Partida Rol por web

Avanzaste con cuidado hasta la puerta del edificio que efectivamente debió de ser una capilla, su arquitectura era bastante singular y junto a la puerta cerrada había una placa que decía textualmente:

"Ante los ojos de Dios, todos somos iguales"

Abriste la puerta del edificio con cuidado, dejando que tus ojos contemplasen una enorme y vistosa capilla repleta de preciosas vidrieras y un gigantesco crucifijo en el fondo de la sala.

Bajo él había un altar que soportaba el peso de una Biblia que permanecía cerrada. Sin embargo comprobaste que no estabais solos, había dos personas sentadas en las banquetas mirando directamente hasta el altar, estaban en completo silencio y no parecieron inmutarse ante tu llegada.

Miro la placa y suelto un bufido. "Que se lo digan a los que presos del comedor..." -pienso mientras voy caminando hasta el interior de la capilla. No pierdo tiempo apreciando la decoración; mi atención se centra en el altar. Quizá allí hubiera algo oculto, pero antes debía acercarme. Y, es entonces, cuando detecto a dos figuras sentadas en los bancos con reclinatorio. Vacilo un instante, especialmente por el silencio que impera dentro de la capilla. Al final, doy unos pasos cautelosos en su dirección.

-Hola, ¿se encuentran ustedes bien? -pregunto, temiendo recibir una respuesta similar a la que he recibido desde que entramos Calvin y yo en la penitenciaría.

Para el peor de tu temor, en cuanto te adentraste en la capilla las dos personas que parecían estar rezando o meditando en ella se alzaron con movimientos torpes.

En cuanto se giraron se reveló la verdad ¡eran dos de esas monstruosidades! Lo curioso es que sus ropajes no eran de reclusos como los que podrían esperarse allí.

¡Había que tomar una decisión!

"La madre que me parió, hoy no es mi día de suerte..." -me digo cuando se giran los dos hombres y se tratan de más de esos cabrones infectados. Lo único que no me hace reaccionar de primeras es su atuendo, ¿serían trabajadores de la penitenciaría? Niego con la cabeza, bajando el fusil y sacando la Beretta de su funda, les apunto y abro fuego contra ellos.

El primero de los zombies se acerca con los brazos extendidos, tratando de agarrarme, pero todavía estoy lo bastante lejos de ellos y además no son precisamente ágiles o rápidos, así que descargo dos balazos sobre él. El primero impacta en su pecho, empujándolo hacia atrás, sin embargo continúa caminando, sin inmutarse de la sangre que emana de la herida. Es el segundo disparo, que le alcanza en la cabeza, el que acaba con su existencia. No me permito bajar la guardia ni relajarme, por lo que trato de acabar con el otro de la misma manera.

-¡Mierda! -mascullo tras fallar varios disparos que se pierden por las paredes de la capilla, permitiendo que esa cosa se acerque lentamente a mí. Desplazo la corredera hacia atrás, metiendo una nueva bala en la recámara y vuelvo a disparar. La tensión se está apoderando de mi cuerpo y eso me hace fallar más de lo que lo haría en circunstancias normales. Pero esta circunstancia no es normal.

Aquel cabrón, en un movimiento más rápido de lo esperado se abalanza sobre mí, tirándome al suelo. Siento sus dientes tratando de morderme en el brazo, por suerte la protección hace su efecto y no logra traspasarla hasta llegar a la carne, pero la marca de su dentellada la tendré durante varios días en mi cuerpo. Forcejeo para quitármelo de encima, pegándole un tiro a bocajarro en el estómago. Aprovecho el impacto de la bala en su putrefacta piel, para levantarme rápidamente y compruebo que solo me queda una bala en el cargador. Última oportunidad. 

Tras abatir a los dos zombies decidiste que lo mejor era explorar aquella capilla.

No había nada de interés, salvo lo único llamativo: el altar y la Biblia que había en él.

Una vez tuviste ante ti la Biblia, la abriste. Contenía más de 700 páginas. El libro está anclado al pedestal y no podrías llevártela de allí. Ojeaste 3-4 páginas al azar y no viste nada extraño ¿Qué demonios pasaba allí?

La detonación hace eco en la austera capilla y el cráneo del zombie se mueve como si hubiese sufrido un latigazo antes de besar el suelo. Dejo escapar un suspiro, haciendo una mueca al vaciar el cargador de la Beretta; estoy sin balas en mitad de un lugar que por lo que he podido comprobar está rodeado de enemigos. Enfundo la pistola y sujeto el fusil con más fuerza, pues las pocas balas que me quedan las voy a tener que aprovechar al máximo. Eso si no encuentro antes alguna armería en la prisión, lo cual me vendría de perlas. 

Tras investigar unos minutos la sala y no encontrar nada útil, pues la biblia es lo único que destaca allí y por un motivo u otro está anclada al altar, decido dirigir mis pasos hacia la torre que divisé en el patio. Quizá encuentre algo que sea de ayuda.

En el momento que llegaste a la torre pudiste comprobar que el edificio parecía estar vacío, aunque había una gran escalera de madera tipo caracol que llevaba hasta la zona superior.

Comenzaste a subir por dicha escalera con calma, siempre atento a cualquier tipo de amenaza que pudiera surgir. Por desgracia estabas solo, haciendo que la situación no fuese favorable y teniendo que sacar a la luz todo tu potencial.

Las escaleras finalizaron y llegaste a la parte superior de la torre, allí tan solo hubo una cosa que te llamó a la atención, una mesa de madera donde descansaba una vieja máquina de escribir color negro carbón; parecía que tenía aún papel dentro con texto escrito en su contenido... el lugar te daba sensación de seguridad.

No tardaste en examinar el papel que estaba colocado en la máquina, y menuda sorpresa, su autor parecía ser alguien conocido.

"Ya podría haberme pasado por aquí antes de enfrentarme a esos putos cuervos" -pienso leyendo el mensaje de Barry, pues de ese modo me hubiese ahorrado unas cuantas balas. Lo que no acabo de entender es lo que menciona de la biblia de la capilla; he estado hace nada revisando el lugar y no he encontrado nada. Quizá tenga que volver a inspeccionarla, pero antes me conviene encontrar munición porque lo voy a tener (aún más) jodido si sigo seco. Me acerco a los cajones del escritorio por si hubiera todavía algún cargador para la Beretta o el fusil.

Si antaño hubo munición en esos cajones, Barry ya se habría encargado de desvalijarlos, porque allí no quedaba nada. Aprieto la mandíbula, contrariado y abandono la torre de vigilancia. Sigo dándole vueltas a lo que decía en el mensaje sobre la biblia pero no me percaté de nada extraño en la capilla. Además, me interesa más seguir inspeccionando los alrededores por si encuentro balas para mis armas. Con ese pensamiento, dejo atrás el patio y accedo al interior del edificio, recorriendo de nuevo sus extensos pasillos.

Continuaste por el pasillo que te llevó hasta una puerta (10) bastante más pequeña que las del resto de instalaciones.

Un particular olor te vino a la mente ¿humedad? ¿vapor? era extraño en un lugar como ese, pero en cuanto abriste la puerta supiste que donde estabas ahora era un pequeño vestuario.

La sala estaba repleta de taquillas y al fondo una puerta doble, era muy probable que llevase a las duchas (11)...

Comenzaste a registrar todas las taquillas, en general estaban vacías hasta que en una encontraste un uniforme de la guardia de seguridad que permanecía colgado en su percha, impoluto.

Fue para curioso encontrar una llave con el grabado de un sol dentro de la chaqueta del vigilante de seguridad, en ella ponía "Copia". ¿Qué puerta abriría?

Recojo la llave, analizándola al detalle, con ese grabado tan curioso de un sol que la hace significativamente distinta de las llaves normales. La guardo en el bolsillo, mientras termino de registrar las taquillas, por si en alguna chaqueta hubiera un cajita de munición. Dirijo una mirada de reojo a la puerta que conduce a las duchas. ¿Entrar ahí? No tengo ganas de darme una ducha ahora, y allí dentro dudo que se me haya perdido nada. Así que de momento no.