Partida Rol por web

Apoyó un segundo la punta de su espadón en el suelo, y después envainó su arma de nuevo. Acto seguido se masajeó con suavidad los músculos de sus brazos. Primero uno, luego el otro.

- Seguimos. Por supuesto - Ella tampoco pensaba echarse hacia atrás, aunque sabía de sobra que otros tendrían más reticencias. Esperaba que no les entrara el miedo ahora... Rebuscó entre aquellos seres por si llevaban algo de utilidad, aunque lo más probable era que no...

Los combates habían sido rápidos y fáciles, pero mi energía mágica está muy mermada. Bueno, aún tengo algún que otro truco bajo la manga y mi suerte ¿qué puede salir mal?

Creo que los del pueblo tienen más que temer de su gobernante que de estas criaturas - respondo al comentario de Meriel - Sólo espero que estos monstruitos no tengan nada así como una reina gigantesca que se dedica a parirlos como quien hace bollitos ¡Puagh!

Ni de broma pienso emular la acción de la divina de rebuscar en los cadáveres. Asiento cuando dice que seguimos - Las damas armadas y peligrosas primero...

Suelto un pequeño suspiro de alivio al ver que todo se ha calmado por el momento y me peino las llamas hacia atrás con la mano. Por poco me canso y todo. Levanto una ceja divertido ante la preocupación de Meriel pero prefiero callarme los comentarios esta vez. 

- Por mi parte estoy bien. Y ahora que ya nos hemos metido aquí y masacrado unos cuantos de estos skuldrs, no lo vamos a dejar a medias. - termino señalando a Morrigan y asintiendo a su proposión, haciendo luego un mohín al escuchar a Ekron - Por favor, no hablemos de eso que no está el horno para bollos. Eso sí, esperemos que haya algo mejor que ratas muertas y andrajos en este templo. - suspiro echando a andar tras los demás.

Avanzáis por el templo sin problemas, escuchando algún susurro que no estáis seguro de si es el viento o algo más. Meriel no parece percibirlos o simplemente los ignora. Sea como sea no encontráis rastro de más criaturas salvo algunos agujeros en la tierra demasiado estrechos como para considerar atravesarlos, pero que tanto Meriel como Feniel confirman que deben ser la manera por la que se desplazan los Skuldr.

El lugar se extiende y pronto encontráis un lugar de culto donde se deberían llevar las ceremonias principales, cerca del pulpito Ekron encuentra unas 20 monedas de plata sobre un plato, seguramente parte de una ofrenda. Siguiendo al norte entráis en lo que son los restos de una biblioteca que el tiempo no han tratado precisamente bien, ante este espectáculo Meriel se muestra algo desolada y dedica un tiempo a rebuscar entre las estanterías acompañado por Ekron. Sin alejarse demasiado el bardo y la guerrera comprueban la sala de al lado, que resulta ser una oficina. Entre los papeles se encuentra una carta:

Entiendo tus preocupaciones, Hermana Nedra, pero estamos más seguros aquí en el templo. ¿Qué mal hemos hecho? Lord Raedric no arriesgaría su posición para herirnos, cuando hemos traído tanta prosperidad al pueblo. Wirtan pretende solamente asustarnos. Sabe muy bien que son amenazas vacías, y que simplemente intenta asustarnos para que abandonemos nuestro hogar. ¿Vamos a dejar Valle del Oro en manos de los heréticos? Wirtan también hará su parte cuando el tiempo llegue. Nuestro templo se mantendrá en pie largo tiempo después de que el reinado de Lord Raedric esté solo en la memoria de los más viejos.

Rectora Obrica

Además de un libro abierto y que afortunadamente solo tiene una gran capa de polvo encima y al soplar se puede ver que es uno de versos y que hay uno en particular marcado.

Eadnung, la estrella brillante, hablo, y su voz fue como el llamamiento de un clarín, como si proyectara su misma alma. Él la conocia como la mano derecha del dios brillante y estaba asustado.

- Oh viajero, escúchame.- habló.- Eres conocido por nosotros y tus andanzas te alejan de cualquier salvación.- y gimió, pues sus pecados habían quedado expuestos.

Entonces Sargamis, el corazón de la mañana, hablo y  su voz golpeó con el calor y fuerza del sol de mediodía. - No te lamentes, pues todo hijo de la luz tiene salvación, incluso uno como tú. Siempre y cuando estés dispuesto a abrazarlo.

Harmke se arrodilló ante ellos y resuelto a salvarse a sí mismo preguntó que debía hacer.

Y Modegund, el ala izquierda del alba, habló. Su voz era como el himno final de un jilguero que despide el día.- Que la luz que reside en ti sea expuesta a su luz. Tus pecados arderán en ti mientras tomas nueva forma y renazcas bajo su protección.

Así hablo Modegund, pero Eadnung le avisó.- Has caminado en la oscuridad por muchos años y ahora te toca volver. Encontrarás el camino como un fuego titubeante, a cada paso serás tentado con volver atrás. Pero nada te hará ningún daño, siempre y cuando mantengas tu fe.

Siguiendo por la segunda puerta de la biblioteca llegáis a un comedor, que parecía ser la sala central del templo. Al sur pasando por la cocina volvéis al pasillo y encontráis que el único cuarto que habíais dejado atrás. era el dormitorio con el resto de varias literas.

Las otras dos rutas conducían a lo que parecía una piscina ahora con agua estancada y maloliente. En la que Morrigan encontró cerca de la orilla un anillo de oro engarzado con el símbolo de Eothas. La última sala terminaba en lo que parecía un fondo sin salida pero que rápidamente notasteis que había una puerta secreta. No obstante no veíais ningún mecanismo para abrirla, salvo quizás tres campanas de distinto tamaño que había en un extremo de la sala.

Tras ver el lugar, me queda claro que ese tiempo había sido abandonado hacía bastante tiempo, demasiado como para que algo se pueda recuperar de él. Aunque no puedo evitar compadecerme por Rectora Obrica en esa carta... Se tuvo que haber llevado una sorpresa al saber cómo iba a acabar su templo.

- O Lord Raedric ha cambiado mucho de la noche a la mañana o la pobre mujer no lo creía capaz de echarles... Pobrecilla. - comento, mirando después a Morrigan - Aunque creo que parecer conocer toda la historia, deberíamos preguntarle directamente a Wirtan. ¿Hace cuánto se había abandonado este sitio?

Miro con interés el libro de versos. Siempre se pueden sacar historias interesantes que nadie conoce de la religión, sobre todo aquellas que son menos "castas" que otras. Aunque este parece bastante normal. Me encojo de hombros, siguiendo el recorrido de la visita de las ruinas con los demás, sin querer meterme en el agua asquerosa a diferencia de Morrigan. Es cuando llegamos frente a una puerta secreta cuando se me dibuja una sonrisa en la cara y estiro los brazos. Esto ya promete algo más que polvo y caca de skuldr... 

- Bueno, ya sé que vosotros sois los sabios y eruditos y todo lo que queráis... - comento, mirando hacia Ekron y Meriel mientras me dirijo a las campanas - Pero esto entra en la parte musical. Así que os cederé el puesto cuando yo haya fracasado. 

Con una sonrisilla de emoción, me acerco a las campanas y toco la de la derecha, la del centro, la de la izquierda y luego otra vez la de la derecha. Y estando no muy seguro de que vaya a funcionar, me pongo las manos en la cintura con gesto orgulloso. ¡Dignidad ante todo, por supuesto!

El puente de su nariz se arrugó mientras leía las primeras letras encontradas _{- Parece que él los amenazaba más que ser amigo de ellos... ¿No crees? -} Por supuesto, era solo una impresión ante lo que había escrito aquella mujer. Esperaba equivocarse, pues odiaba confiar en su instinto y sentirse estafada o engañada.

Suspiró antes de seguir indagando hasta que dieron con ciertos versos _{- Todos hacen referencia a las distintas fases del día.. -} se rascó con suavidad la garganta. Feniel la sorprendió cuando se dirigió con tanta soltura y decisión ante las campanas. No tuvo tiempo a pedirle que esperara a pensar un poco, pues el divino ya había comenzado a tocarlas...

Contuvo la respiración expectante y casi le da un infarto cuando sintió el hócico del can contra su palma abierta. Habia desaparecido antes del ataque de aquellas criaturas y parecia que habia vuelto a rondarlos ahora que no había enemigos cerca.

_{- Espera bonito -} le dijo con el corazón en la boca esperando cualquier cosa de aquella puerta mientras acariciaba la cabeza del can

El plato de monedas me tienta... muchísimo. Pero esa ya me la sé: toca el plato de las ofrendas y se levantará el muerto viviente furioso, saltará una trampa oculta o aparecerá un muerto viviente furioso activando trampas ocultas. Ser un pelín avaricioso no me convierte en idiota, así que con mucha reticencia me alejo del plato de monedas.

Igual deberíais ponerme en antecedentes. Supongo que el tal Wirtan es aquel hombre tan malogrado al que llevasteis a rastras hasta la taberna, pero me gustaría saber qué os ha llevado a pensar que aquí podríamos resolver nuestro problema.

Dejo que Feniel toque las campanas con una sonrisa de sorna - Por curiosidad ¿Sabes lo que haces o estás tocando las campanillas al azar?...

- Creo que no tenía nada que ver con vuestro problema y más ayudar a un hombre herido, ¿no?- comenta Meriel ante las dudas de Ekron.

Por su parte Morrigan se gira hacia el perro justo cuando el efecto de las campanas sucede, cada un de ellas suena con un timbre claramente distintivo y cuando el bardo posa todo seguro de ingenio, el destino tiene a bien no dejarle mal y la pared se eleva mostrando una sala que da a unas escaleras que descienden a la oscuridad.

Los tres pueden oír un susurro frío arrastrado por el viento, sin embargo Meriel parece que no lo nota y se queda extrañada cuando los tres dudáis, por un instante.

- ¿Pasa algo?- pregunta extrañada, pero dispuesta a bajar cuando el resto quisiera.

Bien, no tengo problema con echar una mano si hace falta - respondo a Meriel. Mejor estar aquí que preocupándose de si el tirano local quiere convertirme en un adorno para árboles - Pero ¿ayudarle a qué? ¿Ha perdido algo, o a alguien, en estas ruinas olvidadas?

Para mi sorpresa la puerta se abre al son que toca Feniel - Has tenido suerte. Aunque me alegro de compartir esa suerte...

- O tal vez solo las advertía. - me encojo de hombros ante la suposición de Morrigan. 

Una cosa era segura: Aquí no íbamos a encontrar la respuesta. Me giro hacia Ekron, asintiendo más o menos, aunque antes de que responda, Meriel decide hacerlo. Demasiado sabe para lo poco que le hemos contado. Claro que una vez aquí no tiene mucho sentido seguir ocultando las cosas. 

- Si nos ha dicho la verdad, y lo que hemos encontrado más o menos podría encajar con ella, quería recuperar los restos de los difuntos y darles una sepultura mejor que la puedan encontrar aquí. Y no, no tiene nada que ver con "nuestro problema", hasta donde yo sé. Y aunque no me importaría... acompañaros a rebuscar entre la mierda de skuldr, preferiría seguir echando un vistazo por aquí. Ya que vamos de aventura, hay que aprovecharlo. 

Después de darle a las campanas felizmente, se me amplía la sonrisa al ver que una de las paredes se levanta, dejando ver más camino. Levanto una ceja hacia Ekron e hincho el pecho como un pavo, señalando las campanas de nuevo pero sin llegar a tocarlas, y haciendo sonar mi voz en un tono parecido a cada una. 

- Oh, viajero, ¡escúchame! - señalo la campana de la derecha... - No te lamentes, pues todo hijo sin oído tiene salvación... - la del centro... - Que la música que reside en ti sea expuesta a su canción... - la de la izquierda... - Has caminado en la sordera por mucho tiempo y ahora te toca volver y entender que para nada ha sido suerte. - y la de la derecha otra vez.

Con una sonrisa triunfal, hago una teatral reverencia y me marcho al trote hacia las escaleras, donde me detengo al escuchar algo que no suena tan bien como esas campanas. Miro a mis compañeros, intentando averiguar si ellos también lo han notado. Finalmente niego con la cabeza, volviendo a sonreír y haciéndole un gesto con la mano a Meriel para restarle importancia. 

- Nada, Meri. Sigamos adelante. 

La mano de Morrigan se detuvo cuando estaba rascando detrás de una de las orejas de su nuevo y único amigo. Sus labios se entreabieron  con sorpresa como una timida flor ante el sonido melodioso de las campanas acompañadas de la bonita voz de Feniel. Lo miró embelesada un segundo hasta que le escuchó llamar a la peliblanca, Meri. tan familiar y cercano como si la conociera de toda la vida cuando no era así.

Se irguió en toda su altura intentando recomponer su gesto a uno más serio y enfundó su espadón para sacar la ballesta y preparar un virote. Había escuchado un sonido nada amigable que no le había hecho ni pizca de gracia.

_{- Un ruido extraño -} dijo para rebatir las palabras despreocupadas del divino de fuego. Su pie derecho avanzó al interior de aquella sala recién abierta, para luego pasar el otro por delante muy despacio. Se fue acercando de nuevo a la pared que le daria más covertura si algo subía por las escaleras.

La peliblanca frunce el ceño ante el diminutivo de Feniel, pero prefiere centrarse en el aviso que da Morrigan. Colocándose en la retaguardia de la guerrera con las manos dispuestas a conjurar a lo que sea que haya hecho ese sonido, dando por sentado que el resto simplemente tenía mejor oído que ella.

Afortunadamente no hay nada al otro lado de la puerta ni bajando las escaleras, salvo cierto olor a humedad y putrefacción. Lo que si notáis los tres son susurros indefinidos y otra vez la sensación de que hay algo justo en el rabillo del ojo que se escaba de vuestra visión. Tanto Meriel como el perro parecen completamente ajenos a esos sonidos, aunque claramente había algo más allá de la sala donde acaban las escaleras, pues el can avanza hacia la esquina que abre a otra habitación con dos caminos y gruñe a la que está más al este.

No sé vosotras, pero yo estoy oyendo como si alguien me susurrase a la oreja y estoy vestido, así que no lo estoy disfrutando precisamente - Convoco una esfera de luz y la dejo sobre la punta de mi dedo índice - ¿Dónde la quieres, Morrigan?...

- Por favor, Ekron, pensaba que ya tenías a tu gran y único interés romántico... - le reprocho al mago, haciendo un vago gesto con la mano hacia Meriel y finalmente llevándomela al pecho - Yo. Sea como sea, si puedes hacer una más grande y dolorosa que esa, nos vendría bien para lo que sea que espere delante. 

Después de hablar en susurros, le hago a Morrigan un gesto para que se encargue de su amigo peludo y esperen, y me acerco con extremo cuidado hacia la puerta. Después me asomo con cuidado, intentando ver qué demonios le ha puesto tan nervioso al bicho como para que gruña ahora y no antes.

Aquello le erizaba la piel y le generaba cierta sensación de impotencia. ¿Porque no podía verlo? ¿Porque parecia que estaba ahí y a la vez no estaba? Su cuerpo basculó para orientarlo hacia donde el perro estaba gruñendo y ante la pregunta de Ekron le indicó que iluminase aquel sitio, pero a ser posible en donde no pillara a Feniel, el cual estaba aproximandose.

_{- Estate pendiente de lo que pueda venir -} luego miró a Meriel para que se acercara a ella _{- No podemos descuidar el otro camino -} Fue entonces cuando colocó su mano sobre el cuello del perro y ejerció una suave presión antes de acercarse por un costado a la otra puerta. Con su visión quizás podría ver si había algo allí. No se fiaba.

Oh, vaya. Así que ése es tu método - le contesto a Feniel - Ameline, eres la única para mí - digo imitando la voz del divino - Krea, te aseguro que no hay espacio para nadie más en mi corazón. Annie, sólo tengo ojos para ti... - chasqueo la lengua - Lo siento, pero eso no va con mi estilo.

Dirijo la esfera luminosa hacia donde está gruñendo el chucho y la dejo pegada contra una esquina del techo desde donde pueda iluminar lo máximo posible - Si lo necesitáis hay más de donde salió esa...

- Ah, ¿y cuál es tú estilo?- pregunta entretenida Meriel, dedicándole una mirada divertida y curiosa por un momento hasta que el perro gruñe y se vuelve a centrar.

Feniel avanza sigiloso y con tal cuidado que si lo que esperaba al otro lado de la sala fuera un skuldr podría haberle susurrado al oído antes de que se dieran cuenta de su presencia. Lamentablemente lo que se encontraba en la sala no se movía de manera normal e incluso era imposible de ver hasta que Morrigan ilumina con su espada, aún encantada por la luz de Ekron, la estancia justo a tiempo.

En la sala veis un par de cadáveres de las mismas bestias que habías enfrentado hasta ahora. Se los veía como chupados y con un gesto de horror en el rostro. En lo que se fija la guerrera divina de la muerte es en como las sombras de esos cadáveres se mueven y consigue ponerse delante de su compañero bardo a tiempo de intentar evitar el ataque de los entes que se formaban justo delante, momento en que Perro gimotea asustado mientras retrocede atrás de todos.

Lamentablemente las criaturas son rápidas y certeras y golpean a ambos divinos. Ambos sienten un frío de ultratumba a su contacto, aunque para la guerrera es una sensación familiar y no tan dañina...

Llegar hasta donde ambos quieran y sin engaños - contesto sin tapujos - Al menos ahora. Yo también pasé por mi época de picaflor y... - miro sorprendido las extrañas apariciones y la forma en la que golpean al bardo y la guerrera - Lo que faltaba. Unos...

_{- Por Berath bendito -}

¿Almas sin descanso? Con un movimiento ligero y rápido de pies, consigue cubrir en parte a su compañero. Quiso interponer su arma también pero aquellos seres eran rápidos como demonios. Ni siquiera pudo discernir con que les habían golpeado ¿fue con sus puños, garras, apendices? ¿Llevaban armas? Esto último era más improbable, ya que parecian haber comenzado a emerger de los cadáveres que allí yacían.

- No, hombre, ninguna es la única para mí. Eso sería mentir descaradamente... - respondo a Ekron, negando con la cabeza con una sonrisa - Así que el truco es hacer que se sientan únicas. Y no te preocupes, Morris, lo tengo todo cont...

En el momento en el que digo eso, me fijo en las extrañas figuras que hay delante de nosotros y no me da tiempo antes de que una me alcance y suelto un siseo, llevando la mano a la ballesta. 

- Nada, no he dicho nada. ¿Algún consejo contra lo que sean estos... fantasmas?