Partida Rol por web

-Bien, vayamos, entonces, a ver a esos enanos- digo, mientras firmo el contrato, después de que la hoja se pose frente a mí gracias al hechizo de la semielfa. Una enorme sonrisa ilumina mi cara, y tengo que hacer un gran esfuerzo para no estallar en carcajadas. La "inocencia" de Crystal siempre conseguía alegrarme. Algún día podría hacer que nos matasen, pero...

-¿En serio,, Crystal, todos tienen barba? ¿Las enanas también? -

-¿En serio,, Crystal, todos tienen barba? ¿Las enanas también? -

La verdad es que los enanos no tienen barba, son las barbas las que tienen enanos. - Comento en semblante imperturbable, mientras coloco la mano sobre la espalda de Crystal, invitándola a dejar de dar vuelta para que me siga y nos pongamos en marcha.

¿ Vamos Umul o tienes miedo que el frio apague tu pipa ?. 

Umul le daba unos toquecitos a la pipa para sacar los restos quemados.

-Eh ... si ... voy ...- Aún estaba un poco preocupado con la actitud de ese grupo, pero si quitó las preocupaciones de encima y recogió el pergamino, lo selló con la lacra y os dió una copia a vosotros. -Presentadlo en el pueblo y a cualquier oficial que os pregunte por vuestros asuntos ahí afuera.-

Después de eso os llevó al exterior de la taberna, donde el aire frío del exterior golpeó con fuerza vuestras caras. El paisaje era una mezcla de verde y blanco, el cielo estaba bastante tapado y ahora mismo estaba cayendo un poco de nieve en los tejados de las casas que tenían sus chimeneas humeando.

Las calles eran una mezcla de nieve, fango, mierda de caballo y hielo. Caminar en el quizá no era de las cosas mas agradables, menos aún resbalar y caer de bruces, pero no había otra alternativa.

Después de un corto paseo terminéis llegando a la plaza donde hay varios tenderetes montados, carros, animales y gente a tutiplen haciendo su vida normal independientemente del frío que congela las orejas desprotegidas.

Umul de abrió paso hasta llegar a unos carros que estaban siendo cargados y monitorizados por patrones enanos que parecían estar cansados y de mal humor, cons us rechonchas narices rojizas por el frío y sus labios algo pálidos.

-Maese Kembell, le presento a las personas que lo acompañaran hasta Aurrivin.-

Un enano de aspecto tosco se giró hacia vosotros. De expresión severa, pelo desaliñado y ropas sucias de trabajar.

El enano parecía que iba a soltar un insulto cuando alguien le llamó la atención, pero en vistas de que era Umul y que le acompañaban cuatro damas se mordió visiblemente el labio, bufó y se acercó a vosotras sacandose el guante y extendiendo la mano para encajarla.

-Que Moradin y Vérgadain os protejan, señoritas.-Su voz sonaba grave y carrasposa.

- Que así sea, si ambos nos juzgan dignas de ello - respondo, en enano, mientras estrecho la mano del mercader - Mi nombre es Aidelail, y estas son mis compañeras, Crystal, Dimma, y Lólindir. Es un placer conocerle, y estar a su servicio, Maese Kembell - termino la frase con una ligera inclinación de cabeza.

Crystal sonrió y asintió en respuesta a la pregunta de su amiga Aidelail, aunque luego frunció el ceño cuando Dimma le explicó que eran las barbas las que poseian a los enanos. Tal fue su estado de concentración, que el gritito que emitió cuando esta la voleteó para orientarla apenas podia catalagorsa como tal.

El frio de la calle hizo bizquear a la rubita, que se arrebujó en sus ropas. Sin embargo, la nieve y los charcos eran una enorme tentación que barrió aquel proceso reflesivo de un plumazo. Solo tras el primer resbalón, Crystal se calmó y se concentró en pisar con exagerado cuidado para no caerse.

Se lo estaba pasando bomba.

El paseo les llevó a traves de un mercadillo improvisado en una plaza amplia, una proeza digna de heroes teniendo en cuenta que los ojos de Crystal y, en ocasiones, sus manos, iban de una lado a otro, curiosos. Cuando llegaron al lugar donde se estaba cargando los carromatos, la muchacha se acercó a cotillear que estaban cargando.

- ¡¡Hola!! ¡Me llamo Crystal!

Sin decir una palabra, colgó sus bartulos en uno de laterales y, siguiendo a los estibadores, empezó a echarles unas mano con la tarea de trasladar la carga hasta los carromatos.
 

Saliendo de la taberna acomodo una capa por encima de los hombros, cayendo a lo largo del cuerpo convirtiendo mi figura en una silueta anodina. Con respecto la capucha vacilo un poco antes de llegar a la conclusión de que no hace tanto frío para cubrirme, al menos de momento.

Crystal, cuidado. No te hagas daño. Te necesitamos entera. - Riño a mi compañera con severidad pero procurando suavizar un poco el tono de mi voz.

Al ver la caravana la analizo rápidamente con ojo crítico, como si ya buscase algo que se pudiera corregir. Pero es evidente que esos enanos hace años que se afeitan sus barbas y empiezo a tener serias dudas de si mis consejos les van a servir de algo.

Que Moradin y Vérgadain os protejan, señoritas.

Yo soy Dimma. - Me presento con un vigoroso apretón de manos cuando es mi turno. - Un placer, Maese.

Doy un paso al lado para dejar que la semielfa pueda presentarse también antes de incurrir en una pregunta.

¿ Quien de vosotros esta al mando de la seguridad ?

Al salir de la taberna nos dirigimos hacia la caravana. El piso esta resbaloso y eso me encanta. Me apoyo en una pared y me impulso para salir disparada por las calles mientras miro con gracia como Crystal le cuesta caminar, yo comienzo a dar volteretas a su alrededor con una sonrisa de oreja a oreja. El patinaje, decididamente, era lo mío.

Me pongo de espaldas y también empiezo a lucirme un poco, aunque después tengo que frenar al momento de llegar a la carreta con una expresión de éxtasis y adrenalina rebosante en mi cara.

Veo que ya se presentaron las chicas y Dimma me da espacio para presentarme, así que solamente levanto una mano, la agito en símbolo de hola y me quedo dando un par de volteretas en el hielo antes de que salgamos. 

Kembell no parecía muy convencido con el grupo que se presentaba. No era exactamente lo que tenía un enano en mente cuando se hablaba de luchar contra ladrones y orcos. 

Pero Silverymoon era una ciudad que se le escapaba de las manos y no pensaba mencionar el tema.

-Yo me encargo de todo.- Comentó el enano mientras se cruzaba de manos para ver que le iba a decir la mujer humana.

-Esos dos, Herdrin y Lokhar, son los hombres de armas ... si bien en nuestra caravana todos sabemos coger un martillo de guerra y estamparlo entre dos omoplatos.-

Los enanos que señalo Kembell estaban embutidos en armaduras de placas completas de diseños afilados y rectos. Debajo de las armaduras, gruesas capas de piel y cuero protegían a ambos enanos de la intemperie y unas capas por encima protegían las junturas del hielo.

Puede que fueran bajitos - como todos los enanos - pero parecían tener la suficiente fuerza para empujar una montaña.

No esperaba menos de unos enanos ... - Evaluo a los enanos apoyando mis manos en las caderas. - Sin tapujos. Tenemos que llegar a Aurrivin con la mayor brevedad posible pero también tenemos que procurar que vuestra caravana llege a destino sin problemas ... Me preocupaba que la caravana no estuviese lo suficientemente protegida, pero supongo que no vais a necesitar 8 manos mas. ¿ O si ?.

-Somos enanos, por supuesto que no ...- Una voz de mujer interrumpe a Kembell y una enana sale de detrás de los carruajes con una caja entre manos que deposita en el suelo antes de acercarse a vosotros.

O es un enano? No, el perfil de los ojos es de mujer ...

-Oh callate Kembell!- Dice la voz de la mujer que, a pesar de su barba tiene un timbre casi cristalino y claro como un riachuelo de montaña.

-Siempre vienen bien mas manos, señorita Dimma.- Dice más amablemente y con una sonrisa. -Mi nombre es Tharbeabela.-

Kembell es simplemente incapaz de rebatir a su congénere femenina. Con lo que limita a mesarse la barba y comprobar que su pipa esté encendida.

-Aunque no creo que tengamos el mismo destino que las anteriores caravanas.- Dice con un tono de orgullo enanil que aflora disimuladamente. -Nosotros no solemos usar esta ruta, paramos pocas veces en Aurrivin.-

-Pero a veces hemos tenido que buscar su cobijo cuando hay temporal y siempre nos han acogido bien, aún y ser una pequeña villa sin hostal. Y el carbón de sus minas a brillado más de una vez en las forjas de Sundabar.-

La mujer continúa con el trabajo de cargar cajas en el carruaje mientras continua hablando.

-Cuando nos enteramos que el pueblo estaba en apuros, decidimos ... tomar una ruta alternativa ... para asegurar que no se quedaran sin provisiones. Un enano nunca olvida a sus aliados.-

Los demás enanos parecen sacar pecho ante tal afirmación.

Crystal cargaba sin esfuerzo aparente paquetes grandes, con una sonrisa pintada en el rostro y apenas unas perlas de sudor en su frente. Sin embargo, tan pronto se dió cuenta de que sus amigas estaban charlando animadamente con un grupo de enanos, dejó el paquete que llevaba en las manos de otro cargado porteador y se acercó en un par de largas zancadas.

Se plantó junto a ellos con toda la formalidad de que era capaz y les dedicó una amplia sonrisa.

- ¡¡Hala!! ¡Yo tenia razón!- Exclamó, alborozada.- ¡Hola! ¡¡Yo me llamo Crystal!!

Siguió con la mirada a la enana mientras se dedicaba a continuar con la tarea de cargar el carromato.

- ¡¿Aliado es lo mismo que amigo, señora enana?!- Espetó, perpleja ante aquella expresión.
 

Me toma un par de segundos conseguir convencerme que esa voz salia de entre una barba tres veces mas tupida de la que cualquier humano. Pero rápidamente dejo pasar el asombro para volver a centrarme diligentemente al trabajo. 

¡¿Aliado es lo mismo que amigo, señora enana?!

Si, Crystal. Un aliado es como un amigo. - Respondo con la habitual mezcla de severidad y paciencia hacia la chica, sin dejar de mirar a la enana. - Entonces nosotras partiremos directamente hacia Aurrivin.

Aparto la vista de la mujer barbuda para dar un vistazo al resto de la caravana, que en ningún momento ha dejado de prepararse para el viaje. Inspiro con fuerza aire por la nariz que empieza a notar los efectos del frío y vuelvo mi atención hacia la mujer. - Si vamos por el mismo camino ... estáis familiarizados el código de Fjällen(*).

La enana parece dudar y mira a Kembell, que a su lugar mira hacia el resto de sus hombres. Uno de ellos, joven para el estándar enanil, da un paso al frente.

-Si.- Responde escuetamente mientras se aliña la barba mas corta de todo el grupo, incluyendo a Tharbeabela.

-Estoy familiarizado con la mayoría de lenguas y escrituras que se usan en estas tierras.-

Es difícil deducir si lo dice con vergüenza o no, al fin y al cabo no es un interés común entre los enanos.

- ¡¿Queeeeeeeeeee?!- Preguntó Cristal, abriendo exageradamente la boca para mostrar su descomunal asombro.- ¡Noooooo... Yo quiero ir en el carromato! ¡Jo!
La muchacha se cruzó de brazos, enfurruñada, mientras expresaba su negativa y sus quejas haciendo pucheros...
- ¡Jo! ¡Estoy segura de que me iban a dejar llevar las riendas! ¡Y me enseñarían a trenzarme el pelo al estilo enano! ¡¡Y... Y... Podriamos contarnos entre sus aliados, seguro!!
Giró la cabeza hacia Dimma, improvisando la mejor expresión de cachorrito triste de su repertorio....
- ¡Vamos con ellos, Dimma, por favor!- Repentinamente, se acercó a la pelirroja Aidelail y le instó a apoyarla.- ¡Tú también quieres viajar con los señores enanos, ¿verdad, Ailedail?

Aidelail hizo un gesto a Crystal para tranquilizarla y luego se acarició la barbilla con aire circunspecto con una mano, al tiempo que en la otra sostenía su medalla de Sune en busca de inspiración para tomar la decisión correcta.

Después de tomarse unos instantes para pensar, mirando a Kembell dijo -Coincido con Dimma en que la fuerza de vuestros brazos de enano ahuyentarán a la mayoría de los asaltantes. Igual que a ella, me preocupa llegar demasiado tarde para socorrer a los habitantes de Aurrivin.

Pero tal vez debamos cabalgar más despacio para avanzar más deprisa. Puesto que sois unos consumados mercaderes de caravanas y conocéis la región, si viajamos con vosotros durante un día o dos, podéis instruirnos sobre los peligros que acechan en estos bosques y los lugares donde podríamos encontrar refugio en caso de necesidad.

Miró a los miembros de la caravana en general y dijo -¿Qué me decís? ¿Nos ayudaréis a proteger Aurrivin?

Y añadió sonriendo... es más ¿dejaréis que Crystal lleve las riendas?

Ya cansada de patinar, noto como mis compañeras están hablando con los enanos, por lo que decido unirme a la charla, más allá de que yo no digo una sola palabra, la discusión me parece acertada. 

Es mucho mejor tener al menos un mapa y saber que ruta utilizarán los enanos, así podríamos adelantarnos en un par de días y dejarles el camino libre para que lleguen sanos y salvos a Aurrivin.

Al parecer nuestra arquera no está de acuerdo, y parece que Crystal y Aidelail ya dieron su postura.

Así que yo, para no ser de menos levanto la mano y señalo con mi dedo índice a Aidelail mientras asiento con la cabeza.

- Eso... - digo como dando a entender que estoy de acuerdo con su postura.

Ante esta petición, Tharbeabela levanta las cejas y vuelve a su trabajo dejando el resto de la conversación a Kembell. Quien está con las frente mas arrugada que nunca y una expresión de lo mas severa.

El enano se cruza de brazos en una postura poco amigable y con voz dura comenta. -¿Crees que voy a exponer todas nuestras rutas, secretos y métodos al primer desdichado que se presente?-

Después de eso mira hacia Umul. -¿Vas a mandar a unas niñas que ni tan solo se conocen estas colinas a su muerte? ¿Es que no tienes consideración con los de tu especie?-