Partida Rol por web

- ¿Hoogle? Oh! Hoogle, dios mío... Que alegría verte... Yo... Yo estaba muy asustada... - Empezó a decir cuando lágrimas de emoción empezaron a correr por sus mejillas. - Sí, ahora te ayudo a salir... - Le dijo secándose rápidamente esas lágrimas y estirándose en el suelo para poder meter medio cuerpo en el interior de aquel agujero y ayudar a que saliera su amigo.

Una vez estuvo en posición, alargó los brazos para que se cogiera... - Venga, corre antes de que aparezca alguien... - Esperaba tener suficientes fuerzas para ayudarle....

Por más que Sarah trata de sacar a Hoggle comprueba con fastidio que el pozo es bastante más profundo que el largo de sus brazos.

-Sarah -dice su amigo -Sarah debes conseguir una soga para que la ate al cuerpo y luego tú debes atarla en otro lado. Con ayuda de la soga podré ir subiendo pero, me temo, mi querida Sarah que sin ella o algo mágico que me saque de aquí... no puedo más que mirarte desde este pozo oscuro.

El hombrecito se sienta sobre el suelo y, apenadamente, comenta:

-Perdona Sarah, debí haber venido más preparado pero, los pocos artilugios mágicos que tenía conmigo han sido robados por ese rey petulante.

Fustrada Sarah se sentó en el borde del agujero, dejando sus pies colgando hacia adentro. En su rostro se dibujó una mueca mientras recorría con la mirada el recinto, buscando algo que  pudiera ayudarles.

- No quiero dejarte allí solo... En este castillo todos me vigilan... - Le comentó a modo de explicación. Por un momento se quedó en silencio, sopesando varias alternativas... Tras unos segundos su rostro pareció iluminarse mientras volvía a mirar a su amigo. - ¿Y si bajo contigo y volvemos por donde has venido? - Le preguntó al darse cuenta de repente que esa podía ser una salida. - Si ese túnel te ha traído hasta aquí, podrá llevarnos hacia el lugar de donde vienes, ¿no? - Terminó preguntando con un tono de esperanza en su voz.

Hoggle piensa un momento. Se mete en las sombras por unos segundos y vuelve a salir. Dá vueltas nerviosamente y luego, finalmente, dice:

-Puedo atajarte si te tiras hacia mí, mi querida Sarah... pero protegerte en el túnel espantoso es algo en lo que temo fallar. Gracias a los dioses solamente llegué aquí con vida.

¿Estás segura de querer eso? Si me cosigues una cuerda podremos encontrar otro camino, estoy seguro de eso.

Hoggle mira a Sarah con suma expectación.

- Amigo mío, si tan peligroso es el camino espera, que voy a buscar una cuerda. - Sarah se había quedado pálida ante las palabras de Hoggle, y unas lágrimas empezaron a formarse en sus ojos al imaginar los peligros a los que se había enfrentado por ella.

Recordó las palabras de Luthien, ella le había dicho que si volvía al dormitorio la ayudaría... Quería confiar en la pequeña fata, y esperaba que entre las dos podrían sacar a Hoggle de aquel espantoso agujero.

- Espera, no tardo... - Le dijo, sonriéndole antes de desaparecer de su vista y salir precipitadamente de aquella habitación. Recorrió nuevamente los pasillos para llegar a su dormitorio, donde esperaba que Luthien la estuviera esperando.

A medida que Sarah pasa por todos los cuartos y llega al suyo, escucha a la dulce Luthien cantar una canción muy hermosa. Hay una inmensa tristeza en su voz pero no por ello la melodía deja de ser otra cosa que magífica. Sarah siente como su propio corazón se vé elevado por la misma.

Cuando entra, Luthien sonríe y le muestra la soga:

-Te he mentido querida Sarah, el dispositivo también me permitía oírte pero... no te he mentido respecto de mis intenciones, he de salvarte de mi Rey. He de alejarme de él para no volver pues su amor oscuro me está quitando toda mi luz.

Luthien llora una lágrima que se convierte en una joya al tocar el suelo.

-Vamos, libéremos a tu amigo y partamos. El Rey nos perseguirá pero somos tres ya, y estoy segura de que más se nos unirán en camino.

Luthien sonríe y le alcanza la soga a la joven.

-Porque espero que tu amor sea más fuerte que el mío.

Sin ningún contratiempo Sarah consiguió llegar a su dormitorio. Allí, como le había prometido, se encontraba la pequeña hadita. Su dulce voz hizo que el corazón de la joven vibrara con un leve atisbo de esperanza.

Se le acercó y se arrodilló delante de ella. Una sonrisa asomó a sus labios mientras alargaba la mano para aceptar la soga que le tendía.

- Te estoy muy agradecida por lo que haces, espero que podamos salir bien de esta y vuelvas a brillar con toda tu luz - . Le dijo en un susurro. - Tu amor también es muy grande. Lo demuestras con estas lágrimas, la pena ahoga tu corazón... Pero... Haces bien, comprendes que el rey está equivocado y quieres emendarlo. No te preocupes pequeña, vamos a llevar la luz a todas partes - .  Terminó diciendo Sarah convencida de sus palabras. Tras eso se incorporó e hizo una señal a Luthien para encamianrse hacia donde les esperaba Hoggle.

De pronto, salido de entre las sombras, una figura saltó hacia el centro de la habitacióm

- Ahá - dijo el pequeño Dydimus, al ver a Sarah - Mi corazón de llena de gozo al veros de nuevo, mi joven dama. Este pequeño caballero no puede concebir mayor dicha que la de haber recuperado vuestra presencia. - el perruno caballero se acerca a Sarah, con los ojos llenos de adoración - Decidme... ¿Que os trae aquí? ¿Qué ha sido de vos? Y sobre todo... ¿Como puede volver a serviros este vuestro entregado paladín? - remata mientras lleva a cabo una profunda reverencia.

Sarah estaba saliendo de la habitación con Luthien y presta a rescatar a Hoggle del pozo en el que estaba caído, cuando se encuentra con Sir Didymus, quien un poco perdido pero seguro de su deber, se presenta ante la dama.

Entonces recién el caballero se dá cuenta de que están en los interiores de un enorme y oscuro palacio y que Hoggle está en un pozo.

- ¡No me olviden! Sarah, díle a tu amigo que me ayude a salir.

Luthien, la joven elfa, se hace un lado dejando que los hombres hagan el trabajo.

¿Pero...? ¡Que me aspen! - suelta Sir Didymus, sorprendido al ver a Hoggle - ¿Qué os ha llevado a veros así, viejo amigo? Aguardad, aguardad un momento, que os tenderé mi fiel bastón para que podais sujetaros.

El caballero ayuda a Hoggle a salir del pozo, no sin cierta dificultad, y después se dirige a Sarah.

- ¡Sois afortunada de que el buen Sir Didymus andara por aquí! Con este torpe remedo de escolta que responde por Hoggle poco segura habríais de sentiros - una sonrisa canina se abre paso entre sus dientes - ¡Pero ya nada debéis temer! ¡Sir Didymus está aquí, y con él el fin de vuestras preocupaciones! Más... permitidme que insista, mi dama, pues me hallo confuso, decidme qué lugar es este, qué hacemos aquí, y finalmente... ¿cúal es la gesta que acometemos?

La voz de Sir Didymus sobresaltó a Sarah. Cuando se giró y lo vio allí delante, con la misma energía de siempre, como si los años no hubieran pasado en tan bravo y galante caballero, la mujer no pudo contenerse. Cuando terminó de hacer la reverencia, Sarah se lanzó y cogiéndole entre los brazos lo achuchó con fuerza y cariño.

- Oh!! Sir Didymus!! Qué... Qué feliz soy de verte... - Rápidamente lo soltó, y se secó las lágrimas que amenazaban por empezar a derrarmarse por su rostro. - Vamos, rápido, tenemos que ayudar a salir a Hoggle de allí dentro - . El tiempo apremiaba y Sarah era consciente de ello, pero la emoción que la embargaba de volver a ver a sus amigos allí reunidos, era tan grande que no podía dejar de mirarlos medio embobada. Ayudó al pequeño caballero a sacar a Hoggle del agujero, al cual también abrazó con efusividad. Nuevamente se volvía a sentir aquella niña que tantos sueños e ilusiones había tenido. La mujer sofisticada en la que se había convertido poco a poco iba quedando enterrada, dejando paso a la joven y soñadora Sarah.

Se quedó un momento mirando sorprendida a Sir Didymus tras el atropello de preguntas. Una sonrisa asomó a sus labios, tantos recuerdos juntos, aunque había pasado tanto tiempo... Con añoranza pensó en el bueno de Ludo, solo faltaba él, y el grupo estaría completo.

- Jajajaja... Sir Didymus, salgamos de aquí y por el camino os explico todo lo que se - . Le propuso irguiéndose y volviéndose a Luthien. - Disculpad bravos amigos, tenemos una nueva compañera y amiga - . Empezó a decir mientras alargaba la mano para que la pequeña elfa se aproximara. - Lady Luthien, ellos son Hoogle y Sir Didymus... - La presentó con una sonrisa en los labios y una mirada cálida...

- Lady Luthien... si sois compañera y amiga de mi joven dama, entonces os declaro también desde este mismo instante y hasta el fin de mi vida mortal como mi protegida - tomó delicadamente la mano de la elfa, y acercó los dedos a su hocico, sin llegar a tocarlos. No era capaz de expresar con palabras la dicha que le embargaba, la felicidad que brotaba de su corazón y hacía vibrar hasta el último de los poros de su piel, hasta sus bigotes se sentían felices, estremeciendose levemente. ¡Su joven dama otra vez ante sus ojos!

Cuando sintió el abrazo a punto estuvo de perder su compostura y corresponder a Sarah con el mismo gesto. Pero, conteniendo una rebelde lágrima recuperó su caballeresca pose, y carraspeó lleno de dignidad. Al poner los pies en el suelo, y tras sacar a Hoggle del pozo, se sintió de nuevo listo para lo que fuera... es más... la aventura le llamaba como la luz a una polilla.

- Y ahora... ¡Partamos a donde sea! Permitidme solo un instante - el pequeño caballero se giró y llamó - ¡Ambrosius! ¡Ambrosius! ¡Sal ahora mismo de tu escondite! - De pronto pareció percatarse de algo...

- ¡Caramba! - dice - ¡Pero si no se donde vamos! Decidme, mi joven dama - dijo dirigiendose a Sarah - ¿Por obra de qué conjuro nos encontramos aquí? ¿Cual es nuesto objetivo?

Sólo le faltaba el valiente Sir Ludo, al que le unía un vínculo de hermandad, para volver a sentirse de nuevo rodeado de una familia como nunca tuvo.

Mientras Sarah está por explicarle a Sir Dydimus sobre este sitio y el rey malvado que lo gobierna, se encuentra nuevamente delante de las tres puertas.

La primera es azul y tiene el símbolo de un leon debajo de su pomo. La segunda es roja y el símbolo que se destaca es el de una serpiente. Sarah siente nuevamente un escalofrío al ver esa puerta. La última es verde y no posee símbolo alguno pero la chica ya ha estado en esa puerta y lleva afuera del castillo, al sitio en dónde estaban las lápidas crujientes y el bosque lindero al camino.

Luthien dice:

-Debemos escoger la azul. La verde da al cementerio, como ya sabéis y la roja dá a los aposentos de mi señor. Debemos ser cautelosos, y hacer silencio. Hay muchas trampas en este lugar.

Hoggle asiente sin emitir palabra alguna.

Luego Luthien hace un ademán con su mano y la puerta se abre como por arte de magia.

-Estaba encantada -dice la elfa -sin el hechizo correcto nunca abriría.

Delante de ellos se encuentra ahora un sendero, bordeado de flores. Altos árboles se agrupan a sus costados. El cielo sigue oscuro, las estrellas lo surcan. Por lo pronto sólo se oye el sonido de un viento bajo.

Al ver a Ambrosius, Sarah, sonriente, le acarició con cariño en la cabeza. Tras eso miró nuevamente al pequeño caballero y suspiró.

- Os explico, Sir Didymus - . Empezó a decir la joven mientras se acercaban nuevamente a aquellas puertas que ya había visto anteriormente. - El rey de estas tierras me ha secuestrado, e intenta retenerme para hacer que Jareth y su hijo vengan a rescatarme y de esta manera retenerlos a ellos. Tiene planes oscuros, quiere juntar su mundo con el mío, aunque con ello provoque guerras y muertes - . Le empezó a explicar, pero, su mirada nuevamente se detuvo en aquella puerta por la que había cruzado. El recuerdo de las lápidas y las voces llamándola le provocó un escalofrío que recorrió su cuerpo.

- Menos mal que te tenemos con nosotros... - Le dijo a Luthien en un susurro cuando ésta abrió la puerta. Miró hacia fuera, y suspiró aliviada al ver que el camino era mucho más esperanzador que por donde había ido antes.

- ¡Tal sea su deshonra! - dijo el caballero lleno de indignación - ¿Qué clase de bellaco ha osado secuestraros? ¡Decidme donde está, y al punto lo buscaré y en singular duelo lo derrotaré para traerlo a vuestras plantas implorando perdón! ¡Juro por mi honor que no permitiré tal atropello! - Sir Didymus tembló de nuevo, pero esta vez era la ira la causa - ¿Guerra quiere? ¡Pues guerra le daré! Permitid que os preceda, jovenes damas, cuanto antes enfrentemos a ese cobarde, antes quedará esta afrenta borrada -  añadió, acicateando a Ambrosius y pasando por la puerta.

Una sonrisa se dibujó en los labios de Sarah. Sir Didymus no había cambiado ni un ápice, y la añoranza de aquellos tiempos se apoderó de la joven.

- Vamos Sir Didymus... Ya tendrás tiempo de retarle, ahora tenemos que encontrar una salida de este lugar - . Le dijo de forma cariñosa. Y sin mirar hacia atrás, empezó a caminar detrás de tan pequeño caballero. Miró por un momento a Hoggle y le guiñó un ojo mientras alargaba la mano. - Vayamos, amigo... -

Sarah se encaminó a la salida seguida de Luthien, unos pasos delante, cuestión de asegurar su seguridad, iba Sir Didymus, presto a cualquier necesidad del grupo. Al final, Hoggle caminaba con aire tranquilo.

El palacio iba quedando atrás a medida que se internaban en ese bosque y sendero.

Llegando a un cruce de caminos, Luthien dijo:

-A la derecha está un sitio terrible, un pantano oscuro y lleno de criaturas terribles -la elfa tiembla sólo al pensar en ello y, por ese instante, la tez de Hoggle no permanece tan calma.

-El otro dá a un pueblo, son gentes bárbaras y muchas leales al rey. Si vamos por ese camino tardaremos más pero creo que es más seguro.

Luthien mira a todos, sobretodo a Sarah y dice:

-Sobre todo si nos disfrazamos. No deben saber quiénes somos, menos vos, mi lady Sarah.

- Pero... ¿qué escuchan mis oídos? - Sir Didymus hace girar a Ambrosius para hablar con las dos mujeres - Mi corazón no teme a nada ni a nadie. ¡No esconderé mi orgullosa estampa tras un disfraz! Si alguien quiere detenerme, se enfrentará a mi báculo fiel y no sacará de su intento más que algunos huesos rotos. - remata levantando la nariz, lleno de caballeresco orgullo.

- Vos, mi joven dama, no debéis temer nada de bestia alguna que camine, vuele, ruede o se arrastre, - dice dirigiendose a Sarah - mientras yo esté cerca, no sufrireis daño alguno.