Partida Rol por web

La cara del agente se relaja algo y contesta a Arak.

Mahu, mi nombre es Mahu.

Justo en ese momento, al echar un vistazo a las posesiones de Clarissa, encuentra la geoda que os dio Amenopheus.

Qué curioso objeto... Parece osiriano en origen... - Mahu la examina y dice - ¿Puedo preguntar cómo llegaron a poseerla?

- Vamos, Sr.Agente Aduanero. Ha visto que la clérigo nos guía por el camino de la rectitud y el justo castigo, no somos el tipo de personas que se salta la ley.

La clérigo recibió contenta las palabras de Arak, luego respondió a Mahu.

—Es un regalo de un Sabio Osiriano. Así lo tendremos siempre presente— dijo Clarissa con sinceridad. —Nos dijo que nunca nos separarmos de ella y que nos sería útil en nuestros viajes. Cuando le vuelva a ver se la devolveré. 

El paladín sonrío con genuina satisfacción. Por una vez no utilizaban subterfugios y respondían con la verdad.

No durará.

Molesto, intentó apartar esos pensamientos de su cabeza.

- Es la verdad.

El agobio de estar esperando, hacía mella en mi y quería poder dejar de una vez las puertas para poder entrar en la ciudad propiamente dicha.

- Entonces Sr.Mahu, ¿Nos permitirá franquear sus puertas, conocer su hermosa ciudad y disfrutar de las delicias que nos podamos pagar?.

Vaya...

Toda una reliquia por lo que veo. Tendréis entonces que abonar la tasa correspodiente a su categoría... Por lo que decís... - el hombre piensa durante un instante - Serán un total de 180 piezas de oro. Si hacen el favor...

- Pues parece un tasa bastante alta ... y observará que esta dañado. Roto. No considero justo que paguemos una tasa tan alta. ¿No realizan alguna baremación del objeto? ¿Pagan todos igual?

William no quería decir nada para no cagarla, pero cuando escuchó que les querían cobrar por entrar una joya en la ciudad casi desenfunda el arma.

Pero bueno. ¿Qué pasa? Que por entrar con dinero y joyas para gastarnoslas en su puñetera ciudad encima nos va a cobrar por ello.
Ah, no. Por ahí sí que no paso. Vaya a timar a otras personas y dejenos en paz. Que lo queremos en llegar a un lugar para poder descansar, comer y beber, y seguramente irnos de putas.
Pero como nos quite todo el dinero aquí se va a ir todo eso a hacer puñetas.

Una sombra cruzo la cara del paladín. Un leve palidecimiento.

Aquí vamos otra vez. De esto a volver a hacernos pasar por artistas del placer hay un paso.

Levantando la mano intentó poner algo de orden.

- Tranquilo Grend. Este caballero sólo quiere hacer lo que sus leyes dictan. No hace falta montar en cólera. Seguro que Clarissa puede ayudarnos a encontrar una solución como indican sus preceptos.

Sus mezquinos y egoístas preceptos.

- ¿Como?¿180 monedas?¿Por eso....?. Pero si seguro que es una imitación, realizada por cualquier joyero de mala muerte. ¿Cree usted que podríamos permitirnos algo tan caro?....ni que la clérigo fuera repartiendo curaciones gratuitas. ¿La ha mirado bien?....fíjese que seguro que no es tan buena.

Estaba claro que este hombre era el ladrón, yo a su lado era una hermanita de la caridad y a mi me vigilaba una clérigo a cada paso que daba.

Lorik estaba de pie al lado de sus compañeros. No le gustaba que el hombre este les estuviera reteniendo tanto, pero aun le gustaba menos que les robaran. Y asi tan descaradamente. Miró a Clarissa, tenia una oportunidad de arreglar esto por las buenas,... solo una.

AMENOPHEUS INÚTIL. NO ME EXTRAÑA QUE... QUE... ARTEFACTOS OSIRIANOS ILEGALES, MALDITO. 

—Bien— dijo Clarissa. Estaba furiosa pero no con el funcionario. —Yo asumiré la tasa. Pero quiero un recibo y justificante que he pagado la tasa apropiada y firmado por tí con tu nombre, sello y cartucho de mando. Es un regalo de un Sabio y no quiero andar pagando a cada momento por lo mismo. 

Por supuesto, señora. -el hombre saca un pergamino donde escribe las rutinas legales en estos casos, lo sella, lo firma y se lo entrega a Clarissa en cuanto ella le hace entrega de la considerable suma.

Deseo que tenga una buena estancia en Eto, pasen un buen día.

Sin más, el funcionario se despide yendo a por el siguiente en la fila de caravanas...

Clarissa, refunfuñando contra Amenopheus, entra en la ciudad.

Espero que por lo menos esto desgrave. Piensa. Tenemos el líder de facción más inútil después del fallecido y no lamentado Barón Jacquo Dalsine. Continúa pensando. Me voy a cambiar a los Szarni, a ellos no les pasan estas cosas. Llora por dentro. 

Con un gesto con la cabeza Ethelnir se despidió de Mahu mientras se adentraban en la ciudad.

William aun seguía cabreado por haber tenido que pagar lo de la gema. Le parecia un robo y, al contrario a cuando te asaltan en un bosque, no podía hacer nada para evitarlo. Eso era lo que más le fastidiaba.

Pues empezamos bien la visita a la puñetera ciudad. Espero que no sea todo así.

Por lo menos la clériga se había portado y había asumido los costes ella. Que para eso se había eregido en lider del grupo. Aun así le sabía mal. Tenía que recordarse luego de invitarla a una cerveza.

Con esos pensamientos y refunfuñando siguió al resto del grupo.

Lorik sonrió.

- Clarissa, deberias de estar muy contenta. ¿Por qué pones esa cara? Es que acaso no dice Abadar que hay que cumplir las leyes locales y favorecer el comercio con transacciones como la que acabas de hacer. Para ti deberia de ser un placer.

No le importaba nada que Clarissa hubiera pagado. Era su dinero. Él no pretendia poner un duro, preferia haber buscado otra forma de entrar en la ciudad.

—Lorik, no estoy a disgusto por esta justa transacción. Pero... ¿Y Amenopheus, que nos entregó un artefacto sin las debidas autorizaciones legales? ¿Cómo puedo trabajar para alguien así? ¿Cómo podemos trabajar para alguien así? — La mujer parecía al borde de las lágrimas — ¿Sabes? Entregó hace un año un artefacto al SAGRADO FARAÓN y el artefacto estaba maldito y le hizo enfermar. Y dicen que todavía no ha sanado.

— Toda la Sociedad Pathfinder sufrió por su culpa ¿Hasta cuando tendremos que sufrir su incompetencia y su estulticia? Con semejantes acciones vamos a parecer una marabunta de desorganizados y caóticos miserables. O unos andoranos.

—Se hace llamar sabio, pero cada vez dudo más de su sabiduría.