Partida Rol por web

Galatea estiró los brazos al sol; era muy agradable volver a estar al aire libre tras tanto tiempo en las cuevas. Aunque había disfrutado de la aventura, la verdad es que las primeras salas habían sido muy claustrofóbicas, sobre todo con la aparición de "sus padres". Por un momento había creído que de verdad, ellos podrían estar allí. Después de todo no sabía nada de ellos desde hacía años y, según la abuela, su madre era fotógrafa, ¿no podría haber ido a las ruinas Alpha y haber terminado liada con los unowns?

Con un suspiro se sentó en el suelo, cerca del lago y empezó a dibujar unowns con un palito. La verdad es que cada vez se sentía más desconectada de su familia, con excepción de la abuela, Tábata y Jake. 

-No debería importarme, después de todos ellos decidieron irse. Si ellos quisieran verme, ya habrían vuelto...

Un chapoteo la saco de sus pensamientos: Polifemo se estaba bañando en la charca, apoyado en el borde como si estuviera en una sauna y fumando. Galatea no pudo evitar sonreír. Arturo se acercó a Galatea y se tumbó cerca, lamiéndose una pata. Había mejorado mucho desde que lo sacaron del gimnasio del Team Rocket, pero las terribles cicatrices recordaban el tipo de vida que había llevado. 

-Dicen que los amigos, son la familia que escogemos, ¿lo sabías, Arturo? -el houndoom bostezó sonoramente como respuesta. Galatea sonrió y se volvió al resto del grupo-. Este sitio es genial, ¿podemos volver algún otro día a hacer picnic?

Tras la mística aparición, todo ha vuelto a quedar en calma y despejado.

Ahora todos los unown, tanto los que se habían mostrado a favor de Celebi como los que habían intentado mantenerlo sellado han quedado por fin libres de su obligación. Los que formaban parte de los sellos han sido derrotados y han vuelto a adentrarse en las profundidades de las Ruinas, mientras que los que habían ayudado al grupo mostrándoles pistas se han quedado revoloteando, felices, por el bosque. Sus heridas se han curado, aunque una de las patitas de la A que más daños había sufrido parece haberse soldado en un ángulo extraño: la fractura que había sufrido había sido realmente grave, aunque como ya no le duele, no parece importarle, y da vueltas alegremente sobre las cabezas de los presentes.

Justo cuando salieron de las Ruinas Alfa, Tábata entornó los ojos con cierto desagrado: "...demasiada luz", se dijo. Fue en ese instante cuando se percató de que habían pasado muchas horas ahí dentro. La cantidad, sin embargo, no podía determinarla.

Dio unos pasos y, con cierto cansancio, puso sus brazos en jarra mientras seguía con la mirada a Galatea. Esta parecía extrañamente taciturna. A pesar de la vitalidad de la joven, más allá de sus sonrisas despreocupadas, Tábata podía percibir que había algo que la inquietaba. El hecho de pensar que iba conociéndola poco a poco, tanto a ella como al resto del grupo, y de que podía estar en lo cierto le hacía sentir extrañamente feliz, pese a las circunstancias. Era algo que no podía evitar. 

—Por supuesto. Además, sin preocupaciones esto se ve muchísimo mejor —dijo Tábata con el tono más optimista y gracioso que sabía entonar—. ¡Y tenemos que traer a Jake!— le sonrió a Galatea, acercándose hasta ella—. ¡Ah! ahora que lo recuerdo... ¡el pobre debe de estar desesperado! Será mejor que le llame para explicarle lo que ha ocurrido.

A la vez que Tábata marcaba el número de su hermano, se agachó junto a Galatea y agarró un palito similar al que ella tenía, dedicándole otra sonrisa. Mientras esperaba que Jake le cogiese el teléfono, se dedicó a dibujar un unown junto al de su prima. Encima de la cabeza de este, dibujó torpemente un corazón.

—Galatea— le susurró espontáneamente Tábata—. Mientras siga en este mundo, siempre tendrás un lugar al que llamar y un hogar al que volver—la miró—. Y pienso hacer todo lo posible para protegerte a ti y a lo que amas porque, además de amigas, somos famil... —la voz de Jake apareció en la otra línea abruptamente —. ¡Ah, J-Jake! ¡b-buenas tardes!— rió con nerviosismo.

Tábata se levantó de donde estaba, dejando su extraño dibujo atrás. Quien lo mirase con detenimiento ni podría discernir que lo había dibujado una joven de 26 años. Aunque su concepto de la proporción era excelente, daba la impresión de que había sido un niño quien, con la torpeza propia de la edad, lo había dibujado. Estas últimas características no parecían encajar demasiado bien. Quizás es que Tábata dibujaba muy mal. O quizás es que, a pesar de la firmeza de sus palabras, aún le costaba expresar sus sentimientos a las personas... y se ponía un poquito nerviosa.

La voz de Jake se oye al otro lado del teléfono:

-¡Hola! ¿Qué tal ha ido todo? ¿Por dónde andáis? Intenté llamarte antes, pero me salía un ruido muy raro, como interferencias, aunque juraría que se oía... No sé, era muy raro. Que sepas que casi, casi estaba preocupado. Casi, pero no. Si hubieras tardado un par de horas más en llamar habría empezado a preocuparme. ¿Os espero para cenar?

Conforme fue escuchando progresivamente la voz de su hermano, Tábata se comenzó a relajar. "Qué vergonzoso que era haberle dicho todas esas cosas a Galatea..." y sin embargo, debía de hacerlo. Si algo había aprendido del trato con los humanos era que, a diferencia de con los Pokémon, uno necesitaba transformar sus sentimientos en palabras. Esto, pese a ser algo incómodo, era sumamente necesario.

—Ya, seguro que no te has preocupado ni un poco...—bromeó Tábata. Después de la aventura en las ruinas, se encontraba extrañamente optimista, con ganas de bromear—. ¡Claro, espéranos para cenar! Se lo he comentado al resto y creo que están de acuerdo en ir. No te preocupes por la comida: en seguida voy para allá a echarte una mano con todo... y te cuento qué ha ocurrido. Nos hemos llevado un... pequeño susto, digamos—hizo una pausa—. Pero todo está bien, no tienes que preocuparte. Movilizo a los demás y vamos para allá —calló unos segundos—. Tengo muchas ganas de verte, Jake.

Mientras le comentaba a su hermano lo anterior, Tábata echó una fugaz mirada al unown con forma de A. Con sus patitas torcidas, no podía mas que inspirarle compasión. "Quizás debería echarle un vistazo para ver que todo está bien", suspiró la joven, preocupada.

-Está bien. La verdad es que estoy intrigado... Pero ahora me contáis. Os espero, no tardéis demasiado. O, al menos, no tardéis nueve horas. -Bromea, en referencia al tiempo que ha pasado desde que hablasteis por última vez esta mañana.

Cuando comenta esto, Tábata cae en la cuenta de que se muere de hambre, al igual que los demás, probablemente, aunque no se había dado cuenta de ello hasta ahora, por la emoción de todo lo ocurrido. También recuerda que Jan se quedó afuera con Spike y el resto de arqueólogos. ¿Se habrá resuelto también ese problema?

Al dirigir su mirada hacia la pequeña y torcida A, este le devuelve la mirada con su único ojo, curioso.

Conforme pasaba el tiempo, las posibles consecuencias de lo sucedido en el laberinto le iban pareciendo a Tharion cada vez más lejanas y sin importancia. También sus preocupaciones mas inmediatas estaban resueltas, tales como que y donde cenar, pero ver a Tábata hablando con su hermano le hizo acordarse del motivo por el que bajaron, con prisa rebuscó por sus bolsillos hasta dar con su pokegear con la intención de llamar a Jan para contarle lo sucedido (obiando la información que pudiese resulta perjudicial para la salud de Jan, como el último suceso antes de salir o lo de los unon)... y ya de paso preguntar por el estado de su amigo

Jan coge el teléfono tras unos cuantos timbrazos.

-¡¡Hey!! ¿Dónde os habéis metido? Me ha dado tiempo a perder los nervios, irme, volver con un médico, quedar como una gilipollas, que los tarugos de los arqueólogos se hubieran recuperado, que se hubiera abierto un puto boquete en el suelo... Bueno, no era un boquete, eran unas escaleras para como unas catacumbas, pero... También habían aparecido los pokémon esos, los que son como símbolos... Spike parecía que iba a tener un orgasmo allí mismo cuando lo ha visto. ¿Dónde estáis? ¿Seguís dentro? Es que no sabía si bajar, pero tampoco os he visto salir, y como cuando os he llamado no se oía nada...

-Nuestra experiencia se resume básicamente en colarnos de cabeza en un laberinto hecho por unons en el que la única forma de abrirse paso era dándose de hostias contra las paredes con el tipo adecuado de pokemon hasta que hace un rato hemos salido al aire libre en el encinar, la verdad es que te habría aburrido, en ningún momento nuestras vidas han llegado a correr un peligro real, quieres saludar a alguien?- dicho eso, se aleja el auricular de la oreja, y le grita al grupo -eh, tengo a Jan al pokegear, alguien quiere decirle algo?!-

-¡Joder, qué guay! ¡Y yo me lo he perdido! -la voz se retira un poco del teléfono. -¡Y todo por tu culpa, enano! -Se oye el inconfundible sonido de una colleja, un quejido y, de fondo "¡Eh, pero ¿por qué mía?! ¡Si no te hubiera llamado, no estarías aquí, en primer lugar!" -¿Dónde estáis ahora? ¿Habéis salido por el otro lado? No veas la que hay aquí montada... Cuando volví todos los arqueólgos habían vuelto en sí y se habían abierto las escaleras esas... ¿Qué habéis roto ya? -Se oye otra voz -Esto... perdón... ¿habéis sido vosotros quienes nos habéis salvado...?

De repente, Galatea cae en la cuenta de algo. Mientras hablaba con Arturo, reflexionando sobre su familia, había un reflejo más en el estanque además de los de los de Arturo, Polifemo y ella: el de Suicune. Sin emabargo, cuando vuelve a mirar, ya no hay nada, y evidentemente el pokémon no esta entre ellos en ese momento.

Galatea parpadeó un par de veces mirando a su prima hablando por teléfono. La verdad, es que era una chica muy especial. Se rascó la nariz ocultando los ojos llorosos.

-Hay que ver, la familia que tengo...

Se levantó y Arturo, el houndoom, se estiró para acompañarla. Aunque había mejorado mucho su actitud agresiva, parecía seguir necesitando una figura de líder a la que seguir todo el rato. Cerca suya, Tharion hablaba con la pokegear... con Jan. Galatea dio un respingo y se sonrojó sin quererlo. ¡Se había olvidado de Jan por completo!

-Eh... es... están... ¿están bien lo... los ci... científicos? ¿Están bien los científicos? -repitió porque su voz titubeante había sido bastante confusa-. ¿Qué me pasa? -pensó llevándose las manos a la cara. 

Se volvió, dándole la espalda a sus amigos, no fuera que le preguntaran. Al hacerlo, vio una silueta por el rabillo del ojo. Se le fue el corazón a la garganta. Pero no podía ser, ¿verdad? 

al oir el titubeo de Galatea, Tharion vuelve a preguntar si alguien quiere decirle algo a Jan, y repasa a todos los del grupo con la mirada empezando y terminando en Galatea

Al otro lado de la línea se oye vagamente a Jan y Spike liándola parda.

-¿Entonces habéis sido vosotros los que habéis hecho que la panda de huevones estos vuelvan en sí? -Parece que Jan ha recuperado la pokégear- ¿Y qué tripa se les había roto?

No hay ni rastro de lo que Galatea ha visto, o ha creído ver. Sin embargo, Polifemo también mira con curiosidad el agua, aunque tranquilo, sin salirse de ella. A los pocos segundos parece que tampoco encuentra lo que busca y dirige su atención a Tharion, que está gritando con el teléfono.

ah, poca cosa, solo que un grupo de lightweaks los habían hipnotizado y se habían estado alimentando de sus almas, nada que su familia, sus estudios y su trabajo no hiciese antes

Vuelve a sonar la voz de Spike por el teléfono:

-¿¿Eehh?? ¡Así que era eso lo que estaba pasando! Oh. Vaya. Ahora me siento estúpido. ¿Cómo no se me ocurrió antes? Entonces, los habéis derrotado vosotros. Ah, ¡muchas gracias! >.< Siento todo el follón, de verdad... Me gustaría daros las gracias en persona... Además, ¡tenéis que contarme todo lo que habéis descubierto! ¡Es una auténtica revolución para la Arqueología! -se nota que no cabe en sí de la emoción -Esto, bueno, ni siquiera os conozco... Aah... Me llamo John...

-Te llamas Spike, que suena mucho más gracioso, y deja de darles el coñazo, que aburres a los slowpoke, tío.

-Pero Jan, llevamos años investigando estas Ruinas, y ¡estos pokémon! ¡Están vivos, no son solo símbolos en las paredes! ¿Quién sabe qué más habrá ahí abajo, qué nos puede contar sobre el pasado y el presente de nuestro mundo...?

Leroy estaba algo confuso. Otra vez la habían liado parda. Las cosas no parecían poder mejorar en un futuro cercano y tenía hambre. Miró sus pokemons, Cartulina era una vela, podía hacer lumbre con ella. Trankimacín era un carpa. Era la combinación perfecta, un kit de supervivencia perfecto para su estómago. Sin embargo eran ya muchas aventuras las vividas y, pese a estar la carpa grandota, esta era su amiga. También su carpa era toda una estrella mediática, tenía muchos seguidores en pokebook y pidgeytter. No podía hacer algo así.

Miró alrededor, pensó en el futuro, en toda la vegetación que encontraría a partir de ahora. Lo mismo hasta aparecían pokemons que ni el mismísimo Red había descubierto aún. Miró a Cartulina, el podría secar y quemar la maleza que envolverá el mundo. Miró a Trankimacín, menuda hambre. Miró a Galatea, menudas tetas que tenía ahora la crí... "eh eh calma no es momento de pensar en esas cosas" pensó Leroy.

-Chicos no se vosotros pero tengo demasiada hambre. Creo que antes que nada deberíamos acercarnos al punto civilizado más cercano aunque sea para comernos una bolsa de patatas o algo. 

Galatea estaba observando la conversación telefónica, intentando enterarse de algo de lo que decía Jan cuando sintió un escalofrío. Se giró... para ver a Leroy mirándole las tetas. Como un tomate se dio la vuelta, pero cuando el pervert... Leroy habló, no pudo más que darle la razón.

-Sí, estoy de acuerdo. Tengo muchas ganas de ver a Jan y deberíamos hablar con los científicos de todo lo que nos ha pasado. Luego podemos volver a la guardería -miró a Tábata al decir esto último, pues sabía que estaba preocupada por su hermano.