Partida Rol por web

¿Como iba a olvidar tu carta Walter? miró a su amigo y reconoció sin género de dudas las señales de cansancio y tambien de emotividad. Sullivan sospechó que algo de urgencia debía haberle sucedido a su amigo para conocar aquella reunión. No queria andarse con rodeos, no era su estilo ¿Que suce...? y entonces uno de los invitados se presentó

Encantado de conocerle señor Castle le estrechó la mano y enseguida reconoció al afamado escritor. Miró al otro invitado. Un colega de la universidad de Walter

Encantado señor. 

Despues del breve saludo entre dos de vosotros, accedísteis al salón principal. Comprobásteis que todo había como saltado por los aires. Sin embargo, podíais sospechar qué había pasado.

Señores -dijo serio-, he sido víctima de un robo, pues como véis han registrado mi mansión. Ocurrió hace unos días, y no me ha dado siquiera por recoger todo este desastre. No me veo con fuerzas. Incluso la policía me ha dicho que en breves volverá a registrar los restos. Debió ser durante la noche en que me quedé en la Universidad, en el laboratorio... Llegaron unas muestras nuevas, unas gemas encontradas por profesores del seminario en Centroamérica. Al día siguiente regresé a casa y ví así mi mansión... ¡Qué desastre! Antes de llamar a la policía revisé por encima las habitaciones; lo curioso es que no parecían haberse llevado nada. Incluso días después... no echo nada en falta.

Walaaa! exclamé al entrar al salón. Un robo o una fiesta descontrolada? dije con sorna. Al ver el gesto serio de mi amigo me contuve. ejem.. perdon... me dí la vueltá y me puse las manos en la boca, conteniendo las ganas de chillar y reir por el desorden que habían montado. Me aventuré en el salón, convirtiéndome en el centro de aquella locura de desorden y mirando con curiosidad varios de los objetos que había tirados por allí.

Estaba pendiente de la conversación de mis acompañantes, pero curioseando.. y precisamente la curiosidad fue lo que me llevó a agacharme y coger algo que... no recordé lo que era inicialmente y, de haberlo hecho, jamás hubiese pensado que llegaría a tener una en la mano en una casa, por muy aventurero que fuese el dueño. Era una pequeña cabeza, con sus ojos, sus orejitas... Iiiihhhh que mono! exclamé alzando el trofeo para que lo viesen todos. No sabía que coleccionases muñecos, Walter, reí y volví la carita hacia mi, hacíendole monerías con el dedo en la nariz.

La risa se me acabó pronto cuando el doctor Emerald me dijo serio "Richard! Es una cabeza reducida de verdad! La traje de una expedición al Amazonas, de una de sus tribus"

Con cara de asco, dejé la cabeza del difunto sobre uno de los muebles y saqué el pañuelo para limpiarme los dedos.

Me sige desconcertando mi colega el Doctor Emerald, bajo esta imagen de abandono de su aspecto sigue conservando su brillantisima mente. ¡Ha calculado exactamente lo que tardarían en llegar sus cartas y nosotros en venir para juntarnos aquí a los tres!

Escucho todos y saludo al señor Sullivan mecánicamente mientras no puedo dejar de observar el caos que nos rodea.

Al escuchar su explicación no puedo dejar de exponer mi opinión.

– Doctor Emerald, ¿no buscarían esas muestras que decís que os acababan de llegar? ¿Habéis comprobado si están las notas que debían acompañarlas?

¿Las muestras? -respondió el doctor después de aclarar lo de la cabeza de mono a Richard-. No creo. Eran gemas extraídas de una pequeña mina en Panamá, y no sabemos aún su estimación... Además, no han salido de la Universidad. Si han venido a por ellas, han buscado en mal sitio. Yo creo que... se trata de otra cosa -como dubitativo-. Veréis: hace un mes recibí una carta de mi amigo John McCurly, profesor de Geografía también de la Universidad de Boston. No sé su usted lo conoce Arthur. McCurly viajó a Polonia para intentar traer a unos familiares a América, dada la situación de peligro que provocaba el avance nazi en Europa... El envío era urgente y aquello me sorprendió, puesto que en su interior me confesaba que no había viajado a Polonia, ni tan siquiera que tenía familia allí... Todo muy extraño. Espérenme aquí. Voy a por ella.

Entonces se giró y comenzó a marchar por el pasillo, pero tras unos pasos se detuvo.

¡Ah...! Y perdonen que no les ofrezca nada -añadió-. No suelo almorzar ni desayunar aquí, sino en la facultad... Ahora mismo vuelvo.

Aprovecho la momentánea ausencia de nuestro anfitrión para dirigirme a los otros invitados, por lo menos de momento. En mi carta ni citaba que había enviado otras.

– Disculpen si nos hemos visto anteriormente y no los recuerdo. No soy muy hábil socialmente, tengo que relacionarme personalmente con alguien durante meses para recordarlo. – Negando con la cabeza. – No, no recuerdo a la inmensa mayoría de mis alumnos, y mucho menos a los de las conferencias.

Después del "incidente" con la cabeza reducida, decidí regresar con el resto, aunque aun tenía ganas de seguir rebuscando allí.. y de beber agua. Atento, escucho la historia que nos cuenta el doctor Emerald, realmente raro... ¿de quién huiría?¿por qué?. Me llevé la mano a la barbilla y miré hacia arriba, pensativo.

Cuando se disculpó el doctor por no ofrecernos nada, no puede evitar preguntar ¿ni un poquito de agua? estoy seco.. doc... Na.. ni me ha oido....

No se preocupe señor Namur, no todos leen mis libros, por fortuna reí, si.. era un chiste malo. sino no podría salir de casa murmuré entre dientes al ver a un público tan frío. Bueeeeenooooo y.... nos ha traido a los tres con una carta por lo que veo.... comente tratando de iniciar una conversación con los dos hombres.

Todo muy extraño ¿No les parece? No parece un robo al uso, desde luego. ¿Que estarían buscando? Mmmm. dijo mirando el desorden en la casa y como el Doctor salía para ir en busca de aquella carta misteriosa. Por un momento pensó en que todo fuera fruto de un desvario de su amigo.  Una locura temporal. Tanto leer y estudiar provocaba cosas asi. Lapsus cerebrales.  ¿Habia Walter perdido la chabeta? Peliaguda situación, si señor y lo peor es que no tenemos whisky... Luke echó la mano dentro de la chaqueta y sacó una pitillera dorada. La abrió y la acerco a los otros dos invitados ¿Fuman ustedes?  

Ciertamente, señor Sullivan, ciertamente... muy extraño todo esto. Le respondí mientras miraba desde mi posición el salón nuevamente. Whisky? Con este calor? ¿De donde ha salido este tipo?.. Oh! No, no gracias, reaccioné al ofrecimiento de tabaco por parte de Sullivan. no fumo, gracias. sonreí levemente y empecé a preguntarme donde estaría el viejo Walter. ¿De dónde dijo que era usted, señor Sullivan? pregunté con  curiosidad.
 

Asiento ante las palabras de los dos. – No me parece muy normal que unos ladrones comunes se pongan a destrozarlo todo.

Hago una pausa antes de proseguir. – Mas bien creo que o era alguien buscando una cosa concreta o un enemigo del doctor que ha querido hacerle pasar por esto.

Ante la oferta del cigarrillo lo acepto ofreciéndome a encenderse lo con mi mechero de chispa baqueteado.

– Un recuerdo de la Gran Guerra, no fallan nunca.

A las evidentes dudas que se os pasaban por la cabeza les acompañó la vuelta del doctor Emerald. Venía por el mismo pasillo (sus habitaciones conectaban por dos sitios a la vez la gran mayoría). Venía con la pequeña cojera de su rodilla, y bajo el pantalón se le notaban los hierros de su prototipo de prótesis externa saliendo de su hueso y carne, aunque no eran visibles.

Tengan -dijo entregándoos una carta doblada a modo de tríptico-. La misiva de McCurly:

Querido amigo,
Sólo algunas líneas para ponerte sobreaviso. No me encuentro en Polonia, sino en Perú, cerca de la selva amazónica. El viaje del que te hablé no era excepcional por la peligrosidad que se cierne en Europa, sino por algo que descubrí tiempo atrás y que he tenido que ir a ver con mis propios ojos... Siento esta pequeña trama. He descubierto algo asombroso, pero a la vez lleno de peligro. Si no regreso en el plazo que te dije no te preocupes por mí, pues es normal. Ni tan siquiera sé si esta misiva te llegará con certeza. En unas semanas volveré a escribirte. Te adjunto un objeto para mi tranquilidad.

Desconfía de todo, amigo mío.
J.McCurly

Además, si os fijáis, la carta está fechada en Marzo -añadió tras asegurarse que los tres la leíais-. Ahora es agosto, y no he vuelto a saber de mi amigo... Creo... creo que el registro de mi casa tiene que ver con ésto y con mi amigo John. Por cierto, ésta este es el objeto que adjuntaba la misiva.

Fue entonces cuando os enseñó un pequeño objeto, una llave. Ciertamente, el doctor la miraba, pero no tenía ni la más remota idea de qué podría abrir.

Os seré francos de una vez por todas -decía como resumiendo, una vez destapados todos los naipes-: Os suplico que viajéis hasta Pisco, en Perú. De allí venían remitidas las palabras de McCurly según el sello de la carta. Me gustaría que lo buscárais, pues ya sabéis que yo no puedo -hizo como referirse a su maltrecha pierna-, mi estado de salud me lo impide. Lo único que puedo deciros es que esta carta fue enviada desde la oficina estatal nº 25, ubicada en la propia ciudad, pues así lo indica el sello de tinta. Quizás... es algo egoísta por mi parte.

Puedo? ... Puedo ver la llave doctor? extendí mi mano hacia ella. La miré detenidamente y me acerqué hacía la ventana, donde había algo más de luz y la observé con detalle. Forma, tamaño, material.... Me quedo pensativo un rato, pero la sigo mirando, en silencio.¹

Si no fuera porque era prácticamente igual que cualquier llave actual, dirías que podría ser de cualquier puerta moderna, de cualquier edificio o casa baja. Era una llave pequeña, con una pequeña numeración grabada ("062"), aunque no sabías qué indicaba realmente. La pieza era corta, chata y poco interesante, en verdad.

El doctor Walter le entregó enseguida la llave a Richard.

Aja.... mmmm... interesante.... regresé con el grupo... señores... esta llave.. la alcé en alto... esta llave! sonreí cuando vi que lograba toda la atención. Es... la miraba como si fuese algo del otro mundo de la época...  hice una pausa dramática. actual! Y lleva el número 62 grabado. Por el resto,  no tiene nada de especial... La tendí para que la viesen y cogiesen los demás. Crucé los brazos y levanté la cabeza con una sonrisa.. Soy bueno, ¿eh?

Intento disimular mi sonrisa ante lo que ocultaba el enigma.

– Debe ser la llave de su apartado de correos aunque podría haber empleado el nombre de soltera de su esposa. ¿Sabe cual es?

No, lo siento -respondió el doctor-. Jamás me habló de su familia. ¿Me ayudarán?