Partida Rol por web

Primero los miembros de este grupo tan disparejo fueron a la zona neutral y de allí, entrando por la puerta negra, pasaron al enorme lugar conocido como Central Park, en New York.

Excepto Juliette, los demás cambiaron su apariencia física y ropas, y hasta corte de pelo.

Ahora estaban en la entrada del parque. Era un lugar enorme, lleno de verde y muchas personas paseando. Había un policía en su puesto vigilando que todo estuviera en orden. Además, un cartel advertía a los transeúntes que no debían aventurarse a sus caminos, los cuales eran numerosos sin guía o un mapa, ya que era muy fácil perderse en sus 4000 por 8000 metros de extensión.

De nuevo estaba en este lugar tan lleno de gente, esto me recordaba a un hormiguero y esas torres… a mi no me parecían nada seguras, algo tan alto seguro que corría el riesgo de caerse.

Pero en esta ocasión ante mi se abría una gran extensión verde, árboles, lagunas, todo esto me parecía más normal, más natural.

Había un hombre que vestía diferente, sabía reconocer un uniforme aunque no sabía que función tenía ese hombre esperé a que Juliette nos indicara que hacer.

La luz del sol llegó, cálida, al rostro de Christian. Ante él había una gran jardín, lleno de gente. Jamás había visto a tantas personas juntas. Las había de toda clase, hasta con el color de piel distinto. Las vestiduras eran extrañas y exóticas. Incluso algunas iban sobre unos aparatos que nunca había visto.

Al darse la vuelta, vio los altos edificios de cristal, relucientes como diamantes. Nunca pensó que se pudieran contruir casa tan altas. Hasta el aire olía distinto.

Entre el murmullo de la numerosa gente, la altura de los edificios y el ruido que parecía salir de las casas, se sintió mareado. Fue como pudo a un banco de madera cercano y se sentó, tapándose la cara con las manos.

Juliette se sintió casi reconfortada aunque no del todo en casa, al volver y ver los paisajes que ahora le eran familiares o por lo menos, mucho más que a ellos y en ese momento giró el rostro para ver a Christian sentarse en el banco de madera; de inmediato se acercó a él, se puso en cuclillas frente a él y lo miró tomando sus dos manos entre las suyas con un movimiento un tanto brusco.

-¿Está bien? No va a pasarte nada, ni a ti, ni a nadie que haya venido con nosotros...-levantó el rostro para mirar a Jareth.-Voy a cuidarlos y puede ser que el aire de la ciudad le siente mal, sólo tiene que respirar tranquilamente y pronto se sentirá mejor, ¿ok?

Lo miraba inquisitiva para saber si podría tranquilizarlo, después de todo debían dirigirse a un punto en especial, aquello sólo era el comienzo.

Christian parecía que se encontraba mal, fue a sentarse en un banco, y la amiga de Sarah fue a socorrerle – Démosle unos segundos, se le pasará, yo también me mareé la primera vez que vine…

Quedé a un par de pasos de ellos, había tantas cosas que ver… de nuevo me fijé en esos carruajes con ruedas ¿Cómo sabrán por donde tienen que ir sin chocar?

- ¿Tienes algo para abanicarlo? – dije volviendo a prestar atención a Christian y a la chica

Parecía que el mareo momentáneo se le iba pasando. Debía ser por esos edificios tan altos, o por la gran cantidad de personas en ese jardín tan grande.

- Muchas... gracias. Parece que se me pasa- dijo.

Además, no tenían tiempo que perder. Sarah estaba retenida por su padre, y seguro que no lo estaba pasando bien. Se levantó con cuidado, intentando ni volverse a marear.

- Creo que se me terminará pasando al caminar... Y tampoco podemos perder mucho tiempo...

-Bien, entonces vamos.

Se apartó de Christian y empezó a andar, ya tenían rumbo, les indicó que no se alejaran de ella y si hacían eso, no tendrían ningún problema. Juliette estaba pensativa, su cabeza no podía parar ni un solo instante.

Se comienzan a adentrar en el parque guiados por Juliette. Las gentes pasan de largo, algunos niños miran hacia vosotros pero en general nadie os molesta.

De tanto en tanto se escucha el trinar de los pájaros y algún roedor sale de la espesura con un precioso botín entre sus patas (más que nada algún caramelo que ha robado a un turista).

Siguen caminando hasta que parece que hay menos gente por donde pasan.

En eso se vé una carroza, esas para pasear, tirada por dos hermosos caballos negros.

A Christian se le pasó el mareo, uno tarda a acostumbrarse a tanta gente yo estaba comenzando a marearme de nuevo cuando me di cuenta que trataba de mirarlo todo sin parar, intenté fijar mi vista en pocas cosas y al adentrarnos en esta arboleda fue mucho mejor, pues no había tanta gente y estar rodeado de naturaleza siempre se agradece.

Era una suerte tener a la amiga de Sarah, por cierto… - Amiga de Sarah, ¿Cómo te llamas? ¿Y qué…? – no quería parecer impertinente pero no encontraba una razón - ¿Cómo llegaste al palacio de Christian?

Levanté una ceja al ver la carroza y me detuve – Vaya ¿También tenéis de estas en el mundo real? – me acerqué a los caballos para acariciarles el lomo, sonreí pues me agradaban esas hermosas criaturas

-Mi nombre es Juliette, señor... Y ni yo misma sé cómo llegué a su mundo...

Ella lo observaba al acariciar los caballos, no es que le molestara pero no tenían tiempo que perder.

-Si, también tenemos de esos aquí pero por favor, no se distraigan, tenemos que encontrar a Sarah y todos volver a nuestras cosas.

Especialmente ella quería volver a sus cosas, tranquilizarse y además, ahora que estaba en su mundo como ellos lo llamaban, no estaba muy convencida de creer aquello que le habían dicho cuando llegó al lado de Christian.

Parece que el mareo se le iba diluyendo poco a poco, sobre todo cuando empezaron a caminar por aquella zona más solitaria.

Christian iba mirando todo con aprensión. No se fiaba de su padre, y sabía que había enviado algo o a alguien para seguirles el paso. Cada murmullo del viento, cada hoja que caía, cada ardilla que pasaba, podía ser una trampa o un espía. Por eso, cuando vio la calesa, no se sentía seguro, sobre todo cuando Jareth quiso acariciar a los caballos.

- Creo que es mejor seguir, como ha dicho Juliette- intentó no aparentar miedo o nerviosismo en su voz- Cuanto menos tardemos en llegar, mejor.

No era su intención crear alarma, pero era mejor no entretenerse mucho.

Mientras las aves pían sobre los árboles, Jareth acaricia a los caballos que tranquilamente lo dejan hacer. Juliette se acerca a la carroza y Christian sospecha que puede haber algo raro así que pide que sigan camino. La chica también se detiene y cree que es mejor seguir camino, entonces desde el interior de la misma vé una sombra moverse. Como si un ocupante estuviera en la carroza pero dicho ocupante estuviera formado de niebla oscura solamente.

El cochero de la carroza aparece desde los arbustos y, mirando a los jóvenes, sonríe con un gesto de cabeza. Tiene un helado en su mano derecha, seguramente venía de haberlo comprado.

Juliette no percibe nada malo en el cochero pero la carroza... algo definitivamente maligno está allí adentro.

¿Y los está observando?

Juliette negó con la cabeza, aquello no podía estar bien.

-Hay alguien allí dentro, alguien que nos... Será mejor que nos alejemos, señores.

Hermosos caballos, lo iba a entretenerme mucho, pero no sabía que les pasaba a los demás ¿No tenían curiosidad?

A las palabras de Christian ya estaba dispuesto de reemprender de nuevo el camino, era verdad, no había tiempo que perder.

Las palabras de Juliette me causaron aún más curiosidad  ¿Quién habría dentro? “Alguien nos” ¿qué significa “alguien nos”? Aunque percibí cierto temor en su mirada, me acerqué de nuevo a mis compañeros alejandome un poco de la carroza, mirando concretamente el interior de la carroza. - ¿Eres vergonzosa Juliette? ¿Qué ocurre si hay alguien dentro?

- Hay algo... raro dentro- dijo Chris.

No se veía muy bien, pero dentro de la carroza algo se agitaba como un torbellino.

- Mejor no nos acercamos mucho. Lo mejor es seguir hasta el "meseo" ése y encontrar el portal- comentó señalando con disimulo la carroza.

-¿Vergonzosa? ¿Qué quiere decir eso exactamente?

Juliette sujeta a ambos hombres de los brazos e intenta apartarlos del carruaje. No piensa mucho en lo que le acaba de preguntar Jared porque siente que no tiene mucho sentido.

-Yo sólo sé que deberíamos irnos...

Juliette finalmente convence a sus dos atípicos acompañantes a que salgan de las cercanías de la carroza. Con pasos ligeros, todos se alejan de allí.

A medida que se adentran más y más en el parque, parece haber menos personas.

También se ha levantado una ventisca.

Se vé un manojo de globos volando por el cielo que seguramente se le han escapado a algún vendedor. Un conejo, además, los mira desde una intersección de caminos.

Hay dos caminos que van a la derecha y un tercero a la izquierda. El conejo se halla, comiendo una bellota, en el primer camino de la izquierda.

Fruncí el ceño extrañado no entendía a que veía tanta aprensión hacia el carruaje, pero tenían razón en que no había tiempo que perder – Si, vámonos…

Dejé que Juliette tirase de mí y fruncí de nuevo el ceño - ¿Tampoco me entiende como hablo? Estos del mundo real son tan raros…

- Pues… quería decir si te avergonzaba que te viese el hombre que hay del carruaje… no creo que le importara que acariciásemos sus caballos…

- ¿Y ahora me habría entendido? – Si, si, acabamos de empezar, intentaré no distraerme – le aseguré

Cuando llegamos a aquella intersección… - Christian… ¿Te dio un mapa alguno de los tuyos? – El conejo estaba en el camino de la izquierda ¿Querría decir algo eso? En mi mundo casi seguro que tenía algún significado aunque fuera el de despistar, pero aquí… a saber

- Sí, me dio uno- comentó intentando cambiar de tema.

Metió la mano en uno de los bolsillo de su camisa y sacó un trozo de pergamino doblado. Lo desplegó con cuidado y empezó a mirarlo.

- ¡Maldición!- gritó con los ojos muy abierto.-  Está lleno de cruces... ¿cómo querrá saber éste dónde tenemos que ir si está lleno de cruces por todos lados?

Contempló atónito el mapa y añadió:

- Creo que tendremos que preguntar dónde está el "meseo"... Y esperar que haya alguien aquí que conozca tal lugar.