Partida Rol por web

El barman ya estaba desempolvando una botella, que tuvo que sacar de bajo la barra ya que poco quedaba entero sobre ella, y servía el segundo vaso de whisky cuando la pregunta de McReady le detuvo en seco. Perforó a McReady con la mirada unos segundos antes de continuar.

- No torrrnado. Matones, Indeseables. Escorrria. Querrer cerrrarr este sitio. Medio pueblo, suyo. -

Cuando terminó de servir los vasos, escuchó a Juanita, a la que dedicó una mirada algo más suave, mientras limpiaba un vaso rajado con un trapo.

- Mujerres aquí solo trrabajarr de una cosa. - mencionó el alemán con voz grave de circunstancia, pero por como sonaba, parecía dar por hecho que eso era lo que buscaba juanita por sus palabras. - Mucha merrcancia. Poco beneficio y mucho mal. Mejorr olvidarr.

Hombrres igual, solo minerrros. Antes haberr más, perrro ahorra distinto. Lorrrd rico comprrra mina, contrrrata hombres, comprrrarr más mina y querrerr aún más hombrrres. Y hombrrres vienen, y solo trrrabajan en mina porque mejorr pagan que en pueblo. -

El barman miró detenidamente a juanita, antes de terminar - Casa bonita de viuda Johnsonn. Mujerr fuerrrte; generrosa. Ella darr buen consejo si pedirr amablemente. -

La multitud os estorbaba el paso en gran medida, pero aún así os las apañásteis para alcanzar la entrada al 4 de Picas. Cuando Lonegan se dirigió al gorila de la entrada, este se giró hacia él con cara de malas pulgas.

- ¿Acaso estas ciego, rufián? Estos desgraciados acaban de terminar su ronda de trabajo y vienen a aumentar sus honorarios. O... - se interrumpió un segundo para atrapar a un hombre que intentó colarse bajo el brazo del gorila - ...sus deudas. - Con una sonrrisa de cruel satisfacción el portero arrancó la bolsa de dinero del minero y después lo arrojó hasta chocar contra algunos otros entre la multitud. - Porque este es el mejor sitio de toda la ciudad. -

- Ah si... - dijo fijándose entonces en Maverick, al lado de Lonegan. - ¿Esta mañana? Pues resulta que mis jefes me han dicho que si cierto hombre, con la cartera más llena que su cabeza y un ridículo lazo, pretendía entrar debía darle antes un regalo especial. - El gigantón comenzó a acariciar nada disimuladamente su porra, aunque sin soltarla del cinturón - ¿Alguno de vosotros es ese hombre? -

Mientras bebías discretamente frente al Kaltes Bier, tenías prácticamente toda la calle principal a la vista. No es que hubiera mucho que ver, salvo la multitud que se afanaba por entrar al 4 de Picas o alguno de los otros locales de juego, pero daba la sensación de ser un buen lugar como cualquier otro.

El interior del Kaltes Bier estaba en total tranquilidad ahora mismo. De reojo podías ver como Juanita y McReady estaban siendo servidos por el barman como a cualquier otro, por lo que no te preocupastes mucho por ellos. A Lonegan y Maverick los perdistes un poco de vista entre la multitud, hasta que en un momento dado parte de la ultitud hizo un alboroto y algunos a un lado cayeron al suelo. No sabías que había pasado, pero todos parecían comportarse con normalidad después de aquello, salvo un par de mineros que se largaron bastante rápido al ruinoso hotel sin nombre al final mismo del pueblo.

- ¿Alguno de vosotros es ese hombre? - comenzó a acariciar nada disimuladamente su porra, aunque sin soltarla del cinturón.

- En absoluto, buen hombre - respondió Maverick sin apenas inmutarse ante la amenaza nada velada del gorila. Compuso su mejor sonrisa y con un gesto rápido extrajo un billete de un dólar del bolsillo

- Pero tenga por seguro que le avisaremos si vemos a alguien así - e introdujo nada disimuladamente el billete en el bolsillo de la pechera del matón.

Se volvió hacia Lonegan y sin perder la sonrisa continuó como si tal cosa - creo que no está aqui lo que andamos buscando ¿no es así? ¿jefe?

Lonegan escuchó detenidamente las palabras del portero del salón de juegos, y miró discretamente a Maverick cuando habló de cierta amenaza sobre un hombre con un ridiculo lazo... como el de su compañero. No supo si aquel matón era demasiado tonto o demasiado listo al no llevar a Maverick a un aparte para hacerle entrega de aquel regalo especial, así que pensó que sería mejor alejarse por ahora del cuatro de picas, o si realmente era necesario volver, hacerlo sin Michael para evitar complicaciones innecesarias con los dueños del negocio.

-Tienes razón Michael. Tal vez volvamos más tarde, pero ahora este sitio esta demasiado abarrotado. Prefiero algo más tranquilo.-Tras alejarse unos pasos del portero y el tumulto de gente, Jack le comentó con discreción.-Aunque tal vez no fuera mala idea tentar a algunos de ellos con una retribución adecuada por ayudarnos. Si vienen buscando ingresos extra, sabrán valorarlo.

Pancho sintió curiosidad. ¿Qué diantres habría pasado?

Lanzó una mirada al interior del Kaltes Bier en donde Juanita y James se habían internado. Les había prometido estar cerca por si ocurría algo, pero tal vez hubiera ocurrido algún incidente importante en el Cuatro de Picas y dudaba si alejarse del local "alemán".

Finalmente, se decidió a alejarse un momento del entablonadi Saloon para acercarse a los dos mineros que se dirigían hacia el destartalado motel sin nombre y preguntarles, botella en mano: -Oigan compadres, ¿ahorita que ocurrió en el cuatro de picas? Se vió como un pequeño alboroto por allá híjoleeee.-

-En realidad, no hay muchas cosas en las que pueda trabajar una mujer... ni aquí ni en ningún sitio- le comento al hombre con algo de pena. -Así que la mina da mucho dinero... y ya nadie quiere trabajar en nada que no sea eso ¿Y no les roban? Porque en las minas donde hay mucho que sacar, siempre alguien acaba robando...-

Cuando comenta lo de la casa, mi propia curiosidad, al margen de lo que queremos saber, me impulsa a saber más. "Ya está James aquí, yo no le hago falta..."

-Creo que me voy a acercar a pedir su consejo. Le prometo que seré amable. Muchas gracias-

James apuró el primer trago de un tirón y pidió otro, limpiándose la boca con el dorso de la mano.

-¿Medio pueblo?¿De quién?¿Y porqué iban a querer cerrarle el local? Cualquiera persona sensata sabe que hay que darle a la gente la posibilidad de gastarse su dinero y divertirse. Es la clave. Lo extraño es que no hayan intentado comprarle el local.
 

Lo extraño es que no hayan intentado comprarle el local.

- Lo intentarron, perrrro... - La frase del barman se quedó en el aire mientras miraba a un punto fijo, perdido en sus pensamientos con un aire melancólico. No llegó a contestar, salvo para negar con la cabeza y continuar con su labor frotando vasos y limpiando la barra. Solo cuando Juanita se levantó para irse reaccionó, aunque un poco distraido - con dios, señorrita. -

Al abandonar ella el Kaltes Bier, solo quedaron su maltratado dueño, McReady, y otros 3 parroquianos ocupados silenciosamente en sus propios asuntos.

Los mineros se detuvieron para girarse un poco asustadizos, pero al ver tu aspecto se tranquilizaron un tanto. Uno de ellos comenzó a hablar, envalentonado por su enfado. - Ese gorila del 4 de Picas. Le ha quitado todo su dinero a un deudor y lo ha arrojado contra la multitud. Es un sádico bastardo y además disfruta con ello. - al terminar de hablar, el minero se concedió unos segundos para tranquilizarse, aunque echando alguna mirada de caultela hacia el 4 de picas. - Para nosotros es mejor no acercarnos esta noche. -

- ¿Eres uno de los nuevos trabajadores? ¿Tienes donde dormir? Te recomendaría nuestro motel, pero lleva meses repleto. - continuó el minero, tomándote por uno de los suyos, refiriéndose al hotel hecho una ruina - Yo que tu buscaría un lugar, y rápido. No salgas de noche, o te atrapará la bestia. - y terminando con aquellas palabras, él y su compañero se apresuraron calle arriba.

- ¿Ah, no? - respondió el giganton. Después de que Maverick le cediera el dolar, el hombre se lo guardó como si no hubiera visto nada, y volvió a mostrar aquella sonrisa de alegre crueldad. - Me habré equivocado entonces. No tengan prisa por volver. Estaré esperando. -

De ese modo os alejásteis del 4 de Picas, que parecía haberse vuelto bastante hostil para vosotros, o al menos para Maverick. Alrededor nada había cambiado mucho; Pancho se había alejado unos metros de su lugar para hablar con un par de obreros, y Juanita había abandonado el Kaltes Bier y ahora recorría sin prisas la calle principal hacia la entrada del pueblo.

La calle principal estaba igual que hacía unos momentos, salvo que Pancho se había levantado de su lugar para charlar con un par de mineros a unos metros de distancia. Habías perdido totalmente de vista a Maverick y Lonegan, pero al recorrer la calle principal hacia la entrada del pueblo, los reconociste separándose de la multitud que intentaba entrar en el 4 de Picas.

-¿Quiénes lo intentaron?-preguntó James insistentemente-¿Quién controla medio pueblo?¿Y qué pasa con la otra mitad? Vamos, no le hará ningún daño hablar conmigo. Si esto sigue así, tendrá que acabar cerrando.

Pancho sintió escalofríos al ser mencionada la bestia -¿E.... el chupacabra? He oido hablar de él. Pero, ¿también se atreve a entra al pueblooooo...?- Dejó la pregunta en el aire, la cual era retórica y no esperaba contestación de la misma. - ... ay mamasita.-

Pancho siempre pensó que la criatura asaltaba a caminantes a las afueras del pueblo, no a gente dentro del mismo pueblo.

-Pues gracias por el consejo compadres. ¡Que les vaya bonito!- No les siguió, porque según le acababan de decir los mineros su motel estaba completo.

Pancho castillo se imaginó a la criatura avalanzándose sobre él mientras caminaba a solas por los callejones del pueblo. Maverick, Mc Ready, Lonegan y Lupita se encontrarían a salvo dentro de otros edificios del pueblo. Con el jaleo del saloon y la sala de juego, en el vacío del espacio de la calle, nadie podría oír los gritos del mexicano.

Cuando perdió de vista a los dos hombres, Pancho tragó saliba y miró hacia el cielo nervioso, buscando indicios del anochecer. Gotas de sudor perlaban su frente, y sus ojos mostraban miedo.

-Hay mamasita. Mejor no quedarse a solas en medio de la calle por la noche. - Ni corto ni perezoso se dirigió hacia el Kaltes Bier.

Por el camino, anduvo con los ojos bien abiertos y la mano cerca de la pistolera, sin peredr de vista los callejones oscuros. Se le habían quitado de repente las ganas de tomar un trago.

Salgo del local con mucha curiosidad pero ya sin estar segura de porqué. "Es una viuda. Si su marido tenía dinero es lógico que tenga una casa bonita... ¿pero porqué sigue aquí? Yo me hubiera largado de este pueblo miserable... A lo mejor es que sólo tiene la casa y por eso no se puede ir..." Mi cabeza no hace más que elucubrar sobre la dueña y su casa. Tiene lo que yo quiero; es respetable, tiene una casa bonita y despierta la envidia de las palurdas como yo.

Paso por delante de Pancho que ni me ve mientras habla con esos mineros. Y, algo antes de llegar a la casa, veo a Jack y Michael cerca de un grupo de personas que quieren entrar al salón de juegos. Aparto la mirada. "Cada uno a sus vicios ¿no? Michael a sus cartas, Jack a sus líos... Seguro que encuentra alguna otra cabaretera guapa como la de hace años..." me empiezo a enfadar, acordándome de como me engañó. Y mientras me acerco a la casa, que es en cierta forma mi propio vicio, me pregunto porqué le esperé todos estos años. Sí, me estaba escondiendo, pero también esperándole.

Atrás queda Jack con Michael. A sus historias. Ahora no me interesan. Delante la casa, mis propios sueños.

"Haré esto por el indulto. Luego cogeré mi parte y me iré. Me largaré donde no me conozcan. Donde pueda ser respetable, tener una casa bonita y dar envidia a las paletas" pienso mientras llamo a la puerta. Mientras espero a que abran, me sacudo un poco el polvo, me atuso algo el pelo y sacudo mis botas contra el suelo para quitarles, en lo posible, el polvo y el barro. Quiero causar buena impresión.

Las preguntas quedaron interrumpidas cuando Pancho hace aparición por la puerta del Kaltes Bier. Parece apurado, está sudoroso y algo pálido. Mientras tanto, el barman contestó a McReady con tono enojado dando un golpe de frustración con la palma de la mano sobre la mesa.

- ¡Verdammt noch mal! Usted no saberrr. Tenerr ojos y oidos porr todas parrtes. Perrro yo no cobarrrde y no voy a nunca cerrar, y si ese Beaumont quierrre mi local tendrrrá que mandarr más que a matones. -

El barman comenzó a frotar el vaso rajado que tenía en las manos con furia, y éste se terminó de romper por la brusquedad. Con un leve gruñido de irritación, tiró los restos a un rincón y comenzó a limpiar la barra con un trapo deshilachado.

Tras unos minutos de espera, una jovencita de unos 13-14 años asoma tímidamente la cara por una rendija que actúa de mirilla. La joven te mira un segundo en silencio antes de cerrarla; después escuchas en el interior un - ¡señora Márgaret! -

En poco tiempo la puerta se vuelve a abrir, esta vez por completo, y tras ella ves a una mujer de adulta, con algunas pocas arrugas asomando sobre su piel, pero aún atractiva. Vestía de forma elegante pero discreta, y sus ropas no eran negras por lo que debía de haber enviudado hacía algún tiempo.

- Vaya, vaya ¿a quién tenemos aquí? Mi niña, ¿te has perdido? Disculpa, pero no te reconozco ¿hay algo en lo que pueda ayudarte? -

Una vez alejados del 4 de picas volvísteis a disfrutar de un poco de tranquilidad, aunque la calle aún seguía abarrotada frente a ese local. Habíais visto de pasada a Juanita dirigiéndose a la entrada del pueblo, sacudiéndose el polvo del camino y arreglándose la coleta del pelo; de las pocas veces que lo hacía.

Cuando volvísteis la mirada hacia el otro lado del camino buscando alguna explicación o respuesta, alcanzásteis a ver a Pancho entrando en el Kaltes Bier un tanto pálido.

-¡Vamos, vamos!-dijo James en tono conciliador mirando al barman mientras le susurra-Estamos aquí para ayudarle ¿de acuerdo? Tenemos una cuenta que ajustar con ese Beaumont. Ayudaría si nos dijese en qué lugar del pueblo podemos encontrar a sus secuaces.

Luego se giró hacia Pancho.

-¿Qué sucede?
 

Se alejaron de aquel local atestado de gente, franqueado por un matón con malas pulgas y pocas ganas de ver a Maverick de nuevo en acción allí. De repente, Jack notó un nuevo latigazo en su cicatriz y se sorprendió un poco, pues hacía varios días que no le molestaba de ninguna forma.

Ese maldito viejo indio, por lo menos su espíritu parece haberse aburrido de venir de visita para incordiar. Pero la conversación con aquella mujer, todo este asunto del francés de nuevo en el mundo de los vivos, la recompensa del banco... Es demasiado extraño, como si todo fuera una especie de sueño, o más bien una pesadilla a ratos. Tengo la sensación de que este asunto no se va a acabar nunca.

Para cuando salió de entre sus pensamientos, Lonegan se dio cuenta de que llevaba un buen rato parado en mitad de la calle con Michael a su lado. Tenía la sensación de que había sido solo un momento, pero podían haber pasado perfectamente cinco o diez minutos así. Observó a Juanita caminar en dirección a la salida del pueblo y a Pancho entrar de nuevo, con notable preocupación, en el Kaltes Bier. La curiosidad de Jack por saber que se tramaba en aquel local iba en aumento, pero tenía claras sus prioridades.

-Michael, si no te importa acompaña a Pancho al Kaltes Bier. Lo veo algo intranquilo, y sé que trabajáis bien juntos. Yo voy a ver que le pasa a Juanita.

Sin apenas esperar la respuesta de su compañero, se dispuso a alcanzar a Juanita, para tratar de hablar con ella y entender que pasa.