Partida Rol por web

Varion y Nikomedes salían a prepararse para su viaje. Ya habías calculado la demora del viaje, tardarías quizás unos 2 días para llegar a Torreblanca por lo que estarías llegando para el 08 de Febrero, y desde allí solo serían dos días más para llegar a las tierras de Brunstrack, por lo que estarías llegando el 10 de Febrero.

Anais estaba montada a caballo a las afueras del palacio, rodeada por todo su ejército. Esta se veía muy impaciente.

Cuando Varion y Nikomedes se disponían para marcharse, se encontraron en el pasillo del palacio que llevaba a la puerta principal. Allí estaba el rey para despedirlos antes de vuestro viaje.

Muy bien, mis lores. Espero que el viaje sea sencillo y rápido.

Harald necesita seguramente nuestra ayuda, ya que no hemos recibido noticia alguna de él.

Mis mayores deseos, y que la suerte os acompañe.

Nikómedes en cuanto salió de la reunión, se reunió rápidamente con Lady Medea, la puso al día del viaje que iban a hacer y de la compañía que tendrían. Por lo que esperó a Lord Stiler y su comitiva para salir ambos de aquella dichosa ciudad finalmente. No obstante mientras salían por la puerta principal el rey los esperaba, por un momento esperó que cambiara el plan y les cambiara la guardia de Lady Anais por otra más leal, pero no fue así; por lo que ante las palabras del rey respondió:

- Por supuesto mi rey, cumpliremos como mejor podamos nuestra misión. No obstante, si algo nos pasara, que sirva al menos para alertaros sobre la dudosa lealtad de Lady Anais - dijo mientras dejaba claras sus preocupaciones en aquella empresa y se dirigía hacia la comitiva de la nueva noble.

Estaba totalmente de malas (como de costumbre) el hecho de hacer las cosas a las apuradas era algo que lo ponía de mal humor, por más que esto sea algo que podía verse como bueno, ya que por fin volverían a casa, aunque solo sea para volver a irse, y esta vez, a la guerra. Tampoco lo entusiasmaba viajar en las condiciones en las que harían la primera mitad del viaje, pero decisiones eran decisiones, y esta ya estaba tomada.

Se reunió lo más pronto que pudo con su esposa Lady Mary, y la puso al tanto del viaje, de sus preocupaciones y de como debería ser el proceder de su comitiva. Luego hizo lo propio con los diez hombres que le quedaban, a los que les encargó también la misión de llevar sana y salva a su esposa hasta su hogar en Castillo de Hoz, los hombres se mostraron ansiosos de emprender el viaje, sin duda querían dejar la capital lo más pronto posible, al igual que Varion.

Al llegar al pasillo del palacio se encontraron con el Rey, que les deseó suerte en su viaje. -Gracias, Su Majestad, quizá necesitemos un poco de esa suerte...- Tras decir esto se unió a Nikómedes y se unieron juntos a la comitiva de Anais

Los muchachos se subieron a sus caballos, apenas habían quedado un puñado de sus propios hombres, y estos caminaban por detrás de los otros 200 pertenecientes al ejército de Anais. Había 2 carruajes a mitad de la hueste, y una carreta detrás que llevaba provisiones y algunas armas como respaldo.

Aunque la lógica te dictara que Anais viajaba dentro del carruaje, en realidad iba a caballo también, junto a sus hombres. A grandes rasgos parecía otro soldado más.

Emprendido el viaje, te das cuenta que el invierno comienza de a poco a perder su potencia, y ya comienza a haber un clima un poco más disfrutable, sin llegar a hacer calor.

Viajaron todo el día hasta que llegó la noche y determinaron que lo mejor era montar campamento para descansar a un lado del camino.

Mientras que armaron unas cuantas fogatas, y algunas tiendas de campaña improvisadas, se juntaron ambos en una para comer y beber tranquilos. Vuestras mujeres acompañaban, y si bien Lady Medea se mostraba tranquila, sin dudas había algo en Lady Mary que pudiera haberte inquietado.

Finalmente, Lady Anais se acercó a vosotros.

¿Y bien? ¿Cómo están llevando el viaje? Digo por vuestras heridas, espero que no hayan resultado muy heridos de aquel escenario.

Esta se demostraba con amabilidad, y se sentó en el suelo observándoles de frente.

En cuanto se pusieron en marcha, la escasa hueste de Nikómedes y Varion viajaron como una piña, siempre intentando quedarse en la posición de retaguardia. A parte, el lumeno se movió varias veces entre el grueso total de las tropas, por si escuchaba algo delatador, pero en cuanto alguien lo reconocía se limitaban a comportarse con naturalidad. Por ello cuando acamparon a la noche, se acercó a uno de sus hombres y entregándole una de las botellas de su mejor vino le dijo:

- Mézclate con los capitanes de la tropa de Lady Anais, y averigua todo lo que sepas - y mientras le daba la botella dijo - Esto es para que les sueltes la lengua, pero a ti te quiero sobrio, ¿entendido?

Luego decidió acudir con su mujer a la cena con su "protectora", dado que rechazarla sería una falta de respeto total y tampoco tenía una razón de peso para hacerlo. Por lo que mientras comía y bebía con moderación para saciar su hambre y su sed, le extrañó el trato amable que le dispensaba su anfitriona; no obstante puede que fuera fingido, por lo que intentando averiguar algo más, le respondió a la nueva dueña de Torreblanca:

- Gracias por preguntar - dijo disimulando con cortesía sus verdaderos pensamientos - en mi caso las heridas son superficiales, ninguna me molesta al cabalgar. Pero ahora que hablamos de lo acontecido en la capital, me gustaría preguntaros, ¿cómo habéis conseguido acudir tan rápido a Kennemer y con tantos hombres?, es más, si hubierais llegado un poco antes creo que podríais haber salvado a vuestro hermano - dijo ocultando con disimulo su sospechas en cuanto a ella, y esperando que la mención de su hermano le soltara un poco la lengua.

Viajaba inquieto en su silla de montar, desde su posición detrás de todo, junto con su reducida guardia y la de Nikómedes, veía a el imponente ejército de doscientos hombres de Anais, y esto no lo dejaba viajar con tranquilidad, veía cómo Nikómedes estaba aún más inquieto que él, ya que se movía y recorría de punta a punta las tropas de Lady Anais, mientras que Varion solamente especuló desde su lugar, ya que Lady Anais seguramente sabría de sus preocupaciones, o por lo menos lo intuía, y no quería demostrar miedo o inseguridad delante de ella.

Al llegar la noche se detuvieron y montaron campamento, mientras preparaban la fogata, la comida y la bebida, Varion notó a su esposa un tanto intranquila, había algo en ella que no era normal, así que se acercó, y por lo bajo le dijo -Te noto algo intranquila ¿Sucede algo?- Tras escuchar su respuesta ingresó Lady Anais, que se encargó personalmente de preguntarles acerca del viaje y de sus heridas, con extrema amabilidad, lo que no dejó de lado las sospechas de Varion, y seguramente tampoco de Nikómedes, por lo que Varion se limitó a responder, con la misma cortesía.

-Bien, mis heridas no son mayor problema, por lo que el viaje ha sido tranquilo hasta aquí-  luego de decir esto habló Nikómedes, y su lengua resultó ser mucho más afilada que la de Varion...

Me alegro entonces. Temía que fuera un impedimento para hacer un viaje prolongado para llegar cuantos antes.

Ella bebía de una jarra de cerveza, cuando escuchó la pregunta de Nikomedes. Esta pasó su brazo por la boca, secándose.

Sin dudas tenía muchos modismos que no resultaban propios de una dama. Esta se sentía más cómoda comportándose más como un hombre cualquiera.

Pues la realidad es que estando fuera de mis tierras, he permanecido los últimos años vagando entre la frontera con Roland y Illiandor. He quedado varios días tanto de un lado como el otro.

Al cabo de tiempo mucha gente comenzó a seguirme porque he participado de forma oculta y pasiva en la guerra de Roland contra Pulkria. Así es como he conseguido una leva tan grande.

Cuando recibí la noticia del ataque pulkriano contra Illiandor, el cual me enteré por un prisionero pulkriano que capturamos en la última batalla que tuvimos hace una semana, me dirigí a Kennemer tan pronto como resultó posible.

Es una lástima que no haya logrado llegar antes.

Está observó a los presentes y se quedó en pausa unos leves instantes.

No voy a mentirles, mis lores. No me interesa casi nada la muerte de mi hermano. Espero que descanse en paz, porque nadie merece ninguna agonía en muerte ni menos no lograr el descanso eterno.

Pero en vida, mi hermano y yo tuvimos muchas diferencias a las cuales jamás logramos acordar. Connor no era muy adepto de nuestro padre, pero yo sí me llevaba muy bien con él. Su mayor deseo es que nuestro hermano mayor fuera el señor de Torreblanca. Y siempre se negó bastante de Connor, dejándole de lado constantemente porque, bueno, no satisfacía las necesidades de padre.

No justifico ello… es algo triste en verdad. Aun así, estoy segura de que Connor es el culpable de la muerte de nuestro hermano, en una estúpida apuesta – así lo dice él – para atravesar un peligroso y ancho río, estando borrachos. Casualmente, Eric terminó muriendo. Y él logró hacerse señor de Torreblanca.

Dicho esto, no es que lamente no llegar antes por la vida de Connor. Lamento no haberlo logrado porque ha sido un ataque muy profundo y fuerte a nuestro reino.

Sí, está todo bien.

Ella se mostraba muy distante, y se había levantado en ese instante.

Iré a acostarme, lo siento. No me siento muy bien. Con vuestro permiso, saludó a los presentes.

Este se hallaba bebiendo de forma muy sobria y relajada, cuando observó la acción de Lady Mary.

Con vuestro permiso, mis lores, milady. Hombre – dijo esto dirigiéndose a Varion – esa mujer te odia profundamente.

Créeme – comenzó a reír levemente – veo eso todo el tiempo. Puedo reconocerlo a mil leguas de distancia.

Nunca antes habías visto a ese caballero, pero sin dudas tenía un aspecto muy fuerte y se veía como un contendiente digno, si se te ocurriera desafiarle.

Sin dudas, su arrogancia pudo haberte causado gran desprecio y odio.

Tras escuchar atentamente la explicación de Lady Anais, la opinión de Nikómedes cambió un poco en cuanto a ella. Había que reconocer que se comportaba más como un guerrero que como una dama, lo que servía para apoyar sus explicaciones, y en principio no pudo detectar nada que le diera a pensar que mentía o que ocultaba algo. Además, había que reconocer que si había logrado reunir una hueste tan grande simplemente por su aportación a la guerra, debía ser una líder bastante competente; así que desde aquel momento optó por concederle el beneficio de la duda, aunque no por ello iba a bajar su guardia, dado que había que tener en cuenta que si sumaba esos 200 hombres más los de su hermano, sería la noble con el mayor ejército de Illianor, por debajo del Rey.

Por lo que tras oír su historia respondió:

- Me tranquiliza vuestra franqueza mi señora, he de reconocer que no esperaba que fuerais una líder militar, pero si tantos hombres os han seguido, debéis de haber destacado de sobremanera en el campo de batalla. Espero no tener que contaros nunca entre mis enemigos - dijo con una media sonrisa, concluyendo la conversación con ella, mientras seguía disfrutando de la velada.

Luego vio como la esposa de Lord Stiler se ausentaba sin motivo aparente, no le prestó más atención, al fin y al cabo no le incumbía; pero si él fuera el Varion, se habría molestado bastante por las palabras dichas por aquel guerrero desconocido.

Varion había escuchado las declaraciones de Anais, y este se sentía muy consternado tras las declaraciones de ella. Sin llegar a cambiar demasiado la opinión formada que tenía sobre ella, pudo – igualmente – sentir algo de desprecio a Connor tras las acciones relatadas por Anais.

En efecto, Varion ya era consciente de esa historia donde había muerto trágicamente Eric, tras una estúpida apuesta y era un relato poco creíble.

Lamento la pérdida de su hermano Eric, Lady Anais. Sin dudas hubiera sido un gran lord, y me habría encantado conocerle.

Posterior a su comentario, Lady Mary se había retirado excusándose de forma muy pobre, y luego Teodric se había acercado para dar semejante respuesta al asunto.

¿Cómo se atreve usted, que desconoce a mi esposa completamente, a dar tan desaforada declaración?

¿Quién es usted?

Varion se hallaba muy enojado, y se había levantado posando su mano sobre su espada, sin llegar a tomarla pero demostrando una gran intención de querer hacerlo.

¡Ja! – Comenzó a reír fuertemente - ¿es en serio esto? ¿Tanto le afecta escuchar la verdad, Lord Varion?

¡No me haga reír! ¡Arregle sus asuntos maritales, y luego si quiere podemos enfrentarnos! 

¡Por favor, Teodric! ¡Basta! ¿Cómo vas a tratar así a Lord Varion? ¡Vuelve ahora mismo con el resto de tus hombres, y silencia tu estúpido rostro durante toda la noche! ¡Hablaré seriamente contigo más tarde!

Anais se veía muy disconforme y enojada.

Teodric se había retirado lentamente y se acercó a otros soldados que hacían patrulla. Anais finalmente observó a los demás.

Les pido disculpas, Lord Teodric es un importante noble del reino de Roland. Se ha unido a mí hace bastante tiempo atrás, y está conmigo presente todo el tiempo. Combatimos juntos contra Pulkria, uniendo nuestras fuerzas contra ellos.

Lamentablemente es mucho más bocón de lo hábil que resultó ser con su espada. Pero aun así es ayuda, y toda ayuda es necesaria hoy en día. Más para los días venideros.

Lo que les faltaba, un hombre de Roland entre los más allegados a la señora, y que además parecía ser un bocazas. Nikómedes empezó a denotar que quizás la relación con Roland de Lady Anais era demasiado estrecha, aunque bien visto seguro que mucha gente decía lo mismo de él y su relación con Lumen, así que mejor no decir nada al respecto. Ya tenía más o menos una idea formada en cuanto a ella, y aunque no se sentía totalmente tranquilo, decidió darle un voto de confianza. Así mientras cenaban tranquilamente, mientras intentaba ser cortés con su anfitriona y sin tener que soportar a aquel rolando metiéndose en sus asuntos, disfrutó lo mejor que pudo de la cena, hasta que finalmente se retiró junto a su señora diciendo:

- Encantado de haber compartido con vos esta velada Lady Anais, y perdonad si os parecí demasiado franco anteriormente, estoy seguro de que en mi situación vos también compartirías mis dudas. Ha sido una velada agradable, pero yo toca descansar, un saludo y gracias por todo mi señora - dijo haciendo gala de su cortesía, mientras le daban permiso para retirarse.

Una vez en su tienda, y a solas con su esposa, la cogió de la mano y la sentó al lado de su improvisado lecho, mientras le preguntaba:

- Bien, ¿qué os ha parecido nuestra anfitriona querida?, supongo que podría haber sido peor - dijo mientras terminaba una copa de vino y esperaba la respuesta de ella.

Luego mientras ambos se desvestían, aprovechó como ella se quitaba sus joyas equipada sólo con su camisón, delante del espejo, para abrazarla por detrás por la cintura, y decirle al oido en voz baja:

- Dentro de poco tendremos que separanos, y no sé por cuanto tiempo, creo que voy a necesitar quedar bien impregnado de vuestro olor para sobrellevar mejor estar lejos de vos amada mía - le dijo con una sonrisa pícara y usando todas sus dotes de seducción, esperando despertar la pasión en ella con sus palabras.

Su deseo de acostarse con su mujer no se limitaba a su simples necesidades varoniles, había una causa importante, y es que él ahora mismo era el último de su dinastía con capacidad de generar descendencia, y cabía la posibilidad de que no volviera de su misión, y aquellos días podían ser los últimos en los que disfrutara de su bella esposa y albergar al menos la posibilidad de conseguir un nuevo heredero. Pero obviamente prefirió no decir nada de ello, sabía que Lady Medea no llevaba muy bien su incapacidad de momento para darle hijos, y él no quería presionarla más en ese aspecto, sabía que no serviría para nada.

Esa mujer es muy curiosa. Ha pasado muchos años fuera de sus tierras, lejos de Illiandor, así que no sé cuanta lealtad o real aprecio le tiene a este reino.

Y luego ese lord de Roland, se vio bastante provocativo con Varion al decirle eso. No sé qué puede ganar con semejante insulto.

Tienes que andar con cuidado con ellos, no me gustan para nada.

La mujer vio las reacciones de su marido quien la estaba buscando, y ella al principio se sentía un poco retazada de las intenciones del mismo, quizás por seguir pensando en el hermano de Nikomedes que había muerto hace poco menos de 2 días.

Sin embargo terminó dejándose llevar por su deseo, y terminaron acostándose luego. 

Tras lo acontecido y el descanso en la noche, tomaron nuevamente rumbo para Torreblanca. Ya quedaba menos de un día de viaje así que todos viajaron de forma muy concentrada y rápida, para llegar lo más pronto que resultase posible.

Finalmente el viaje de estos había llegado a puertas del castillo. Tal como había prometido Katarn, allí se hallaban 200 soldados que se repartían entre los hombres de Nikomedes y Varion.

Muy bien, me alegro mucho de que nuestro viaje haya resultado favorable y rápido. Agradezco vuestra compañía, y nos encontraremos pronto en Pramia con todo el resto del ejército, para así dar nuestro próximo paso.

Que el resto de vuestro viaje sea de lo más bendito por nuestro señor Jesucristo… y sus dioses también Lord Nikomedes.