperatura 22ºC
Hora Local: 22.00; 
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Diana no había encontrado nada relevante y para cuando regresó ya estaba todo el mundo durmiendo excepto su padre.

Había visto de lejos la escena de su padre con Samantha. Una vez más su padre pasaba de ella y de su opinión, estaba harta y relativamente furiosa y era el motivo por el que no se había acercado al grupo. No le dijo nada.

Usando su mochila como almohada buscó un lugar no muy separado del grupo pero tampoco muy cerca y se dispuso a dormir.

Miércoles, 7 de agosto del 2019.
Noche, temperatura 20ºC
Hora Local: 23.00; 
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 Melvin se quedo así solo, en su actividad de vigilante nocturno mientras sus compañeros descansaban. Cada tanto miraba hacia arriba para intentar divisar la figura de Samantha en algún lugar, extrañándose de la extensa ausencia de la mujer. Al no verla, se le cruzaban miles de posibles escenarios peligrosos en donde ella podría encontrarse. Pero también pensaba que aquella mujer no era un hueso fácil de quebrar.

 Muchos pensamientos se le cruzaban a Melvin en la cabeza. Pero el más incensante, y el que más le llamaba la consumía la paciencia, era el de dormir. Quería descansar un rato. Pero tampoco quería cortar el poco sueño que habían conseguido sus compañeros. Bufando de resignación, Melvin se mantiene sentado en el suelo mirando a los alrededores, en búsqueda de algún peligro del que debería advertir a sus compañeros.