Partida Rol por web

Era un día precioso y la mañana era tranquila en la ciudad. No era una época de compras señalada y al estar lejos de zonas turísticas la ciudad tenia un pulso tranquilo. El truco para saber vivir en NY era alejarte del bullicio. A Vivica nada se le habia perdido alli, desde que dejara su trabajo. Al dejar el puesto en la ONU, se habia concentrado en recuperar el tono y volver a competir en gimnásia ritmica.

Para ello llevaba ya inscrita 6 meses en Akeno Gym, un pequeño gimnasio de un tigre muy zen que tardó poco en saber que ella iba en serio. Vivica normalmente se relacionaba poco en el gimnasio. Tenia su horario de entrenamiento con Akeno, se duchaba y se iba. Akeno le caia bien. Aunque joven, era bastante maduro para su edad, y por lo que Vivica sabia habia llegado lejos, aunque su carrera se habia fastidiado. Era admirable que hubiera reciclado su carrera sin dar muchos bandazos.

Además de Akeno, solia encontrarse con Sorcha. La zorra le caia mal, era demasiado impetuosa, chula y agresiva para su gusto... Es mas, evitaba saludarla.

Entro en el gym.

-Ding ding!

Mi cliente había faltado a la sesión porque no se encontraba bien y eso había provocado que yo me encontrara mirando el móvil de forma aburrida, mandando algún mensaje de texto o revisando el correo. De vez en cuando me daba algún paseo por las instalaciones y veía a la gente hacer deporte, incluso les corregía si pensaba que se podían hacer daño. Cuando de nuevo escucho el timbre que indica que hay alguien en la puerta. A medida que me acerco puedo ver quien es a través del cristal, Vivica, una pija algo estirada pero al menos es constante y no como la mayoría de gente que se apunta para perder barriga y no dura ni dos días.

Me coloco en la puerta y la empujo desde dentro para abrirla, aunque todavía no dejo pasar a la mofeta, si no que me quedo mirándola con una sonrisa de lado. 

—Mira a quién tenemos aquí —digo haciéndome un poco al lado, sujetando la puerta pero ya dejándola pasar —¿Sigues teniendo miedo a que te de una paliza sobre el cuadrilátero? vamos, seré buena contigo.

Ni ella me cae bien, ni yo le caigo bien a ella, no tengo dudas y no me molesta, pero eso no quita que me guste pincharla un poco tratando de herir su orgullo. Una vez pasa cierro la puerta y ni siquiera aviso a Akeno de que ella ha llegado, si quiere avisarle que lo haga ella misma.

Vivica es lo suficientemente madura para intentar constantemente no llevarse a un plano profundo tus pullas. Hay cierta rivalidad, pero a ella le pareces poco femenina, bruta y de poca confianza.

- Ah, hola Sorcha. Ya te he dicho mil veces que no hago deportes de lucha (realmente te lo ha dicho mil veces, lo que hace que sospeches que es una blanda y que tiene miedo). ¿Has visto a Akeno?

Vivica cargaba una bolsa deportiva bastante grande, vestia mallas y un top deportivo que no era suficiente para disimular que tenia enormes pechos. ¿Quizas fuera la tipica chica operada como premio a unas notas excelentes en la graduación de su instituto?

Akeno estaba observando a algunos de sus clientes hacer ejercicio en una de las salas contiguas, pero no pudo evitar escuchar cómo alguien entraba en el gimnasio. Su oído era, desde luego, bastante fino. Salió de la zona en la que estaba y se dirigió a la entrada para encontrarse con Vivica. Más o menos ya la conocía, aunque nada más que por el mero hecho de que acostumbraba a pasarse de cuando en vez. Además de haber notado una ligera tensión entre ella y Sorcha. No podía evitar percibir esos detalles, su empleada no era precisamente la mujer más sutil del mundo y su actitud podía alterar a algunos. A él no, pero porque su paciencia era casi infinita. El día en que alguien llegase a agotarla sería el fin de los tiempos.

- Hola, Vivica. - Dijo con una pequeña sonrisa, y después miró hacia Sorcha con la misma amabilidad con la que había mirado a la primera. Era un hombre sosegado, fuese quien fuese con quien hablase. - ¿Vienes a hacer tu entrenamiento habitual? - Le preguntó sin entrar en más detalles. No solía inmiscuirse demasiado en las vidas ajenas, no sin una invitación previa. Era bastante respetuoso en ese ámbito, algo que debía de agradecerle a sus padres.

Cuando me preguntas si he visto a Akeno me giro para mirarte de nuevo, dando la espalda a la puerta que ya se había cerrado. Me fijo en tu cuerpo y en tus curvas, apreciando que tienes unos bonitos pechos aunque en tamaño yo no me quedo muy atrás, sobretodo cuando aquel sujetador deportivo hace que se me marquen las formas bastante. Con el vientre al descubierto solo llevo un pantalón igual de ajustado que cubre hasta debajo de mis glúteos y unas deportivas de color negro y rosa a juego con lo demás.

—Claro que le he visto, trabajamos juntos, ¿sabes? —respondo de forma un poco borde mientras me cruzo de brazos. Pero entonces suspiro con suavidad y señalo el despacho del jefe —Creo que está en— empiezo a responder, pero cuando aparece le hago un gesto y corto la frase —Y que sepas... que aunque no hagas deportes de lucha unas clases no te vendrían mal, maldita sea, estás buena y la calle está llena de desgraciados. Piénsatelo. Te lo preguntaré cada vez que vengas hasta que me digas que sí.

Ya me cayeras bien o mal, seguías siendo una mujer y como feminista era para mí un placer enseñar a defenderse a todas las que quisieran hacerlo. A veces el mundo ahí fuera podía volverse turbio y saber noquear a alguien o reducirlo para irte corriendo nunca estaba de más.

— Ala, os dejo con vuestras mierdas espirituales — digo antes de girarme para irme.

Vivica sonrie y acto seguido, hace una reverencia, tal como le has enseñado. Son sus pequeños rituales del gimnasio, y se los toma siempre en serio.

- Akeno San, si. Vengo a hacer mis ejercicios como cada jueves.

- Te tomo la palabra Sorcha pero de momento se cuidarme solita. No he tenido problemas con hordas de violadores saltarines.

Chris se pasó por el gimnasio sobre las 8 de la mañana. Llevaba años yendo al mismo sitio y se sentía un poco mal por traicionar sus costumbres pero éste le quedaba mucho más cerca de casa. Chris era un tipo metódico, que seguía siempre la misma rutina y de 8 a 9 tenía entreno. Después se ducharía desayunaría algo y se iría a la tienda, a las 10. M&M abría a las 9 pero para eso tenía a Damaris.

-Buenos días! Mi nombre es Chris y vengo a probar!

Justo cuando Vivica estaba siendo recibida por Akeno y Sorcha, entró Chris. Fue de subito, llamo inevitablemente la atención a todo el mundo.

- Sorcha... - Dijo al escuchar lo que su empleada decía, pero no pudo evitar que le hiciera algo de gracia. Tenía que admitir que le gustaba que fuese así de dura, alejaba a los malos clientes de a una, pero también intimidaba a otros tantos. Sea como fuera, estaba contento de tenerla allí. Era una buena luchadora, y eso era algo que facilitaba el respeto que sentía. - No seas tan dura. Si quiere practicar artes marciales lo pedirá ella. - Como siempre, Akeno era la viva imagen de la calma. Estaba convencido de que si alguien quería algo lo pediría de su propia boca. No le gustaba insistir, sentía que eso era forzar algo que a lo mejor no debía pasar.

- Entonces prosigamos con los ejercicios. - Le dijo a Vivica, pero antes de poder continuar entró otro cliente más. Al parecer había bastante actividad hoy por el gimnasio. Había días que la puerta no paraba, otros en los que no había nadie... Era bastante extraño trabajar allí, aunque igual se debía a que el ejercicio no era el hobby de mucha gente. Pero no importaba, él no podía alejarse de lo que en su día fue su pasión.

- Buenos días. - Le respondió al que acababa de llegar con una fina sonrisa. - Yo soy Akeno, pero ahora mismo tengo algo de trabajo. Sorcha, ¿te encargas tú? - Le preguntó por si no estaba muy atareada en ese momento. 

- Hasta luego Sorcha. *no puede evitar decir al sentir que se ha librado de las increpaciones de esa matona. Va con Akeno al dojo de la parte alta*

Me giro y veo al nuevo cliente que acaba de llegar y no necesito más de un instante para saber que no lo había visto antes por las instalaciones. Tenía un aire de chulo que no me molaba demasiado, lo que me hizo fruncir el ceño un poco antes de asentir a la pregunta de Akeno.

—Yep, jefe, yo me encargo. ^{_{Que remedio}}—digo esto último bajando un poco la voz, aunque igualmente se escucha. Entonces me dirijo a Chris y me pongo con las manos en la cintura—Yo soy Sorcha, monitora y entrenadora, bienvenido. ¿Estás buscando algo en especial?

Cuando escucho a Vivica me giro y la observo un instante, aunque no para despedirme, sino para mirar su culo en aquellas mallas cuando se aleja de mí. 

Chris llevaba su bolsa de entreno de cuero de estilo boxeador, de la que estaba enamorado, colgando del hombro cuando vió a una chica bastante atlética y que, al parecer, se llamaba Sorcha.

-Un nombre original. Bueno, me acabo de enterar que estais abiertos. Vivo bastante cerca y quería acercarme a ver las instalaciones y quizás probar una sesión. Entreno por mi cuenta desde hace ya casi diez años, así que no os daría mucho la tabarra.

Me interesan sobretodo máquinas de piernas. Arrastro una lesión de rodilla y , para poder seguir jugando sin dolor, tengo que meterle caña al cuadriceps y a los isquiotibiales.

Akeno se despidió con la mano y fue junto a Vivica a la zona superior del gimnasio para iniciar con su entrenamiento, tal y como era habitual. Se había acostumbrado a aquellas sesiones todos los jueves. Por otro lado le alegraba ver nuevas caras por allí, atraer a clientes era algo necesario para mantener el negocio a flote. 

Desde luego que estaba en forma, de eso no había ninguna duda, por lo que al menos me quitaría el coñazo de siempre al no tener que explicarle los ejercicios o cómo se hacían las dichosas máquinas de forma correcta para evitar lesiones. Ya estaba cansada de repetir una y otra vez: "Esa espalda tiene que estar recta", "bájate el peso y controla más el movimiento"; panda de cretinos.

—Ai, tengo sangre irlandesa. Supongo que de ahí me gusto por las peleas y el whisky — respondo a lo que dice de mi nombre. Tras ello le hago un gesto con la cabeza para que me siga —. Vamos, te enseñaré un poco la distribución del gimnasio.

Lo llevé a la primera zona, donde había bastantes máquinas todas modernas y variadas. Muchas estaban ocupadas por gente haciendo deporte, al igual que por el resto del gimansio.

—Esta es la zona de cardio. Tienes elípticas, cintas, bicis, escaleras, remo... todas esas cosas que la gente hace mal y acaba quemando músculo en vez de grasa —explico con algo de desdén, antes de pasar a la zona donde se encontraban los tipos mazados haciendo sus pesas —. Aquí tienes la zona de peso libre, ya sabes, hierros, barras, sacos... Mientras que en la parte de atrás tienes las máquinas, que como dices te vendrán mejor si quieres hacer ejercicio en la pierna de una forma más controlada. Tienes máquinas para la cadera, glúteos, femoral, cuadriceps... aunque yo soy más de hacer sentadillas directamente. —Desde el mismo sitio alzo la mano y señalo al fondo, donde hay muchas puertas — Aquellas son las clases. Tenemos desde spinning, crossfit, deportes de contacto y mierdas espirituales como las que hace Akeno.

No me gusta demasiado tener que explicar todas esas cosas porque mi sueño era llegar a dar clases de boxeo o mma, pero de momento era lo que tenía. Así que cuando acabé me giré y le miré, cruzándome de brazos haciendo que mis pechos se alzaran un poco al poner los brazos bajo ellos.

—¿Algo más que necesites saber? —pregunto antes de apretar los labios.

Chris no estaba impresionado. El material estaba bien, sí pero la actitud de la tal Sorcha no le gustó en absoluto. Se la veía a desgana y muy apresurada en su trabajo. En cualquier caso, como ella misma había dicho, aquello tampoco era demasiado determinante. Chris no necesitaba a nadie.

Y los vestuarios? Hay sauna? Jacuzzi?

—Y yo que te había tomado por un deportista —digo con cierta sorna en mis palabras dibujando una sonrisa de medio lado en el rostro —. Hay vestuarios sí, sauna, jacuzzi... Akeno se encargó de que el gimnasio estuviera adecuado para todos los gustos, incluso para aquellos que vienen más a pasar el tiempo que a hacer deporte. Hasta tendremos una masajista dentro de poco, que imagino que serán las clases de cosas que te interesan.

Ya estaba acostumbrada a esa masa de chicos que solo iban a ponerse fuertes por pura estética, a inflarse de forma insustancial en vez de preocuparse más por el estado de su cuerpo o practicar deportes y no solo levantar peso de forma fútil. 

—Ya se nota que tipo de deportista eres, si preguntas antes por dónde está el jacuzzi que el cuadrilátero. Pero es vuestro dinero, gastarlo en lo que queráis —termino diciendo mientras me encojo de hombros.

Chris la miró por encima del hombro, con una mezcla entre sorpresa y rechazo.

-¿Asi es como intentais captar clientes? Pues ale, por mi os podeis a tomar por el culo -dijo calmadamente. Que tengas un buen día, Akeno. Deberias buscarte otra socia.

Aquel día era distinto en el trabajo del equino la jefa de Jeremy lo despachó temprano del trabajo, no sin antes nalguearle en un acto que se consideraría claramente acoso laboral pero que Jeremy dejaría pasar, el chico caballo tendría la tarea de: traer un repuesto para una de las máquinas de ciclismo que tenían en el gimnasio del Hotel. Para mala suerte de la jefa de Jeremy no podría aplicar a los repuestos por canales oficiales y se vio forzada a buscar entre los gimnasios locales por si alguien estaría de acuerdo con venderle al hotel este repuesto. Entonces estaría enviando a Jeremy con el resto del día libre contal de que al día siguiente traiga el repuesto consigo al trabajo para instalarlo.

Llegando en un taxi amarillo tan característico de la ciudad, llega Jeremy al gimnasio, traía ropa casual unos pantalones cortos de tela, camiseta azul y un gorro para tamarse del sol. Entraría al establecimiento y buscaría la recepción ya una vez dentro.

Descubrí que a la zona de la ciudad a la que me había mudado tenía un gimnasio. ¿Destino o casualidad? Sea como fuere, consideré acertado entrar y preguntar por si necesitaban una masajista, quién sabe, igual tenía suerte y me contrataban; incluso podría conseguir un descuento para hacer ejercicio, era bueno estar en forma. 

Escogí ropa cómoda para presentarme allí, no quería quedarme excluida por una cuestión de estilo. A ver, era un gimnasio, así que, lo propio sería vestir algo propio; me decidí por unos pantalones, bastante ceñidos, estilo leguins y por arriba una camisa blanca abierta y debajo un top lila. Tras mirarme en el espejo y contemplar lo bien que se me ajustaba a mi silueta, ya sólo faltaban unas gotas de "cautivas" (fragancia urbana para las cazadoras sutiles). 

Me situé delante del local, busqué el timbre pero finalmente decidí a entrar y llevar a cabo mi presentación con el encargado, en el caso de que el dueño no estuviera. 

- Buenos aires, he visto que el local es nuevo y quizás estén buscando gente para cubrir tareas - me acerqué al sujeto, tratando de romper la distancia de confort pero sin provocar malestar - trabajo de masajista, igual...

- Me llamo Wendy - quizás había sido demasiado directa, pero presentaciones así daban un impulso de personalidad y mostraban bastante confianza en mí misma - traigo informes sobre mi trayectoria.