Partida Rol por web

Saliendo de su ensimismamiento, pues no había mas claridad que la de uno mismo, llegaron a sus finos oídos la suave voz de la marquesa del este, preguntaba por los dominios del norte, claramente se aburre del silencio como otros muchos jóvenes, aunque de ella nunca supiera su edad. Y aun con esa claro pensamiento, se coloco correctamente sus gemelos y se dispuso a contentar a la ventrue.

-Madamme Schelling, déjese de formalismo conmigo, se lo ruego.-Todo vampiro presente en la sala sabia que Étiéne se sentía incomodo ante el titulo de Marques y seguramente por eso lo usaban tan a menudo.

-Que puedo deciros que no sepáis ya, Schelling. La zona atraviesa grandes problemas de discrepancias entre una y otra, bien es sabido que quien no se pone de acuerdo una vez, nunca lo hará, pero soy optimista y gracias a la constancia de Lille, confió en que pronto se contagiara al resto de las grandes ciudades y lleguemos a un consenso provechoso para todos.-Repitió como otras muchas veces había repetido, midiendo sus palabras, como siempre. Para evitar el sarcasmo de los toreador respecto a sus dominios o la rabia de los ventrue, por nombrar la eficiencia del norte una vez se puso él al frente.

En ese momento llego la ultima de los representantes, aquella mujer que siempre le hacia esbozar una sonrisa con su simple presencia, ella al igual que el malkaviam eran los que mas interés le suscitaban, sin olvidar a Maximo por supuesto.

Saludo a la nosferatu y cuando quiso continuar la charla, Anna ya estaba rodeada de personalidades tan o mas importantes que él, por lo que el brujah volvió a su mutismo, esperando la llegada del príncipe.

Étiénne contesta cordialmente como lo hice yo. Desde luego, entre tantos vampiros creídos, no sé cómo no calculé que el pronunciar aquellas palabras iba a crear un ambiente violento hacia mi persona, pues eso se detona a leguas por las miradas que cada uno de ellos me dedica por turnos. Con un suspiro, vuelvo a recluirme en el sillón, observando cómo los buitres caían sobre Anna, con una pose tranquila, al igual que mi conciencia. Sólo he descrito la pura verdad, les convendría visitar mis amplios feudos para que sus dientes se alargasen aún más.

Conmigo mismo es el único con el que no puedo fingir condescendencia con aquellos presentes. Sin embargo, fuera de percepciones propias, me da la sensación de que el príncipe se retrasa algo más de lo que provoca su propio carácter altivo. Eso no hace más que preocuparme, pues lo único que le falta a este ambiente tenso entre las familias nobles es algún imprevisto. 

Pido cortésmente algo más de sangre. Sin apenas darme cuenta, en poco tiempo he consumido más que de costumbre, parece que mi nerviosismo por el príncipe es palpable. Me acercan la copa y decido relajarme, bebiendo un sorbo y dejándola sobre la mesa, observando cómo los que faltaban siguen entrando por la puerta. Aún siguen llegando invitados, no debo preocuparme, este nuestro príncipe es realmente impredecible.

Vuelvo a abrir el cuaderno y me dedico a dibujar la parte de mi trenza que alcanza a ver mi visión sobre mi hombro, cayendo suavemente en el pecho. Me quedo ensimismado en pintar hasta el último cabello trenzado.

- Consenso...-dijo, de pronto, evidenciando su presencia en aquel lugar tras las palabras de Etiénne- Es una palabra tremendamente dulce para el paladar, ¿no lo cree, monsieur?- preguntó, con una sonrisa, sosteniendo una copa en la mano- Pero me temo que para muchos resulta más que empalagosa. La naturaleza de nuestras bestias nos lleva a encontrarla poco atractiva, me temo- añadió, obligándose a suspirar.

- Perdonad mi intromisión- aclaró, con una leve inclinación y una floritura de la mano-  Los feudos del norte son sin duda un tema que me llama súmamente la atención. Y el consenso... Bueno, el consenso es un tema que desgraciadamente llama la atención a unos pocos. Aunque los normandos siempre estaremos dispuestos a escuchar, por supuesto. 

Y dicho esto, miró alrededor, saludando a unos y a otros con un leve cabeceo, antes de dar un pequeño trago a su copa, manchando sus labios en carmesí. 

El sonido de la música atenuó y la canción cambió. Aquello solo podía ser el indicio de que Villon iba a hacer su aparición. El Príncipe se había hecho esperar, como era costumbre en él, causar expectación y desasosiego para creerse más importante de lo que era. Aunque sin duda era importante, había conseguido la hegemonía de un país entero, anulando el resto de principados y cambiándolos por feudos. Tenía un vástago de su confianza en cada feudo, por el cual debía pasar cada decisión, reforma o proyecto antes de ser efectivo. Y, por mucho que dijeran que su poder estaba en decadencia, seguía tras varias décadas reinando y otorgando el poder a los Toreador. Quizás no fuera un Príncipe exigente ultimamente, pero tenía planes... Uno de los cuales comenzaría esta noche con el anuncio de su candidatura para ocupar el puesto de la Primogenitura gangrel, largo tiempo ausente en esas salas. 

-Bonne nuit, mesdames et messieurs... Bienvenidos a París los que estáis de paso y bienvenidos a mis salones a todos por igual... Tomen asiento, s'il vous plaît...- indicó con un gesto pomposo las sillas a ambos lados de la mesa, mientras se dirigía a encabezarla. Apenas había reposado sus nalgas sobre el terciopelo rojo de la mesa cuando la puerta se abrió con un golpe estruendoso. 

La cara del Príncipe era reflejo ira, allí nadie entraba sin permiso y menos de aquella forma. Sus ojos buscaron de forma acusadora al culpable de aquello.

Sorpresa mayúscula cuando entró una mujer con el pelo revuelto y seria. O más que seria, con una rabia contenida que casi podía mascar. Sus manos, transformadas en garras, denotaban la proveniencia de su sangre y que se trataba de un vástago joven al borde del frenesí. La gangrel señaló con un dedo acusador a la sala, paseándolo por todos los presentes.

-¡Mi sire! ¡Uno de vosotros ha cometido diablerie contra mi sire!- grito y casi rugió, elevando su voz que retumbaba en la sala, donde reinaba el silencio debido al cese de la música. -Mi sire sabía que había traidores entre vosotros y esta noche iba a destaparlos frente al Príncipe. ¡Vosotros lo habéis hecho! ¡Lo habéis asesinado!- y justo cuando la mujer iba a saltar sobre el Marqués que más cerca tenía, con intención de vengar a su creador, Villón hizo un gesto para que uno de sus escoltas la sacaran de la sala.

Las puertas se cerraron de nuevo y Villón miró con frialdad a los presentes.

-Muy graves son las acusaciones formuladas por la chiquilla de Vladimir, pero dudo que sean erradas. El amaranto es un crimen, tomo todos sabéis, por la sexta tradición es un motivo para declarar una caza de sangre- mira a todos los presentes. -Es por eso que entre todos decidiremos quién de vosotros ha sido, quizás incluso más de uno... ¡No voy a permitir el asesinato y menos en mi casa!- dio un sonoro golpe en la mesa de madera maciza.

La velada transcurre con un ritmo agradable, me divierte ver como algunos empiezan a ponerse nerviosos con el retraso del principe, justo lo que el pretende, sin duda. Es en este ambiente de intrigas y fachadas donde yo me crezco, lanzando sutiles puñaladas mientras alabo a mis víctimas. Incluso la nosferatu me divierte en una velada como esta, su incapacidad para seguir al juego la aisla mas que su aspecto.

Y así sigue la noche hasta la llegada del príncipe, tras la reverencia de rigo procedo a sentarme a su diestra, seguro y confiado en su habilidad para dirigir el destino de los vastagos de toda Francia.

Así que es normal que la súbita irrupción de la chiquilla gangrel, interrumpiendo cualquier forma de protocolo, y lo que dice es incluso mas grave, se ha violado la santidad del eliseo

El golpe del príncipe en la mesa me sirve de señal para hablar mirando con frialdad al resto de los reunidos

-¿bien?¿alguien tiene algo que decir?-

-Menudo el que fue a preguntar, ¿no crees que es mejor que te relajes para resolverlo entre todos?- Menudo fanfarrón, pretende exentarse de culpa con tan simple comentario. 

Sigo en la misma posición que cuando el príncipe entró por la puerta, serenamente apoyado en mi mano, escrutando con la mirada la sala. Ciertamente, la intervención de aquella muchacha Granjel me ha desconcertado totalmente, todos somos conscientes de que hay tensiones, pero creo que ninguno de nosotros se imaginaba este resultado. Respiro profundamente, todos parecemos algo alterados sin duda por la interrupción de la maldita entrada del principe, sí, pero algo más debe aparecer en el rostro de alguien, y no logro verlo. ¿Y si ni siquiera somos nosotros? -Es totalmente posible que esta muchacha haya decidido sembrar más discordia aún entre todos nosotros. Muy posible de hecho, no sé qué pensarán ustedes. Disculpe si discrepo con usted, querido Príncipe.- Me voy preparando para la jauría que se prepara y que está dispuesta a devorarme tras estas palabras. 

Sin embargo, cualquier cosa que digamos ahora mismo, está bajo sospecha. Todos nos aventuramos al dar nuestra visión. Intento ser racional mediante este razonamiento, pero nadie va a serlo ahora mismo.

Me disponía a responder a los recién llegados que con tan galante caballerosidad se acercaban a saludarme, pero Geneviève fue quien capto mi atención, sus ojos como la de otros me miraban deseosos de algo mas, simplemente sonreí.

Cuando mis labios se abrían para pronunciar palabra, fueron callados por la rimbombante y exagerada melodía de Beethoven...Al menos Delacroix podría haber modernizado la entra, patetico, sin duda patético.

El Príncipe daba la bienvenida y con eso se desencadena una situación de lo mas extraña, cuando una chiquilla extranjera entra con la ira en el cuerpo acusándonos de Diablerie, sorpresa sentí...¡Como se atreve!, acusarnos de tal acto en lugar neutral y mas aun en plena noche de reunión de feudos...absurdo.

Delacroix abría su lengua una vez mas, queriendo expiarse de culpa alguna, compartía la opinión de Edouard...-Es importante mantener la calma, dudo mucho que alguno de nosotros se exponga a tal osadía, Príncipe- recorro con la vista a los presentes, creyendo incapaz de cometer tal estupidez.

Los acontecimientos parecían sucederse uno tras otro a gran velocidad y de no haber sido porque había permanecido altamente expectante se me habrían pasado detalles importantes por delante sin darme cuenta. Aquella reunión iba a ser de lo más entretenida parecía ser, mis expectativas estaban siendo cubiertas y me habían ratificado lo que ya sabía, en cuanto alguien bajara la guardia mínimamente se despedazarían entre ellos, después les gustaba vestirse en seda, admirar lienzos pintados o incluso alguno se atrevían a simular gustos humanos todo para hacerse más... humanos, meras fachadas que en una noche como la de hoy se desvelaba cuan errónea era.

Sin embargo fue el comentario de Anna el que casi me hace reir, "casi" era lo más cercano pues yo casi nunca reía:

-Ahí donde veis que mi cuerpo esta podrido y mis harapos no logran ocultar nada o casi nada de la podredumbre que me asola, así como os apartáis de mi cuando paso por mi olor a alcantarilla. Así mismo yo veo vuestro interior que tratáis vanamente de recubrir con las mejores sedas y perfumes, y escúchame lo que te digo, estáis más podridos que mi piel.- tras esto tomo un breve segundo para pensar en lo próximo a decir- Es bastante factible lo que Yanis acaba de decir, no es la primera reunión que tenemos y mi pregunta siempre fue el cuando, ahora que ya sabemos que ha sido ahora solo hay que tratar de dilucidar el quien, sabed que vuestros lindos ropajes y perfumes importados no lograran salvar a aquel que haya cometido atroz crimen mencionado.

Sin embargo sabía que ahora bien interesaba esperar y aguardar pues sabía que el diabolista se revelaría así mismo, solo había que fijarse en los detalles para desenmascararlo.

Ante el repentino revuelo, Harcourt miró a cada uno de los presentes, alarmado, pero con sumo interés. Era siempre importante tener en cuenta las primeras reacciones ante acontecimientos de aquella clase, pues componían las mejores bases sobre las que intentar sacar conclusiones más o menos acertadas.

Asintió con gravedad, escuchando a Yvonne- Me temo que la dama está en lo cierto. Nada impide que cualquiera de nosotros haya podido cometer semejante atrocidad. Ni siquiera las sedas o el perfume. -declaró, dirigiendo su mirada hacia Villon- Excelencia, aplicad el juicio que consideréis oportuno. De ser cierto lo que dice Yanis, se ha cometido en vuestra casa una herejía y una soberana falta de respeto. Semejantes actos no hacen sino burla a nuestras Tradiciones y el responsable debe ser castigado. 

Las palabras de d'Harcourt, con su referencia a la bestia, me hacen torcer el gesto. La bestia... tantas veces nombrada por muchos, como excusa para cometer las más deleznables atrocidades. Un verdadero Ventrue debe saber que ha de dominar a la temida bestia en todos los aspectos. De lo contrario, no es digno de pertenecer a nuestra estirpe.

Por fin, hace acto de presencia el Príncipe. Todo a punto para comenzar. Enarco una ceja ante la música escogida por Delacroix para la entrada de Villon. Esa elección no me parece propia de un Toreador, quizá lo fuera de un Ventrue caduco, y entonces pienso que tanto podría ser o una torpe pretensión de agradar a la mayoría Ventrue aquí presente o, lo más probable, un guiño de burla. Algo bastante innecesario, sea como fuere.

Pero poco tiempo da para presentaciones o declaraciones más o menos formales, cuando todo se precipita con la entrada atropellada de la joven Gangrel y su acusación de facto a los aquí presentes. Tal acto, tal acusación, tal percepción que podría resultar una acusación, no sólo fundada, sino incluso acertada, hace que la expresividad de mi rostro alcance unas cotas nunca vistas desde el inicio de mi no-vida. Alzo ambas cejas, los ojos abiertos como platos y los labios despegados el uno del otro medio centímetro. Mis manos, viajaron de su posición inicial, de dedos entrelazados y codos en los reposa-brazos, a agarrar la silla con algo más fuerza de la necesaria y mi cuerpo girado en dirección a la intrusa.

Cuando me doy cuenta de mi postura, del todo inapropiada, recupero poco a poco la calma y miro en derredor a todos los presentes en la sala.

- Sean ciertas o no las palabras de esa chiquilla, no hay duda que la violación del Santuario del Elíseo es un hecho que debe ser perseguido y castigado de manera ejemplar. Máxime si la responsabilidad recae sobre cualesquiera que haya en esta sala. Si, por una rara casualidad, algún vástago sobre la faz de la tierra no llega a saber del despropósito aquí acontecido, lo sabrá al enterarse del ajusticiamiento al que ha dado lugar.

Las palabras duras, la voz calma. Tal y como corresponde.

- Si alguien sabe algo que pueda servir de ayuda para arrojar luz sobre este asunto, es su deber hablar. Pues esta mancha nos salpica a todos por igual.

Se produce un giro brutal en los acontecimientos. Lo que parece una aparición de Villon muy en su línea, acaba siendo una sacudida a todo esto con la entrada de la chiquilla Gangrel. Me giré para mirar como todos, y mi cara se torna de póker. ¿Semejante barbaridad? Sí, claro que es posible…La mitad de los que hay sentados en esta mesa están deseando truncar los planes de Villon, para saciar la sed de poder y la venganza de su orgullo pisado, por el monopolio del Principe.

Se acabaron las bromas, y la cortesía. Esto era grave.  Mi gesto es serio y se pasea por los vástagos presentes.

- Haced el favor  y dejad de haceros los dignos…Todos sabemos el sacrilegio que esto supone, pero no vamos a adelantar nada levantándonos y rompiéndonos la camisa con drama…- les miro- Pongamos los puntos sobre las ies, señores…- golpeo varias veces con mi dedo la mesa, acorde al comentario- Esto se ha tornado una espiral de despropósitos. Empecemos con el Señor Villenueve y su acto público de provocación ocupando la silla de nuestro Principe. ¿Tiene que ver semejante acto de pitorreo con esto? ¿Un guiño jocoso, Señor Villenueve? ¿O podemos seguir por aquellos que están escurriendo el bulto y dicen que la chiquilla miente? ¿Se atrevería a irrumpir aquí si no supiera las cosas con seguridad? ¿De verdad pensáis eso o hay algo detrás? ¿Temor? - alzo una ceja- Nada teme quien nada ha hecho. - mantengo la mirada,  en lo que dejándome llevar por mi querida pulsión reviso mis bolsillos ¿Seguro que estaba mi cartera entre mis cosas? ¿Seguro?

El marqués comprendió la llegada del príncipe cuando la música cambió estrepitosamente. Miró a Gustavo y alzó una ceja, sabiendo que se trataba de algún tipo de truco o artimaña de su parte, pero no dijo nada. Solamente se sentó en el lugar que correspondía mientras bebía una copa de vitae. No había notado que apenas y había bebido esa noche, así que se dispuso a hacerlo.

El discurso comenzó como siempre pero entonces algo diferente sucedió, la chiquilla de uno de los de la primogenitura entró a la sala acusando de diablerie. Una ofensa total al Elíseo, lo cual no podía ser pasado por alto.

- La caza de sangre es lo más lógico, además que hace parte de nuestra tradición. Por mi parte, considero más extraña ña actuación de aquellos que fingen indiferencia ante algo tan complejo. Yvonne tiene razón en sus palabras. Esto debe ser solucionado - miró a Gustavo por un momento y siguió con su copa.

- Por cierto, Eugene, creo que hablas de Vandreuil y no de mí, ¿Verdad? -.

Finalmente, y luego de toda aquella parafernalia de la gangrel aplaudo lentamente y sin ganas avanzando hacia el centro del escenario.

Muy buen espectaculo nos ha dado esta recién llegada Observo al principe Valiente primogenito has decidido presentarnos, creo que un neonato no cumple con los requisitos para ser primogenito... y menos un gangrel. ¿Desde cuando aquí es necesaria la presencia de esta.... mujer entre nosotros?

Señalo a la chica gangrel Y tu... eres simplemente patética, apareces de quien sabe donde culpandonos A NOSOTROS de haber cometido diablere contra tu sire... con todo respeto, ¿quien te crees que eres, perra?

Encaro a la gangrel con frialdad

Alcide entornó los ojos al techo con la llegada del Principe, agradeciendo el fin de esa pantomima en la que todo acto relacionado con François terminaba convirtiéndose.

Se sentó en el sitio que la copa de cristal había marcado para él y se removió en la silla con teatralidad fingiendo buscar la comodidad que Delacroix había prometido.

Finalizado el ejercicio de su derecho a la pataleta, apoyó los antebrazos en el borde de la mesa  , ajustó los puños de su americana, descanso sus manos  entrelazando las puntas de sus dedos, formando un triangulo con ambas manos y los pulgares; y espero al segundo acto de esa función.

Con ese pensamiento en mente tuvo que apretar los labios para reprimir su regodeo por el desastre cuando los portones se abrieron y echaron por tierra el orden del día extracalculado de Delacroix.

-Esto es lo que pasa cuando no adiestras bien a tus perros. - afiló su sonrisa complacido con el espectáculo de la gangrel al reconocer en ella claros indicios de encontrarse en la cuerda floja del frenesí.

Su mirada se dirigió automáticamente hacia Villon, esperando su modo de lidiar con aquello, y, sin embargo, antes de llegar a poner sus ojos en aquel tupé, Lerousse tiró más de la cuerda y volvió a poner los ojos en ella.

-Interesante.- mustió poco antes de que las palabras del Principe de Principes se adueñaran de la habitación. Mucho antes de que De Morsac decidiera abrir la vera a un debate que no existía.

El Marqués de Lyon desenredo sus manos e hizo repicar los dedos de una sobre el dorso de la otra, encantado con esa reunión. El Príncipe François Villon había hablado y otorgado y ¿aun así los devotos marqueses discutían la veracidad de unas acusaciones que Él había dado por ciertas? Quizás la Hegemonía no estaba tan arraigada como parecía.

-Benditos señores, nuestro iluminado Príncipe Villon, ha dicho "quién ha sido", no ha planteado si es hecho es en sí mismo. Prosigamos entonces a destapar mierda.- guiñó un ojo a De Villenueve que se había apresurado a pasarle la pelota y luego se encaró al Malkavian con una mirada libre de todo desprecio, incluso con un matiz de respeto y aprobación por sus palabras - Hay demasiados Toreadores en París como para decidir mancharme con la sangre de un perro faldero. - dejó de repicar sus dedos - El día que decida partirle el corazón a todo Lyon y obligarles a llorarme entre mamada y mamada, no necesitaré recostarme en sillas ajenas, tendré suficientes cabezas para hacerme mi propio trono glamuroso.

Tras la entrada del príncipe y sin ni siquiera haber podido tomar asiento todos los invitados, ya se nos ha acusado de diablere.

Las luchas intestinas de la corte nunca me fueron de agrado, pero mucho menos un ataque tan flagrante a la seguridad vampirica de la región.

La chiquilla bailoteaba por la mesa con sed de venganza hasta que fue sacada a la fuerza de la sala

-Señores, antes de atacarnos con el dedo acusador, creo que seria interesante tener pruebas. Esto es mas serio que una simple batalla de dialéctica, una venganza personal o un jueguecito.

Estamos hablando de uno de los peores crímenes que se pueden cometer

Obvio las palabras llenas de recelo del ventrue para estar atento ante la entrada del príncipe, todo aquello a Étiénne, no lo importaba lo mas mínimo, pero sabia muy bien la teatralidad con la que el príncipe hacia sus apariciones y como exigía un mínimo de interés en ellas, por lo que cumplir ese requisito no le seria difícil, lo difícil seria lo que vendría detrás del rey.

Tras escuchar a los nerviosos y al primogénito de su clan, decidió aclararse la garganta y hablar, a pesar de que tenia claro que muchas miradas se clavarían pronto en él, pues justamente este tipo de atrocidades, pronto se la achacarían a la oveja negra entre aquellos con titulo de marques.

-Como bien a dicho M.De Vandreuil, aquí debemos discutir sobre quien a sido, no si esa chiquilla tenia o no razón.-Pese a que el mismo no estaba de acuerdo con sus palabras, pues bien podría ser un macabro juego de su anfitrión, no tenia mas remedio que continuar con ello.

Y entonces remarco lo que Máximo -Por lo que, preguntémonos a quien le interesaba la muerte del primogénito y la consecuente purga en esta reunión.-Echando un rápido vistazo a los presentes se aventuro a conjeturar algo mas.-No me sorprendería, lo mas mínimo que esto fuera mas una conspiración de varios de los presentes que por la mano de uno solo y no necesariamente del mismo clan.-Dicha la bomba espera las reacciones, eso ahora era su única pista.