Partida Rol por web

Beste obvió las palabras de Castor, era lo suficientemente inteligente como para saber cuando era imposible convencer a alguien tan fanático... negó compartiendo la tristeza de Gabriel y miró a la doctora que habló, escuchó las palabras de su hermano ángel sangriento y no le costó adivinar que dejó las otras preguntas para él, incluyendo la propia alusión a su persona.

 - La esfera es importante para el Imperio, nuestro interés es que llegue a Marte... - todos se mostraron de acuerdo, los otros cuatro marines - la esfera es energía disforme, como ya dije, estabilizada por tecnología anterior a la era de la oscuridad. Ha sido dividida por el deseo de cinco bandos... los traidores, los muertos de metal, los orkos, los monstruos xeno y nosotros, el Imperio... ha sido su respuesta lógica y equilibrante, un trozo para cada facción... no podemos permitir que el enemigo posea ni una sola parte de la esfera ya que la usaran para sus fines... y posiblemente sepan como sacarle partido a su energía... no queremos la esfera para nosotros sino para el Imperio... no saldremos vivos de este planeta - ya era el segundo que comentaba aquello, su final estaba escrito y todos estaban seguros de ello además de haberlo aceptado con un estoicismo que asustaba - sobre su otra cuestión... de no ser de mis "métodos heréticos" la esfera hubiera sido dividido en cuatro ya que ninguno de nosotros no hubiera llegado a tiempo... Nikaea fue algo que el Emperador promulgó para proteger al Imperio, y eso afectó a todos, psíquicos y poderes... muchas legiones se negaron y otras lo apoyaron no voy a pedir perdón por ser lo que soy. - hablaba con firmeza y seguridad en sus palabras - mi Padre, Magnus decidió desobedecerlo sobrepasando un limite tolerable y destruyó el trabajo del Emperador... yo he protegido a mis hermanos y propicié el tener este fragmento de esfera... ya lo expliqué antes, no importa el que sino el cómo y el porque.

Eivander se mantuvo en silencio, a la escucha y cavilando. Sus marines, los otros puños imperiales lo flanqueaban mientras el propio Eivander estaba detrás de Castor, junto a Mihael. El marine estaba tan sorprendido como muchos de sus hermanos y aunque tuviera el puño de combate encendido no daba muestras de agresividad. 

- Con el debido respeto hermano Capitán Vehuel, - respondió al capitán - como bien dice usted es un capitán Astartes y como tal tiene todo mi respeto pero en estos momentos me encuentro enclavado en la Deathwatch, cámara militante del Ordo Xenos de la Sagrada Inquisición que solo responde ante el Emperador mismo. Entiéndame, no quiero desobedecer ordenes pero las que me han sido dadas provienen de un escalafón superior. El propio Emperador condenó a los Mil Hijos y yo no soy nadie para cuestionar sus dictados. El hecho es que aqui delante tenemos un miembro de unas de las legiones traidoras, el mismo lo ha reconocido, porta sus colores y usa las mismas artes por las que el Emperador les sancionó y usted dice que eso no supone ningún peligro. Yo solicito que se hable con una instancia superior que pueda confirmar si ese peligro es o no real. Precisamente - señaló al campo de batalla - precisamente acabamos de salir de una combate contra un psíquico considerado compañero, incluso también era miembro de la Deathwatch.

Castor se encaró con el Sacerdote sangriento.

- No se equivoque, lo que, como usted dice, llamo "métodos heréticos" no los he definido yo como tal, fue el mismo Emperador al que dicen todos servir el que lo hizo en el Concilio de Nikaea y, cito sus palabras: "Pobre de aquel que ignore mi advertencia o reniegue de mí. Será mi enemigo, y desataré tal destrucción sobre él y todos sus seguidores que, hasta el fin de todas las cosas, lamentará el día que se apartó de mi luz." Por eso se aplicó el castigo a los Mil Hijos, por traición, por usar esas artes. Y los psíquicos, ya que lo menciona, han de pasar por la sanción imperial para poder usar sus artes, que nunca, en ningún caso, incluyen la practica de la brujería. Si lo que dicen es cierto, si todos ustedes - añadió señalando con el bolter - son leales entonces no tendrán mayor inconveniente en demostrarlo, ahora mismo solo tenemos palabrería y ningún hecho real.

Laocastus bajó el morro del arma, sin dejar de mantenerla en una posición cómoda para disparar si surgiese la necesidad.- Hermanos, parece que estamos en lo que se conoce como un "impasse". Podemos esperar a que al hermano Castor se le canse el brazo, lo cual requeriría bastante más tiempo del que disponemos. Podríamos malgastar los recursos del Emperador en ver quien manda más por la vía de la violencia. - Los servomotores de sus hombreras reproducieron un encogimiento de hombros.- O, el hermano Beset y sus acompañantes podrían someterse como prisioneros a la autoridad de la Inquisición hasta que su historia sea adecuadamente verificada por los canales apropiados. Sin embargo, dado que la esfera tiene prioridad, tendrán que acompañarnos bajo vigilancia estricta mientras la llevamos a su destino.

Ariarkus estaba escuchando todo lo sucedido. No sabía cómo eran capaces de no ver en pie leyendas de sus últimos días. Ahora mismo tenían una oportunidad y a pesar de todo ello seguían mentalizados con los errores del pasado. El había perdido a sus hermanos y amigos, el había perdido mucho en este suceso y si las palabras del Mil Hijo tenían razón aún tenían mucho más que hacer.

Los movimientos fueron rápidos y preciso, necesarios y a pesar de todo ello, sentía como eran los que debían hacerse. Sus pasos le llevaron a colocarse al lado del Mil Hijo, la fe demostrada por su hermano de la Guardia, y demostrada por el resto de hermanos presentes le henchía de orgullo y marcaba a Castor como un imprudente e intolerante. Sus manos se alzaron también y apuntaron al apotecario.

- BASTA YA, Castor. - Mirando a todos los presentes. - No habéis oído las palabras del Hechicero. La esfera se ha dividido, la esfera es ahora nuestra prioridad. Tragaos vuestro orgullo, pero ahora mismo todos queremos recuperarla. Si un Ultramarine está dispuesto a dar su palabra por el Mil Hijo, yo estoy dispuesto a defender la vida de este con la mía si es preciso.  - El Devastador Ultramarine había hablado poco, pero su vehemencia y postura dejaba pocas dudas de hasta donde llegaría.

Deuteros cansado ya de toda la discusión, trató de calmar los ánimos de los allí presentes, un intento posiblemente en vano, puesto que los hermanos de la DeathWatch todavía no tenían que seguir su mando al no pertenecer a la misma organización.

- CASTOR, ¡NUESTRA PRIORIDAD INMEDIATA ES LA ESFERA ASI QUE BAJE LA DICHOSA ARMA DE UNA VEZ!... - dijo con autoridad el Ultramarine - nuestros hermanos mayores aquí presentes podrían habernos matado de haberlo querido mientras estábamos inconscientes, por no mencionar el hecho de que han compartido información valiosa que desconociamos sobre la esfera. Si el Hermano Beset ha de responder por sus lealtades, será tras recuperar la esfera, y para ello su ayuda ES VITAL...

Nadie quedó indiferente ante las palabras de Ariarkus, pero sobre todo a Deuteros y su actuación. Durante todo ese mes de pesadilla, Deuteros había sido, junto con el ausente capitán de los Puños Imperiales, uno de los tácticos que había comandado tropas y aconsejado para que la defensa fuera efectiva. De no ser por el posiblemente hubieran pasado peor aquellos treinta días estándar; por ello se ganó el respeto de todos los Astartes, incluso los de la DeathWatch, que los acogieron después de que fueran los dos únicos supervivientes de toda una compañía. Era lógico que hubiera cierto recelo a la hora de que se le concediera cierto mando sobre marines consagrados con la inquisición, pero dada la situación de guerra sin cuartel y completamente aislados, sumado al prestigió que Deuteros se ganó y a sus innatas dotes de mando, a nadie le molestó y resultó hasta lógico.

Ahora, el ultramarine había representado el punto de inflexión que todo el mundo temía... ¿Castor obedecería? o... ¿abriría fuego? muchos marines, por no decir todos, junto a los guardas imperiales se pusieron rígidos temiéndose lo peor... 

Aquella discusion habia llegado a su culmine, y aunque maravillado por la posibilidad de hablar durante unos minutos de secretos que no podia ni nombrar delante de la tropa con aquel ser mitico y con un grado superior a lo peligroso, ya que de por si un Angel de la Muerte ya daba miedo, uno con poderes como los mios podria ser la amenaza de un sector entero para los enemigos del emperador. Mis palabras eran rectas y claras, pero aun asi me propuse un nuevo castigo para esa noche por la obtencion de poder que tanto deseaba.

Callado o anodadado, seguia en mi posicion sin inmiscuirme en asuntos que claramente me sobrepasaban escuchando con total atencion.

Norragh miraba alternativamente a izquierda y derecha, mientras los hombres en brillantes y bonitas armaduras se decían cosas que él no entendía.....hasta que escuchó algo que sí que entendió......empezó a estrujarse el cerebro....frunciendo el ceño y mirando al vacío...."morir tras misión"....."morir tras misión...." una pequeña luz empezó a acercarse a su zona occipital....

Los marines seguían discutiendo a su alrededor, y la escalada de tensión iba en aumento.....las armas se levantaron....."morir tras misión...."....."moriremos todos tras misión..."...la luz se iba haciendo más grande....

Norragh sabía que había algo ahí...algo....pero se le escapaba....frunció más el ceño, mirando hacia el suelo, bajando la punta de su arma, de tan concentrado que estaba...empezó a dolerle la cabeza......cerró los ojos....la luz le inundó.

"Pía......si ellos...."morir tras misión".....¿entonces ya estar como muertos?...y si.....y si..."  Norragh siguió con los ojos cerrados, ladeando la cabeza....como si todo eso que estuviera diciendo le estuviera costando horrores llegar a esa conclusión..."...y si ellos ya estar como muertos....¿porqué marine blanco enfadarse? Si ya muerto...ya no problema, ¿no? Misión acaba, él muere...hombre de blanco contento....¿no? Mientras...todos bum-bum enemigos...." dijo sonriendo finalmente...como si lo que acabara de decir, fuera la idea más complicada que se le hubiera ocurrido en toda su vida....

El vozarrón del Ultramarine había desolado el lugar, y aunque Pía se había cuadrado por mero acto reflejo, pronto volvió a una posición más cómoda...físicamente hablando. Los guardias imperiales eran ahora meros espectadores de un lamentable teatrillo de los Astartes. Aquello no tenía ninguna pinta de ir a salir bien.

Pero alguien seguía buscando una salida razonable al asunto y, paradojicamente, era el ogrete. A esos niveles de desesperación habían llegado.

Pía asintió con lentitud a las palabras de Norragh a medida que hablaba, y respondió a su frase con una sonrisa y levantado el dedo pulgar disimuladamente. Una idea tan simple como efectiva: mentalidad ogrete. Por supuesto que era una falta de respeto y que más de un cañón de bolter podría pasar a apuntarlo por insultar a ilustres miembros de su capítulo, pero para la doctora era sencillamente una verdad absoluta.

En Krieg todo el mundo nacía muerto. No había que hacer un melodrama sobre ello.

- Leales o no, el Emperador nos ha condenado a todos con la muerte, hermano Castor. Más tarde o más temprano.- dijo la doctora, intentado llamar la atención del apotecario, desarrollando el razonamiento de Norragh. Quizás lo que necesitaba la situación era más un razonamiento lógico que un grito convincente. Pues es ÉL, en realidad, el Mayor Juez y dueño de su Voluntad, quién admite a aquellos dignos de su presencia.

- El Sacerdote Gabriel ha dicho que su grupo.- señaló con la mano a todos los marines.- acabará junto con el Emperador tras esta misión, ganan o pierdan. Beset acabará ante los ojos del que descansa en el Trono, que decidirá si castigar su soberbia o premiar su lealtad.

- Si Beset ha de ser ejecutado por creerse más sabio que el Emperador y contravenir su Voluntad usando hechicerías, bien podría pensarse que la soberbia por creer conocer mejor la Voluntad que el propio Emperador también merece castigo. Si el Emperador ya ha puesto fecha a su muerte... se encogió de hombros. 

Esto ya habia durado demasiado. Jaden se plantó delante de Beset cortandole la visión a Castor: -Admiro tu devoción hacia el emperador y sus palabras, eres un ejemplo a seguir. No obstante ahora mismo, esa misma devoción esta nublando tu juicio. Tenemos una misión, ahora clara. Tal vez yo no sea el mas apropiado para decirlo: mis propias ansias de venganza me han llevado a ignorar cualquier razonamiento mas de una vez. Suspiró y apretó el brazo bionico. Parecía que el tic nervioso habia vuelto. No le temía a la muerte, pero ponerse en la linea de tiro de un bolter empuñada por un hermano le intranquilizaba. Tuvo que resistir el impulso de sacar su propia arma. -¿Recuerdas Istvan? No todos en las legiones traidoras abrazaron los poderes ruinosos. Haz lo que tengas que hacer pero si persistes con tus intenciones actuales, tendrás que abatirme primero

Serán mis mejores guerreros,
esos hombres que se entregarán a mí.
Como la arcilla, los moldearé,
y en el ardor del conflicto, los crearé.
Serán de voluntad de hierro y músculos de acero.
Con grandiosas armaduras los vestiré
y con las más poderosas armas estarán armados.
Serán inmunes a las plagas o males,
no habrá enfermedad que los arruine.
Tendrán tácticas, estrategias y máquinas
por lo que los enemigos no podrán ser mejores en la lucha.
No temerán a la Muerte,
pero la Muerte les temerá a ellos.
Ángeles de la Muerte,
que en Alas de Fuego,
caerán sobre los enemigos de la Humanidad.
Son mi Escudo contra el Terror.
Son los Defensores de la Humanidad.
Son mis Marines Espaciales
Templados en la Guerra,
Forjados en la Batalla.
Y no conocerán el miedo...

Así habló el Emperador de la Humanidad, es mi deber. No temer a la Muerte, defender al Imperio. Tiene que morir, cualquier precio es pequeño. El pensamiento era claro y no tenia ninguna duda. Había sido entrenado para ello. Su capítulo se creó en la Segunda Fundación fruto de la división de los Puños imperiales y su primer Gran Mariscal, Sigismund, Paladín del Emperador, declaró que, como acto de fe suprema, se encontrarían en eterna cruzada contra los enemigos del Emperador para demostrar su lealtad. Siempre los habían calificado como los más fanáticos entre los marines espaciales pero lo que les impulsaba era su testarudez, su celo justiciero y su ira hacia sus adversarios.

El ser que tenía delante era un tripe enemigo del Imperio, su legión fue declarada hereje por el mismo Emperador al usar la brujería, traicionaron al Imperio al no cumplir su justo castigo y se pasaron al Caos y él, había subyugado la mente de los que le rodeaban. ¿Cómo no pueden darse cuenta? ¡Es obvio! Salvo... Su entrenamiento había sido mucho más riguroso en determinados aspectos que el de sus compañeros. Le habían enseñado a desconfiar de los psíquicos y a protegerse de sus poderes. Por eso su mente permanecía lúcida ante sus mentiras. Está claro que es muy poderoso para controlar a tanta gente, necesitaré medidas extremas.

- Dado que no hay un miembro de superior rango con uso de razón, yo, Castor Machen, Apotecario de los Templarios negros y hermano de la Deathwatch, por fidelidad al Emperador, señor eterno de la Humanidad, declaro que tú - señaló al Mil hijo - eres Excommunicate Traitoris como miembro de una legión que dio la espalda al Emperador y fue castigada por Él. Dices defender Sus ideales en contra de sus enemigos, incluidos tus hermanos traidores pero solo es una mentira, con tus malas artes, con tu demagogia, nublas el juicio de los auténticos defensores del Imperio por lo que te declaro Hereticus Abomini. Pero, sobre todos tus pecados, usas las artes de los Poderes Ruinos, la brujería, por ello te declaro Extremis Diabolus. He aquí que firmo tu sentencia es la muerte y consigno a la nada tu alma inmortal. Que la justicia imperial se imponga. Por el Emperador, yo seré tu ejecutor.

Tenía un truco bajo la manga aprendido del hermano tecnomarine Hector. Entró en comunicación con el Espíritu Máquina de su servoarmadura y subvocalizó una única orden Armadura, activar protocolo Terminus Est y usó su código de seguridad, entonces se dedicó a comprobar los pasos mientras recitaba su discurso.

Protocolo Terminus Est en proceso de activación...
Detonadores de las granadas ...Armados.
Sincronizando detonadores con signos vitales...
...Disparador primario, ritmo cardíaco cero.
...Disparador secundario, encefalograma plano ...Disparadores activados.
Retirando seguros del generador dorsal
...¡PELIGRO! ¡PELIGRO! La integridad del núcleo puede verse comprometida...
...5, 4, 3, 2, 1, 0 ...Seguros retirados

Con esto había logrado convertirse en una bomba de relojería dada la más que segura muerte. Un último latido de corazón o la muerte cerebral sincronizado con las granadas y el núcleo del generador, una muerte para la que había sido creado, lo que debía ser, lo que debía hacerse el sacrificio necesario. La electricidad de las sinapsis convertida en el detonardor último, definitivo. El "Muero y os arrastro al infierno conmigo" transformado en un arte, en un gesto de deliciosa perfección.

Sus compañeros, incluso, tal vez, los marines que habían venido con el hereje lucharían para defender a su amo y tenía que asegurarse la muerte de este a cualquier precio, a pesar de su vida, a pesar de la de sus compañeros. Su fin último en la vida sería exterminar tan peligrosa amenaza y moriría con una fiera sonrisa en la boca.

Se encomendó a su compañeros muertos. Sus nombres tallados en los huesos de sus brazos. Fue pronunciándolos uno a uno, sus compañeros de la Deathwatch, incluido su mentor, el capellán Hayn, los neófitos, los iniciados y, especialmente, el hermano de armas Polux Machen, su auténtico hermano a quien pidió ser su guía en la otra vida para reunirse con Sigismund y el padre de todos, el primarca Rogal Dorn. Ya estaba preparado.

Entonó la Oración de Batalla contra las Brujas de su capítulo:

¡Castiga a los vástagos de la bruja!
¡Danos fuerzas para desgarrar su carne impía!
¡Para cubrir los campos con las pálidas formas de sus blasfemos cadáveres!
¡Para apagar el retumbar de nuestras armas con sus alaridos!
¡Para abatir sus ciudadelas con huracanes de fuego!
¡Para estrujar sus corazones y rechazar su tristeza!
¡Para confinarlas en su desolada tierra cargadas de harapos y muertas de hambre, descorazonadas, rotas de dolor y prefiriendo el refugio de una tumba a la vida!
¡Te lo pedimos, por el espíritu de la ira, oh maestro de la Humanidad!

Esquivó a su hermano de la Deathwatch y disparó una ráfaga de proyectiles bolter contra el archihereje y, soltando su arma, empuñó su fiel espada de energía y cargó gritando:

¡Mata al mutante! ¡Quema al hereje! ¡Purga al impuro!
¡Por Sigismund y el Emperador!
¡Sin Piedad!
¡Sin Remordimientos!
¡Sin Miedo!

Música

Demasiadas cosas, demasiadas cosas y todas a la vez...

La incredulidad recorrió las filas de los imperiales, marines y guardias que sobrecogidos escucharon las palabras de Castor, de como este se preparaba en cuerpo y alma para enfrentarse a aquellos que tomaba por enemigos. Jaden se quedó en gran medida petrificado, y a todos le resultó abominable el nivel de fanatismo que demostró, pero así eran los Templarios Negros, unos ciegos devotos y expertos en el arte de "odiar".

Muchos Ángeles Sangrientos y Puños Imperiales se retiraron, se alejaron lo que pudieron y los guardias imperiales, los imitaron temerosos sin saber que estaba pasando, no poseían armaduras con sensores que les mostraran las lecturas que estaban leyendo... un pico de energía cuyo origen era la armadura del apotecario; pero los que se mantuvieron firmes eran esos conocidos como héroes, Mihael, Vehuel y Eivander.

Pero Castor no había acabado, recitó una de sus muchas letanías de odio y de improviso, aunque pudiera ser algo esperado, alzó su bolter apartando a su hermano Jaden y abrió fuego...

Se podría asegurar que Castor era mejor que Jaden en combate cerrado, y lo demostró cuando apartó con habilidad al tecnomarine para poder despejar su linea de tiro... pero Kolis iba en serio, y cuando pudo reaccionar, más tarde que temprano, se interpuso entre la bocacha del arma y Beset... solo consiguió que un proyectil, el ultimo, rozara el yelmo del Ángel Oscuro y que este se desviara de su trayectoria inicial.
Tan pronto como Jaden se interpuso, Eivander y Mihael, situados ambos tras el apotecario se abalanzaron sobre él... Eivander lo desarmó con un gesto habilidoso mientras Mihael lo obligó a poner los brazos en cruz. En una situación de uno a uno podría haberse resistido, pero ya eran dos marines en pos de Castor, demasiada fuerza para uno solo - ¡TECNOMARINE! ¡DESACTIVA SU ARMADURA! - fue lo que gritó Vehuel, desde la distancia mientras se acercaba...

¿Y los disparos efectuados por el Templario? Jaden no pudo verlo, estaba de espaldas, pero todos los demás si fueron capaces, vieron como Beset se quedó completamente quieto, erguido, en una pose noble y poderosa... no temía a Castor y posiblemente a ninguno de los allí presentes, alguien que estaba seguro de que su final estaba cerca no le daba importancia a aquellas situaciones, a aquellas heridas que pudiera recibir, incluso si fuera el mismisimo fin para su existencia, ya había tenido más de un milenio para asimilarlo; eso hizo Beset, estar quieto como una estatua... pero Borael no.

Pocas veces se veía a un marine espacial de ese calibre en acción, podría ser el más viejo de todos los marines existentes en el milenio cuarenta y uno. El ultramarine saltó en el momento justo, saltó con los gladios gemelos ya en sus manos y los campos de energía activados... se puso delante de Beset como si fuera un guardaespaldas protegiendo al noble que juró defender, como un hermano protegiendo a otro... como lo que era, un marine ayudando a otro. Sus espadas zumbaron con una velocidad endiablada y logró detonar antes de que alcanzaran a nadie todos y cada uno de los proyectiles que iban dirigidos al ultimo de prospero.

Posiblemente Loacastus abriría fuego en cuanto tuviera un disparo claro, pero un poderoso viento lo hizo desplazarse sin quererlo, tanto a él como a todos los marines ¿Un hechizo? ¿acaso Beset estaba otra vez conjurando? la duda fue arrancada de los corazones de todos al ver como la nave que una vez vomitó a aquellos cinco marines de leyenda sobrevoló a muy baja altura la zona buscando posarse al lado de todo el gentío, al lado de toda la acción...

La nave era sin duda de corte imperial, pero ahora que se podía ver con más claridad, era un modelo que jamás se había visto antes... la nave, de gran tamaño pero lo suficientemente pequeña como para poder surcar la atmósfera de un planeta se estabilizó con un potente rugido levantando polvo y golpeando con aire caliente a gran velocidad a todos los que estaban a menos de cien metros. Las toberas principales estaban apagándose y por toda la panza de la nave surgieron una serie de patas de aterrizaje además de presentar numerosos agujeros por donde salía aquella ventisca de aire recalentado. Se podría decir que la maniobra de una nave de aquella envergadura debería llevar mucho más tiempo, pero lo cierto es que el piloto demostró una gran pericia y habilidad realizando aquellos complejos movimientos en tan solo unos escasos minutos, pero también dio exactamente igual ya que la rampa de acceso a la nave se desplegó antes de que se posara en tierra y una figura surgió. No iba solo, le seguía alguien muchísimo más alto que el y con una constitución el doble de ancho. 

El segundo hombre, mucho más visible por su tamaño llevaba una ligera túnica dorada con los rebordes de color rojo carmesí, su vestimenta era lo menos importante, lo que llamaba su atención era el rostro, un porte cargado de nobleza, el pelo cortado a cepillo y aunque tenía el ojo izquierdo surcado de cicatrices destilaba autoridad, nobleza, poder e inteligencia; pero lo peor de todo, es que era como si todos lo hubieran visto cientos de veces, en pinturas, pictografias, se parecía demasiado al Emperador, y aquello era imposible... no, no se parecía, su porte, su fuerza recordaba al Dios Emperador.
El primer hombre, en cambio, más pequeño, enfundado en una servoarmadura con la "I" inquisitorial repetidas suficientes veces como para no dejar dura alguna. Pelo largo y oscuro, barba de varios días y una mirada peligrosa. Su armadura era de color negro como la noche y solo la iconografia de la Inquisición tenía su color dorado brillante. Una capa de color rojo oscuro ondeaba tras de si mientras se asomaba al borde la rampa de la nave, sus armas reposaban en su cintura, una vaina de una espada y una pistola de plasma, ambas adornadas y bien cuidadas denotando que su posición era, cuanto menos, elevada dentro del Ordo. 

¡ALTO! - a pesar del horrible escándalo provocado por la nave tomando tierra, a pesar de la distancia de unos doscientos metros la voz de aquel inquisidor llegó a todos y cada uno de los allí presentes... unos lo oyeron con más claridad gracias a sus autosentidos del casco o por tener mejor oído, pero incluso los que fueran más duros auditívamente hablando, lo escucharon una claridad abrumadora. Seguramente, por no decir con toda probabilidad, la servoarmadura del inquisidor iría equipada con un equipo de emisión Vox de gran potencia y que este la estaría usando a pleno rendimiento... 

Sin más espero a que la nave tomara tierra mientras esperaba...

El arma de Laocastus zumbó en sus manos. Unas espadas de energía podrían detonar balas bólter, pero dudaba que tuviesen la misma eficacia contra un arma de fusión.- Ese ha sido el disparo de aviso. Es su última oportunidad para someterse a la autoridad Inquisitorial. - dijo, con el arma zumbando en las manos. La aparición de supuesta autoridad inquisitorial hizo poco por disuadirlo, más teniendo en cuenta que procedía del mismo navío.- Suplantar la identidad de un Inquisidor es un delito penado con la muerte.- dijo en tono neutro a la nueva aparición.- Puede respaldar la proclama de su armadura con los identificadores apropiados?

El pesado servobrazo del tecnomarine cayó sobre la hombrera de Castor, tanto como para ayudar a mantener al apotecario quieto como para ayudar en la tarea de desactivar la armadura: -Vas a tener que perdonarme por esto hermano- empezó a recitar varias plegarias para calmar el espiritu maquina de la servoarmadura, tan fanatico como su hermano y se concentró en la tarea que tenía en sus manos

Al mismo tiempo que la nave tomó tierra, Jaden, gracias a la ayuda de su brazo mecánico y el sistema integrado del casco, logró aplacar el espíritu maquina de la servo armadura de Castor. Desactivo los protocolos de acumulación de energía y anuló el control de la misma. No desactivó la armadura por completo, Castor seguía teniendo el control de todo, salvo, por ahora, el núcleo interior de la armadura.

Deuteros no pudo sino quedar impresionado por las habilidades de Borael, aunque dicho asombro fue breve, puesto la situación lejos de tranquilizarse, iba a peor, por lo que se llevo la mano a la cara, ya sin ideas de que podía hacer para calmar los ánimos del grupo. Sabía que Ariarkus y algunos de sus camaradas de la Deathwatch habían entrado en razón, pero Castor y Laocastus seguían a la defensiva de forma muy agresiva.

Así que solo esperó a ver como proseguía el curso de los actos y si las nuevas caras que salieron de la nave ponían el orden que él no fue capaz de imponer.

Los cinco marines de leyenda se pusieron completamente firmes cuando el individuó que bramó el "alto" bajó y recorrió la distancia que le separaba del resto. Doscientos metros, no más de cuarenta segundos en ser recorridos mientras aquel imponente hombre le seguía; se notaba que reducía su marcha a caso hecho para no adelantar al inquisidor.

 ¡ SOLTADLO! - gritó de nuevo y señaló con gesto ominoso y poderoso a Mihael y al sargento Eivander. Ambos se miraron confusos, pero asintieron, la situación era demasiado tensa y mejor mostrarse cautos ante el inquisidor - ¡USTED! - vociferó nuevamente - ¡MARINE SALAMANDRA! ¡Desactive su arma de inmediato! - era increíble que de el manara un aura de mando innato, era como si hubiera nacido para comandar marines espaciales, hombres o a quien quisiera que fuera objeto de su voz y de su inquisitivo dedo indice. 

Se colocó en medio, entre los cinco marines y el resto. Se cuadró mientras el gigante que le seguía lo flanqueaba y os miraba a todos, marines y guardias, con gesto sereno y confiado - Soy el Alto Inquisidor Anton Vero - se presentó habiendo obviado, a priori, las palabras de Laocastus - cesen las hostilidades de inmediato, este grupo de marines están bajo mis estrictas ordenes. Levántese Templario Negro - le indicó a Castor con un tono desdeñoso - tengo todo monitorizado, los yelmos de los marines transmiten vox e imagen directamente hacía mi nave, no quiero explicación alguna por parte de nadie... les felicito por su recelo y fe devotas al Dios Emperador, pero Beset ya fue juzgado hace milenios, juzgado y perdonado por los fundadores de la Santa y gloriosa Inquisición, perdonado pero no olvidado... Malcador nos dio plena potestado y derecho, Beset luchará una ultima vez por el Imperio, luego, aceptará su muerte como el resto de sus hermanos - torció la nariz y miró de soslayo a Beset, el cual asintió con gesto sereno. 

Anton, en cambio, observó a los dos ultramarines y se dirigió a ellos sin moverse de donde estaba - ¿Y su oficial superior? Veo bastantes Puños Imperiales y Ángeles Sangrientos... pero tan solo dos Ultramarines... - comentó al observar aquella realidad y se quedo esperando, tanto las respuestas, las quejas, los exabruptos como las presentaciones de todos y cada uno de aquellos marines que no conocía 

Ariarkus tomo la iniciativa en responder al Inquisidor. Cuadrándose delante de este y sin dejar de mirar a Borael.

- Siento informarle que solo los presentes somos los únicos supervivientes de Ultramarines, nuestro ultimo mando cayo por la defensa de la esfera frente a un Líder necron.  – Comento el Devastador mientras su cabeza descendía al recordar la perdida. Segundos después levanto de nuevo la mirada para fijarla en el Inquisidor. – ¿Cual es la evaluación de un Astartes, para convertirse como nuestro señor Borael en un instrumento de castigo por parte de usted?