Partida Rol por web

 Observó a la pareja en silencio, luego notó que no eran los más felices cuando volvieron y finalmente, escuchó todo el plan que tenían. Se sintió desplazada, porque podía notar que allí sólo una de las dos mujeres importaban pero se dijo que quizás era lo mejor y que era momento de terminar con su incursión en aquel mundo.

-Bueno, supongo que alguno de ustedes sabe cómo puedo volver a mi mundo.

Juliette esbozó una sonrisa intentando hacer creer a todos que estaba bien, miró a Sarah y no tuvo más que hacer que desearle buena suerte.

-Espero que consigan la paz de ... Bueno, lo que sea. Y que el padre de Christian no se los ponga muy difícil, dicho esto, creo que todos ustedes juntos no me necesitan.

- Me imagino que no, pero no podemos rendirnos. Al menos tenemos que intentarlo y creo que juntos podremos hacerlo - . Esta vez la sonrisa de Sarah iluminó su rostro. Siempre había tenido fe en sus amigos. se enfrentó a los peligros del Laberinto y gracias a Hoogle, Sir Didymus y Ludo había conseguido salvar a su hermano. Los recuerdos hicieron que volviera por un fugaz momento la mirada a Jareth. De verdad, estaba tan cambiado...

Se volvió al escuchar a Juliette. Su sonrisa rápidamente desapareció de su rostro para ser sustituida por una mueca triste. - No, no digas eso... Claro que te necesitamos. Has corrido muchos peligros para poder venir a buscarme. Podías haberte negado y haberte quedado tranquila en Nueva York. Pero no, decidiste acompañarles y venir aquí, un mundo que era diferente a la vez que peligroso. ¿Y ahora dices que no te necesitamos? - Una lágrima empezó a asomar en el ojo de Sarah mientras se acercaba a su amiga y la tomaba de la mano. - Yo... Yo te necesito... - Le dijo con ternura, hablándole con el corazón.

Bueno, no quedaba otra que hacerse el ánimo al menos por el momento y comportarme como lo que era.

- ¿Ayudar el Rey oscuro? – fruncí el ceño sin fiarme del todo, aunque aquello del corazón tenía cierto sentido. Sara me miró y contuve la respiración sin darme cuenta.

Aún resonaban sus palabras en mi mente y mis propios pensamientos me atormentaban, no, no debía entrometerme en su felicidad, ella era lo que más amaba.

Luego Juliette hizo otra de las suyas, ya sabía que si no deteníamos al rey oscuro no habría mundos a los que volver, pero no quería darse cuenta, también podría ponerme yo en ese plan, seguro que tenía más motivos que ella.

Sarah se adelanto y trató de animarla, parecía saber como hacerlo y de nuevo tuve que apartar mi mirada de ella.

 Las palabras de su amiga, la conmovieron, aunque por dentro se decía que no cediera. Realmente no sabía si estaba allí por Sarah o porqué y las lágrimas eran algo difícil de manejar. La abrazó fuerte y contuvo la respiración.

-Shhh, no llores. Te aseguro que estarías bien sin mí, tienes amigos que harían cualquier cosa por ti pero...

Sintió una punzada en el pecho y supo que estaba a punto de hacer justamente lo que no quería.

-Estaré allí si te sirve.

Como una pesada loza, la rubia finalmente, decidió cargar con aquello y terminar la aventura hasta donde le llevara. Aunque claramente no tenía muy seguras sus razones para haber aceptado aquello. 

Sarah fue consciente de como Jareth rehuía su mirada. No le culpaba por ello, pero sintió un pequeño pinchazo en su corazón. 

Aunque en aquel momento lo importante era Juliette. Cuando ésta la abrazó apoyó la cabeza en su hombro y cerró los ojos con un suspiro. Una sonrisa había asomado a sus labios cuando dijo que sí, que se quedaba. Al apartarse la miró a los ojos - Gracias... - Le dijo en un susurro. No sabía por qué, pero era consciente de que sí que la necesitaba. Era su amiga, la única de su mundo que tenía allí. 

Se giró para responder a las palabras que Jareth había dicho. - Tenemos que acabar con su tiranía. Y la única forma es encontrar su corazón que se halla en una cueva de tonos azules. Allí lo dejó una mujer malvada hace mucho tiempo. Una vez allí tendré que clavar esta daga en él y de esta forma se salvará - . Dijo mostrando el arma que había guardado con tanto cuidado. Eran sus amigos y tenían que saber a qué se iban a enfrentar. - Tenemos que tener cuidado con los espectros de este bosque - . Retomó lo que estaba diciendo al recordar ese pequeño detalle. - La bruja nos dijo que pueden coger formas de familiares y confundirnos... - Terminó diciendo mirando al príncipe. Él seguro que sabía de qué estaba hablando. - ¿Sabéis donde podemos encontrar esa cueva? - Le preguntó con una extraña timidez en su voz. Al fin y al cabo estaban hablando de su padre.

Christian se acercó a Juliette y le dijo:

- Gracias por quedarse... esto... no sería lo-lo mismo sin usted- estaba confundido y no sabía muy bien qué decir. Se estaba debatiendo entre ella y la inalcanzable Sarah, y no sabía muy bien qué quería. O mejor dicho a quién quería. Pero de lo que estaba seguro es que no quería que Juleitte se fuera.

- Cr-creo que llamaré a mi sabio. Qui-quizá él sepa al... algo.

Bueno, parecía ser que Juliette se animaba, suspiré, saqué tres de mis bolas de cristal pero esta vez no para mirar a través de ellas como tantas veces había echo, sino simplemente para jugar dándoles vueltas, un gesto ya inconsciente, mirarlas era una manera de auto hipnotizarme ¿Y que iba a hacer yo? Calla, no pienses.

Al menos conseguí prestar atención a algo de sus explicaciones, antes de que pudiera responder un tartamudeante Christian decidió hablar con su sabio – Buena idea Christian – tampoco tenía ganas de decir mucho más, saqué una cuarta bola y la puse sobre las tres sin dejar de hacerlas girar, mientras lo hacía sentía que poco a poco iba reuniendo fuerzas anímicas ¿O era sólo un espejismo?

 Escuchó atentamente lo que Sarah tenía para decir, la verdad es que aquello era mucho más grave de lo que podía imaginarse. Antes era sólo buscar a una amiga, ahora era, matar a alguien y ese alguien, si ella no se equivocaba, era el padre de Christian. Frunció el ceño y se volvió a mirarlo cuando le dio las gracias por haberse quedado y negó suavemente. No tenía mucho sentido que lo hiciera, pero en aquel momento muy pocas cosas tenían sentido, miró al príncipe con una de sus cejas levantadas y volvió a negar, tenía que preguntar, no podía evitarlo.

-No hay nada que agradecer...-dijo en un murmuro a Christian y se acercó un poco más al centro.-Un minuto, hay algo que no entiendo, ¿ese rey, es el padre de Christian? ¿Y él vendrá con nosotros a matar el... Bueno, a apuñalar el corazón de su padre?

Era muy duro decirlo así, veía a Jareth distraído con sus bolas y se lo explicaba porque quizás el rey también estaba cansado y ahora sólo quería irse a uno de sus mundos, ella no se lo reprochaba, es más, si pudiera haría lo mismo. Apartó la vista del hechizante acto de malabarismo y volvió a mirar a Sarah y luego a Christian.

-Perdonen que no lo entienda pero yo...

Un sentimiento maligno, algo que ella no podía controlar, a veces se hacía presente en forma de malestar o de palabras para molestar a los demás y ella no quería que eso sucediera en ese momento que parecía que habían tranquilizado un poco las cosas. Se mordió el labio, miró al príncipe y puso una mano en el hombro de éste, apretando sutilmente, sintiendo que había cosas que se le estaban escapando de las manos, como su preocupación por él.

-Después de todo, ustedes saben más de esto-esbozó una sonrisa.

Mientras conversaban de ello fueron caminando. El sendero seguía adentrándose en el bosque y alejándose de la casa. Lady Luthien se atrevió a interrumpir a Sarah, aunque la veía muy metida en sus explicaciones, para acotar:

-Señora, aquí hay tres bifurcaciones. Una va a la derecha, una a la izquierda y otra es hacia adelante. 

La elfa se agachó y tomó una flor, similar a una violeta, que se encontraba al comienzo del camino que iba a la derecha.

-Diptomanis Díquea. Es una flor venenosa, mi señora. Recomiendo evitar este camino, pero sobre los otros dos... no sé cuál será el correcto.

Hoggle preguntó:

-¿No deberíamos tener un mapa? Quizás deberíamos volver y hablar con esos locos mellizos.

Luthien no digo nada, miró a los presentes y esperó opiniones. Didymus seguía atento, sobre su montura, Ambrosius, que temblaba como de costumbre, ante el más mínimo ruido.

Comencé a retirar bolas de cristal, ya me había abstraído un poco, lo del corazón, yo no lo interpreté como algo literal, sino como una manera de volverlo menos malvado, al fin y al cabo Sarah había dicho que era para ayudarle, no creo que esa ayuda fuera matarlo tal cual, de todos modos no estaba seguro, supuse que Sarah diría.

Ya con todas las bolas guardadas escuché lo que digo la Elfa y Hoggle que aún no me había dado cuenta que estaba aquí.

Levanté los hombros – Como queráis, no se cual es el camino correcto

Sarah intentó tranquilizar a Juliette. La bruja le había dicho que era la forma de salvar al rey, y si se hablaba en una leyenda no creía que eso pusiera fin a su vida. 

- No... No te preocupes. El corazón ahora está oscuro, y de esta forma volverá a ser el que fue en otros tiempos - . O eso había entendido cuando habló con Grarl.

Se detuvo y tras mirar los tres caminos se volvió hacia sus compañeros. - Si no sabemos cuál es el camino tendremos que ir a buscar ese mapa - . Suspiró desanimada, al unirse con sus amigos había esperado que todo eso fuera más sencillo. - Aunque si la cueva está cerca del castillo, será el camino que nos acerque más - . Miró al príncipe con la esperanza de que él supiera hacia dónde tenían que encaminarse. 

Durante todo ese rato había evitado deliberadamente cruzar su mirada con la de Jareth. No soportaba ver la tristeza reflejada en sus ojos. Temía haber tomado una decisión errónea y haberlo estropeado todo...

- Sí, creo que será lo mejor para todos- dijo a Juliette. Ya hacía mucho tiempo que sabía que este momento llegaría tarde o temprano.

Siguió cerca de Juliette, escuchando lo que decía Sarah.

- Así que no habrá que matarle... No sé si será lo acertado, mi padre es muy astuto y no sé si eso supondrá algún cambio- pensó.

Giró bruscamente su cara, no podía soportar la mirada de Sarah sobre sus ojos.

-Si hay un mapa, yo creo que lo más sencilllo es conseguirlo, ¿no?- aunque, nada más decirlo, se imaginó que eso collevaría, seguramente, más problemas.

Sarah explicó lo que más o menos había entendido, que no consistía en matar al padre de Christian de forma literal, todo cobraba sentido si erradicábamos el mal de su padre se terminarían las preocupaciones, al menos en teoría.

- Si, llevadnos a donde esté ese mapa – Poco a poco recobraba la lucidez, ya no temía mirar a los ojos a Sarah ni volver a enfrentarme a lo que hiciese falta, bueno, esto último, la valentía no había desaparecido en ningún momento.

- Sí, además parece ser que es un mapa extraño. Creí que sería más fácil hallar la cueva y no quise acercarme a esos dos hombres por si eran esbirros del rey oscuro - . Dijo Sarah bajando la mirada algo avergonzada. Si el mapa ya estuviera en su poder, no tendrían que perder el tiempo en volver sobre sus pasos.

- Entonces vayamos - . Dijo dando un suspiro y girándose volvió a caminar sobre sus pasos, desandando el camino ya realizado. 

Finalmente todos se pusieron de acuerdo, o casi todos, en que lo mejor sería hacerse con el mapa y desandaron camino hasta retornar a la casita con humo en su chimenea.

Para cuando llegaron ya el humo estaba apagado pero las voces se seguían escuchando en la ventana.

-Pero que yo he dejado el queso ahí mismo.

-Que ahí no está, ¿no ves que no está?

-¿Que los quesos caminan?

-No, que eres un mentiroso y hasta que no encuentres ese maldito queso parlante, no te daré nada del mapa.

-¿Para que quiero yo el mapa? 

-No sé, pero no te lo doy.

-Si tú no lo tienes.

-¿Cómo que no lo tengo?

-Aaah ahora que recuerdo...

Las dos voces dicen esta última oración.

-Lo escondimos dentro del quesooo...

- Bueno vamos por donde vinisteis no hay problema – me puse a caminar cerca de Sarah, nos indicaron el camino y al llegar escuché una voces.

Con cuidado pero sin temor como venía siendo habitual me asomé con cuidado por aquella ventana, parecía ser que habían escondido el mapa en un queso, así que con la mirada observé por si lo veía.

Escuchó atentamente lo que decían las dos personas, o seres, que habitaban esa pequeña casa.

- Sa...Sarah... ¿hay alguna ha... habitación, do-donde no estén estos tipejos?- preguntó en un susurro, no quería que le escucharan en la casa.

Quería entrar en alguna sala de la choza, haciendo uso de sus poderes, a ver si podía encontrar el queso.