Hubo un tiempo en que las bombas eran de chicle rosa, el aire flotaba en denso cigarrillo, interminables piernas acababan en tacones imposibles, el agua era de coca cola y las noches brillaban en fluorescentes colores. Un tiempo en el que se bailaba como si no hubiera un mañana, en que los labios eran de cereza y el futuro sin límites.
...pero de aquel tiempo poco queda. Ahora sólo se baila al son de las balas, las mujeres regalan besos fatales, el aire sabe a polvo y gasolina y sólo rige la ley del más fuerte.
Y así estaba el mundo, a punto de quebrarse, paralizado en el aire como una pieza de taxidermista suspendida del cielo por hilos de oxígeno hasta que por fin se fue a tomar por el culo... y lo hizo en su "mejor" momento; cuando la cocaína corría por las venas del vicio y las pin-ups encendían los motores de los hombres. Cuando la tele mató a la radio y las noches comenzaban a iluminarse con un nuevo y lujurioso resplandor de neón. Fue en esa década, esa celebración de egoísmo y codicia, cuando todo se fue al carajo...
Ya nadie recuerda con certeza que ocurrió. Algunos dicen que fue una guerra nuclear, unos pocos tarados afirman que hubo una invasión del espacio, o quizá sea cierto eso que decía la biblia y fue la ira de Dios lo que acabó con todo. Quien sabe... a fin de cuentas a quien cojónes le importa ya si hubo una pandemia mundial o si todo el mundo se volvió majareta y entró en una especie de suicidio colectivo...
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