Partida Rol por web

Os despertáis en una carreta, os acaban de tirar un cubo de agua fría. Tenéis manos y pies atadas y estáis el uno de espaldas al otro, espalda contra espalda y atados por la cintura juntos, para que no os mováis. A vuestro lado Hay una muchacha con cadenas en las manos, la cual está preparando un ungüento extraño que huele a hierbas curativas, o eso alcanzáis a creer. En frente de Aagard se encuentra un chico de aspecto joven con aires de superioridad con un cubo en la mano, la cual Aagard, supones que es quien os ha despertado de tan mala manera.

Aagard agitó un poco la cabeza hasta que recobró los sentidos, mirando alrededor bastante agitado. No sabía ni dónde estaba, ni cómo había llegado ahí. 

Las imágenes en su cabeza poco a poco tomaron forma, y recordó lo que había pasado tiempo antes, no sabía cuanto. Miró a la muchacha y luego al chico del cubo, sin reconocer a nadie. Al intentar moverse, comprobó que se encontraba totalmente atado. No podía defenderse. Miró de nuevo al chico, con el semblante algo intranquilo.

-¿Qué hago aquí?

  Aún me daba vueltas la cabeza a causa de la pelea contra Zexir, el dolor era cada vez mas grande, lo que hacía que mi mal humor fuese cada vez a mayores y el que me hubiesen despertado tirándome agua por encima no ayudaba en nada.

  Ughhh... - Un gruñido anunciando lo que pasaría si conseguía soltarme salió desde lo mas profundo de mi garganta. Al mirar a mi alrededor pude ver que no era el único que parecía estar retenido, todos excepto uno lo estaban. Mi mirada se centró en aquel hombre con el cubo en la mano. - ¿Eres tú el que me ha puesto aquí, eres muy joven para morir, no? 

  Intento liberar mis manos de las ataduras para así intentar salir de allí, pero me doy cuenta de que estoy atado por la cintura a otro prisionero. - Oye, no sé quien eres pero será mejor que cuando intente escapar de aquí no me pongas las cosas difíciles, intentemos romper estas cuerdas.

Cuando intentas escapar las ataduras se te ciñen más, apretándote y causándote doloren las muñecas y en los tobillos. También se ciñe la que os ata a los dos oprimiendoos más el pecho. El chico del cubo os mira y se echa a reir.

-Linda, apresúrate a curarles las heridas.- Se dirige a la muchacha encadenada. -En cuanto a vosotros..- Se gira de nuevo hacia vosotros.- Será mejor que os esteis quietos o terminareis muertos por asfixia gracias a la Hisna.-

Os mira altivamente y añade como punto final..

-Seréis unos buenos esclavos, pagarán bien por vosotros....-

Una voz desde fuera del carro grita

-No des tantas explicaciones, calla y dedícate a ayudar a Linda a curarlos.-

-¿Esclavistas?¿En Diez Ciudades? No lo creo, no es posible. ¿Quienes sois?¿Y por qué este interés en nosotros?

Mientras hablaba, miraba a su alrededor rápidamente, buscado algún símbolo, algo que le diese respuestas. O quizá, alguna cosa que le ayudara a escapar. Intentó mirar de reojo a la persona que tenía detrás, y vio más bien poco, pero por su manera de hablar no parecía tener muchas ganas de iniciar una relación amistosa.

-Si quieres salir, piensa mejor cómo hacerlo en general, no solo deshacerte de las cuerdas. -Dijo, tranquilamente. De poco le serviría murmurar en esa situación.- ¿A dónde nos dirigimos? -Se refería ahora al tipo del cubo- Y en cuanto a ti...gracias por tus tratamientos, espero no ser una molestia. -Dijo finalmente mirando a la chica encadenada-

Intentó deshacerse de las cuerdas también, moviéndose de manera muy tranquila y natural, a sabiendas de que la fuerza bruta poco le serviría ahí.

-¿Quien ha dicho que seamos de las 10 ciudades?-

El chico te mira con interés mientras te mueves suavemente para deshacerte de las cuerdas. De momento te deshaces de las ataduras de las manos. En cuanto te desatas corre hacia la parte de delante de la carreta y destapa un poco la lona, avisando a dos pasajeros que van en cabeza de lo sucedido.

  - Estos tipos son de la aldea de donde yo provengo, son traficantes de esclavos y no somos de las diez ciudades, somos de una aldea cercana a Lonelywood, en la aldea no seguimos las leyes de las diez ciudades. - Le decía al hombre que tenía detrás. - No esperes que estos bastardos tengan honor o sigan algún código, no tienen nada de eso.

  Al notar que el hombre que nos vigilaba sale corriendo hacia la parte delantera del carro, Rikard se da cuenta de que es una oportunidad inmejorable para tratar de desatarse. - Rápido es la única oportunidad que tenemos para tratar de liberarnos, ¿alguna idea al respecto?

Al terminar de desatarse las manos, comenzó a deshacer las cuerdas que le rodeaban la cintura, al igual que el resto de cuerdas, con la mayor calma posible, intentando no forzarlas, sino más bien encogiendo el cuerpo y deslizándose por ellas.

Era ahora o nunca, aunque no sabía a qué se enfrentaba, mejor era salir en cuanto antes, escapar, trazar un plan y, sobretodo, poner en alerta a las ciudades de las actividades de estos esclavistas.

-Mi idea es la siguiente: defiéndete.

Aunque no las fuerzas y te deslizas poco a poco no consigues deshacerte de las cuerdas que te aferran a tu ahora acompañante. Las de los pies se te resisten y ya no tienes tiempo para hacer nada mas, pues el carro se detiene de golpe y aparece Zexir, a quien Aagard, no reconoce pero Rikard sí conoce perfectamente y os pega una patada a los dos.

-¿A que viene tanto escandalo? ¿Acaso no sabes mantenerlos a raya inutil?-

Se dirige hacia el chico y luego vuelve a miraros.

-Dad gracias a que no estáis muertos, tengo un comprador interesado en hombres fuertes como vosotros. Fue toda una suerte encontraros, aquel papanatas que me encontré antes no era más que un pelele comparado con vosotros dos.-

La chica se os acerca y empieza a poneros el unguento en las zonas heridas, sobretodo en la cara a Aagard y en la cabeza, donde le sangra a Rikard.

-Linda os tratará y cuidará. Ahora descansad, mañana será vuestro gran día.-

Se vuelve hacia el Aagard y mira que tiene las manos desatadas como le ha informado el Chico. Sin preocuparse demasiado se agacha y te intenta colocar la atadura de nuevo, la cual te fijas bien ahora que la tienes delante de los ojos y no es cuerda normal y corriente si no que es piel de serpiente.

Aagard pudo haberse movido perfectamente y evitar ser apresado de nuevo, pero estaba en una mala situación, así que se quedó quieto y se dejó apresar, aunque colocando las manos de tal forma que pareciera que estaban unidas, pero dejando hueco entre ellas, de manera disimulada.

  - Así que Zexir está aquí, está es mi oportunidad de vengarme de él.

  Aprovechando que Zexir está pendiente del prisionero que compartía ataduras con él, Rikard intentó liberar sus manos, moviéndolas suavemente, estaba visto que si lo intentaba por medio de la fuerza no lograría nada.

  - Sólo necesito un poco de suerte mientras este pobre gana algo de tiempo...

Las cuerdas se te ciñen más Rikard, en cuanto a Zexir, este vuelve a intentar atar a Aagard con las cuerdas y esta vez lo consigue dejándolo maniatado de nuevo. Este se retira de nuevo hacia la parte delantera del carro y desaparece tras la lona. El carro empieza a moverse de nuevo, y Linda sigue con su trabajo de curación. Tras aplicaros el mejunje en las heridas pronuncia unas palabras en un idioma que reconocéis como Élfico y sentís alivio en todas vuestras partes entumecidas.

  - ¿También eres una esclava de esta escoria? ¿Cómo has llegado hasta aquí? - Le pregunta a la chica encadenada que acababa de curarles. - Ya que tienes las manos libres podrías ayudarnos a escapar, ¿no crees? Podríamos irnos todos juntos de aquí.

  El bárbaro vuelve a intentar desatarse las manos suavemente, intentando usar mas mañana que fuerza, aunque no fuese muy bueno en ello.

-Ella es tan prisionera como tú o yo. Dudo que esté aquí por gusto, ¿no crees?...En vista de que estaremos un tiempo juntos, será mejor que nos presentemos. Mi nombre es Aagard, un sencillo monje cuyo monasterio está en Diez Ciudades. Y digo que vamos a pasarnos un tiempo juntos, ya que aunque nos liberásemos de las cuerdas, no sabemos dónde estamos, no sabemos por qué ese interés en nosotros, y no tenemos un plan. 

Se relajó tanto como pudo, dada la situación. De poco le serviría ahora intentar escapar en esa situación, debía planear alguna cosa antes de actuar, y algo le decía que su compañero de ataduras no estaría contento con eso.

Rikard, no consigues desatarte pero tampoco haces que las cuerdas se te estriñan mas. La muchacha os mira y sonríe, no parece mujer de muchas palabras. En un brusco movimiento del carro el cabello se le aparta un poco y se le ven las orejas levemente puntiagudas revelando su naturaleza semiélfica. La jovencita, que no aparenta mucho más que 19 años se os acerca a los dos poniéndose a vuestro lado como cuando os curaba las heridas. El chico que os había tirado el cubo ha desaparecido, en su lugar ha aparecido una sombra humanoide en el techo de la lona del carro, con forma humanoide.

- Yo me llamo Linda, Linda Midblood. Y he visto, lo he visto todo tal y como es. No os marchéis, no me iré de su lado...no es buena idea hacerlo...-

Se aleja de vosotros y se pone a rezar.

  Estaba mas que claro que tratar de huir era inútil, el bárbaro no conseguía desatarse y, por la historia de la chica, era demasiado arriesgado tratar de huir en aquel momento.

  - Era de esperar de Zexir, no iba a dejar que nos escapáramos tan fácilmente. - Hizo una pequeña pausa para suspirar. - No me va a quedar mas remedio, si no quiero aburrirme será mejor hablar de algo. - Mi nombre es Rikard, como ya dije antes provengo de la misma aldea que estos desgraciados, cerca de Lonelywood. Puedo hacerme una idea del interés que tienen en mi, puesto que toda mi aldea me quiere muerto, pero conociendo a Zexir nos venderán como esclavos por un alto precio.

Suspiró levemente y se encogió de hombros como bien pudo.

-Por partes...Rikard, debemos trazar un plan para salir bien parados de esta situación. Tú no me conoces, y yo no te conozco, así que partimos de la base de que los dos nos hemos de llevar bien en este momento. Yo tengo las manos un poco más libres, así que puedo liberarlas, pero de poco me sirve con tanta cuerda. Tendremos que esperar a que nos quiten las cuerdas de la cintura. - Miró ahora a Linda, con gesto tranquilo- Y dime, ¿por qué tanto miedo?...¿qué pasa fuera?

Mientras la chica reza, vosotros os sentís embargados por la tranquilidad, llegando incluso a sentiros livianos, poco pesados. Vuestras heridas ya no os duelen y es como si jamás las hubieseis tenido. No hay moratones, no hay cicatrices....

Deja de rezar y os mira, sobretodo a Aagard quien ha echo la pregunta.

-¿Miedo? ¿De que?... No hay que temer... no hay que escapar... nos llevan hacia nuestro destino, nuestro destino está allí donde el vaya.-

Su voz es suave y delicada, a la par que segura de lo que está diciendo.

Miró extrañado a la semielfa, que hablaba, pero en realidad no daba más que verdades a medias.

-¿Qué quieres decir con eso Linda?¿A qué te refieres con "nuestro destino"?¿Y quién es "él"? Sé clara, por favor.

Parecía más curioso que otra cosa, y cualquier información era útil en esa situación.

El bárbaro no puede evitar saltar e interrumpir la conversación que estaban teniendo el monje y la elfa.  - Yo no se tu, mujer, pero mi destino no creo en esas tonterías del destino predestinado, yo soy quien decide cómo será mi destino. Me gustaría conocer a ese que dices, pero si no me deja libre seguramente termine siendo yo quien termine con su existencia. - Estaba mas que claro que él era un hombre libre y tenía la intención de seguir siéndolo.