Partida Rol por web

El amigo de Rhys sonrió: Pues me alegra que me lo preguntes. Sabes que soy un tipo de gustos algo extraños... el caso es que todo esto me ha ido llamando mucho la atención y... cuanto más intento buscar menos encuentro. Quiero decir, le atribuyen la muerte de 7 chicas... 7... y no han dado ni un sólo retrato robot, ni apenas han dicho cómo murieron las chicas, etc, etc... -hizo una pausa y pareció hacer un pequeño recopilatorio mental.

Todo empezó por la tercera víctima. El FBI tuvo una filtración que recogió el Eye... y eso derivó en que al final saliera en varios medios y con el jefazo del FBI reconociendo que estaban tras la pista de un tipo que mataba chicas jóvenes, blancas y rubias... dejando unos fragmentos del Corán en su ropa... de ahí el nombre -hizo una pausa- bueno, seguro que todo eso ya lo sabías, claro...

La cuestión es que no hay mucho más. Apenas han trascendido detalles de los crímenes, salvo que todas murieron en sus casas. Todas en Nueva York on en Jersey. Ya te digo que es muy raro, porque es como si tuvieran un verdadero control sobre lo que se publica de ese asunto. Por eso digo que es algo "gordo". Es como si tuvieran a la prensa verdaderamente atada. En algunos foros de curiosos aseguran que hay gente del FBI de antiterrorismo en el asunto y hay quien dice que quizá sea una forma nueva de terrorismo, haciendo que las autoridades y la gente estén realmente confusas y asustadas. -Marc asintió- Eso me cuadraría bastante con la teoría de que el gobierno quiera controlar todo lo que se dice.

Es verdad que suena a Expediente X... pero el de verdad, no lo de esa chica que apareció desnuda en la playa -comenta con su leve sonrisa habitual y negando con la cabeza.- Pero bueno, es igual, ya te digo que es algo que me llamó la atención. Por cierto... ahora que ya hemos acabado el café... ¿se te ocurre algún otro sitio? Siempre podemos ir a la biblioteca...
 

El móvil tardó unos minutos en contestar:

@Sarah: Aún estoy esperando en la antesala. Hay más gente... seguro que quieren que me ponga nerviosa. Gracias por los ánimos. Eres el mejor. Por cierto, he estado pensando en tu regalo. Quiero mejorar el mío ¿me ayudas? ¿puedes escaparte antes de la Uni? Venga porfa (^^)
 

Por un lado no se sorprende ante la explicación de Marc, pero tiene que desviar la atención por completo a él cuando habla y le concede detalles por la curiosidad, y también preocupación por su hermana. Con asombro y la boca abierta escucha al concurrir el relato, uno extraño, insólito. Y sí, Sarah concuerda con el perfil, chica rubia, joven y de tez pálida. El vello de Rhys se eriza al pensar detenidamente en lo que su compañero cuenta.

Al terminar, no sabe qué pensar, o qué decir. No tiene palabras en ese momento. Se limita con sus ojos a observar la pantalla de su teléfono. Antes no tenía dudas de que Sarah puede cuidarse, pero ahora…..Un miedo a perderla, a que le ocurriese algo nace en su interior. Una parte de él le hace sentirse idiota por no percatarse antes de eso, de que reconocer abiertamente que es su familia.

Los quiere, se preocupa por ellos, a pesar de que las preguntas, dudas y recelos de los desconocidos, incluso los vecinos la primera vez que les vieron los cuatro juntos. Él siempre se ha reído de los comentarios, y cuchicheos ajenos. Aparentar que no le preocupan tales tonterías, tales nimiedades. Pero no es cierto. Siempre le ha preocupado que por culpa de él, la sociedad tan difícil, complicase su día a día.

Se sorprende a sí mismo al pensar de nuevo en eso. Niega con la cabeza como si eso ayudase a aparcar tales inquietudes. – La verdad es que sí, es extraño. Pero bueno, en el mundo, siempre pasan cosas raras, cosas que no tienen explicación. Sin duda tiene que ser un tipo meticuloso para que no encontrasen ninguna prueba digo yo. – Comenta ausente sin mirar a Marc. ¿Cuántas cosas han ocurrido que uno es incapaz de encontrar una respuesta? Rhys tiene una lista. ¿Y cuántos casos no han sido resueltos? Bastantes.

La pregunta provoca que el taciturno chico mire al otro. – Pues ni idea. Aún falta un rato hasta la siguiente clase. Podemos dar una vuelta y estirar las piernas, luego estaremos todo el día sentado hasta acabar el culo como un folio Din A4. – Bromea un poco con una sonrisa a media forjar en el rostro, así quizás se le quite los malos pensamientos.

De reojo, puede ver que tiene un nuevo mensaje, que es de Sarah. Le parece una excusa perfecta para estar pendiente de ella un poco. Quizás así él puede quedarse tranquilo. Rápidamente teclea una respuesta.

“Claro. Tengo menos clases, han faltado profesores hoy. Dime hora y lugar. Y no te pongas nerviosa, respira hondo. Seguro que lo clavas.”  

Nada más enviarle el mensaje, un suspiro holgado.

Marc lanzó una mirada al reloj de pulsera que tenía.

Veamos... tenemos una media hora hasta que empiece la clase... y luego después tendremos otra hora y media libre... buf. Qué mañana más rara... -dijo el amigo de Rhys algo descolocado.

Podemos ir a dar una vuelta hasta el "Memorial"* o a San Juan el Divino... siempre es inspirador... la última sobretodo, ya lo sabes, aunque sea copia de las europea. -comentó con una sonrisa- Por cierto ¿va todo bien? Parece cómo si te hubieran dado una mala noticia por el móvil o algo...

Precísamente, el artilugio volvió a vibrar:

@Sarah: Ey ¿quién está nerviosa? No encontrarán nadie mejor :-P. Terminaré sobre pronto, pero no te haré venir. ¿Qué tal si nos vemos después de almorzar? Sobre... ¿las 15 horas en Jimmie?

Aquella hora le haría salir casi corriendo de su última clase. Coger el metro y rezar para llegar al ferry 14:30. Por suerte el Pub de Jimmie Steneys estaba cerca de la terminal. Era uno de los garitos más o menos famosos de aquella zona. Aunque claro, siempre se podía saltar la última clase y llegar tranquilamente. Parecía que Sarah estaba tramando algo, puesto que hasta la hora de la cena en la que se reunirían con sus padres, todavía faltarían unas cuantas horas.

¿Qué le pasa a la fuente?

Aquella frase de Marc hizo que Rhys mirara hacia donde decía. El agua que salía por los orificios de la fuente ornamentada sobre cuyo bordillo estaban sentados parecía hacer una extraña curva baja hacia Rhys... sin llegar a tocarle. Cuando éste fue consciente de lo que pasaba, el agua volvió a salir hacia arriba.

Marc enarcó una ceja y luego sacudió la cabeza. Debe haber sido que algo ha obturado el aspersor. -luego elevó los hombros como si aquella explicación fuera la más lógica y posible.- ¿Nos movemos?

Pero Rhys no lo sentía así... de alguna forma sabía que él tenía algo que ver pero... ¿cómo?

Marc menciona un sitio a donde los dos pueden visitar en vista de que aún quedaban unos treinta minutos, y después otra pausa. Sin duda una mañana relajante, por un lado, en el otro más cargante.  Un día extraño cuanto menos. La llamada de atención de su mejor amigo le hace regresar a la realidad, otra vez. Parece ser que en el último rato la cabeza de Rhys está….bueno, no está donde debe, más bien en otros menesteres.

Eh….pues al Memorial. Necesito estirar las piernas. Creo que me estoy atontando por momentos. – Bromea de nuevo con una sonrisa, aunque ligeramente nerviosa, inquieta. Un revuelto de emociones y sensaciones había nacido en el interior del chico, desconoce el motivo, y él como desprenderse de ese amalgama complejo y carente de sentido, ya que le parece incómodo.

Sí, digo, no, todo va bien, es que está siendo un día bastante….raro, sí raro. – Dice el chico a modo de confesión. Tras eso, rasca su mejilla derecha. La vibración del móvil provoca que el propietario lo observe. Suspira holgadamente, y niega con la cabeza. Le tocaría correr. Pero incapaz de darle a la rubia una negativa por varios motivos, escribe rápidamente una contestación antes de incorporarse con dirección al lugar mencionado.

“De acuerdo. Allí nos vemos. Suerte.” – Un mensaje corto, aunque previamente la última palabra iba a ser otra, TQ. Pero es eliminada y la sustituye de nuevo por la actual. Así un par de veces. Se pregunta que estaría tramando la chica, pero pronto lo sabrá. Hasta entonces, a seguir con la rutina. - Mi hermana….está en una entrevista, y le estoy dando ánimos. He quedado con ella para más tarde, hoy es un día importante. – Termina por decirle a Marc con una sonrisa, más alegre que antes, incluso con un ligero brillo en la mirada.

Los dos aún permanecen en la fuente de la Universidad. Y en mitad de una acción tan mundana, tan trivial, ocurre algo extraño. Rhys se queda en silencio, con los ojos y la boca ligeramente abiertos, desconcertado y sorprendido a partes iguales al ver como el agua reacciona desafiando la lógica ante… ¿él? Uno de los chorros se había desviado hasta casi tocar al confuso chico. No consigue reaccionar, as´que permanece estático, al igual que una figura.

La explicación de Marc, pese a tener sentido, no termina de creerla, el chico de tez oscura cree que hay más, otra razón de tal suceso. – Sí….debe ser eso. – Susurra de forma autónoma con la mirada clavada en el transparente líquido. – Vámonos pues….al Memorial. – Contesta al otro y reprimió un por favor que casi se le escapa.

“Está siendo un día bastante raro, ¿qué está pasando? ¿O tal vez….soy yo?” – La idea de que él tuviese algo que ver le inquieta. No deja de pensarlo, y por un momento, con tantas preocupaciones le hacen estar agobiado a un chico especialmente sensible. Más de lo normal. Se incorpora y no tarda en recoger sus cosas.

Marc elevó finalmente los hombros y se dispuso a andar a buen paso en dirección hacia la entrada más cercana del Memorial. El chico siempre andaba deprisa y a grandes zancadas algo desgarbadas, por lo que seguirle el ritmo era complicado. Si está siendo un día raro si... -dijo de forma distraída- Oye... ahora que lo pienso ¿por qué dices que es un día tan especial?

Añadió mientras llegaban a la balconada del Memorial con la estatua del ilustre personaje. El parque se encontraba a una altura más baja que la calle de la universidad, por lo que la entrada suponía una balconada desde la que se avistaba el hermoso verde del pequeño parque.

Desde ahí partían unas escaleras que se metían en el pequeño mar verde que oxigenaba un poco aquella parte de la ciudad. Al asomarse a la baranda de piedra una sensación reconfortante y fresca inundó los pulmones de Rhys. Inspirando fuerte uno podía olvidarse de la contaminación de la ciudad por unos momentos...

Y entonces volvió a suceder. Aquel mar verde parecía... vivo. Era como si pudiera sentir... cosas... dentro de aquellos árboles, en sus ramas... en sus hojas... en él mismo... en Marc e incluso en los tres turistas que estaban a su lado.

¿Rhys? Venga tío... me estas empezando a asustar. Estás más en babia que nunca... no te habrá dado por fumarte un porro o algo ¿no? -añadió con cierta guasa pero profunda preocupación. Podría "sentirlo" en aquel fluir que era su interior. El bombeo de su ¿sangre? era regular, pero más fuerte que antes...

Los dichos paseaban con tranquilidad en el mencionado parque. Un lugar donde relajarse lleno de verde, un color apaciguante. Justo lo que requería Rhys, donde tantas preocupaciones, inquietudes, le descentraban sobremaneramente. Estaban el asunto de Sarah, lo de sus padres, y lo que le ocurría, además del naciente temor por una situación incapaz de entender, y comprender. Aunque el paso de su colega no le dejaba de relajarse, tampoco es que tuviesen mucho rato, unos minutos, menos de una hora para regresar al aula.

Le estaba ayudando bien estirar las piernas y conversar con Marc. En ello se encontraban cuando él le pregunta el motivo de que sea un día digno de recordar. Rhys esboza una sonrisa, entre nerviosa, y alegre, como si estuviese…emocionado, pero también un tanto abrumado. – Bueno, la verdad es que hoy es el aniversario de mis padres, y Sarah y yo vamos a hacer unos regalos. Aunque serán….inhabituales, especialmente el mío. – Le comenta como inicio, pero se percata de que realmente Marc, no conocía toda la historia que rodea al artista. Ni falta que le hace.

Pero claramente, si tiene ojos en la cara, y que funcionen mínimamente, es consciente que Rhys no comparte sangre con los otros tres miembros de su familia. Su tez oscura contrasta con la tez caucásica, su pelo moreno no tiene nada que ver con el rubio y blanco de sus padres, ni tampoco los ojos castaños, con los también claros. Lo mismo se puede decir de los ojos, aunque menos. Demasiados factores visibles. ¿Importan? Depende por supuesto.

Te podrá parecer una tontería. – Añade inseguro tras la retahíla de pensamientos también carentes de firmeza. – Pero ellos son importantes para mí y…eso, que se lo voy a decir. – Mientras camina, desvía la mirada hacía el suelo de piedra con una sonrisa llena de timidez. ¿Por qué es difícil de hablar de estas cosas? ¿Por qué le es sumamente costoso transmitir lo que siente?

Suerte que el rubor no puede manifestarse en su rostro, una ventaja que su oscura piel posee. Decide tomarse un descanso, así que tras subir los escalones, deja caer ambos brazos en la barandilla de piedra, e inclina su cuerpo hacia adelante con una mirada teñida de melancolía hacia el agua de un verde sereno. Llena sus pulmones de un aire tan fresco como limpio, muy lejano a la del denso y sucio de una ciudad tan concurrida como New York.

Sin embargo, la calma se resquebraja, se acerca una tormenta. Los sentidos del joven sumido en sus pensamientos se colapsan ante la cantidad de información que le llega. De nuevo esa sensación. El sentir de cosas que jamás había sentido, y que no tienen ningún sentido. Un fluir extraño, desconcertante, y abrumador nace de su propio interior, y tiene la necesidad de salir a la superficie. Es incontrolable.

Quizás tantos sentimientos mezclados, temor, ansiedad, preocupación, inseguridad, afecto, lealtad…habían hecho que naciese otra sentimiento, o puede que otra cosa distinta. Su cuerpo permanece estático, pero no su…. ¿mente? El agua vuelve a tomar forma. Y en esta ocasión, Rhys es consciente, pero incapaz de detenerlo. Y sin saber qué hacer, lo deja fluir por mucho que intenta refrenarlo.

Te podrá parecer una tontería. [..] Pero ellos son importantes para mí y…eso, que se lo voy a decir.

 Marc frunció el ceño extrañado por aquella afirmación.

Yo mataría a mi padre la mayoría de las veces, -dijo con su sarcasmo habitual- pero adoro a mi madre... y también mataría a mi hermano pequeño... pero son mi familia. No veo porqué debería ser diferente en tu caso.... quiero decir, especialmente en tu caso. A mi me ha tocado vivir con ellos desde siempre. A vosotros no y eso quizá haya hecho que tengáis que plegaros más los unos a los otros... seguro que hay mucha más generosidad en todo eso que en una familia habitual, pero al final... es tu familia ¿no? -elevó los hombros como si no fuera capaz de comprender la diatriba de Rhys. Marc era mucho más simplista en aquellos asuntos y no parecía tener ningún prejuicio hacia su amigo por el color de la piel.

Minutos más tarde, cuando Rhys pareció entrar en aquel especie de trance y al ver que no respondía a sus palabras, Marc le dió una palmada suave en la cara a su amigo.

Eh tio, venga ya, estas empezando a rallarme.

En verdad Marc estaba agitado por dentro, aunque por fuera su rostro no pareciera tan preocupado. Pero aquel fluir cada vez más acelerado...

Entonces entre todo aquel impresionante conjunto de sistemas fluídos, Rhys se vió asaltado por una anomalía. Uno de aquellos sistemas no parecía funcionar bien. Ignorando la palmada de Marc, sus ojos se posaron en uno de los tres turistas. Se trataba de una pareja de unos 60 y una chica mucho más jóven, quizá 20 o 30, todos afroamericanos. El hombre era bastante obeso. Sudaba profusamente y se había sentado en el banco abanicando con la mano, mientras la que parecía ser su mujer le preguntaba:

- [color=#800080]¿Estas bien Jimbo?[/color]

-[color=#000080] Si Greta si... no sé... será este sitio que es más húmedo. Me siento aqui un rato y descanso. Tú no te preocupes y haz fotos.[/color]

- [color=#008080]Tu problema papá es que comiste demasiado en el desayuno.[/color]

-[color=#000080] Puede ser Jessie... pero es que este cuerpo hay que mantenerlo activo ¿no crees?[/color]

La chica y la madre negaron con la cabeza y se pusieron a admirar el paisaje, pero Rhys sabía que algo no iba bien. La fluidez en el interior de aquel hombre parecía acelerarse cada vez más. Notaba su respiración cada vez más grave. Desde fuera podría parecer un pequeño agotamiento pero... había algo, algo en la bomba que hacía fluir el sistema...

De nuevo Marc chasqueó los dedos delante de su cara: En serio Rhys ¿me he vuelto invisible de repente o qué? -añadió enfadado.

En ocasiones, el joven Rhys, le es sumamente complicado decir determinadas cosas, concretamente sus sentimientos, tal vez por culpa de su excesiva timidez, hace que sea especialmente más difícil expresarse. Seguramente por eso se vuelca en la música, o en la pintura, con el arte es capaz de plasmar todo lo que tiene almacenado, que pese a no demostrarlo por completo la magnitud, es grande. Quizás demasiado, más de lo que puede administrar y en ocasiones, se convierte en títere de su mundo interior. Una explicación plausible de lo que le ha ocurrido en día…tan extraño a falta de un adjetivo más acorde.

Y nuevamente, la extraña sensación que hace perder los sentidos del confuso chico, ¿o se debería de decir que se amplifican a un nivel por encima de lo…humanamente normal? Perdido en otro mundo, no es consciente de la realidad que pisa, está perdido en otra muy distinta, con otras sensaciones. Ni siquiera con el rudo contacto de su amigo Marc consiguen hacerle “despertar” del trance. Continúa sumido en ese mundo.

Uno donde es capaz de sentir el fluir del líquido de cada individuo, ¿acaso es posible tal cosa? Rhys es incapaz de pensar en ello detenidamente, se deja llevar, se deja arrastrar por el cúmulo de sensaciones. Y pese a que la que tiene más delante, seguramente la de su amigo, que adquiere velocidad, no es la que consigue captar su atención, no es la que más le intriga, ni la que más le preocupa.

Tres más de esos sistemas fluidos, corrientes de fluir, no importa la denominación, en cualquier caso, una de ellas es preocupante, su…funcionamiento es anormal, el ritmo no guarda similitud con los otros. El chico afila la mirada en un intento de percibir mejor que ocurre con ese. La conversación que tienen no le ayuda. Y de alguna manera, sabe que no todo va como debe ser, ¿pero el qué? No consigue descifrarlo.

Nuevamente, Marc interviene en un insistente intento de traer a Rhys a donde tiene que estar.  El aludido se gira al otro con expresión descentrada, y bastante seria. – Ese hombre……no se encuentra bien, creo, creo que algo va mal. Creo que es….su corazón, pero no estoy seguro. – Le dice al otro dudoso, pero claramente con preocupación sin importar que sea un desconocido o no. No hay ningún signo de que ironía, ni sarcasmo, ni nada que se le asemeja. No es médico. Su madre…sí, él no tiene idea de medicina. Lo justo, que es lo que le enseñaron en clase tanto en el colegio como en el instituto, anatomía humana y da gracias.

Nerviosamente se lleva su diestra a rascar la mejilla del mismo lado con la boca medio abierta, y los ojos fijos en el hombre. Un tic incontrolable que lo realiza de forma inconsciente cuanto está estresado, y cuanto mayor es el rascado, más intensa es la inquietud. Y en ese caso concreto, es moderada, y crece, tal vez por la importancia.

Duda de si llamar a emergencias, o a su madre, pero claro, existía un inconveniente, ¿qué se supone que les va a decir? ¿Qué un hombre va a sufrir un paro cardíaco sin estar seguro de que va a ocurrir? ¿Y cómo lo explicaría? Demasiadas dudas, y miedo de no saber qué hacer. Así que sin saber cómo reaccionar, mientras está con su compañero, permanece atento a lo que va a ocurrir.

Al escuchar a Rhys, Marc compuso una genuina cara de extrañeza. Pero algo debió de ver en los ojos de su amigo. Quizá angustia, o miedo o... "algo" que estaba claro que no era un cuento. Rhys sentía que algo iba mal con aquel tipo de verdad.

Marc se quedó mirando al turista de color cuya respiración se fue volviendo cada vez más dificultosa. Su expresión se tornó de la aparente normalidad a una especie de cara de enfado. Empezó a hacer movimientos con los brazos y luego se tocó el pecho y subió hasta el cuello, como si le faltara el aire. Marc lanzó una mirada significativa a Rhys, pero éste parecía confuso.

Tomó el móvil e hizo una búsqueda rápida. Leyó algo rápido y luego miró al turista. Enseguida se adelantó al hombre y le preguntó:

- Disculpe señor... ¿puedo hacerle una pregunta? -dijo de forma educada.

- [color=#000080]No tengo mucho tiempo ahora para perder el tiempo jovencito. [/color]-contestó de forma brusca el turista encontrándose con las miradas reprobatorias de su esposa y su hija- [color=#000080]Pero supongo que si.[/color] -añadió refunfuñando.

- ¿Le duelen los brazos o el pecho? ¿Tiene sudoración? ¿Algún malestar? -ciertamente Marc no era demasiado diplomático a veces.

- [color=#000080]Ehm... ehm.[/color] -el hombre se quedó sorprendido- [color=#000080]Bueno, el caso es que... es que no me encuentro muy bien... pero seguro que es una indigestión.[/color]

- O sea que le duele el estómago ¿no? Mire, será mejor que descanse. Soy estudiante de medicina aqui en la Columbia -mintió- Hágame caso y tranquilícese, ok?

- [color=#000080]Pero... ¿a qué te refieres chico?[/color]

- Usted sólo esté tranquilo e intente respirar de forma relajada.

La mujer y la hija parecieron preocuparse.

- [color=#800080]¿Qué pasa?[/color] -preguntó la mujer mayor.

- Es sólo que... no me gusta demasiado su... su cuadro médico. Voy a pedir una segunda opinión, no se muevan de aqui por favor.

Los tres se quedaron bastante sorprendidos. No tardaré mucho, en serio... La familia se miró de hito en hito extrañada. Marc corrió de nuevo al lado de Rhys.

Mira, según lo que acabo de leer, ese hombre puede estar sufriendo un ataque -susurró- no sé cómo lo has sabido, pero hay que llamar a urgencias. Quédate aqui y tranquilízales... después de todo, eres tú quién ha sabido ver los síntomas, no yo... -dijo alejándose con el móvil en la mano.

Rhys pudo notar como la la fluidez de las mujeres empezaba a acelerarse ostensiblemente. Aquel fluir era tan intenso que por un momento pensó que podría "tocar" el fluir de los tres... casi hasta poder manipularlo ¿sería posible?

[color=#008080]Oye! [/color]-dijo la chica jóven- [color=#008080]¿En serio tu amigo es estudiante de medicina?[/color]

No podía evitar sentirse inquieto, estaba siendo un día bastante raro, a la par de estresante. Muchas incógnitas, demasiadas, muchas preguntas que sin preguntas, y que ni siquiera tienen sentido ser formuladas. El interior del joven, es un mar de caos que parece agrandarse, poco le falta para convertirse en un océano translúcido.

Se había quedado un en silencio, preocupado por la salud del hombre, así es él. La vida de un desconocido, también ese sentimiento se acentúa por lo que ha visto mediante unos ojos no físicos, una sensación que no tenía explicación, y dudaba de que quisiera conocerla. Centrado en su mundo interior mientras que su colega Marc, más resuelto se encarga de llamar una ambulancia, tarea que se tenía que haber encargado Rhys. No obstante, la pasividad e inseguridad del joven de tez oscura en ocasiones es sangrante.

De acuerdo. – Musita inseguro cuando su amigo, totalmente opuesto a él, decide alejarse a realizar dicha llamada. – Gracias. – Y agradece su arrojo con envidia interior. Sí, le envidaba por esa forma de ser, segura, carente de miedo o si lo tiene, sabe disimularlo bastante, con ese brillo en la mirada que revela inteligencia….y así podía seguir todo el día. Le ve alejarse.

Una voz le hace regresar a la realidad. Sospecha que se trata de la hija de la pareja. O eso cree, un padre, su esposa, y la hija de ambos. - ¿Eh? No te preocupes, sabe lo que se hace. – Sus palabras sonaron más seguras tras una tímida sonrisa que intenta de alguna manera, tranquilizar a la supuesta familia. – Mi madre es doctora, trabaja en el hospital. En el Belleuve*. ¿Lo conocen? – Habla de forma que parece casual, y seguramente ese dato pueda transmitir más confianza y reconfortar la inquietud pese a que en el instante posterior se está empezando arrepentir de no haber caído en la cuenta, podría haberla llamado. Ya es tarde.

Podía percibir de algún modo que escapa a su entendimiento el nerviosismo de las dos mujeres, tanto de la más mayor como de la más joven. Rhys se gira un momento al hombre. - ¿Cómo se encuentra? ¿Quiere un poco de agua? – Pregunta de forma servicial. – Le vendrá bien descansar un poco. Se le ve agotado. – Procura mostrar amabilidad y tranquilidad sin tener la certeza la manera de proceder, pero no podía quedarse de brazos cruzados.

A pesar de los nervios que le provoca la situación de ser el centro de atención, Rhys consigue romper esa barrera y centrarse en lo que verdaderamente importa, en aquella gente que podía estar al borde de una desgracia. Las palabras que dedica a la familia parecen dar fuerza a las acciones de su amigo -que ya está llamando por teléfono- mientras que también parecen distraer a los interpelados.

[color=#800080]Pues... pues no chico.[/color] -dijo la esposa del hombre-[color=#800080] No somos de aqui, somos de Allentown... estamos... estamos de vacaciones. Mi marido y yo siempre quisimos ver la gran manzana pero... no sé.[/color]

El hombre estaba algo confuso, pero de la confusión pasó a la preocupación. [color=#000080]Igual... igual me vendría bien algo de agua si.[/color]

En seguida la que debía ser su hija le alcanzó una botella pequeña que llevaba en una mochila. El hombre la tomó y comenzó a beber.

Marc regresó tranquilizando con la mirada a Rhys. Parecía que la ambulancia ya estaba avisada, era sólo cuestión de tiempo... pero tiempo era algo que no tenían.

Rhys seguía conectado de alguna manera con todo aquel "fluir" y, en un momento dado, el "flujo" del hombre se detuvo de forma abrupta. La botella se le cayó al suelo y se derrumbó todo lo grande que era cayéndose al suelo ante el grito angustiado de su mujer y su hija.

Joder! -exclamó Marc al ver cómo el hombretón caía al suelo casi fulminado- Rhys ayúdame ¡coño! La ambulancia todavía tardará en llegar unos minutos. Es esencial que le reanimemos o será tarde.

La mujer no pudo evitarlo y se rompió. Empezó a llorar mientras gritaba:[color=#800080] Oh dios mío Edward! No puede ser! Edward!Por favor Dios Mío!![/color]

La hija primero se quedó en shock al ver como su padre se desplomaba, pero enseguida tuvo más entereza y preguntó: [color=#008080]¡¿Podéis ayudarle?! ¡¿Podéis ayudarle?! ¡¿Has dicho que eres médico no!? ¿Has dicho que eres médico no? ¡Dios![/color]

Marc aguantó como pudo. Haremos lo que podamos pero igual es mejor ir a buscar un médico de verdad...

[color=#008080]¿Cómo? ¡Joder! [/color]-exclamó la chica y se puso a buscar un médico entre la multitud que empezaba a acercarse entre alarmada y curiosa.

Con la ayuda de Rhys, Marc y él lograron mover al hombre boca arriba. Marc intentaba aplicar sus básicos conocimientos de RCP, o eso supuso Rhys. Él sólo podía sentir cómo el "flujo" del hombre se había detenido o estaba errático. Sentía también a todos los de alrededor. El suyo propio, el de los de alrededor. Flujos tan rápidos, tan rítmicos y nerviosos. A aquel hombre se le estaba escapando la vida. Algo tenía que hacer... de alguna forma sabía que podía hacer algo ¿de qué podía servir sentir ese flujo? Lo había manipulado antes... en la fuente ¿podría hacerlo ahora?

La timidez del chico termina relegada a un segundo plano, para ser capaz de transmitir tranquilidad a la familia. Eso le infunda seguridad, sensación que se amplifica al comprobar que todo se mantiene estable, su amigo Marc avisa a una ambulancia e informa que está de camino. Rhys suspira con auténtico alivio, la preocupación se mitiga. Todo parece controlado. Incluso puede permitirse sonreír, un poco al menos.

Lo que no sabía, es que toda esa calma, ese control, se derrumbaría en cuestión de segundos que ocurren demasiado rápido, tanto que es incapaz de reaccionar. Percibe el detener el flujo, y la sonrisa se le borra de inmediato de la expresión, como si alguien hubiese usado una potente goma de borrar. Y el hombre cae, causando el terror en los presentes, su hija y mujer, y en los dos chicos.

Un temblor aparece en su mano derecha porque se percata de que carece de conocimientos médicos. Y tampoco puede articular palabra, sus temblorosos labios no ayudan a unas cuerdas vocales que perdieron el sonido en el mismo instante que los gritos retumban en sus propios oídos. Paralizado por el miedo, la impotencia, la frustración, están ejerciendo dominio sobre su cuerpo que se niega a obedecerle.

Los distintos flujos tan arrítimos, descoordinados, unos acelerados, otro que se detiene, le dificultan el reaccionar, casi parece desmayarse, pero finalmente, consigue imponerse. La más joven se marcha con auténtica desesperación ayuda. Rápidamente, marca el número rápido de su madre, su mente y manos le imposibilitan marcar el número completo. Deja el móvil al lado del hombre, en el suelo con la vaga esperanza de que su madre acepte la llamada como última carta, y se acerca a socorrerlo casi al límite.

No obstante, no tiene ni idea de qué diablos hacer, más cuando el tiempo apremia, se agota, al igual que la vida del hombre. Muy posiblemente no consiga aguantar hasta que llegue el personal médico. “Vamos, vamos, ¿y ahora qué? ¿Qué se supone que tengo qué hacer?” – Piensa de forma apresurada las opciones que tiene, que por desgracia no son muchas.

Entonces se le ilumina la bombilla, en el blanco de su lienzo mental, cae en la cuenta de que si es capaz de sentir que un flujo se acelera o se detiene, también podría influir en él. No tiene ni idea de cómo hacerlo, pero tiene que hacer el amago, eso dejar que el hombre muera. Mejor intentarlo. Coloca sus manos, ambas, encima del pecho del hombre, y espera que su deseo se cumpla haciendo esfuerzo con su mente, intentar provocar lo que antes fue de forma inconsciente se había manifestado.

La verdad es que no tenía la certeza de que funcionase, tampoco de qué estaba haciendo, es una locura explicarlo, sin embargo, no tenía más opciones. A la desesperada se decantó por esa para intentar alargar la vida de un completo desconocido, intentar que el flujo que percibía no se detuviese por completo, si no que recuperase su ritmo habitual. Una auténtica locura.

Marc empieza a realizar las maniobras de RCP que conoce de forma mínima. Al ver cómo Rhys decide ayudarle no le dice nada, pero cuando pone las manos sobre el pecho del desconocido se queda completamente confundido: ¿Qué haces Rhys? -pregunta, pero al ver la decisión en los ojos de su amigo le deja hacer.

Rhys tiene que hacer un poco de esfuerzo para intentar concentrarse en lo que quiere. La mujer no para de gritar desconsolada, al igual que la hija buscando un médico. Mucha gente empieza a congregarse... y entonces comienza a sentir esa fluidez en todos ellos. Claramente los de las dos mujeres son los más alterados, mientras que el de Marc también tiene bastante rapidez, pero no tanta.

Intenta concentrarse en el débil flujo arrítmico del hombre que está tocando. Es un caos... nota como si se hubiera parado. Tiene que ponerlo en movimiento y entonces... recuerda como era el fluído de antes de que se cayera, parecido al de todos los que le rodean...

Lo sucedido en la fuente también acude a su mente y... lo repite. De alguna manera, casi al estar en contacto con la piel del extraño puede notar como su voluntad ejerce una respuesta inmediata en el patrón fluído del hombre. Al principio parecen extraños "tirones" que hacen que el hombre se estremezca y se convulsione, pero entonces, apretando los dientes, Rhys parece tener una visión más clara de por donde van todos esos fluidos. Es una red, una red vasta e intrincada que recorre el corpachón del hombre y entonces, por primera vez, es consciente de que el fluir que siente es la sangre de ese individuo, el líquido vital que estaba estancado se empieza a mover de la forma que debía hacerlo. Puede notar como la sangre se va distribuyendo por todos los rincones otra vez e incluso, incluso, para asombro del propio Rhys, nota como el corazón, ese motor, ese son que notaba, vuelve a latir. Primero débilmente y luego de forma más fuerte.

Y entonces el hombre se vuelve a convulsionar otra vez y comienza a toser... algo de su propia sangre. Tiene los ojos muy abiertos y se empieza a tocar a si mismo entremezclando pánico y confusión en su rostro.

¡JODER! ¡La madre que...! -grita Marc tan sorprendido como el propio hombre- ¿Le has...? ¿Le has salvado? ¿Cómo.... ? ¿Cómo coño...?

La mujer aparta a los dos chicos y se agacha a abrazar a su marido llorando.

- [color=#800080]Oh Edward! Edward! ¿estas bien?[/color] -solloza.

El hombre vuelve a respirar, mira a Rhys extrañado sin dejar de apartar a su mujer y añade con una voz algo ronca:[color=#000080] Si... si... [/color]-jadea-[color=#000080] Estoy bien... creo.[/color]

-[color=#008080]¡Papá! ¡Papá![/color] -exclama la chica que también se une al abrazo.

Marc ayuda a Rhys a levantarse. El joven estudiante no puede dejar de mirar la escena y al mismo tiempo "sentir" el fluido de la sangre en todos ellos y su motor... pero eso no es todo ¿por qué también es capaz de sentir el agua de las fuentes? ¿la sabia de los árboles? ¿Qué significa todo eso?

El sonido de una sirena le saca de sus pensamientos. La ambulancia hace acto de presencia y los paramédicos comienzan a atender al hombre. Le llevan a la ambulancia y le empiezan a tratar.

¿Crees que...? ¿Crees que deberíamos irnos? -comenta Marc aprovechando que se han quedado en un segundo plano- No se si... no se si sería buena idea quedarse... -le mira aún confuso, pues no Rhys adivina que su amigo no sabe exactamente lo que ha visto.

El caos es evidente, los gritos acompañan la escena, la desesperación también, la impotencia y el miedo cobran protagonismo. Y el joven asustadizo, temeroso, se deja llevar por ese fluir que sólo él es capaz de sentir, y manejar. Tiene que concentrarse únicamente en eso, ya que lo que hay alrededor suyo le causa inquietud, y miedo, mucho miedo, porque es consciente de la precaria situación donde depende una vida, de un desconocido, pero una vida que los importante al fin y al cabo.

Poco a poco y de forma torpe, ese extraño flujo, que sospecha es a la sangre del hombre, avanza lentamente conforme su mente se impone a su inquietud para su propio alivio. Se olvida del resto, para el chico de tez oscura no hay nadie más que él mismo y ese líquido que en un inicio se resistía a deshacerse de su inamovilidad.

“Vamos, vamos, por favor, vamos” – Piensa para sí Rhys con respiración agitada por la ansiedad. Y lentamente consigue su propósito, su deseo, su anhelo. Con los ojos cerrados no es del todo consciente de qué está ocurriendo hasta que una convulsión le aleja de su improvisado paciente.

El joven artista acaba hacia atrás, sentado de forma forzosa, el labio inferior le tiembla sin control, y sus pupilas dilatadas vislumbran lo que ha conseguido, o cree haber hecho. Su acelerado ritmo cardíaco causa que su propia respiración sea más ruidosa y lejos de un ritmo normal. No consigue reaccionar, su cuerpo es incapaz de moverse, completamente bloqueado, no es hasta que su amigo Marc consigue captar su atención.

Está completamente abrumado, el sentir se amplifica a otro nivel, es demasiado para él. Consigue incorporarse gracias a la ayuda de su compañero. Incapaz de articular palabra asiente ya que el personal más capacitado ha llegado. Coge la mano de Marc, la suya está sudorosa y no deja de temblar, Rhys está al borde de un abismo, de un ataque de ansiedad, tanto fluir, tanta gente, y la situación desesperado lo han arrastrado al límite, al borde de un precipicio, quiere, necesita, desea, salir de allí cuanto antes.

Sin decir nada con su recién adquirido silencio que no parece capaz de romper, intenta sacar al otro chico de la zona, para que ambos puedan encontrar una zona tranquila y apartada. El interior de Rhys está a punto de explotar, el cóctel de sentimientos y emociones se ha mezclado y agitado con un componente explosivo. Sus pasos son acelerados con una clara intención, apartarse del núcleo del huracán. No tiene ni idea de qué ha ocurrido, lo cuál le asusta aún más.

Rhys tomó a Marc por el brazo y prácticamente lo arrastró fuera de la escena de vuelta a las calles de la ciudad. Su amigo siguió igual de confundido, pero se dejó arrastrar puesto que él mismo le había comentado la posibilidad de marcharse de aquel lugar para evitar preguntas.

Nadie les dijo nada. Nadie les siguió la pista. Seguramente todo el mundo andaba demasiado ocupado por el pobre Edward.

Una vez estuvieron a unas calles del lugar, Rhys pareció tomar el control de la situación. Aquellas sensaciones, aquellos "fluídos" parecieron desaparecer. Como si uno pudiera taparse los oídos o cerrar los ojos. Fue entonces cuando Marc le detuvo.

Ok, ok Rhys... ya estamos lejos del lugar... nadie nos sigue... de todas formas no hemos hecho nada malo. Sólo has salvado la vida de ese pobre tipo, ¿de acuerdo? -hizo una pausa y él también tomó aire- Volvamos a clase. Está a punto de empezar... y si quieres por el camino me cuentas qué narices ha pasado, porque jamás había visto que alguien salvara a nadie de un infarto imponiéndole las manos... -terminó de decir mientras le indicaba a su amigo que siguieran hacia la universidad. Estaban a tan sólo un par de manzanas.

Hasta hallar un lugar más apartado, los labios de Rhys permanecieron sellados, temblorosos, al igual que sus manos, ni quiere mirar el escenario que deja atrás por miedo a lo desconocido. Una situación que escapa de su entender. Finalmente más apartados, el joven artista tiene la obligación de tomar todo el aire posible para ensanchar su pecho, y después exhalar el contenido de sus pulmones por la boca. Un par de veces más y la respiración recupera su ritmo habitual justo cuando la extraña sensación desaparece al igual que se mostró antes, sin razón, sin avisar.

Las palabras de Marc le llegan, en un intento de calmarle, no obstante, es una calma tras una tempestad, al igual que la costa, donde los restos del interior salieron a flote, exactamente lo mismo que las emociones que albergaba en su interior a modo de pequeñas lágrimas. Mira a su amigo, y no puede sostener sus ojos, baja la mirada avergonzado, también temeroso. Muerde inquieto su labio inferior, parece que de nuevo el temblor amenaza con invadir y dominar su cuerpo, pero consigue sobreponerse. Ahora bien, ¿cómo se supone que va a explicar una situación que ni él mismo comprende? ¿Cómo va a reaccionar?

Aprieta los dientes, y limpia la humedad de su mirada con el dorso de una de sus manos. Parece que va a hablar, pero siguen sin salir las palabras. Como puede hace un esfuerzo por tragar saliva, alto tan nimio que se le resiste, no le queda otra que asentir con la cabeza un par de veces ante la proposición de Marc.

En el camino, va ganando tranquilidad, sin embargo se siente agotado, apesadumbrado, también en parte aliviado. Extraño. Mientras da sus pasos, uno tras otro, no desvía la mirada del suelo. – No sé…no sé qué ha pasado. Quería ayudarle, yo quería ayudarle, a su corazón, a que latiese de nuevo. – Intenta hablar, pero la voz le falla en la intensidad, y casi se camufla con los ruidos externos. Y el caos gobierna sus palabras.

Se detiene por un momento y observa sus manos que abre y cierra para contener el nuevo temblor. – No sé cómo lo he hecho. De alguna forma, sabía que podía, y lo intenté. – Desvía su mirada a su amigo antes de preguntar la tan temida pregunta. - ¿Es que…hice mal? Tengo miedo Marc….mucho miedo.  – Añade mientras su diestra agarra el brazo contrario y desvía el de nuevo la mirada al suelo para continuar caminando. Aunque, ya poco importaba el lugar. Jamás sería el mismo, lo sucedido, nunca lo olvidaría.

Marc acompaña a su amigo de vuelta a la Universidad, escuchando las pocas palabras que brotan de su garganta. La reacción del joven es confusa en un principio, pero cuando vió el miedo que parece atenazar a Rhys, parece darse cuenta de la "verdad" que podría encerrar lo que ha visto.

El chico no puede evitar humedecerse los labios, tragar saliva e incluso rascarse la cabeza, como si quisiera cerciorarse de que todo es "real". Finalmente apoya una mano en el hombro de Rhys con sencillez y afecto. Es raro que Marc tenga ese tipo de demostraciones ciertamente, por lo que, en parte, Rhys se siente bastante apoyado.

Ey Rhys... no tienes que culparte de nada.... ni debes tener miedo... al menos por lo que has hecho ahí atrás ¿bromeas? ha sido... ha sido increíble. Has salvado la vida de ese pobre hombre. Imagínate la situación. Son de un pueblo, vienen aqui la familia entera para ver la Gran Manzana y el tipo la diña dejando a su mujer y a su hija destrozadas. Tú has evitado eso. Ha sido un maldito milagro y mira que yo no soy creyente.

Marc hace una pausa aunque está claro que quiere decir más cosas, pero tampoco las dice en voz demasiado alta.

Supongo que es normal sentirse como estás tú ahora... Si puedes ir curando a la gente por ahí... joder, puedes ser como el nuevo Jesús, qué se yo. Pero estoy divagando. -volvió a quedarse pensativo un momento para finalizar diciendo: Mira... no se si lo que ha pasado es algún tipo de capacidad o qué... Igual tiene que ver con... ya sabes... esos casos extraños de los que hablábamos. -elevó los hombros.

Creo que lo mejor será ir a clase y hablarlo después, cuando lo tengas más digerido ¿cómo lo ves?

El móvil volvió a sonar con el pitido de mensaje.

@Sarah: Allá voy, deséame suerte... ;-)