Partida Rol por web

Donde se descubren que está ocurriendo en este pequeño pueblecillo.

Leopold os llama a vuestras puertas bastante azorado, ante cualquier pregunta, os dice que vayais a su habitación ipsofactos, por supuesto os da tiempo a cambiaros. Al parecer tiene malas noticias, pero no quiere decirlas delante de la gente de la posada, que empieza a levantarse, y que miran con curiosidad, a Leopold, que les saluda nerviosamente y pide que os preparen el desayuno y os lo suban a su habitación. Al parecer ya empezais de buena mañana bastante sobresaltados y teneis mucho de que hablar sobre lo que paso en el dia anterior. 

Arcturus no tarda nada; metido como está en su papel de Max ha dormido con la ropa de pordiosero (salvo el sombrero y el abrigo) toda la noche.

Caballeros, nos vemos en la habitación del señor Leopold.

Dicho ésto, y despeinándose de nuevo con un natural gesto de muñeca...

...Se convierte de nuevo en el incorregible Maximillian McTamish, de las afueras de Edimburgo (¿o era de Glasgow?...).

Mira al alcohólico que todavía duerme como un cerdo, y se le enciende una sonrisa muy poco común en la vejez. Corre al cuarto de baño y vuelve con el sombrero en la mano, boca arrba... ¡Y lleno de agua!

Al vaciarlo en la cara del pobre desgraciado, canta una canción muy poco refinada que una vez oyó a una niñera del bronx, en sus vagabundeos por América. A pesar de la ira que se formará en el semblante aturdido de su invitado, Max pone su mejor cara de bromista maternal, capaz de amortiguar cualquier rencor y reducirlo a la nada.

Lutien escucha al recién despertado. Se pone el sombrero y baja las escaleras.

Parece que por fin vamos a comprender qué sucede en éste maldito pueblacho.

Baja las escaleras y ve como el viejo Max le echa un jarro de agua fría al borracho.

Empecemos el festival.

Julius lleva algún tiempo despierto, tumbado boca arriba en la cama, repasando lo sucedido el día anterior. Su visita en el tren indicaba que no solo sabían que gente de la Sociedad se encaminaba hacia el pueblo, sino que conocían exactamente quien vendría. Lo que vieron a su llegada tampoco tenia buena pinta: La actitud general de la gente, el borracho, su extraña mujer...

En ese momento Leopold llama a su puerta. En su voz se nota turbamiento, por lo que se levanta rápidamente, se asea y se viste con ropas menos formales. Tras ello se dirige a la habitación de su compañero.

Leopold esta en la puerta esperando, y os deja entrar en su habitación, en la que el borracho duerme a bocabatiente, haciendo que los muelles se estremezcan con los ronquidos del interfecto que suben de nivel y bajan al ritmo de su respiración, al parecer esta descansando más que lo ha hecho en toda su vida.

Max, recoge el agua en el sombrero, que no gotea demasiado, quizás sea un disfraz, pero es de buena tela. Y se lo echá al rostro del pobre hombre, ante la aceptación de Lutien que le mira complice, y la llegada de Julius, que se queda un poco extrañado ante las maneras bruscas del buen hombre, que siempre parece estar vital para sus años.

Más el agua en el rostro del tipo no parece afectarle, aunque hace algunos gorgoritos con el agua en su garganta, y sigue en su sueño imperterrito. Leopold se adentra en la habiatación y os dice:- Ya lo intente yo... aunque con menos agua-

Bueno, pues si me permiten me quedaré con nuestro querido borrachín a velar su sueño; seguro que no le agradará despertar solo.

Naturalmente, ésto no es toda la verdad.

Seguro que podréis resumirme lo que Leonard desee contarnos.

Leopold os comenta:- Pues justamente queria hablaros sobre nuestro querido hombre durmiente, porque por mucho que lo he intentado no se despierta, y creo que lo han drogado, y no con una tecnica humana. Alquien se está tomando demasiadas molestias para que no sepamos que ocurre en este pueblo- Antes de que os pueda decir más veis que la encantadora señora que lleva la fonda os trae el desayuno, y aunque se queda un poco fijandose en la situación alrededor de la cama del durmiente, que parece roncar más por momentos. Leopold la despide:- No se preocupe por nuestro invitado, el doctor Maximilian está tratandolo, aunque la verdad es que está muy sano jaja, hasta luego señorita- Al ver que no puede cotillear más, la dueña de la fonda, hace un ademán de despedirse y cierra la puerta, quizás con algo más de fuerza que lo aconstumbrado

Leopold os pasa unos documentos donde viene los 50 casos de combustión espontanea, donde justamente uno de ellos es el señor McFly, en cuya casa descubristeis las extrañas constumbres alimentarias del mismo. Todas las casas donde han ocurrido los casos, estaban en tres barrios diferentes, siendo familias enteras las que desaparecen entre las llamas, sin afectar practicamente a las casas. Sin que quedara restos materiales de los afectados excepto cenizas., pero por lo demás están  cada barrio en una punta diferente del poblado. Y las diferentes familias, no eran parientes entre ella. Cuando terminais os comenta Leopold:- Por lo que he intentado mirar en leyendas y demás por si había alguna maldición centenaria o algo así, pero el sitio esta limpio, yo he vivido muchos gloriosos veranos por esta zona, y es tranquila, y sin mucha actividad imaginaria... no se que pensar la verdad...-

Yo tampoco sé qué pensar.

Lutien se quita el sombrero y pone expresión preocupada al escuchar que existe actividad de fábulas en la zona y se lo ha confirmado alguien que sabe de qué habla.

¿Por qué tienes esa sospecha tan fuerte de que lo han podido drogar con técnicas no humanas? ¿Simplemente porque no eres capaz de despertarlo? Tal vez Muriel o Max sean capaz de despertarlo con unas técnicas que se considerarían muy humanas. Me gustaría que pudiéramos comprobarlo por nosotros mismos.
Puedo decir que eres la primera persona en la que siento que puedo confiar. Pero entenderás que prefiera que nosotros mismos hagamos nuestras comprobaciones.

¿No oyó ni vió nada extraño durante la noche, Leopold? - musita Lucius mientras observa ceñudo al hombre que ronca sobre la cama.

Quizá podamos comprobar algún signo que delate actividad imaginaria en nuestro "bello durmiente". Podría intentarlo yo mismo, pero por lo que se de Muriel y usted - dice mientras se gira hacia Lutien - creo que serán más duchos que yo en ello.

Leopold os responde, aunque parece algo molesto en su tono, quizás por las recriminaciones de Lutien:- Vale, puede que me haya ido un poco por las ramas, pensando que es de origen imaginario, pero tampoco es que sea muy bueno en medicina, y la verdad he estado casi toda la noche velandolo, para que no ocurriera nada. -Se sienta al lado del durmiente -Pero salí un momento al servicio, y quizás me haya transpuesto un momento... más no han forzado las puertas ni las ventanas y no ha bebido, ni comido nada desde que lo trajimos. Como comprenderas señor Lutien creo que puedo tener mis sospechas...- Algo más calmado os dice:- Por supuesto, que podeis profundizar, como he dicho el mio ha sido bastante somero... pues en cuanto he visto la luz del sol he decidido levantarlo y trás varios intentos os he llamado...-

¿Y por qué te dormías por las calles pobrecito hombre?

El tono de Lutien suena más amenazador que burlesco.

Max comprueba las constantes vitales del hombre mientras atiende a las palabras de Leopold. Busca intervalos respiratorios demasiado largos, o latidos demasiado débiles. Podría incluso estar en coma, o enfermo. También le huele el aliento, aunque sin saber qué busca.

Pero a lo que presta más atención es al tono de voz y forma de hablar de Leopold, a la forma en que gesticula mientras se excusa de mil maneras distintas. Busca miedo, busca culpa, busca encaño. Y sabe dónde buscar. Observa los ojos. Lo que pestañenan, lo que giran, lo que se entrecieran. Observa las manos. ¿Manipulan nerviosamente todo lo que tocan, o reflejan sus palabras buscando hacerse comprender? Observa sus labios. Sus temblores, sus enervamientos, y las palabras a las que corresponden. Y escucha; escucha su timbre. Sus variaciones y modulaciones, su naturalidad fingida y auténtica, sus pausas y su forma de buscarlas. Si se trata de un orador experto, de un actor, también piensa averiguarlo.

Mientras Arcturus examina al hombre, Julius permanece atento a cualquier cosa extraña. Muchas de las actividades imaginarias dejaban algún tipo de rastro en sus víctimas, bien fuera algún tipo de señal, o características normalmente asociadas a enfermedades.

¡Tock, tock! -suena secamente la puerta de la habitación al ser golpeada.

La abro lentamente, tratando de que sus bisagras no chirríen en absoluto.

Lamento la tardanza -digo tímidamente. No llego tarde porque me quiera hacer la señorita ni nada por el estilo, con lo que me avergüenzo de verdad.

Cerrando la puerta a mis espaldas, tomo asiento en uno de los huecos libres cerca de lord Julius.

Arcturus examina al hombre que descansa en la cama, duerme placidamente a pesar del agua que le chorrea por el pelo. Su respiración es profunda, al parecer ha llegado a la fase profunda del sueño y es incapaz de despertar de ella. No se rebulle ni muestra signos de soñar.

En cuanto al habla de Leopold, esta alterado por el enfado que evidencia ante las palabras de Lutien, al que mira con autentica hostilidad, pero que no la extereoriza a excepción de sus ojos que estan enarcados  y el ceño fruncido.  Al parecer por las muestras que da dice la verdad, o sino la dice, deberia ser el mayor de los actores, y se lo cree...

-No voy a seguir con esta discusión que no lleva a ningún sitio... ya encomendare a la asociación que se mire muy bien de su actitud, señor Lutien. Pero tenemos cosas más importantes en las que estar atentos, que en sus bravatas y sus insinuaciones de que no hago bien mi trabajo o que he traicionado a mis compañeros...- La mirada de Leonard sigue clavada en los ojos de Lutien, y ni siquiera parece haberse dado cuenta de la aparición de Muriel.

Pero Julius que ha decidido buscar en la habitación, incluso en la pelea dialectica(por ahora) de sus dos compañeros, parece que ha encontrado algo, nota que la alfombra para apoyar los pies despues de salir de la cama esta algo retirada, sería normal en todo este barullo, pero al parecer esta cubriendo algo... Cuando la levanta ve unas ligeras marcas, como si 10 pequeños cuchillos se hubiesen clavado en el suelo , ligeramente o unas uñas verdaderamente afiladas. Al mirar debajo de la cama, notas un olor dulzon, pero excepto eso no hay nada más.

Entre tanto podeis oir pasos en el pasillo y una ligera discusión, hasta que llaman a la puerta. Desgraciadamente la voz os recuerda a la de la señora de vuestro durmiente amigo. Os pide que le abrais ahora mismo.

Tranquilo, amigo, le creo -Le dice a Leonard- Lutien sólo hace su trabajo, nuestro trabajo: Desconfiar.

Al oír los pasos, camina a abrir la puerta.

Señora, su marido está indispuesto -de nuevo su acento es el de un hombre del norte. Tiene fiebre, posiblemente como consecuencia de sus últimos excesos. Deliraba, y me he visto obligado a narcotizarle.

La excusa no tiene mucho sentido, porque drogar a alguien por tener fiebre no es una práctica usual, pero Arcturus, en la piel de Max, pone una cara de tú no estabas ahí y confía en la ineptitud médica de la pueblerina.

Tranquila, está en buenas manos. Ahora duerme plácidamente, pero necesita atención médica. Si lo desea puede comprobarlo usted misma, y velar sus sueños. Estoy seguro de que le hará bien.

Lutien mira a Leopold con sorna mientras éste le repocha su actitud. Tras escuchar las palabras de Max, se recoloca el sombrero.

Ya me encargo yo. Seguid con la monjita de la caridad.

Y sale por la puerta. Tan pronto como abre la puerta, vuelve a cerrarla. Pone las palmas de la mano enfrente de la cara de la esposa de Leopold y luego deja ver su propia cara.

¿Me recuerda? Soy uno de los buenos samaritanos que ayer se preocuparon de que su marido no muriera congelado en mitad de la noche. Creame que su marido está en buenas manos y ahora mismo el doctor Max está terminando las curas oportunas. Si yo fuera usted, prepararía algo de té para todos. Lo necesitaremos. Y quien sabe, por lo que dice el doctor Max, puede ser posible que su marido no vuelva a probar el alcóhol.

La mujer no parece muy convencida, y proclama en grandes voces:- Habeis secuestrado a mi marido, como no lo dejeis salir, llamare a la policia- La dueña del hostal intenta calmarla, comprensiblemente lo intenta para que no haya un escandalo en su local, del que hablarian sus vecinos hasta que hubiese algun chismorreo mejor del cual despotricar. Leopold esta nervioso, seguramente por la discusión anterior, pero termina tranquilizandose un poco ante el nuevo problema que os acaba de acaecer, pues si la mujer se lleva al durmiente habra muchas preguntas por su extraño sueño y no solo por eso, sino por el "secuestro" del hombre(Aunque para eso teneis una buena escusa, gracias a la labia de Arcturus. Por lo que vuestro compañero os dice en un susurro a los que estais alejados de la puerta:- Tenemos que inventarnos algo expresamente para que deje de darnos problemas esa mujer, sino atraeremos a toda la policia de la región- Por lo que el buen hombre abre la puerte y empieza:- Señora, me temo que su marido esta bastante mal y aunque el buen doctor, quiere ocuparse de él. - Señalando a Arcturus, mientrás que la mujer escruta la habitación, maliciosamente a pesar de que en su rostro sigue la imperterrita sonrisa que conoceis tan bien. Y le salta a Leopold y a Arturus, de una forma que haria sonrojar a la más fresca de las verduleras:- Pues señoritingos, este es mi marido, y no creo que se viejo sea un doctor, como no me dejeis llevarmelo a mi casa terminareis entre rejas para que puedas disfrutar de la compañia de ese deslenguado- Refiriendose a Lutien. La dueña os mira implorantes para que termineis con la situacion de una manera u otra...