Partida Rol por web

Dexter es un tipo bastante conocido en el mundo de la delincuencia y los bajos fondos de Nueva York. Un metro sesenta de puntillas y un cuerpo enclenque le han obligado a elegir la carrera de las estafas y pequeños timos en la Universidad de La Calle. Ha estado en la cárcel por lo menos dos veces. Tiene la costumbre de asociarse con bandas y algún gangster por conveniencia e interés. Una forma de proteger su trasero.

Dexter es un tipo bastante conocido en el mundo de la delincuencia y los bajos fondos de Nueva York. Un metro sesenta de puntillas y un cuerpo enclenque le han obligado a elegir la carrera de las estafas y pequeños timos en la Universidad de La Calle. Ha estado en la cárcel por lo menos dos veces. Tiene la costumbre de asociarse con bandas y algún gangster por conveniencia e interés. Una forma de proteger su trasero.

El sobre pequeño contiene un simple nota manuscrita:

Si algo he aprendido durante todo este tiempo es que hay personas a las que no debes joder y que se puede matar a cualquiera. Eso debería dejarte bastante claro algo Beaumont. 

Atentamente El Bufón

P.D. Nunca fuiste muy listo asi que por si acaso no lo has pillado, hablo de que si me sigues jodiendo eres hombre muerto.

En el local había dos únicos empleados que no encajaban con las expectativas. Cuando uno va a estos sitios espera encontrarse a un  par de inmigrantes italianos bajitos y morenos, quizás con bigote. Los dos que había allí eran koerano  el primero y  un chicano el otro. Ninguno tenía la menor pinta de llamarse Luigi. Ni Roberto. Ni de haber pisado Italia en su vida. Ni de tener la menor idea de la gastronomía ni del idioma de la tierra de Musolini. Quizás en compensar este hecho estaba el hecho de que había banderitas de Italia por todas partes: en las botellas de vino, en las mesas, en las paredes… 

Si el mismísimo Benito hubiera resucitado y le hubiera dado por comer en aquel lugar (cosa que dudo. No que resucite. Es sabido por mucha gente del mundo ocultista que lo han intentado en alguna ocasión.  Lo que dudo es  que apareciera por Brooklyn) nadie le hubiera entendido una puñetera palabra de su italiano refinado en aquel restaurante. El dictador tendría que haberse marchado al McDonalds*  de enfrente y verse obligado a señalar con el dedo el dibujo de un Mcmenú para poder llevarse algo a su boca después de seis años bajo tierra. 

-Está cerrado.- dijo el koreano sin levantar la vista del suelo que estaba fregando. Tenía un acento más extraño de lo acostumbrado en un koreano típico de Brooklyn. Quizás procedía de una selva perdida en el interior del país o había aprendido inglés de alguien que no es ingles de verdad. Ni americano tampoco. Desde luego era un motivo bastante razonable para sospechar de este tipo. Quizás fuera un espía sovietico infiltrado, alguien con una radio escondida en el garage. Era perfectamente posible.

-Cerrado.- dijo el chicano. Nada. Ni rastro de acento italiano. Hizo un aspamiento con las manos como si fuera un arbitro de baloncesto al final de un cuarto. –Cerrado.- repitió por si acaso aquellos tipos no se les daba bien interpretar la mímica.

Hudson entró al lugar después del resto, tomándose su tiempo y echando una ultima mirada a la calle antes de atravesar la puerta, como si se encontrara desganado al ver que aquella oportunidad de hacer algún trabajo importante, de momento, se había convertido simplemente en hacer de mensajero... una vez mas.

Al entrar su rostro no pasó a ser mas amigable, y sin prestar mucha atención a las palabras de los dos extranjeros que trabajaban ahí, se acerco hasta el mostrador y apoyó el codo mientras echaba una mirada a aquel lugar – cada día odio mas la comida italiana – pensó mientras daba otra bocanada a su cigarro, el cual retiró de su boca mientras sus ojos se posaron en el chicano.

- No estamos aquí por la comida. Buscamos a Dexter – dijo con su tono característico, mirando a aquel sujeto y apagando el cigarro en un cenicero cercano – ya sabe, bajito, no muy corpulento... y todo un capullo. Somos viejos... amigos – agregó mientras su mirada se tornaba hacia el sujeto oriental.

¿Dexter?. el coreano miró a su compañero. Éste le devolvió la mirada y mirandose pasaron los siguientes tres segundos. Ese juego de miraditas delataba a cualquiera que estuviera pendiente que o bien aquellos tipos compartían algo más que un fogón y un delantal o bien que allí olía a podrido.

No sabemos quien es. negó con la cabeza Ni idea. volvió a menear la cabeza ¿Verdad Juan? aquello apestaba a mentira por todos lados tanto que el olor de la salsa boloñesa desapareció por unos instantes.

Verdad le respondió el mexicano que había dejado de fregar ya para ponerse a observar más detenidamente a los que acababan de entrar. Aunque lo más cierto es que lo de detenidamente solo podría aplicarse a Katrina, a los otros dos les hizo un repaso general. No era necesario haber ganado un premio sueco para darse cuenta que la imaginación de Juan hacía rato que la había desnudado y a estas alturas de la conversación estaría ya acostandose con ella en la habitación de un motel. La posibilidad de que fuera marica se había esfumado.

- En menudo antro nos hemos metido - penso el ex-policia mientras examinaba el restaurante "italiano" al que los habia llevado el encargo de Mr. Burton. Rapidamente como buen hombre de acción que era Hudson tomo la inciativa y sin ninguna tipo de subterfugio pregunto por el pequeño timador, pero los hombres empezaron a responder con evasivas que olian a falso.

- Maldita sea como no nos digais rapidamente donde encontrar a ese timador de poca monta os vamos a echar a inmigración encima. A ver que historia le contais a ellos cuando os deporten a vuestros paises. - los amenazo Trevor con cara de pocos amigos y los puños cerrados en gesto amenazador.

Hudson lanzó una mirada fría a Trevor luego de sus palabras. Hasta para él aquello era demasiado bruto, demasiado obvio, sabía como tratar con los de aquella calaña, y sin duda dar la impresión de ser un poli, especialmente cuando uno no lo era, no se trataba de una idea demasiado brillante... era como ponerse una jodida señal en la frente, darles motivo para ir a la defensiva. No, a esa clase de gente había que dorarles la píldora para que hablaran mas de lo necesario... y luego apretarlos para sacar algo mas, una rutina que a Hudson ya se le hace bastante conocida.

Luego volvió la vista hacia los dos empleados del lugar – creo que a mi me toca hacer de “policía bueno” - pensó – Siento el exabrupto de mi amigo – dijo endulzando la voz de manera inusual y dibujando una sonrisa bastante forzada y que desentonaba de manera escandalosa en su rostro – No está acostumbrado a este tipo de cosas.... pero no hay por que alarmarse, no somos policías, ni nada parecido – mintió en parte – solo queremos ver a un colega, no les va a hacer ningún daño decirnos en donde se encuentra, ¿verdad? - dijo mientras se llevaba una mano al bolsillo del saco y sacaba unos pocos billetes, los cuales se puso a contar frente a los extranjeros - ¿pueden hacernos ese favor? - dijo mientras separó un par de dólares y volvió a mirar a los empleados, aun con aquella sonrisa absurda en su rostro, para luego mirar a Katrina – Estoy seguro de que la señorita... Johnson – volvió a mentir – estará muy agradecida con ustedes – añadió mientras volvía a ver al chicano con aquella sonrisa estúpida en su rostro.

Todos lo vieron. Fue un hecho. Cuando Hudson, el ex-poli, sacó unos pavos de su cartera, los ojos de aquellos dos tipos fueron directos a ellos quedando inmediatamente seducidos. Era como si George Washington* fuera uno de esos hipnotizadores con falso acento balcánico que actuan en los teatros de la calle 42. La diferencia es que aquí no había truco. La voluntad de los dos empleados había abandonado sus cuerpos sin despedirse y lo que quedaba alli eran sus cuerpos vacíos. Estarían dispuestos a ser un perro, a remontarse a su infancia o a lo que hiciera falta.

Empiezo a acordarme. empezaba el ritual del sobornado que quiere más pasta Sí.Sí. Dexter... un tipo bajito se rascó la cabeza fingiendo estar intentando recordar algo. Estuvo trabajando aquí hace algun tiempo. ¿Verdad Juan? si tenían que repartirse el dinero no iba a hacer todo el trabajo él. Como si se tratase de una pelea de wrestling de parejas se acercó a su rincón para que saliera su compañero al ring

¿Ehm? ¿Qué? Juan estaba en otro mundo. Seguramente en una isla selvática en mitad de una playa de postal con sus palmeras y todo. Y no estaba vestido. Ni tampoco solo. Su imaginación había llevado a él y a Katrina hasta allí, además había hecho gestiones para sacar a todo el mundo de la isla y había conseguido que todas las rutas maritimas esquivaran aquella zona. Estarían allí para toda la vida. Sin ropa y sin tiendas donde comprarla.

Trevor no tenia paciencia para perder el tiempo con gente de esta calaña pero al ver que Hudson enseñaba unos billetes y que al coreano le mudaba el gesto se contuvo y no continuo con sus amenazas. - Y no os habra dado algun tipo de dirección de contacto, o lugar en el que localizarlo. -

Puede que sí el asiatico tomo el control de nuevo no sin cargar con reproche la mirada que lanzó a Juan Debe estar por algún lado. Siempre he tenido mala menoria ¿saben?  sus ojos volvieron a posarse como una mariposa en la florecilla verde que sostenía James en su mano.

Hundson Borró la sonrisa tras ver que los billetes habían ablandado a aquellos tipos. Ya tan solo quedaba ponerse un poco mas firme y tirar hasta conseguir algo... y no parecían muy lejos de llegar a algo, pues el coreano, chino, o lo que fuera, tenía las pupilas de color verde.

- Trate de recordar – dijo ya sin aquella sonrisa estúpida y completamente falsa, retomando su viejo tono de voz, mientras a los dos billetes que había sacado de su cartera le suma otro mas, para luego dejar a los trillizos Washington sobre la mesa del mostrador, justo frente al asiático.

Cinco dólares menos y un pedazo de papel en la mano después…

En el trozo de papel decía: Apartamentos Knoxville, apart. 21. El negro de la tinta contrastaba en sus trazos irregulares con los rojizos tonos de una mancha. Eran los restos de algún tipo de salsa que habían estado en las manos del cocinero asiático y que habían cogido el tren de aquel papel en un viaje sin destino conocido.

Era uno de esos bloques de apartamentos de una sola habitacion con una mini cocina donde por alguna razón acaban la mayoría de divorciados que tienen que seguir trabajando para pagar a la  ex mujer que se está acostando con su mejor amigo en una propia casa cuya hipoteca sigue pagando. Un sitio triste.  Olía a perdedor por todos sitios. Lo buenos van al cielo y los divorciados a un apartamento.