Partida Rol por web

Finalmente la chica se marchó y pude respirar tranquilo, eché una mirada a Zorua con cara de "¿Cómo me meto en estas movidas?", pero el pokémon hacía rato que estaba devorando su comida, a él poco le importaba Nadia, Tony o cualquier otro, iba a lo suyo.
Me centré en la carne, se había enfriado un poco, pero aun así estaba deliciosa.

-¿Crees que debería preguntarle si me acompañaría mañana? quizás podría ayudarnos, parece saber bastante de todo.- Le dije a Zorua refiriéndome a lo cotilla que parecía la chica.

Al zorua seguía dándole absolutamente igual, pero yo mismo me respondí, la chica no me serviría de nada, y no debía establecer lazos con nadie. La mera idea de contar con ella era absurda...

Tras la cena -durante la cual Nadia no deja de pasar por delante de Zero cada vez que puede, lanzarle miraditas, sonrisas y guiños-, el chico se dirige a recepción, donde se registra para pasar la noche a un precio realmente barato. El único requisito es tener un pokémon -para poder ser calificado de "entrenador" de una forma muy genérica-, pero como va acompañado por su zorua, no hay problema. La habitación es de tres literas, pero ahora mismo no hay nadie más en ella.

Había sido un día muy largo, aunque el incidente con la camarera posiblemente me había agotado más que el resto del día en si, lo cual concedía a la chica mucho mérito.
El día siguiente sería muy duro, así que me quedé en calzoncillos y camiseta y me metí en la cama tras doblar la ropa como era debido.

-Que descanses Zorua.

El sueño no tardó en absorberme.

Zero se despierta con los primeros de sol. Antes de que termine de abrir los ojos, puede notar que hay un peso en la cama aparte de él y Zorua, que se había acurrucado junto a sus pies.

-Jeje, buenos días.

En cuanto abre los ojos lo primero que ve es a Nadia sentada en el borde de la cama, tan ancha, con una sonrisa de oreja a oreja.

Había dormido muy bien, y me sentía totalmente recargado, aunque entre el adormilamiento noté algo fuera de lugar... una voz me daba los buenos días... ¿una voz?, nunca me despertaba con nadie, nunca. Mi reacción quizás fue un poco exagerada, pero el miedo que me provocó era más que el de enfrentarme a un Charizard totalmente desarmado dentro de un volcán, así que grité con un sonido agudo, recordando al chillido de una niña de 3 años.

-¡¿Pero que... pero que....?! ¡¡¿Pero que haces aquí?!!- Pregunté intentando taparme como podía con la sábana.

Mi cara era de autentico terror y desconcierto.

Ante la reacción de Zero, la chica no puede menos que reírse. A carcajadas, con una risa clara y fuerte.

-¡Jajajajajaja! ¡Ay, qué mono te has puesto! -Tarda unos segundos en poder volver a articular palabra y hablar normalmente.

-Te he traído el desayuno -dice, sonriendo, como si eso justificara perfectamente que haya entrado en tu habitación con sigilo y alevosía mientras duermes, y señalando una bandeja que hay en la otra cama con unas tostadas, un vaso de café con leche, otro de zumo de naranja y un plato de carne de ayer que claramente es para zorua.

El pokémon ya se ha despertado y desperezado, y olfatea el olor a carne en el aire con mucho interés.

Me conseguí tranquilizar un poco tras el susto inicial, no sabía porque a aquella chica le había dado conmigo, pero parecía que tenía algún tipo extraño de fijación. ¿Si supiera que soy poco más que un vagabundo con traje me trataría igual?

-Gra... gracias... no hacía falta... podía bajar yo...- Dije bastante avergonzado.

Tampoco quería hacerle un feo así que mordisqueé un poco una tostada y bebí algo de zumo mientras le lanzaba miradas furtivas escondidas tras mi desayuno. Como si quisiera asegurarme de que la chica aun seguía allí, y por lo tanto yo tenía que seguir con el "estado alerta" activado.

Nadia observa al chico fijamente mientras come, con una sonrisita. Zorua, por su parte, salta ágilmente hasta donde está el plato con carne y empieza a zampársela alegremente. Al cabo de lo que a Zero le parece una eternidad, la chica comenta:

-Qué pokémon más raro, nunca lo había visto. ¿Cómo lo has conseguido? -Mientras habla alarga una mano hacia zorua, deja que se la huela y, una vez este da muestras de aceptarla, le acaricia el lomo mientras él sigue comiendo muy concentrado y visiblemente satisfecho.

"¡Que chica más pesada!, ¿es que no se piensa largar nunca?" pensé al ver que no se iba, ¿pero era porque era molesta? ¿o porque su compañía me empezaba a resultar agradable?, alejé enseguida esos pensamientos y seguí comiendo. En circunstancias normales habría acabado ya, pero seguía comiendo lentamente, pues no sabía como echarla, y no me iba a salir de las sábanas en calzoncillos mientras estuviese delante. Entonces me preguntó por Zorua, ese tipo de preguntas eran normales, así que no me costó inventar una excusa, aunque los nervios por la situación seguían ahí.

-Eeeh... Un amable señor de Teselia me lo dio cuando solo era un huevo... le había ayudado con unos problemas con un grupo de Beedrills en su rancho, y quiso agradecérmelo.- Dije algo nervioso pero convencido, era verdad que había ayudado a aquekl hombre, pero la recompensa consistió en un vaso de leche con galletas.- Él es de esa región...- Dije señalando a Zorua.- de Teselia...

-Oooh, claro, ¡has debido de viajar mucho! Yo lo más lejos que he ido ha sido a Ciudad Trigal. -Le brillan los ojos de admiración. -Seguro que sabes un montón de cosas, profesor -Lo dice con retintín, pero con uno muy diferente al que empleaba el suspicaz Morti. También se acerca un poco más a Zero, con esa sonrisa ancha...

Zorua, por su parte, ha acabado con la carne y parece en plena forma. Mira con picardía las tostadas que quedan en el otro plato.

La chica parecía ilusionada por algo en mi de verdad, por algo que no acababa de comprender.

-Si, la verdad es que he viajado mucho, nunca paro demasiado en ningún lugar...

Cuando se me acercó algo más no tenía escapatoria, pues mi cuerpo ya había quedado aprisionado contra la pared y no me podía alejar más, los nervios me pudieron y el vaso de zumo se me cayó, fue una suerte que apenas quedara contenido, lo que no fue tanta es que cayera sobre la taza de café, y algunas partes de mi cuerpo podrán afirmar que no era café con hielo.
Un grito contenido salió de mi garganta, y mi cuerpo enseguida reaccionó con un salto, lo que hizo que mi cabeza impactara contra la parte de arriba de la litera, finalmente caí desplomado en la cama. El día no había echo más que empezar, y ya había sido más duro que el anterior...

-Au...

El café se derrama sobre la cama. Zero grita. Nadia grita. La taza y el vaso ruedan, pero la chica los atrapa con un rápido movimiento.

-¡Au! Ah, ¡mierda! -Se levanta de un salto, aunque sin golpearse con la litera de arriba. -Mierda, mierda... -El ardiente líquido se extiende por la sábana blanca. La chica quita toda la sábana de un tirón y la hace una bola, tras haber dejado vasos, platos y demás en un lugar donde no puedan volver a caerse. Pero ya es tarde. Se oyen unos pasos corriendo por la escalera.

La puerta se abre de golpe y entra otra mujer, que Zero reconoce como la recepcionista.

-¿Qué está pasando aq...? ¡Nadia! -Un rápido vistazo le basta para hacerse una idea de la situación. -¡Sabes que no se puede subir comida a las habitaciones! ¡Precisamente para que no pase esto!

-¡Mya...! -Nadia va a protestar o a alegar algo en su defensa, pero realmente no se le ocurre nada.

Había liado un follón de mil pares de narices... y ahora me encontraba en aquella habitación, avergonzado por estar en ropa interior delante de dos mujeres, dolorido y pasándolo mal por la chica. Así que finalmente me levanté de la cama, usando la almohada para taparme los calzoncillos.

-Lo siento, ha sido culpa mía señorita recepcionista.- Dije inclinándome a modo de disculpa.- Yo lo limpiaré y cubriré los gastos de lo que haya que tirar...

No es que fuera rico, pero me podía permitir comprar un juego de sabanas. Aunque si tenía que comprar también un colchón nuevo me iba a tener que poner unas semanas a no comer más de la cuenta...

Aquello no libraría a la chica de lo de subir el desayuno, pero no había forma de que la librara de ello, además esperaba que se olvidara del tema con mi propuesta...

Mya mira al chico de arriba abajo con los brazos en jarras y el ceño fruncido. Nadia le mira el culo al chico, aprovechando su posición ventajosa.

-Está bien, profesor Jones. No se preocupe -contesta Mya, reprimiendo la mayor parte del enfado de su tono, aunque no todo. -Nadia... A la lavandería. Ya. Y luego vuelve a la cocina, que aunque Tony no se queje, no le tiene que hacer ninguna gracia que lo hayas dejado solo con los desayunos.

-Pero... iba a acompañar al profesor Jones a...

-¿En horas de trabajo? Mañana es tu día libre, entonces puedes ligar con quien quieras.

-Pero probablemente mañana el profesor... -Nadia echa una mirada triste en dirección a Zero.

-Mira, Nadia, no me calientes. A la próxima te pongo de patitas en la calle. 

La chica recoge la sábana, la bandeja, las piezas de vajilla y su orgullo y sale del cuarto, furibunda.

Mya se vuelve hacia Zero, vuelve a echarle una mirada de arriba abajo.

-No hace falta que abone nada más. Disculpe el comportamiento de mi empleada. Espero que no haya resultado demasiada molestia. Que tenga un buen día. -Su tono es amable, pero sus ojos le dicen a Zero que más le vale vestirse y salir fuera de su vista en menos de diez minutos. A continuación sale ella misma, cerrando la puerta tras de sí y dejándolo solo.

Había escuchado algo apenado como regañaban a la chica, sobretodo me dolió ver su desilusión al saber que no podía acompañarme, aunque la verdad era que tampoco la había invitado a venir. Pero tenía razón, quizás al día siguiente no seguiría allí, era probable.

La mujer no me cobró nada, pero estaba claro que prefería perderme de vista lo antes posible, así que tras lavarme me vestí y estuve listo para salir. Había estado preocupándome por los sentimientos de una muchacha cuando el destino del mundo podía estar en mis manos, que hiciera o dejara de hacer aquella camarera no era importante, ya encontraría otra cosa con la que entretenerse, y pronto ni recordaría al profesor John.

Aun así me detuve en la recepción antes de salir del lugar...

-Perdone señorita recepcionista. Pero es verdad que contaba con...- Hice una pausa mientras recordaba su nombre.- Nadia... para que me acompañara en el viaje al Encinar, era mi guía... ¿no podría contratarla?, le pagaré dos noches de alojamiento por ello.- Tampoco podía ofrecerle mucho más que eso. Entonces se me ocurrió que otra cosa le podía ofrecer.- Además si mi investigación tiene éxito sin duda harán algunos reportajes sobre ello, y me aseguraría de mencionar este lugar.

No me gustaba mentir, pero era una de mis armas, aunque nunca había usado una mentira para nada que no fuera trabajo, y en aquella ocasión... en fin, no necesitaba a la chica para nada, así que ¿porque mentía?

La recepcionista mira a Zero algo sorprendida. Se lo piensa un momento, algo indecisa.

-Verá, es que... andamos algo justos de personal. Este albergue lo llevamos entre cinco personas nada más, y tenemos que estar aquí al pie del cañón todo el rato. Mm... bueno, mira: baja por esa puerta -Te señala una discreta puerta que hay en un rincón-, esas escaleras dan a la lavandería. Si Nadia puede encontrar a alguien que le cubra durante el turno del almuerzo... y de la cena, si vais a tardar tanto... puede irse. Dos noches está bien. -Realmente, no parece que lo que mueva a la mujer sea el afán de riqueza. En el fondo parece conmovida por la chica, pero llevar un albergue así debe de ser duro. -La mitad será para el albergue, por las molestias, y la otra se la puede quedar ella por sus servicios como guía... o como lo que quiera que haga, no es asunto mío. -Suspira-. Esta chica me va a enterrar...

Mi cara se puso roja como un tomate al escuchar ese último comentario.

-Ooo... oiga... ¡que yo solo la quiero como guía!- Dije algo alto y muy avergonzado.

En cuanto me di cuenta del ridículo que hacía me disculpé varias veces y agradecí a la mujer su comprensión, dirigiéndome enseguida a la lavandería.

"La verdad es que la mujer se preocupa por Nadia, es como si fuera su madre..." pensé por el camino. A cada paso que daba me arrepentía más de no haberme marchado sin más, pero ahora no pensaba echarme atrás, tampoco había nada de malo en dejar que la chica viviera su pequeña aventura conmigo un día, aunque no esperaba que fuera a ser un día muy emocionante... Simplemente miraríamos si había algo en el encinar que me ayudara a localizar a Celebi, pan comido.

Zero cruza la puerta y baja un piso de escaleras. Al final hay una sala con lavadoras, secadoras y utensilios de limpieza. Nadia está de espaldas a las escaleras, junto a una lavadora abierta, echándole bastante más quitamanchas del necesario a la sábana y mascullando.

-...maldita Mya... siempre con esa actitud perdonavidas... se creerá mi madre... "la próxima vez te pongo de patitas en la calle"... si me dieran un maldito pokéyen por cada vez que he oído eso...

Finalmente llegué a mi destino, no me extrañó para nada encontrarla refunfuñando. Me quedé unos segundos observándola desde su espalda hasta que finalmente abrí la boca.

-Perdona...- Dije esperando a captar su atención.- He hablado con la mujer de antes y hemos llegado a un trato... Si encuentras a alguien que te sustituya hoy puedes venir conmigo...

No dije aquello con demasiada firmeza ni fuerza, pues aun me incomodaba ligeramente la forma en la que posaba sus ojos en mi.

Cuando la chica oye la voz de Zero pega un respingo y el bote de quitamanchas sale volando de sus manos, rebotando en la lavadora, sin embargo, consigue reponerse a tiempo para cogerlo con un movimiento ágil antes de que caiga al suelo y a continuación se vuelve a mirar a Zero y escuchar lo que ha venido a decirle.

-¡Oh! ¿De verdad? ¡Estupendo! -Hace un gesto de victoria con el puño muy poco femenino y saca una pokégear, dando saltitos. Sin dejar de mirar al chico sonriendo marca un número.

-¡Holaaa!

-(...)

-Pues... serán las nueve de la mañana, ¡muy buena hora para que estés despierto, haragán!

-(...)

-Ya, ya sé que es tu día de descanso... Precisamente por eso te llamo. Verás, es que van a operar a mi abuela y tengo que acompañarla al hospital... -le dice a su interlocutor con el mayor descaro.

-(...)

-No, no es grave, una cosa de... apendicitis, pero mis padres están fuera y tengo que acompañarla. Además, siempre le han dado miedo los hospitales y tengo que estar con ella todo el rato.

-(...)

-¡Oye, ni que me fuera a ir de fiesta, que a mí tampoco me hace gracia tirarme todo el día en el hospital! Pero va, va, mañana hago yo tu turno -dice con un tono como si fuera ella la que le estuviera haciendo un favor al otro. -No tardes, ¿eh? Que Mya se pone hecha un gyarados. ¡Yay! ¡Gracias, Marcos, eres un amor! -dice, todo seguido, y cuelga tan rápido que probablemente si el tal Marcos tenía alguna pega, no le haya dado tiempo ni a formularla. Acto seguido, vuelve a dirigirse a Zero.

-¡Todo listo! ¡Nos vamos! ^o^

Coge una gorra y una pequeña mochila que ya tenía preparada -sospechosamente- y se dirige hacia la escalera.

Lleva unos pantalones vaqueros muy cortos, una camiseta de tirantes con bastante escote y unas zapatillas de tela con la típica puntera blanca de plástico.