Partida Rol por web

En cierta ocasión, la Reina te castigó.

¿Qué detalle de ese recuerdo permanecerá contigo para siempre?

Felton sopesó la pregunta con cuidado... y con una especie de dolorosa desgana alzó su camisa, dejando ver parte de su torso.

- Puesto que no sólo hay cicatrices en el alma, creo que os referís a algo así, ¿verdad? 

En él había unas curiosas cicatrices en zig-zag, poco usuales. Blanquecinas, pareciera que antaño la carne había sufrido desgarro, y se había regenerado dejando tales marcas. Sin duda, el efecto era de haber sido un proceso doloroso. 

Para alguien de los presentes no eran desconocidas, aunque nunca contestó antes a cómo habían sido hechas. Tras tantos secretos compartidos, ahora ya no le resultaba del todo raro el sincerarse con sus acompañantes.

- Hace tiempo se me adjudicó el honor de proteger a la Reina, y había motivos para estar alerta. De uno de los reinos vecinos llegó un complot de conspiración, dirigido a acabar con Lidia de Siempreviva. Su vida estaba en peligro, aunque no estaba del todo comfirmado. Nuestro espía no logró toda la información de modo preciso, así que sólo tenía suposiciones. Decidí permanecer lo más cerca posible de ella, vigilándola en todo momento.

Durante un baile de máscaras, la Reina aceptó danzar. En ese momento no lo supe, pero uno de los acompañantes llevaba un estilete fino y largo como una aguja de calcetar. En uno de los giros se lo clavó a la Reina, pero las ballenas del corsé lo desviaron de órganos mortales. El llevar el corsé apretado y que el estilete fuese tan fino hicieron que el pinchazo fuese imperceptible. Lidia siguió danzando y yo no me percaté de nada. Por la noche, al desabrochar el corsé, vieron unas gotas de sangre en su costado, y se descubrió el motivo. Afortunadamente a nuestra Monarca no le sucedió nada más allá de un susto que se curó pronto y con reposo, pero pagó su cólera con mi torpeza como guardaespaldas. Estas cicatrices fueron hechas a cambio de la suya, con una máquina dentada de la que entenderéis que no guarde buen recuerdo.

- ¿Y no guardas rencor a la reina por haberte castigado de manera desproporcionada por algo que no fue tu culpa? 

Guadalupe se mantuvo serie e inexpresiva cuando Felton se descubrió. Si bien su cuerpo era digno de verse, ella parecía querer evitar hacerlo. Tal vez ya conociera la historia, o simplemente no quería escucharla, últimamente se hablaba mucho de las cosas malas que había hecho la reina Lidia de Siempreviva.

Felton, ¿El castigo te resulto doloroso? Esas cicatrices no son caricias precisamente... - dice de espaldas al grupo mientras se sirve una copa de vino usando un escanciador.

Las dos damas mostraron interés por la historia, tan extraña como impactante. Por un segundo él rememoró ese pavor a la máquina que le enseñaron momentos antes de probarla. Unos dientes metálicos poco profundos, lo justo para dañar sin fatales consecuencias.

-Por supuesto que fue doloroso -les contesté a ambas-. Pero no soy yo quién para juzgar si el castigo fue desproporcionado. Lo que sin duda fue, es eficaz. No fue mi culpa, cierto, pero sí era mi responsabilidad. Ahora llevo en mi piel y en mi mente algo que me recuerda día a día mis obligaciones para con nuestra Soberana, y va a ser difícil que se me pasen de nuevo.