Partida Rol por web

Suspiró. Toda la tensión acumulada se desisipó en cuanto la cola del growlithe se perdió entre los árboles y Ayra se dejó caer al suelo.

Ya está- susurró, sin levantar la mirada mientras agradecía a cualquier dios pokemon que estuviera escuchando su buena suerte.

Cuando volvió a levantar la mirada hacia su compañera, sonreía ámpliamente. Donde otros hubieran huido de vuelta a casa, con el rabo entre las piernas, tras haber afrontado un suceso tal, Ayra, simplemente, adquiría confianza en sí misma. ¿Quién podía dejarse amedrentar tan facilmente por una experiencia como aquella? Si corría ahora nunca sabría a dónde la conducirían sus pasos y pensar que el camino estaría exento de peligros era pecar de ilusa.

Se incorporó, temblando, para posar una mano sobre el hocico de la stantler.

Bien hecho, pequeña- elogió, sin dejar de sonreir ampliamente.

La adrenalina bullía en sus venas y el recuerdo de las Ruinas Alfas estalló de nuevo en su mente. Aún le quedaba un largo trecho por recorrer y, ¡si!, ¿por qué no? Ir acompañada siempre era mejor que caminar en solitario.

Hemos ahuyentado a ese pokemon sin siquiera combatir. ¡Eres muy valiente! Y parece que formamos un buen equipo. ¿Qué te parece viajar conmigo un tiempo?- hizo un vago gesto sendero adelante- Hasta donde tú quieras. ¿Qué me dices?

-¡Ruuuh! -la joven stantler frota su hocico cariñosamente contra la mano de Ayra. Es un ejemplar joven, probablemente aún no haya formado su propia familia y esté deseosa de ver mundo y explorar... quizá por eso se había arriesgado a separarse del rebaño, quedando a merced de depredadores. En cualquier caso, en cuanto la chica empieza a andar, la stantler la sigue dócilmente.

El resto del trayecto por la Ruta 37 es bastante tranquilo, sin que ningún pokémon mayor que un ledyba se deje ver, y pronto esta ruta da paso a la Ruta 36.

Antes de que Ayra y la stantler lleven siquiera media hora caminando, la chica recibe un nuevo e-mail a la pokégear:

De: John Greene (jgreene@ukan.ac.ka)

Para: Kaoru Hanami, Ayra Black, Samuel Oak (soak@ukan.ac.ka)

Asunto: RE: Un nuevo horizonte para la investigación

Buenos días profesor Oak, Ayra, Kaoru:

Siento no haber contestado antes, me avergüenza reconocer que me he quedado dormido esta mañana, pero por una buena razón: ¡anoche un amigo me sorprendió trayéndome tres ejemplares de unown! Estos pokémon son increíbles, no se parecen a nada que se haya conocido hasta ahora. Creo que sus poderes psíquicos les permiten conectar con los seres humanos a un nivel muy superior a otros pokémon psíquicos. Estoy seguro de que son la clave para conocer la civilización de las Ruinas Alfa, y quizá mucho más sobre las posibilidades de comunicación y convivencia entre pokémon y humanos. ¡Lo sé porque los propios unown me lo dijeron! Exactamente, no me lo “dijeron”, fue una especie de conexión telépatica. Pude ver algo de esa civilización, o al menos eso me pareció. Esto tampoco lo “vi”, por supuesto, era esa conexión telepática de la que hablaba. Me estoy explicando muy mal. Me gustaría investigar esto más a fondo y escribir un artículo para la revista PokéScience, o quizá pueda hacer un especial en su programa, profesor Oak. ¡Esto es una revolución, el mayor descubrimiento del siglo! ¡Estoy tan emocionado! Es por cosas como esta por lo que me hice arqueólogo. Es el sueño de mi vida.

Ayra y Kaoru: si os interesa el tema y podéis, venid esta mañana mismo a las Ruinas, yo iré allí en cuanto termine de escribir este e-mail y me termine el café. Como podéis imaginaros, es una oportunidad única y es posible que en los próximos días haya demasiado movimiento y sea más difícil acceder aquí. Hoy creo que podré conseguiros pases para entrar al sitio arqueológico.

Nos vemos en las Ruinas; profesor, en cuanto tenga algo más le escribo, y esta noche le mandaré vídeos de los unown.

Un cordial saludo

John Greene

Acompañada de una nueva amiga, Ayra se interna en la ruta 37 en su camino hacia la 36 y, de allí, a las Ruinas Alfa. No pudo haber sido un comienzo de viaje mejor para la joven aprendiza que deseaba  conocer todo cuanto pudiera del mundo pokemon. Y ahora, además, la soledad se veía mitigada por la presencia de stantler, tan inexperta y aventurera como ella.

El correo nuevo no la sorprende del todo, pero hace renacer en ella la ilusión de alcanzar cuanto antes su destino y enfrentarse, cara a cara, con los secretos de la antigua civilización y los curiosos unown, esos pokemon capaces de comunicarse, a su manera, con los humanos. ¡Cuantos misterios tendrían que resovler antes de encontrar pautas y comportamientos en esos pokemons!

Guardó el pokegear tras una rápida respuesta en la que aseguraba darse prisa para acudir cuanto antes. Sonrió, la encarnación viva de la alegría, mientras daba una palmada.

¡Perfecto! Nunca pensé que mi excusa para irme de casa sería un nuevo descubrimiento pokemon, pero ¡esto es impresionante! ¡Vamos, démonos prisa!- comentó antes de salir corriendo ruta adelante.

La stantler echa a correr con un trote ligero tras la chica, contagiada de su entusiasmo, aunque sin entender demasiado bien qué es tan emocionante.

Así, al poco rato llegan las dos a las Ruinas Alfa.

A la entrada del sitio hay el típico "puesto fronterizo" que hay en la muchas ciudades y pueblos de Johto y Kanto, que no es más que un edificio pequeño que sirve como punto de información y para proporcionar una seguridad mínima y ayuda a los viajeros. Es poco más que una pasaje amplio y corto con un mostrador. Por supuesto, físicamente se puede entrar por otro lado, pero esta es la entrada normal colocada en el camino peatonal principal.

Sin embargo, extrañamente, esta vez hay dos guardias uniformados bloqueando la puerta, que aparece cerrada.

La cerrera alocada y entusiasta había dejado sin resuello a Ayra, quizá una suerte en cuanto tuvo a aquellos dos guardias apostados frente a la puerta a la vista. La imagen de un joven llegando a la carrera y seguida de cerca por una stantler a todas luces salvajes serviría para ponerle los pelos de punta a cualquiera. Más si esos "cualquiera" eran personas entrenadas para enfrentarse a situaciones inesperadas.

La muchacha los observó mientras caminaba los últimos pasos, preguntándose si aquello sería normal. Recordaba las historias de otros viajeros cuando llegaban a su ciudad y la mención a esos peculiares puestos, pero no se acordaba de ninguna que mencionara las puertas cerradas y un exceso de seguridad.

¿Sería por los descubrimientos en las Ruinas? ¿Tan importantes eran? Aminoró un poco más el paso, asegurándose de recuperar por completo el aliento perdido y planteándose el futuro de ahora en adelante. Le encantaban esas utopías creadas a través de "¿y si...?" mentales y se encontraba perdida en sus reflexiones cuando alcanzó la altura de ambos guardias.

¡Buenos días!- saludó con un exagerado gesto marcial que, esperaba, fuera el comportamiento adecuado en esas circunstancias.- ¿Es este el acceso a las Ruinas Alfa? Vengo invitada por... por...- revisó a toda prisa su pokegear- por John Greene. ¿Está aquí ya? ¿Podrían decirle que Ayra Black a llegado?

Los guardias miran a Ayra de arriba abajo. Se trata de dos hombres fornidos y uniformados. Por el uniforme y la actitud, no se trata de los típicos guardias que suele haber en estos puestos, que suelen ser, en primer lugar, solo uno, y en segundo lugar, estar sentados tras el mostrador atendiendo a los viandantes amablemente, sino que más bien se parecen a los guardias de seguridad profesionales que suele haber en centros comerciales, bancos y demás.

-Lo siento, señorita, las Ruinas Alfa están cerradas. -Dice uno de los guardias. -No se permite el paso a nadie. La persona a la que busca no está aquí, ya que no se ha permitido la entrada a nadie desde ayer.

Pero... Eso no es posible.- volvió a mirar el correo, asegurándose de que la fecha del correo y la del día cohincidían. Si que mencionaba la posibilidad de una mayor seguridad, pero como algo futuro, no pasado.- Supongo que nos tocará esperar.

Ni siquiera se planteó la posibilidad de preguntar la razón del cierre. Se apartó unos pasos para esribir con rapidez un nuevo mail a John explicándole su situación.

Enseguida recibe un nuevo mail de John. Parece extrañado.

"No, eso no es posible, tiene que haber un error. No te preocupes, estaré ahí en un minuto".

Poco después, un chico aparece corriendo por el camino por donde ha venido Ayra.

Se trata de un joven de entre veintitantos y treintaipocos, largirucho, delgado y algo desgarbado, con el pelo castaño cortado a tazón y que lleva una camisa de manga corta y una cartera de bandolera de cuero*.

-¡Hahh... hahh...! -El joven viene sudando, parece estar sin aliento, igual que Ayra cuando llegó. Mientras trata de recuperarlo, se acerca a la chica, dirigiendo solo un vistazo de curiosidad a la stantler. -Hahh... tú debes de ser Ayra Black, ¿verdad? Soy John Greene. ¡Encantado!

Efectivamente, del bolsillo de la camisa, en el que lleva algunos lápices y bolis, tiene colgada una tarjeta plastificada donde puede leerse claramente:

Dr. John Greene. Dpto. Historia Antigua. Universidad de Kanto

S... Si, soy yo. Osea, Ayra- la evidente alteración del joven hace que Ayra retroceda un par de pasos, temerosa no por el chico en sí, sino por la posibilidad de estar arrebatándole el aire que necesitaba para recuperarse.- Encantada, igualmente- farfulla desde una distancia prudencial, preparada para llamar a emergencias si al pobre le daba algún tipo de ataque en ese mismo momento.

Ni siquiera se atrevió a estrecharle una mano por si colapsaba ahí mismo.

Esto... No sé cómo de extraño será todo estoy demás, pero creo que deberías intentar relajarte un poquitín- advierte.- Pensé que estarías informado de todo cuanto ocurriera aquí- preguntó después, más confusa que irritada- ¿No sabías que habían cerrado las ruinas?

El chico suspira profundamente.

-No sé qué tiene todo el mundo últimamente con que me relaje, aunque la verdad es que con la racha que llevo... -rezonga, más para sí que para Ayra. Realmente tiene un aspecto ligeramente enfermizo, como si últimamente no durmiera o comiera bien. Luego le contesta, algo confuso también: -Pues... Mi equipo y yo estamos haciendo trabajo de campo aquí, así que no creo que hayan cerrado las Ruinas así, de la noche a la mañana... Justo ayer di un parte rápido de los hallazgos que habíamos hecho... Bueno, en realidad, todo fue gracias a unos amigos... es un poco complicado, pero bueno. El caso es que ahora es cuando por fin hemos dado con lo que llevamos tratando de encontrar desde que se inició la investigación. Lo normal sería redoblar los esfuerzos, no cerrarla... ¿no? Seguro que lo has entendido mal y simplemente está cerrado al público -dice animado, sin asomo de crítica, sino más bien con optimismo-, verás como en cuanto hable con estos señores -que no sé por qué están aquí- podemos pasar. Imagino que mis compañeros estarán dentro. -Mientras dice esto se va acercando a los guardias, suponiendo que Ayra se acercará con él.

Cuando llega junto a ellos les muestra su identificación, se saca la cartera que lleva en el bolsillo para enseñarles su carné y les explica quién es y que trabaja ahí.

Los guardias ni se molestan en leer las identificaciones que les ha enseñado.

-No se puede pasar, chaval, las Ruinas están cerradas para todo el mundo.

-No soy ningún chaval, soy el doctor Greene, trabajo aquí, creo que si las Ruinas estuvieran cerradas lo sabría. -Contesta John, molesto. Es casi igual de alto que los guardias, pero cada uno de ellos es el doble de ancho que él.

-Me da igual quién seas. El sitio se ha declarado peligroso. No puede pasar nadie. Vuestra investigación está cerrada. 

-Pe-pero eso no...

El otro guardia, soltando un resoplido de irritación, saca un papel con pinta de oficial y se lo planta a John delante de las narices, casi metiéndoselo por los ojos. El chico lo coge y lo lee con el ceño fruncido.

-No... No puede ser... Pero si... "...cancelado la investigación...", "...retirado todos los fondos...", "...peligro de derrumbe..." ...y una mierda, pero si ayer estuve aquí...

-Tus compañeros han estado aquí esta mañana, pero ya se han ido. No has mirado tu nómina, ¿no? Al parecer tenéis una indemnización muy sustanciosa. -El guardia de seguridad se encoge de hombros-. A tus compañeros parece haberles bastado.

John parece haberse quedado sin habla. Está casi tan pálido como el papel que sostiene entre sus huesudas manos.

Hay gente que apenas sabe hablar, luego están los que no callan. John parecía formar parte de este último grupo y Ayra se preguntó cómo demonios se las apañaba para respirar y conversar al mismo tiempo cuando segundos antes había parecido al borde de un colapso. Ni se molestó por las "acusaciones" de haber entendido mal a los guardias ni intentó contradecirle. Ya se enteraría él de la verdadera noticia y, además, ¡no había encontrado ningún momento para meter baza!

Acostumbrada más a una conversación ligera, la muchacha permitió que el joven diera los primeros pasos hacia los dos hombres frenta a la puerta antes de lanzar una mirada perpleja a su compañera pokemon y seguirle con cautela. No se perdió ni una palabra, ni las implicaciones de la última frase del guardia.

Comentarios tales como "¡vaya! parece que tus compañeros saben como hacer negocios" o "¡Oh! cuanto lo siento, pareces haber sido el último en enterarte del negocio" no parecían muy oportunos. Ayra prefirió dejar a un lado todo su intelecto hiriente y bienintencionado y mostrarse más amable.

Quizá ahora si quieras sentarte- ofreció, apoyando con sumo cuidado una mano algo tímida sobre el hombro del Doctor Greene.

El chico parece aceptar agradecido el apoyo de Ayra, al menos, en la medida en que vagamente se da cuenta de ello, porque vuelve a parecer al borde del colapso.

-No... yo... No quiero sentarme... No quiero una maldita indemnización, ¡quiero entrar a las Ruinas! -Por el rabillo del ojo puede ver que los guardias se ponen tensos al oírlo hablar así. Ambos llevan porras. -Está bien... está bien... -dice con tono sombrío, alejándose de ellos... Aunque en realidad su única intención es poder hablar tranquilamente con Ayra sin estar debajo de las mismísimas narices de los seguratas. Mientras, comprueba en la pokégear que, efectivamente, tiene un e-mail informándole de esto... de esa misma mañana.

-Maldita carpeta de spam y su estúpido filtro...

Pues me temo que vas a tenerlo algo jodido para entrar ahora- masculló solo para oidos del pobre muchacho. Lanzó una mirada a los guardias planteándose la posibilidad de acceder al recinto por algún otro acceso.

¿Se atrevería a tanto? Y, ¿por qué no? Si iba a iniciar una aventura por sí misma tenía que estar dispuesta a correr riesgos. Además, me pregunto que cara pondrán mis padres si aparezco escoltada por la policia por intentar colarme en un lugar precintado.

Yo... Quizá esto te suene a bándalo y demás, pero he salido de casa casi a hurtadillas para acudir aquí y no pienso volver con las manos vacías. ¿No se te ocurre nada? Otra entrada. ¿Soborno? ¿Algo útil como una puerta trasera?

Al oír las palabras de Ayra, el chico levanta la cabeza, con la mirada iluminada.

-Vaya... Temía que después de haberte hecho venir hasta aquí te fueras decepcionada, pero... Me alegra que pienses así, ¡porque yo tampoco pienso rendirme! -Otra cosa no tendrá, pero entusiasmo tiene un rato-. ¡Me da igual si hay dos guardias o dos docenas! Es muy raro que hayan cerrado la investigación de repente. En el mail ponía que el Ministerio nos ha retirado los fondos, pero... ¿de la noche a la mañana? Normalmente las cosas de la Universidad tardan meses... Y la excusa que han puesto... Sinceramente, no me lo creo. Todo esto me huele muy raro, y pienso llegar hasta el fondo, ¡como que me llamo John Greene! El hecho de que hayan puesto seguratas solo lo hace aún más sospechoso. Bueno, ¿por dónde podríamos entrar...? -Frunce el entrecejo, pensativo-. Mmm... Ayer confirmamos que había más salas subterráneas que se extienden hasta sobrepasar la parte superficial del complejo... No las he visto aún, pero... -Saca una libretilla de notas que hojea rápidamente. Cuando encuentra la página que busca, se la enseña a la chica-. Esto es más o menos un plano de la parte superficial de las Ruinas (vale, está muy mal dibujado), y lo que está con puntitos es por donde creo que debe de extenderse la parte subterránea, según todos los indicios. ¿Ves? -dice, señalando un lugar del plano?-, es muy probable que haya una entrada por la Cueva Unión.

¡Santo Dios...!- se contuvo antes de pronunciar algo que le hiciera perder el respeto de John.- Quiero decir, esa Cueva Unión, ¿alguien más conocía de su existencia? Quizá la hayan cerrado también. Aunque merece la pena echar un vistazo.

La stantler que, sin saber muy bien de que iba aquello también se había puesto a mirar el trozo blanco-de-lo-que-fuera con trazas negras miró a la chica, quien a su vez la miró a ella. En los ojos de Ayra casi podía leerse la palabra agonía. No estaba acostumbrada a la gente que parloteaba mucho. Si se hablaba se iba al grano, sin divagar. Y si no se tenía nada de importancia que decir, uno guardaba silencio.

Tal vez hubiera pasado demasiado tiempo sola, reflexionó. Sea como fuera, la verborrea de Greene resultaba un tanto reconfortante... si se filtraba a medias.

Tu guias- señaló, dando a entender que, por ella, podían alejarse de allí cuanto antes.