Partida Rol por web

La mujer deja entrar a la periodista en su hogar. Dentro ya conoce lo que va a encontrar, cuatro muebles de segunda o cuarta mano que era lo que Blake podía permitirse para vivir sola. Era cajera en un supermercado y el sueldo no le daba para mucho, así que había tenido que mudarse a aquella zona para tener un sitio donde vivir.

-No, al contrario, la verdad es que ha sido todo muy de repente. Además que ya hablé con la policía, casi que prefiero hablar con alguien que conozca un poco- contesta a Dayana y va a servirle un café de una cafetera de jarra que parece mantenerlo caliente una vez hecho. No tarda en servirle una taza e invitarla a sentarse a un destartalado sofá.

Me siento en una silla y cuando Blake me entrega la taza le sonrío con todo el cariño que puedo. -Muchísimas gracias. - Soplo un poco mientras me caliento las manos con la taza. - Vino esta mañana un policía a preguntarme sobre el caso, me pilló de imprevisto y, sinceramente, me conmovió escucharlo. No podía creerme que hubiese pasado eso. ¿Tu notaste que estuviesen peleados o que pasase algo fuera de la imagen que daban? - Bajé la mirada al café y tomé un sorbo. - Aunque tampoco quiero molestarte, si estas cansada del interrogatorio de los policías.-

Blake se sienta a su lado, con otra taza de café caliente y humeante.

-La verdad que por trabajo estaba por aquí poco, pero no esperaba que esto pasara. No parecían llevarse mal tampoco, no sé, cosas de una pareja normal. La pequeña lloraba mucho, eso sí, creo que tenía fiebre a menudo- cuenta y da un pequeño sorbo al café. 

Sonríe cuando dice que no quiere cansarla.

-Es el trabajo lo que me cansa, la verdad. Y desde que me mudé no me siento muy en forma, pero ya mejorará todo- sonríe levemente.

La miro con cara comprensiva - ¿Necesitas algo? puedo intentar ayudarte, ya lo sabes. Sigo diciendo que te mereces un ascenso o un poco más de dinero en tu nómina.- El olor a café entra por mi nariz y me reconforta parcialmente, es un aroma del que nunca me voy a cansar. - Pobrecita, a lo mejor estaba mala. Con el frio que está haciendo si no podían permitirse poner la calefacción es normal. - La miro a los ojos y le digo: - Puedo confiar en ti, ¿verdad?-

Blake sonríe cuando siente su trabajo reconocido, al menos alguien piensa que merece más por lo que hace. Luego asiente a la petición de Dayana.

-Claro, ¿por qué? ¿Necesitas algo?- la mujer mira con curiosidad a la periodista, esperando la petición.

-Pues...- Digo bajando la mirada. -Estuve en su apartamento hace poco revisando el trabajo de la policía. Y vi unas manchas muy raras en la pared, pero al ir a inspeccionarlas ya no estaban, como si hubiesen sido una ilusión. No te habrá pasado igual, ¿no?- La miro a los ojos. - Bueno, y todo parecía como si solo se hubiesen marchado un tiempo...- Digo un poco apenada.

-¿Manchas?- mira sus paredes como acto reflejo. -Son pisos viejos, tienen manchas por todas partes. También hay mala iluminación, quizás fue una sombra. No sabría decirte. No vi ninguna mancha que desapareciera- niega a la pregunta de Dayana.

- Humm...tienes razón.- Digo algo pensativa pero no del todo convencida. 

El café ya iba estando frío y me lo tomo a grandes sorbos, no quería perder más tiempo. Parecía que ella no sabía mucho más y tenía otro hilo que seguir. -Bueno Blake, un placer. Además, el café estaba de vicio. Luego me pasaré para ver como estas.- Digo sonriéndole y acercándole la taza. -Tengo que irme para seguir con la exposición.- 

-Eso me gustaría- contesta la mujer a la periodista ante la expectativa de una nueva visita. Luego se levanta y recoge ambas tazas, sujetándolas en las manos mientras acompaña a Dayana a la puerta. -Si puedo me pasaré por la exposición, si el trabajo me deja.

Le sonrío ampliamente. -Me encantaría verte por allí, ya lo sabes. - Me pongo la chaqueta pensando en mi siguiente paso.

-Bueno, hasta luego- Digo mientras me dirijo hacia las escaleras y comienzo a bajarlas. Al llegar a la puerta del edificio me paro y busco en mi móvil el lugar que aparecía en la tarjeta. Con este me voy guiando hasta que llego a la zona.

La zona a la que llegó la periodista no era otra cosa que un callejón bastante cerca de la zona cero también, sus pasos le llevaron frente a una puerta oxidada que no parecía tener más vida de día. No sería el primer club clandestino que abre y surte a los convecinos de algo de diversión y alcohol barato para evadirse de aquella triste realidad que se había convertido en su día a día sin buscarlo.

-Tss… - Chasqueo con mi lengua mientras miro alrededor. - Parece que soy un pájaro demasiado madrugador para esta gente. - Miro la hora en mi móvil y veo que me quedan aún muchas horas por delante hasta que alguien pudiese atenderme en aquel antro. Entonces decido volver a la exposición, al fin y al cabo, tenía que terminar los preparativos y ya podría despreocuparme del tema.

Desandando mis pasos escucho que mis tripas rugen levemente avisándome que habían pasado más horas de las que yo concebía y debería parar a comer algo. Recuerdo entonces un bar que aunque no era un lujo era algo decente para calmar mi hambre y descansar mis pensamientos un poco. 

Comer en un bar cercano algo rápido es fácil, hay miles de sitios cerca que ofrecen una opción barata y poco sana. Comer un kebab, una hamburguesa o unos fish and chips es tan normal que cuando Dayana pasa por una zona con este tipo de locales, ve bastante gente en la calle comiendo con sus manos en la misma puerta del local.

Después acaba de poner todo a punto con Christine en la galería. Parece que el catering no será un quebradero de cabeza pues la chica se ocupará. Las obras serán colocadas al gusto de Dayana y no debería haber mucho más problema hasta la inauguración.

Es mientras la periodista sale de la sala de exposiciones que recibe una llamada en su móvil. La pantalla marca a Jack, su pareja. Al descolgar, él habla rápido.

-Dayana, creo que esta noche llegaré tarde a casa. No me esperes para cenar. ¿Cómo va la exposición?- trata de animarse por teléfono pero su tono de voz parece cualquier cosa menos animado.

- Hola a ti también. La exposición va bien, todo a punto. ¿Estás bien? Te noto raro.- Digo mientras paseo mi mirada por los locales decidiendo si mantener la línea valía realmente la pena comparado con la buena pinta de la comida. - ¿Algún problema en el trabajo? 

-Estoy cansado solo, la zona cero está dando problemas a la campaña. A la gente no le gusta que los militares estén en el centro de la ciudad y Peter no sabe muy bien como lidiar con eso- Peter McArthur era quien se presentaba a la alcaldía ese año del partido en el que Jack militaba. Si Peter ganaba, Jack podría asegurarse un buen puesto y quién sabe si postular para alcalde dentro de unos años. Era algo importante para él y no parecía llevarlo bien. -Me alegro si la exposición va bien, estaré mañana puntual para la inauguración pase lo que pase. Como digo, no me esperes para cenar, quizás nos veamos mañana por la mañana si llego muy cansado y duermes.

-Vale...- Digo algo triste por verlo así y saber la carga que tiene que soportar. - En parte entiendo que la gente no esté cómoda con los militares, ¿cómo crees que te sentaría a ti que cada vez que salgas de casa estén por ahí rondando? Tampoco te quiero recriminar nada, solo es hacerte ver su punto de vista. - Me callo unos segundos cuando veo un mexicano que me gusta para comer. - Ha pasado tiempo desde la explosión, soy consciente de que aún siguen saliendo pequeñas cosas pero, ¿y si intentáis restringir el número de militares en la calle? ¿o cambiarlos por policías? Quizá la gente esté un poco más conforme.- Digo intentando darle ideas sobre como solucionar las cosas. -Bueno Jack, intentaré dejarte la cena hecha. No llegues muy tarde a casa, necesitas descansar. - Suspiro un poco preocupada. -Te quiero, que no se te olvide.- 

-Ya, no critico a la gente, pero no podemos deshacernos de los militares. Ellos vienen del gobierno central y la alcaldía no puede hacer nada- trata de explicar Jack a Dayana, aunque ella ya lo sabe porque es un problema muy recurrente durante los últimos meses desde el desastre. -Yo también te quiero- contesta más animado por las palabras de la periodista y se decide a colgar.

Sonrío viendo como le ha cambiado el tono de voz a Jack. Entro en el mexicano y pido unos nachos. - dios...cuantas ganas tenía de comerme unos nachos... hacía siglos que no los probaba - 

Termino de comer y me quedo mirando el móvil haciendo tiempo. 

La tarde pasa tranquila y para la noche Dayana vuelve a la puerta que durante el día ni llamaba la atención. Sobre la puerta metálica hay una luz mortecina que alumbra el callejón, titilando a veces y dando impresión de que nada bueno puede haber ahí. Delante de la puerta hay un tipo grandote con expresión sombría, seguramente como seguridad y control de quién entra y quién sale por esa puerta. Siendo un lugar clandestino siempre era mejor curarse en salud y que alguien vigilara.

De dentro no llega música o ruido alguno por lo que debe estar muy bien insonorizado.