Partida Rol por web

Renunciar a lo terrenal

Prólogo - Un vergel en el oasis

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16/11/2021, 16:57
Narrador

MULDOON, 21 DE TARSHAK, EQUINOCIO DE PRIMAVERA DEL AÑO 1368 CV

Habían transcurrido dos meses desde el regreso de Misthan, victoriosos, tras la derrota de los seguidores de Set y el rescate del joven Horpet. En ese tiempo, la compañía había podido tomarse unas pequeñas vacaciones antes de volver a ponerse manos a la obra resolviendo asuntos de menor importancia: algunas malas hierbas en un jardín que mordían a los transeúntes, fantasmas y espíritus traviesos en una mansión junto al río, escoltar una caravana por las calles de Geldaneth, la reiterada plaga de langostas de siempre... Nada, desde luego, especialmente peligroso o emocionante; pero mejor eso que permanecer ociosos, pues la actividad del día a día era lo que mantenía a la compañía en activo y la diferenciaba del resto de mercenarios de la ciudad. 

Ahora habían puesto rumbo al oasis de Muldoon y la razón era tan buena como cualquier otra. Jotnar había recibido una misiva del puño y letra del clérigo de Isis, Reseph Ka-Mat-Ef, convidándole a celebrar el festival del Verdor en el mismísimo oasis de Muldoon. Según lo que explicaba en la carta, breve pero muy concisa, tenía intención de celebrar un festival de primavera con una competición... de jardineria. Buscaba a los mejores jardineros, agricultores, eruditos, boticarios, herboristas, sacerdotes de Isis y demás amantes de las flores de la región para que crearan su propio jardín en el oasis. Y el mejor de todos ellos, bajo la bendición de Isis, sería elegido para cultivar en el oasis entero y crear un hermoso vergel en mitad del desierto.

De modo que, ante semejante expectativa y llenos de curiosidad sobre cómo podían plantar hierba sobre la arena del desierto, el grupo emprendió la marcha hacia el oasis. En camello, por supuesto.

Un par de días más tarde, divisaron el oasis en el horizonte. Ya no era un campamento de paso, parecía que habían comenzado a construir un asentamiento mucho más estable. Y en la distancia se podía ver el lago y más color verde que la primera vez que lo visitaron. Dejaron los camellos atados a una palmera, donde otros camellos se doraban al sol, y se acercaron para ver lo que ya habían visto de lejos. Se habían construido algunas casas y parecía que estaban construyendo algunas más. Un poco más adelante, junto al lago, se había levantado un mercado donde se exponían todo tipo de flores, plantas, frutas, verduras y especialidades culinarias, todo relacionado con la agricultura, en honor a Isis. Según escucharon, la especialidad de la temporada eran los dátiles, por lo que antes de darse cuenta, habían perdido de vista a Amessis. Divisaron a la nigromante frente a un puesto de dátiles preparados de diversas formas, como hipnotizada, sin saber si elegir los que estaban fritos con miel o los que estaban cocinados a la sal, o si se decantaba por un palito con varios dátiles cubiertos de caramelo mullhorandino. 

Pero lo que más llamaba la atención, junto a una de las montañas, era una exhuberante zona cubierta de hierba. Se habían dividido varias secciones cuadradas con estacas y cuerdas, y un cartel de tela colgaba de dos postes, donde se podía leer: I Festival del Verdor del Oasis de Moldoon; y en letra pequeña: concurso de jardinería. Algunos eruditos ya estaban plantando cosas en el huerto designado, Reseph portaba unos pergaminos en la mano y hablaba con su ayudante, que iba tomando notas. Cuando divisó a Jotnar entre la multitud, se aproximó hacia él como una sonrisa radiante.

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16/11/2021, 17:00
Reseph Ka-Mat-Ef

Le estrechó la mano al enano como muchísima energía.

-¡Jotnar! Me alegro de volver a verte, amigo. Estoy feliz de que hayas podido venir. Y los demás también, por supuesto. Podéis visitar el mercado, es más, os lo recomiendo. Hoy es un día de celebración a Isis, sentíos como en casa.

Rodeó al enano con un brazo y lo llevó hasta un cuadradito delimitado por cuerdas.

-Mira, este es tu lugar. Quiero que hagas el jardín más hermoso de todos. ¡Confío en ti! Verás, llevo mucho tiempo estudiando la Rosa del Profeta, he hecho investigaciones y tras muchos esfuerzos, he logrado sacar un esqueje y plantarlo justo ahí -señaló una maceta justo en el centro de la zona de hierba, donde un hierbajo de aspecto más bien pocho se alzaba a un metro del suelo-. Y ha crecido todo esto. Quiero convertir el oasis en un asentamiento más grande, que deje de ser un lugar de paso y que se establezca como una ruta de comercio seguro entre Geldaneth y Misthan. Quiero que la gente pueda venir a Muldoon a rezar a Isis y que los cultivos sean propicios. Sé que es una idea ambiciosa, pero creo que este festival puede ser la clave. Quiero que este lugar tenga el jardín más bonito y que el culto crezca alrededor de él, que construyamos un templo y se convierta en un centro de sabiduría. ¿Por qué no puede haber un lugar hermoso en mitad del desierto?

Miró al enano con los ojos brillantes por la emoción de un niño.

-¡Cocotilio! ¿Cómo estás, pequeño? -le dijo al coquito cuando éste asomó la cabeza desde la mochila de Jotnar. Movió una manita para saludar y Reseph se rio a carcajadas. Se le veía bastante feliz con todo aquel asunto del jardín.

-Podéis visitar el mercado. Hay actividades para todos, creo que hay una compañía que está organizando peleas de puñetazos, pero no me parece que la violencia tenga cabida en algo así. También hay carreras para los niños, pruebas de fuerza, me suena que también hay actividades para comer dátiles. Y por supuesto todo tipo de bebidas y comida vegetal. ¿No es maravilloso?

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16/11/2021, 17:03
Jotnar

Jotnar había dedicado aquellos meses de relativo descanso entre misiones sencillas a cosas verdaderamente importantes: Enseñarle a Cocotilio y al camello a regar las plantas de su jardín. El primero era menudo y podía llegar a cualquier rincón, el segundo era perfecto para las jardineras exteriores.

Y todo fuera dicho: resulta digno de elogio aprender a llenar una regadera en la fuente para regar unas plantas cuando se es un camello.

No obstante, la invitación al oasis había sido un cambio de aires agradable. Aunque acabaran de perder a Amessis en las garras del puesto de dátiles y seguramente la cosa terminaría con Nepthis regañándola y haciendo comentarios sobre hamsters en cuanto a la nigromante empezara a dolerle la tripa.

Siguió a Reseph hasta el cuadrado cuando este le contó sus planes

Se intentará—comentó dándole unas palmadas en la espalda. Aunque enseguida alzó un dedo como quien hace una nota a pié de página—. Lo del jardín quiero decir. Lo del mercado no podría estar más de acuerdo: he visto antes un puesto de especias y plantas medicinales que tengo toda la intención de visitar.

De aquella gisa, se giró hacia las demás.

—¿Ya decidiste el tipo de té para la jarra a la salud de Hathor?—comentó a Nepthis—. Quizá tengan variedad de hojas en ese puesto. ¡Hay que averiguarlo!

Subrayó lo último golpeándose la palma con el puño y sin más echó a andar.

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16/11/2021, 17:04
Nepthis

Nepthis había compaginado los trabajos en la Compañía de la Barba Insondable con sus labores en la Casa de la Curación de Hathor. Senet, su aprendiza, la seguía a todas partes como un pollito seguiría a mamá gallina, observando siempre por encima del hombro de Nepthis para aprender algo más. Un mes después de que su aventura en la pirámide de Akhenseti, Senet la siguió también al cuartel de la compañía mercenaria. Nepthis no tuvo más remedio que presentarla al resto de los aventureros.

La arena pareció tragarse a ambas durante las últimas dos dekhanas. Nepthis aparecía solo cuando su presencia era estrictamente necesaria, e incluso entonces parecía tener la cabeza en otra parte. Siendo consciente de su ausencia, aceptó la invitación de acompañar a Jotnar a la competición de jardines de Reseph Ka-Mat-Ef con el pretexto de pasar más tiempo con ellos.

—¡Bilsbifa1! Gracias por ofrecernos la hospitalidad de sus tiendas, señor Ka-Mat-Ef —dijo Nepthis desde el camello en el que había viajado, con una formalidad que Reseph no había empleado en su júbilo.

La sacerdotisa de Hathor dio a su camello unos golpecitos con los talones de sus botas. El animal dobló las rodillas, primero las delanteras y después las traseras, permitiendo a Nepthis descender con dignidad de su magnífica silla de cuero negro con relucientes estribos de hojalata.

La sacerdotisa de Hathor ofreció las riendas de su camello a un esclavo y sonrió, contenta de ver a Jotnar más feliz que un enano en una mina (aunque la metáfora no fuera la más apropiada).

—Todos esperamos mucho de ti, Jotnar. Demasiado. ¡En menudo jardín te has metido! —curvó sus labios en una sonrisa. Había bromeado para toda la estaciónA mí me gustaría ver lo que están haciendo el resto de participantes. Me agradaría gozar de vuestra compañía señor Ka-Mat-Ef, y que me explicarais qué estoy viendo. Eso si vuestros deberes no os requieren en otra parte, por supuesto. Después me pasaré por el mercado para ver ese puesto del que hablas, Jotnar, ¡pero me niego a beber mi té en jarra!

 

1: Te deseo salud, en mulhorandino.

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16/11/2021, 17:05
Lurzca

Porqué no decirlo. Aquellos meses que habían pasado enfrascados en misiones sencillas, Lurzca se había aburrido. A diferencia de Jotnar no tenía una pasión como era la jardinería. Tampoco tenía un oficio en el sanatorio como Nepthis. Y desde luego, no sabía disfrutar de los placeres de la vida como Amessis, no le gustaban los dátiles y por supuesto tampoco veía almas a las que guiar a la otra vida. 

Lurzca todavía no había encontrado su sitio en el mundo. Se sentía bien con sus compañeros de la Barba. Jotnar era un buen hombre y un buen líder. De Nepthis podía aprender mucho y Amessis era su muy mejor amiga. Aquella era su familia y no se separaría de ellos, pero si le gustaría encontrar algo que le apasionara y que pudiera llenar el vacío que había en su interior.

Desde luego esa pasión que buscaba no tenía relación con partir cráneos, participar en competiciones de bebidas o convertirse en la primera vencedora del torneo de peleas de puñetazos del oasis de Muldoon, aunque no descartaba participar. Ciertamente tenía que seguir buscando que era lo que podía hacer de ella una mujer mejor. Con suerte algún día lo lograría.

Un placer verle de nuevo señor Ka-Mat-Ef. - Saludó cordialmente al líder de aquel lugar. Meses antes no hubiera entendido m muy bien la fijación que tenía con las plantas, aunque lo cierto era que Jotnar le había enseñado a apreciar en cierta medida la jardinería. - Está usted creando algo muy hermoso. 

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16/11/2021, 17:06
Reseph Ka-Mat-Ef

Reseph sacudió a Jotnar por los hombros, realmente entusiasmado.

-¡Así se habla! Disfruta de este vergel, Jotnar. Cualquier cosa que plantes aquí, crecerá en cuestión de segundos. Pero después vendrá lo complejo, adaptar todo el espacio del oasis, y cuidar de todas las criaturas vegetales que se planten. Pero te dejo trabajar, no quiero distraerte. Pero sobre todo, ¡disfruta con ello!

Dicho aquello, se marchó para acompañar a Nepthis en su petición. Cocotilio saltó de la mochila y caminó por la hierba, tocando con pies y manos todo aquel verde tan esponjoso. Miró al enano con ojos brillantes, antes de tumbarse a retozar y girar por el césped. Luego se puso en pie y esperó órdenes de Jotnar.

A su disposición tenía todos los utensilios de jardineria, aunque se permitía a los perticipantes usar sus propias herramientas, siempre que alguien las revisara, para que todo fuese justo. También disponía de algunas semillas, bulbos y esquejes si quería usarlas, aunque se esperaba que cada participante usara, también, sus propias plantas. Todo eso se lo explicó el ayudante de Reseph antes de dirigirse hacia el cuadrante que tenía al lado, dónde un hombre con túnica y aspecto estirado daba órdenes a tres esclavos para que cavasen agujeros y zanjas. En las manos portaba una maceta por la que asomaba la cabeza de un bulbo de color blanco.

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16/11/2021, 17:08
Reseph Ka-Mat-Ef

Reseph aceptó la invitación de Nepthis y despachó al joven que lo acompañaba para que entregara los pergaminos que llevaba en la mano.

-Por supuesto, por supuesto -le dijo a la sacerodisa de Hathor-. Acompáñane, te mostraré la exhuberancia de Isis en todo su esplendor.

El clérigo estaba muy animado, se lo veía radiante, la sonrisa de blancos y dientes en contraste con la tez morena del sol. Llevó a Nepthis por los cuadrantes delimitados, donde algunos participantes estaban desbrozando, seleccionando semillas y dibujando sobre legajos y pergaminos las ideas que les venían a la cabeza. Había un total de siete participantes; muchos, a decir verdad, para tratarse de expertos en verdes menesteres en mitad de un desierto.

-Tengo intención de crear una comunidad aquí, en Muldoon, y hacerla estable. Quiero que el culto de Isis se extienda por los valles que hay junto al río y que crezca hasta convertirse en un lugar de peregrinación. Hay muchos viajeros hacia la ciudad de los muertos, pero, ¿por qué no venerar la vida que nos ofrece la tierra? -exclamó con entusiasmo-. El esqueje de la Rosa del Profeta es la clave, nos permitirá cultivar en esta tierra. ¿Ves esas palmeras? Crecieron en muy poco tiempo y sus dátiles son los más dulces que he probado nunca.

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16/11/2021, 17:09
Aswand Ba-kau

Un hombre de piel de ébano se acercó a la mestiza con mucha confianza y se plantó delante de ella con una sonrisa.

-¡Lurzca! ¿Eres tú, verdad?

Reconoció al instante a aquel hombre. Se trataba de un mercenario que había conocido tiempo atrás. No había trabajado con él jamás, pero había coincidido durante su cautiverio como gladiadora y habían compartido juntos alguna que otra pelea en la arena, con Lurzca siempre como vencedora.

-Soy yo, Aswand. ¿Te acuerdas de mí?

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16/11/2021, 17:11
Nepthis

—Todo esto... es un milagro, señor Ka-Mat-Ef —dijo, tomando al sacerdote de Isis por el brazo, con familiaridad—. Sé lo suficiente sobre los asuntos de lo mundano y lo divino como para darme cuenta de lo que está pasando. Habéis conseguido sacar un esqueje de la Rosa del Profeta, una reliquia de Isis. Sin duda tenéis el favor de La Dama Generosa.

Nepthis caminó unos pasos, colgada del brazo de Reseph, con la cabeza baja, perdida en sus propios pensamientos. Se separó de él y dejó de caminar.

—Me gustaría preguntaros, señor Ka-Mat-Ef, si no es indiscreción, ¿cómo lleváis, personalmente, todo esto? —le preguntó Nepthis, expresando sus propias dudas—. Más allá de que hayáis dedicado toda vuestra vida a esto...

Nepthis balbuceó, perdiendo el hilo de lo que quería decir.

—¿No os sentís un poco... abrumado, por todo lo que esto significa?

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16/11/2021, 17:11
Reseph Ka-Mat-Ef

-¿Cómo... lo llevo? -preguntó el sacerdote, un poco confundido por la pregunta. Luego sonrió de forma abierta, quizá exagerada; pero así era Reseph, abrumador como todo ese vergel que lo rodeaba-. ¿Qué significa haber recibido la bendición de Isis? ¡Estoy entusiasmado! Así es como me siento, feliz y dichoso de servir a Isis en esta tierra; servirla de un modo más mundano y no ser el único que recibe sus bendiciones, sino todos los que pueden contemplar este milagro.  

Se acercó a Nepthis para cogerla por ambos hombros, de la misma manera que hubiese puesto las manos sobre Jotnar para sacudirle, aunque con ella tuvo más cuidado. El sacerdote tenía los ojos marrones de cualquier mullhoradino, solo que estos brillaban de júbilo y parecía más joven cuando se le formaban esas arrugas en el rostro con cada sonrisa. 

-¿Para qué quiero guardar la Rosa del Profeta para mí solo? ¿Por qué no permitir a todos contemplarla? Isis nos provee en toda su gloria. "Mientras la tierra permanezca, la siembra y la siega, el frío y el calor, el verano y el invierno, el día y la noche, nunca cesarán". De modo que mientras sea posible, proveeremos. ¿Qué es lo que te perturba, mi buena amiga?

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16/11/2021, 17:12
Nepthis

Nepthis tragó saliva, profundamente conmovida por el entusiasmo de Reseph. Nepthis estaba súbitamente pálida, la cercanía de Reseph, su convicción, hacía que se sintiera aún más perdida en sus dudas.

—Si somos únicamente un receptáculo para lo divino, ¿qué queda de nosotros, Reseph? —dijo Nepthis en un hilo de voz—. ¿No te preocupa que al servir a un fin ulterior, al convertirte en un símbolo y algo más que un hombre, seas, a la vez, algo menos que un hombre?

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16/11/2021, 17:13
Reseph Ka-Mat-Ef

La mirada de Reseph se volvió más cálida cuando la sacerdotisa expresó sus dudas. Apartó una mano, pero dejó la otra en su hombro, y el gesto sirvió para anclarla a la realidad que los rodeaba: el bullicio de los asistentes al mercado, el viento soplando entre las dunas, el griterío de los niños que correteaban y jugaban.

-¿Sientes que tu verdadera identidad no proviene de lo que eres o lo que has logrado, sino de lo que Hathor ha hecho en ti y con tu vida? Piensa, ¿quién serías ahora sino hubieses establecido ese vínculo con Hathor? Yo también he pasado por los temores que comentas, querida Nepthis, pero tengo claro mi propósito: en comunión con Isis, mi labor es llevar su exhuberancia en esta tierra y acepto lo que me ha dado porque yo lo he decidido así. Sigue siendo, después de todo, una elección. Así, mientras tengas capacidad de elegir, seguirás siendo tú. ¿Temes perder tu libertad, de alguna manera?

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16/11/2021, 17:15
Nepthis

Nepthis abrió la boca para protestar.

Ella no había elegido aquello. No había elegido todas las visiones que la asaltaban. Y, sin embargo, se detuvo a reflexionar profundamente sobre lo que Reseph le acababa de decir.

¿Realmente era cierto que no había escogido ese camino?

¿No se había alejado, acaso, de todo lo que le habían enseñado, adoctrinado, sobre Hathor? ¿No había elegido servirla de una manera muy concreta, y muy distinta a como solían servirla en su país? ¿No había ignorado todo aquello que le habían dicho que debía pensar, hacer y sentir?

¿No podrían ser sus visiones y la maldita carta,  la consecuencia lógica de las decisiones que había tomado a lo largo de su vida?

Nepthis apartó la mirada de Reseph, incapaz de sostenerla.

—Vuestra sabiduría es, evidentemente, mayor que la mía—dijo, con voz estrangulada.

Se enfadó consigo misma cuando las lágrimas acudieron a sus ojos. Nepthis se las enjugó casi con furia y, reunió toda la dignidad que fue capaz.

—Lo siento, efendi. Este es vuestro día, no pretendía hablar de mí sin parar —dijo, sorbiendo por la nariz y volviéndose a colgar de su brazo—. Prometo ser una mejor compañía de ahora en adelante.

Sonrió. Depositó una mano sobre su brazo.

—Seguid contándome esas cosas tan interesantes. No me canso de escucharos.

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16/11/2021, 17:15
Reseph Ka-Mat-Ef

Reseph le frotó la espalda para infundirle ánimos, mientras Nepthis asimilaba sus palabras y ponía en orden sus pensamientos.

-No se trata de mi día, única y exclusivamente, querida Nepthis. Este día es para todos nosotros. Si sientes que debes expresar lo que te oprime el corazón, no lo dudes y hazlo -le tocó la frente con un dedo, luego el labio y luego el hueco de las clavículas, otorgándole la bendición de Isis-. Si tienes fe, tu ilusión no debe morir.

Emprendieron la marcha por el oasis. La sacerdotisa miró por encima del hombro, no fuera a ser que Amessis estuviera cerca y hubiese contemplado su frágil momento de debilidad. Tenía una reputación que mantener.

-Entiendo que tengas tu reservas, más, ¿qué ha motivado esas dudas sobre la propia identidad? Muchas veces he dudado acerca de mi llegada al oasis y haber encontrado algo tan valioso como la Rosa del Profeta. ¿Por qué yo? Pero después pensé, ¿por qué no? Nadie más lo hará, o no lo hará cómo debe hacerse. De modo que recoger esa responsabilidad fue elección mía.

Se detuvo, de repente.

-¿Te gustaría ver la Rosa? Quizá, en su cercanía, encuentres la paz que buscas.

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16/11/2021, 17:16
Lurzca

- ¿Aswand? - Lurzca miró bien a aquel hombre.

Evidentemente lo conocía. Hacía tiempo que no le veía, pero no había cambiado mucho. El pensando no era el mismo, pero el resto sí que estaba igual. No pudo hacer más que sonreír. 

¿Qué haces por aquí, Gigante de Azabache? - Le preguntó. - No te veo como jardinero, la verdad...

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16/11/2021, 17:17
Nepthis

Nepthis sonrió, aunque la sonrisa no se contagió a sus ojos.

—Era solo una reflexión en voz alta, nada más —respondió—. Por supuesto, lléveme allí, efendi.

Se colgó del brazo de Reseph y se dejó llevar.

—La Rosa del Profeta. La primera vez que la vi pensé que era un nombre muy hermoso para algo tan horrendo, pero solo hay que mirar en derredor para encontrar la auténtica fuente de su belleza. Su magia y vuestra labor ha transformado el oasis en un auténtico vergel en apenas... ¿un par de meses?

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16/11/2021, 17:18
Jotnar

Jotnar se dejó agitar como una maraca metálica sin huesos con la efusividad de Reseph, ¿por qué? Por ningún motivo en particular. Luego le dejó ir.

Lo cierto es que ya querría él tener un proyecto de jardín enorme como aquel pero, puesto que sólo había una Rosa del Profeta, se contentaba con formar parte a la hora de darle vida. Si su amigo al que le apasionaba la botánica tanto como a él estaba feliz y podía disfrutarlo, entonces él también.

Y entonces apareció un tipo que no había visto en su vida y se puso a hablar con Lurzca.

El enano se rascó la cabeza. ¿Algún amigo de la infancia? Eso parecía pero el caso es que daba igual, la dejaría a su aire. Llamó a Cocotilio con unas palmaditas antes de dirigirse adonde en un principio iba a dirigirse. Y de paso, esperar a Nepthis allí.

—Ven, pequeño. ¡Busquemos inspiración!—comentó—. Con suerte tienen algo exótico de Maztica.

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16/11/2021, 17:19
Narrador

Jotnar se internó por el mercado, seguido de Cocotolio, que anadeaba y a veces intentaba caminar como el enano, a pesar de sus cortas patas. Se rascó la cabeza y luego se aferró al meñique de Jotnar para no perderse entre el gentío. Enseguida llamó la atención de los más pequeños, que lo señalaban y lo miraban con mucha curiosidad, pero no se acercaban y volvían a sus juegos. Cocotilio los miraba también, los veía jugar y se quedaba observándolos.

Casi todo lo que había en el mercado era fruta y dátiles. Dátiles por todas partes. Jotnar encontró a Amessis sentada en un tenderete, dando buena cuenta de un plato de dátiles asados con miel, chupándose los dedos. Saludó al enano de lejos, con una sonrisa de felicidad en la cara, mientras seguía a lo suyo.

Finalmente, tras un millón de vueltas por los mismos tenderetes, encontró un puesto que estaba un poco alejado del resto, donde su dueño exponía en un montón de cestas diferentes variedades de hojas, hierbas y racíes, junto a tarros de miel, caramelos y dulces fabricados a partir de frutas que no se veían por aquella zona. También vendía especias y en cuanto el enano se aproximó, percibió el aroma caracteristico de las exóticas mezclas del desierto.

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16/11/2021, 17:20
Reseph Ka-Mat-Ef

-Bueno, a mí no me parece tan horrenda -le dijo Reseph con una carcajada-. No todo lo horrible es feo, ni todo todo hermoso es bonito. He trabajado mucho para lograr sacar un brote de la Rosa del espacio en el que se encuentra, la mayoría de las veces, esa hoja moría en cuanto llevaba un día fuera del Jardín. De modo que la planté aquí dentro y fui adaptando sus necesidades de agua y luz. El calor del desierto es mortal para las flores, tienen sol de sobra, pero se queman si se exponen demasiado. De modo que lo hice de noche, poco a poco, subrepticiamente -le guiñó un ojo.

Reseph condujo a Nepthis hacia su residencia, aunque la sacerdotisa no recordaba que el edificio fuese tan grande como la última vez que lo habían visitado. Sin duda había hecho reformas y era cada vez más grande. Los esclavos se afanaban por mantener el lugar limpio y ordenado, porque una de las salas había sido acondicionad como almacén o lugar de centro de operaciones para la festividad del Verdor. El clérigo se disculpó con la sacerdotisa para hacer unas comprobaciones y la dejó sola junto a unas columnas, durante unos minutos, hasta que terminó de hablar con uno de sus esclavos. Luego volvió con ella y emprendieron la marcha hacia el Jardín del Edén.

Otro lugar tremendamente cambiado desde la última vez que lo hubiesen visto. El calor de la mañana dio paso a un fresco atardecer, la humedad era bastante alta y se pegaba a la ropa y a la piel; era como una madrugada en el desierto, pero sin el frío que podía entumecer los huesos. Siguieron el curso de un río que fluía por entre la exhuberante vegetación y Nepthis pudo ver que había criaturas allí, que no había visto la vez anterior: lagartijas, pequeñas aves, mariposas, insectos, alguna que otra culebra; tenían colores vivos y relucientes por un sol que no existía. De dónde provenía toda esa luz, no lo podían saber. Reseph le habló de las especies que había encontrado y que solo conocía por los libros, y porque había mandado llamar a algún que otro experto en animales exóticos para darles nombre. Todas aquellas criaturas convivían allí.

Finalmente, bajo la cascada, encontraron la Rosa del Profeta. La impresión, en este caso, fue la misma que la vez anterior: era el cactus más feo y dañino que Nepthis había visto en su vida. Reseph se aproximó, con confianza, y sacó una de las muchas flores que crecían en su cuerpo para ofrecérsela a la sacerdotisa.

-Lo hermoso siempre debe compartirse, querida Nepthis. Ya sea una flor, un consejo o un sentimiento. Así que eso quiero conseguir, compartir mi amor por Isis para que todas las personas se sientan amadas. Me parece que es algo esencial en la vida, el amor y compartirlo con aquellos que quieres.

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16/11/2021, 17:22
Aswand Ba-kau

Aswand lanzó una risotada como la de antaño. Aunque antaño nunca había sido precisamente tan jocoso, sino un tipo muy serio. Estaba cambiado, sin duda. Más alto, más fornido y con más cicatrices. Más negro, podría decirse también.

-Jardinero, ¡pues claro que no! -contestó-. Estoy de paso, nos dirigíamos a Misthan y hemos parado a descansar. Ven, deja que te invite a algo, cuéntame qué ha sido de ti desde la última vez que nos vimos. Sabía que eras una tipa dura de tumbar, me alegro mucho de verte, Lurzca. Ahora mismo trabajo como guía y expedicionario por el desierto, aunque ahora estoy trabajando con un tipo bastante siniestro y un crío. Nos unimos para una misión, una cosa ha llevado a la otra y ahora, la verdad, vamos en busca de aventuras. El peligro es real, pero mucho más divertido, ¿sabes?