Partida Rol por web

-¡Cruá! -En cuanto oye la voz de Fiódor, Farf vuela a posarse en su cabeza, ahuecando las plumas y blandiendo su puerro muy ufano, junto a la seguridad de su entrenador. El chico puede notar que tiembla ligeramente de frío.

La chica, por su parte, se arrodilla junto al abra dormido y lo sacude suavemente, pero sin obtener respuesta alguna.

-¡¡Eh, tú!! -le grita a Joe, que se aleja-. ¡No creerás que vas a irte así de rositas! ¡Despierta a Katsurou ahora mismo! ¡Tenemos que ir a Trigal urgentemente y tiene que teletransportarnos!

El muchacho extiende los brazos y comienza a girar y mirar alrededor. -Niño... ¿No ves que estamos en un bosque? Ve y busca una Baya Atania, con eso podrias despertar incluso hasta un Snorlax. 

Sin mas el joven continua, pese a lo que ha dicho, hacia Ciudad Trigal. Su Corpish comienza a borbotear al de espuma de su boca, pero esta vez su entrenador no lo repriende por su comportamiento agresivo.

Y no se entera que es una chica...

—Olvídalo — le dije a Yuki —. Tampoco creo que él pueda despertar a Katsurou.

El problema era cómo íbamos a poder ir rápidamente hacia Trigal sin el abra. Bueno, siempre quedaba andar... lo que conllevaría perder bastante tiempo. En cualquier caso, había algo más que no entendía: ¿no había dicho el chico que iba hacia Ciudad Iris? ¿Qué hacía entonces yendo hacia Ciudad Trigal?

Bah, él sabrá...

Yuki rechina los dientes.

-¡Pero serás borde! -le grita a Joe- ¡Pues no pienso ir andando a Trigal! ¡No como tú, que vas a tardar el día entero, zopenco! ¡En el tiempo que yo tardo en encontrar una baya atania tú no habrás recorrido ni un kilómetro! -Y para reforzar sus palabras, le saca la lengua.

Ignorando a los chicos, Joe continua su camino. Ya habia perdido demasiado tiempo. Regreso a Oup a su Pokebola antes que lanzara burbujas "accidentalmente" y prosiguio como si nada hubiese interrumpido su mision. 

No pude evitar sonreír ligeramente al ver a Yuki sacándole la lengua a aquel chico. Desde luego, verla enfurruñada era una de esas cosas que solo se pueden disfrutar si el enfado no es contra ti. En caso contrario, más que disfrute... desearía salir corriendo antes de que la chica me lanzase un zapato a la cabeza, que capaz era.

—Tranquila, Yuki — dije finalmente mientras me colocaba justo enfrente de la chica, evitando que siguiera clavando su mirada fríamente en la espalda del joven —. No perdamos más tiempo con él, y busquemos una forma de solucionar esto...

Y, bueno... lo cierto era que no sabía si por allí podía haber bayas atania... Pero, por si acaso, una vez asegurado de que Yuki no se lanzaría a patear el trasero del joven, me arremangué las mangas de mi camisa, me subí los bajos de mis pantalones, y me acuclillé en el suelo para apartar las hierbas altas y buscar mejor algún arbusto que pudiera contener alguna de estas bayas.

Joe avanza por el camino hasta dejar atrás a los chicos y su dormido abra.

Fiódor, Yuki y Farf buscan una baya atania para despertar a Katsurou. Tras un rato largo buscando entre los arbustos se oye un sonoro ¡Cruá! y Farf vuelve volando muy ufano con la ansiada baya en el pico.

Yuki se la hace comer a Katsurou y este... parece seguir dormido a todos los efectos. O al menos esa es la impresión que le da a Fiódor, pero debe ser solo eso: una impresión, porque Yuki, sin embargo, parece muy animada.

-¡Katsurou! ¡Estás despierto! Genial, ya podemos ir a esa estúpida masa de cemento. 

-Miii -contesta el abra, que, en contra de lo que parece, sí que está despierto. Le da una mano a Yuki y otra a Fiódor, sobre cuyo hombro se posa Farf, y al momento los árboles desaparecen para dejar paso a una jungla de cemento, metal y cristal.

O eso debería haber sido, porque el paisaje que se encuentran en Trigal es muy diferente.

Hay árboles saliendo del suelo.

El pavimento está rajado y de él salen monstruosos troncos que se alzan hacia el cielo como si hubieran estado ahí desde hace cientos de años. Las fachadas de algunos edificios, medio derruidas, están sujetas por las ramas de las propias secuoyas y hayas que las han quebrado, cuyas raíces se hunden como hipertrofiadas garras en el cemento y el asfalto.

-Qu- ¡¿Qué es esto?! -Yuki se separa un par de pasos de Katsurou, Fiódor y Farf y mira a todas partes, anonadada.

Fiódor nunca ha estado en Ciudad Trigal, así que no sabe reconocer en qué zona se encuentran. No hay ningún edificio reconocible -Gimnasio, Centro Pokémon...- a la vista. Solo una amplia calle anónima. No hay gente cerca de ellos, aunque es difícil saber si la hay más adelante en la calle, debido a la inverosímil vegetación, y los pocos coches que se observan están inertes y apagados.

Igual que pasara en Ciudad Iris, no hay más fuente de luz que el blanco y cálido resplandor del sol de julio. No hay ni una sola bombilla encendida aquí, ni en un solo escaparate, ni en un solo letrero publicitario.

Me quedé helado. ¿Cómo había podido pasar aquello? ¿Acaso había pasado en todas las ciudad?

—Yu-Yuki... — dije casi en un susurro sin poder apartar la mirada del estado de la ciudad —. ¿Ha sido Celebi? ¡Tenemos que hacer algo!

No era muy difícil imaginarlo. Claro que había sido él... ¿quién si no tenía el poder de hacer crecer la hierba e incluso árboles enteros en plena carretera? No podía haber otra respuesta.

Sin dudar ni un segundo, miré decididamente a Yuki.

—Debemos llamarle ya y acabar con esto.

Pero mi decisión pareció vacilar en cuanto lo expresé con palabras. ¿Cómo podía convencer al Pokémon? Aun no había podido pensar en ninguna posible solución a aquel dilema.

Yuki asiente enérgicamente, alarmada.

-¡Sí, tenemos que...!

Sus palabras se interrumpen. Un sonido que no es un sonido resuena como un zumbido demasiado agudo, en el límite del rango auditivo humano, como el sonido de un micrófono cuando se acopla, clavándose directamente en el cerebro de cada uno de los presentes.

¡¡¡¡¡¡¡¡¡BASTA!!!!!!!!!

Celebi.

¡Basta! ¡Basta! ¡Basta! ¡Humanos y pokémon! Es... ¿Realmente es esto lo que deseáis?

Una visión aparece en sus mentes. Un claro en el bosque-ciudad en el que se ha convertido Ciudad Trigal, delante del Centro Pokémon, donde se ven un montón de hombres uniformados de negro. Y una gran R roja. Parece que el Centro Pokémon está tomado por el Team Rocket. También parece haber habido una batalla campal. Rockets, ciudadanos de Trigal, pokémon de unos y otros... y otros pokémon y algunas personas que no se sabe muy bien qué coño hacen ahí. Hay signos de destrucción y violencia por todas partes, incluyendo personas heridas. 

Inmediatamente se hace el silencio en el claro. Todos parecen expectantes, justo antes de desaparecer de la visión, que vuelve a dar paso al torrente de pensamientos y emociones de Celebi.

Su voz es el susurro de las hojas y aun así resuena como el trueno, profunda como el bosque, fuerte como los troncos de los robles.

Durante milenios habéis matado, habéis vivido, habéis luchado, habéis destruido, habéis construido… estas… estas cosas que no entiendo… Me ofrecisteis plegarias y ofrendas. Me amenazasteis. Me rogasteis ayuda. Me rogasteis que me fuera.

Imágenes. Todo ello son imágenes. De innumerables personas, situaciones, pokémon, tiempos, lugares. Lo que transmite Celebi no son palabras sino sus propias experiencias y recuerdos, tal y como él los siente.

Y, finalmente, me expulsasteis. Cerrasteis el mundo a mi presencia, me vedasteis el flujo del tiempo. La oscuridad. Unos extraños pokémon blancos y negros, como símbolos, con un único ojo blanco y negro redondo en el centro. Hasta ahora. Humanos como los que me cerraron la puerta, pero humanos diferentes, me la volvieron a abrir. Y también pokémon. Y en sus mentes aparecen sus rostros. Un hombre fornido con barba, una chica con gafas, una chica pelirroja, un joven de aspecto flemático, un hombre delgado con el pelo algo largo. Un charmeleon, un piloswine, un axew, un sneasel, un marrill, un houndour, un grafarig, un umbreon, un magikarp. Otra vez esos pokémon blanquinegros, pero unos en concreto, diferentes. Sin una razón. Sin pedir nada a cambio.

Y al volver encuentro esto. Vosotros no lo oís, pero el grito de las incontables vidas que arrancasteis para construir… esto… aún… aún resuena. El dolor de cada árbol, de cada tallo de hierba, de cada caterpie y cada pidgey cuando su vida y su hogar fueron arrasados. Por primera vez, ese lamento es audible para el corazón de las personas.

He intentado entenderlo… Algunos amigos me han ayudado… Una chica con el pelo morado que come una piruleta, un chico con el pelo negro y cicatrices en la cara, el hombre fuerte y barbudo, Fiódor, Yuki. Y, para mi sorpresa, incluso de esa destrucción ha surgido vida. Pokémon como esos… Los gimer ahí mismo presentes.

El curso del río resplandeciente inunda y engulle cualquier cosa. Esta es otra voz. Como un río ella misma. Fiódor nunca lo ha visto, pero ha oído las leyendas cuando era pequeño y sabe que no se equivoca. El Perro Guardián de los Ríos y los Lagos. Suicune.

Sé que vosotros también queréis vivir… Vivir a vuestra manera… No pretendo vedaros eso… Pero… no podéis hacerlo a costa de las oportunidades de otros. Quien tenga que morir morirá. Es el ciclo de la vida. Pero todos deben tener la oportunidad de ocupar su lugar en el ciclo de la vida. De luchar, de elegir, de vivir o morir.

Suicune interviene, sus pensamientos son poderosos como discurrir de un río.

¡Humanos! ¡El Señor del Bosque os habla! Y os está dando la oportunidad de elegir. Tomad vuestra decisión. Yo sí os he visto durante todos estos años. Ríos y mares putrefactos. Violencia. Y yo no sería tan generoso.

Mi deseo… Mi único deseo… Los pensamientos de Celebi arrollan los de Suicune antes de que se vuelvan demasiado turbios. Es que todo ser vivo tenga la oportunidad de cumplir por sí mismo sus propios deseos.

La visión acaba.

En sus mentes, silencio.

Demasiadas imágenes, demasiada información y demasiados acontecimientos problemáticos. Sentí incluso algo de vértigo cuando todo terminó y se hizo el silencio. Y, cuando el silencio dejó paso de nuevo al sonido del ambiente que nos rodeaba, miré probablemente con la cara totalmente pálida a Yuki.

Sí, estaba seguro de que ella también había visto esas visiones. ¿En qué estaría pensando ahora? ¿Le habría invadido el pánico como comenzaba a invadirme a mí?

—Yuki — musité —. El Team Rocket, Celebi, Suicune...

Sí, sé que no hacía falta decirlo, pero aún estaba algo confuso y mareado. Además, la visión del Team Rocket también me traía recuerdos de la masacre y las decapitaciones del faro... y, por consiguiente, recuerdos de la ciudad que había abandonado días atrás.

—Tenemos suerte de que Celebi no piense igual que Suicune — susurré finalmente mientras mi mirada pasaba a clavarse en las palmas de mis manos en un intento de calmar el tembleque que comenzaba a surgir en ellas —. Creo que debemos ir donde están aquellas personas y calmarlos... no sé cómo, pero de alguna manera. Luego, una vez en calma... llamaremos a Celebi.

Todo aquello de calmar a la multitud solo era un intento de postergar el encuentro con Celebi. Y no es que temiera al pokémon legendario, ya me había quedado claro que era un ser bondadoso, sino que ahora temía a Suicune y a que misposible intento de convencer a Celebi no fuera de su agrado.

Yuki asiente con firmeza, sin apartar sus ojos negros relucientes de los de Fiódor.

-Sí, yo también lo he sentido. Eso era un grito telepático. De Celebi. Tenemos que...

La voz grave de Katsurou la interrumpe.

-¡¡Mii!! -exclama, alarmado.

Una esfera violácea fantasmal los envuelve a los cuatro. Por un momento, a Fiódor le parece sentir como si un millar de ojos lo observaran fijamente. Ha sido un parpadeo, la esfera no es algo visible, pero esa angustiosa sensación sigue ahí.

-Vaya, vaya... He cogido dos pescaditos.

Un hombre con el uniforme del Team Rocket emerge de las plantas junto a ellos, seguido por dos haunter.

Se frota la sien.

-Un "grito psíquico", ¿eh? Tenéis que ser muy sensibles, pescaditos, porque mientras duraba la visión esa os habéis quedado totalmente empanados.

Sin un ápice de miedo, Farf se lanza contra el hombre de negro... pero antes de llegar a él algo lo detiene en el aire. A la altura de la etérea burbuja violácea que viera Fiódor. El ave aletea, alterado, intenta sortear el obstáculo infructuosamente, como una mosca intentando atravesar un cristal y, finalmente, vuelve a posarse sobre el hombro de Fiódor, al que deja medio sordo con unos graznidos de protesta.

Casi a la vez, Katsurou se teletransporta... y reaparece, frustado, unos metros más allá, también dentro del radio de la vigilante cúpula invisible.

-¡Mii, mii!

-Vaya, me gustan los pokémon con presencia de ánimo. Pero no os molestéis. Ahora, pescaditos, si sois tan amables de darme vuestros pokémon, haré que mi haunter rompa su Mal de Ojo para que vengáis conmigo.

No me podía creer mi mala suerte. Toparme con el Team Rocket en un momento como aquél...

—Maldito granuja — grité tras observar los vanos intentos de liberación de Katsurou y Farf —, ¡jamás te daremos a nuestros Pokémon! ¡Déjanos salir ya!

Obviamente, no nos iba a dejar salir. Lo daba por hecho aunque gritara que lo hiciera... No quedaría otra que esperar a ver cómo se iba desarrollando todo, pero el hecho de estar encerrado junto a nuestros Pokémon nos daba una ligera ventaja.

—Yuki — le susurré —, el Mal de Ojo no podrá durar toda una eternidad. En algún momento tendrá que romperlo si quiere arrebatarnos a Farf o a Katsurou... Debemos aprovechar esa oportunidad para escapar.

O eso esperaba. ¿Funcionaría un plan así? ¿Nos daría tiempo a que el abra nos teletransportara cuando eso ocurriera?

Yuki asiente imperceptiblemente, lista para la acción... que, por lo que la conoce Fiódor, perfectamente podría significar arrancarle la cabeza al tío. Aunque resulta evidente que está decidida a formar equipo con el chico y se avendrá a las razones que él le diga.

-¿Qué creéis, que no os oigo, pescaditos? -Quizá se trate de un farol... ¿o es posible que tenga un oído tan agudo como para distinguir las palabras de Fiódor? No parece probable... -¡Venga, os doy una oportunidad de rendiros y darme vuestros pokémon! Si lo hacéis, romperé el Mal de Ojo y os dejaré libres.

—Farf, ¡aire afilado! — grité como única respuesta señalando a uno de los hunters.

Ni en broma me rendiría, y parecía que la única opción de salir de allí era atacar a los hunters que estaban dentro de la esfera con nosotros y vencerles. No quedaba otra, y mejor empezar el ataque nosotros a que lo hicieran ellos.

—Vamos, Yuki, ¡derrotémosle!

Al oír las palabras de Fiódor, solo medio segundo, Yuki esboza una media sonrisa que enseguida da paso a un enérgico grito:

-¡Katsurou, Psíquico!

Al unísono, Farf y Katsurou lanzan sus ataques, completamente diferentes pero con el mismo ímpetu.

Lo curioso es que el abra no se ha movido un ápice, pero todos pueden sentir como una ondulación en el aire, como un chirrido en el límite de la percepción auditiva, y el haunter de la izquierda deja escapar un alarido escalofriante mientras se lleva las incorpóreas manos a las sienes y aprieta los ojos fuertemente. Su chillido sube de nivel. Yuki mira a Katsurou: una vena se marca en la frente del abra, que tiene todos los músculos tensos y, de repente, con un grito que se asemeja al rayar de una afilada uña contra una pizarra, el haunter queda inconsciente.