Partida Rol por web

Pues nada, no misión suicida... Ya casi me había hecho a la idea de una rendición calma y tranquila cuando veo por un instante el fogonazo del autocañón. MIERDA. Sintiéndolo mucho, abro de golpe la puerta del HUMVEE y me quedo tras ella cubriéndome y esperando que no les dé por disparar a los pies. En cuanto termina la ráfaga, me giro para ver informe de daños y suelto una exclamación ahogada.

- Mi niña... - murmuro con la voz temblorosa al ver el estado del HUMVEE.

Sí, el resto estarán bien, pero se olvidan de un detalle. No hay forma de volver. Y el helicóptero está a unos cuantos kilómetros, espero que sin zombies, pero hay que atravesar un desierto de gusanos gigantes para llegar. Sea como sea... Presente, K, presente. Ya escapaste de estos cabrones una vez así que podrás volver a hacerlo. Con los ojos enrojecidos y los labios apretados, espero a las órdenes de la Sargento, sin llegar a tocar el arma pero preparado por si acaso. Sea como sea, la opción más fácil de seguir vivo es rendirse. Por muy poco que nos guste. 

La desventaja era absurdamente clara, y la hostilidad que presentaba el equipo de mercenarios dejaba sin lugar a dudas que intentar una alguna cosa en ese momento no sólo no les iba a servir de nada, sino que harían uso de sus cadáveres de forma poco honrosa. -Hagan lo que dicen, dejen las armas.- Ordenó a su equipo sintiendo con enojo que les estaba fallando.

Sin embargo, se le estaba ocurriendo una posible idea detrás de todo eso, y era que el tal Alex estuviera también atrapado y esa era la manera más rápida de llegar a él. Esto no quitaba que el hecho de que su "contacto" no les diera un aviso primero no le gustaba en lo más mínimo.

Ante la orden de la sargento me quedo sin más en el vehículo resultando en que mi única acción posible es agacharme intentando volverme un blanco lo más pequeño posible. Por suerte funciona y estoy por completo ilesa. No se puede decir lo mismo del HUMVEE. Bueno sus intenciones son claras y no iban a dejar espacio a nada así que la última orden de la sargento no me sorprende en absoluto, por otro lado lo que dice el del blindado sobre usarnos de experimento no me gusta en absoluto... pero ordenes son ordenes.

Dejo el rifle y la pistola en el asiento, por un segundo dudo sobre el cuchillo pero termino por también quitármelo para finalmente salir del vehículo con las manos en alto y una mirada serena ante un batallón que perfectamente podía ser de ejecución.

La advertencia se convirtió en fuego automático en menos de un segundo. El equipo de la BSAA saltó detrás del HUMVEE para evitar ser alcanzados, lo que hizo que Kyle empalideciera. El vehículo quedó destruido, lo mismo que la moral del piloto. El sonido de las balas sonando contra el metal blindado paró tras varios segundos.

Una nueva advertencia se vio reforzada cuando varios de los soldados que cortaban el camino comenzaron una marcha hacia el grupo. Eran demasiados, lo sabían, y entrar en combate con ello sería una auténtica locura. Pero Akira pudo ver algo que le llamó la atención.

- Sargento... - susurró - Hay algo extraño, los únicos que parecen humanos son los del HUMVEE, los de las órdenes del fondo... los demás es como si fueran... muñecos, no respiran....

Akira fue desprendiéndose lentamente de las correas de los subfusiles por la orden de su superior. Los "soldados" avanzaban hacia ellos preparando las esposas mientras la BSAA iba dejando las armas lentamente, ganando tiempo en caso de cambiar de opinión en el último segundo.

Cuando los soldados se acercan a los agentes para esposarlos queda patente el hedor a cadáver en descomposición que emana de todos ellos. Sus movimientos son rígidos, mecánicos, como si realmente fuera los muñecos con los que los comparó Akira. Una vez esposados y desarmados, los agentes son conducidos al interior del blindado, donde los espera un hombre con un uniforme de combate y máscara de diferente diseño de los soldados de fuera y una joven que no debe tener más de dieciséis años vestida con un mono gris en cuya pechera destaca el número 427. Tras los agentes sube uno de los equipos que aguardaban junto al blindado llevando todas las armas del grupo.

427 - dice el tipo de la máscara a la joven - Comprueba su estado.

La joven se levanta va pasando junto a cada uno de los agentes - No están infectados. Sólo ella - señala a Riahnna - está herida. Ellos dos - señala a Kyle y Even - tienen heridas menores.

Ocúpate.

No tengas miedo - Tras retirar cuidadosamente los vendajes puestos por Even, la chica pone sus manos sobre la herida del muslo de Riahnna. La soldado siente un suave calor que emana de ella y se transfiere a su herida. Las grapas quirúrgicas saltan conforme la piel se va regenerando hasta que la herida se cierra sin dejar cicatriz. Después hace lo mismo con los raspones de Kyle y Even. Terminada su tarea se sienta de nuevo junto al hombre la máscara.

Ordenad a las Tri-Escuadras que vuelvan a Raccoon Delta. Repartiremos a los prisioneros según las órdenes especificadas ¡En marcha!

Durante el viaje los soldados de la Blackwatch repasan el armamento y la munición de los agentes de la B.S.A.A.

Van bien equipados, señor - comenta uno de ellos.

Son de la B.S.A.A., no aficionados - contesta el de la máscara - Aseguraos de que las armas estén cargadas y a punto. Los clientes quieren ver una lucha de verdad, no una masacre sin sentido.

El vehículo se detiene con un suave chirrido de frenos - Tú y tú - el hombre de la máscara señala a Akira y a Sasha - Fuera.

Dos soldados cogen a los elegidos y los sacan del blindado. Después tiran junto a ellos sus armas y las llaves de las esposas y cierran la puerta. El de la máscara aporrea la pared del blindado que le separa de la cabina y el vehículo vuelve a ponerse en marcha...

Mientras lo están sacando fuera del vehículo, Akira nota cómo el soldado que le sostiene desliza disimuladamente un objeto alargado dentro de uno de sus bolsos para cargadores vacíos...

El tipo que dirige a los soldados parece un verdadero profesional, no uno de esos lunáticos que tanto gustan a Umbrella. Por eso se sorprende cuando el soldado que la levanta le mete la mano en el culo. Sin embargo la mano se retira tan rápido como ha entrado, dejando un objeto duro y alargado dentro del bolsillo de Sasha...

Akira y Natasha abren los ojos sorprendidos al percatarse de dónde están: aparentemente se encuentran en la parte trasera de un avejentado bloque de edificios. El suelo a su alrededor está salpicado de trastos viejos y cajones de madera. Frente a ellos hay una tienda en cuyo cartel puede leerse "Raccoon Grocery".

El blindado se pone en marcha antes de que Akira y Sasha tengan tiempo de quitarse las esposas, perdiéndose rápidamente de vista tras una esquina. Mientras los dos soldados forcejean con las esposas se escucha el ruido de una lata rodando. La luz de la farola ilumina una figura que camina tambaleándose. Se trata de un chico joven que viste una estropeada camisa gris y unos pantalones desgarrados. Su rostro está desgarrado y tiene una costra de sangre seca que hiede cuando el engendro abre la boca, jadeando de hambre. Tras lanzar un grito gutural se abalanza sobre los humanos maniatados...

El viaje sigue sin que nadie quiera contestar las preguntas de Even, Kyle y Riahnna sobre lo que ha pasado con Akira y Natasha. El blindado tiembla un par de veces cuando el artillero dispara la torreta superior. Tras un par de giros bruscos, una subida y una bajada el trayecto vuelve a ser tan suave como al principio. Luego hay otro giro, de nuevo una bajada que se sigue de una subida y el vehículo se detiene.

Tú y tú - el de la máscara señala a Kyle y Riahnna - Fuera.

Dos soldados levantan a los elegidos, los sacan del blindado y dejan las llaves de las esposas y sus armas junto a ellos. En esta ocasión se llegan a escuchar brevemente ruidos de de animales salvajes acompañados de varios olores tropicales...

Mientras le levantan, Kyle nota cómo el soldado desliza algo rígido dentro del bolsillo trasero de su pantalón. Por su tamaño podría ser un bolígrafo grande o una linterna pequeña, pero lo lanzan fuera del blindado antes de que tenga tiempo de preguntar...

Por su experiencia previa en el U.B.C.S. Riahnna ya esperaba algo de manoseo por parte de los soldados, pero lo de ahora es nuevo: el soldado introduce algo alargado y rígido dentro del bolsillo trasero de su pantalón y después saca la mano tan rápido como la ha metido...

El blindado ha dejado a Kyle y Riahnna en una jungla en la que hace un calor sofocante. No tardan en acudir unos cuantos mosquitos para chupar la sangre de los dos soldados mientras éstos se retuercen para recoger del suelo las llaves de las esposas y liberarse.

De repente los trinos de pájaros y otros sonidos animales se detienen bruscamente. Kyle y Riahnna levantan la cabeza hacia unas hojas que se mueven ominosamente, dejando paso a una extrañísima criatura.

El monstruo tiene la forma y tamaño aproximados de un orangután, pero su piel está cubierta de escapas y tiene afiladas garras en manos y pies. Su boca se abre mostrando unos colmillos muy puntiagudos cuando el monstruo lanza un penetrante chillido y salta hacia los soldados...

Even hace el resto del viaje en compañía del equipo de soldados, el tipo de la máscara y la joven, que permanece con la vista fijada en el suelo. Tras lo que le parece una eternidad el vehículo se detiene y el tipo de la máscara se pone en pie. 

Última parada - dice mientras los soldados ponen a Even en pie - Vamos a quitarle las esposas. Si intenta alguna tontería le mataremos sin previo aviso.

El equipo introduce a Even en un ascensor que tras una larga subida se abre a un bloque de oficinas de aspecto moderno. Grandes pantallas LCD muestran imágenes de paisajes de playa y montaña. Un suave hilo musical contribuye a darle una atmósfera más relajante.

Mientras caminan por los pasillos el hombre de la máscara le quita a Even su ordenador portátil y tras intentar traspasar su clave de seguridad sin éxito se lo guarda bajo el brazo. Finalmente Even es introducido en un gran cubículo a través de cuyo ventanal pueden verse varias manzanas de un sububurbio estadounidense de clase media que contrasta con las imágenes paisajísticas de los pasillos.

No es una imagen creada por ordenador, sino parte de nuestro centro de pruebas. - dice una mujer. Está sentada tras un escritorio de acero y cristal. Even le calcula entre los cuarenta y los cincuenta años pero muy bien llevados. Tiene el pelo rubio muy corto y sólo un toque de color en los labios. Sus ojos azules podrían ser hermosos si no tuvieran el brillo calculador de una víbora. Tiende su mano y el hombre de la máscara le entrega el ordenador de Even. La mujer juguetea un rato con él, sonríe y lo deja sobre el escritorio.

Siéntese, doctor Tailor - casi al momento uno de los soldados le obliga a obedecer con más fuerza de la necesaria - Saque de aquí a sus hombres y esperen fuera - dice la mujer, molesta - Y si Nakov consigue volver de la zona de pruebas que se presente inmediatamente ante el director Morgan.

Una vez a solas con Even la mujer se vuelve a sentar en su sillón y cruza sus hermosas piernas - Soy Alex Wesker, directora científica del complejo Arkadia. Iré directa al grano, doctor Tailor: sus amigos están muertos, o lo estarán dentro de poco. - se encoge de hombros - Es sólo cuestión de tiempo. La B.S.A.A. tampoco puede ayudarle, así que olvídese de cualquier loco plan de fuga o de rescate que se le esté pasando por la cabeza. Usted es mío ahora, y puedo hacerle lo que me plazca sin temer ningún tipo de consecuencia. Bien, ahora que he dejado clara su situación, le explicaré por qué está usted aquí: sé que es un científico brillante y que ha estudiado varios especímenes del proyecto B.O.W. junto a Rebecca Chambers. Aparte de ella usted es la persona viva que más sabe sobre las B.O.W. fuera del Consorcio Global Farmacéutico. La parte de esa última afirmación que cambie depende de usted - sus labios se curvan en una sonrisa llena de curiosidad y malicia - Trabaje para nosotros, doctor Tailor. Aquí disponemos de todas las líneas derivadas del virus Progenitor: el virus T, el virus G, el Verónica-T, el T-Blacklight y otras cosas que no puede llegar a imaginar. Podrá experimentar sin límites y participar en la evolución de la guerra biológica que estamos desarrollando aquí. Tiene usted un perfil muy atractivo para nosotros. Si juega bien sus cartas se convertirá en un hombre inmensamente rico y poderoso. Olvide esas patrañas de la B.S.A.A. y los de Terra Save (1). Ellos pronto quedarán en el pasado. Usted tiene la opción de formar parte del futuro... o quedarse atrás con ellos...

Even mira de reojo la pared de cristal que da al pasillo. Los tres soldados están de espaldas a la escena y la joven llamada 427 se ha marchado. El tipo de la máscara está apoyado en una pared mirando a Even y a Alex, con los brazos cruzados y sosteniendo una pistola pesada en la mano...

Durante todo el viaje trato de mantenerme en total silencio, observando a nuestros captores, buscando algún tipo de debilidad en sus trajes, o en su formación. No es que fuese a servir de mucho dadas las circunstancias, pero la B.S.A.A me había enseñado a estar siempre preparado para aprovechar cualquier oportunidad. No hubo ninguna clara, y a medida que nos fueron separando, y me iban dejando cada vez más solo, fui entendiendo el patrón que estaba ocurriendo. Fuera lo que fuera que tenían pensado para mis compañeros, para mí tenían otros planes. Y estaba acostumbrado a leer informes de ataques de B.O.W, y me habían instruido para saber llevarlos. Pero esto era mucho más peligroso y aterrador. Estaba rodeado de lo que muy probablemente eran B.O.W inteligentes, controladas por alguien. No era demasiado distinto que tratar con un ser humano, excepto quizás por el olor. Aprieto las mandíbulas y con mi submordida arqueo los metales en mi boca, para poder colocarlos detrás de la dentadura, y me aseguro de que están bien fijos forzándolos aún más, sintiendo el desagradable sabor a hierro en la boca.

Cuando por fin el vehículo se detiene, miro a los soldados a mi alrededor, y abro la boca para comprobar que lo que tenía en la boca no se movía. El tambaleo era inevitable, pero con que no se cayera de donde estaba me bastaba. Pretendía no tener que abrir la boca, pero sabía a ciencia cierta que no iba a depender completamente de mí.

La puerta se abrió, y me sacaron fuera con poca delicadeza. Fingí una pequeña resistencia sólo para saber hasta dónde podía estirar el elástico antes de que se rompiera, pero al recibir el culatazo en la mejilla entendí que no había tal margen de maniobra. Fuera lo que fuera que querían hacer conmigo, no requería que estuviese respirando.

Y eso era la peor circunstancia posible.

Me quitan las esposas, pero me dejan claro que no tolerarán ninguna otra muestra de rebeldía como la anterior. Accedo de mala gana a ser dócil, y entonces,con sus armas apuntándome por la espalda, me llevan rápidamente por una oficina blanca nuclear, que contrastaba con todo lo que había visto hasta el momento. Observo las pantallas, y los paisajes que mostraban, con un tinte de nostalgia en la cara. La playa siempre me había recordado inevitablemente a Terra-Grigia, quizás la razón por la que jamás había vuelto a pisar una, o por la que siempre tenía que aguantar la respiración cuando me obligaban a entrenar en la piscina o en el mar, resistiendo el impulso de entrar en pánico y huir del cuerpo de agua. Los recuerdos sobre la ciudad infestada, y las personas tratando de huir de ella lanzándose al océano, sólo para acabar ahogadas o achicharradas por el satélite solar, volvieron a mi cabeza en un torrente que me hizo apretar los puños en un gesto que debió parecerle peligroso a mis captores, porque me recordaron, con pocas gentilezas, acercando el cañón del fusil a mi espalda, que cualquier tontería acabaría con mi vida. Pensé por un segundo en hacer una maniobra, y acabar con todo aquello. Pero... pero eso no era lo que me habían enseñado. Mis compañeros seguían allí, en alguna parte, y el equipo necesitaba a todos sus integrantes. Debía sobrevivir, si no por mí, por ellos. Debía hacerlo.

Estos pensamientos me sacan del bucle de recuerdos en el que se había sumido mi cerebro, lo que me permite retomar la marcha con el ritmo que me exigían mis acompañantes. La música ayudó a que mi mente se reordenara, y empezara a plantear la manera de reunirnos. Estábamos en una mala situación, pero había leído informes en los que los agentes habían sobrevivido circunstancias más desfavorables. Me mantengo atento a todo lo que está al alcance de mi vista, cualquier cosa que me pueda ayudar a comunicarme con mis compañeros, a averiguar el mapa de planta del complejo en el que estábamos, o la razón por la cual sabían a ciencia cierta por dónde íbamos a llegar. Cada vez estaba más seguro de que Atenea era la responsable, pero mientras cupiese un ápice de duda, tendría que seguir aplicando el método de observación.

Finalmente llegamos a una oficina, en la que una señora, que se presenta como Alex Wesker le pide al resto que se marchen. Los miro de medio lado mientras lo hacen, y luego me fijo en el rostro de la mujer. ¿Wesker? Yo había oído ese nombre antes. O mejor dicho, lo había leído. En muchos informes de operación de la B.S.A.A, pero sobre todo en los informes personales de Chris Redfield. Aprieto los labios al caer en la cuenta de que aquella mujer debía estar relacionada de algún modo con el traidor de los S.T.A.R.S.

Su propuesta no me sorprende en absoluto, cuando llego a la conclusión de quién es la que me está hablando. Todo cobraba sentido. Me querían para replicar catástrofes como la de aquella en que conseguí escapar in extremis. Querían hacerme partícipe del sufrimiento del que yo apenas había conseguido huir. Que se había quedado dentro de mí para siempre. 

La simple idea me daba náuseas. Pero en la situación en la que estaba no podía mostrar todas mis cartas. Obviamente, aquella mujer no sería tan tonta de creerse que la ayudaría sin más, pero demasiada resistencia podría causar una baja en el grupo, de la cual, quizás no podrían recuperarse. Nuestras posibilidades de éxito en la misión, y escapar vivos de allí eran bajas, pero cualquier muerte en el equipo las tornarían como casi inexistentes.

Le desvío la mirada, estoy ganando algo de tiempo para pensar, pero al mismo tiempo aquella pausa dramática jugaba a mi favor para hacerle creer que realmente consideraba su proposición. Una mezcla perfecta entre el abatimiento y la reflexión serían suficientes para que pudiese convencerla.

-¿Entonces... no me harán daño si accedo a ayudarles?-Tengo la cabeza gacha, y estoy forzando el temblor de mi voz, para exagerar mi miedo. Levanto tímidamente la vista. Yo era un doctor y no era difícil ver que mi complexión, aunque lo suficientemente buena para aguantar algo de acción, no me permitiría aguantar una tortura física excesiva. Otra carta a mi favor-¿Pero qué es lo que quieren de mí?- 

Los soldados con movimientos tan mecánicos solo podían significar algo que no me gustaba nada. Si ese era nuestro futuro habría sido mejor atacar y morir en batalla pero tenía las manos esposadas, figuradamente. Y bueno ahora también literalmente. 

Sin embargo dentro del blindado no me esperaba ver a una niña sonriente, no dejo ver mi sorpresa y simplemente atiendo a todo lo que ocurre. Estaban dirigidos por un profesional de verdad, eso explicaba porque seguíamos vivos y sinceramente solo complicaba las cosas, por otro lado la niña tiene puñeteros poderes. Algo había leído en informes sobre cepas que daban esas habilidades pero ni me había quedado con el nombre ni sabía como funcionaban.

Todo pierde importancia cuando el vehículo se para y nos deja a Kurosawa y a mí en mitad de una calle con nuestras armas y unas llaves. Me fijo en los alrededores y los carteles parecen un chiste de mal gusto.

- ¿Los muy gilipollas han recreado Racoon City?- le comento al soldado cuando un rugido me pone en sobre aviso de que no estábamos solos. Rápidamente cojo las llaves y me libero para acto coger mi pistola y disparar contra el infectado.

La idea sobre lo que podría estar pasando quedó olvidada al ver a los que estaban dentro del coche. No podía asegurarlo, pero tuvo la sospecha de que "Atenea" era la joven que respondía al número 427. No se movió mientras veía como la mujer le quitaba las vendas y dejaba expuesta la herida, pero observó entre el terror y la fascinación cómo la herida se cerraba por si sola. Intentó sacar algo en claro sobre lo que estaba pasando. Clientes, y lucha. ¿Acaso era algún tipo de entretenimiento? ¿Habían convertido la mina abandonada en un ring de pelea para enfrentar criaturas infectadas? ¿Había sido Davion Clark un señuelo para ver si alguien picaba?

Ver cómo bajaban a Akira y a Tankian sin poder hacer nada al respecto la hicieron crispar sus manos en puños. Luego fue el turno de ella y Kowalsky. La mirada de la sargento se quedó en Taylor hasta que el coche desapareció de su vista. Se fijó en lo que los rodeaba: al parecer habían recreado un ambiente de jungla debajo de las minas. Recogió las llaves con dificultad y empezó a maniobrar para abrir las esposas, cuando un ruido le hizo girar la cabeza en la dirección en que una criatura espantosa hacía aparición. Cazadores. -Joder.- La criatura iba directamente hacia ellos. Riahnna logró abrir sus esposas, y tomando de los brazos al piloto, lo empujó  y rodaron fuera del camino de las garras de aquel ser. -Cazadores. Nunca van solos, debe haber mínimo dos más cerca.- Soltó rápido, mirando hacia las armas calculando si sería capaz de tomarlas antes que el monstruo saltara de nuevo hacia ellos.

Akira soltó las armas a duras penas, pero la situación lo requería. Cuando aquellos soldados se acercaron, tuvo que echar la cabeza hacia un lado, evitando el hedor que emanaba del interior de aquellos trajes. Qué cojones... Los agentes, al ser esposados e introducidos, no pudieron hacer más que obedecer órdenes.

Akira no se resistió cuando los obligaron a entrar en el blindado. Para su sorpresa, y aunque se esperaba algo peor, a unos de los soldados le acompañaba una niña. El japonés la miró unos segundos, desconcertado, pero no ella apenas expresaba emoción. Cuando se levantó y puso sus manos sobre la pierna de la sargento, no pudo creer lo que vio.

No puede ser...

Las heridas se curaron en cuestión de segundos y la extremidad volvió a su estado normal.

Ordenad a las Tri-Escuadras que vuelvan a Raccoon Delta. Repartiremos a los prisioneros según las órdenes especificadas ¡En marcha!

La orden y el arrancar del blindado sacó a Akira de su asombro. Tras recorrer un tiempo en el blindado, Akira y Sasha son los primeros en abandonar el blindado, esposados. Los dos soldados se deshacían de las esposas mientras observaban donde los habían dejado. El lugar recordaba a Racoon City, de hecho Sasha fue la primera en comentarlo.

¿Los muy gilipollas han recreado Racoon City?

- Eso parece - contestó el soldado. Se giró tras el ruido que avanzaba tras ellos - Y parece que no se han olvidado de los "habitantes"... - y se armó con los dos subfusiles.

Aunque me había quedado flipando con la tal 427 y sus manos sanadoras, me preocupaba mucho más nuestro destino. Hablan de repartos, clientes y todo apunta a que estamos allí por algún tipo de espectáculo. Eso explicaría por qué tienen tantas cámaras y... por qué tienen seres como ese. Me quedo con la mirada baja en todo el trayecto, concentrado en notar los giros y los cambios de altura del vehículo. Si conseguimos hacer el camino de vuelta, podríamos volver con los otros dos... O con el Doc, estando solo no creo que le vaya muy bien. 

Echo una rápida mirada de preocupación a la Sargento antes de que nos empujen fuera del vehículo. Levanto una ceja y me giro hacia el soldado que me ha levantado un instante antes de que vuelvan a cerrar la puerta e irse. Ya me preocuparé de eso luego, ahora... Y mientras estamos luchando por coger las llaves, levanto la vista para ver al... No, a otro de los bichos que podrían estar en ese lugar. Frunzo los labios en una sonrisa de incomodidad y entrecierro los ojos con ese horrible chillido. 

- Venga, llavecitas, portaos bien... - murmuro al ver que el grandullón se abalanza sobre nosotros, aunque suspiro aliviado cuando veo a la sargento haciéndome rodar como una croqueta fuera de la trayectoria de ese bicho. Y también lanzándome las llaves un poquito más lejos de lo que deberían - Perfecto, pero de momento va a ser un uno contra uno, ¿verdad? Así que por favor, coge las armas y dispárale a la cabeza mientras yo hago de cebo e intento recoger... mis llaves. - se me escapa una risa nerviosa, indicando con la mirada el lugar hacia el que han caído. Así que dicho esto, empiezo a arrastrarme o rodar de nuevo a por mi salvación.