Partida Rol por web

Precariedad

Jueves 25 Abril 1996

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09/02/2011, 15:42
Aleksandar Tasic

- Me refiero a que algo como esto, repito, salió del grifo de la comisaría. No creo que sea tan difícil de entender, doctor.

Aunque veo que Jakova parece algo más relajado, la verdad es que ese ímpetu suyo me pilla por sorpresa. Tanta hostilidad me tiene ya harto. La rubia autoestopista, la morena gastroinestable y ahora el medicucho del pueblo, aficionados todos al pim pam pum.

- Y tampoco estoy insinuando nada. Sólo me remito a mis análisis del cadáver, a los hechos. Algo que, entienda usted, no tenía por qué comentarle..., y si lo hice fué por cortesía profesional en circunstancias... -meneo la mano señalando a todas partes- ya sabe,...excepcionales. Hágase cargo y no...no airee demasiado el asunto.

Si lo hubiese mirado mientras hablaba, quizá hubiese sonado más tajante. Sin embargo, hago mi discurso mientras hago el petate. Agachado, guardo con cuidado el botecito en su bolsa, cierro cremalleras y, ahora sí, me dejo las uñas para recoger las monedas del suelo.- Le tomo la palabra. Tengo el coche aquí al lado. Espere un minuto y asómese: cuando vea un Vectra marrón, salgan. Los dos. Ella viene con nosotros.

Una vez mis cosas están listas para echármelas al hombro, me incorporo y me dirijo a la puerta del lavabo. Me han entrado las prisas. Como para no. Este golpe de suerte hay que celebrarlo con un buen chute de ibuporfeno.

- Señorita Njego.- digo junto a la puerta. La mano sostiene la cartera de la muchacha y los nudillos toquetean la medera con impertinencia.- Señorita, ¿se encuentra mejor?. No se demore, por favor. Nos vamos de aquí.

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11/02/2011, 11:15
Senka Njego

La puerta se abrió casi de inmediato, y el rostro, más
demacrado que antes de desaparecer por la misma, de Senka se encontró con el de
Tasic. Tenía un gesto extraño, pero enseguida sus ojos volvieron a refulgir
hostilmente al encontrarse frente al inspector, como si de un resorte
automático se tratara.

Yo no voy a ningún
lado, por lo menos no con… usted
escupió la palabra, había dudado que
termino utilizar, pero finalmente optó por algo “agradable”, las ganas de
combatir se esfumaban con la misma velocidad que afloraban los recientes
recuerdos a su cabeza.

El doctor al parecer estaba de acuerdo con el plan de
Aleksandar, incluso se había permitido una pequeña reconciliación con un
asentimiento de cabeza acompañado de una leve sonrisa, pero la chica parecía
tener otros planes.

Conocí a tres
personas en el hotel, y ahora dos de ellas están muertas, y la otra
desaparecida, aunque yo no daría un duro por ella
su tono era frío, pero
sus inquietos ojos la desmentían Me han
insultado y menospreciado desde que he llegado, posiblemente por ser la nieta
de Misimovic, algo que no supe hasta ayer, y el caso es que me importa una
mierda serlo, mi vida ya era lo suficientemente complicada antes
tenía que
ser fuerte, pero todo se arremolinaba en su pecho, luchando por salir, así que
volvió a taparse la cara con una mano y con la otra volvió a cerrar la puerta
de un portazo.

Déjeme en paz

 

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14/02/2011, 14:20
Aleksandar Tasic

Sigo junto a la puerta, de nuevo cerrada, con un oido casi pegado a ella y el gesto de forzada contrariedad apuntando al doctor. Es como si un camino de cabras se va asfaltando magicamente según te vas acercando. Mi suerte cambia.

- No sea terca, diablos.- niego con la cabeza. Es importante que el asunto quede convincente para que (UNO) Jakova sea testigo de mis esfuerzos y (DOS) aliviar la poca conciencia que me queda.- No está usted en condiciones. Deje que la acompañemos a un lugar más...más confortable y la pueda reconocer allí. Ya escuchó al doctor: este sitio no es seguro.

Ojo, Alek. Si sigues por ahí, igual la convences y terminas cargando con el lastre. No subestimes la naturaleza aleatoria de la voluntad femenina: es hora de lanzar un par de torpedos a su línea de flotación, a su orgullo.

- No puedo forzarla a salir de ahí, señorita Njego, así que le ruego recapacite. Ciertamente...- cargas preparadas. Fuego al uno...-...ciertamente hemos empezado mal. No se lo tendré en cuenta, ¿de acuerdo?. Este lugar no es el más adecuado para una mujer sola...

Mi madera de paladín está podrida. Y es que, de toda esta montaña de basura, sólo me interesa una parte de Misimovic, y la sección que se refiere a su pasado de folletín me importa una mierda. Soy poli, no voluntario de la jodida Cruz Roja. Nadie podrá decir que no lo avisé.

- Como usted vea. Es todo cuanto puedo ofrecer.

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17/02/2011, 09:53
Senka Njego

No necesito su ayuda,
me encuentro perfectamente

Senka sabía que probablemente cometería un error si se
quedaba allí sola, cuando veía una película de terror siempre se preguntaba
porque la gente se empeñaba en separarse unos de otros. Ahora tenía por lo menos
una teoría, aunque dudaba que fuera adecuada, le resultaba imposible
comportarse delante de dos desconocidos como una jodida tarada que veía cosas
raras.  Eso y que realmente le aterraba
la idea de ir a donde se suponía que era el destino ideal cuando llegó al
pueblo.

Abrió la puerta.

La mirada retaba a Tasic a decirle algo sobre el orgullo o
el hecho de que hubiera cedido, se odiaba a si misma por hacerlo, pero el
recuerdo de lo que creía haber visto era demasiado poderoso como para
ignorarlo. Tal vez era mucho más cobarde de lo que siempre había pensado. O tal
vez por una vez en la vida se estuviera comportando de manera responsable.

Pero tal vez ustedes sí
que necesiten mi ayuda

Vaya intento estúpido
de salvar la dignidad, más bien acabo de hundirla un poco más.

El doctor no dijo nada, de hecho apenas si se había dirigido
a la joven desde que había llegado, Tasic creyó percibir cierto resquemor al
ver la decisión que Senka había tomado. Desvió la mirada hacia el policía.

No creo que se buena
idea que la señorita venga con nosotros, si Jerbko la busca y vamos con ella
correremos más peligro
miró a Senka antes de que está tuviera tiempo de
decir algo no se enfade, creo que es lo
más seguro para todos
pero se volvió hacia el recién erigido “líder del
grupo” esperando su decisión.

Sorprendentemente, Senka hizo lo mismo.

 

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21/02/2011, 14:41
Aleksandar Tasic

Casi se me escurre la mochila del hombro al escuchar al doctor: en realidad, no puedo estar más de acuerdo con él pero...¿quién se puede fiar de un tipo que dice lo que piensa?. Sería de estúpidos. Aunque, bien pensado, ¿quién se puede fiar de un tipo como yo?. Conclusión: confiar en alguien es reducir tu culo al tamaño de una bolita y ponerlo a girar en la ruleta. O pinta negro o te lo acaban poniendo rojo.

- No diga tonterías, ¿quiere?.- le digo a Jakova con un pertinente gesto de indignación. Prefiero pasar por alto su propuesta, y a fé que me seduce pero..., no puedo hacer eso. Ni siquiera ahora. Es como...como cepillarte a tu propia madre, por muy buena que esté: son líneas que sólo tipos como el doctor se atreven a cruzar. He de atarlo en corto y sí, echarme el lastre de la muchacha a las espaldas.- Nos vamos de aquí. Los tres. Una vez en el coche, ya veremos.

Sigo extrañando a Primos Sjoban. Y ahora, ¿pueden creerlo?, al mismo Petrovic. A los que toman la iniciativa y dan las órdenes que mediocres como yo acatan. Este papel me viene grande.

- Ahora escúchenme bien. Usted, señorita, saldrá conmigo. Aguánteme esto si es tan amable.- se lo suelto con retintín, marcando mucho las sílabas. A Senka le confío la maletita y me ajusto las dos cintas de la mochila a la espalda para disponer de las dos manos libres. Pego un salto pequeñito y ya está.- Quédese detrás de mí, a un par de metros. Y sea obediente, por el bien de los dos. ¿Podrá hacerlo?.

Su respuesta me importa un carajo.

- Bien.- e inmediatamente me giro al doctor.- Usted quédese aquí un momento. Haremos lo que le dije antes: espere cinco minutos y asómese. No escuchará el claxon. Salga cuando vea el Vectra marrón, ¿de acuerdo?.

Todo listo. Voy hacia la puerta, saco la Desert eagle y vuelvo a comprobarla pensando qué pedazo de retroceso tendrá semenjante bicho...y reparando en el ligero tembleque de mis dedos. Esta vez no es el frío, no.- Señorita, déle las llaves al doctor.
Antes de salir, doy media vuelta y miro al caballero.

- Cierre al salir, Markova.

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08/03/2011, 10:41
Director

No era el momento para ponerse a discutir con el capullo del
policía, por lo menos no quería dejarla tirada como el doctor, al que, a pesar
de la mirada de odio que le brindó, podía llegar a comprender. Así que optó por
callar y seguir las instrucciones que le dio Tasic. Agarró la maleta,
preguntándose que tendría dentro para tener que cargar con ella en vez de
dejarla aquí y le regalo una sonrisa cargada de desdén como respuesta a sus
palabras.

El doctor también asintió al plan propuesto por el
inspector, después de todo lo alejaba momentáneamente de la niña Misimovic y si
el chalado de Jerbko estaba fuera esperándolos, no iba a ser él a quien le
volaran los sesos. Por lo menos no el primero.

Tasic abrió la puerta.

Nada había cambiado aparentemente en el exterior, seguía
haciendo el mismo frio y la misma tormenta, y aunque el grosor de la capa de
nieve había aumentado, aún se podía caminar sobre ella con cierta soltura.
Senka lo seguía de cerca, con la mirada fija en su espalda, y el abrigo
abrochado hasta casi cubrirle los ojos, incluso se había resguardado el pelo
dentro de la parte alta del anorak.

Había dos hombres justo delante del vectra.

Otro sangraba tumbado boca arriba en el suelo.

Vestían botas de media caña de color negro, pantalones
grises con una raya lateral de color rojo, y una casaca también gris, abrochada
hasta la parte superior del cuello, todo ello rematado por ornamentado casco
terminado en punta. En sus manos portaban rifles con una larga bayoneta
ensangrentada. El del suelo iba vestido de manera muy similar, con la pequeña
diferencia de que llevaba varios galones sobre el pecho y hombro izquierdo.

Uno de los que estaba de pie escupió sobre él y pronunció
unas palabras en un idioma rudo y áspero, que Aleksander no entendió. El otro
se giró hacia él y abrió los ojos con una expresión de total sorpresa.

Oyó el sonido de un disparo, y también el de una bala
silbando demasiado cerca de su oreja derecha. Había venido de ese lado, el
contrario al que ahora quedaba el edificio de la comisaria, desvió la mirada
unos instantes, de manera instintiva, pero no acertó a ver nada.

Delante suya volvía a estar sólo el vectra. Y un charco de
sangre que empezaba a filtrarse en la nieve.

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29/03/2011, 17:58
Aleksandar Tasic

Aquella bala debería estar llegando a Flandes cuando yo me agaché para intentar esquivarla.

Somos así de imperfectos: de haber tomado la trayectoria correcta (es decir, la que apunta directamente a mi cráneo) el proyectil habría tenido tiempo de liquidarme setenta veces antes de que un servidor hubiese puesto rodilla en tierra. Aún así, repito, me agaché...como si mis reflejos - y no la fortuna propia o la mala puntería ajena - pudiesen salvarme el culo.

- ¡Al suelo!- le grito ahora a Senka como lo haría un entrenador de fútbol afónico. Casi puedo notar calor en la oreja, y la mano que no sostiene la pistola tira de la manga del anorak de la muchacha. Mi cabeza, hundida entre los hombros. El estrés, chorreándome por las narices. La boca pastosa, las manos crispadas, los músculos tensos y la mirada perdida...porque busca sin encontrar. Una bola de saliva y moco, contundente y masticable, me baja lenta por el gaznate. ¿Me acaban de disparar?. ¡Me acaban de disparar, joder! - ¡¡Venga, venga...Muévase!!

No hay mejor remedio para el dolor de articulaciones que un buen chute de adrenalina. Hace cinco minutos habría apostado a que este frío me acabaría tronchando las rodillas antes del canto del gallo, pero ahora...Ahora parece el tren inferior de un velocista olímpico. Con eso me la juego y busco un parapeto cercano, en dirección al Vectra, que se interponga entre mi pellejo y el maníaco hijo de puta que casi me convierte en abono.- ¡¡Vamos, vamos!!

Y mientras corro así, encorvado y con más miedo que vergüenza, no pienso en que soy objetivo fácil. En que voy de negro sobre un paisaje blanco. En que la guerra de mis vecinos no es guerra de trincheras y bayonetas..., sino de emboscadas, francotiradores y mochilas cargadas con siete kilos de dinamita en la hora punta del mercado. En que esos uniformes no tienen sentido aquí y ahora.
No pienso ni siquiera en Senka, a la que imagino corriendo detrás de mí.

Sólo sé que al primer bulto que vea...le descerrajo un tiro como que me llamo Aleksandar.

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01/04/2011, 12:43
Director

El disparo la pilló desprevenida, había oído disparos en
suficientes ocasiones para el resto de su vida, siempre pensaba lo mismo, pero
no dejaba de actuar para que pasase precisamente lo contrario. Y ahora todo
esto, sin saber porque.

No es que le preocupara excesivamente lo que pudiera pasarle
a aquel poli de la ciudad que se creía mejor que mucha de la gente que lo
rodeaba simplemente por llevar una mierda de placa, pero si le aterraba una
cosa. Que aquel maníaco del rifle, un tipo obsesionado con una madre a la que
ni siquiera era capaz de poner rostro, errara el disparo y le diera a ella. Y todo
eso si daba crédito a lo que había dicho el doctor del pueblo, porque para ella,
un tipo que dispara a los demás de esa manera sólo podía catalogarse como un
jodido chiflado peligroso.

Por eso se detuvo bruscamente, resbalando ligeramente sobre
la nieve, e hizo todo lo contrario de lo que decía Tasic, se dio media vuelta y
echó a correr en dirección opuesta, buscando camuflarse en la esquina del
hotel, que según sus propias ideas de donde provenía el disparo, era un sitio
seguro.

Al arrastrarse prácticamente los últimos metros se permitió
la licencia de mirar de nuevo hacia el viejo vectra, pero fueron sólo unas
décimas de segundo que no le permitieron corroborar si el hombre estaba o no a
salvo. Pero eso no podía importarle ahora mismo.

Otro disparo volvió a abrirse paso a través de la nieve,
pero está vez son más lejano que antes.

Y rebotó justo en el intermitente delantero izquierdo del
coche que ahora cubría a Aleksander, que si que volvió a escucharlo bien cerca,
pues se cuerpo se había incrustado en el hueco que había entre la parte
delantera del vehículo y la pared de la comisaria, dándole una aceptable
cobertura.

Había dejado de ver a Senka, lo que significaba que, por lo
menos, su cadáver no estaba adornando el bonito paisaje nevado, pero le
resultaba imposible distinguir a la persona que estaba disparando, como mucho
intuía la dirección, que debía ser más o menos la misma a la que apuntaba la
parte trasera de su coche, aunque seguramente con algo de desviación a la
derecha del mismo desde su posición, intuido esto por el destrozo de la última
bala.

A su izquierda, y siguiendo la pared del edificio que ahora
le proporcionaba cobertura trasera, a unos veinte metros, la pared se terminaba
y desembocaba en una calle cuyo destino desconocía. Frente a él, el Vectra, y
después la carretera por la que habían venido. A su derecha, a unos quince
metros, la puerta de la comisaria y unos diez metro más allá, otra esquina.

Seguía nevando.

 

- Tiradas (1)
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08/04/2011, 11:20
Aleksandar Tasic

Que la policía no es tonta es algo que sabe hasta el más común de los mortales, y yo llevaba el Vectra a un tipo de confianza para su inspección técnica.
Era precisamente en el intermitente delantero izquierdo donde tenía una pequeña rotura y por ahí se colaba de vez en cuando el agua, haciendo que funcionase cuando le salía de los cojones. Entre eso y un más que necesario pulido de los faros se me iba a ir la mitad de la nómina, así que -entre unas cosas y otras- llevaba el Vectra medio tuerto ya más de tres años, a base de favor por favor.
Ahora ya no había más remedio: un imbécil de gatillo fácil le acaba de saltar un ojo a mi viejo coche.

- ¡Deje de disparar, demonios!.- grito tan fuerte como puedo. Estoy en cuclillas tras lo que va quedando de mi Vectra. Tecnología alemana a su alcance.- ¡¿Me ha oido?!. ¡Se equivoca de hombre!. Aquí ya no hay soldados de casaca a la vista...

Y todo en un perfecto idioma nativo, muy al contrario de la mierda que hablaban esos tíos de las bayonetas. Esos sí que me preocupan, ahora que encontré refugio para lo que me llega del frente, y por eso miro compulsivamente hacia los lados. Ni rastro de ellos. Y ni rastro de Senka.

- Creo que...creo que estamos en un punto muerto, ¿sabe?. Puede seguir disparando contra el coche hasta mañana. ¡¿Me oye?!. No tengo nada contra usted..., así que baje el arma e identifíquese..., o los dos nos vamos a morir aquí de frío.

Le voy gritando al cielo y me estoy dejando la garganta. De vez en cuando, la nieve cae en mis labios y creo que me he comido ya algún que otro copo. A todo esto, el pistolón del fiambre sigue en mis manos...y en mi cabeza sólo cabe una idea: que en medio de la que está cayendo, ese francotirador anda cagado de miedo y está disparando al bulto. No hay quien distinga a estas distancias entre un miliciano tenebroso - de idioma desconocido, armamento delirante y ubicación incongruente - y mi persona. Ni mierda y media se vé a diez metros.

- ¡Aleksandar Tasic. Médico forense!- me faltó sacar un pañuelo blanco y agitarlo. Ocuparía una mano que necesito para dedicarle las atenciones que precisa la Desert Eagle.- ¡Su turno!

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18/04/2011, 19:23
Director

Dacijaj. Pueblo. Jueves25 - Abril - 1996, 21:03. Detrás del Vectra.

Nada, sólo el constante sonido del viento, los esfuerzos del inspector por conocer a su oponente cayeron en saco roto, los minutos pasaban y el frío era lo único que de momento, molestaba a Tasic.

La noche ya se había terminado de cerrar por completo, lo cual implicaría que las temperaturas bajarían todavía más, y eso era algo que el policía tenía bastante claro ahora que los niveles de adrenalina en su cuerpo se habían reducido un poco tras varios minutos en los que nada había sucedido.

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22/04/2011, 21:19
Aleksandar Tasic

Lo haré lentamente, sin hacer mucho ruido. Miraré a mi izquierda y vigilaré ese flanco. Si, eso haré. Con cuidado y sin movimientos bruscos..., porque me preocupan esos tíos, ¿de acuerdo?. Eran tres. Bueno, en realidad eran dos amenazas y un fiambre de los que no hay rastro. Podrían estar en cualquier parte, tras esa esquina o camino al lago Badovac. Quién sabe.

Una vez alcance el lado izquierdo del Vectra, seguiré agachado y abriré la puerta. Sólo un poco, lo justo para entrar. Tiraré el petate a los asientos traseros y ocuparé el del conductor. ¿Las llaves?. Mierda...¿donde diablos...?. Sí, aquí están. Puerta cerrada, sin los seguros. ¿Qué más?. Piensa, Alek: la planificación es el 90% del éxito.

Contacto. Limpiaparabrisas. No hace falta que se retire toda la nieve, sólo un poco: de cualquier forma iré con la cabeza a la altura del claxon, así que poco o nada podré ver. Meteré primera. Un par de metros en diagonal adelante izquierda y luego marcha atrás hasta la puerta de comisaría. Y en ese punto, clímax: luces y claxon si no hay disparos. Como no salga el doctor en quince segundos, el que está aquí sale zumbando. Y Senka..., no sé. Si anda cerca y quiere una plaza en el coche más vale que espabile.

Pero por favor, Alek. ¿Vas a hacerlo?. ¡Vas a hacerlo, estúpido tarado!. ¿Sabías cual es la especialidad de un francotirador?. La paciencia, muchacho. Eso y la manía por cambiar de posición...con lo que tenemos la siguiente mierda: te espera en otro sitio. Allá tú.

Vale. Voy. Pero antes necesito retirar un poco de nieve de las ruedas traseras, y echar un último vistazo. Tengo frío. Tengo miedo...

...y, por primera vez en mi vida, la angustia de ver cerca y probable la inconveniencia de que me maten.

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26/04/2011, 17:19
Director

La sucesión de los acontecimientos que la mente de Tasic
había imaginado cuidadosamente se fueron haciendo realidad con la misma
claridad que él había imaginado, y aunque le parecieron horas, la realidad es
que desde que apartó el último rastro de nieve la rueda trasera hasta que el
doctor abrió precipitadamente la puerta del coche para introducirse en él y
sentarse en el asiento delantero, había transcurrido aproximadamente unos
treinta segundos, cuarenta siendo generosos.

Jakova respiraba pesadamente, tenía las mejillas coloreadas
y la boca oculta tras bufanda. El respaldo del Vectra emitió un quejido ante la
intromisión, estaba demasiado acostumbrado a alojar como mucho, el café y los
bollos del bar de Dragomir a los que el inspector era aficionado.

De los disparos el mismo rastro que el de la joven serbia:
ninguno.

El doctor echó un breve vistazo a la parte trasera, con
gesto nervioso, ¿Qué ha pasado? Me ha
parecido oír un disparo
las palabras eran pronunciadas con el tono de un
hombre que nunca pierde la calma, pero su mirada nerviosa desmentía el aparente
estado de ánimo ¿Dónde está ella? Repitió
la mirada furtiva al asiento trasero y luego una breve al exterior. No había
rastro de la chica.

Miró al policía expectante, si por él fuera, no se quedarían
ni un solo instante más en aquel lugar, pero por desgracia, él no conducía.

Aleksandar tuvo unos instantes para echar una ojeada a su alrededor. La carretera empezaba a unos pocos metros, sabía que a la izquierda era por donde había venido, y que a poca distancia se encontraba el hotel y el bar donde había conocido a Valeria. Recordaba que el pueblo seguía hacia la derecha, y que detrás de las casas que había al otro lado del desgastado asfalto, sólo había nieve y árboles. 

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29/04/2011, 19:13
Aleksandar Tasic

- ¿Un disparo?.- el doctor no había terminado de hablar cuando yo ya estaba embragando para meter primera. Toda una declaración de intenciones con respecto a Senka.- No diga tonterías, Markova. Este pueblo es un remanso de paz...

El alguna película he visto cómo el poli deja conducir al civil, así el héroe tiene las manos libres para poder sacar medio cuerpo por la ventanilla y acribillar a los malos con el coche en marcha. En nuestra situación hay varios impedimentos: soy un cobarde que tiene frío y un Vectra de diez años. No lo puede conducir cualquiera. Y como traba añadida, se dá el caso de que entre el punto A (los disparos) y el punto B (mi persona) se interpone ahora el punto C (la cabeza del doctor), lo que resulta más que reconfortante.

- Me vá usted señalando...

Entre que las escobillas del limpiaparabrisas están en edad de jubilación y que el faro izquierdo ya está jubilado, lo cierto es que no se vé gran cosa..., y estoy siendo muy generoso. El vaho empaña los cristales casi de inmediato e intuyo que los retrovisores siguen siendo espejos, aunque podrían ser perfectamente de madera. Agarro el volante con manos adormezidas y me inclino ligeramente hacia delante, con los ojos entrecerrados. La Desert Eagle pesa en el bolsillo de mi abrigo. Deprisa es despacio. Con calma, Alek, aunque lo que te pida el cuerpo sea quemar neumático.

-...al domicilio de Misimovic, me refiero. Con suerte todavía quedará alguien en casa,...como el mayordomo del difunto, por ejemplo.

Imagino a Senka corriendo por las calles de heladas de Dacijaj, muerta de miedo y tirando al suelo mi maletita con las mudas y mis gafas de lectura. De cualquier manera, aparece Robert Prosinecki en mitad de la carretera con una camiseta del Estrella Roja dándole patadas a un Tango Adidas antes de que yo dé marcha atrás para buscar a la señorita Njego. Suelto embrague despacito y voy acelerando.

- En cuanto a la chica..., no parecía preocuparle mucho a usted hace diez minutos.

Espero vayamos al mismo sitio en distinto medio de transporte. Lo espero, de veras. Y es que puede que sea un insensible,...pero no soy un cabrón insensible de mierda.

No. Eso no.

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03/05/2011, 17:12
Doctor Florin Jakova

A pesar de la situación, el doctor no pudo evitar una
sonrisa sardónica ante las irónicas palabras del inspector, y es que vivir en
Dacijaj te hacía ver las cosas de manera muy diferentes a como las veían las
personas de la ciudad. Suponía que debía pasar en todos los pueblos pequeños,
todos tenían sus secretos y costumbres, ligados e irreconciliables.

Tiene que salir del
pueblo, Misimovic vivía en una casa más arriba de la montaña, una vieja mansión
bizantina, con el tiempo que hace calculo que tardaremos aproximadamente una
hora en llegar

Se encogió de hombros ante la segunda pregunta, no conocía a
la chica, y apreciaba más su vida que la de ella, y tenía miedo de Jerbko, ya
se lo tenía de normal, ahora que se había vuelto aparentemente loco, la cosa
era aún peor.

No es que no me
preocupe por ella, no me malinterprete, no le deseo ningún mal, de hecho
prefiero que se haya quedado atrás, lo más lejos posible de nosotros, ya que si
me teoría es acertada, nadie más tendría porque resultar herido.

Señaló con el dedo una casa, indicándole que la dejara atrás
y enfilara la nevada carretera que salía del pueblo en dirección contraria al
lugar por el que había entrado Tasic. Comenzaron a ascender despacio, el camino
estaba resbaladizo y la visibilidad escasa, aunque de momento la anchura de la
calzada era bastante aceptable, lo cual permitía una ligera relajación al
conductor, siempre y cuando no pasara de los veinte por hora.

En la casa de
Misimovic, aparte de Dejan, el mayordomo, también vive Dunja, una jovencita
cuya familia ha servido en la casa desde hace generaciones. Y supongo que sí ha
podido llegar, también estará su hijo, Mirsad.
 

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10/05/2011, 18:38
Aleksandar Tasic

Me da igual si me creen o no, pero el caso es que es la primera vez que me disparan.

Sí, así es. Con fuego real, me refiero. Y resulta bastante lógico porque escurrir el bulto siempre se me ha dado estupendamente: como mucho me suelo exponer a las piedras y los cócteles molotov que sueltan los estudiantes más revoltosos. Eso cuando la cosa se pone fea y Petrovic tiene que tirar de banquillo. El resto de mi jornada laboral la paso entre pilas de informes y pilas de cadáveres. En fin, que Bosnia me pilla todavía lejos.

Por eso, una vez empiezo a entrar en calor, me siento como...anestesiado. He aprovechado una recta pequeñita para bajar la velocidad (si, aún más) y agarrar el paquete de Malboro sin sello que siempre tengo en el salpicadero. Una mano, al volante. La otra, al tabaco. Saqué un cigarro con los dientes mientras hablaba Jakova, y lo encendí con el mechero del coche. Ventanillas cerradas hasta arriba. Una buena mierda me importa si al Doctor le molesta el humo.

- Pffffff...

Y así, como quien se pone a cagar en la intimidad de su hogar, miro ahora sin ver un punto ahí delante, absorto en mis propias películas, con la sensación de alivio por haberme librado de una buena y (podría decirse) contento al haber tirado un fardo. Lo de Misimovic Jr. ni siquiera hace que gire la cabeza. Levanto las cejas, todo lo más, pero enseguida vuelven a su sitio. Estoy cansado, demonios.

- Coja si le apetece.- digo señalando el paquete de Malboro, nuevamente sobre el salpicadero, con un chorro de humo. A ver si nos empezamos a dar cuenta de una cosa: un servidor no está en esta cloaca para resolver crímenes. Pero voy más allá: tampoco estoy aquí para finiquitar la autopsia del coleccionista, y mucho menos para dedicarme a buscar esos papelitos que tanto interesan a las zarpas del Rectorado. A casa de Misimovic voy buscando trinchera. Punto.

- No sé si los ha visto antes, Doctor.- sigo sin quitar la vista de la carretera y hablo despacio, casi con miedo. Es normal, ¿no?. Quiero decir..., lo mucho o poco que tenga (o lo mucho o poco que sea) me lo han querido quitar hace diez minutos. Dejen que me acojone agusto.- Me refiero a un...a una especie de...de división militar que opera en el pueblo. Casacas, bayonetas, cascos terminados en punta. Imagínese un coracero prusiano...

Y tras verbalizar semejante delirio, me interrumpo y callo. Lo que se le puede estar pasando por la cabeza a Jakova.

- Déjelo. No he dicho nada.- aprovecho la pausa incómoda para tragar saliva. Sabe al alquitrán que se me está colando por el agujero de la muela.- Hábleme mejor de esa teoría suya.

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13/05/2011, 11:57
Doctor Florin Jakova

El doctor rechazó los cigarrillos, era uno de los pocos
actos en los que predicaba con el ejemplo ante sus pacientes. Miraba a Tasic
con tranquilidad mientras este hablaba, a pesar de que su ceño se fue
frunciendo conforme este hablaba, más por la extrañeza que por otra causa, e
hizo un esfuerzo por intentar recordar.

A veces suben a los
pueblos de los alrededores algunos de los militares que tiene la base al pie de
las montañas, pero dudo mucho que lo hagan disfrazados
esbozó una sonrisa,
era bastante evidente que pensaba que se había equivocado en cuanto a la
vestimenta, lo cual, dado las circunstancias, era algo totalmente comprensible.

Se encogió de hombros, ni los delirios ni las teorías tenían
demasiada importancia, ambas cosas eran tan reales como quisiéramos hacerlas,
pero aún así habló, tampoco había mucho que hacer metidos en aquella chatarra
en mitad de una tormenta como no la recordaba desde hacía muchos años.

Debe saber, que la
figura de Misimovic era para el pueblo algo extraordinario, imagínese un señor
feudal, o un poderoso noble en tiempos del Medievo, todas sus acciones
repercutían, de manera directa o indirecta, en los demás habitantes del lugar.

Se había sentado inclinando ligeramente su cuerpo hacia la
derecha, para poder observar con mayor facilidad al inspector.

Ese es el primer
punto para que intente comprender, que para la gran mayoría de las personas de
este pueblo, el mundo no exista más allá de cincuenta kilómetros a la redonda,
y eso, amigo, hace que la búsqueda de un objetivo para tu vida se convierta a
veces una verdadera odisea.

Se fijo un momento en la carretera, debían estar llegando a
la desviación giré a la izquierda, hay
una señal, aunque probablemente este tapada
tenía razón el doctor, Tasic
comprobó como la carretera se estrechaba aún más, y empezó con una brusca
ascensión que enseguida los introdujo en un mar de abetos y hayas totalmente
nevados.

Si Jerbko considera
su misión de proteger a la hija de su platónico amor como una misión divina es
algo que no puedo confirmarle, pero lo que sí puedo decirle, es que, desde hace
algunos meses, Zvjezdan se había mostrado más huidizo y solitario de lo
habitual. Quizás el bueno de Lazovic podría habernos dicho algo más, pero por
desgracia, él tampoco está ya entre nosotros.

Jakova interrumpió su conversación bruscamente, un potente
ataque de tos comenzó a sacudir el pecho del anciano con violencia, pero sus
dedos señalaron a Tasic la carretera que tenía delante, se había distraído unas
décimas de segundo, y de repente, iluminada por los precaria luz de los faros
del vectra, una negra silueta apareció en mitad de la carretera, a apenas unos
metros del vehículo…

 

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17/05/2011, 11:23
Aleksandar Tasic

Al entreabrir la boca, el cigarro cuelga sin llegar a caerse. Se queda como adherido a mi labio inferior, que ofrece al pitillo una superficie cuarteada y pegajosa. La ceniza, eso si, va a parar al espacio de asiento que queda entre mis piernas.

- ¿Cómo estás, Alek?.
- Bien, mamá.
- No tienes buen aspecto. ¿Comes como Dios manda?.
- Si, mamá.
- ¿Eres feliz?.
- Si, mamá...
- Ay, Alek. No me presentas a ninguna chica. No...no te acicalas, hijo. ¿Tienes problemas de dinero?.
- No, mamá.
- ¿Y por qué no te compras ropa nueva?. Cambia de coche, Alek. ¿Cuanto tiempo llevas con ese Chrysler?.
- Es un Opel, mamá.
- Me da igual. ¿Cuánto?. ¿Diez años?. ¿Quince?. Dios no quiera que un mal día tengas que ponerlo a prueba y te falle por viejo.

Y, aunque parezca mentira, las madres a veces se equivocan.

- Sranje!!!- o lo que es lo mismo, palabra referida a las partes pudendas femeninas que los balcánicos -como tantas otras civilizaciones- usamos para expresar sorpresa. Menos mal que, a pesar de haber girado la cabeza hacia el doctor y su repentino ataque de tos, seguía viendo la carretera por el rabillo de ojo.
Menos mal también que eso...lo que sea...apareció de forma que mi coche tuerto pudo enfocarlo con su ojo sano. Y a Dios gracias que vamos cuesta arriba y a poca velocidad. Aún así, como decía mi madre, tengo que poner a prueba el Vectra. Y no falla. ¿Lo ves, mamá?. Alemania es tierra top fabricando coches y fascistas.

- ¿Qué...qué demonios...

Regla número 1 de la conducción: si se te pone algo por delante y ves que no te va a dar tiempo a frenar, no trates tu volante como si fuese el timón del Titanic. En mi caso, como zurdo que soy, el subconsciente me invitaría a irme a la derecha..., y en esa dirección nos vamos el Doctor y yo con San Pedro.
Pero bueno, soy un tipo rápido de reflejos. Me he quedado bien cerca de llevarme a eso por delante - ni dos metros, calculo - y ahora tengo el coche parado sin calarse. Toma ya. Freno de mano, marcha en punto muerto y le meto las largas para zumbarle un fogonazo. Claxon.

Y otro claxon.

 

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17/05/2011, 18:20
Jean Leroy

Ante todo pronóstico, como si de una aparición mariana se tratara, su cerebro se vió incapaz de asimilar toda esa nueva información cuando el foco de luz centelleó ante sus ojos. Aturdida, Jean sólo se vió capaz de retroceder un par de pasos cuando el conductor del vehículo pisó el freno, evitando poner fin a la extenuante peregrinación de la suiza de una manera un tanto dramática y muy, muy injusta.

Por otro lado, más allá de la luna del coche, la silueta embutida en negro se retiró la capucha de su anorak, revelando su identidad y liberando unos sentidos sobresaltados por el claxon, el cual la había presionado a encogerse de hombros. Algo pequeño pareció escurrirse entre sus dedos para acabar hundiéndose sobre el manto de nieve...

Se trataba de una joven rubia que rozaba los treinta, no demasiado alta y, desde luego, tampoco en su mejor momento. La palidez que se extendía por su piel y su cabello parcialmente congelado en la zona más próxima a la cara indicaban que, muy posiblemente, había estado a la interperie más tiempo del recomendado por un especialista. Demasiado dado su aspecto casi cadavérico. Presentaba además signos de haber sufrido un accidente, pues exhibía un corte ensangrentado sobre su mejilla izquierda... Urgía añadir que su estado anímico era lamentable y que contemplaba el coche con la expresión ida.

La figura dirigió sus pasos torpes hacia el capó del vehículo, apoyando una mano sobre éste, buscando que no formara parte de su delirio. Sus piernas, únicamente protegidas por unos vaqueros y un par de medias, flaquearon instantáneamente al contacto, obligando a la mujer a arrodillarse frente al motor mientras las fuerzas la abandonaban, luchando inútilmente por contener el llanto con una mano...

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19/05/2011, 11:17
Aleksandar Tasic

No me tengo por un hombre demasiado impresionable, ni soy de creer en leyendas o supersticiones..., pero quien vea lo que estoy viendo yo sabrá hasta qué lugar de mi anatomía han ascendido mis testículos. Ha sido por un segundo, eso si, porque casi de inmediato me hago composición de lugar.
 Pero duranta ESE tétrico segundo, uno no ha podido evitar pensar en la versión balcánica del fantasma de la chica de la curva: señorita atropellada por una camioneta de zapadores kosovares, cuyo cuerpo moribundo es profanado por los ardientes militares en turnos de a dos, y abandonado a su suerte para que se lo merienden los lobos.

 Tras ese lapso de aprensión superchera, los calores se van dispersando y mis pelotas regresan lentamente a su posición original. El cigarro, aún en mis labios, empieza a oler a filtro quemado. Lo despego de la boca con índice y pulgar, y lo estrujo contra el fondo  del cenicero mientras distingo a la muchacha ahí fuera, a través del vaivén de las escobillas limpiaparabrisas. Ya ví lo que tenía que ver. Luces cortas por largas, mi mano izquierda sobre la manivela de la ventanilla y la muñeca derecha apoyada en la parte superior del volante. A pasar frío, Alek. Otra vez. Es lo que toca.

- ¿Está usted bien?.- le digo en voz alta a la chica, con medio cuerpo asomando por la ventanilla del coche. No he salido, desde luego. Bastante hago ya.- Suba al coche señorita.

 Acompaño las palabras con un gesto de mi mano que invita a la joven a acercarse, e inmediatamente me acomodo en el asiento y subo el cristal. Lo que entra por ahí, demonios. La calefacción está ya en el cuatro y hace un ruido molestísimo. Es momento de esperar, y lo haré poco tiempo porque...

...porque sobre la tumba de mis antepasados juro que hubiese preferido encontrarme con un jabalí, una cabra o lo que demonios pueble este ecosistema de los cojones. Y digo más: preferiría haberme topado con un muerto en lugar de un vivo. Miren al tipo de la Desert Eagle. Cero problemas con él. Ahora tengo otra responsabilidad, otro lastre, otra dificultad que debo resolver no como deseo, sino como debe hacerse.

 ¿Tengo un rótulo que ponga "TAXI" en el lateral del Vectra?. Es que, por el amor de Dios, es para indignarse. Y tambien es para estar cansado y receloso como estoy de este pueblo y de todos sus habitantes: Dacijaj es un poliedro esculpido en mierda al que cada vez le encuentro más caras y -lo que es peor- más aristas.

 Claxon.

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19/05/2011, 11:57
Aleksandar Tasic

Mientras espero la decisión de la chica de la curva, giro la cabeza hacia Jakova.

- Quédese aquí o pase atrás. Usted decide.- digo mientras tiro otra vez de Malboro. Me noto nervioso. Hastiado también.-¿Sabe de algún motel o alguna pensión de aquí a la mansión de Misimovic?.