Christian miró por el rabillo del ojo a Jareth. Esperaba que el conejo se hubiera sentido ofendido por el modo brusco del Rey de los Goblings.
- Sentimos molestarle, pero quisiéramos saber si nos podría dejar su bellota. Puede parecer un poco estúpido, pero la necesitamos...
Intentó dar a sus frases el tono más educado posible. No se fiaba de ese mundo, y menos de un conejo con dientes afilados.
El conejo miró a todos, especialmente a Christian; movió sus bigotes pensativamente. Tomó la bellota entre sus patitas y, mirando nuevamente a los tres personajes con los cuales podía hablar, a diferencia de las otras personas que nunca le escuchaban, dijo:
-Bien. En el parque hay un hombre que vende nueces calientes. Siempre paso por ahí pero nunca puedo robarle ninguna. Es muy, muy molesto.
El conejo mostró la bellota entre sus patitas y dijo:
-Quiero una bolsa de las nueces calientes a cambio de la bellota.
Sus ojitos los miran seriamente y pregunta:
-¿Hay trato?
El conejo se refiere a maníes pero él no lo sabe y le gustan igual.
Enarqué las cejas “menuda manera de tratar a un bichejo, ni que se tratara de un noble…” pero esta vez no dije nada, al menos entendía lo que decía el pequeño peludo de dientes largos.
Dejé que Chiristian se encargase de cerrar el trato, ¿necesitaremos ya de esas estampillas de plástico para comprar? Miré también de reojo a Juliette por si ella tenía algo que decir al respecto, al fin y al cabo era su mundo.
-Creo que es momento de ir allá a por unos manís.
Dijo mirando al conejo con cierto desagrado, era raro ver a un animal hablar, aún cuando ya había visto demasiadas cosas raras.
-Tengo algunas monedas, servirán.
Se metió la mano en el bolsillo de la chaqueta buscando las monedas.
- Entonces se los conseguiremos- dijo Christian.
- Al menos, degradarse ante ese ser peludo ha servido de algo- pensó.- Creía que iba a tener que hacer algo junto a Jareth o algo así. Estaba acostumbrado a mandar y ordenar, no ha ser servicial.
- Vayamos a por esas nueces.
Master, tengo las monedas para el manicero?
Sí, tienes monedas de sobra, tranquila. Mañana os pongo la respuesta =)
Bien, esto marchaba, un poco lento, pero que le íbamos a hacer…
- Vamos a por esas nueces, pero… tendremos que buscar a ese hombre… bueno, tenemos el mapa, recorramos todo el parque… - resoplé pues parecía tedioso
Menos mal que Juliette tenía monedas, parece ser que no sólo servía el plástico para pagar.
Después de dar un par de vueltas encuentran a un carrito atendido por un peculiar señor. En medio de caramelos, barras de chocolate y demás cosillas que el hombre ofrece, hay unas bolsitas en forma de pico, terminadas de esa forma, que contienen maní caliente azucarado. El hombre está ofreciendo sus servicios con esmero.
- Maaniiiceee, maniiicee, caramelooos, chocolaaates, barras de cereeeaaaal, maniceeeee para su niñooo. Compren baraaatoo...
Cuando los tres jóvenes se acercan, el hombre pregunta.
-¿Quieren comprar algo para endulzá el corazó de la seorita??
Fruncí el ceño acercándome al señor, sentía gran curiosidad ¿Manice? ¿Qué es manice? Lo que si que noté es que olía muy bien todo aquello.
La pregunta si la entendí y me ruboricé un poco, quizás Juliette no me caía tan mal como podía parecer pero si quería endulzar el corazón de alguien era el de Sarah, di un paso atrás dando los honores a Juliette dando por sentado que ella sabía que era lo que tenía que comprar.
-Hola...-Juliette sonrió al hombre.-Queremos maní, creo que con uno para cada uno estará bien... Y no, no creo que nadie quiera endulzar mi corazón.
Sacó las monedas y le preguntó cuánto era, así podrían pagar e irse.
- 3 dólares seorita el paquete - contesta el manicero y Juliette paga y se retira con las bolsitas. Pronto se hallan nuevamente delante del conejo blanco que está masticando otra bellota distinta.
-¿Y bien? -pregunta parándose sobre sus patas traseras -¿mis nueces??
Por el camino de vuelta probé ese alimento tan extraño que olía tan bien, la verdad es que no estaba nada mal, uno se podría acostumbrar a comer muchas de estas…
Llegamos a donde el conejo y pese a que tenía algo de hambre me presté a ser yo el que le diese al conejo su recompensa, me acerqué despacio para no espantarlo y deposité mi cucurucho de papel en el suelo – Aquí tienes – ahora esperé a ver si el conejo cumplía su parte del trato
Espero a ver qué dice el conejo^^
El conejo se acerca con suma rapidez. Toma uno de los conitos. Lo huele, lo abre con una patita y muerde uno de los maníes. Se para sobre sus patas nuevamente. Se pone de nuevo sobre las cuatro toma otro y hace lo mismo. Degusta el mani, y lo come con mucho cuidado. Finalmente, después del segundo maní y con todo el conito para su deguste, dice:
-Hecho, habéis cumplido y yo soy un conejo de palabra.
Dicho esto se acerca a Jareth y le entrega la bellota que es, en realidad, una canica amarronada. Luego se retira con su conito por uno de los árboles del parque.
Observo al conejo que ya me resulta gracioso, y mientras pensaba que con este animal se podría hacer un buen guiso, hablo y me entregó la canica.
- Gracias, y buen provecho…
Me giré de nuevo a mis compañeros - ¿Las echamos de una en una o nos esperamos a tenerlas todas? Prefiero echarlas todas por si hay algún listo que se nos adelanta ¿Qué opináis? – ruedo la canica en mis dedos y me la guardo en el bolsillo mas seguro de todos asegurándome que no tiene agujeros y que no se me va a caer
- Me has leído el pensamiento... - dijo, molesto Christian. No le gustaba que nadie se le adelantara, y menos Jareth.- La verdad es que no sé qué podríamos. Tampoco sabemos si se pueden echar de una en una, o tiene que ser todas de golpe. O si se puden romper con facilidad. O si nos las pueden robar una vez dentro de la fuente. O...
Se detuvo. Estaba diciendo más inconvenientes que soluciones. Debía pensar rápidamente, su padre era capaz de hacer cualquier cosa. Cuando pensó en ello, se acordó de Sarah, y sintió una punzada en la boca del estómago. Tenían que actuar con rapidez.
- Si queréis, podemos repartirnos las canicas que encontremos. Necesitamos todas para pasar, así que nadie se podría escapar- dijo mirando a su compañero.
Aunque las palabras de Christian me parecían correctas no me acababa de gustar su tono – Si, pues volveremos a la fuente cuando las tengamos todas – miré a Juliette por si tenía cualquier inconveniente
- Oye, cuando dije lo de listo no lo decía por ninguno de nosotros, y no me gusta lo que dices, no sé quien quiere escapar a ningún sitio, pero ten, no hace falta que me insultes de ese modo – cogí la canica de mi bolsillo y se la dí ¿Por quien me ha tomado? Sin duda me había ofendido
- No, si es sólo por si os parece bien. No sé si sois desconfiados o no- no sabía por qué el Rey de los Goblings se enfadaba, si era a él a quien le había pisado el razonamiento.
- Ahora mismo, sería la hora de dar un paseo por los jardines de la fortaleza- pensó con tristeza.- ¿Quién me mandaría meterme en estos líos? Con lo bien que estaba yo en casita, sin tener que soportar a nadie.
Juliette observaba a ambos hombres discutir por unas canicas y era como si estuviera en una película de ciencia ficción. Ambos eran hombres adultos y se comportaban como niños, casi sintió ganas de largarse, finalmente ella estaba en su mundo o al menos eso creía.
Van a volverme loca, ambos...
Los miraba fijamente, a decir verdad, un poco bastante iracunda porque la estaban sacando de sus casillas. Les faltaba conseguir muchas canicas como para ponerse a discutir por una que ni siquiera les servía para sola.
-¡Basta ustedes dos! Lleven las canicas como sea, yo no desconfío de ninguno, ni confío en ninguno porque evidentemente lo único que les importa es salvar a Sarah y pasarán por encima de cualquiera para conseguirlo... Incluso de mí. Así que ¿por qué demonios no se callan, cogen las canicas conforme las vayamos encontrando y dejan de pelear para centrar sus fuerzas en encontrar a la mujer que...?
Se quedó callada de pronto, se sintió mucho más molesta que nunca y decidió que ella no tenía por qué soportar aquello.
-Escuchen, si quieren mi ayuda díganmelo ahora mismo y compórtense como dos hombres adultos y si no la requieren y se quieren matar antes de tener todas las canicas, avísenme que yo me largo en este preciso momento...