Partida Rol por web

Que le hagamos daño o no depende de su cooperación, doctor Tailor - La mujer pulsa un botón del interfono y se inclina hacia el aparato sin perder de vista a Even - Que vengan 269 y 602 inmediatamente.

Mientras esperan, Alex se levanta hacia una cafetera - ¿Le apetece un café, doctor? Aunque creo que ahora le vendría mejor una tila. En fin, elija usted.

El aparato ya está sirviendo los líquidos humeantes cuando entran en el despacho dos jóvenes, un chico y una chica, ambos vestidos con monos grises. En el mono del chico figura el número 269 y en el de la chica 602.

Sentaos - ordena la mujer - Bien, doctor. Como ya le he dicho lo que quiero es que trabaje para nosotros en el desarrollo de nuevas armas de guerra biológicas. Le ofrecemos una prima de contratación de un millón de dólares estadounidenses en una cuenta a su nombre en Suiza, más un sueldo anual de noventa mil dólares estadounidenses además de incentivos según el trabajo que desarrolle. Vacaciones pagadas en instalaciones de la empresa o por su cuenta. Y por supuesto un plan de jubilación que le asegura inmunidad frente a posibles acciones legales que se emprendan contra GenTek en función de su trabajo.

La mujer deja que sus palabras calen en la mente de Even antes de proseguir.

Por supuesto, todo esto no es gratis. Hay unas cuestiones que tenemos que resolver antes de firmar el contrato. En primer lugar queremos tener acceso a toda la información que ha obtenido de sus estudios sobre el virus-T y sus derivados - señala el ordenador portátil de Even - Igualmente, quiero que me cuente todo lo que sepa sobre la persona que les dio el código de acceso a las instalaciones y a qué clase de acuerdo han llegado con ella. Por supuesto, tengo la plena confianza de que no me mentirá, pero en caso de que lo esté sopesando... 602, haz una demostración.

Tras apartarse los rebeldes mechones rojos de la cara, la chica fija la mirada en Even y sus pupilas se dilatan de forma antinatural hasta que el iris se convierte en una delgada línea verde. Even empieza a temblar incontroladamente por el dolor al tiempo que empieza a sangrar por todos los orificios de su cuerpo.

¡BASTA! - ordena la mujer cuando Even ya se encuentra en el suelo tosiendo sangre. La chica cierra los ojos y se masajea el puente de la nariz - Bien, doctor. Como imagino que ya sabe las habilidades de 602 son el resultado de la experimentación con el virus Verónica-T iniciado por Alexia Ashford. Y ésta es sólo una de las posibilidades de investigación que puede proporcionarle Arkadia. Aunque seguimos teniendo pendiente ese asunto del que le he hablado antes. Levántese, póngase cómodo y dígame sólo la verdad.

Si mientes lo sabré - canturrea 269...

El infectado corre hacia Akira y Natasha gritando como un poseso mientras sus víctimas forcejean con las esposas. Cuando ya casi lo tienen encima los dos agentes consiguen soltarse y disparar. El engendro cae al suelo de bruces, su nariz chasqueando contra el asfalto al aplastarse. Ignorando sus piernas destrozadas, el monstruo empieza a arrastrarse con los brazos sin dejar de aullar.

El aire empieza a llenarse de más y más aullidos conforme más infectados se unen a la caza...

Las zarpas del monstruo dejan varios surcos paralelos justo en la zona donde Kyle y Riahnna se encontraban un segundo antes, y aúlla de rabia cuando éstos siguen rodando hasta acabar por debajo de unos arbustos. El forcejeo ha impedido a Kyle abrir sus ataduras, pero al menos conserva el pequeño llavín entre los dedos. Riahnna empieza a ponerse en pie mientras el Cazador se dispone a saltar de nuevo...

Derribar a aquel zombie había sido tarea sencilla, pero los aullidos comenzaban a atraer a más muertos vivientes. Ahora ya no estaban todos al completo, solo Sasha y él.

- Vamos Sasha, busquemos algún sitio más seguro - dijo Akira disparando a la cabeza del zombie para que dejara de llamar la atención.

Los soldados se alejaron corriendo de la zona, buscando algún sitio que les sirviera de refugio, como una azotea o patio alto para poder ser más difíciles de alcanzar. 

- Por cierto - le dijo mientras seguía su carrera - el soldado me metió esto en una funda de cargador vacía antes de salir del blindado - y sacó el objeto alargado que Akira ni siquiera había tenido tiempo de ver con la llegada del zombie.

De alguna forma noto que sigo teniendo las llaves en la mano y aprovecho el momento de distracción del grandullón para poder quitarme al fin las cadenas. Vale, y ahora lo siguiente... Sin dudar un momento, echo a correr a por las armas, esperando ser más rápido que el bicho escamado...

- Allí.- señalo unas escaleras de incendios que llevaban directamente la azotea de uno de los edificios.- Desde allí podremos hacernos una idea de cual es nuestra situación, aparte de desesperada...- le digo después de mirar rápidamente los alrededores.

Sin embargo cuando el japonés me muestra lo que han dado lo único que hago es negar con la cabeza.

- A mí también me ha dejado algo pero primero busquemos el sitio seguro y luego ya veremos que regalo envenenado nos han dado.- los dos eramos del mismo rango así que no había cadena de mando per sé, no me gustaba en absoluto esa situación.

De no ser porque en ese momento la supervivencia valía muchísimo más que mostrar respeto, Riahnna hubiera lanzado una mirada poco amable o incluso le habría reprendido por tutearla y decirle lo que tenía que hacer. En vez de ello, la mujer corrió hacia el punto donde se encontraban las armas, tomando el fusil de asalto, e hizo tres ráfagas de disparos hacia la cabeza del cazador, sabiendo que el ruido atraería a los demás, si es que ya no estaban acechando alrededor esperando el momento para lanzarse sobre ellos. Pero era eso o terminar como cena de esa criatura.

Akira y Natasha corren hacia el costado de un edificio de apartamentos cuando los primeros infectados empiezan a salir de las sombras agitando sus deformadas extremidades y aullando de hambre y rabia.

Nada más llegar bajo las escaleras Akira forma un pie con las manos e impulsa a Natasha hacia arriba. La francotiradora agarra las escaleras y las hace descender al suelo entre chirridos del mecanismo medio oxidado. Los dos soldados suben y empiezan a tirar de las testarudas escaleras para volver a subirlas...

Kyle consigue liberarse y sacar su pistola de un tirón mientras Riahnna destroza a tiros al mutante y parte de la vegetación que le rodea. Sin embargo la sargento no se equivocaba cuando dijo que estas bestias cazan en manadas y pronto se escuchan gruñidos ansiosos procedentes de la vegetación segundos antes de que los otros dos monstruos salten sobre los soldados...

Consigo sacar la pistola por fin y cuando apunto adonde estaba el bicho, sólo me encuentro con con montón de carne picada. Vale, mejor será no hacerla enfadar. Miro a la Sargento con la boca medio abierta, a punto de quejarme, antes de escuchar otros gruñidos venir de entre los arbustos. Y a ellos tampoco...

Me da el tiempo justo a apartarme para que me arañen otra vez la chaqueta y en ese momento casi a cámara lenta que me estoy alejando de su piel escamosa, le pongo la pistola justo en la frente y disparo, con una sonrisa salvaje. Aprieto el gatillo una segunda vez mientras retrocede un momento por el dolor y voy a darle una tercera, cuando chasquea el gatillo y se me acaban las monedas de la recreativa. Digo, las balas. No, también tengo balas. 

- ¿Qué leches? - murmuro mirando la pistola, recordando que no estoy solo - ¡Cuidado, Sargento!

Tal y como suponía no había tiempo para comprobar lo que nos habían dado y nos toca correr a las escaleras de incendio que acababa de señalar, pues una horda de infectados empezaba por aparecer por todas partes. Apenas habíamos trabajado juntos pero el entrenamiento daba sus frutos y nos coordinamos sin problema para conseguir subir las escalerillas y cerrar el paso antes de que la horda nos rodease.

Una vez arriba y comprobado que no había ningún infectado esperándonos en el tejado compruebo los alrededores para hacerme una idea exacta de donde estábamos.

- Vale dime ahora que es lo que te dio ese hombre.- le comento al japones para ir adelantando las cosas.

Las fuertes pisadas que las botas producían retumbaban en las calles. Pero pronto les salió a los soldados competencia en hacer ruido, pues la lo lejos una horda de zombies le pisaban los talones. Akira echaba la vista atrás de vez en cuando, pendiente de la distancia que todavía tenían con respecto a ellos.

Las escaleras, todavía a unos veinte metros de ellos estaban plegadas, pero no fue un problema. Sasha, con una gran maniobra, las bajó por los raíles por los que corría hábilmente. Los dos soldados comenzaron a subir rápidamente a la azotea, pues aunque no sabía que se encontrarían, era más seguro que permanecer en las calles. Akira subió las escaleras rápidamente para evitar que los zombies pudieran escalar por la misma.

- Desde aquí tendremos que buscar nuestro siguiente paso, otro acceso -  dijo el japonés asomándose por los sitios que la azotea permitía -. ¿Podremos ver a los demás desde aquí arriba? - dijo pensativo.

Akira echó la mano a la funda de cargador vacía.

Sobre lo que te he dicho antes, es esto* - y sacó el objeto alargado.

Los infectados saltan hacia la plataforma de las escaleras, furiosos por no haber podido agarrarlas a tiempo gracias al esfuerzo conjunto de Sasha y Akira. Sin embargo algunos llegan a rozar el suelo metálico con sus garras creando enervantes chirridos y atrayendo a más y más infectados con sus gritos. Sin perder más tiempo los dos soldados suben hasta la azotea. Desde allí pueden observar a los infectados reuniéndose en torno al edificio, calculando que debe haber cincuenta y sesenta que todavía tardarán un tiempo en calmarse. Las manzanas de alrededor son los típicos de una ciudad residencial media americana, con viviendas unifamiliares y edificios de dos o tres plantas como mucho. Por eso destaca tanto un titánico rascacielos que se encuentra a varias manzanas de distancia, rodeado de edificios más bajos y con el logo de Gentek brillando sobre la entrada. El edificio llega hasta el falso cielo de la ciudad, recorrido por varios raíles metálicos de los que cuelgan cápsulas de metal del tamaño de una persona.

Al no detectar amenazas inmediatas, Akira saca de su bolsillo un estuche alargado parecido al de unas gafas. En su interior hay una jeringuilla hipodérmica que contiene un líquido de color rojo-negruzco y el logo de los tres hexágonos de Gentek estampado en el plástico. Bajo la jeringuilla hay un a pequeña nota de papel. Antes de que Akira tenga tiempo de sacarla siente un escalofrío al ver los ojos de Natasha dilatándose por el miedo. La francotiradora ha visto lo que al principio parecía ser un trozo del suelo moviéndose sigilosamente hacia ellos. Sin embargo, al fijarse más descubre que se trata de una criatura parecida a un aberrante cruce entre un reptil y un orangután, con dientes afilados y largas garras en manos y pies. Akira descubre otra similar arrastrándose hacia la espalda de Natasha, listo para saltar. Los ojos de ambos se dirigen hacia la entrada al interior del edificio donde otras dos criaturas con escamas de color de ladrillo se preparan para saltar...

Los Cazadores caen entre Kyle y Riahnna, quienes ruedan por el suelo evitando por milímetros las zarpas de las bestias. Kyle es el primero en incorporarse y encajar varias balas en la cabeza de uno de los monstruos, matándolo en el acto. El otro monstruo levanta ambas zarpas y las descarga contra Riahnna, que aún no ha tenido tiempo de levantarse. Sin embargo su furia le hace quedarse corto y le lleva a golpear una gruesa raíz. El monstruo ruge de rabia mientras intenta liberar su garras, atascadas en la nudosa madera...

Esperaba algún tipo de interrogatorio, pero ese dolor afilado que se había abierto paso por mis entrañas no era natural de ninguna forma. Me caigo de la silla al tiempo que toso sangre, y se me nubla la vista por el dolor. Un guerrero mucho más experimentado que yo, quizás habría podido reponerse con más gracia. Pero ese no era el que estaba en la situación. Yo estaba allí. Trato de tragar saliva, pero es sangre lo que cae por mi garganta, dejando el férrico sabor en mi paladar y en mi retrogusto. Eso me hace toser de nuevo y sufrir una arcada. Si aquello me hubiese pasado hacía un par de horas, estaba seguro de que habría echado todo el contenido de mi estómago.

No podía mentir. Estaba seguro de que aquello no era un farol en absoluto. Tenía que mantener la calma, aunque fuese difícil, sin saber cómo funcionaba el poder de los pequeños junto a mí. Sabía que me obligarían a mirarles a los ojos, entonces pienso que quizás eran más sensibles a los movimientos pupilares que el resto de las personas. Aprieto las mandíbulas, recopilando en mi cabeza toda la información disponible sobre los signos fisiológicos de la mentira. Estaba seguro de que podía salir de aquella situación, sin ser deshonesto, pero no completamente honesto. Respiro hondo. Si me pillaban, me matarían, reduciendo las posibilidades de mis compañeros al mínimo. Sin embargo, también sabía que no ayudaría de buena gana a esa mujer. Le daría lo mínimo posible, y después... bueno, después mejor era ni pensarlo. 

-¡Basta, deteneos!-Grito, enfurecido, tratando de conseguir canalizar el dolor en resistencia. A partir de aquel momento toda palabra que saliera de mi boca tenía que ser técnicamente cierta, para evitar sustos innecesarios. Aquello iba a ser, sin duda, un desafío-No volváis a hacerme esto, os lo ruego...-Odiaba tener que suplicar delante de aquella mujer, pero era obvio que sólo pareciendo pequeño e insignificante, conseguiría pasar por aquello de forma rápida. Era obvio a simple vista que creía tener la situación completamente bajo control. Y su arrogancia era algo que se podía aprovechar... pero no pensaba hacerlo de una forma directa y descarada. Esa mujer también parecía demasiado inteligente como para no darse cuenta de una cutre actuación-No sé mucho sobre ella... nos contactó por radio. Estaba interesada en que consiguiésemos entrar...-La miro, controlando la respiración para exagerar un poco los jadeos. No me limpio el reguero de sangre que sale por mi boca, para que el acto fuese aún más penoso.-Yo nunca llegué a negociar con ella... me temo que eso es trabajo de la sargento. Nos pasó los códigos y la ubicación...-No podía estar seguro ahora de que Atenea fuese una traidora. Sin embargo, si aquello era una trampa de Alex pensaba descubrirlo en seguida. Me alegré de que realmente no fuese decisión mía el hablar con Atenea.-No sé su nombre... intentamos que se identificase... pero...-Niego con la cabeza, y hago otro gesto de dolor-Dios... creo que se me ha roto una tripa...-Me quejo, tratando de reincorporarme. No sabía si podría aguantar otra descarga como esa. Y no pensaba averiguarlo, al menos voluntariamente. La miro a los ojos, mostrando una desesperación genuina. NECESITABA que aquellos chicos confirmaran la veracidad de mis palabras.

Con esfuerzo, agarrándome a la mesa y dejando en ella una huella sangrienta, consigo volver a la silla, y sólo entonces me limpio la sangre de los labios y la barbilla.

-Si quiere acceso a los archivos... tendría que pedir permiso. No es algo que nos den simplemente porque los pidamos amablemente-Sigo hablando-La B.S.A.A es bastante celosa con sus cifrados... y como podrá imaginar, no es que sea yo un Hacker experto... me defiendo con lo poco de comunicación que me han enseñado... pero no es que pudiese entrar en la base de datos del pentágono.-Aprieto los dientes. Tenía que seguir así. Más verdades que dieran poca información-Necesitaría mi ordenador... pero si sospechan que hay algo raro cerrarán mi acceso, en lugar de darme permiso.-Niego con la cabeza-Sin la autorización de mi Sargento, el acceso podría tardar un tiempo, pero tiene que dejarme enviar un informe pronto, si no quiere que asuman que hemos sido capturados o hemos muerto, en cuyo caso, también nos cerrarían el acceso.-Miro al suelo. Estaba a punto de permitirle a la mujer que cogiera de la base de datos todo lo que quisiera, con las restricciones que tenía mi acceso, siendo un agente de la categoría que era. No me gustaba, pero no tenía por qué gustarme. Iba a asegurarme de que el daño que quisieran hacer con esas investigaciones no saliera de aquí. E incluso pediría a la B.S.A.A que nos bombardeara con nosotros dentro si era necesario... pero primero tenía que jugar y agotar todas nuestras cartas.

Chicos... aguantad... por favor...

Pensar en las cosas horribles que les estarían haciendo consigue hacerme llorar. Perfecto, justo lo que necesitaba.

-Le daré lo que quiere... pero por favor, no me haga daño... este dolor es insoportable... 

Akira echó un vistazo a trasluz para comprobar qué había en aquella jeringuilla. Pero lo que más le llamó la atención fue la nota que se encontraba en el mismo estuche. ¿Qué es esto...? ¿Qué esta pasando aquí...? El japonés, tras unos segundos examinando el objeto miró a su compañera, se quedó extrañado.

- ¿Sasha...?

Cuando Akira se giró dirección la mirada de la francotiradora, divisó unas sombras que se movían, como arrastradas por el suelo. Su aspecto era el de un cocodrilo pero con una musculatura impropia de los reptiles. Comenzaron a salir de todos lados y uno de ellos se avalanzaba tras Sasha.

- ¡Cuidado! - le advirtió el japonés mientras desenfundaba sus subfusiles.

De nuevo la mujer tuvo que rodar por el suelo para evitar el zarpazo que se le venía, sintiendo que había estado muy cerca. No le había dado tiempo para moverse de nuevo cuando vio que el Cazador se lanzaba sobre ella, pero por suerte no llegó a impactarle, quedando en una posición comprometida que Riahnna supo aprovechar. Alejándose de la criatura, disparó hacia su pierna derecha, convirtiéndola en un amasijo de carne inservible, y luego otra ráfaga al pecho. Dudaba que la criatura lograra levantarse después de eso, pero no por ello dejó de apuntar hacia el monstruo.

-Kowalski, ¿está bien? ¿Lo hirieron?- Preguntó, atenta a cualquier ruido que les indicara si quedaban aún más de esas cosas merodeando.

Conseguimos asegurar que ninguno nos siga y avanzar hasta la azotea que parece estar en calma. Claramente no han escatimado gastos en hacer una réplica de la ciudad. Sin embargo hay un edificio que desentona en demasía y deja claro cual iba ser nuestro próximo objetivo.

Sin embargo cuando Kurosawa vuelve a sacar el objeto para poder hablar de él veo como una criatura se acerca por la espalda del japonés. Y no solo eso si no que por la reacción de Akira era de suponer que había otro detrás mía. Así que me lanzo a un lado para dejarnos a ambos un blanco claro y sin más disparo sobre la criatura justo cuando veo a otras dos entrar por la puerta.