Partida Rol por web

TURNO 3— Eleanor

Tal como todo ciclo de la vida misma, esos pasos la llevaron a los gratos recuerdos y al aroma intenso de los bosques como si fuera un refugio donde descansar la mente, pero en especial el corazón. Muchísimos caminos habían optado desde que me crucé a Vanima mi querida hermana y poco a poco, quizás por obra de Iluvatar mismo, terminamos siendo un grupo que lucha contra la oscuridad. 

De alguna manera mi cuerpo atestigua años de andar y andar, más allá de que sé, fueron días. Echo de menos la paz que tenía en mi andar, esa tranquilidad que ahora simplemente es efímera con el paso del tiempo. Por ello cuando ya nos encontramos en Minantir, saludo con una sonrisa cansada a los presentes y muy de acuerdo estoy con el asunto de comer algo para así luego descansar. 

Por lo cual, me acerco al alto elfo y le susurro. 

—Tenemos una charla pendiente a la luz de las estrellas. 

Y sin más, ingreso a la posada dispuesta a tener un rato de paz. Es lo que permite pensar mejor y ya mañana, toca el este donde hay mucho trabajo pendiente, que ellos no descansan. 

Turno 3 - Ódvarr

Ódvarr se preguntó si realmente era necesario todo ese júbilo, y, si bien lo recibió con gran gusto, no pudo evitar preguntarse si el enemigo no se escondía en la oscuridad, a la espera de que este tipo de cosas sucedieran para atacar. Intento deshacerse de estos pensamientos lo más fuerte que pudo, por lo que decidió sonreír y saludar a todos los que conocía, entrando a la taberna con tranquilidad e intentando relajarse durante el tiempo que estaba allí, estaba esperando con ansias ese baño con agua caliente y una comida que pudiera llenar el corazón.

TURNO 3 - Brecca

Las palabras de Theod aliviaron sus preocupaciones por el momento, sabía que no se había terminado con el enemigo cuando anularon la torre pero podía aceptar el remanso en el río. Sin embargo sabía que los remansos eran sencillamente lugares donde el cauce era más profundo y las orillas estaban alejadas, perder la vida en un remanso era tan fácil como hacerlo en aguas blancas, más aún porque uno tendía a relajarse y en ese estado sobrevenían las desgracias. Aceptaría el remanso que le ofrecía el río, pero lo haría con los ojos abiertos y el cuerpo dispuesto a entrar en acción ante la menor señal de problemas.

La recepción del pueblo hizo que se sonrojara, había esperado unas palmadas en el hombro, quizá unas palabras de aliento de gente que, cómo Theod, los habían conocido durante su breve estancia. Sin embargo los vitores y los aplausos lo tomaron por sorpresa, y se preguntó que había hecho para merecerlos realmente. Lo sabía, tenía las señales en su cuerpo y en su mente, la muerte había estado demasiado cerca y el mal se había debilitado, y sin embargo su modestia le impedía aceptar que merecía lo que le estaban dando.

Fue la mirada del alguacil la que lo ayudó a levantar la cabeza y sonreir abiertamente, si un hombre mezquino como era Aendor reconocía que su labor había sido merecedora de elogio, aún desde la distancia y parcamente, entonces entendía que otros más generosos compartieran su alegría. Como fuera, esa noche pensaba darse un largo baño, comer opíparamente en compañía de sus compañeros, y descansar del camino y de la batalla, si era posible en compañía de una mujer que le hiciera olvidar lo cerca que había estado de besar a la muerte.

TURNO 3 - Dromri

El enano estaba cansado, de eso no cabía duda, aunque no lo demostrara el llevarle el paso a sus compañeros había pasado factura, por lo que agradecía enormemente el par de horas en carreta, al llegar a la ciudad y recibir junto a sus compañeros el agradecimiento del pueblo, la verdadera naturaleza del enano afloro, tímido y penado, hasta que escucho aquella voz familiar, Haldan el hijo del posadero, Haldan!!, que tal hombre?, ya aprendiste a cortar leña? le respondió mientras se acercaba con una sonrisa sincera al ver que su se encontraba bien, para darle un buen apretón de mano y recibir un abraso que le levantara los pies del suelo y en el aire sacudirse Baja hombre baja... casi saltando nuevamente al suelo, Bues si hombre, estos piernas largas me tuvieron todo este tiempo al trote, pero al menos no me dejaron atrás nunca!! respondió en medio de risas, hasta que su mirada se cruzo con por un instante con Aendor a quien solo dedico un bufido y desdén n su mirada, para luego seguir a su amigo hacia el interior de la posada!

Espero vuestra despensa este bien surtida, sobre todo de licor!!

Ninui (Invierno), 9º día, año 2898 (Tercera Edad)

TURNO 4

El calor de la Cruz Blanca no era menos intenso que el recibimiento que tuvieron los aventureros al llegar a Minantir. La gran puerta del edificio se abrió ante ellos por Haldan, quien se echó a un lado y los invitó a entrar cortésmente. El salón principal se veía repleto de comensales y parroquianos, quienes alzaron las jarras a modo de saludo ante ellos; aunque otros, no se mostraban tan amables.

El suelo de madera da La Cruz Blanca crujió antes las pisadas de los aventureros, que sintieron el calor del fuego y del ambiente. Habían sido días muy duros y aquella sensación les alivió, a pesar de las preocupaciones que todavía vagaban en sus pensamientos. 

- Acompañadme a las habitaciones, os dejaremos ropas limpias y un buen baño. No tenemos muchas habitaciones disponibles... pero las damas elfas pueden compartir y en otra los señores Brecca, Ódvarr y Dromri.

Y aquel momento de tranquilidad renovó las fuerzas de los aventureros, que disfrutaron de un buen baño de hierbas. Las heridas y las cicatrices quedaron al descubierto, pero el peligro ya no era real, así que solo eran meros recuerdos de los peligros que habían recorrido. Una hora más tarde, Haldan los esperaba de nuevo.

- Seguidme - dijo Haldan mientras se dirigían hacia una habitación privada -. Aquí podremos descansar como es merecido apartados del ruido.

La estancia tenía una gran mesa central, con bancos a los lados. Decorada con cuadros de paisajes y retratos, la pequeña sala se hizo acogedora haciendo del alboroto del salón principal un ligero susurro. Las hermanas de Haldan, conocidas por Dromri por sus dotes sanadores cuando peleó con aquel bandido, Rowan, entraron con varias bandejas de bebidas: desde cerveza, a exquisito hidromiel y terminando por un vino propio de las villas aledañas a la ciudad.

- Por favor, serviros, es lo menos que merecéis mientras prepararan la comida.

El mago se sentó junto a Elanor. La elfa pudo oler su cabello y el aroma que lo envolvía cuando se le acercó. Elessäl ya no llevaba el pelo suelto ni alborotado por sus pómulos como solía acostumbrar a llevar, ahora lo tenía recogido en una cola, marcando sus facciones faciales más todavía y dejando al descubierto unos ojos verdes profundos. Una túnica color gris lo vestía.

- Será un honor pasear a su lado, dama Elanor, y más si la noche acompaña bajo un manto eterno de estrellas - dijo en voz baja el mago mirando a la elfa con una media sonrisa.

En aquel momento, Theod entró en la habitación, saludando a los aventureros.

- Me alegra veros de esta guisa, las armaduras y las armas se hacen pesada mientras más tiempo las portes, porque arrastran muchos historias de dolor y tristeza llenas de sangre - se desabrochó el cinto de su arma y la dejó en una esquina de la misma habitación. Después hizo lo mismo con su armadura de cuero -. Aquí no será necesario - dijo con una sonrisa.

El explorador se sentó en la misma mesa que los aventureros y tomo una de las jarras de cerveza para darle un gran sorbo, con los ojos cerrados.

- Ah.. - se limpió el bigote de espuma - siempre tan deliciosa, Haldan, tu familia tiene un don.

El hijo del posadero se encogió de hombros, bromista. Theod volvió a retomar la palabra.

- Bueno, ahora que ya estamos más tranquilos. A la noche hay un concilio de la mano de Aendor, el alguacil. Emisarios de Minas Tirith enviados por Denethor quieren conocer lo que habéis descubierto y si sus sospechas se confirman: un ataque a Ithilien. Pero por ahora, descansad y pasad la tarde relajados. Después de la reunión descansaremos y al alba partiremos dirección Minas Tirith.

TURNO 4

Decida a dar un paseo con aquel alto elfo, le indico que me acompañe ahora que todo está más tranquilo. Caminar por los alrededores de Minantir, era bonito tener la calma de una noche llena de estrellas y una compañía que realmente me daba muchísimas cosas inexplicables para mí. 

Su porte, esa presencia tan mística de alguna manera me tenía fascinada y quería conocerlo más. Pero con todo este avance de la oscuridad misma, los orcos en su avance no había respiro para estar en un lugar en paz. 

—Bendito seas... Gracias por regalarme tu presencia, mi corazón lo necesita Elessal—confieso—. Cuéntame de ti, me permites conocerme. ¿Si?

TURNO 4 - Brecca

Hogar era una palabra que le quedaba grande a la taberna para el Montaraz, pero no estaba tan alejada de la sensación que le producía el recibimiento de sus gentes y el calor de la habitación común de la posada. Sin embargo fue el baño lo que terminó de aunarlo todo, sumergirse en el agua aromática hizo que el líquido caliente aflojara sus músculos y se llevara sus preocupaciones, aunque no fuera por más de un momento.

Con ropas limpias y el alma apaciguada se dejó llevar a la habitación privada, y si bien apreciaba el bullicio de la taberna, agradeció el remanso de paz que les ofrecía la estancia sin apartarlos realmente del resto del mundo. Las buenas gentes de Minatir seguían allí, al otro lado de la pared, alegres por el simple hecho de poder continuar con sus vidas, y ese era un motivo por el que en verdad valía la pena luchar.

Tomó una jarra de cerveza para comenzar, no quería embriagarse antes de que llegara la comida, agradeciendo con una sonrisa a las mujeres que traían las bandejas. Recibió a Theod con un gesto de su jara y asintió ante su comentario - Sabéis que no miento si digo que es lo mejor que he tomado en días, pero creédme que no exagero si os digo que es de las mejores cervezas que he probado en mis viajes... y he viajado mucho por la marca. - dijo haciendo una inclinación de cabeza dedicada a Haldan y a sus hermanas. - Aunque seguramente no he tomado tanta cerveza como el Maese Dromri, y ciertamente no he probado la cerveza enana ¿Cual és vuestra opinión al respecto? - le preguntó al Enano.

Las noticias de Theod lo trajeron por un momento a una realidad más acuciante, pero saber que tendrían hasta la noche para volver a sumergirse en el caos le permitió apartar la nube negra y disfrutar de la luz que cegaba sus ojos a los problemas del futuro. Sabían lo que vendría, y sabían cuando vendría, pero como bien decía Theod podían disfrutar de la paz del momento y de la compañía de sus congéneres.

Turno 4 - Ódvarr

Realmente, todas las aventuras que había vivido a lo largo de este tiempo le habían hecho olvidar lo relajante que podía ser estar en una tinaja, pasando un buen tiempo al lado del agua caliente. Aceptó gustoso las nuevas ropas, y tras estar listo, bajo a comer. Tenía energías renovadas, y si bien, habían pasado por harto a lo largo de sus viajes, podía sentir que las cosas parecían estar volviendo a su rumbo. De inmediato se fue a la hidromiel, probando gustoso su sabor, y pasando el tiempo con mayor tranquilidad que la que había pasado a la intermperie. Allí, miró a todos y sobre todo a Theod por lo que les había contado, y Ódvarr por su parte fue sincero;

-Gracias por la información, por ahora, aprovechemos de disfrutar lo que venga esta noche, los problemas que suceden en el rededor será mejor hablarlos en la reunión, los horrores que pueden ocurrir solo harían de esta cena algo sombrío. Lo que ocurre a la lejanía es muy oscuro, y tenemos que aprovechar estos momentos de luz para reunir fuerzas. -

Dijo, tras lo cuál, bebió de esta sabrosa hidromiel, tratando de pensar en cosas que no fueran los momentos que había pasado los últimos días.

TURNO 5

El gesto de Haldan era de tranquilidad. Si bien tenía que ver por las buenas nuevas que habían traído los aventureros, también tenían que ver con las palabras de los mismos hacia los servicios del posadero. La Cruz Blanca era el lugar más famoso y de calidad de Minantir, pero eso no hacía que Haldan fuera un posadero prepotente con la fama en la cabeza.

- Me alegra que estéis como en casa, aunque a decir verdad, cualquier cosa que no sea dormir a la intemperie con este frío ya es de agradecer - y rio levemente -. No obstante, gracias y espero que disfrutéis como os merecéis. 

Y poco a poco, comenzaron a llegar bandejas de comida fresca y caliente y a los aventureros se los hizo la boca agua. Asados de cordero con puré de patatas con una cama de cebolla frita. Verduras a la brasa acompañadas de muslos de pollo con salsa de almendras, cuñas de queso y más jarras de vino, hidromiel y espumosa cerveza.

Y de esa guisa fue la tarde. Cuando los aventureros se encontraron más alegres, se unieron a la fiesta del salón principal, donde en algunas ocasiones alguno que otro parroquiano se aceraba tímidamente para agradecer lo que estaban haciendo por ellos y por los Pueblos Libres en general. La música era alegre y las caras sonrientes. El calor del fuego reconfortante y los sillones y sofás mullidos, excelentes para el descanso.

Pero la noche comenzó a caer de la mano del invierno sobre Minantir y con ella la reunión con Aendor.

- Yo voy a reunirme con Aendor, os esperaremos allí para preparar el lugar de la reunión en el mismo - comentó Theod mientras se perdía por la puerta de la posada, dirección la casa del alguacil.

Los aventureros se prepararon. Se abrigaron y salieron a la noche fría y dura, dirección el encuentro. Las calles eran familiares y el lugar donde se encontraba el alguacil también, por eso no tardaron en llegar. Las calles comenzaban a estar vacías, y solo varios lugareños con mulas y algunas familias paseaban dirección a sus casas.

Theod los recibió en la puerta de la misma y les abrió paso. Una mesa amplia con una gran lámpara en el techo iluminaba la misma. Varias sillas reconfortantes la rodeaban y en una de ellas se encontraba Aendor, que se levantó para invitar a los aventureros a sentarse. Theod se sentó a la derecha del alguacil.

Elessäl sonrió ante la petición de la elfa. El mago, sonrió con dulzura.

- A la vuelta de la reunión con el señor alguacil tendremos tiempo hasta el alba, dama Elanor, pero es importante que estemos presentes en la misma.

TURNO 5

Aendor esperó a que todos los aventureros tomaran asiento. Sobre la mesa, mapas y documentos se repartían. Por lo que pudieron ver, aquellas marcas mostraban rutas de comercios, exploración y distintos puntos de control. Se extendían por el noroeste dirección Rohan, hacia el sur por los ríos hasta Pelargir y dirección Este, donde destacaba Ithilien.

- Gracias por venir, el pueblo de Minantir está muy agradecido con vosotros, como podéis ver - el tono del alguacil era sincero pero "molesto", quizás por su escepticismo con el problema hace días atrás, donde ahora había quedado en evidencia -. Si bien las premoniciones no estaban muy desencaminadas, es obvio que ahora mismo no hay más que aceptar que la amenaza del Señor Oscuro no es mera coincidencia, como pensábamos. Los ladrones y maleantes ya no son un problema, pues prefieren quedarse en sus casas antes que poder encontrarse con una partida de orcos que peinen las zonas y tener que sacrificar sus vidas por una mísera bolsa de monedas de cobre y alimentos rancios. La zona oeste - y tomó un mapa - está controlada. Al parecer, el bastión de más actividad y punto de control era la torre en la que estuvisteis. Pero también fue un problema no encontrar nada más allá que unos simples nombres o visiones, como las Tres Damas, o como las hayan llamado. Aún así, la actividad enemiga casi ha desaparecido pero en el este no es así. Los distintos mensajes desde Minas Tirith alertan de un gran avance desde Mordor, y lo peor de todo, sin ser definitivo y sin conocer el alcance del mismo. El peligro real se encuentra allí y desde allí en donde hay que actuar, por eso, es necesario que partáis hacia allá para reuniros con el Senescal.

Aendor bebió de una copa de madera tallada que mostraban ciervos con grandes cuernos.

- Y bien, ¿qué podéis contarme de vuestra expedición?

Elessäl permanecía en pie en una de las esquinas de la habitación, mirando por la ventana la luna.

TURNO 5 - VÀNIMA

La elfa, cuando se dio cuenta de que tendrían luego una reunión con Aendor, se quedó meditabunda. Y enfadada, porque no decirlo. Su orgullo con aquel enfrentamiento con el hombre que mandaba en aquel lugar le hacía estar simplemente enfadada, y le costaba refrenar su ira e impulso de ir y decirle frente a frente que estaba equivocado, y que lo había demostrado. La cerveza, deliciosa, templó su nervio, pero casi no comió, aunque se unió a la fiesta de después en el salón principal, agradeciendo con sonrisas a los lugareños sus palabras, y de cuando en vez, acompañando las canciones. La visión de sus compañeros disfrutando, la calmaba. 

Pero al salir y llegar al concilio con Aendor, iba especialmente envarada y con una mirada altanera, altiva, fría y dura como el acero de su arma, y con el puño apretado. El enfado era mayúsculo, y se le amplió con el no reconocimiento pleno del alguacil de su tarea. Tomó aire, y espetó con rapidez, al terminar el alguacil: -No eran partidas de orcos sin líderes. - Intentó calmarse, pero continuó, echando mano de las insignias que había recogido del orco capitán en la torre - No, señor Aendor. Estas son las insignias del capitán orco, y hablaba de que el tiempo de los hombres había terminado. Y eso no son bagatelas. - Hablaba casi sin respirar, sin que su tono fuera más alto de lo que debía respetar pero a la par mostrando su rabia. - Y volvéis a despreciar la sabiduría de los primeros nacidos. Lo que vos llamáis visiones, nosotros lo vemos como realidades, tangibles en otro aspecto. Y las Tres Damas que vimos mi hermana y yo auguraban lo mismo que el capitán orco: El fin de la era de los hombres, y el nuestro propio, y son aliadas del Señor Oscuro, o sus sirvientes. Eso debería bastar para que alguien sabio examinase más a fondo la experiencia... y la propia torre. 

Y calló, sin haber contado como fue exactamente la misión. Su orgullo la había hecho defenderse de algo que en realidad el alguacil les había reconocido, pero iba mal dispuesta a su encuentro... Se dio cuenta, y esperó que otros remendasen su error. Pero no bajó su mirada desafiante y orgullosa. 

Turno 5 - Ódvarr

Ódvarr escuchó con mucha atención lo que decía Aendor. Las cosas no se habían acabado según podía apreciar, e incluso, parece que las cosas solamente estaban empeorando, o al menos, eso se veía al largo plazo. Escuchó las palabras que decía Vánima, y finalmente se dedició a hablar, calmando un poco los ánimos;

-Entiendo que no podáis confiar en cosas tan azarosas como las Tres Damas, pero si hay algo de lo que puedes estar seguro, y es la amenaza de los orcos, la has visto patente, y ya se tiene información de movimientos desde Mordor. Para mí, cualquier información que te demos solamente coincide con lo que te hemos explicado, y ya esta demostrado que las fuerzas de la oscuridad son una amenaza que esta volviendo a ser una realidad. Para mí, no hay nada más que agregar, excepto de que hay que empezar a hacer armas para todos, puesto que las vidas de todos se verán en juego muy pronto. -Dijo, con seriedad, siendo lo más conciso posible.

TURNO 5 - Brecca

La tarde había transcurrido entre pequeños placeres y buena compañía, comida, bebida, buena charla y canciones... incluso se animó a bailar cuando la bebida y el buen ambiente superaron su natural timidez. A medida que la noche se acercaba, sin embargo, cambió el alcohol por agua, aunque sin perder por ello su chispa, e incluso se permitió dormir en uno de los sillones unos momentos antes de que Theod les avisara que la reunión sería pronto.

Abrigado, limpio, y con el estómago lleno, la visita a la guarnición y salón de reuniones le resultó mucho más placentera que la primera vez que había visto al alguacil, aún a pesar de que incluso en sus palabras más amables se le notaba el descontento por haberse demostrado que se había equivocado. 

Meneó la cabeza ante lo intempestivo de la respuesta de Vanima, y tuvo que estar de acuerdo con la conclusión de Odvarr, pero ninguno de ellos había respondido a la pregunta del Alguacil, una por un más que justificado enfado ante la actitud de Aendor aún a pesar de las pruebas, el otro por acelerar la conclusión y poner en movimiento algo que ayudara a defender a los locales. 

- Como bien sabrá, Señor Aendor, antes de dirigirnos a la torre fuimos hasta el mausoleo desde el cual operaban los bandidos que atacaron a Theod y a sus hombres, y allí nos enncontramos con que los Orcos habían eliminado a los criminales humanos y se preparaban para establecer una base de operaciones. Según las palabras del único sobreviviente, al que rescatamos de quien era a las clara un caudillo y el cual debería estar ahora en vuestras celdas, los orcos incluso ofrecieron al lider de los bandidos que se uniera, y lo mataron ante la negativa. - miró a Theod - La cabeza del orco así como lo que encontramos allí abajo fue entregado a vuestro jefe de exploradores, y luego seguimos camino al sur.

Tomó un trago de agua antes de continuar. - Mientras más nos acercábamos a la torre, más evidente se hacía el dominio de la oscuridad sobre esas tierras, fuimos atacados por unas arañas, y allí estuve al borde de la muerte, pero Mornië me permitió regresar con una advertencia, Ethur sería atacada. Allí conocimos a Elessäl, y él entregó el mensaje a Theod, mensaje que según entiendo permitió que se pudieran organizar las defensas del valle. - le dedicó una inclinación de cabeza y una sonrisa al elfo. - Cuando llegamos a la torre el dominio de la oscuridad era total, la magia luminosa no surtía efecto e intentar utilizarla atraía a los cuervos, y a las patrullas. Tras un combate con una de ellas logramos ingresar al fuerte sin ser vistos, y pudimos explorar una parte antes de que fuéramos descubiertos por el cabecilla. - meneo la cabeza - Este orco no era normal, el cabecilla que matamos en el mausoleo era ligeramente más grande y más fuerte que sus compañeros, pero éste tenía además un aura a su alrededor que lo hacía aterrador, y cuando finalmente cayó fue como si una nube de lluvia se deshiciera y diera paso al sol. Y no hablo sólo del cielo, que eso fue literalmente lo que sucedió, sino también de nuestros corazones, fue como si un puño hubiera estado apretando nuestros corazones y de golpe la mano desapareciera.

Volvió a tomar un trago - Estoy seguro de que al matar al cacique destruimos un centro de poder, un vínculo del Oscuro con estas tierras, pero me atrevería a decir que no era el único, y os aconsejo que no descuidéis las defensas y deis caza a los orcos mientras estén desorganizados. Si vamos a ver al Senescal de Gondor, entonces le daré el mismo consejo, pero vos no deberíais esperar a recibir refuerzos, podéis empezar a actuar desde mañana aunque más no fuera vigilando al enemigo y viendo cuales son sus movimientos.

TURNO 5 - ELANOR

Y allí estoy reunida para que todos logremos poner al día a la gente de Minantir, como es habitual en mi adopto esa postura de observadora con tal de hallar esa paz que me permitirá seguir caminando por esos senderos plagados de oscuridad. Además mis compañeros han explicado todo con lujo de detalle, no tengo demasiado para agregar y la verdad es que de alguna manera este resumen hace que sea muy consciente de todo ese largo camino de tantos desatinos y victorias, decisiones que de alguna manera nos llevaron hasta este punto. 

Me siento muy agradecida por el valor de mis compañeros, su nobleza y la consciencia misma de que esta tarea será demasiado ardua para todos. Aún así, tengo la certeza y sé que Ilúvatar no me fallará en esto, de que podremos con lo que nos toca, y hallar a las tres damas nos permitirá sacar de raíz el mal. Para que nadie se extinga  bajo el capricho de un ser oscuro. 

TURNO 6

El crepitar del fuego de las velas y candelabros se escuchaba en un silencio que pareció eterno después de las palabras de los aventureros. Todos coincidían en sus versiones, todos coincidían en el peligro real que se formaba en torno a los Pueblos Libres, comenzando por Gondor y extendiéndose hacia el sur, al menos, según lo que habían averiguado.

Elessäl sonrió orgulloso desde la esquina de la habitación ante las palabras de los aventureros. La luz de la luna reflejaba el rostro de marcadas facciones mostrándolo bello como la criatura que era. Además, el aura de sabiduría que lo envolvía daba un extra de confianza en su ser. El mago se acercó unos pasos a la mesa donde se encontraban todos los presentes.

Aendor hizo un leve gesto molesto al ver como el medioelfo se acercaba a la mesa. Elessäl le sonrió para después ir mirando a los aventureros.

- Sé que no soy de tu agrado, Aendor - cogió una silla de las sobrantes y se sentó en la mesa con todos -. Pero tienes que hacer caso a lo que están diciendo. Llevo tiempo explorando estas tierras, Theod ha estado conmigo codo con codo y hemos sentido como la sombra se hacía con todo estas tierras. ¿No lo ves? Estos hombres, estas hermanas elfas son de buen corazón y no mentirían con nada de lo que han vivido. Ellos han sentido el miedo, el dolor... y han visto cosas que tú no has visto desde aquí - dijo reclinándose sobre el asiento -. Han dado el primer paso importante, destruir el principal asentamiento que servía como vínculo de Mordor. Ahora hay que evitar cualquier sorpresa y mandar hombres a las fronteras, hablar con Rohan; reforzar el folde este y sobre todo Minas Tirith y las tierras de Ithilien; avisar a Osgiliath. No sabemos si esto es el principio de algo más oscuro y sombrío...

De nuevo, el crepitar del fuego hizo el silencio en aquella sala. 

Theod tosió un par de veces, como pidiendo permiso mientras miraba a su superior de reojo. El explorador colocó el índice sobre uno de los mapas que allí había. Las pieles crujieron mientras señala distintos puntos. Aeondor miró por el rabillo del ojo las maniobras de su jefe de exploradores, pero con una mueca de incomodidad.

- Señor Aendor, en las últimas semanas y a pesar de la llegada del invierno, los asentamientos enemigos han ido incrementando. Los ríos han servido para acelerar sus pasos y poder moverse con más eficacia. A pesar de las distintas cuadrillas que por las zonas se desplazaban - seguía señalando varios puntos -, fue casi imposible controlarlas. Como bien dice Elessäl - dijo bajando la voz al pronunciar su nombre, pues sabía que no era muy del gusto de su superior -, la torre principal ha caído con la muerte de su líder y con ellos la mayoría de avanzadillas de orcos que buscaban debilitar y desviar la atención. Pero eso no quiere decir que haya terminado. No obstante, la raíz del problema acecha en Mordor, desde la puertas de Minas Morgul. Si conseguimos retener las embestidas, ya será todo un éxito.

Aendor, no contestó nada más escuchar a su jefe de exploradores. Miró poco a poco a cada uno de ellos.

- ¿De cuántos hombres disponemos, Theod? - dijo mirando el mapa. Por un momento su gesto se hizo más amable.

El explorador se sorprendió ante la actitud del alguacil.

- Pu... Pues ahora mismo podemos enviar alrededor de un centenar de hombres armados. Con eso será suficiente para controlar las zona más cercanas de Minantir y evitar peligros mayores. Si la fuerza del Señor Oscuro estaba manejada por las Tres Damas, ahora que su poder no alcanza más allá, es el momento de avanzar.

Aendor daba pequeños golpecitos en su copa de madera tallada con ciervos y grandes cuernos. Una ligera brisa nocturna se escuchaba en las afueras del edificio, recorriendo las calles de Minantir.

- Está bien - suspiró el alguacil -. El tema pasará directamente a manos del Senescal de Gondor. Desde aquí no tenemos más de lo que podemos aportar. Con vuestro viaje y la información que habéis recogido, debéis de alertar de la situación y recabar en Minas Tirith para que desde allí os den nuevas órdenes. Pero me preocupan las Tres Damas...