Partida Rol por web

06:30 horas jueves, 15 de Octubre de 2015

El sonido del despertador del móvil sacó a Cato del reino de los sueños. Poco a poco regresó de la inconsciencia para enfrentarse un día más a la rutina.

Al abrir bien los ojos se dió cuenta de que había dejado las cosas prácticamente listas para empezar el día. Tocaba día de revisión en varios puntos de la ciudad. No pudo evitar mirar el logotipo de la silueta del avión con las letras "PPS Logistics" debajo.

Pride Postal Services and Logistics era una subsidiaria de la famosa Pride Corporation. Su función era llevar cosas de un lugar a otro. Desde las mercancías y productos que la propia Pride Corporation necesitaba, hasta el típico servicio personal de paquetería. A lo largo de los años, PPS había ido absorbiendo a empresas de mensajería y de transportistas hasta convertirse en un directo competidor del propio USPS.

En un conglomerado tan enorme, Cato sólo era un número más, uno que escapaba a la mayoría de las personas. Revisaba cada día que todo estuviera en orden. Cuando estaba en la oficina central en Manhattan, trabajaba en equipo con sus compañeros porque todos los datos de las diversas sucursales llegaran y estuvieran bien cuadradas, pero los Jueves era el día de hacer una visita a algunas de dichas sucursales. Aquella tarea no le había caído a Cato porque se necesitara una presencia especial o mantener a los encargados bajo presión. No. Cato había sido elegido para la tarea porque era tedioso y mecánico, además de cansado por el recorrido. Y nadie quería hacerlo salvo él...

Cato ya había estudiado el trayecto varias veces hasta llegar a un recorrido óptimo y eficaz. Empezaba en la sucursal de Washington Heights, seguía por la de Harlem, El Barrio y Hell's Kitchen. Con un poco de suerte podría hacer una parada para almorzar algo y continuar.

Como cada mañana Cato primero hizo sus rutinas de rutinas de ejercicios, unos minutos de concentración y vestirse para el día.

Su ropa 5.11, resistente y que le permite moverse bien, unas botas cómodas, su medio abrigo y la mochila con unos mapas del metro y del recorrido preparado.

Algo de dinero suelto, un móvil de gama media y su portátil.... y las gafas de cristal azul para reducir el cansancio de trabajar tantas horas con el ordenador... Un cuaderno y unos bolis.

Y su corbata de clip.

El desayuno de copos de avena, leche y una manzana (la fruta es un pequeño lujo en este barrio, pero siempre le han gustado)

Mientras por la ventana iban entrando los sonidos de de una ciudad que se despierta. Cato hace una parada mientras intenta escuchar ruidos particulares en medio de la marabunta... El cierre del supermercado de la esquina al abrirse, el  señor Gordón arrancando su coche para irse a Jersei...

Antes de salir, deja en la escalera de emergencia un cuenco con agua y otro con unos restos del sandwich de anoche para el gato de la vecina de encima....

Tras cerrar los das dos cerraduras, Cato baja las escaleras y se dirige al metro.... Con la mirada baja, cualquiera que le vea piensa que va en su mundo, incluso rehuyendo la mirada de aquellos con los que se cruza. Sin embargo, Cato intenta no perderse detalle de lo que está pasando a su alrededor….

Cato se toma su tiempo de forma casi ritual para, finalmente, estar listo para enfrentar el largo día que le espera casi tres cuartos de hora más tarde. No había problema con el tiempo por el momento.

Nada más dejar la comida al gato de su vecina, se dió la vuelta para salir a la calle principal y poner rumbo al metro, pero entonces -gracias a su atención- vió que alguien casi estaba a punto de chocarse con él. Le pareció que era una chica hermosa que se encontraba tan alterada que ni se percató de su presencia. Por suerte para ambos, los reflejos de Cato le hicieron reaccionar para evitar la colisión con un movimiento elegante y calculado...

Lo que no evitó un sobresalto en la chica al ver que ha estado a punto de chocarse con él.

[color=#800080]¡Mierda! [/color]-exclama-[color=#800080] Oh! Ehm, esto... Lo siento de veras... apenas te he visto venir... voy... pensando en demasiadas cosas, acabo de salir de trabajar y... lo siento... [/color]-sonrió tímidamente algo azorada- [color=#800080]Perdona pensarás que estoy loca por hablar tanto. En fin... no te entretengo más ¿de acuerdo? Su... supongo que tendrás que ir a trabajar.[/color]

Aquel encontronazo le permitió darse cuenta que era una de sus vecinas de la planta superior a la suya. Apenas llevaba unos meses en el edificio. Era una chica que parecía amable, siempre le saludaba. Algo raro porque nadie solía fijarse en Cato.

Antes de que el joven pudiera despedirse añadió de sopetón: [color=#800080]Es muy amable lo que haces. Quiero decir, casi siempre nos cruzamos por las mañanas... pero siempre pareces muy distraído aunque... me he fijado en cómo dejas siempre algo de comida para el gato de la buena Señora Bigsbey. [/color]

"La Sra Bigsbey no siempre se acuerda de dejársela y el gato sino se pasa el día maullando...."

Cato vuelve a bajar la mirada. "además, algunas noches se sienta junto a mí en las escaleras y me hace compañía..."

Cato se queda callado y con un brusco movimiento se da la vuelta y se dirige a la salida...

"Llego tarde a trabajar."

Cuando ya está a punto de desaparecer por el pasillo se para y sin volverse añade: "Yo soy Cato. Un placer."

Y continúa su camino.

Una  costumbre de Cato es mirar todos los detalles, con lo que se ha fijado de manera mecánica en todo y procesar luego esa información, con lo que puede ver detalles tontos en la gente (donde ha comprado la compras, si los paquetes son de correos/Amazon, el nombre de un cajero, que marca fuma....), ¿algún detalle a destacar sobre la vecina?

Cato almacena todo y sigue su camino, ya podrá repasar el encuentro cuando este sentado en el metro, camino de la primera de las reuniones...

Cuando Cato se fija en la chica puede observar algunos detalles.

- Que el maquillaje se le ha gastado, fruto quizá de una larga noche.

- Que oculta bastante bien su cansancio... ¿o hay algo más? ¿Preocupación quizá?

- Que tiene los zapatos (unas botas negras que parecen destacar sobre su sencillo vestido) bastante gastados ¿trabaja de pie?

- Que huele a tabaco y alcohol. Sin duda puede haber estado en algún local, pero lo más lógico sería pensar que no ha estado de fiesta, visto lo visto. Además, no hay nada en su aliento ni en otros lugares que sugieran que la chica ha bebido o fumado.

La conclusión más lógica parece llegar a su mente: ¿sería una camarera?

Al ser tan brusco y cortante, la chica boquea un poco sin saber aparentemente qué decir, aunque finalmente comenta:

[color=#800080]Oh, vale, lo siento yo... yo soy Sally del 5º-D.... un placer Cato... [/color]-dice algo extrañada por el curioso nombre del chico con gafas. Aunque finalmente, al ver que éste lleva prisa, termina por meterse en el portal.

Ya en el metro, Cato consigue meterse en el vagón. Ha empezado la hora punta y encontrar un sitio para sentarse parece una misión imposible... aparte claro que hay más gente que visiblemente lo necesita más. Mientras el chico repasa su escena con Sally, en ese estado de concentración cuasi-meditativo, empieza a tener la sensación de que sus oidos y su nariz empiezan a detectar una mezcolanza brutal de estímulos ¿o será su propio cerebro?

Aquello llega a la mente de Cato como un galimatías indistinguible de voces, acentos extraños, temas banales o no tan banales, y todo tipo de olores, desde el más perfumado al del más agrio debido a la sudoración. Todo eso se agolpa en la mente del pobre Cato al que de pronto parece que le va a estallar la cabeza...

Cato se agarra con fuerza a la barra y aprieta los dientes mientras sus sentidos le bombardean con información.

Nota como sus músculos se tensan y su cabeza parece querer estallar, pero finalmente parece remitir, quedando sólo un murmullo que no quiere irse.

El episodio sólo ha dudado unos instantes, pero cuando Cato abre los ojos nota que algunas personas han visto su ataque con una mezcla de expresiones que van desde el divertimiento a la preocupación pasando por la desaprobación. Sin embargo nadie le dice nada directamente y él lo prefiere así.

Cato les da la espalda e intenta recordar de nuevo lo que le ha pasado intentando evaluarlo y racionalizarlo....

Tan concentrado está que casi pierde su parada y tiene que salir corriendo en el último momento.

La desorientación aún está ahí, aunque intenta seguir adelante con su rutina del día.

Poco a poco, Cato va recuperando la compostura tras aquella experiencia. La gente, efectivamente, le mira mal. Lo bueno es que tuvo que espabilarse para bajar del metro en la estación del Estadio de los Yankees. Allí haría transbordo de la línea 4 a la D, que es la que haría que llegara a Manhattan. Sólo le quedaba llegar hasta la estación de la calle 145 y allí un nuevo cambio a la línea C, le permitiría llegar a la estación de Washington Heights, en la Calle 175.

Al bajarse de nuevo entre la muchedumbre para hacer el cambio, Cato volvió a perderse entre la multitud a la que había llamado la atención por unos instantes. Aún tenía cierta extraña sensación. Creía oir ruidos que no parecían estar a su lado, o los percibía con una especie de "eco". Tampoco es que la vista le funcionase bien. De vez en cuando le venía alguna especie de "fogonazo oscuro". Haciendo de tripas corazón, parecía recuperarse en unos segundos y seguir su camino... ¿sería que había descansado mal?

De pronto sintió una mano en el hombro. Era un guarda de seguridad que le había detenido. ¿Estás bien chico? Se te ve muy pálido...

Aquello sirvió para que Cato terminara de "centrarse". Iba a decirle algo al amable guarda cuando escuchó su tren llegar, asi que apenas tuvo tiempo de despedirse del tipo y salir corriendo para llegar, justo cuando las puertas se estaban cerrando.

La adrenalina de aquel breve episodio había servido para normalizar la situación. Todo lo que había sucedido hacía unos breves minutos parecía haberse diluido pero ¿cómo?

Los vagones del metro empezaron a avanzar y pronto comenzaron a pasar por debajo del Río Harlem para llegar a Manhattan. Eran sólo un par de paradas después de todo. Todo siguió su curso normal. Nadie ya volvía a reparar en Cato. Regresaba a ese cómodo anonimato en el que se sentía seguro. Se preparó para bajarse en la estación y...

Entonces ocurrió: Al principio fue como una explosión muy lejana que hizo que la gente dejara de hacer lo que estaba haciendo para lanzar miradas a su alrededor. Claro que ese sonido pareció irse multiplicando en los oídos de Cato hasta hacerse increíblemente insoportable...

La explosión y la ola de miedo y ruido posterior vuelven a asaltar los sentidos de Cato. Siente una punzada en la sien y se le escapa un gruñido y se inclina como si hubiese recibido un golpe físico. Voces, llantos, rezos, todos invade la cabeza de Cato que de forma instintiva se cierra a todos los estímulos exteriores.

Respira hondo, se endereza, cierra los ojos y poco a poco el asalto a sus sentidos vuelve a un nivel tolerable....

Cuando abre los ojos, la escena de un revuelo indescriptible. El miedo se nota en el aire y mientras algunas personas lloran con ataques de nervios, otros miran para todos los lados desorientados y otros se vuelcan en sus móviles buscando una explicación en internet y las redes sociales…

Los más cercanos a Cato, le miran extrañados e incluso algunos, se separan de él.

Los nervios están a flor de piel y a pesar de ser hora punta se empiezan a hacer huecos cerca de algunas personas extranjeras…

Cato mira por la ventana, ¿Esta el convoy frenando?

El ambiente en el vagón, desde luego, se convierte en tenso. Un murmullo incesante parece rodear a Cato. La mayor parte de las caras que ve reflejan una gran confusión, miedo y preocupación por lo sucedido. Pero al joven le cuesta realmente centrarse. Ha oído demasiado cerca la explosión pero ¿cómo es posible? A juzgar por lo poco que percibe no ha sucedido ni remotamente cerca ¿entonces?

Los murmullos que le envuelven se mezclan con la visión -en su mente- de si mismo. Es como si estuviera mirandose desde infinidad de espejos al mismo tiempo. Se ve confuso, superado, dolorido por la experiencia...

Y entonces el metro se detiene. Es su parada. Con dificultad consigue dejarse llevar por la afluencia de gente que quiere salir. Son más de los que la estación demanda, pues ante lo sucedido, hay muchos que no piensan permanecer en un lugar tan cerrado.

El aire fresco de la mañana golpeó el rostro de Cato y en parte, le ayudó a quitarse parte de aquella saturación. Avanzando a trompicones logró alejarse de la multitud y salir a la calle.

Cuando su cerebro dejó de estar lleno de imágenes y sonidos ajenos, Cato se dió cuenta de que estaba en un callejón aledaño a la estación. ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Qué estaba pasando? Lanzó una mirada. En la calle como en el metro, muchos parecían murmurar sobre la explosión y algunos buscaban información.

Se había recuperado en buena parte de lo sucedido, asi que podía continuar su camino a la sucursal de Washington Heights. Tan sólo estaba a unos 6 minutos de la estación...

Cato se apoya una de sus manos en la pared mientras recupera el aliento e intenta purgar el desconcierto de su mente…

Siente la necesidad de echarse agua en la cara y despertarse, de volver al terreno conocido del momento de despertarse y que todo haya sido sólo un sueño.

No puede negar que es una persona de costumbres y que las sorpresas de la mañana han conseguido descuadrarle…

En los momentos que le lleva bajar las pulsaciones y la respiración a un nivel aceptable, Cato da vueltas en su cabeza a sus dos extraños episodios…

Sus sentidos, su cabeza llena de imágenes, sonidos y olores que absorbía de sus cercanías, incluso algunos que no debería ser capaz de percibir… La explosión…

¡La explosión!

Cato se lanza sobre su móvil y realiza una rápida búsqueda sobre las principales páginas de noticias…. La explosión, donde ha sido, y distancia hasta donde estaba él.....

Cato toma el móvil y comienza a revisar las noticias en busca de algo pero... en esos momentos todavía nadie se ha hecho eco de lo sucedido... quizá si esperaba unos minutos... seguro que algo terminaba apareciendo. Tenía que ser así.

Los murmullos que le llegan desde la distancia denotan la misma confusión que Cato siente. Nadie parece saber nada a ciencia cierta y todo el mundo habla de ataque terrorista o accidente.

Pero el jóven no puede dejar la situación así... intenta concentrarse en lo que ha sentido. Su mente ha sido tan vapuleada por ese bombardeo masivo sensorial que le parece mentira haberse quedado siquiera con algún fragmento congruente en su memoria. Se queda pensando y entonces... entonces le parece que una imagen se repite una y otra vez... está distorsionada y tiene la impresión de que la ha visto desde diferentes distancias. Es un puente... un puente metálico... ¿El Puente George Washington?

Podía tener sentido. Estaba relativamente cerca de su posición ¿20 minutos andando a paso tranquilo?

Intenta recordar si hay algo que haya podido provocar esa explosión temporal pero... por más que revisa los hechos no encuentra causa aparente...

Durante un segundo se queda parado, sabiendo que le esperan en el trabajo... pero algo esta pasando y necesita saber que esta es.

Coge el teléfono y llama a la primera de las reuniones:

- "Soy Cato. Algo ha pasado y nos han sacado del metro, Me voy a retrasar."

- "no, no tengo ni idea, se oyo una explosión, pero nadie sabe nada..."

En cuanto cuelga, se recoloca la mochila, y se dirige al puente de George Washinton.

La trepidación que siente le obliga a apretar el paso, incluso le hace sentir la necesidad de correr, aunque se resiste.

Tiene que conservar sus fuerzas...

A Cato le costó contactar con la oficina. Era raro porque a esas horas la primera sucursal debería llevar abierta una hora. Entonces se percató: las líneas parecían saturadas. Cuando por fín una mujer le cogió el teléfono, la reconoció como una tal Gillian, su contacto.

[color=#FF8C00]Oh...ah... eres tú Dorn. Pues... no sé qué decirte ¿has oído esa explosión? ¿Qué ha pasado? Todo el mundo está aqui algo nervioso... ehm... de acuerdo, sin problema... es una situación especial... ten cuidado.[/color] -terminó por decir la mujer de forma algo confusa y preocupada.

El joven apresuró el paso y comenzó a moverse en dirección al Puente George Washington. Estaba claro que aquellas "visiones" que había tenido eran ciertas, puesto que no hacía más que oir el sonido de las sirenas de la policía, los bomberos y las ambulancias. La gente murmuraba y comentaba qué podía estar sucediendo. Algunos hablaban por móvil tranquilizando a sus seres queridos o intentando contactar con alguien que pudiera decirles algo. También había quien estaba bastante nervioso o preocupado, y es que todo parecía apuntar a un atentado o algo así.

Lo sucedido en el World Trade Center parecía quedar ya bastante lejos en el tiempo pero mucha gente había vivido aquella jornada y podía recordar... No se podían negar las semejanzas.

Desde el metro, sólo había que seguir la Calle Broadway hasta la 178 y 179, pero cuando quedaban tres manzanas para llegar a la confluencia de las calles que luego iban a parar al puente, Cato se encontró con un increíble atasco.

La gente tocaba el claxon, se bajaba del coche y estaba bastante nerviosa. Los viandantes llevaban la dirección contraria a la que llevaba Cato, por lo que empezó a ser algo más complicado poder moverse entre la multitud. Al fondo, el joven divisó cuatro agentes de la Policía que intentaban poner algo de orden a aquel caos, pero estaban claramente saturados. Claro que la gente parecía colaborar, por lo menos los peatones.

Después de unos minutos, logró llegar a la 178 y doblar para encararse con el George Washington. Estaba completamente atascado. Una gran humareda podía verse hacia la mitad del Puente y los destellos de las sirenas de autoridades y paramédicos parecían terminar de decorar aquella dantesca escena.

La policía intentaba desviar el tráfico de la mejor forma posible pero parecía una tarea titánica.

Uno de los agentes se encaminó hacia Cato y llamó su atención.

¡Eh usted! Vamos! Esto no es para quedarse ahí quieto mirando. Vaya hacia el sur o hacia el norte, pero nada de ir por calle arriba hacia el puente. -exclamó con autoridad.

me quedo un poco obsevando desde lejos, si no se puede estar en primera linea, deesde un portal o una tienda de cafes o una bocadilleria, mientras tomo un cafe.....

si en unos minutos no hay ninguna oportunidad de pasar, Cato intentará buscar un edificio y subir a la azotea a ver si puede ver algo más....

Cato no era el único que sentía curiosidad por lo que estaba sucediendo en el puente, pero los agentes de policía intentaban hacer su trabajo de la forma más eficiente posible.

Finalmente el chico encontró una cafetería cercana donde poder meterse. Casi toda la gente que estaba dentro se apiñaba en la entrada o en las ventanas preguntándose qué estaría sucediendo en el puente. A duras penas se pudo hacer con el café, puesto que la atención del dependiente también estaba más centrada con lo que podía ocurrir fuera que con su negocio.

Aquel murmullo incensante se le hacía molesto, asi que tuvo que apartarse un poco para poder dar cuenta del café. El primer sorbo le proporcionó un momento de paz, cerró los ojos y entonces...

Se vió inundado otra vez por esa especie de tormenta sensorial que le había "atacado" en el metro a raíz de la explosión. Veía y oía lo que estaba sucediendo en la cafetería, era como... como si pudiera ver todo desde varios puntos de vista... no

Podía ver y oir a través de lo que sentía la gente. Su respiración se aceleró, al igual que las pulsaciones de su corazón. Un momento... podía... tenía cierto control. Observaba la realidad a través de otros y así fue saltando de un lado a otro, atravesó la cafetería para ir a la calle y por la calle fue avanzando, cada vez más rápido. Los sonidos y las visiones iban enturbiando cada vez más su cabeza pero seguía teniendo el control.

Siguió avanzando por el puente hasta llegar a un cordón policial. Todo estaba lleno de humo. De pronto se vió algo sofocado por la sensación. Había cuatro dotaciones de bomberos trabajando sin parar. El origen de todo aquello era un camión cisterna, seguramente lleno de combustible que era el origen de ese fuego... pero había más: un autobús se había empotrado contra la baranda del puente. Lo estaban haciendo retroceder y otros muchos vehíclos estaban accidentados.  En el lado opuesto al del autobus, la baranda también había sido destruída... ¿había caído uno de los coches por ahí?

Todo era un ir y venir de paramédicos de un lado a otro atendiendo heridos por quemaduras o impactos. El caos volviendo al orden pero ¿qué había provocado todo aquello?

¡Eh! ¡Eh! -Cato abrió los ojos estaba de nuevo en la mesa. La taza de café yacía a sus pies echa añicos mientras el joven dependiente parecía entre preocupado y asustado. Le alcanzó una de las servilletas y le señaló la nariz ¡estaba sangrando!

Mira colega, te has debido meter algo muy fuerte esta  mañana... te has quedado ahí quieto, como en éxtasis, como si no estuvieras aqui. -hizo una pausa y añadió- Mira cuando era más chaval cometí alguna gilipollez como esa vale. No te preocupes por la taza, ya habías pagado el café después de todo pero ese... ese es un mal camino colega. -añadió dándole una palmada en el hombro para luego ponerse a recoger la taza de café del suelo.

Cato mira extrañado al joven que le está hablando de esa manera… hasta que finalmente entiende que piensa que se ha drogado… Y siento como le suben los colores.

Baja la cabeza, avergonzado y le contesta:

“Gracias por tu consejo y por tu ayuda… Por favor, ponme otro café cargado mientras voy a lavarme en el baño. Para llevar.”

Cato se mira en el espejo después de lavarse la cara. Observa su cara y busca alguna diferencia… Se siente algo más centrado después del agua fría. Y después de unos ejercicios de respiración vuelve al ruido y la presión en su cabeza.

Recoge su café y deja una buena propina para el amable camarero y sale a la calle con la idea de ir a su trabajo….

Por el camino, va dando vueltas a lo que ha sentido y vuelve a revivir las imágenes;

Me he metido dentro de otras personas… Puedo ver y oir lo que ellos están viendo.

¿Puedo sentir otros estímulos? ¿olores? ¿calor? ¿presión?

¿He sentido su humor/pensamientos/estado o sólo es como entrar ver un monitor de una cámara de vigilancia? (¡Ja!, una cámara de vigilancia. Cato, estás hablando de personas. ¿Si piensas en cámaras en vez de personas, te parece un concepto más manejable?).

Cuando llega a su primera cita, contacta con Guillian y la hace saber que ya ha llegado. Intenta actuar normalmente y ser lo más profesional que pueda. Por fuera, actuando como siempre, mientras que por dentro revive las imágenes y busca un sentido a lo que ha visto.

Cato espera a quedarse sólo e intenta volver a reproducir el salto, quizá con la recepcionista o alguna de las personas con las que ha tratado.

Sus objetivos ver si puede controlar a quien salta, ver hasta donde puede leer a esa persona y lo que puede sentir a través de ella, si puede continuar en su sitio y ser consciente de lo que hay alrededor mientras acompaña a su huésped…

“HODOR”, susurra Cato mientras se prepara para su salto. Una pequeña sonrisa aparece en sus labios. Agridulce, extraña, culpable, resignada…

Sólo me falta encontrar a un cuervo de tres ojos y podría cambiarse el nombre a Stark…

Y seguro que hoy será un día en el que todo el mundo hable del ¿accidente? ¿atentado? Con lo que se prepara para escuchar todos los datos que la gente vaya comentando….

Tras pedir el café, Cato salió de la cafetería de vuelta a su primera cita sumido en sus pensamientos y análisis.

Todo lo que había vivido era muy extraño. Demasiado, pero tenía que tener una explicación. Así, metido en sus propias cavilaciones llegó a su cita con Guillian.

[color=#FF8C00]¡Dorn![/color] -dijo la encargada de la primera sucursal de forma más efusiva de lo normal- [color=#FF8C00]Me alegro de que estés bien muchacho. Con todo ese lío de la explosión en el puente y demás, todo está patas arriba. Espero que no haya sido ningún atentado ni nada por el estilo.[/color] -suspiró y luego condujo al joven hasta un pequeño despacho donde tenía los libros de contabilidad, archivos de entradas y salidas, etc, etc.- [color=#FF8C00]Si necesitas cualquier cosa me lo dices ¿ok?[/color]

Era curioso como aquellos hechos afectaban a la gente. En un día normal, Guillian apenas hubiera cruzado más de un saludo o dos con él. No es que fuera una persona desagradable. Era correcta... simplemente. La explosión parecía sacar más sensibilidad de lo normal en la gente.

Una vez sólo, Cato intentó volver a realizar aquello que había ocurrido con anterioridad. Se fijó en la propia Guillian y... quiso "saltar".

Y de pronto ahí estaba. Viendo y oyendo en el lugar de Guillian. No sentía nada de ella pero si podía ver a través de ella... ¿o era percibir? Sentía que podía tener una conexión más fuerte pero entonces... tal y como vino se fue... añadiendo un pequeño dolor de cabeza como "pago".

- "¡Joder!"

A Cato se le escapa un exabrupto. No lo dice especialmetne alto, pero es una perdida del control que se impone en todo momento.

Durante un minuto, une las yemas de sus dedos y mira sin ver nada. Un millón de preguntas... Que almacena y se pone a hacer su trabajo...

Hoy tiene que acabar pronto, para poder llegar a casa y pensar largo y tendido sobre todo lo que ha pasado...

Unicamente para para mantenerse enterado con que ha sido la explosión del puente... ¿Accidente? ¿Acto terrorista?

No habla, sólo escucha las conversaciones que seguro que se desarrollaran todo el día a su alrededor.... ¡Y no nos olvidemos que Cato es capaz de leer los labios!