Partida Rol por web

Ese Christian ya me gustaba más, un líder tenía que hacerse notar ante los suyos, por muy jefe que fuera, me acerqué y le di una palmadita en la espalda, como apoyando lo que había dicho.

Por fin el bicharraco aclaró que se trataba de kilos - ¿Pero que clase de broma es esta prueba? ¿Cómo vamos a conseguir 120 kilos si no le ni lo que peso? Brrrrr - trata de calmarte, trata de calmarte...

-Jareth me... me ha tocado...- pensó.- Calma, calma, lo importante es salir de aquí.

Lo que no pudo reprimir fue un escalofrío que le recorrió toda la espalda. Llevaba muy mal eso del contacto corporal.

- Bueno, ¡¿y cómo conseguimos nosotros ese peso exacto?!- dijo, haciendo un brusco gesto con la mano, como echándole la culpa a su sabio.

 Juliette miró a los dos hombres, ni en sueños pesarían 120 kilos juntos.

-Yo peso 57 kilos, y no creo que entre los dos pesen sesenta, así que...

No se podía imaginar cómo iban a hacerle.

Christian se iba crispando y no era para menos, Juliette por una vez si trataba de razonar.

- No, quizás alguien pesado y con piedras o rocas, pero necesitamos algo, déjenme que me concentre

Saqué una de mis bolas de cristal y me concentré pensando en una de esas balanzas que había visto a algún comerciante de mi reino, pero grande, más grande que las de pesar la fruta o las verduras…

 Jareth utilizó su magia y la bola de Cristal se agrandó, oscureció, formó de una materia extraña y de pronto una balanza se construyó delante de los tres jóvenes. Era un aparato extraño. Tenía dos platillos, dorados, uno en cada extremo. Era negra y, en el medio, dibujado en la base, tenía un sitio cuadrado como si fuese un pequeño cartel vacío. Al lado de ese sitio había un trozo de tiza, blanco, para escribir lo que uno quisiera.

Eso parecía al menos...

Ni el rey Goblin sabía mucho cómo funcionaba esta cosa.

Christian no se fiaba de ese extraño artefacto y, sobre todo, si salían de esas pompas de jabón de Jareth.

- Vete tú a saber dónde las guarda- pensó.

Como veía que nadie se atrevía a tocarlo, y él no iba a ser el tonto de hacerlo el primero, tomó un palo y golpeó unos de los platillos bruñidos que había en un extremo. El aparato se balanceó hasta volver a su posición inicial.

- Wiseguy, ¿qué diantres es esto?- gruñó.

 Juliette se quedó de una pieza al ver aquella cosa, lo cierto era que ya muchas veces se había detenido por temor a lo que aquellos dos pensaran de una supuesta bruja que era ella, finalmente no alcanzaba a entender sus poderes. Cuando vio que Christian tocaba aquello con un palo, se acercó al artefacto y lo tocó con su mano directamente, especialmente a la balanza.

-Quizás si nos montamos los tres en esta cosa y allí ponemos el número en kilos que sobra después de los 120, porque imagino que entre todos andamos por los 180, pues podría funcionar, ¿no?

No, no iba a funcionar, estaba segura pero estaba también cansada de no hacer nada y de tomarlo todo como si ellos tuvieran la razón o el poder en todo.

¿Pero que hace Christian? Nunca había usado una, pero sabía de que se trataba, estaría gracioso si esta máquina saltara para intentar morderlo…

Mis pensamientos fueron interrumpidos por la voz de Juliette, fruncí el ceño pensativo, no había entendido nada - ¿Qué tenemos que hacer? ¿Qué 120? ¿Dónde tenemos 120 kilos? – En mente tenía otra idea, pero no la iba a decir por si lo de Juliette funcionaba, quizás… - Ahh… entonces nuestro platillo pesaría 120 ¿Es eso? – por fin parecía entender

Los tres se ponen sobre la balanza. No queda mucho lugar aunque están parados, así que Juliette se siente un poco... apretujada. Sin embargo, luego de hacer ésto, la balanza hace un "ting", un ruido como de campanillas y la tiza se levanta, sola y comienza a escribir algo en ese cartelito vacío.

Cuando bajan, pues tienen que leer qué es lo que dice, ven que están escritos unos números.

212

 Al ver el cartel, Juliette frunce el ceño y mira a sus dos compañeros y de pronto, como un sueño* se imagina qué quizás está equivocada en el modo y que hay algo más que podría servir.

-¿Jareth, tú puedes convertir cosas, no?

Sonríe levemente, quizás también es una idiotez pero no puede no decirlo.

-¿Y si lo que tenemos que usar son las canicas?

No es descabellado, si es que pudieran convertirlas en cosas más pesadas. Son cinco y sólo tendrían que pesar unos veinticuatro kilos cada una.

- Si, puedo convertir cosas… no tengo ningún inconveniente en… - ¿Las canicas? Ya no tenía las canicas, las echamos..

Pero vi la luz, - Juliette, me diste una idea con lo que dijiste antes… a ver permítanme que me pese yo…

Con su permiso me pesé… 81Kg – Si me pongo en el otro platillo y ustedes se quedan en ese, su platillo pesará 131Kg (212-81=131) necesitamos poner piedras hasta un peso de 11 Kg en mi platillo y… ya lo tendremos, enganchamos la soga a su platillo y tendremos esos 120Kg ¿si? – lo de los 120 Kg era seguro, pero… ¿Serviría enganchar la soga? ¿Llegaría hasta el planillo de ellos?

Christian se sentía un poco incómodo ahí, sobre un plato gigante, apretujado contra Jareth y la enigmática Juliette.

- ¿Pero habrá aquí suficientes piedras, y suficientemente pesadas como para que pesen tanto? Yo creo que lo mejor es que tú uses tus bolas, como muy bien ha dicho la señorita.

Me quedé mirando a ambos hombres, era como demasiado o demasiado poco, la verdad que yo ya estaba empezando a fastidiarme otra vez; es más, necesitaba un buen baño tibio y largo, en lugar de andar buscando a Sarah por allí como un trío de locos. Sin embargo, no dije nada, no quería que el rey de lo que fuera, me tratara nuevamente de niña caprichosa. 

Christian parecía que no funcionara nada, en vez ser tan negativo podía arrimar el hombro…

- Las bolas se usan cuando es absolutamente necesario, y tú que también usas magia lo deberías de saber

Comencé a recoger piedras y a ponerlas en el platillo donde me subiría más tarde, 11 Kilos de piedras, ni que fuera tan difícil

Finalmente, luego de cuatro intentos en donde el resto de los presentes miraba a Jareth con cara de loco, el Rey Goblin consiguió hacer que las rocas sean del peso que necesitaban.

Junto y apiló sobre la balanza cuatro rocas de distinto tamaño hasta que el total fue el número que se precisaba.

11

Ahora faltaba que todos se subieran y vieran qué sucedía y, sobre todo, si el plan funcionaba.

Dejarían para después cómo atar esto a la soga del ahorcado.

Christian miró a Jareth como cargaba piedras. Seguía muy bien sin saber qué estaba haciendo, así que se quedó mirando para no estropear los planes del Rey de los Goblings.

- Al menos alguien ha tenido una idea- pensó, aunque rápidamente se retractó de apoyar a Jareth.

- Ahora hace falta colgarlo de la soga. Pero no sé muy bien cómo- admitió.

 Parecía que Jareth lo iba a conseguir, a Juliette no le quedó más remedio que aguantar y esperar un rato, si no funcionaba, pensarían en otra cosa. Pero claro, estaba el problema de la soga, pero ella estaba tan desencantada que no podía pensar en una manera de ayudar al rey.

Teníamos una parte pero faltaba como enganchar la balanza a la soga y en principio sólo se me ocurrió una forma, usar una de mis bolas.

- Pues ahora si perece que hay que usar la magia – murmuré

Saqué una y me concentré pensando en transformarla en una cuerda, una de estas si sabía exactamente como eran.