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¿Qué es lo que despierta la crueldad de la Reina?

No era una respuesta fácil. Y menos con todo lo que se había dicho durante ese viaje. Sus sentimientos por la reina, ¿habían variado? Donde antes había certezas, ahora había dudas. Los comentarios de Tamara, los de Guadalupe... ¿era su reina así? ¿en ella había depositado su confianza?

- La gruesa incompetencia. Y la deslealtad. Ambas cosas le producen una clara vena cruel que todos hemos visto alguna vez, ¿no es cierto? Sin embargo siempre ha estado justificada y nunca ha supuesto, al menos que yo haya contemplado, la tortura o la causación de un dolor innecesario. No se complace con el sadismo. Aunque sí ha sido terminante en ocasiones, bien arrojando de su lado a los incompetentes, bien ordenando ejecutar sumariamente a los desleales y a los criminales.

No se le ocurría mucho más que decir. Tal vez porque su mente seguía turbada por las dudas.  

Tamara sonríe ante la respuesta del Maese. 

- Entonces, después de todo lo que hemos estado hablando desde que comenzó este viaje, ¿cree que alguno de los presentes merecería despertar esa crueldad de la reina? 

Aunque sí ha sido terminante en ocasiones, bien arrojando de su lado a los incompetentes, bien ordenando ejecutar sumariamente a los desleales y a los criminales.

Guadalupe escucha en silencio, mordiéndose las uñas, antes de formular una pregunta.

- ¿Y te ha causado malestar alguna de esas personas que la reina se ha quitado de encima? Tal vez alguien fuera un familiar, una amante o un amigo cercano vuestro.

-Sé que es osado opinar de lo que se desconoce, pero si la Reina ha sido cruel o despiadada con alguien, quizás no fuese injustamente. Tal vez sí se lo merecía. La justicia siempre es algo relativo, ¿no creéis? Depende de los puntos de vista de quienes juzgan y son juzgados. Casi siempre difieren, como es natural.

No había respondido de inmediato.

- Nadie piensa nunca merecer castigo excepto los que sienten placer por ello. O los hombres buenos. De lo que hemos escuchado estos días no me queda claro si ella lo es, o no. Lo que sí tengo claro es que nosotros no lo somos. ¿Tan poco la queremos como para que unas cuantas preguntas, unas historias puestas en común, nos convenzan que la que apreciamos tanto es... perversa? ¿cruel? Yo no pienso, yo no puedo pensar, eso, Tamara Ojo Lejano. Y tampoco puedo decidir si alguno de nosotros merecemos castigo- tras la reflexión miró a Guadalupe, pensando en su pregunta, dejando su mente vagar unos segundos. Recordando.

- No- mintió.- No he sentido malestar nunca por las decisiones de la reina.

¿Recordaba esa tarde? Por supuesto. Ella era una espía y había logrado acercarse a él. Esa había sido la explicación recibida cuando había indagado por la hermosa joven de piel de ébano con la que había compartido un meses y diecisete días, cinco cenas, y dos despertares entre sábanas y placer. Ella era una espía, y nunca había habido motivo para desconfiar. ¿Lo había ahora? Había pedido misericordia para ella. Pero no había tenido éxito. Había pedido que fuera desterrada. La clemencia de la reina había sido darle una muerte rápida.

- No creo en el relativismo. La justicia es, maese Felton. Tal vez seamos nosotros quienes no somos. Desde luego, nuestra perspectiva no lo es.