Partida Rol por web

Precariedad

Jueves 25 Abril 1996

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26/08/2010, 11:11
Valeria

¿Qué demonios le pasa a Durdica?

Valeria miró extrañada la reacción de la dueña del hotel, no sabía qué tipo de relación mantenía con el abogado, pero, y a pesar de que podía achacarse a la macabra situación, nunca había visto a Durdica pronunciar una palabra más alta que otra, y ya eran años lo que la conocía.

Se debatía entre separar a ambas mujeres y cumplir las órdenes del hombre que luchaba por salvar la vida del herido, finalmente decidió seguir las instrucciones del policía, y rebuscó primero en el bolsillo accesorio hasta que encontró las gasas solicitadas, que entregó con celeridad, intentando importunar lo menos posible al afanado doctor.

Fueron las palabras pidiendo tranquilidad las que la hicieron agarrar a la desconocida desde atrás para hacer que soltara a Durdica, empleando para ello una más que notable fuerza.

¡Estate quieta! ¡No es momento de pelearse!

No tenía ni idea de cojones estaba pasando, hace apenas unos minutos servía un bocadillo de queso a un forastero, y ahora se encontraba haciendo mitad de enfermera y mitad de arbitro de lucha frente a un moribundo y hombre que intentaba salvarlo.

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26/08/2010, 11:11
Ðurdica Tracejov

No pudo soltarse del abrazo de la chica que la sujetaba, le había pillado de improviso la airada reacción, y no fue hasta que Valeria intervino cuando pudo liberarse de las garras de Senka, se frotó dolorida el brazo derecho, siempre era ese el malparado, desde aquel maldito día.

Miró a la chica, se había desvanecido la dulzura inicial, y ahora se parecía tremendamente a su madre, con aquellos verdes ojos refulgiendo de ira y odio, los mismos que hicieron que las advertencias dadas a Zvjezdan cayeran en saco roto.

Tuvo que admitir que el miedo recorrió su cuerpo durante unos instantes, el brazo le empezó a pesar, y tuvo que sentarse en la silla que poco antes había estado ocupada, reprochándose su enfado al observar al desconocido intentar ayudar a Iván.

Con la mirada perdida en los movimientos de Tasic, sus castaños ojos volvieron a derramar lágrimas, olvidando sus ganas de guerrear, sólo estaba asustada, si moría volvería a estar sola, y eso la aterraba.

No se atrevió a pensar en la palabra que había desafiado a la tormenta.

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30/08/2010, 11:47
Senka Njego

 ¿Por qué se había portado así? La habían sacado de sus casillas con suma facilidad, demasiada, incluso había olvidado que a menos de un metro estaban luchando por la vida de un hombre. Ella no era así. Eso creía. Eso esperaba.

Senka Niego se dejó separar de la mujer que se volvía de nuevo muda y pacifista y una estatua. Otra vez la cara de no haber roto un plato en su vida después de haber dicho lo primero que se le había pasado por la cabeza, sin importarle lo más mínimo el daño que causaba.
 
Se quedó mirando la escena un rato, mientras el corazón luchaba por acomodarse a un ritmo más tranquilo. Su cabeza se afanaba en ordenar y pausar los pensamientos, tampoco estaría mal. Y su cara a no tener expresión de descontrol.
 
Suélteme. -Habló con voz relativamente tranquila para el poco tiempo que había pasado, puede que también triste. Esperó a que procediese la joven y suspiró mientras negaba con la cabeza… si es que no tenía ni pies ni cabeza nada de lo que le estaba pasando… así que decidió alejarse de todo aquello.
 
No se iba arriesgar a otro arrebato de la loca. Estaba demasiado cansada, otra vez, y había comprobado que su paciencia no pasaba por horas altas. Y no se iba a tomar nada químico para mejorarla. No debía.
 
Fue hasta el mostrador, a coger una bolsa de plástico y su mochila de montañismo. No se paró a ponérsela, sino que la llevó cogida del asa superior hasta la puerta. No pesaba nada, apenas dos días se suponía que iba a pasar en el bendito pueblecito.
 
Durante el recorrido hacia la salida tuvo la tentación de varias cosas: de volver a intentarlo con Durdica -durante un segundo pensó en hacerlo incluso de no muy buenas maneras-, de preguntar sinceramente interesada por Lazovic, hasta de decir donde iba a estar por si la necesitaban… pero decidió que no tenía ganas de hacer ninguna de esas cosas. O que no merecía la pena.
 
Salió a la intemperie, por suerte no le había dado ni tiempo a quitarse su anorak verde, y cerró cuidadosamente la puerta cuando por fin volvió a notar aire fresco.
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01/09/2010, 13:46
Aleksandar Tasic

En realidad, poco se sabe de lo que ocurrió el año pasado en Srebenica. Dicen que, sólo contando cadáveres civiles, se podían alcanzar los tres cuartos de entrada en el estadio Belino Polje: pocos habrían visto público más frío con su equipo. Quizá son exageraciones. Manipulación mediática para...qué sé yo...vestir a los bosnios de mártires. No lo sé. Supongo que aún es pronto y que han de pasar los años para poder verlo todo con cierta perspectiva.

De lo que puedo dar fé -porque lo han visto estos ojos que se ha de comer la tierra- es que compartí barra y cervezas (en compañía de otros muchos haciendo corrillo) con Branislav "Filtro" Masuka, oficial sanitario que gozaba de cierto prestigio en el gremio por sus escasos escrúpulos y - se comenta - por el espectacular tamaño de sus huevos. Masuka nos contaba que en Srebenica hubo sangre, pero también mucha propaganda: los niños muertos venden y, decía el "Filtro", la carrera por el Pulitzer andaba muy cara porque resulta barato encontrar una buena montaña de mierda en Bosnia. Oferta y demanda.

No hubo fotos, por contra, de las tres compañías de reconocimiento serbias que los muyahidines, dos días antes de la refriega en la ciudad, se cepillaron muy cerquita de Srebenica. Eso fué un Lunes. El Miércoles, las tropas del VSR - con Ratko Mladic al frente y nuestro Branislav Masuka en sus filas - llegaron a las estribaciones de la ciudad y se encontraron con el panorama: en ese momento comenzó la jornada laboral del "Filtro".

Por algún gemido ahogado aquí y allá todos supieron que aún quedaban supervivientes entre los cuerpos esparcidos. Masuka se adelantó junto a su suboficial sanitario y, según andaba entre cadáveres, señalaba a éstos con el dedo: decía "Sí" cuando encontraba algún soldado recuperable y "No" cuando estimaba que poco se podía hacer.

De ocheta y cuatro hombres que formaban las tres compañias, hubo setenta y nueve "Noes". Y entre esos setenta y nueve "irrecuperables" se contaron muertos -los más-, pero también vivos que habían aguantado dos días con media cara reventada o sosteniéndose las tripas. Hubo un "No" para ellos. Economía de guerra. De nuevo, oferta y demanda.

Eso por un lado. Por otra parte, tenemos a ese tipo...¿cómo se llama el actor?. Si, uno guapete, moreno, con cierto aire latino que sale en "Urgencias". Me gusta esa serie. Sobre todo cuando el médico,...¿cómo se llama?...bueno, dá igual,...sobre todo cuando se les vá un paciente en la mesa de operaciones. El fulano está mas tieso que el palo de una escoba, pero nuestro cirujano mister universo se afana por, inutilmente, devolverlo al mundo de los vivos. Le hace veinte repeticiones de masaje cardíaco, desfribilador por aquí, "apártense" por allá...y se queda solo mientras el coro de auxiliares se va quitando la mascarilla y un pitido torna constante. El paciente, por ese entonces, esta ya escuchando liras...pero el tipo guapo y profesional sigue en sus trece. "Está muerto", le dicen, "déjalo ya". "Y una mierda", responde él..., hasta que cede a la evidencia y se retira compungido del escenario. Una de las enfermeras chorrea agua de limón por la pata abajo porque ha visto una lágrima cayendo por la mejilla del varonil (y también sentimental) doctor.

Muy bien. Visto lo visto y atendiendo a los dos referentes, tengo un par de opciones: la primera es ejercer de "Filtro", colocarle un "No" al fiambre y enfilar proa hasta mi bocata de queso a medio terminar. Es, sin duda, lo más apetecible.
La otra vía consiste en...

- No voy a abandonar.- digo esforzado. Ha sonado un crujido sordo ahí dentro y creo que le he fracturado alguna costilla al pobre desgraciado. Igual le perforé un pulmón aunque, total, para lo que le va a servir...- ¡Vamos, vamos!. ¡No se rinda, diantre!.

Entre compresiones voy mirando de reojo a Valeria y a las dos mujeres - ya más calmadas - en disputa. ¿Es que ninguna va a decirme que pare?. Tendré que pasar a la alternativa extrema que tan buenos resultados ofrece en el melodrama: el puñetazo torácico.

- ¡Apártense!.- digo imitando al guapo doctor de mi serie favorita. Me salió así, a pesar de que la distancia entre las damas y mi negocio es más que considerable. Mi mano se eleva, el puño se cierra y lo descargo directamente en todo el esternón. ¡Pum! (producto del golpe) y ¡Prfuaash! (consecuencia de un borbotón espeso de sangre que mana de la herida y aparta las gasas). Dos empellones más. Pum, Pum...¡Prrfffuuuuaaaaaaaassssshh!. Mierda.

Creo que ya es hora. Compruebo el pulso. Niente. Suspiro...

¡Coño, que frío!

- No se puede hacer más.- afirmo mirando a la audiencia y comprobando cómo la muchacha de rasgos dulces y deprimidos abre la puerta dejando pasar por un instante al general invierno. Es ahora cuando me pregunto dónde diablos andará la cocina y si habrá algo de cebolla en la despensa.

Soy buen actor, ya lo dije, pero me cuesta simular el llanto.

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07/09/2010, 23:56
Ðurdica Tracejov

Un asomo de esperanza, fruto de la desesperación, la petición de un milagro en una tierra que perdió el derecho a tenerlos hace muchos años, la esforzada lucha de un hombre por salvar a otro al que acababan de herir.

Así era aquel lugar.

Los sonidos le resultaron escalofriantes, los recuerdos que Iván apaciguó amenazaron con revolverse, la perseverancia del afanado doctor fue insuficiente, y Durdica fue cayendo lentamente, y no solo en sentido literal, hasta que sus rodillas volvieron a tocar el suelo, un súplica de la que había olvidado el texto.

Las lágrimas se escurrieron pesadamente por el desgastado rostro que el tiempo había marcado más profundamente de lo que tocaba, y los llorosos ojos acompañaron un silencioso gracias dirigido a Tasic. Aferró la mano inerte del hombre que le dio una segunda oportunidad, y las palabras que tantas veces escuchó de sus labios resonaron en su mente.

Bajó la mirada avergonzada por su actitud anterior, una persona agonizaba y ella se había dedicado a pelearse con otra.

Confirmaba que la historia de los Balcanes había calado profundamente en ella.

Se arrepintió, pero tal vez ya era tarde, había visto el odio brillar intensamente en aquel otrora apacible verde, un odio que costaba olvidar, porque nadie era capaz de recordar su origen.

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07/09/2010, 23:56
Valeria

La chica que salía apenas ocupó la atención de Valeria, desde su punto de vista, era lo mejor que podía pasar vista la situación. Observó los esfuerzos del médico, sus gestos seguros, las inútiles palabras de ánimo, tal vez fueran para él mismo en lugar de para el moribundo, le sonaron parecidas al ¡Empuja! ¡Empuja! que el veterinario le decía a las vacas cuando estas parían, como si los animales pudieran entenderlo.

Se acercó de nuevo con mucho menos asco del que ella misma había esperado al lugar donde la vida y la muerte parecía pugnar, en un intento de sentirse útil, pero el fuerte golpe sobre el desmadejado cuerpo del abogado le hizo dar un pequeño respingo por la violencia y lo inesperado del mismo, haciéndola caer de culo desde su posición acuclillada, manchando sus pantalones con la sangre que acababa de abandonar el ya cadáver de Lazovic.

Apoyó las manos en el suelo, a su espalda, para estabilizar su posición, y observó a Durdica en silencio, siempre había sentido una pizca de envidia de ella, de su sereno rostro, de su inteligencia, de sus modales, la creía capaz de poder con cualquier cosa, de comportarse con entereza fuera cual fuera la situación.

No pudo evitar una ligera alegría al verla desmoronarse, se sintió mal por ello, diciéndose a si misma cual sería su comportamiento si alguien a quien ella apreciara moría de esa forma. Desvió la mirada hacia el forastero, y al ver sus manos ensangrentadas aún alzadas, descubrió que el líquido caliente y pegajoso que se deslizaba por entre sus dedos también era sangre. A duras penas reprimió una arcada que le hizo sentirse aún más culpable por su pensamiento anterior.

Has hecho lo que has podido

Buscaba una excusa para largarse de allí, para dejar a la dueña del hotel unos instantes de soledad para que se despidiera de su amigo, o lo que quiera que fuera para ella, así que se levantó e hizo un gesto a Tasic para que la siguiera.

Supongo que el doctor Salvejic vendrá enseguida.

Fue todo el consuelo que pudo darle a Durdica antes de abandonar enfilar el camino que la conduciría hacia la puerta del fondo, tras la cual, y a medio camino del pequeño salón que hacía las veces de acogedor comedor para los escasos clientes del hotel, se encontraban los aseos.

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09/09/2010, 23:42
Director
Sólo para el director

Dacijaj. Pueblo. Jueves25 - Abril - 1996, 18:39. Hotel Dacijaj

 

Separación de:

 

Senka Njego -> Sale a la escena … Jueves 25 Abril

Aleksandar Tasic -> Permanece en la escena Jueves 25 Abril

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13/09/2010, 16:50
Aleksandar Tasic

"No se puede ser bueno a medias" - Leon Tolstoi.

No llevo mis guantes de látex. Repito: NO llevo mis malditos guantes de látex. ¿En qué diablos estaría pensando?. Creo que..., creo que me está afectando toda esta...mierda de clima, no sé, este lugar tan tenue y deprimente, con un 50 % de su población compartiendo apellido y taras. Primos apareándose que traerán al mundo chiquillos cejijuntos y medio gilipollas: cuando crezcan, jugarán a las cartas sudadas en la taberna de la anciana Valeria.

El caso es que parece que metí las manos en un cubo de carnaza para tiburones, y la roña consanguínea se me acumula bajo las uñas. Qué puto asco, Dios.

- Deje que me asee un poco, señora.- le digo a, supongo, la viuda. Con el rabillo del ojo controlo a Valeria y puedo ver cómo su trasero colorado - tuve que reprimir la risa cuando pegó ese culetazo - se dirige a lo que, intuyo, serán los lavabos. Me incorporo y aprieto los dientes, marcándose los músculos de las quijadas. Gesto serio. Desde arriba veo la caricia de la mano caliente a la mano fría: lo que el estándar humano describe como trágico y conmovedor, mi cerebro procesa como principio termodinámico. Carne, sangre, reacciones químicas e impulsos eléctricos. No me dá ni la más mínima lástima.- Traeré un vaso de agua para acompañar la pastilla. Le sentará bien.

Y ahora es cuando los buenos tipos tragan saliva, aprietan los labios y se retiran elegantemente para dejar ese momento de intimidad. Esos buenos tipos, al irse dicen - Lo siento, y cogen camino - ¡paaaaaso ligero! - a los servicios. Me pregunto si Valeria estará lo suficientemente enferma y/o necesitada como para pegarnos un homenaje aquí y ahora. Uno rápido. No sé, nunca fuí muy partidario del aquí te pillo, aquí te mato...fundamentalmente porque se me dá mal hacerlo de pié. No atino.

Esta vez te has pasado, Alek. ¿Un polvo en un velatorio?, ¿con la viuda al lado?. Esas cosas hacen ruido, cerdo asqueroso. Además,...joder..., te echarías atrás y lo sabes. Eres tan...tan tristemente correcto...

- Usted primero.- digo al llegar a su altura. Abro con cadera y codo, y mi mano empapadita en sangre señala al interior. Al fondo, el cartel de ASEOS. - Ha estado muy bien ahí fuera. Quiero decir..., supo mantener la calma y fué de gran ayuda. Se lo agradezco.- digo alternando mirada entre el radiador blanco descascarillado y un extintor. Tomo aire entre dientes y me muerdo el labio antes de sonreir como un estúpido, dar rápida media vuelta y, sin esperar respuesta, enfilar los lavabos.

Qúe complicado, ¿eh?. Ser buen tipo en acto y un cabrón en pensamiento resulta de lo más...triste, ¿verdad?. Te convierte en un reprimido, Alek. Reprimido y mentiroso.

La puerta del servicio dá a un pasillo muy cortito, con otras dos que se abren a izquierda y derecha. En ellas, sendos cartelillos con la silueta de una señora de la época victoriana y un caballero con sombrero de copa respectivamente. Todo un clásico de la retrete-simbología.

¿ Y qué decir del mobiliario del aseo?. Pues de madera y porcelana: podría ser reliquia del XVIII o manofactura de Boris, el hijo tonto del carpintero. No encuentro diferencia. Lo único que me importa es que hay una pila que desagua, un grifo que funciona, una pastilla de jabón y toallas desechables. La sangre sale y mientras froto puedo leer en un cartellito que la empresa ALFA Clean ha desinfectado, desinsectado y desratizado el cuarto. Me miro al espejo. Por alguna razón - la iluminación, seguramente - me veo con buen aspecto.

- Qué día más extraño...- le digo a mi reflejo y, con las manos ya limpias, me mojo un poco el pelo. En una estantería pequeñita hay un vaso precintado en plástico: servirá para que la viuda baje el Valium.

Se puede ser bueno a medias, amigo. Tú eres el vivo ejemplo, porque sólo yo sé lo hijo de puta que puedes llegar a ser. Dicho lo cual,...tienes mi permiso para cagarte en Tolstoi.

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16/09/2010, 23:56
Director

Dacijaj. Pueblo. Jueves25 - Abril - 1996, 18:51. Hotel Dacijaj

No había resultado en absoluto sencillo limpiar todos los restos de sangre de las manos de Tasic, pero tras esfuerzo y un buen gasto de papel, había conseguido su objetivo con bastante eficacia. Así que, vaso en mano, se disponía a salir del aseo de caballeros.

Eh, poli, tiene que ver esto

La voz de Valeria le resulto extraña a través de la puerta, pero el acento era inconfundible, lo cual le trajo a la cabeza, que ni la dueña del hotel ni la chica que había abandonado la escena hace unos minutos lo tenían.

Abrió finalmente la puerta y avanzó por el pasillito y cruzar la puerta del servicio para ver a Valeria plantada frente a la puerta de doble que daba de nuevo a la recepción del hotel. Ambas hojas estaban abiertas, y la camarera no se volvió hacia Aleksandar cuando esté se acercó, sino que siguió mirando con expresión serio lo que tenía delante.

Lo más destacable de la escena era la ausencia de personas en la misma, ni vivas ni muertas, tampoco se oía ningún ruido proveniente del exterior, y en el lugar que hace unos minutos ocupaba Durdica sosteniendo la mano del difunto, había lo que un día fue un espejo, y que ahora se hallaba esparcido en una buena cantidad de trozos sobre un gran charco de sangre, mucho mayor que el que había provocado el disparo y la posterior intervención del inspector. Sangre que salpicaba también los muebles circundantes.

Valeria se atrevió a mirarlo, no estaba tranquila como le había parecido en un principio, sino totalmente lívida y paralizada.

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20/09/2010, 17:23
Aleksandar Tasic

"Qué día más extraño". No han pasado ni cinco minutos desde que dije eso delante del espejo y ya me estoy arrepintiendo: en realidad, no es la primera vez que me pasa algo así. Sales a la calle, piensas "hoy parece que hace bueno" y se montan nubarrones con la misma gama de colores que el cenicero de un bingo. No debo tentar a la suerte, porque la tostada siempre se me cae del lado de la mantequilla...

...y ahora, "lo extraño" ha pasado a un nuevo nivel: el que, a pesar de estar a centímetros del cuerpo de Valeria, me hace ignorar su olor.

- ¿Qué demonios ha pasado aquí?.- vocalizo en slow motion, y las palabras se escapan casi sin que se muevan los labios. El "Qué" sonó fuerte. El "aquí" ni siquiera se escucha.
Lo malo que tiene ser tan pragmático y racional es la sobrecarga de esfuerzo: a veces resulta mucho más sencillo pensar en que un espírito diabólico entró en el cuerpo de la chiquilla, que dar con un diagnóstico esquizofrénico. Por eso tengo ahora la boca entreabierta y los ojos como sartenes. Busco una explicación lógica a la ausencia de ruidos, la ausencia de cuerpos y la ausencia de huellas..., todo desde mi posición: ligeramente tras Valeria, un poquito a su derecha y con un vaso de plástico en la mano. Me bebo el agua de dos golpes de nuez y arrugo el vaso. Mi culo, más apretado que un paquete de azúcar.

- Acompáñeme fuera, por favor.- digo con la yemas de los dedos sobre la espalda de la tabernera. La esquivo echando el cuerpo a un lado y me adelanto a paso lento, enfilando la salida. ¿Qué clase de gilipollas ha decidido fabricarse una piñata con una bola de discoteca rellena de sangre?. Porque es enteramente lo que parece esta mierda.- ¡Señora Durobrica!.- exclamo convencido de estar confundiendo el nombre.- ¡Señora!.

La llamo sin dejar de mirar el charco de sangre, los cristales, los salpicones..., y aunque esté con unas ganas locas de
1.- Examinar muy por encima la mierda negra que encontré en las entrañas de Misimovic.
2.- Redactar un informe rápido (esa porquería es sangre digerida porque lo dicen mis santos cojones. Úlcera. Peritonitis. Caput. Fin del caso).
3.- Coger el Vectra.
y 4.- Contarle una milonga a Petrovic sobre los documentos del Rector...

..., no puedo evitar una sensación extraña en el vientre, como si un nano-hijodeputa andase haciendo nudos de marinero con mi intestino delgado. Observo la tremenda mancha y me esfuerzo por no pisar en rojo,...mientras busco, sin dejar de caminar, el rastro de un cuerpo arrastrado. Algo. Lo que sea.

No sé. Quizá ese quemazón intestinal no es tanto de aparato digestivo como de sistema nervioso. Igual no se trata de gases o inicio de gastroenteritis. Tal vez no sea más que...

...miedo.

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28/09/2010, 00:15
Director
Sólo para el director

Dacijaj. Pueblo. Jueves25 - Abril - 1996, 18:53. Hotel Dacijaj

 

Convergencia entre:

 

Senka Njego -> Viene de la escena … Jueves 25 Abril

Aleksandar Tasic -> Permanece en la escena Jueves 25 Abril

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28/09/2010, 00:17
Director

Dacijaj. Pueblo. Jueves25 - Abril - 1996, 18:53. Hotel Dacijaj

Tasic no obtuvo respuesta a sus gritos, el hotel seguía igual de silencioso que cuando salió de los lavabos, la respiración de Valeria se le antojó demasiado pesada y ruidosa en medio de aquel lugar. Con paso lento rodeó los sillones seguido de la voluptuosa camarera, manteniendo intactos sus zapatos mientras caminaba sobre la piedra hasta llegar a la puerta.

El volante estaba helado, y el movimiento de los dedos que Senka había realizado con el objetivo de reactivar la circulación sanguínea quedó en agua de borrajas al agarrarlo. También se notaba muy fría la punta de la nariz, que había enrojecido de manera evidente en su breve y afanoso viaje hacia el maletero de su coche. Acercó su mano a la llave de contacto y arrancó el motor.

El inspector abrió la puerta sin dejar de echar vistazos en todas direcciones, pero quitando su reciente descubrimiento, no observó nada diferente en la estancia con respecto al instante en que había entrado por el mismo sitio no hacía demasiado tiempo. La tormenta le brindó el recibimiento esperado. La noche se había cerrado en su totalidad y el viento azotaba con violencia. Los copos de nieve se estrellaban sin cesar contra el cuerpo de Aleksandar, y el frío comenzó a calar en sus huesos con inusitada rapidez.

Sólo necesito dos intentos para hacerlo, demostrando que el Scirocco aún se mantenía en forma a pesar de no ser ya ningún chaval. Tiró de la palanca todo lo que pudo a la derecha y luego hacia atrás, encendió las luces que iluminaron de inmediato la ciega pared de ladrillos del hotel, y con un notable esfuerzo, consiguió abrirse paso bastante despacio por encima del grueso manto de nieve que se había formado alrededor del coche.

Vio las luces más o menos donde recordó que debía andar lo que le pareció el aparcamiento del establecimiento, primero las rojas traseras, y luego una blanca que indicaba que iba marcha atrás. Valeria salió en ese mismo momento del todo y empujó ligeramente a Tasic mientras la puerta se cerraba definitivamente. Junto a él, en aquel pequeño amago de porche, miró también el vehículo que se distinguía más por la vista que por el oído, ya que las potentes ráfagas de aire incordiaban lo suficiente para limitar este sentido.

El pie izquierdo de Senka resbaló sobre el pedal del embrague, los zapatos, mojados tras su furioso limpieza contra la blanca nieve, se deslizaron apenas unos centímetros, los suficientes para que el Volkswagen cabeceara. Y a pesar de la rapidez de reflejos que demostró la conductora, el helado terreno sobre el que se movía hizo que el vehículo se deslizara unos pocos metros sobre descontrolado, hasta que finalmente se caló. El incidente no tuvo consecuencias para la joven serbia, pero le sirvió para darse cuenta de que tenía los músculos de las piernas algo agarrotados. Su movimiento la llevó hasta justo delante de la entrada del hotel, donde distinguió con claridad las figuras del hombre que había luchado por intentar salvar la vida de Lazovic, y la mujer que le acompañaba.

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04/10/2010, 14:05
Aleksandar Tasic

Reconozco que, hasta este momento, me había tomado un poco a guasa todo el asunto del temporal. Y digo bien: hasta este momento.
Es justo ahora cuando empiezo a valorar seriamente una interesante posibilidad: que los parroquianos sepan de lo que hablan, que conozcan cada palmo del estercolero donde viven, y que las predicciones del servicio meteorológico local -imagino al viejo y borracho Miroslav, dando el parte desde una oxidada estación de radio en el sótano- estén clavando duración e intensidad de la tormenta. Cinco días. Cinco días con Eolo dejándose los pulmones y empujando nitrógeno líquido hacia mi cara -buenísimo para el cutis-, hacia mi Vectra y hacia las rutas de salida. Excelente.

Subo las solapas del abrigo y me atornillo la cabeza contra el tronco. Y sí, se puede estar más helado por dentro que por fuera: a pesar de que - miro mi Casio con calculadora - no son ni las siete y ya es noche cerrada, que la nieve y la ventisca me impiden casi respirar, que mis dedos parecen un surtido de palitos de merluza en ultracongelados, mi nariz un boniato de Siberia y mis orejas dos apéndices que en medio minuto ni sienten ni padecen..., a pesar de todo eso...

...estoy bastante más frío por dentro.

-¿De veras no vió nada?.- le pregunto a Valeria mientras observo a uno que se entrena para el Rally de Noruega. Hasta se le ha calado el coche. Doy unos pasos esforzados en esa dirección.- ¿Ni siquiera escuchó algo por ahí?. Ya vió usted los cristales, Valeria.

Aparto por un momento la vista del coche para girar un poco la cabeza hasta la camarera. Ojo al dato: la muela empieza a hacer acto de presencia, y el pequeño corazoncito rabioso que tengo sobre mi encía acelera la frecuencia del pálpito. En diez minutos estaré bien jodido.- ¿Nada?.

La miro con la cara arrugada, los ojos entrecerrados y mostrándole los dientes de arriba. Así me quedo el tiempo justo para comprobar que la muchacha necesita, como yo, un chute de tranquilizante y una transfusión urgente de caldo de pollo calentito. Imagino sus pezones. Como estalactitas los debe tener.- Da igual. Venga, ya hablaremos de esto.

..., y vuelvo a dedicarle mi atención al coche calado. Me ajusto unas alforjas que a cada segundo pesan más y trato de apretar el paso. Todavía no consigo distinguir al conductor. Mi mano derecha abandona el bolsillo lateral del abrigo para hacer señas con el brazo: al final habrá que amputar y me quedaré con menos dedos que un alpinista.

-¡OIGA!.- grito (es un decir), y mi garganta protesta demandando Strepsils. Parece que no es un hombre, sino una señorita. Debería haberlo imaginado por la forma de conducir- ¿Puede usted llevarnos, por favor?. Sería aquí al lado, a la comisaría...

Inclinado frente a la ventanilla compruebo que se trata de la chica que nos abrió la puerta del hotel. Como si es la encarnación de Pierre Nodoyuna: tiene un techo y, clamo al cielo, climatizador en el coche.

Y hasta, con un poco de suerte, un par de respuestas.

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06/10/2010, 11:01
Senka Njego

Los nervios por lo ocurrido justo al salir del hotel se la habían jugado nuevamente a la joven Senka. Había dado igual que hubiese tomado todas las precauciones habidas y por haber en lo que a conducir sobre aguanieve se refiere: descontrol considerable, sensación de principiante y de consecuente indefensión. 

Negó con la cabeza, ofuscada. ¿Acaso no aprendía? Como si no supiera que tenía que poner muchísima atención a lo que pasaba a su alrededor desde que había llegado al pueblo… por cero ganas que tuviese de realizar eso, pues no se le olvidaba lo siniestro que podría llegar a ser hacer eso.
 
Fue por esa mezcla de tensión, de silencio y de recuerdos surrealistas que pegó un bote tremendo al escuchar una voz que la llamaba. Giró bruscamente la cabeza, gran aprensión en los bonitos ojos verdes, como si esperase ver cualquier cosa menos a dos personas normales. Bueno, tirando a feillas, pero de carne y hueso.
 
El médico, sólo es el médico con su acompañante.
 
Suspiró mientras asentía, inclinándose hacia el asiento del copiloto para abrir el pestillo de esa puerta y de la de atrás. Más aliviada por tener compañía de lo que se reconocía a sí misma y volviendo -¿Cuántas veces iban ya?- a tranquilizarse.
 
Claro, entren, también pensaba en si dirigirme allí…- Regresó a su posición inicial, preparándose para reintentar una conducción fluida, dentro de las inclemencias que daban poco margen… pero vamos, que ella no vivía en el caribe como para no estar acostumbrada a intemperies desalentadoras como aquella… cada vez estaba más segura de que todo era culpa del lugar en el que se encontraba. -Deberán indicarme el camino, no sé donde está. He llegado a este pueblo hace apenas una hora.
 
La más larga de toda mi vida.
 
Me llamo Senka Njego.- Cuando comprobó que ambas personas estaban dentro, bien situadas y listas para lo que esperaba fuera un viaje relajado y sin incidentes, arrancó de nuevo, poniéndose a funcionar la calefacción unos segundos después.
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08/10/2010, 11:19
Aleksandar Tasic

Parece claro que no vine preparado para esto, pero...¿quién iba a imaginar algo así?. Quiero decir,...hasta el gran Napoleón vió cómo se le congelaban los testículos en Borodino, y eso que era enorme estratega: yo cumplí, y contariamente a mi habitual proceder, le eché un ojo al parte meteorológico antes de salir. Nadie hablaba ahí de la Quinta Glaciación, diablos.

Por eso me contenté con echar el abrigo gordo y un par de jerseys de cuello vuelto. ¿Guantes?. ¡Para qué!. Así me luce el pelo aquí, donde el que vá a mear en una esquina comprueba que el chorrillo se le congela antes de llegar a la pared. Si alguien me escuchase pensaría que bromeo,...pero lo estoy pasando mal. Realmente mal entre unas cosas y otras. Así que, cuando la muchacha finalmente accede a llevarnos, se me saltan las tapaderas del sentido y veo a la misma Virgen María en el asiento del piloto.

- Muy amable.- digo imponiendo un desagradable chillido a la ventisca. Abro completamente la puerta del vehículo y me echo un poco al lado, cediendo el sitio del copiloto a la tabernera. Sonrío con la misma calidez que una hiena.- Pase usted, Valeria. Conoce mejor el camino.

Estos segundos se me hacen eternos. Ahí estoy, sosteniendo la puerta delantera derecha hasta que mi asistente improvisado de enfermería introduce sus generosas posaderas dentro del coche. Mientras, aprieto los labios para que la nieve no se me vuelva a meter en la boca, y voy dando pequeños y espasmódicos saltitos punta-tacón, punta-tacón. El Yeti cena hoy sopa de picadillo.- ¿Listo?.

Cierro sin esperar respuesta. Me salió un portazo, pero ya es que me dá casi igual. En cinco pasos pequeñitos y ultra-rápidos me encajo frente a la puerta trasera, abro y suelto dentro mis aparejos antes de meterme yo. Dejo caer mi huesudo e insensible culo en el asiento, recojo la piernas y cierro. Joder qué frio.- Muy amable...- repito, con la garganta roja y los ojos de un indigente al que un desconocido le suelta un fajo de billetes en el platillo.- Tasic. Aleksandar Tasic.

Llegados a este punto, una curiosidad: lo que normalmente nos resulta desagradable se convierte en música celestial en momentos de necesidad. Dénle un plato de pene de buey a la plancha a un tipo que lleve cuatro días sin comer y sabrán de lo que hablo. Pues eso mismo me pasa a mí ahora con el sonido del calefactor. Jódete, Mozart.- Menuda nochecita...- comento tal como lo haría el 80% de la población mundial en mis circunstancias. Ha sido entrar en el coche y notar cómo se me reactiva el torrente circulatorio. Ayudo frotando las manos y arrugando los dedos de los pies.- Por cierto, ¿no habrá visto usted a la señora...- ¿Durobrica?. ¿Durzica?. ¿Dumrica?...-...a la mujer con la que discutía antes en el hotel, verdad?.

Estoy cansado, he dormido poco y trabajado mucho. Llevo desde la una del mediodía con medio bocadillo de queso y una autopsia en el estómago...y tengo el frío metido hasta la misma médula. Descanso, alimento, un techo. Necesidades básicas. Y a ellas se añade - y se impone- una muy subestimada: la de darle una explicación lógica a algo que en principio no la tiene. Vamos a una comisaría, ¿no?. ¿Qué mejor lugar que ese para un pequeño interrogatorio?.

- ¿Se encuentra usted bien?.- digo antes de dejarla responder a la pregunta anterior. Desde luego, parece nerviosa.

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11/10/2010, 09:46
Valeria

Valeria había negado con la cabeza a las preguntas que Tasic le había hecho sobre lo sucedido en el interior del hotel, y aceptó con resignación la decisión que había tomado el inspector, centrándose en aquel vehículo que caminaba dificultoso a través de la nieve.

Se abrazó a si misma mientras Alek conversaba con la mujer que conducía el coche, la misma con la que Durdica, la siempre dulce y paciente mujer había discutido de manera acalorada. Tenía frío, y no sólo era por la terrible tormenta, el verla de nuevo le había provocado un escalofrío.

No estaba de acuerdo con la idea que planteaba, no quería ir a la comisaria, tenía que regresar al bar, lo había dejado demasiado tiempo abandonado, y quería cambiarse de ropa, sentía como la sangre estaba empezando a traspasarle los pantalones. Y además ella no había visto nada. Se sentó en el asiento del copiloto, dejando que Tasic se acomodara junto a una maleta de considerable tamaño que ocupaba parte del asiento trasero.

Tengo que volver al bar, desde allí os indicaré como llegar a la comisaría Se dirigió en primera instancia al policía, esperaba que entendiera su situación, mientras notaba como resbalaba ligeramente sobre el lugar donde se encontraba sentada Yo no he visto nada, no he visto quien atacó a Lazovic pronunció estas palabras con cierto nerviosismo, y desviando la mirada constantemente hacia la conductora.

Si no quieres llevarme iré andando No se la había perdido nada cerca del imbécil de Milos si el agente Jerbko quiere algo de mi sabe perfectamente donde encontrarme.

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13/10/2010, 12:35
Senka Njego

Aquello podía considerarse un dos por uno. Varias vueltas le había dado a las limitadas posibilidades que tenía -a toda velocidad por las enormes ganas de salir de aquella zona- considerando únicamente dos realmente factibles: el bar para alimentarse y la comisaría, para declarar cívicamente sobre el suceso y para –que ilusión le hacía esto- seguramente pasar la noche allí tras el ataque de simpatía de Durdica, y en un viaje iba a averiguar ambas direcciones… 

Si estuviese de mejor humor, se habría echado unas sonrisas imaginando la cara de sus camaradas al detallarles la aventurilla en el pueblo. Por lo menos la parte que se podía contar.
 
…Pero no, nada en su expresión hacía parecer que estaba en un estado de ánimo mucho más que aceptable. Y esa evidente vulnerabilidad, traducida en las palabras del bastante atento Tasic, no le hizo gracia: Le recordaba que no era adecuada para todos los tipos de actividades que consideraba indispensables para sus intereses particulares.
 
Se limitó a encogerse de hombros, mirando hacia atrás por el espejo retrovisor, con el estómago totalmente revuelto todavía, casi intentó una sonrisa y casi la consiguió. La intromisión de Valeria le vino hasta bien, para realajarse otro poco, le seguía haciendo falta.
 
No tengo ningún inconveniente en llevarla a usted primero. -Se colocó el cinturón de seguridad mientras decía estas palabras, poniendo el intermitente después y saliendo a la calzada de una bendita vez.
 
Nadie ha visto nada de lo que ha pasado, ni siquiera un policía que se encontraba con nosotros durante el ataque. -Calle despejada… lógico que no hubiesen muchos locos con ganas de jugarse la vida en la tempestad. Prudente volantazo y comienzo del nuevo capítulo.
 
Ha sido muy desagradable… pobre hombre. –En el tono se podía entrever que le daba pena sinceramente. Por lo menos por el momento. No lo conocía mucho, pero se había portado bastante bien con ella.
 
Centráte, Senka, una última cosa… ¿la menos importante?- Por lo menos extraña.
 
No he vuelto a ver a Durdica, no ha salido.- Miró de nuevo por el espejo retrovisor, comprobando que estaba todo en orden mientras aumentaba la velocidad, sin olvidarse de incluir en el vistazo la expresión del médico.
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18/10/2010, 13:28
Aleksandar Tasic

Todos los Jueves noche en el coqueto pueblecito de Dacijaj se celebra un evento muy curioso. Se trata de "La noche de los cristales rotos" y consiste en que alguien le descerraja un tiro a uno del pueblo y luego los cadáveres desaparecen, al igual que los testigos, dejando en su lugar un espejo desbaratado. Como digo, la particular ceremonia sucede una vez por semana, provocando en los lugareños una insensibilidad notable al acontecimiento y -sorprendentemente- unas ganas locas de trabajar.

Debería ser así a tenor del comportamiento de la tabernera.

-¿De veras quiere salir, Valeria?.- digo con las cejas levantadas, inclinando el cuerpo hacia delante.- No creo que tenga mucha faena en el bar. Ya sabe, la ventisca y eso. Además, quizá estaría más segura en comisaría..., al menos por esta noche.

No estoy entrando en calor como esperaba. Tengo los pantalones tan fríos que parecen mojados y el agüilla que me sale de las narices me hace buscar en el bolsillo un pañuelo que no tengo. Pero como el dolor de muelas es cada vez más intenso, parece que la sensación de hipotermia se atenúa: es como si alguien te mete un dedo en el ojo y, a los cinco segundos, te pega una patada en los huevos. Ya no duele el ojo.

-Sólo es una sugerencia.

Me dejo caer de nuevo en el asiento y resoplo. No se vé gran cosa por la ventanilla..., aunque tampoco presto demasiada atención. A decir verdad, pienso en lo que ha dicho la tercera "turista" que se presenta precisamente hoy en el pueblo: no hace falta que me señale su condición de forastera, porque se le nota. Es guapa, mucho, y eso no es cosa común en unas tierras donde -aventuro- el principal divertimento consiste en jugar a los médicos con tu prima hermana. ¿Y yo?. ¿Tengo cara de parroquiano?. Imagino lo guapo que sería un niño mío y de Valeria.

Buen intento, Alek. Divagar para distraerte. No cuela. El asunto te interesa y esta vez te va a ser difícil escurrir el bulto.

-Emmm...señorita Njerko...- digo rompiendo un silencio que, para mí, no ha resultado molesto en absoluto.- Perdón,...¿señora o señorita?. Es Njerko, ¿verdad?. Discúlpeme, pero soy un desastre para los nombres.

La sonrisa Tasic en los labios y una vena gorda y azul en la frente. Parece que hablando se me relaja el potro de tortura en el que está montado uno de mis arruinados dientes. Me dá en la nariz que voy a empezar el interrogatorio antes de llegar a comisaría.

-No...no acabo de entender lo que quiere decir.- por el espejo le miro los ojos y, desde mi posición, lo que puedo observar de sus ropas y de la mano que maneja la palanca de cambio.- Comenta que nadie vió nada, pero está claro que escucharon el disparo. En el hotel me señaló de donde creía usted que provenía el tiro...¿Qué hay del policía?. ¿Fué a comprobar el piso superior?.

Cuidado, Alek. No la fuerces que se te encasquilla.

- No se alarme. Soy agente de policía forense en Pec,...pero esto no es un interrogatorio.- No, qué vá.- Sólo me preguntaba qué sabe de ese policía desde que lo vió hasta que yo aparecí. Conozco algunos compañeros aquí en pueblo. ¿Se identificó?. ¿Un tipo grande, ojos claros, poco pelo y perilla?.

Trago un poco de saliva. Mal hecho. Parece que se cuela por la caries, la muy hija de perra. Y entre unas cosas y otras se me está empezando a levantar un cabreo que veremos a ver si no termina por partirme las gomillas de la careta.

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22/10/2010, 16:49
Valeria

Valeria miró con seriedad a Tasic, ¿qué sabía este hombre del pueblo? ¿qué sabía de los peligros del mismo? Después de todo era un forastero de la capital que se creía más importante que los que vivían en este apartado rincón. Probablemente lo fuera, y ella era dolorosamente consciente de que su vida estaba irremediablemente condenada al pueblo, pero si no le quedaba por lo menos el orgullo de simular que era lo que quería.

Insisto en regresar al bar, no creo que estar con Milos sea especialmente seguro, y además tengo que asegurarme de que mi madre esta bien con todo este jaleo de la tormenta.

Esperaba que con eso fuera suficiente, si tuviera que apostar sobre que persona del lugar hubiera podido disparar sobre el abogado, el policía estaría entre sus candidatos preferidos. Pero esa no era la principal razón por la que quería regresar a casa.

La tormenta, la noche, y la desaparición de Durdica le recordaban demasiado a viejas historias que su tío solía contarle cuando se sentaba en la cocina masticando aquellas hojas parduzcas de tabaco. Le gustaba oírlas, eso si, con su madre cerca y la escopeta de caza colgada tras la puerta del comedor.

Lléveme al bar por favor, sólo tiene que cruzar la carretera principal y seguir recto por la calle que sube ligeramente.

Dio un par de toquecitos en el hombro de Senka mirando de reojo a Aleksandar.

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26/10/2010, 18:02
Senka Njego

Senka Njego esperó pacientemente a que decidiesen cuantos destinos iban a tener, el orden y toda la parafernalia correspondiente. Mientras ellos dialogaban cordialmente la chica de gigantescos ojos verdes desconectó, prefería ocuparse de lo que viene a ser no estrellar el coche contra ningún obstáculo, veasé, un viandante corriendo para huir de las inclemencias o algo tan simple como un coche aparcado al que empotrarse si el coche se descontrolaba.

El viaje no iba a ser pacífico, y de paso no iba a tranquilizarla. Aferró las manos en torno al volante con firmeza, apretó los dientes y se resignó. Levantó la vista cuando Tasic empezó a hacer preguntas a diestro y siniestro, sabía que tenía todas las respuestas, pero acertó a contestar únicamente una, con voz alta, clara y concisa: Señorita Njego. Senka Njego.
 
Estaba algo molesta, o nerviosa, o las dos cosas: primero porque normalmente las preguntas las hacía y desarrollaba ella, segundo porque llevaba a un policía en el coche en modo inquisidor, y tercero –y casi que fundamental- porque no quería dar datos delante de nadie como Valeria, que podía reventarle la exclusiva en cuanto se bajase del coche y entrase en el famoso bar, que a buen seguro era el centro social del pueblo.
 
Eso ni en broma.
 
Tenía una posición privilegiada sobre la desgracia que había ocurrido, que podía llegar a ser un notición, “El abogado de un importante multimillonario muere en atentado”, y la primicia era para ella, que el otro testigo tenía que estar más calladito que en misa… y de Lazovic ya ni hablemos.
 
Asintió dando a entender que existía la posibilidad de llegar sin necesidad de más indicaciones, suspirando después y hablándole al miembro del orden que llevaba detrás.
 
Señor Tasic, estoy muy nerviosa todavía… y me está resultando complicado conducir.-La verdad es que no estaba engañando tanto al buen hombre -Le pediría que esperé a que lleguemos y le diré con todo lujo de detalles lo que ha ocurrido….  
 
Volvió a la carretera, reduciendo la velocidad al llegar al ceda el paso de la avenida principal, debiendo frenar tanto que por un momento parecía que el coche estaba completamente parado en mitad de la carretera y que así iba a quedar para siempre, pero aquel vehículo estaba acostumbrado a los vendavales y reanudó la marcha, a infernalmente lenta pero segura, poco después.
 
Sólo serán unos minutos.