Partida Rol por web

Ella se da una palmadita en el pecho, muy contenta de que te hayas dado cuenta de como va creciendo. Su entusiasmo se borra un poco al saber que te irás por la mañana, pero no hay nada ni nadie capaz de entristecer a Hannah demasiado tiempo y menos cuando su mejor amiga está triste. Te abraza de nuevo y te lleva de la mano al lugar donde ha preparado una mullida cama de hojas.

-Yo no soy preciosa, Aba si. Algún día seré tan fuerte y bonita como tú, ya lo verás. ¿Que ha pasado? ¿Alguien ha hecho daño a Aba? No quiero que estés triste.

No pude evitar sonreír ante sus muestras de afecto. Era una cosa con la que, tras tanto tiempo encerrada dentro de una bola y acompañando a aquellos humanos, había perdido el tacto. No obstante, la calidez que emitía el contacto de su piel con la mía era algo que añoraba como el pasar un rato distendido en un parque junto a unos humanos. Tendría que estudiar a estos humanos con los que por desgracia me había visto obligada a estar más en profundidad. No podían ser tan mezquinos y egoístas. Más que un grupo parece un gueto.

Con gusto tomé la mano de Hannah, y la acompañé a una improvisada cama de hojas. “Vaya, qué apañada que es. Casi me había olvidado”, pensé en cuanto la ví. “Si algo tienen las mujeres que he conocido, es que o bien su estándar de belleza está muy por encima de lo lógico o bien no se valoran a sí mismas lo suficiente”, medité ante sus palabras, tras lo que le puse una mano en el pecho, como si me refiriera al tipo de belleza que tan solo habita en los corazones más puros. -Bueno, ahora hay una persona que está conmigo, un hombre, y es mezquino y estúpido. Vamos en un grupo, somos un Sneasel, que es muy raro, una Ralts que se mueve mucho, un Charmander adorable, como tú, y cuatro humanos, muy raros todos ellos. De entre los humanos, la que mejor me cae es la única mujer. Me han hecho daño-, expliqué, resumiendo. Me senté junto a ella. -Sí, siento que tenga que irme. Supongo que querrán seguir avanzando mañana por la mañana. Intentaré estar allí antes de que despierten-, dije. Así podría estudiarlos mejor, ver sus debilidades y fortalezas.

Cosas personales...si eso no está protegido, evidentemente lo que lo esté será lo que me interese. Tengo que aprender a desencriptar mejor, pero de momento puedo hacer algunos intentos, mientras echo un vistazo a los artículos y demás. A ver que encuentro...

Con una expresión de gozo se deja caer sobre las hojas y se acurruca entre ellas hasta encontrar una postura cómoda. Al mismo tiempo estira sus manos para agarrarte y hacer que caigas sobre el montón. Entusiasmada, escucha tu historia sobre tus nuevos acompañantes, aunque no puede evitar un mohín de enfado.

-No entiendo Aba. ¿Por que vas con ellos? Ellos no son muy buenas personas y sin embargo quieres ir con ellos y no conmigo. ¿Estás molesta conmigo? No lo entiendo...

La verdad era que Hannah tenía razón. Tenía miles de motivos para permanecer junto a ella y prácticamente ninguno para seguir con el grupo en el que estaba, pero algo me decía que no podía quedarme al margen de lo que sucedía. Ahora que me había embarcado en una aventura con ellos, tras días encerrada en una solitaria Pokéball, sentía que, pese a que mis ganas por permanecer con la chica eran tremendas, debía marcharme junto a ellos. Dejé que me abrazara, y permanecí quieta, y en silencio por unos segundos. No obstante, tenía que replicarle a la pequeña.

-Ay, Hannah... Me lo pones difícil. Si fuera por motivos, como tú dices, tengo más para quedarme contigo que para irme con ellos. Algo me dice que debo irme con ellos. Además, ahora uno de esos chicos tiene la Pokéball a la que pertenezco. Prometo venirte a ver una vez por semana. Siempre será por la noche, pero-, dije, con una sonrisa. -No espero un mes a verte otra vez-.

Por un minuto parece que Hannah acepta, aunque sea a regañadientes, que tu ausencia va a ser inevitable. Y al momento siguiente te das cuenta de que no hay nada ni nadie que sea capaz de frenar su espiritu indómito.

-Quiero ir. Iré contigo Aba. Y si uno de ellos se atreve a hacerte algo, lo pagará caro -afirma con expresión feroz- y no me vas a detener.

Te parece increíble que ella quiera aventurarse con otros humanos. Ella, para quien los pokémon son su autentica familia, que nunca ha mostrado mas de un ligero interés por los de su especia, ahora esta interesada en acompañarte a un viaje con varios de ellos.

Me sentía mal por no poder partirme en dos. Quería estar con Hannah, pero debía ir con los demás. Mi cerebro era un mar de dudas, que se aclaró al instante con Hannah queriendo ir conmigo y los demás. Que yo supiera, no había estado mucho o nada en contacto con los humanos, y ella se sentía cómoda entre los Pokémon. Era por eso que su rápida reacción me asombró y preocupó a la par. Sin embargo, tras meditarlo unos instantes, decidí que ambas íbamos a estar mejor juntas, fuéramos donde fuéramos.

-Vale, Hannah. Necesito que entiendas una cosa, antes de que nos movamos con ellos. El viaje es muy peligroso. Ellos no sé hasta qué punto es peligroso. Pero quiero que me prometas un par de cosas. Primero, que no te pongas en peligros innecesarios, porque podría costarte la vida y jamás me lo perdonaría. Segundo, que no te fíes de los demás humanos. No tienen un corazón puro como el tuyo. Tercero, que yo ahora estoy, teóricamente, dentro de una Pokéball de un entrenador y él me da, en un principio órdenes, aunque si te soy sincera no las sigo mucho. Nuestra relación es tensa, y realmente estoy aquí por él, así que tendré que agradecérselo-, dije, esbozando una mínima sonrisa. -Pero no quiero que le hagas daño, por favor. Y finalmente, si muriera... No llores. Nunca llores-, sentencié.

Asiente con tus instrucciones, con una determinación férrea en su mirada.

-Si puedo ir con Aba todo está bien, haré todo lo que me pidas. Los humanos no me verán, he aprendido muchas cosas mientras estabas fuera, seré sigilosa, te lo prometo. Tu entrenador... -se muerde el labio, con algo de rabia- no le haré daño, pero no lo pasará bien si te hace daño a ti. 

Vuelve a tumbarse en el lecho de hojas, mucho más tranquila. Al cabo de unos minutos, cuando todo ha vuelto a quedarse en silencio, añade:

-Aba no va a morir, así no tendré que llorar.

El canto de algún pájaro pokémon os despierta con suavidad, al menos aquellos que no tenían o no pusieron sus alarmas antes de irse a dormir. Brilla un sol esplendido, que se cuela tímidamente entre los resquicios de las hojas y realiza un bonito mosaico de luces y sombras sobre el suelo del bosque. Las tiendas de campaña aún tienen gotas de rocío de la noche pasada, que aún no han tenido tiempo de desaparecer.

La noche pasada, a pesar de vuestros temores, no hubo ningún sobresalto que alterara vuestro placido sueño. Cierto es que algunos pokémon se acercaron a husmear el campamento y los humanos que invadían su bosque, pero el olor los mantuvo a raya o quizás simplemente no tenían mucho interés.

¿Que os deparará hoy el día?

Me desperté al sentir los voladores cantando. Notaba la luz en los ojos, pero estaba a gusto, dormitando abrazado a Kate. Es como regresar al nido, cuando los charmander dormíamos apiñados, bajo las alas de Charizard. Pero es de día, así que me desperezo, estirando la cola y abriendo la boca en un largo y sonoro bostezo.- Chaaaaarrr….- Reavivo la llama del rabo, y me atuso pasándome los brazos por la cara. Husmeo el aire, huele distinto, a humedad de la mañana, a árboles, a tierra, y a Kate. Me giro a la bípeda y gateando hasta estar cerca de su cara, comienzo a darle lametones para despertarla. Me pongo a dar saltos y a corretear por la pequeña tienda en cuanto esta despierta.

Asentí brevemente con la cabeza. Si la chiquilla no hubiera nacido entre Pokémons y hubiera repudiado todo contacto con humanos, estaba segura que habría sido mucho más inteligente que la media. Parecía entender las cosas y situaciones tan rápido como un relámpago en caer a tierra, pero no tenía por qué seguir mis indicaciones. ¡Parecía que la estaba esclavizando! -No hagas todo lo que yo te pida. Cuando quieras actuar, actúa. Por las noches, dormiré contigo, si no te molesta eso. Y no, pequeña, no es mi intención morir. Ahora, si me permites, voy a llevarte cerca de ellos, para que puedas ver cómo son. Si en algún momento me necesitas tú, mándame un mensaje por aquí- Dije, mientras me señalaba una de las sienes. -O prueba a ulular como un Hoothoot. Les dará a ellos la impresión de que se trata de un Pokémon y podré alejarme con una excusa. O no, me da lo mismo. Si me necesitas, acudiré- Comenté, de súbito, antes de tomarle la mano a la humana y desaparecer junto a ella, para aparecer lo suficientemente lejos de ellos como para que Hannah pudiera verlos y ellos no a ella ni a mí. 

La luz matutina saluda al "campamento". El sueño le habia ayudado a despejarse y la guardia mantenida desde que la comenzara le habia dejado totalmente despierto.

Tanto tiempo libre le habia permitido preparar sus suplementos alimenticios para pokemon. Preparando un cuenco habia dejado el desayuno de la pequeña Ralts junto a su cuerpo durmiente, luego se habia dedicado a preparar para Sneasel, Charmander y Abra, a la que aun no habia avistado, aunque dudaba que fuera a tardar mucho.

Una vez preparo todo y comprobo el perimetro se alejo pocos metros de donde dormian todos y comenzo a practicar un ejercicio con su baston. *

Habia dicho que no iba a pelear mas, pero eso no quitaba que quisiera mantenerse en forma.

Poco a poco fue ganando soltura hasta el momento en el que mas parecia que se encontraba bailando que practicando un arte marcial.

Cualquiera de sus entrenadores seguramente le sacara muchos fallos, pero tras lo de la mina sabia que no podria volver a correr al trote de un ponyta ni mucho menos, pero el ejercicio le seguia gustando y tras tantos años entrenando tenia una resistencia fisica bastante aceptable.

Juntas observáis los últimos instantes de actividad del grupo, como comen y charlan de algunas cosas antes de ir a sus tiendas para descansar. Hannah no hace ningún comentario, solo escucha y mira atentamente. La has visto hacer lo mismo en otras ocasiones, justo antes de cazar o cuando hallaba algo que le resultaba muy interesante. Esa capacidad de atención, en parte, es la que la ha ayudado a sobrevivir en el peligroso mundo pokémon, donde otros humanos hubieran perecido con facilidad.

Cuando ya están todos dormidos, la niña insiste en volver, queriendo dormir en la cama de hojas que había preparado y llevarse algunas pertenencias consigo. La experiencia parece haber cansado bastante a la pequeña salvaje, pues se duerme en unos instantes y tu no tardas mucho en seguirla.

Al día siguiente es ella la que te levanta, preparada para volver con los humanos. Ha elegido el momento perfecto, pues cuando llegáis mediante tus poderes, ellos ya se han levantado y están preparándose para marchar. Mark se ha alejado un poco y está practicando algún tipo de arte marcial con su bastón, algo que Hannah observa fascinada.

Aprovechando que Mark se estaba entrenando con el bastón y estaba apartado de los demás, decidí mostrarme ante él, por si los demás querían lincharme. Obviamente, no lo hice apareciendo ante su rostro, sino que me teletransporté tras un árbol y poco a poco aparecí, para no sobresaltarlo, para que no gritara agitado, y para que, si se enfadara pudiera huír con celeridad y sin complicaciones. Mirando aquél bastón, que él tan bien usaba, aunque con unos movimientos, a mi parecer, bastante mecánicos y demasiado vistosos y algo predecibles, me aparecí en silencio, flotando, a un metro escaso del suelo, acercándome gracias a la levitación. Me quedé quieto, esperando a que Mark se percatara de mi presencia, lo que no era muy difícil, puesto que había estudiado el lugar por el que aparecer lo suficiente como para que Mark no tardara en verme. Estaba segura que los demás no sabían si aparecería ni cuándo aparecería en el caso en que decidiera mostrarme. Lo que ellos no sabían es que estaba todo preparado.

Tenía la sensación de que debía hablar. De que ése era el momento en que aquél humano oyera el neutro y misterioso tono de voz que poseía, que era prácticamente irreal. Sin embargo, allí me quedé, esperando a que él hablara y me dijera algo, levitando y evitando toda brisa que pudiera moverme creando un finísimo campo de protección a mi alrededor que bloqueara todo viento.

Al poco oyes en tu mente la voz del doctor al tiempo que prosigue como si nada su danza-combate.

"¿Que ocurre, criatura?"

No me moví en lo absoluto. Como, ya de un principio, había decidido no contestar a los mensajes, ya fueran mentales o hablados, de mis compañeros de viaje, tan solo proyecté el mensaje dado en otra dirección. No contesté, pero al descender un poco y acercarme a él estaba claro lo que quería: quería que intentara impactarme con el bastón, aunque fuera una vez, a modo de entrenamiento. Yo no iba a atacarle, pues el cojo estaría en desventaja, y tampoco iba a usar la teletransportación, pues sería injusto para él. Por otro lado, quería que comprendiera a qué agilidad se iba a enfrentar Mark si pensaba herirme de algún modo.