Partida Rol por web

RegenZy

Capítulo 1 - El comienzo

Cargando editor
18/12/2012, 13:15
John Connor

Tras la retirada de los hombres, los dos oficiales junto a Connor quedan esperando una respuesta a su pregunta. El Capitán de la recién adjudicada compañía B no se hace esperar. – Caballeros, en primer lugar, terminaré de instalarme tras el viaje. Pero en cuestión de un hora, cabalgaré por los alrededores para planificar la ruta a la que someteré a mis hombres mañana al alba. Esta tarde, comenzaré con las prácticas de tiro. Desde luego, tengo intención de que conozcan su arma a fondo y en vez de comenzar a disparar sin más, realizaremos tareas de montaje y desmontaje y juegos malabares – Seguramente, la expresión de los oficiales tras las últimas palabras haga que necesiten de más explicación. Y así lo pone en práctica. – Sí, me explicaré. Necesito que mis hombres conozcan el peso de su arma, hasta tal punto, que su mente tenga asociado tal peso a su brazo. Para ello, formaré dos hileras y tendrán que pasar los mosquetes con gran habilidad. Si les puede parecer un juego de niños, les aseguro que tras varias horas, terminarán agotados –

En cuanto a la observación del terreno circundante, John propone a Narcisus, - Capitán, me gustaría contar con su opinión para elegir la ruta. Seguro que realiza marchas con su compañía por las inmediaciones. Podría, si tiene a bien y tiempo para mí, acompañarme. Le prometo que no le robaré mucho tiempo. ¿Qué me dice? –

 

 

Cargando editor
18/12/2012, 17:11
Narcisus Strafford

Strafford asintió. Ciertamente, no eran propios de él según qué métodos. Era un hombre sencillo en su actuación, y no se alejaba de las tareas estandarizadas, pero que Connor hiciese lo que considerase mejor. Era su trabajo y su responsabilidad, no la de Narcisus, así que él no se iba a inmiscuir ni quitarle la ilusión a su compañero. Ya vería si sus esfuerzos e ideas daban o no resultado.

- Por supuesto, Capitán, cuente con mi consejo- respondió con la típica frialdad reposada, pues eran palabras relativamente vacuas que podría haber dicho a cualquiera. No estaba mintiendo ni manipulando, sino, sencillamente, creando un buen clima.

Desde luego, Connor se antojaba un hombre ligeramente fuera de la media, pero, ¿quién no lo es? Narcisus no era el más indicado para juzgar nada de aquello, todo fuese dicho, así que ni se le ocurriría hacerlo. Bastante tenía ya el nuevo Capitán con haber llegado ese día y tener que aclimatarse.

Cargando editor
18/12/2012, 18:01
John Connor

- Perfecto, sea pues. Con su permiso Mayor - LLevando su mano enguantada a la sien - Capitán Strafford... - Y le dedica el mismo gesto marcial. - Nos vemos en una hora en la entrada del fuerte con la montura ensillada. Ansío poder conocer el entorno. Además el día tiene una visibilidad magnífica -

Y con el permiso de Cotton y de Narcisus, Connor se aleja con paso firme y decidido para dejar sus pertrechos y meterse en el cubo con agua caliente. Después, estiró su uniforme y se visitió dando la orden de que prepararan su caballo. Si nada lo impedía, Connor estaría esperando en su animal en el lugar indicado. Estirado y con su sable, parecía la imagen de un cuadro. Frente al gran puente, esperaba tal como había quedado con el líder de la compañía A, mientras oteaba el horizonte como si quisiera anticipar el recorrido. No había duda de que Connor disfrutaba de los paseos a caballo.

Notas de juego

No sé la fecha en la que están los personajes. Por la imagen del cuartel me he basado en un día despejado de nubes.

Cargando editor
18/12/2012, 22:10
Georgina Templeton-Sedley

Conocía el personaje histórico pero no entendía como un "renacido" podía servirles de ejemplo

-Por favor señor Templeton, ilústrenos

Lo dijo sinceramente acompañado de una bonita sonrisa. Cualquiera con un mínimo de perspicacia y sensibilidad se habría percatado de la súplica que había en su mirada. Necesitaba algo que le ayudara a esconder bajo la alfombra el dolor de su corazón.

Cargando editor
18/12/2012, 22:55
Evangeline Frederick

Eva sintió auténtica preocupación por lady Marion, pero se abstuvo de preguntar. No quería echar más leña al fuego.

- Sí, por favor, señor Templeton. Deléitenos con la historia.

Cargando editor
19/12/2012, 17:30
Katherine Connor

Kate asintió, no estaba interesada en quedarse pero no iba a incordiar a su padre pidiendo de nuevo permiso para retirarse. Respiró profundo y aguardó pacientemente a que el señor Templeton les contara aquella historia. Al menos era un hombre atento e intentaba calmar los ánimos.

Cargando editor
20/12/2012, 00:54
Narcisus Strafford

Notas de juego

¿Hay permiso para aparecer en el puente o Strafford sufre algún infortunio? Por no dar nada por sentado...

Cargando editor
21/12/2012, 00:34
Director

El lacayo del señor Thompson miró a Augustus cuando habló de comprarle el caballo. Parpadeó, como si no entendiera. ¿Quien quería comprar un caballo muerto? Entonces, se acordó que dijo que era un médico. Había oído hablar de los médicos que compraban cadáveres. Así que pidió por él un par de chelines, suficiente como para pillarse una buena cogorza esa noche en el Inn del viejo Wallace.

-Haga lo que quiera con él, el cadáver no me sirve de nada -dijo, contando las monedas- Pero entiérrenlo luego. Sino los vecinos se quejan al gobernador y el servicio de higiene nos pone una multa.

Ya que había terminado su trabajo con un jugoso sobresueldo, aseguró la pala en las alforjas, montó a caballo y se largó, dejándoles solos ante el cadáver del caballo, que no iba a ir a ningún lado ni parecía tener intención de volver a la vida. Junto a él había un agujero a medio excavar.

Notas de juego

Puedes tomar muestras y demás. Puedes volver a examinar el cuerpo esta vez sin tirar, porque te tomas tu tiempo.

Cargando editor
21/12/2012, 00:50
Director

Notas de juego

No te preocupes, saltamos al día siguiente para que podáis interactuar con más jugadores. Basicamente pides permiso al coronel para sumar tus hombres al desafio de los 4 disparos. Por aquello del pique entre unidades :P. Lo ve bien.

Cargando editor
21/12/2012, 01:06
Narcisus Strafford

Notas de juego

Espero a que actualices entonces, supongo.

Cargando editor
21/12/2012, 01:14
Director

El señor Templeton les ilustró acerca de aquella historia, aunque Georgina se dió cuenta de que la estaba adornando de modo conveniente. Ashoka era uno de los monarcas más poderosos de la India, y uno de los primeros emperadores en gobernar un territorio amplio en el subcotinente. Era un hombre cruel, sanguinario, un guerrero que solo conocía la sangre y la pasión. Pero tras una de sus más grandes victorias, vio lo que había hecho, la muerte y la destrucción. Y tuvo una revelación. Dejó su trono, dejó su imperio y se retiró a la vida contemplativa, buscando la iluminación y la ascención en el camino de Buda, a través de la paz, y viviendo del modo más desapegado a los placeres y comodidades terrenales.

Sea como fuere, la moraleja, que no era otra que trocar la guerra por la paz y el amor les despidió tras la cena. Las hermanas se fueron a dormir, y Georgina se quedó un rato en el balcón hablando con Dilwar antes de irse a la cama. Al día siguiente, el sikh, junto a la señora Cooper, su ama de cría, les acompañaron hasta Colchestershire, a la tienda del sastre que iba a confeccionar sus vestidos para la fiesta.

Cargando editor
21/12/2012, 01:17
Director

En el recorrido del día anterior, Strafford le había enseñado una ruta muy apropiada para las maniobras. Comenzaba con una larga marcha por las marismas, junto al río, muy exigente físicamente y que requería coordinación para avanzar sin atascarse en el barro. Luego, el camino pasaba por el pueblo de Colchestershire, cuyas gentes se alegrarían por la parada militar (aquí podrían practicar pasos de gala y marcha lenta para las revistas). Tras abandonar el pueblo, pasaban por un largo camino que discurría entre un bosquecillo, y tras cruzar un puente llegaban a un prado grande, con un promontorio rocoso que podrían utilizar para las prácticas de tiro. El lugar era liso, despejado y sin granjas ni edificios civiles que pudieran ser dañados por las prácticas de tiro.

A la mañana siguiente, bien temprano, tocaron diana y ordenaron preparar los petates para la marcha. Las compañías A y B se prepararon para la marcha, y el coronel Markington les dió la venia tras una breve revista a los hombres. Los tambores tocaron entonces, y la escuadra de infantería ligera abrió la marcha como exploradores, seguidos por los dos pelotones de granaderos compañía A en avance, formados en columna con sargentos y banderas en el centro. Detrás, la compañía B formada de modo similar.

En las marismas, practicaron despliegues y avances en línea y columna enfrentados a un terreno irregular, así como contramarchas, despliegues simulando a un ataque a la columna y otras evoluciones que fatigaron a los hombres, tal y como habían pensado. Abandonaron la marisma e hicieron un breve descanso, con piquetes de guardia y cocina de campaña para hacer café y desayunos para los hombres. Fue más lento de lo que Connor hubiera deseado, pero recuperó el tiempo con una marcha más presurosa hacia Colchestershire.

Cuando llegaron al pueblo, la población civil les acogió con gran contento, agolpándose para mirar el paso de los soldados. Después de todo, ellos eran la infantería del rey, los defensores de la libertad de Gran Bretaña, los vencedores de Napoleón. Algunos soldados eran de allí, del valle, y de Colchestershire. Sus madres y abuelas salían a los balcones a verles desfilar. Y eso les hizo ponerse más herguidos.

Cargando editor
21/12/2012, 01:29
Director

Las hermanas estaban mirando unas telas cuando Lady Marion llegó para ayudarlas en la selección. No había madrugado tanto como ellas, pero su padre había insistido que la dejaran en paz. La boutique del señor Warren era una tienda singular, ya que vendía género muy fino, con muselinas francesas y encajes de Holanda. El secreto de su éxito era que solo abría en verano, cuando la nobleza estaba allí. El resto del año, la tienda se trasladaba a Suffolk, donde surtía a la nobleza y la clase alta de esta ciudad.

Una niña de apenas ocho años, la pequeña de la familia Edrington (nuevos ricos e industriales de Londres), escuchó los tambores y saltó de la silla donde el ayudante del sastre le estaba tomando las medidas, corriendo hacia el escaparate.

-¡Las langostas*, ahí vienen las langostas!

Corrió, saliendo a la calle que embocaron las compañías de infantería del cercano acantonamiento de Britannia, a unos kilómetros de allí. La gente formó un pasillo para dejar a los soldados pasar, mirándoles con curiosidad. Los primeros en la formación eran los tamborileros, unos muchachos de entre diez y catorce años. Inmediatamente detrás iba el capitán de granaderos, Strafford, que marchaba sobre un bonito caballo purasangre negro. Tras de él, el sargento del primer pelotón y las banderas del regimiento y la Union Jack.

Tras de él, cien granaderos, con sus uniformes rojos y gorros altos de piel de oso. Grandes, musculosos y marciales, provocaron el que algunas mujeres se abanicaran con cierto acaloramiento. Dos pelotones de cincuenta hombres, separados unos pasos, con un teniente, su sargento y la bandera de la compañía en medio. La gente aplaudió.

Aplaudieron más, sin duda, cuando apareció la infantería regular. La compañía B del 84º de infantería, muchos de cuyos muchachos eran de la región del Dedham, e incluso de allí, de Colchestershire. Sus madres, padres y abuelas se acercaron para verles desfilar. A la cabeza, un joven y agraciado desconocido. El capitán Connor, que había tomado el mando el día anterior, iba a pie, ya que daba ejemplo sufriendo la marcha junto a sus hombres. Era un joven de pelo rubio largo, recogido en una coleta bajo el sombrero bicornio. Iba con su sable al hombro, un 1796 de caballería ligera, bruñido de tal manera que refulgió al recibir sobre él los rayos del sol que se colaron entre las nubes. A su mando, y tras de él, 100 hombres de la infantería regular.

Las hermanas Butler se acercaron a mirar el espectáculo, mientras Dilwar se mantuvo en un segundo plano junto a Georgina.

Notas de juego

*Los soldados británicos eran conocidos por varios apodos. El más frecuente era redcoat o casaca roja, aunque también se les llamaba langostas, haciendo referencia igualmente al color de sus uniformes.

Cargando editor
21/12/2012, 09:01
Evangeline Frederick

Tras la escena de la noche anterior, Eva se esforzó por ser cortés y amable tanto con Georgina como con lady Marion, halagando sus elecciones e indicando las sugerencias que creía más apropiadas. Georgina no era muy agraciada, pero toda mujer puede ser hermosa si sabe cómo lucir.

Cuando comenzó el paso de las casacas rojas, Eva observó la escena con curiosidad, pero siempre manteniendo el decoro y el recato. La visión de soldados desfilando era agradable; marciales y disciplinados, y algunos de ellos tan bien plantados en sus uniformes. No obstante, tampoco perdió la cabeza. Pese a lo que Georgina quisiera pensar, Eva no era ninguna estúpida obsesionada con casarse.

Evangeline se percató de la expresión extasiada de Kate al mirar al joven capitán al mando y sonrió con dulzura, divertida. Después deslizó la mirada por el grupo con más cautela. ¿Tendría esto algo que ver con los disturbios de los que hablaba padre el día anterior? Permaneció pensativa mientras los soldados pasaban.

Cargando editor
21/12/2012, 09:22
Narcisus Strafford

Narcisus resopló en su asiento, de una forma poco muda pero no demasiado evidente. Tal y como debía sentirse su montura, estaba él. No le desagradaba desfilar, al contrario. No le desagradaba exhibir. Lo que verdaderamente le molestaba era tener tantos ojos clavados de esa forma. En sí mismas, las miradas no eran agradables por naturaleza, pero ahí había demasiada estupidez, interés y hipocresía escrutando. Cierto es que Strafford no iba falto de ninguna de las tres cualidades, pues el chico no se metió a eso de matar y defender el país por el ser alumno más listo de la clase, y era el primero en callar y hacer según los intereses, pero lo clasificado no quitaba lo quejica. Todo lo que fuese hacer malabares frente a un público devoto le encendía la sangre.

Miró por el rabillo del ojo a Connor, a pie caminando presente. Desde luego, ejemplo daba ejemplo, pero no dejaba de ser una situación incómoda. Al Capitán le daban igual todas aquellas patochadas, a sus ojos, pues para él la disciplina se medía en otros términos. Connor había demostrado ser bastante inusual en su proceder, pero era cosa suya. Aquello era una buena estrategia, pero no dejaba de ser una baja del pie desde el pedestal hasta el suelo llano, y a Strafford le gustaba más el pedestal, no lo vamos a negar. Si le diesen a elegir entre caminar con sus hombres o ir a caballo, elegiría lo segundo. Era una cuestión de narcisismo.

Cargando editor
21/12/2012, 10:50
John Connor

De nuevo la misma sensación. El chapoteo del barro durante la primera zona de la travesía, las respiraciones entrecortadas fruto del esfuerzo. El constante sonido de las numerosas suelas golpeando el terreno firme. Connor encontraba algo mágico en una marcha. Tantas almas unidas bajo un mismo objetivo. Eso era Coordinación. Sus hombres respondían bien, no estaban tan oxidados como en un principio pudiera pensar. De vez en cuando, gritaba alguna que otra palabra de aliento y en otras ocasiones debía exigir mantener la formación, pero en general estaba satisfecho de la maniobra. Por delante, veía sobresalir sobre los mosquetes, la figura a caballo de Narcisus. Si a pié era un hombre de porte, a caballo, era un digno representante de oficial. John no pudo reprimir una sonrisa.

A pesar del esfuerzo, John tenía en mente las prácticas de tiro. No tardarían mucho en alcanzar el lugar, según las explicaciones de Strafford antes de iniciar la marcha. Sabía que sus métodos eran un tanto cuestionables, pero lo importante era conseguir el objetivo. Aún y todo, debían pasar por el pueblo de Colchestershire. Percibía en sus hombres una emoción creciente conforme el emplazamiento se acercaba en el horizonte. Tuvo que reprimir algún que otro comentario sobre las mujeres del lugar.

El sonido de sus pasos cambió al entrar en la vía principal del pueblo y la muchedumbre pareció ensimismarse más aún con el grupo de Connor, sin duda, había muchos parientes. John decidió aprovechar el júbilo para ganarse un poco más el corazón de las gentes. Intentaba hacer ver al ejército no como un grupo de hombres que mataban, sino como hombres que defendían su patria y permitía que los civiles siguieran con su día a día sin temer por las guerras. Por ello, cuando sus hombres alcanzan el punto medio de la vía principal da la orden: - ¡Compañía! ¡Saluden! - La Compañía B al unísono realiza un saludo levantando sus mosquetes. Consigue que las familias reciban el saludo de los suyos sin salirse del protocolo de la marcha.

En ése momento, los ojos de Connor localizaron dos rostros muy hermosos, practicamente idénticos. Pero una de las dos muchachas parecía mirar con algo más de descaro. John se llevó la mano a su bicornio y le respondió con una sonrisa. Después continuó con la marcha, comprendiendo el comentario de sus hombres antes de entrar a Colchestershire.

Cargando editor
21/12/2012, 12:19
Evangeline Frederick

Eva sonrió cuando vio al joven capitán fijarse en su hermana. La jovial y efervescente Kate sin duda encontraría divertido y halagador ser el objeto de las atenciones del casaca roja. Eva, por su parte, no se sentía particularmente inclinada al coqueteo per se: su intención en el próximo baile era encontrar el objetivamente mejor partido como prometido. Y eso estaba relacionado con el nivel de vida que el potencial prometido pudiera proporcionarle y su clase social, no con una sonrisa bonita o con lo gallardamente que le ajustara el uniforme.

Entornó los ojos al paso de los oficiales a caballo. Esos malditos animales -los equinos, no los oficiales- con los que su hermana se manejaba razonablemente bien, eran para ella unos bichos despreciables. No les temía -por favor, eran herbívoros-, pero detestaba cabalgar. Nudos de músculos moviéndose arriba y abajo, completamente incómodos. Sobre uno de ellos, un oficial resopla sutilmente... parece fastidiado. Eso sorprendió a Evangeline. Tiene buen porte y se le suponen unos excelentes modales -no deja de ser un oficial-, así que algo ha de haber que realmente le incomode. Una vez más, la mente de Eva vuela a las noticias del periódico. Los disturbios. Se estremece, deseando que no se extiendan. ¿Tendrán estos soldados algo que ver con ese asunto? ¿Serán los precusores de malas nuevas? Frunce la boca en una expresión preocupada que contrasta con la sonrisa jovial  de su hermana. Lo malo de ser la gemela introspectiva es que piensas demasiado, y eso no es correcto en una dama.

La compañía saluda bajo la orden de su capitán... una orden populista y útil, pues la gente a su alrededor sonríe satisfecha. El joven casaca roja es listo, piensa Eva.

Cargando editor
21/12/2012, 16:22
Georgina Templeton-Sedley

Georgina era muy disciplinada cuando se le imponía una tarea, desde pequeña sabía que solo así podía obtenerse de los demás la confianza necesaria para que la dejaran moverse de forma medianamente libre.

De modo que se entregó concienzudamente a la tarea de buscar inspiración para su vestido y ensayar agradables ademanes. Había estado ojeando grabados de moda, observando como vestían las mujeres más populares y respetadas, encontrando los más oriental y atrevido, lo más elegante, lo que mejor le podía sentar...
Acudió con su madre y hermanastras armada de unos cuantos dibujos y retales lujosos que había traído consigo desde la India. Cuando los extendió sobre el mostrador el tendero quedó admirado, no eran telas brocadas o bordadas, pero la sola calidad del tejido y el tinte eran algo espectácular, particularmente hermoso era el tafetán azafrán dorado que quería para el sobrevestido.

-Creo que los tejidos lisos serán lo mejor, ya que llevaré turbante y plumas. El exceso de profusión puede ir en detrimento de la espectacularidad, y esa noche quiero brillar como el sol de la India ¿No cree?

Elegancia, discreción y exotismo, eso quería para sí. Estaba haciendo gala de sus mas exquisitos modales, lugares como esa tienda y portavoces como ese pavoneante tendero eran la mejor publicidad previa que podía obtener.
Empezaron a sonar los tambores y las langostas desfilaron entre los vítores del público. Todos corrieron a su encuentro excepto ella que miró a través de la cristalera desde su posición. Había oído de los disturbios y ver a tanto militar allí... la hizo sentir un desagradable escalofrío "Algo no va bien".

Intentando no torcer el gesto y procurar seguir con la charada siguió mirando el catálogo de muselinas.

Cargando editor
26/12/2012, 00:26
Director

Pero los soldados pasaron de largo. Tan solo parecía un desfile militar, y muchos de los habitantes volvieron a sus quehaceres. Solo unos cuantos ociosos decidieron seguirles un trecho, curiosos. Lady Marion volvió a atender al tema principal del día: sus vestidos, cuando la viuda de lord Mulldon regresó a la tienda. Esa señora era una maestra en el arte del chafardeo y la información.

-Unas prácticas de tiro, o eso parece. Han decidido pasar por el pueblo a saludar. Esos oficiales tan apuestos... sobretodo el señor Strafford, muy buen mozo, algo hosco, dicen. De buena familia, por lo demás, y estuvo en España. El otro capitán es más joven, el tal Connor, pero estuvo en Waterloo. Dicen que llegó hace poco.

Luego se acercó a examinar los vestidos que estaba cotejando Georgina y sonrió.

-El último es una auténtica coquetería, mi niña. ¿No te parece, Marion?

Cargando editor
26/12/2012, 00:39
Lady Marion Butler

Su madre aún seguía seria por su conversación de anoche, y se notaba. Se estaba mostrando más cariñosa con las Butler que con su propia hija. No obstante, regaló a todas con sus opiniones, que reflejaban a partes iguales desilusión y un talante hosco.

-Sin duda. Aunque tampoco escojáis algo demasiado atrevido, que pueda atraer a hombres como esos. Soldados... solo Dios sabe que están acostumbrados a emborracharse, frecuentar mujeres de la vida y matar. La esposa de un soldado, aunque sea oficial, siempre es pobre, está sola y termina burlada cada vez que su marido da un paso fuera del hogar. Eso sin contar la frecuencia con la que los soldados se mueren, sobretodo en la guerra, y luego el gobierno paga pensiones míseras a sus viudas.