Partida Rol por web

Vi como Arthur se lanzaba a hablar con la hermosa joven. Quise animarle y decirle que iba bien, sobre todo después de la confesión que nos hizo anteriormente. No sabía bien como hacerlo sin molestar demasiado....

Así que decidí pasar por detrás de Emily, para que ella no me viese y levantando los pulgares pasé mirando y sonriendo a Arthur.

Espero que así vea que cuenta con mi apoyo.

Luego me encaminé nuevamente a ver las reliquias que tenían en la tienda.

En cuanto Arthur nombró a John McCurly (tras haberse marchado ya los últimos clientes) Emily esbozó un rostro de sorpresa. Luego tragó saliva y acto seguido, mirándoos un poco con indecisión, se fue hasta la puerta de entrada, la cerró con llave y colgó el cartel de "cerrado" (visible a los del exterior). Luego, con un tono más frío y sombrío (su faceta de empleada o vendedora ya no la llevaba) os pidió que la siguiérais. Tras marchar con ella os pidió pasar a una trastienda en el fondo del negocio-vivienda.

Claro que lo conozco -dijo la chica pelirroja-. Conocí a John McCurly hace unos meses. Era cliente de mi padre, el antiguo dueño de este negocio, y ambos... se hicieron muy amigos. ¿qué sabéis de él? ¿Sabéis donde... está?

Emily parecía algo nerviosa, dubitativa y sorprendida por lo que le acabábais de preguntar.

– Estuvo aquí, en Perú, es lo que decía en la carta que llego a Boston y estamos buscándolo. Su padre también...

Me separo un poco de ella para levantarme la ropa y enseñarle mi última herida de bala. – Disculpe si no hemos preguntado directamente por él pero lo hicimos por su apartado de correos, yo acabe con este recuerdo y mis compañeros detenidos.

¿Detenidos? Eso es poco decir! Pasamos la noche en una celda mugrienta, con olor a orin, el retrete pegado al catre, las paredes llenas de marcas, arañazos y manchas raras... dije metiéndome en la conversación. Fue un horror... creeme Arthur, hubiese preferido llevarme el balazo yo.. si no llega a ser por Luke... le miré fijamente y le dediqué una ridícula mirada junto una sonrisita mientras decía con voz más aguda es mi héroe!

Luke miró con cierta desgana a Richard. Estaba claro que el piloto no era tan dicharachero como Castle.

¡Boston! ¿Un balazo, dice? -Emily miraba al suelo, con la mirada perdida, como recordando algo. Más bien estaba como tomando piezas de un puzzle e intentando conectarlas mentalmente-. Han pasado lo suyo... vamos a ver... Mi padre... -mirando a Arthur-. Mi padre Riley murió hace unos meses, era un hombre mayor. Yo me quedé con su negocio, claro... No era mi intención, pero... El caso es que yo misma conocía a John McCurly antes de la muerte de mi padre. Era un cliente muy activo, y ambos se hicieron muy amigos. John visitaba bastante esta tienda, pues siempre buscaba alguna pieza nueva que nos llegara, alguna pieza referida a la tribu de los Pawalchi.

Antes de morir mi padre, le ofreció al propio McCurly continuar este negocio -reveló-, pero rehusó, pues dijo que tenía entre manos algo mucho más importante. Y luego... despareció. Pero antes de hacerlo, Jhon le entregó a mi padre una carpeta cerrada con documentos, y le pidió encarecidamente que si en quince días no regresaba, leyera las instrucciones que había dentro y las siguiera al pie de la letra... Pasó ese tiempo, mi padre falleció en esos días y tuve que hacerme cargo de la petición de John. El paquete, aparte de instrucciones, contenía también dinero y una misiva.

La muchacha tomó una silla y se sentó junto a algunas antigüedades que tenía apartadas, fuera de la exposición, porque ya las había vendido.

Las órdenes eran las siguientes: alquilar durante unos meses un buzón en Pisco, un pueblecito de la costa, donde debía guardar los documentos. El dinero en metálico serviría para pagarlo. El buzón debía ir a nombre de John McCurly. También, la misiva y la llave del buzón debía enviarla a un amigo suyo de... ¡Boston! -recordó las palabras de Arthur al nombrar la ciudad-, a nombre de un tal Walter Emerald. Eso fue por marzo, aproximadamente. ¿Conocen a ese tal Walter?

¡Pues claro que conocemos a Walter! responí animado. ¡Es quien nos ha enviado aquí a buscar a McCurly! Y ciertamente, hemos pasado por muchas penurias. Pero ha merecido la pena, al menos para mi... Nunca imaginé que tendría que visitar una tienda en una ciudad a tantísima distancia de mi hogar, para poder disfrutar de tanta belleza en su interior. Dije mirando a Emily directamente a los ojos.

Tras mi intento de coqueteo, me quedé un momento dubitativo. Marzo.... dije en voz alta. Y estamos en agosto. Seis meses desaparecido... Es... demasiado tiempo me temo. Dije con cierto pesar. No creía que a estas alturas aquel hombre continuase con vida después de tanto tiempo.

Los Pawalchi.... murmuré luego en voz alta, tratando de recordar algo sobre ellos.

Dándole un tiempo por si quería responder a Richard continuo.

– El profesor Walter Emerald es catedrático de Geología en la Universidad de Boston, recibió su carta y por eso estamos aquí.

Me suenan los Pawalchi aunque ahora es el papel de esta bella joven lo que concentra mis pensamientos. Me quedo pensando unos segundos. Sí ella preparo el ataque en Pisco no lo esta pero sino puede estarlo.

– No quisiera espantarla pero o le comento a alguien mas las instrucciones o la están vigilando. El ataque fue por preguntar por ese apartado de correos en concreto.

Puede que, al igual que nosotros, señorita -dijo Luke-, esté en un gran peligro...

Si definitivamente Arthur no quería espantarla. Luke acababa de hacerlo. Su mirada hacia la chica no era ahora bondadosa, sino bastante terrorífica debido a toda la historia que había contado y su relació con Walter Emerald y todo lo demás. El piloto estaba un poco consternado.

Los Pawalchi... ¡pues claro! ¿Cómo no habíais caído antes? Los Pawalchi eran una tribu indígena del Amazonas peruano (la parte más meridional del Gran Pulmón), cuyos principales asentamientos se daban al noreste de Cuzco, en plena selva ya. Recordábais vagamente que esta tribu tenía por divinidades a algunos animales, especialmente al cóndor (o al menos así reflejan la ornamentación básica de sus templos, que seguramente alguna foto de los mismos habíais visto)

Sí. Han pasado unos meses de la desaparición de John McCurly -dijo Emily, como atando cabos. Su percepción mental, tan imbuida en el asunto del desaparecido, dejó pasar el detalle del cumplido de Richard-. Parece que predijo su desaparición, o al menos parece que ese aviso que me pidió transmitir era una garantía para su búsqueda, por si eso ocurría... Madre mía...

La anticuaria, con el sobreaviso del peligro cernido ahora tamibién sobre ella, os preguntó.

¿Entonces... habéis venido a buscarle?

Así es... Walter es un hombre mayor, le hubiese encantado venir, es más, estoy convencido que de ser unos cuantos años más joven, estaría aquí con nosotros, buscando a McCurly. Traté de calmarla con una sonrisa.

En las notas de McCurly, se detallan descripciones sobre la selva amazónica peruana al norte de Cuzco. ¿Sabes si allí había algo de interés? ¿Un asentamiento Pawalchi quizás?

Una pregunta muy buena por parte de Richard como para distraer ahora a Emily.

Permanezco mirándola con mi mirada mas tranquilizadora después de todo lo que le hemos contado.

Creo que sí -respondió-: algunos cazatesoros y otros cazafortunas me traen piezas de la selva amazónica para intentar vendérmelas. Los Pawalchi son la tribu con más comunidades próximas a Cuzco.

Me coloco por detrás de Emily como si estuviera curioseando y me quedo mirando a Richard señalando su mochila y a ella.

Espero que entienda que no puedo preguntarle si le enseñamos o no los papeles.

¿Pero qué hace? ¿Marcharse en medio de la conversación con ella? Rápido Rick! Piensa algo
Perdonale. Tiene... Falta de concentración... En la selva perdimos sus pastillas. Nos tocará buscar una botica luego... Así no le podemos dejar. Susurre a Emily tratando de cubrir la extraña reacción de Arthur.
Luego le vi señalarme a mi y a Emily, repitiendo esa acción varias veces. Le pregunté un "qué" con la mirada mientras sonreía tontamente a Emily. Entonces lo entendí: A Emily le gustaba yo y por eso se había ido! Para dejarnos un poco de intimidad! Aunque... Luke no se había dado por enterado y seguía ahí en medio.
Tenía que hacer algo que la terminase de impresionar. Pero... ¿el qué? Y fue cuando recordé Los documentos de McCurly!.
Tengo que enseñarte algo, que te va a dejar impresionada. Y no me refiero a mi cuerpazo. sonreí bromeando mientras abría mi mochila y sacaba los documentos de ella. Aquí los tienes. Los papeles que hace meses dejaste en una taquilla en Pisco. Ahora entenderás nuestras preguntas... la dije mientras la tendía los papeles para que los leyese.

Emily, extrañada por tan empalagosa actitud de Richard hacia ella, tomó la carpeta que un tiempo atrás ella mismo había enviado.  No llegó durante la primera vez a ojearlos (estaban bien guardados), pero esta vez echó rápidamente un vistazo a ellos. Notó en primer lugar que todo estaba escrito a modo de diario o cuaderno de campo, en primera persona. Abrió unas hojas aleatoriamente y se hablaba de la selva al norte de Cuzco y de los incas. Y esa rara palabra escrita en casi todas las hojas: "Mallku".

¿Qué quieren que haga con todo ésto? Me lo han devuelto -dijo ella como reflexionando-. Si están aquí es para buscar a John McCurly. No hay otra explicación... Es como si el propio John predijese todo. -no hizo mucho caso a los documentos (no se iba a poner ahora a leerlos todos)-. Si van a buscarle, yo quiero ir con ustedes -su cara comenzó a entusiasmarse, aunque estaba supeditada a un pequeño reflejo de temor por todo el relato contado por vosotros-. ¿En qué sitios han mirado? -os preguntó-.

Ante la pregunta de Emily repaso lo que se con certeza.

No quiero dar nada por seguro.

– Lo que yo se. Es que el profesor Walter Emerald me advirtió de la desaparición de nuestro compañero de claustro en la Universidad de Boston el también profesor John McCurly. Pidiéndome junto a estos dos caballeros, – indicando a Richard y Luke, – que vinieras en su búsqueda ya que el no se encontraba en condiciones de hacerlo.

Le tiendo mis documentos junto al que me acredita como miembro del profesorado de la Universidad de Boston para que los examine si lo desea.

– Llegamos con su avión privado a Lima y de allí fuimos a Pisco a ver que había en el apartado de correos. De allí vinimos aquí.

Encogiéndome de hombros. – Yo francamente, no puedo decir que conociera a John McCurly, debimos coincidir en algunos actos y reuniones, puede que por algún pasillo limitándonos a saludarnos pero nada personal.

Mirando a los otros dos. – ¿Que relación tienen ellos con John McCurly o el profesor Walter Emerald? – Enarcando las cejas. – Es una cosa que deberían explicar ellos, no me gusta hacer de Sigmund Freud ya que no creo tener ni la milésima parte de su sabiduría para valorar las actitudes de los demás.