Partida Rol por web

-¡Eres un cobarde! -gritó Ismene pisándole los talones-. ¿Acaso crees que podrías sobrevivir como Garou? ¿Tú? ¡No te lo mereces! ¡Un verdadero Garou me plantaría cara!

La mujer volvió a apretar el paso y le clavó las garras en el brazo. Esta vez el corte fue mucho más profundo y, al moverse Edgar hacia delante, provocó que la carne se desgarrara. La sangre comenzó a caerle en un reguero cálido por el codo, dejando gotitas rojas en el manto blanco.

Kate se rascó distraidamente el hombro mientras asentía.

"Interesante..." - Pensó para sí. - "Bueno, por lo menos es una alternativa a estar loca, ¿no?"

Se encongió de hombros ligeramente y se levantó.

- Supongo que tiene razón. Posiblemente todos mis compañeros estén o en casa o en el hospital con Chang... - el recuerdo del muchacho la hizo estremecer. ¿Realmente era necesario hacerle daño a alguien? -  ¿Qué pasará ahora con las clases, directora? Si nosotros somos los únicos que recordamos lo que ha pasado realmente... ¿Qué pensaran y dirán los demás? ¿Y que haremos ahora nosotros? ¿Tendremos... "actividades extraescolares" o nos limitaremos a seguir como hasta ahora, hasta que alguno más explote como Ashley?

Lo cierto es que una parte de ella misma quería conocer a los garou, aunque otra temía hacerlo. Pero si realmente iba a ser una de ellas, o, como la directora, de algún modo tenía sangre garou en las venas... Si cabía la más mínima posiblidad de que aquello que le pasara estuviera relacionada con aquel mundo del que no había oído hablar jamás antes y todo tuviera una explicación sencilla y racional, quería saberla. Y cuanto antes mejor.

-Si todo va bien, Ismene va a provocar a Edgar hasta que sufra su Cambio ahora mismo. Es demasiado peligroso que un cachorro perdido sin apoyos ni familiares que cuiden de él ande por ahí como una pistola cargada. Tú y Viviane vais a asistir de manera normal a las clases, ya que los demás compañeros no recordarán nada. Es parte de la protección del Velo, todos aquellos sin sangre Garou tienden a olvidar sus experiencias con ellos en su forma de guerra. Pero es probable que los Ancianos os lleven al Clan al menos por la tarde, para controlaros e integraros en la sociedad. Eso depende de ellos.

La directora se levantó y acompañó a Kate a la puerta.

-Tus días de infancia se han acabado, me temo. Ahora vas a tener que ver el mundo como es... Gris y terrible.

-¡Eh, tú!

El hombre fuerte que limpiaba la nieve con una pala le llamó desde la distancia.

-Tú eres el cachorro de la ciudad, ¿no? El del McDonalds -sonrió-. Pareces desocupado. Ayúdame, ¿quieres?

Le tendió la pala y señaló la parte oeste del asentamiento, la que quedaba sin limpiar.

-Cavar es bueno. Ya lo verás.

Kate se dejó acompañar, mientras escuchaba a la directora. No parecía, pese a su mal augurio, una vida mucho peor que la que había llevado hasta ahora. ¿Acaso no decía que había toda una familia esperando por ellos? Ella, salvo a su madre, nunca había tenido a nadie más. Y de algún modo el saber que había alguien ahí, esperando por ella, la hacía sentirse especial.

Pensó una vez más en lo que había dicho la Directora, antes de asentir.

- Mis días de infancia terminaron la primera vez que mi madre me matriculó en un instituto, directora. - Valoró. No era exactamente resentimiento lo que demostraba, sino más bien una silenciosa aceptación. Se encogió nuevamente de hombros. - Y sí, me gustaría conocer a todos esos... garou. Si de verdad voy a ser una de ellos... me gustaria saber qué voy a encontrarme. Y si tengo que cambiar como lo hizo Ashley, desearía que no me pasara lo que a ella.

El recuerdo de Chang seguía torturándola, pero de repente se había dado cuenta del peso con el que su compañera tendría que vivir el resto de su vida. ¿Tendría que pasar ella por lo mismo? ¿Iba a herir, o incluso a matar, a alguien que nada tenia que ver con ello? ¿Estaría en peligro su madre?

Sacudió la cabeza para despejarse.

- No quiero hacerle perder más tiempo, directora. Gracias por escucharme... por todo.

Salió del despacho y metió las todavía sucias manos en los bolsillos. Sí, se marcharía a casa. Tenía que pasar por el vestuario a por su mochila y sus cosas, y aprovecharía allí para lavarse las manos y cualquier otro rastro de sangre que pudiera llevar pegado.

Una duda más acuciante la reconcomía. ¿Cómo diablos iba a hablar con su madre de todo aquello, que todavía ahora le parecía un mal sueño? 

Edgar emitió algo a medio camino entre un grito y un aullido cuando las garras de Ismene le laceraron el brazo. La fuerza del golpe le hizo girar sobre si mismo y tuvo que dar dos pasos hacia atrás para no caer, quedando ahora cara a cara con la Furia Negra. Ella le miraba con su único ojo y él le devolvía la mirada, lleno de ir, enseñando los dientes.

- ¿YO soy un cobarde? ¿Te dedicas a atacar a muchachos cuando están confusos, asustados, desarmados y aún no pueden cambiar a voluntad, y me llamas A MÍ cobarde? ¡Mírate en un espejo! ¿O es que sólo ves la mitad de lo que deberías?

Empezó a andar en círculo alrededor de la garou tuerta, con los puños cerrados con fuerza. El brazo le dolía mucho, pero a cada segundo que pasaba eso le importaba un poco menos.

- Dices que te gusta cazar, pero dime la verdad... Te da miedo estar en un combate de verdad, ¿no es así? ¡Pues hoy termina tu suerte!

Tras decir eso, se abandonó a la Rabia que crecía dentro de él. Abrió la mano derecha y saltó hacia Ismene, con intención de arañarle el rostro, en un gesto instintivo, como si él también tuviese garras.

Levantó la vista y miró al tipo sin más simpatía que la que había mirado al resto de gente con la que se había encontrado hasta ese momento. Cavar es bueno. Si quería que alguien le ayudase, o incluso que cavase en su lugar, por lo menos podría decirlo en vez de intentar hacerle creer que era por su bien. Podría soportarlo. Su gente había sido esclava del hombre blanco durante la hostia de tiempo, no se iba a morir por dar unas paladas.

-Es Donny -dijo sin mirarle a la cara, molesto además por la referencia al McDonalds.

Sobre los beneficios terapéuticos de cavar, no los discutió sino que se limitó a encogerse de hombros. Aunque a lo mejor por "bueno" entendía "cuando quitas la nieve se puede andar por este sitio y entrar y salir de las cabañas", y en ese caso no tenía más remedio que darle la razón. No conocía al tipo, o eso creía. Por razones obvias no estaba con las Furias, así que debía ser uno de los Gaia. O igual era como Tony, aunque no olía a basura, así que no parecía probable. Tampoco es que supiera mucho de Tony.

Cerro los dedos en torno al mango de la pala y se encaminó a donde le habían señalado. Al menos el ejercicio le haría entrar en calor.

De la garganta de Ismene surgió un gruñido diferente al que había estado produciendo. Era una risa ronca. Los labios se le curvaron en una sonrisa y le mostró de nuevo todos los afilados dientes.

-Tienes huevos, pero te los arrancaré igual -dijo sin dejar de reir.

Sintiéndose increiblemente furioso, el chico se lanzó a atacarla como si tuviese garras. Aunque Ismene lo esquivó sin problema, al pasar la mano frente a su rostro se dio cuenta de que ya no era como antes. Las uñas se le habían vuelto negras y le había crecido espeso vello en el dorso de la mano. La Rabia lo inundó como nunca antes.

Comenzó a escuchar crujidos que provenían de su propia ropa y sus propios huesos.

-¿Por qué tienes siempre esa expresión en la cara, chico? -preguntó el hombre que, cruzado de brazos, lo observaba trabajar-. ¿Intentas demostrar algo sobre los Ahroun?

Se sintió un poco confusa cuando le dio un beso en la frente. Lo había hecho alguna que otra vez pero de eso hacía años y, desde luego, no habían tenido una charla tan intensa como aquella nunca. Suspiró y asintió a lo que había dicho antes de darle un breve abrazo con una media sonrisa en los labios.

-Hasta pronto, mamá.

Se quedó sentada esperando a que Lysandra se fuese. No iban a dar mas clases por hoy y su padre todavía estaría en casa hasta las cinco de la tarde. Eso le daba tiempo a hablar con él, pero no estaba muy segura de querer hacerlo realmente. Seguía resentida por que no le hubiesen dicho nada, pero en el fondo era comprensible. Ahora tenía que dar con la forma de explicarle que ya lo sabía y que un día se iría al bosque a ser una salvaje porque estudiar no se le daba bien. Se frotó la frente con la mano y resopló. Hubiera preferido decirle de nuevo que había dejado cuatro a tener que enfrentarse a aquello. ¿Así era hacerse mayor?

Como Donny no tenía una respuesta se limitó a permanecer en silencio al principio. Trató, eso sí, de controlar la expresión, pero aún sentía ganas de arrancarle la cabeza a Ashley-Crinos y la referencia al McDonalds le había molestado especialmente por eso. Además, ese tío se parecía a los consejeros estudiantiles de las series de televisión.

Tras unos instantes pensó que seguramente Se-Escaquea-de-Cavar iba a querer una respuesta, y recordando todo lo del respeto a los Ancianos y la política de zarpazos dio una palada muy profunda que aún así no llegó a tocar la tierra, tal era la capa de nieve.

-¿Qué expresión? -preguntó, a falta de algo mejor que decir.

El golpe no acertó la mujer lobo, pero Edgar ni siquiera pensó en ello. Se miró la mano, como si fuese la de otra persona. Las uñas eran negras, grandes y afiladas, y había todo ese vello... pero respondía a sus deseos, se abría y cerraba a su voluntad. No era la mano de otro, era la suya... pero cambiada.

Algo se agitó dentro de él, de forma dolorosa. Se encogió, llevándose una mano al pecho, bajando la cabeza para mirar al suelo. Respiraba agitadamente, pero logró decirle a la Furia Negra, sin alzar la cabeza para mirarla - ¿Sabes? He cambiado de opinión...

Gritó cuando todos los huesos de su cuerpo crujieron a la vez. Los músculos tiraban, la piel le ardía mientras se cubría cada vez más de vello, toda su ropa crujía antes de ceder y rasgarse por varios puntos. Alzó el rostro hacia Ismene; un rostro distinto, cubierto de vello siguiendo la línea de la mandíbula, con los ojos más hundidos, los dientes cerrados en furia más afilados.

- ¡NO VAS A OLER A MI HERMANA!

Poseído por la Rabia, cada vez le costaba más pensar. Cargó contra la garou, agachando la cabeza, con intención de echarla al suelo.

El hombre señaló el rostro de Donny y sonrió. Tenía los dientes muy parejos y asombrosamente blancos, en comparación a la tez morena.

-Esa. Parece que estás enfadado con todo el mundo. Tampoco me extraña. Es una putada ser adolescente, así que adolescente Garou, peor todavía. El mundo es injusto, ¿verdad? -Volvió a sonreir-. Por eso vas a cavar no sólo este camino, sino todos. Quiero este campamento limpio de nieve para esta noche.

Kate regresó a casa dando un paseo, pues hasta su barrio habia unos buenos quince minutos de camino. El frío ya no le parecía tan intenso sabiendo que estaba destinada a que le creciese pelo por todo el cuerpo. Como si supiera que sus ancestros habian sobrevivido a la intemperie en las montañas, se había acostumbrado en cuestión de una hora a aquella idea.

La casa que habían alquilado tenía el mismo aspecto destartalado que siempre. Al menos aquello no cambiaba. Nadie había quitado la nieve del sendero de la entrada aún, aunque su madre había dicho que lo harían las dos el domingo.

Para cuando Edgar embistió a Ismene, ya era una de esas cosas enormes que habia visto en el gimnasio y había perdido todo control de sí mismo. Pero la Furia Negra también estaba preparada, había crecido en tamaño y en fuerza y le sujetó impidiendo que la arrojase al suelo. Sus zarpas traseras arañaron la nieve al ser empujada hacia atrás, pero logro mantenerse en pie.

De su garganta brotaba algo parecido a una carcajada, sólo que animal. Su abrazo se tornó asfixiante, sujetando a Edgar contra ella al tiempo que le clavaba los dientes en lo que antes habia sido el hombro. El dolor le sacudió como una descarga, pero la Rabia le animó a continuar hasta destrozarla.

Kate resopló, casi exasperada. Siempre les pasaba igual. Hacían planes para ocuparse de algo tan nímio como era aquel asunto y siempre había algún motivo por el cual no lo hacía. Venía ocurriendo desde que empezaran a "asentarse", y su madre a trabajar, de forma que cada vez pasaban menos tiempo juntas, o lo que para Kate era peor: los momentos íntimos entre ellas dos, que antaño siempre las habían unido, cada vez eran más escasos, y por más excusas que buscaban para estas ocasiones, las cosas "importantes" se imponían.

Como el día anterior, domingo, en el que habían planificado quitar la nieve de la entrada después de comer, juntas, para luego sentarse delante de la chimenea y tomarse un chocolate caliente que les devolviera el calor a los huesos. Pero la habían llamado para ir a trabajar. Las cosas importantes...

Era temprano, en teoría su madre no debería estar en casa y Kate tampoco tenía nada mejor que hacer, así que decidió que era tan buen momento para hacerlo como cualquier otro, y quizá el ejercicio físico la tranquilizara.

Entró en casa, dispuesta a dejar sus bártulos, coger una pala... y empezar a cavar.

A cada paso que daba hacia Ismene, esta era más alta, más grande, más animal, hasta que adoptó completamente la forma de lobo gigante que también habían mostrado Ashley, Donald y Hécate a su manera. Pero de algún modo, no parecía haber crecido, no parecía ser más alta que él. Se dio cuenta que era porque él también había crecido al mismo tiempo. Embistió a la loba, pero este aguantó el golpe y le sujetó. El dolor recorrió su cuerpo cuando los diente de la Furia Negra se hundieron en su carne.

Con un rugido, buscó hundir su mano entera en el vientre de Ismene, atravesándole la carne con sus recién adquiridas garras. A esa distancia y estando sujetos, probablemente ella no podría esquivarla como había hecho con sus anteriores golpes... Y si lograba hundir su mano en el estómago de la tuerta, le arrancaría las entrañas. La rabia le dominaba por completo.

Horas más tarde, cuando la luz ya había empezado a flaquear y Kate sentía el cuerpo entumecido y sudoroso, vio que su madre aparcaba el viejo coche en la entrada. La mujer salió de él cargando un pesado bolso donde guardaba la mayor parte de las cosas que podía necesitar a lo largo del día, y sonrió a su hija.

-Kate, lo siento -dijo con voz triste-. Tendríamos que haberlo hecho las dos. Mira... si me das un momento para descansar, te ayudo, ¿Vale?

Edgar sintió que la dura piel cedía bajo sus garras y cómo podía tocar las entrañas desde dentro. Los viscosos tubos de carne no se resistieron mucho cuando él los desgarró, pero en ese momento, Ismene le dio un fuerte golpe en la cabeza que lo dejó aturdido un instante, lo justo para que ella se separase de él.

El pelaje negro se manchó de rojo. La imponente bestia tuerta soltó un bramido de dolor.

-¡Se acabaron las contemplaciones! -aulló, en un idioma que él pudo entender de modo inconsciente, aunque no habría podido contestar en el estado en que se hallaba-. ¡Muere!

En su mano apareció un cuchillo de gran tamaño, el mismo que él había visto en su cinturón en la escuela. La herida del abdomen de la Furia Negra se restañó en cuestión de segundos mientras levantaba el arma y se lo clavaba a Edgar en el pecho.

Después ya no recordó nada más.

Hacia el mediodía, o quizás más tarde, llegó una Furia Negra al campamento en forma de Crinos, con el pelaje lleno de sangre. Se trataba de Ismene, una Ragabash Adren que había perdido su rango tras un terrible fracaso y que ahora era Fostern. Sobre el hombro cargaba a un joven pálido y sucio, también lleno de sangre, con una herida en el pecho que ya no sangraba por haberle aplicado ella un emplasto de hojas.

La Crinos tuerta llevó al chico a una de las cabañas. Al darse la vuelta, Donny pudo observar que se trataba de Edgar Rourke, que también estaba en su clase. Ashley aún no había salido de la cabaña de los Ancianos. Parecía que hoy era el día de los Primeros Cambios.